Bible in 90 Days
Piden a Jesús una señal(A)
16 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús y, para ponerlo a prueba, pidieron que mostrara una señal del cielo.
2 Él contestó:[a] «Al atardecer, ustedes dicen que hará buen tiempo porque el cielo está rojizo 3 y por la mañana, que habrá tempestad porque el cielo está rojo y nublado. Ustedes saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos. 4 ¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la de Jonás». Entonces Jesús los dejó y se fue.
La levadura de los fariseos y de los saduceos
5 Cruzaron el lago, pero a los discípulos se les había olvidado llevar pan.
6 —Presten atención —advirtió Jesús—; cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan». 8 Al darse cuenta de esto, Jesús dijo:
—Hombres de poca fe, ¿por qué están hablando de que no tienen pan? 9 ¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco panes para los cinco mil y el número de canastas que recogieron? 10 ¿Ni los siete panes para los cuatro mil y el número de cestas que recogieron? 11 ¿Cómo es que no entienden que no hablaba yo del pan, sino de tener cuidado de la levadura de fariseos y saduceos?
12 Entonces comprendieron que no les decía que se cuidaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos.
La confesión de Pedro(B)
13 Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14 Le respondieron:
—Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas.
15 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús.
16 —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
17 —Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal,[b] sino mi Padre que está en el cielo. 18 Yo te digo que tú eres Pedro.[c] Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte[d] no prevalecerán contra ella. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
20 Luego ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Jesús predice su muerte(C)
21 Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los líderes religiosos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la Ley; también que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. 22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:
—¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!
23 Jesús se volvió y dijo a Pedro:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
24 Luego Jesús dijo a sus discípulos:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. 26 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? 27 Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho. 28 Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.
La transfiguración(D)(E)
17 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta. 2 Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto, se aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. 4 Pedro dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
5 Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió y de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!».
6 Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados. 7 Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó.
—Levántense —dijo—. No tengan miedo.
8 Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.
9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó:
—No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre se levante de entre los muertos.
10 Entonces los discípulos preguntaron a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la Ley que Elías tiene que venir primero?
11 —Sin duda Elías vendrá y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. 12 Pero les digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera, va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho endemoniado(F)
14 Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él. 15 Y dijo:
—Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.
17 —¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.
18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento.
19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, preguntaron:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
20 —Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá” y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible. 21 [e]
22 Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 23 Lo matarán, pero al tercer día resucitará». Y los discípulos se entristecieron mucho.
El impuesto del Templo
24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del Templo[f] se acercaron a Pedro y preguntaron:
—¿Su maestro no paga el impuesto del Templo?
25 —Sí, lo paga —respondió Pedro.
Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle:
—¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?
26 —A los demás —contestó Pedro.
—Entonces los suyos están exentos —dijo Jesús—. 27 Pero para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda.[g] Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo.
El más importante en el reino de los cielos(G)
18 En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2 Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. 3 Entonces dijo:
—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4 Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
5 »Y el que recibe en mi nombre a un niño como este me recibe a mí. 6 Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.
7 »¡Ay del mundo por los tropiezos! Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! 8 Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
Parábola de la oveja perdida(H)
10 »Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial. 11 [h]
12 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada? 13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
El hermano que peca contra ti
15 »Si tu hermano peca contra ti,[i] ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”.[j] 17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo[k] o un cobrador de impuestos.
18 »Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 »Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. 20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Parábola del siervo despiadado
21 Pedro se acercó a Jesús y preguntó:
—Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?
22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete[l] —contestó Jesús—.
23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se presentó uno que le debía diez mil monedas de oro.[m] 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. 26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —rogó—, y se lo pagaré todo”. 27 El señor se compadeció de su siervo, perdonó su deuda y lo dejó en libertad.
28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[n] Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —rogó—, y te lo pagaré”. 30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. 31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. 32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le dijo—, te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. 33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”. 34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano».
El divorcio(I)
19 Cuando Jesús acabó de decir estas cosas, salió de Galilea y se fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. 2 Lo siguieron grandes multitudes y sanó allí a los enfermos.
3 Algunos fariseos se acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
—¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?
4 —¿No han leído —respondió Jesús— que en el principio el Creador “los creó hombre y mujer”[o] 5 y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo”?[p] 6 Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
7 Ellos replicaron:
—¿Por qué, entonces, mandó Moisés que un hombre diera a su esposa un certificado de divorcio y la despidiera?
8 —Moisés les permitió a ustedes divorciarse de sus esposas por lo obstinados que son[q] —respondió Jesús—. Pero no fue así desde el principio. 9 Les digo que, excepto en caso de inmoralidad sexual, el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio.
10 —Si tal es la situación entre esposo y esposa —comentaron los discípulos—, es mejor no casarse.
11 —No todos pueden comprender este asunto —respondió Jesús—, sino solo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo. 12 Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.
Jesús y los niños(J)
13 Llevaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban.
14 Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos». 15 Después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.
El joven rico(K)
16 Sucedió que un joven se acercó a Jesús y le preguntó:
—Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para obtener la vida eterna?
17 —¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno?[r] —respondió Jesús—. Solamente hay uno que es bueno. Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos.
18 —¿Cuáles? —preguntó el joven.
Contestó Jesús:
—“No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, 19 honra a tu padre y a tu madre”[s] y “ama a tu prójimo como a ti mismo”.[t]
20 —Todos esos los he cumplido[u] —dijo el joven—. ¿Qué más me falta?
21 Jesús respondió:
—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
22 Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas.
23 —Les aseguro —comentó Jesús a sus discípulos— que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. 24 De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
25 Al oír esto, los discípulos quedaron asombrados y decían:
—En ese caso, ¿quién podrá salvarse?
26 —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible.
27 —¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le dijo Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso?
28 —Les aseguro —respondió Jesús— que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre,[v] hijos o terrenos recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos de los primeros serán últimos y los últimos serán primeros.
Parábola de los viñadores
20 »Asimismo, el reino de los cielos se parece a un propietario que salió de madrugada a contratar obreros para su viñedo. 2 Acordó darles la paga de un día de trabajo[w] y los envió a su viñedo. 3 Cerca de las nueve de la mañana,[x] salió y vio a otros que estaban desocupados en la plaza. 4 Les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo y les pagaré lo que sea justo”. 5 Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía, y luego a la media tarde e hizo lo mismo. 6 Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día?”. 7 “Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Él les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo”.
8 »Al atardecer, el dueño del viñedo ordenó a su capataz: “Llama a los obreros y págales su salario, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros”. 9 Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde y cada uno recibió la paga de un día. 10 Por eso, cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban recibir más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. 11 Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario. 12 “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día”. 13 Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? 14 Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti. 15 ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia que yo sea generoso?”.[y]
16 »Así que los últimos serán primeros y los primeros serán últimos».
Jesús predice de nuevo su muerte(L)
17 Mientras subía Jesús rumbo a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos y les dijo: 18 «Ahora vamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley. Ellos lo condenarán a muerte 19 y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará».
La petición de una madre(M)
20 Entonces la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, se acercó a Jesús y, arrodillándose, le pidió un favor.
21 —¿Qué quieres? —preguntó Jesús.
Ella le dijo:
—Ordena que en tu reino uno de estos dos hijos míos se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 —Ustedes no saben lo que están pidiendo —respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?
—Sí, podemos.
23 —Les aseguro que beberán de mi copa —dijo Jesús—, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido[z] mi Padre.
24 Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron con los dos hermanos. 25 Jesús los llamó y dijo:
—Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen al pueblo y los altos oficiales abusan de su autoridad. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor 27 y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás, 28 así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Dos ciegos reciben la vista(N)
29 Una gran multitud seguía a Jesús cuando él salía de Jericó con sus discípulos. 30 Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que pasaba Jesús, gritaron:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
31 La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban con más fuerza:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
32 Jesús se detuvo y los llamó.
—¿Qué quieren que haga por ustedes?
33 —Señor, queremos recibir la vista.
34 Jesús se compadeció de ellos y tocó sus ojos. Al instante recobraron la vista y lo siguieron.
La entrada triunfal(O)(P)
21 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos 2 con este encargo: «Vayan a la aldea que tienen enfrente. Ahí mismo encontrarán una burra atada y un burrito con ella. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, respóndanle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá».
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:
5 «Digan a la hija de Sión:
“Mira, tu rey viene hacia ti,
humilde y montado en un burro,
en un burrito, cría de una bestia de carga”».[aa]
6 Los discípulos fueron e hicieron como había mandado Jesús. 7 Llevaron la burra y el burrito y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. 8 Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. 9 Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba:
—¡Hosanna[ab] al Hijo de David!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![ac]
—¡Hosanna en las alturas!
10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.
—¿Quién es este? —preguntaban.
11 —Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.
Jesús en el Templo(Q)
12 Jesús entró en el Templo[ad] y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas. 13 «Escrito está —dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”,[ae] pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».[af]
14 Se le acercaron en el Templo ciegos y cojos y los sanó. 15 Pero, cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley vieron que hacía cosas maravillosas y que los niños gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron.
16 —¿Oyes lo que esos están diciendo? —protestaron.
—Claro que sí —respondió Jesús—; ¿no han leído nunca:
»“En los labios de los pequeñitos
y de los niños de pecho
has puesto tu alabanza”?».[ag]
17 Entonces los dejó y, saliendo de la ciudad, se fue a pasar la noche en Betania.
Se seca la higuera(R)
18 Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas.
—¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo.
Y al instante se secó la higuera.
20 Los discípulos se asombraron al ver esto.
—¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos.
21 —Les aseguro que si tienen fe y no dudan —respondió Jesús—, no solo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decir a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, y así se hará. 22 Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
La autoridad de Jesús puesta en duda(S)
23 Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se acercaron los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo.
—¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?
24 Él respondió:
—Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres?
Ellos comenzaron a discutir entre sí: «Si respondemos “del cielo”, nos dirá “entonces, ¿por qué no le creyeron?”. 26 Pero si decimos “de los hombres”, tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta». 27 Así que respondieron a Jesús:
—No lo sabemos.
—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto —dijo Jesús.
Parábola de los dos hijos
28 »¿Qué les parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y dijo: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”. 29 “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue. 30 Luego, el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?».
—El primero —contestaron ellos.
Jesús dijo:
—Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes en el reino de Dios. 32 Porque Juan vino a señalarles el camino de la justicia y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí creyeron en él. Incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.
Parábola de los labradores malvados(T)
33 »Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de estos lo que le correspondía. 35 Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. 36 Después mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.
37 »Por último mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!”. 38 Pero cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo para quedarnos con su herencia”. 39 Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.
40 »Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?».
41 —Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron— y arrendará el viñedo a otros labradores que le darán lo que corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.
42 Les dijo Jesús:
—¿No han leído nunca en las Escrituras:
»“La piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular.
Esto ha sido obra del Señor
y nos deja maravillados”?[ah]
43 »Por eso digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado y, si ella cae sobre alguien, lo hará polvo».[ai]
45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente, porque esta lo consideraba un profeta.
Parábola del banquete de bodas
22 Jesús volvió a hablarles en parábolas y dijo: 2 «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. 3 Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete. 4 Luego, mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida. Ya han matado mis toros y mis reses cebadas; todo está listo. Vengan al banquete de bodas”. 5 Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. 6 Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. 7 El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. 8 Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. 9 Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren”. 10 Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.
11 »Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. 12 “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, dijo. El hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”. 14 Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».
El pago de impuestos al césar(U)
15 Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. 16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios del rey Herodes, los cuales le dijeron:
—Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias. 17 Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?
18 Conociendo sus malas intenciones, Jesús respondió:
—¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? 19 Muéstrenme la moneda para el impuesto.
Y se la enseñaron.[aj]
20 —¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —preguntó.
21 —Del césar —respondieron.
—Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
22 Al oír esto, quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.
El matrimonio en la resurrección(V)
23 Ese mismo día los saduceos, que dicen que no hay resurrección, se acercaron y le plantearon un problema:
24 —Maestro, Moisés nos enseñó que si un hombre muere sin tener hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. 25 Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió y, como no tuvo hijos, dejó la esposa a su hermano. 26 Lo mismo les pasó al segundo y al tercer hermano; fue así hasta llegar al séptimo. 27 Por último, murió la mujer. 28 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será esposa esta mujer, ya que todos estuvieron casados con ella?
29 Jesús contestó:
—Ustedes andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios. 30 En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. 31 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo a ustedes: 32 “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”?[ak] Él no es Dios de muertos, sino de vivos.
33 Al oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza.
El mandamiento más importante(W)
34 Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. 35 Uno de ellos, experto en la Ley, le tendió una trampa con esta pregunta:
36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?
37 —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”[al] —respondió Jesús—. 38 Este es el primero y el más importante de los mandamientos. 39 El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[am] 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
¿De quién es hijo el Cristo?(X)
41 Mientras estaban reunidos los fariseos, Jesús preguntó:
42 —¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es descendiente?
—De David —respondieron ellos.
Jesús les dijo:
43 —Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma:
44 »“Dijo el Señor a mi Señor:
‘Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies’ ”.[an]
45 Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su descendiente?».
46 Nadie pudo responderle ni una sola palabra y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.
Jesús critica la hipocresía
23 Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la Ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés.[ao] 3 Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican. 4 Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.
5 »Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan en la frente y en los brazos porciones de las Escrituras escritas en anchas cintas y ponen en sus ropas adornos llamativos. 6 Les encanta el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas. 7 Y les gustan los saludos en las plazas y que la gente los llame “Rabí”.[ap]
8 »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “guía”, porque tienen un solo Guía, el Cristo. 11 El más importante entre ustedes será siervo de los demás. 12 Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
13 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos; ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo. 14 [aq]
15 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra y mar para ganar un solo partidario, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes.
16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Si alguien jura por el Templo, no significa nada; pero si jura por el oro del Templo, queda obligado por su juramento”. 17 ¡Ciegos tontos! ¿Qué es más importante: el oro o el Templo que hace sagrado al oro? 18 También dicen ustedes: “Si alguien jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado por su juramento”. 19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante: la ofrenda o el altar que hace sagrada la ofrenda? 20 Por tanto, el que jura por el altar jura no solo por el altar, sino por todo lo que está sobre él. 21 El que jura por el Templo jura no solo por el Templo, sino por quien habita en él. 22 Y el que jura por el cielo jura por el trono de Dios y por aquel que lo ocupa.
23 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la Ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. 24 ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello.
25 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están llenos de robo y falta de dominio propio. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, así quedará limpio también por fuera.
27 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de impurezas. 28 Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
29 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos. 30 Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas”. 31 Pero así quedan implicados ustedes al declararse descendientes de los que asesinaron a los profetas. 32 ¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron!
33 »¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? 34 Por eso yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. 35 Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra. Sí, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías. A este, ustedes lo asesinaron entre el santuario y el altar. 36 Les aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación.
37 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! 38 Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. 39 Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”».
Señales del fin del mundo(Y)
24 Jesús salió del Templo y mientras caminaba se acercaron sus discípulos y le mostraron los edificios del Templo.
2 Pero él dijo:
—¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.
3 Más tarde, estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos cuando llegaron los discípulos y le preguntaron en privado:
—¿Cuándo sucederá eso y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?[ar]
4 —Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—. 5 Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. 6 Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin. 7 Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá hambre y terremotos en diferentes lugares. 8 Todo esto será apenas el comienzo de los dolores.
9 »Entonces los entregarán para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre. 10 En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se traicionarán y se odiarán; 11 y surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos. 12 Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará, 13 pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. 14 Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones; entonces vendrá el fin.
15 »Así que, cuando vean en el lugar santo “la abominación que causa destrucción”,[as] de la que habló el profeta Daniel (el que lee, que lo entienda), 16 entonces los que estén en Judea huyan a las montañas. 17 El que esté en la azotea no baje a llevarse nada de su casa. 18 Y el que esté en el campo no regrese para buscar su capa. 19 ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! 20 Oren para que su huida no suceda en invierno ni en sábado. 21 Porque habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora ni la habrá jamás. 22 Si no se acortaran esos días, nadie sobreviviría, pero por causa de los elegidos se acortarán. 23 Entonces, si alguien les dice: “¡Miren, aquí está el Cristo!” o “¡Allí está!”, no lo crean. 24 Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos. 25 Fíjense que se lo he dicho a ustedes de antemano.
26 »Por eso, si les dicen: “¡Miren que está en el desierto!”, no salgan; o: “¡Miren que está en la casa!”, no lo crean. 27 Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres.
29 »Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días,
»“se oscurecerá el sol
y no brillará más la luna;
las estrellas caerán del cielo
y los cuerpos celestes serán sacudidos”.[at]
30 »La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo y se angustiarán todos los pueblos de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo.
32 »Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. 33 Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas. 34 Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.
Se desconocen el día y la hora(Z)(AA)
36 »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo,[au] sino solo el Padre. 37 La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. 38 Porque en los días antes del diluvio comían, bebían, se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; 39 y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre. 40 Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada.
42 »Por lo tanto, manténganse despiertos porque no saben qué día vendrá su Señor. 43 Pero entiendan esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. 44 Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
45 »¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo? 46 Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. 47 Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. 48 Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando” 49 y luego comienza a golpear a sus compañeros, a comer y beber con los borrachos? 50 El señor de ese siervo volverá el día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada. 51 Lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas.[av] Entonces habrá llanto y crujir de dientes.
Parábola de las diez jóvenes
25 »El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. 2 Cinco de ellas eran insensatas y cinco, prudentes. 3 Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. 4 En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. 5 Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. 6 A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”. 7 Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”. 9 “No —respondieron estas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite y compren para ustedes mismas”. 10 Mientras iban a comprar el aceite, llegó el novio. Las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta. 11 Después llegaron también las otras. “¡Señor, Señor —decían—, ábrenos!”. 12 “¡Les aseguro que no las conozco!”, respondió él.
13 »Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora.
Parábola de las monedas de oro
14 »El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. 15 A uno le dio cinco mil monedas;[aw] a otro, dos mil y a otro, mil. Dio a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje. 16 El que había recibido las cinco mil fue enseguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil. 17 Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18 Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19 »Después de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. 20 El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil”. 21 Su señor respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”. 22 Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil”. 23 Su señor respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”.
24 »Después llegó el que había recibido mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. 25 Así que tuve miedo y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo”. 26 Pero su señor respondió: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? 27 Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses”.
28 »Después ordenó: “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. 29 Porque a todo el que tiene se le dará más y tendrá en abundancia. Al que no tiene hasta lo que tiene se le quitará. 30 Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”.
Las ovejas y las cabras
31 »Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. 32 Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.
34 »Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; 36 necesité ropa y me vistieron; estuve enfermo y me atendieron; estuve en la cárcel y me visitaron”. 37 Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento o necesitado de ropa y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”. 40 El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
41 »Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed y no me dieron nada de beber; 43 fui forastero y no me dieron alojamiento; necesité ropa y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron”. 44 Ellos también contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, enfermo o en la cárcel y no te ayudamos?”. 45 Él responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí”.
46 »Aquellos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
La conspiración contra Jesús(AB)
26 Después de exponer todas estas cosas, Jesús dijo a sus discípulos: 2 «Como ya saben, faltan dos días para la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen».
3 Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote, 4 y con artimañas buscaban cómo arrestar a Jesús para matarlo. 5 «Pero no durante la fiesta —decían—, no sea que se amotine el pueblo».
Una mujer unge a Jesús en Betania(AC)
6 Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, que había tenido una enfermedad en su piel, 7 se acercó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy caro, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús mientras él estaba sentado a la mesa.
8 Al ver esto, los discípulos se indignaron.
—¿Para qué este desperdicio? —dijeron—. 9 Podía haberse vendido este perfume por mucho dinero para dárselo a los pobres.
10 Consciente de ello, Jesús dijo:
—¿Por qué molestan a esta mujer? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo. 11 A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no me van a tener siempre. 12 Al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo hizo a fin de prepararme para la sepultura. 13 Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo.
Judas acuerda traicionar a Jesús(AD)
14 Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a los jefes de los sacerdotes.
15 —¿Cuánto me dan y yo les entrego a Jesús? —propuso.
Decidieron pagarle treinta monedas de plata. 16 Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo.
La Cena del Señor(AE)(AF)(AG)
17 El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús y preguntaron:
—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
18 Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre y dijeran: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». 19 Los discípulos hicieron entonces como Jesús había mandado y prepararon la Pascua.
20 Al anochecer, Jesús estaba sentado a la mesa con los doce. 21 Mientras comían, dijo:
—Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.
22 Ellos se entristecieron mucho y uno por uno comenzaron a preguntarle:
—¿Acaso seré yo, Señor?
23 —El que mete la mano conmigo en el plato es el que me va a traicionar —respondió Jesús—. 24 El Hijo del hombre se irá, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
25 —¿Acaso seré yo, Rabí? —dijo Judas, el que lo iba a traicionar.
—Tú lo has dicho —contestó Jesús.
26 Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles:
—Tomen y coman; esto es mi cuerpo.
27 Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos diciéndoles:
—Beban de ella todos ustedes. 28 Esto es mi sangre del pacto[ax] que es derramada por muchos para el perdón de pecados. 29 Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta aquel día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
30 Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro(AH)
31 —Esta misma noche —dijo Jesús— todos ustedes me abandonarán, porque está escrito:
»“Heriré al pastor
y se dispersarán las ovejas del rebaño”.[ay]
32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea».
33 —Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.
34 —Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
35 —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré.
Y los demás discípulos dijeron lo mismo.
Jesús en Getsemaní(AI)
36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar». 37 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 «Es tal la angustia que me invade que me siento morir —dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo».
39 Yendo un poco más allá, se postró rostro en tierra y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo.[az] Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
40 Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —dijo a Pedro—. 41 Permanezcan despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
42 Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo,[ba] hágase tu voluntad».
43 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. 44 Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo.
45 Volvió de nuevo a los discípulos y dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora; el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!».
Arresto de Jesús(AJ)
47 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo. 48 El traidor había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo». 49 Enseguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó diciendo:
—¡Rabí!
Y lo besó.
50 —Amigo —respondió Jesús—, ¿a qué vienes?[bb]
Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. 51 En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
52 —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren.[bc] 53 ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones[bd] de ángeles? 54 Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?
55 Y de inmediato dijo a la turba:
—¿Acaso soy un bandido[be] para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo y no me arrestaron. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas.
Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
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