Bible in 90 Days
26 En efecto, todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios, 27 pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo habéis sido revestidos. 28 Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno. 29 Y si sois de Cristo, también sois descendientes de Abrahán y herederos según la promesa.
4 Digo, pues, que, mientras el heredero es menor de edad, en nada se distingue de un esclavo. Cierto que es dueño de todo, 2 pero tiene que estar sometido a tutores y administradores hasta el momento fijado por el padre. 3 Lo mismo sucede con nosotros: durante nuestra minoría de edad nos han esclavizado las realidades mundanas. 4 Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley, 5 para liberarnos del yugo de la ley y alcanzarnos la condición de hijos adoptivos de Dios.
6 Y prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones; y el Espíritu clama: “¡Abba!”, es decir, “¡Padre!”. 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Y como hijo que eres, Dios te ha declarado también heredero.
Inquietud de Pablo por la actitud de los Gálatas
8 En otro tiempo no conocíais a Dios y estabais al servicio de falsos dioses. 9 Pero ahora que ya conocéis a Dios o, mejor dicho, ahora que Dios os conoce, ¿cómo es que volvéis a dejaros esclavizar por esas realidades mundanas que no tienen fuerza ni valor? 10 Todavía celebráis como fiestas religiosas ciertos días, meses, estaciones y años. 11 Mucho me temo que mis sudores entre vosotros hayan sido baldíos.
12 Por favor, hermanos, comportaos como yo, pues también yo me he adaptado a vosotros. Ninguna ofensa sufrí de vosotros entonces. 13 Ya sabéis que fue una enfermedad la que me dio la oportunidad de anunciaros por vez primera el mensaje evangélico. 14 Y, aunque mi estado físico debió de ser una dura prueba para vosotros, no me despreciasteis ni sentisteis asco de mí. Al contrario, me acogisteis como a un mensajero de Dios, como si fuera el mismo Cristo Jesús. 15 ¿Qué ha sido de aquel entusiasmo vuestro? Porque estoy seguro de que hasta los ojos os habríais arrancado, a ser posible, para dármelos a mí. 16 ¿He pasado entonces a ser vuestro enemigo por haberos dicho la verdad?
17 Esa gente muestra mucho interés por vosotros, pero no es un interés de buena ley. Lo que buscan es aislaros de mí para que no tengáis más remedio que seguirlos. 18 Deberíais interesaros por hacer el bien en todo momento y no sólo cuando yo me encuentro entre vosotros. 19 Hijos míos, estoy sufriendo, como si de nuevo os estuviera dando a luz, hasta que Cristo tome forma definitiva en vosotros. 20 Me gustaría estar ahora entre vosotros y emplear el tono adecuado, pues verdaderamente no sé cómo abordaros.
Alegoría de Sara y Agar
21 Vosotros, los que os empeñáis en vivir bajo la ley de Moisés, decidme: ¿habéis escuchado acaso lo que dice? 22 Porque en ella está escrito que Abrahán tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su esposa, que era libre. 23 El de la esclava nació siguiendo el curso normal de la naturaleza; el de la libre, en cambio, en virtud de una promesa divina. 24 Esto tiene un significado más profundo: las dos mujeres representan dos alianzas. Una —simbolizada en Agar— proviene del monte Sinaí, y engendra esclavos. 25 Notad, en efecto, que Agar hace referencia al monte Sinaí, el cual está en Arabia, y es figura de la actual Jerusalén, que sigue siendo esclava junto con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre. 27 Pues dice la Escritura:
Alégrate tú, la estéril,
la que no tienes hijos;
salta de júbilo y clama,
tú que no has experimentado
los dolores de parto.
Porque van a ser muchos más
los hijos de la abandonada,
que los de aquella que tiene marido.
28 Hermanos, vosotros, como Isaac, sois hijos en virtud de la promesa. 29 Pero lo mismo que entonces el hijo que nació siguiendo el curso normal de la naturaleza no cesaba de hostigar al que nació en virtud del Espíritu, así ocurre ahora. 30 Y ¿qué dice la Escritura?: Echa de casa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no ha de compartir la herencia con el hijo de la libre. 31 En una palabra, hermanos: no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
III.— LA VERDADERA LIBERTAD CRISTIANA (5,1—6,10)
Libres en Cristo
5 Cristo nos ha liberado para que disfrutemos de libertad. Manteneos, pues, firmes y no permitáis que os conviertan de nuevo en esclavos. 2 Yo, Pablo, os lo digo: si os dejáis circuncidar, de nada os servirá ya Cristo. 3 Solemnemente os lo aseguro una vez más: quien se hace circuncidar, debe cumplir enteramente la ley de Moisés. 4 Y querer alcanzar la amistad de Dios mediante el cumplimiento de la ley, significa romper con Cristo, quedarse fuera de la acción de la gracia. 5 Por eso, nosotros abrigamos la esperanza de ser restablecidos en la amistad divina por la fe, mediante la acción del Espíritu. 6 Como cristianos, en efecto, da lo mismo estar circuncidados que no estarlo; lo que cuenta es la fe, que actúa por medio del amor.
7 Ibais por el buen camino. ¿Quién os impidió seguir la verdad? 8 Desde luego, no fue el Dios que os llamó. 9 Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. 10 Cierto que el Señor me hace confiar en que no cambiaréis de comportamiento; pero el que os está perturbando tendrá su merecido, sea quien fuere.
11 En cuanto a mí, hermanos, si fuera cierto que todavía recomiendo la circuncisión, ¿en razón de qué me siguen persiguiendo? ¡El misterio de Cristo crucificado no sería ya motivo de polémica! 12 Y en cuanto a esos que os soliviantan, ¡más valiera que se castrasen de una vez!
13 Hermanos, habéis sido llamados a disfrutar de libertad. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor. 14 Toda la ley se cumple, si se cumple este solo mandamiento: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si andáis mordiéndoos y devorándoos unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente.
La vida según el Espíritu
16 Os exhorto, pues, a que viváis de acuerdo con las exigencias del Espíritu y así no os dejaréis arrastrar por desordenadas apetencias humanas. 17 Porque las desordenadas apetencias humanas están en contra del Espíritu, y el Espíritu está en contra de tales apetencias. El antagonismo es tan irreductible, que os impide hacer lo que desearíais. 18 Pero si os guía el Espíritu, ya no estáis bajo el dominio de la ley.
19 Sabido es cómo se comportan los que viven sometidos a sus apetitos desordenados: son adúlteros, lujuriosos, libertinos, 20 idólatras, supersticiosos; alimentan odios, promueven contiendas, se enzarzan en rivalidades, rebosan rencor; son egoístas, partidistas, sectarios, 21 envidiosos, borrachos, amigos de orgías, y otras cosas por el estilo. Os advertí en su día y ahora vuelvo a hacerlo: esos tales no heredarán el reino de Dios.
22 En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad, 23 humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas. 24 Y no en vano los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado lo que en ellos hay de apetitos desordenados, junto con sus pasiones y malos deseos. 25 Si, pues, vivimos animados por el Espíritu, actuemos conforme al Espíritu. 26 No busquemos vanaglorias, enzarzándonos en rivalidades y envidiándonos unos a otros.
La ley de Cristo. La ayuda mutua
6 Hermanos, si alguno incurre en falta, vosotros, los animados por el Espíritu, corregidlo con amabilidad. Y manteneos todos sobre aviso, porque nadie está libre de ser puesto a prueba. 2 Ayudaos mutuamente a soportar las dificultades, y así cumpliréis la ley de Cristo. 3 Si alguno se figura ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Que cada uno examine su propia conducta y sea la suya, sin compararla con la del prójimo, la que le proporcione motivos de satisfacción, 5 pues cada uno debe llevar su propia carga. 6 Por su parte, el que recibe instrucción en la fe, debe compartir todos sus bienes con el que lo instruye. 7 No os hagáis ilusiones: de Dios no se burla nadie. Lo que cada uno haya sembrado, eso cosechará. 8 Quien siembre para satisfacer sus apetitos desordenados, de ellos cosechará frutos de muerte; mas quien siembre para agradar al Espíritu, el Espíritu le dará una cosecha de vida eterna. 9 No nos cansemos de hacer el bien ya que, si no desfallecemos, a su tiempo recogeremos la cosecha. 10 En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe.
Conclusión (6,11-18)
Advertencias finales
11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo; son de mi propio puño y letra. 12 Quienes os fuerzan a circuncidaros, lo hacen para quedar bien ante los demás y no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. 13 Porque lo que es la ley, ni los mismos circuncidados la observan. Si quieren que os circuncidéis, es sólo para presumir de haberos obligado a pasar por ese rito. 14 Por mi parte, si de algo presumo, es de nuestro Señor Jesucristo crucificado; en su cruz, el mundo ha muerto para mí y yo para el mundo. 15 ¡Qué más da estar circuncidados o no estarlo! Lo que importa es ser nuevas criaturas.
Despedida
16 Paz y misericordia a cuantos se ajusten a esta norma, y al Israel de Dios. 17 ¡Y a ver si en adelante no me ocasionáis más preocupaciones! Bastante tengo con llevar impresas en mi cuerpo las marcas de Jesús. 18 Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros, hermanos. Amén.
Saludo
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, a los miembros del pueblo de Dios que residen en Éfeso y creen en Cristo Jesús. 2 Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, os concedan gracia y paz.
I.— EL PLAN SALVADOR DE DIOS EN CRISTO (1,3—3,21)
Elegidos y bendecidos en Cristo
3 Alabemos a Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que por medio de Cristo nos ha bendecido
con toda suerte de bienes
espirituales y celestiales.
4 Él nos ha elegido en la persona de Cristo
antes de crear el mundo,
para que nos mantengamos
sin mancha ante sus ojos,
como corresponde a consagrados a él.
Amorosamente 5 nos ha destinado de antemano,
y por pura iniciativa de su benevolencia,
a ser adoptados como hijos suyos
mediante Jesucristo.
6 De este modo, la bondad
tan generosamente derramada sobre nosotros
por medio de su Hijo querido,
se convierte en himno
de alabanza a su gloria.
7 Con la muerte de su Hijo,
y en virtud de la riqueza de su bondad,
Dios nos libera y nos perdona los pecados.
8 ¡Qué derroche de gracia sobre nosotros,
al llenarnos de sabiduría e inteligencia
9 y darnos a conocer sus designios más secretos!
Los designios que benévolamente
había decidido realizar
por medio de Cristo,
10 llevando la historia
a su punto culminante
y haciendo que todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
recuperen en Cristo su unidad.
11 El mismo Cristo en quien también nosotros
participamos de la herencia
a la que hemos sido destinados de antemano
según el designio del Dios
que todo lo hace de acuerdo
con los planes de su libre decisión.
12 Así, nosotros, los que habíamos puesto
nuestra esperanza en el Mesías,
nos convertiremos en himno
de alabanza a su gloria.
13 Y también vosotros,
los que habéis escuchado
el mensaje de la verdad,
la buena noticia de vuestra salvación,
al creer en Cristo
habéis sido sellados
con el Espíritu Santo prometido,
14 que es garantía de nuestra herencia,
en orden a la liberación
del pueblo adquirido por Dios,
para convertirse en himno
de alabanza a su gloria.
Supremacía de Cristo
15 Por eso yo, al tener noticias de vuestra fe en Jesús, el Señor, y del amor que dispensáis a los creyentes, 16 os recuerdo en mis oraciones y no me canso de dar gracias a Dios por vosotros.
17 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre a quien pertenece la gloria, os otorgue un espíritu de sabiduría y de revelación que os lo haga conocer. 18 Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo 19 y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza poderosa.
20 Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo triunfante de la muerte y sentarlo en el cielo junto a sí, 21 por encima de todo principado, potestad, autoridad y dominio, y por encima de cualquier otro título que se precie de tal, no sólo en este mundo presente, sino también en el futuro. 22 Todo lo ha puesto Dios bajo el dominio* de Cristo, constituyéndolo cabeza suprema de la Iglesia 23 que es el cuerpo de Cristo, y, como tal, plenitud del que llena totalmente el universo.
De la muerte a la vida
2 Tiempo hubo en que vuestras culpas y pecados os mantenían en estado de muerte. 2 Era el tiempo en que seguíais los torcidos caminos de este mundo y las directrices del que está al frente de las fuerzas invisibles del mal, de ese espíritu que al presente actúa con eficacia entre quienes se hallan en rebeldía contra Dios. 3 Así vivíamos también todos nosotros en el pasado: sometidos a nuestras desordenadas apetencias humanas, obedientes a esos desordenados impulsos del instinto y de la imaginación, y destinados por nuestra condición a experimentar, como los demás, la ira de Dios.
4 Pero la piedad de Dios es grande, e inmenso su amor hacia nosotros. 5 Por eso, aunque estábamos muertos en razón de nuestras culpas, nos hizo revivir junto con Cristo —¡la salvación es pura generosidad de Dios!—, 6 nos resucitó y nos sentó con Cristo Jesús en el cielo. 7 Desplegó así, ante los siglos venideros, toda la impresionante riqueza de su gracia, hecha bondad para nosotros en Cristo Jesús. 8 En efecto, habéis sido salvados gratuitamente mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de vosotros; es un don de Dios. 9 No es, pues, cuestión de obras humanas, para que nadie pueda presumir. 10 Lo que somos, a Dios se lo debemos. Él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para que hagamos el bien que Dios mismo nos señaló de antemano como norma de conducta.
Paz y unidad en Cristo
11 Recordad, pues, que vosotros, paganos en otro tiempo por nacimiento y considerados incircuncisos por los llamados circuncisos —esos que llevan en su cuerpo una marca hecha por manos humanas— 12 estabais en el pasado privados de Cristo, sin derecho a la ciudadanía de Israel, ajenos a las alianzas portadoras de la promesa, sin esperanza y sin Dios en medio del mundo. 13 Ahora, en cambio, injertados en Cristo Jesús y gracias a su muerte, ya no estáis lejos como antes, sino cerca.
14 Cristo es nuestra paz. Él ha hecho de ambos pueblos uno solo; él ha derribado el muro de odio que los separaba; 15 él ha puesto fin en su propio cuerpo a la ley mosaica, con sus preceptos y sus normas, y ha creado en su propia persona con los dos pueblos una nueva humanidad, estableciendo la paz. 16 Él ha reconciliado con Dios a ambos pueblos por medio de la cruz, los ha unido en un solo cuerpo y ha destruido así su enemistad. 17 Él ha venido a traer la noticia de la paz: paz para vosotros, los que estabais lejos, y paz también para los que estaban cerca. 18 Unos y otros, gracias a él y unidos en un solo Espíritu, tenemos abierto el camino que conduce al Padre.
19 Ya no sois, por tanto, extranjeros o advenedizos. Sois conciudadanos de un pueblo consagrado, sois familia de Dios, 20 sois piedras de un edificio construido sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas. Y Cristo Jesús es la piedra angular 21 en la que todo el edificio queda ensamblado y va creciendo hasta convertirse en templo consagrado al Señor, 22 en el que también vosotros os vais integrando hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, casa en la que habita Dios.
Apóstol de los paganos
3 Por todo lo cual, yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por amor a vosotros, los de origen pagano. 2 Sin duda estáis enterados de la misión que Dios, en su benevolencia, ha tenido a bien confiarme con respecto a vosotros. 3 Fue una revelación de Dios la que me dio a conocer el plan secreto del que os he escrito más arriba brevemente. 4 Leyéndolo podréis comprobar cuál es mi conocimiento de ese plan secreto realizado en Cristo. 5 Se trata del plan que Dios tuvo escondido para las generaciones pasadas, y que ahora, en cambio, ha dado a conocer, por medio del Espíritu, a sus santos apóstoles y profetas. 6 Un plan que consiste en que los paganos comparten la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa que ha hecho Cristo Jesús por medio de su mensaje evangélico, 7 del que la gracia y la fuerza poderosa de Dios me han constituido servidor. 8 A mí, que soy el más insignificante de todos los creyentes, se me ha concedido este privilegio: anunciar a los paganos la incalculable riqueza de Cristo 9 y mostrar a todos cómo va cumpliéndose el plan secreto, que desde el principio de los siglos se hallaba escondido en Dios, creador de todas las cosas.
10 Así, por medio de la Iglesia, los principados y potestades de los cielos tienen ahora conocimiento de la multiforme sabiduría divina, 11 según el proyecto que desde la eternidad quiso Dios realizar en Cristo Jesús, Señor nuestro; 12 gracias a él y mediante la fe, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente. 13 No os sintáis, pues, acongojados, si me veís sufrir por vosotros; consideradlo, más bien, como motivo de gloria.
Súplica al Padre
14 Por todo lo cual me pongo de rodillas ante el Padre, 15 origen de toda paternidad tanto en el cielo como en la tierra, 16 y le pido que, conforme a la riqueza de su gloria, su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro ser. 17 Que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida y que el amor os sirva de cimiento y de raíz. 18 Seréis así capaces de entender, en unión con todos los creyentes, cuán largo y ancho, cuán alto y profundo 19 es el amor de Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud misma de Dios.
20 A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos, 21 a él la gloria en Cristo y en la Iglesia, de edad en edad y por generaciones sin término. Amén.
II.— LA VIDA NUEVA EN CRISTO (4,1—6,17)
Unidad y pluralismo en el amor
4 Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, os exhorto a que llevéis una vida en consonancia con el llamamiento que habéis recibido. 2 Sed humildes, amables, comprensivos. Soportaos unos a otros con amor. 3 No ahorréis esfuerzos para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. 4 Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. 5 Sólo hay un Señor, sólo una fe, sólo un bautismo. 6 Sólo un Dios, que es Padre de todos, que todo lo domina, por medio de todos actúa y en todos vive.
7 Cada uno de nosotros ha recibido el don en la medida en que Cristo ha tenido a bien otorgárnoslo. 8 Por eso dice la Escritura:
Al subir a lo alto,
llevó consigo prisioneros
y repartió dones a los seres humanos.
9 Si “subió”, como dice, ¿no supone que previamente había bajado a lo profundo de la tierra? 10 El mismo que bajó es el que ha subido a lo más alto de los cielos a fin de llenar con su presencia el universo. 11 Él es quien a unos ha hecho apóstoles; a otros, profetas; a otros, anunciadores del mensaje evangélico; a otros, encargados de dirigir y enseñar a los fieles. 12 Capacita así a los creyentes para que desempeñen su ministerio y construyan el cuerpo de Cristo 13 hasta que todos alcancemos la unidad propia de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios; hasta que seamos personas cabales; hasta que alcancemos, en madurez y plenitud, la talla de Cristo.
14 Dejemos, pues, de ser niños zarandeados por las olas y arrastrados a la deriva por cualquier doctrina seductora, a merced de esa gente maestra en las artimañas del error. 15 Vivamos, en cambio, con autenticidad en el amor y esforcémonos por crecer en todo, puesta la mira en aquel que es la cabeza: Cristo. 16 Él es quien hace que el cuerpo entero, bien ensamblado y unido mediante el conjunto de ligamentos que lo alimentan según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo como tal cuerpo de modo que se construya a sí mismo en el amor.
Personas nuevas en Cristo
17 Esto es, pues, lo que os digo y os recomiendo en nombre del Señor: ¡No os comportéis más como los paganos, dejándoos llevar por sus criterios sin consistencia! 18 Ellos tienen la inteligencia embotada y viven lejos de Dios, por cuanto son ignorantes y duros de corazón. 19 Han perdido el sentido del bien y se han entregado al vicio y a toda suerte de impureza y de avaricia. 20 ¡Pero no es eso lo que vosotros habéis aprendido sobre Cristo! 21 Porque sin duda os han hablado de él y, en conformidad con la auténtica doctrina de Jesús, se os ha enseñado como cristianos 22 a renunciar a la antigua conducta, a la vieja condición humana corrompida por la seducción del placer. 23 Así que dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente 24 y revestíos de la nueva criatura, creada a imagen de Dios en orden a una vida verdaderamente recta y santa.
Exigencias de la vida nueva
25 Así que desterrad la mentira y que cada uno sea sincero con su prójimo ya que somos miembros los unos de los otros. 26 Si alguna vez os enojáis, que vuestro enojo no llegue hasta el punto de pecar, ni que os dure más allá de la puesta del sol. 27 Y no deis al diablo oportunidad alguna. 28 Si alguno robaba, no robe más, sino que se esfuerce trabajando honradamente con sus propias manos para que pueda ayudar al que está necesitado. 29 No empleéis palabras groseras; usad un lenguaje útil, constructivo y oportuno, capaz de hacer el bien a los que os escuchan. 30 No causéis tristeza al Espíritu Santo de Dios, que es en vosotros como un sello que os distinguirá en el día de la liberación. 31 Nada de acritud, rencor, ira, voces destempladas, injurias o cualquier otra suerte de maldad; desterrad todo eso. 32 Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
5 Puesto que sois hijos amados de Dios, procurad pareceros a él 2 y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
3 Y en cuanto a la lujuria, a cualquier clase de impureza o a la avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros. Así deben comportarse los creyentes. 4 Y lo mismo digo de las obscenidades, conversaciones estúpidas o indecentes, cosas todas que están fuera de lugar; lo vuestro es dar gracias a Dios. 5 Tened bien entendido que ningún lujurioso, ningún indecente, ningún avaro —la avaricia es una especie de idolatría—, tendrá parte en la herencia del reino de Cristo y de Dios.
Hijos de la luz
6 Que nadie os engañe con palabras falaces. Estas son precisamente las cosas que encienden la ira de Dios sobre quienes se niegan a obedecerle. 7 ¿Queréis también vosotros ser cómplices suyos? 8 En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz al estar unidos al Señor. Portaos como hijos de la luz, 9 cuyos frutos son la bondad, la rectitud y la verdad. 10 Haced lo que agrada al Señor 11 y no toméis parte en las estériles acciones de quienes pertenecen al mundo de las tinieblas; desenmascarad, más bien, esas acciones, 12 pues hasta vergüenza da decir lo que esos tales hacen a escondidas. 13 Pero todo cuanto ha sido desenmascarado por la luz, queda al descubierto; 14 y lo que queda al descubierto, se convierte, a su vez, en luz. Por eso se dice:
“Despierta tú que estás dormido,
levántate de la muerte,
y te iluminará Cristo”.
15 Estad, pues, muy atentos a la manera que tenéis de comportaros, no como necios, sino como inteligentes. 16 Y aprovechad cualquier oportunidad, pues corren tiempos malos. 17 Así que no seáis irreflexivos; al contrario, tratad de descubrir cuál es la voluntad de Dios. 18 Y no os emborrachéis, pues el vino conduce al libertinaje; llenaos, más bien, del Espíritu, 19 y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor desde lo hondo del corazón, 20 dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Relaciones familiares
21 Guardaos mutuamente respeto en atención a Cristo. 22 Que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor. 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador del cuerpo, que es la Iglesia. 24 Si, pues, la Iglesia es dócil a Cristo, séanlo también, y sin reserva alguna, las mujeres a sus maridos.
25 Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia. Por ella entregó su vida 26 a fin de consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra. 27 Se preparó así una Iglesia radiante, sin mancha, ni arruga, ni nada semejante; una Iglesia santa e inmaculada. 28 Este es el modelo según el cual los maridos deben amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; todo lo contrario, lo cuida y alimenta. Es lo que hace Cristo con su Iglesia, 30 que es su cuerpo, del cual todos nosotros somos miembros.
31 Por esta razón —dice la Escritura— dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y ambos llegarán a ser como una sola persona. 32 Es grande la verdad aquí encerrada, y yo la pongo en relación con Cristo y con la Iglesia. 33 En resumen, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer sea respetuosa con su marido.
6 Vosotros, los hijos, obedeced a vuestros padres como procede que lo hagan los creyentes. 2 El primer mandamiento que lleva consigo una promesa es precisamente este: Honra a tu padre y a tu madre, 3 a fin de que seas feliz y vivas largos años sobre la tierra. 4 Y vosotros, los padres, no hagáis de vuestros hijos unos resentidos; educadlos, más bien, instruidlos y corregidlos como lo haría el Señor. 5 Los esclavos debéis acatar con profundo respeto y lealtad de corazón las órdenes de vuestros amos temporales, como si de Cristo se tratara. 6 No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino como esclavos de Cristo, que tratan de cumplir con esmero la voluntad de Dios. 7 Prestad vuestros servicios de buen grado, teniendo como punto de mira al Señor y no a la gente. 8 Y recordad que el Señor recompensará a cada uno según el bien que haya hecho, sin distinguir entre amo y esclavo.
9 Por vuestra parte, amos, tratad a vuestros esclavos de igual manera. Prescindid de amenazas y tened en cuenta que tanto vosotros como ellos pertenecéis a un mismo amo, que está en los cielos y no se presta a favoritismos.
La lucha contra el mal
10 Sólo me resta desear que os mantengáis fuertes, apoyados en el poder irresistible del Señor.
11 Utilizad todas las armas que Dios os proporciona, y así haréis frente con éxito a las estratagemas del diablo. 12 Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno. 13 Por eso es preciso que empuñéis las armas que Dios os proporciona, a fin de que podáis manteneros firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno. 14 Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud 15 y calzados vuestros pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. 16 Tened siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno. 17 Como casco, usad el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.
Conclusión (6,18-24)
Orar siempre y por todos
18 Y todo esto hacedlo orando y suplicando sin cesar bajo la guía del Espíritu; renunciad incluso al sueño, si es preciso, y orad con insistencia por todos los creyentes. 19 Orad también por mí, para que Dios ponga en mis labios la palabra oportuna y pueda dar a conocer libre y valientemente el plan de Dios encerrado en ese mensaje evangélico, 20 del que soy ahora un embajador encadenado. Que Dios me conceda el valor de anunciarlo como debo.
Despedida y bendición final
21 Para que estéis enterados de cómo van mis cosas y de lo que estoy haciendo, os informará Tíquico, mi querido hermano y fiel ayudante en el Señor. 22 Os lo envío precisamente para que tengáis noticias mías y para que al propio tiempo os levante el ánimo.
23 Que Dios Padre, y Jesucristo, el Señor, concedan a los hermanos paz, amor y fe. 24 Y que la gracia acompañe a cuantos aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor indestructible.
Introducción (1,1-11)
Saludo
1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los creyentes cristianos que viven en Filipos, junto con sus dirigentes y colaboradores. 2 Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, os concedan gracia y paz.
Acción de gracias y plegaria
3 Cada vez que os recuerdo, doy gracias a mi Dios, 4 y cuando ruego por vosotros, lo hago siempre lleno de alegría. 5 No en vano habéis colaborado conmigo en la difusión del mensaje evangélico desde el primer día hasta hoy. 6 Y estoy seguro de que Dios, que ha comenzado en vosotros una labor tan excelente, la llevará a feliz término en espera del día de Cristo Jesús.
7 ¿Acaso no está justificado esto que siento por vosotros? Os llevo muy dentro del corazón, ya que todos vosotros compartís conmigo este privilegio mío de la prisión y de poder defender y consolidar el mensaje evangélico. 8 Mi Dios es testigo de lo entrañablemente que os añoro a todos vosotros en Cristo Jesús. 9 Y esta es mi oración: que vuestro amor crezca más y más y se traduzca en un profundo conocimiento experimental, 10 de manera que podáis discernir lo que es valioso, os conservéis limpios e irreprochables en espera del día del Señor, 11 y seáis colmados de los frutos de salvación que otorga Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
I.— PAPEL CENTRAL DE CRISTO (1,12—2,30)
Cristo es lo único que importa
12 Quiero que sepáis, hermanos, que la causa del mensaje evangélico ha sido favorecida con esta situación mía. 13 No sólo la guardia imperial en pleno, sino todos los demás han visto claramente que Cristo es la única razón de mi encarcelamiento. 14 Es más, mi prisión ha fortalecido la confianza en el Señor de buen número de hermanos, que ahora se atreven a proclamar la palabra con más valentía y sin temor.
15 Es verdad que mientras unos anuncian a Cristo con rectitud de intención, a otros los mueve la envidia y la rivalidad. 16 Aquellos lo hacen por amor, sabiendo que yo he recibido el encargo de defender el mensaje evangélico. 17 Estos otros, en cambio, al anunciar a Cristo se dejan llevar de la ambición y de turbios intereses, pensando que con ello hacen más dura mi prisión. 18 Pero ¡qué importa! Con segundas intenciones o sin ellas, Cristo es anunciado, y eso es lo que me hace y seguirá haciéndome feliz. 19 Sé que, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación. 20 Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto.
21 Porque Cristo es la razón de mi vida, y la muerte, por tanto, me resulta una ganancia. 22 Pero si vivir en este mundo me ofrece la ocasión de una tarea fructífera, no sabría qué elegir. 23 Ambas cosas me presionan: por un lado, quiero morir y estar con Cristo, que es, con mucho, lo mejor; 24 por otro lado, vosotros necesitáis que siga en este mundo. 25 Convencido de esto último, presiento que seguiré viviendo con todos vosotros para provecho y alegría de vuestra fe. 26 Así, cuando vuelva a veros, tendréis nuevos motivos, gracias a mí, para estar orgullosos de ser cristianos.
Firmes en la fe
27 Sólo os pido que vuestra conducta sea digna del mensaje evangélico de Cristo para que, tanto si voy a visitaros y yo mismo lo veo, como si estoy ausente y llega a mis oídos lo que se dice de vosotros, compruebe que permanecéis unidos, luchando todos a una por manteneros fieles al mensaje evangélico. 28 No os dejéis, pues, intimidar por los enemigos; Dios ha dispuesto que lo que para ellos es señal de perdición, sea para vosotros señal de salvación. 29 Y es que a vosotros se os ha concedido el privilegio no sólo de creer en Cristo, sino también de padecer por él, 30 pues estáis librando el mismo combate en el que me visteis empeñado y que, como ahora oís, sigo sosteniendo.
Siguiendo el ejemplo de Cristo
2 Si alguna fuerza tiene una exhortación hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve un consejo nacido del amor, si nos une el mismo Espíritu, si alienta en vosotros un corazón entrañable y compasivo, 2 llenadme de alegría teniendo el mismo pensar, alimentando el mismo amor, viviendo en armonía, compartiendo los mismos sentimientos. 3 No hagáis nada por egoísmo o vanagloria; al contrario, sed humildes y considerad que los demás son mejores que vosotros. 4 Que cada uno busque no su propio provecho, sino el de los otros. 5 Comportaos como lo hizo Cristo Jesús,
6 el cual, siendo de condición divina
no quiso hacer de ello ostentación,
7 sino que se despojó de su grandeza,
asumió la condición de siervo
y se hizo semejante a los humanos.
Y asumida la condición humana,
8 se rebajó a sí mismo
hasta morir por obediencia,
y morir en una cruz.
9 Por eso, Dios lo exaltó sobremanera
y le otorgó el más excelso de los nombres,
10 para que todos los seres,
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
caigan de rodillas ante el nombre de Jesús,
11 y todos proclamen que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Lumbreras en medio del mundo
12 Y puesto que siempre me habéis obedecido, queridos míos, ahora que estoy ausente, afanaos con santo temor en lograr vuestra salvación, con más empeño aún que si yo estuviese presente. 13 Es Dios mismo quien realiza en vosotros el querer y el hacer, más allá de vuestra buena disposición.
14 Hacedlo todo sin protestas ni discusiones. 15 Seréis así irreprochables y sencillos, seréis hijos de Dios, intachables en medio de gentes depravadas y perversas, y brillaréis entre ellas como lumbreras que iluminan el mundo. 16 Mantened con firmeza la palabra que es fuente de vida; así, el día en que Cristo se manifieste, podré enorgullecerme de no haber corrido en vano ni de haberme fatigado inútilmente. 17 Y aunque tuviera que sufrir el martirio como ofrenda sacrificial en favor de vuestra fe, me sentiría dichoso compartiendo con todos vosotros mi alegría; 18 alegraos igualmente vosotros de compartir conmigo vuestra alegría.
Timoteo y Epafrodito
19 Con la ayuda de Jesús, el Señor, confío en que podré enviaros cuanto antes a Timoteo para que, al tener noticias vuestras, me sienta confortado. 20 Nadie como él comparte mis sentimientos ni se ocupa tan sinceramente de vuestros asuntos. 21 Todos, en efecto, buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo; 22 pero en lo que respecta a Timoteo, ya conocéis su excelente hoja de servicios, pues se ha portado conmigo en la tarea evangelizadora como un hijo con su padre. 23 Espero poder enviároslo tan pronto como vea claro el curso que toman mis cosas. 24 Y confío en que también yo, con la ayuda del Señor, iré pronto a visitaros.
25 Entre tanto, me ha parecido necesario enviaros al hermano Epafrodito, colaborador y compañero mío de lucha, que vino como embajador vuestro con la misión de socorrerme. 26 Os echaba mucho de menos y estaba inquieto sabiendo que os habíais enterado de su enfermedad. 27 Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte; pero Dios se apiadó de él, y no sólo de él, sino también de mi, no queriendo añadir más tristeza a mi tristeza.
28 Así que me he apresurado a enviároslo para que, al verlo de nuevo, recobréis vuestra alegría y disminuya mi preocupación. 29 Acogedlo, pues, en el Señor, con alegría y estimad a quienes se portan como él; 30 pues, en efecto, por causa de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para suplir la ayuda que vosotros no podíais prestarme.
II.— ADVERTENCIAS Y EXHORTACIONES (3,1—4,9)
La verdadera fuente de salvación
3 Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. No me molesta escribiros las mismas cosas, si a vosotros os proporciona seguridad. 2 ¡Ojo con esos perros, con esos perversos agitadores, con esos que se empeñan en mutilarse! 3 ¡Nosotros somos los auténticos circuncidados! ¡Nosotros los que ofrecemos un culto nacido del Espíritu divino! ¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza!
4 Y eso que yo tengo buenas razones, muchas más que cualquier otro, para poner mi confianza en lo humano: 5 fui circuncidado a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, de la tribu de Benjamín, hebreo de pies a cabeza. En lo que atañe a mi actitud ante la ley, fui fariseo; 6 apasionado perseguidor de la Iglesia y del todo irreprochable en lo que se refiere al recto cumplimiento de la ley.
7 Pero lo que constituía para mí un motivo de gloria, lo juzgué deleznable por amor a Cristo. 8 Más aún, sigo pensando que todo es deleznable en comparación con lo sublime que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él renuncié a todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo. 9 Quiero vivir unido a él, no por la rectitud que viene del cumplimiento de la ley, sino por la que nace de haber creído en Cristo, es decir, la que Dios nos concede por razón de la fe. 10 Quiero conocer a Cristo, experimentar el poder de su resurrección, compartir sus padecimientos y conformar mi muerte con la suya. 11 Espero así participar de la resurrección de entre los muertos.
En busca del premio
12 No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús. 13 Y no me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya conseguido; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante 14 en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
15 Esto deberíamos pensar los que presumimos de creyentes. Y si pensáis algo distinto, que Dios os ilumine también en este punto. 16 De todos modos, sigamos adelante por el camino recorrido.
17 Seguid, hermanos, mi ejemplo y fijaos en aquellos que nos han tomado como modelo de conducta. 18 Porque hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo; os lo he dicho muchas veces y os lo repito ahora con lágrimas en los ojos. 19 Su paradero es la perdición; su dios, el vientre; su orgullo, aquello que debería avergonzarlos; su pensamiento, las cosas terrenas. 20 Nosotros, en cambio, somos ciudadanos de los cielos y esperamos impacientes que de allí nos venga el salvador: Jesucristo, el Señor. 21 Él será quien transforme nuestro frágil cuerpo mortal en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud de la capacidad que tiene para dominar todas las cosas.
4 Así pues, hermanos míos, a quienes tanto amo y tanto añoro: vosotros, que sois mi alegría y mi corona, permaneced firmes en el Señor, queridos.
Exhortaciones
2 A Evodia y a Síntique les pido encarecidamente que se pongan de acuerdo, como cristianas que son. 3 Ayúdalas tú también, fiel compañero ya que lucharon conmigo por la causa del mensaje evangélico, junto con Clemente y el resto de mis colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
4 Vivid siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: vivid con alegría. 5 Que todo el mundo os reconozca por vuestra bondad. El Señor está a punto de llegar. 6 Nada debe angustiaros; al contrario, en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido. 7 Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.
8 Finalmente, hermanos, apreciad todo lo que sea verdadero, noble, recto, limpio y amable; todo lo que merezca alabanza, suponga virtud o sea digno de elogio. 9 Poned en práctica lo que habéis aprendido y recibido; lo que en mí habéis visto y oído, ponedlo en práctica. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Conclusión (4,10-23)
Pablo agradece la ayuda de los filipenses
10 Grande sobremanera ha sido mi alegría como cristiano al comprobar que, después de tanto tiempo, ha vuelto a florecer vuestro interés por mí. Ya sé que lo teníais; lo que os faltaba era la ocasión de manifestarlo. 11 Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a bastarme en cualquier circunstancia. 12 Tengo experiencia de pobreza y de riqueza. Estoy perfectamente entrenado para todo: para estar harto y para pasar hambre, para nadar en la abundancia y para vivir con estrecheces. 13 Puedo salir airoso de toda suerte de pruebas, porque Cristo me da las fuerzas. 14 Con todo, es hermoso que os hayáis solidarizado conmigo en momentos de aflicción.
15 Como bien sabéis, filipenses, cuando comenzó a proclamarse el mensaje evangélico y tuve que salir de Macedonia, sólo vuestra iglesia me abrió cuenta de “haber” y “debe”. 16 Incluso estando yo en Tesalónica, por dos veces me enviasteis ayuda para remediar mi necesidad. 17 Y no es que yo esté buscando donativos; lo que busco son ingresos que aumenten vuestra cuenta. 18 Acuso, pues, recibo de todo, que ha sido más que suficiente. Me siento satisfecho con lo que me habéis enviado por medio de Epafrodito, y que es ofrenda de suave olor y sacrificio que Dios acepta con agrado. 19 Mi Dios, a su vez, rico y poderoso como es, proveerá a todas vuestras necesidades por medio de Jesucristo. 20 Que Dios, nuestro Padre, reciba gloria por siempre. Amén.
Saludos finales
21 Saludad a todo creyente en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo, 22 así como todos los demás cristianos, y en particular los de la casa imperial. 23 Que la gracia de Jesucristo el Señor permanezca con vosotros.
Introducción (1,1-14)
Saludo
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los creyentes de Colosas, hermanos fieles en Cristo. Que Dios, nuestro Padre, os conceda gracia y paz.
Acción de gracias
3 Damos gracias a Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, mientras rogamos incesantemente por vosotros, 4 al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que mostráis a todos los creyentes. 5 Os anima a ello la esperanza del premio que tenéis reservado en el cielo y que habéis conocido por medio del mensaje evangélico que es palabra verdadera. 6 Un mensaje que ha llegado hasta vosotros y que sigue extendiéndose y dando fruto, tanto en el mundo entero como entre vosotros desde el día mismo en que tuvisteis noticia de la gracia de Dios y la experimentasteis de verdad. 7 Así os lo enseñó nuestro querido compañero Epafras, que hace nuestras veces actuando como fiel servidor de Cristo. 8 Él fue también quien nos contó cómo os amáis en el Espíritu.
Oración por la iglesia de Colosas
9 Por eso, desde el día en que nos enteramos de todo esto, no cesamos de rogar por vosotros. Pedimos a Dios que os llene del conocimiento de su voluntad, que os haga profundamente sabios y os conceda la prudencia del Espíritu. 10 Vuestro estilo de vida será así totalmente digno y agradable al Señor, daréis fruto en toda suerte de obras buenas y creceréis en el conocimiento de Dios. 11 Su glorioso poder os dotará de una fortaleza a toda prueba para que seáis ejemplo de constancia y paciencia, y para que, llenos de alegría, 12 deis gracias al Padre que os ha juzgado dignos de compartir la herencia de su pueblo en el reino de la luz. 13 Él es quien nos ha rescatado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, 14 del que nos viene la liberación y el perdón de los pecados.
I.— EL MISTERIO SALVADOR DE CRISTO (1,15—2,5)
Presencia de Cristo en la creación y en la redención
15 Cristo es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de todo lo creado.
16 Dios ha creado en él todas las cosas:
todo lo que existe en el cielo y en la tierra,
lo visible y lo invisible,
sean tronos, dominaciones,
principados o potestades,
todo lo ha creado Dios
por Cristo y para Cristo.
17 Cristo existía antes que hubiera cosa alguna,
y todo tiene en él su consistencia.
18 Él es también la cabeza
del cuerpo que es la Iglesia;
en él comienza todo;
él es el primogénito
de los que han de resucitar,
teniendo así la primacía de todas las cosas.
19 Dios, en efecto, tuvo a bien
hacer habitar en Cristo la plenitud
20 y por medio de él reconciliar
consigo todos los seres:
los que están en la tierra
y los que están en el cielo,
realizando así la paz
mediante la muerte de Cristo en la cruz.
Reconciliados con Dios
21 También vosotros estuvisteis en otro tiempo lejos de Dios y fuisteis sus enemigos por el modo de pensar y por las malas acciones. 22 Ahora, en cambio, por la muerte que Cristo ha sufrido en su cuerpo mortal, Dios ha hecho la paz con vosotros para admitiros en su presencia como a pueblo consagrado, sin mancha y sin tacha. 23 Es necesario, sin embargo, que permanezcáis sólidamente firmes e inconmovibles en la fe y que no traicionéis la esperanza contenida en el mensaje evangélico que escuchasteis y que ha sido proclamado a todas las criaturas que se encuentran bajo el cielo, y del que yo, Pablo, me he convertido en servidor.
Pablo y su papel en la Iglesia
24 Ahora me alegro de sufrir por vosotros. Así voy completando en mi existencia corporal, y en favor del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, lo que aún falta al total de las tribulaciones cristianas. 25 Dios me ha hecho servidor de esa Iglesia y me ha confiado la tarea de llevar a plenitud en vosotros su palabra: 26 el plan secreto que Dios tuvo escondido durante siglos y generaciones enteras, y que ahora Dios ha revelado a los creyentes, 27 dándoles a conocer la gloria y la riqueza que este plan encierra para los paganos. Me refiero a Cristo, que vive en vosotros y es la esperanza de la gloria.
28 A este Cristo anunciamos, corrigiendo y enseñando a todos con el mayor empeño para que todos alcancen la plena madurez en su vida cristiana. 29 Esta es la tarea por la que me afano y lucho con denuedo, apoyado en la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí.
2 Porque quiero que sepáis la dura lucha que sostengo por vosotros, por los de Laodicea y por tantos otros que no me conocen personalmente. 2 Lo hago para que tengan buen ánimo y se mantengan unidos en el amor, de modo que lleguen a alcanzar toda la riqueza que supone el conocerlo todo plenamente y descubran el plan secreto de Dios que es Cristo, 3 en quien se encuentran escondidos todos los tesoros del saber y de la ciencia. 4 Os digo esto para que nadie os seduzca con palabras engañosas. 5 Si físicamente estoy ausente, mi espíritu está con vosotros, y me llena de gozo el ver vuestra armonía y la imperturbable fe que os une a Cristo.
II.— FALSOS MAESTROS Y FALSAS DOCTRINAS (2,6-23)
Plenitud de vida en Cristo
6 Puesto que habéis aceptado a Cristo Jesús como Señor, comportaos ahora de manera consecuente. 7 Que él sea cimiento y raíz de vuestra vida; manteneos firmes en la fe, según lo que aprendisteis, y vivid en incesante acción de gracias.
8 Estad alerta, no sea que alguien os engañe con especulaciones filosóficas o estériles disquisiciones que se apoyan en tradiciones humanas o en potencias cósmicas, en lugar de en Cristo, 9 en cuya humanidad habita toda la plenitud de la divinidad, 10 y en el que, como cabeza de todo principado y de toda potestad, habéis alcanzado vuestra plenitud.
11 Por vuestra unión con Cristo estáis circuncidados; no en sentido físico, sino con la circuncisión de Cristo, que es la que os despoja de vuestras desordenadas apetencias humanas. 12 Por el bautismo habéis sido sepultados con Cristo y con él también vosotros habéis resucitado al creer en el poder de Dios, que lo resucitó triunfante de la muerte. 13 Y muertos estabais a causa de vuestros delitos y de vuestra condición de paganos. Pero ahora, Dios os ha vuelto a la vida con Cristo y nos ha perdonado todos nuestros pecados. 14 Ha destruido el documento acusador que contenía cargos contra nosotros y lo ha hecho desaparecer clavándolo en la cruz. 15 Ha despojado a principados y potestades y los ha convertido en público espectáculo, llevándolos cautivos en su cortejo triunfal.
Libertad en Cristo
16 Que nadie, pues, os critique por cuestiones de comida o de bebida, ni por lo que respecta a celebraciones, novilunios o días festivos en general. 17 Todo esto no es más que sombra de lo que ha de venir. La realidad es Cristo. 18 Que no os escamoteen el premio esos que hacen alarde de humildad y de dar culto a los ángeles, esos que presumen de visiones y que con sus pensamientos mundanos están inflados de vano orgullo. 19 Es gente que ha perdido el contacto con Cristo, es decir, con la cabeza por medio de la cual todo el cuerpo, a través de los ligamentos y junturas, se mantiene unido y recibe el alimento querido por Dios. 20 Si habéis muerto con Cristo y nada tenéis que ver con las potencias cósmicas, ¿por qué os dejáis imponer normas como si pertenecieseis a este mundo? 21 “Prescinde de esto; no pruebes eso; no toques aquello”. 22 Pero todas esas son cosas destinadas a gastarse con el uso, como prescripciones y enseñanzas humanas que son. 23 Tienen, ciertamente, un aire de sabiduría, con su aspecto de religiosidad, su pretendida humildad y su aparente rigor ascético. En realidad carecen de todo valor; sólo sirven para satisfacer las desordenadas apetencias humanas.
III.— LA NUEVA VIDA EN CRISTO (3,1—4,1)
Muertos al mundo; vivos para Dios
3 ¡Habéis resucitado con Cristo! Orientad, pues, vuestra vida hacia el cielo, donde está Cristo sentado junto a Dios. 2 Poned el corazón en las realidades celestiales y no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vida vuestra, se manifieste, también vosotros apareceréis llenos de gloria junto a él.
Nuevas criaturas
5 Destruid lo que hay de mundano en vosotros: la lujuria, la impureza, las pasiones desenfrenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de idolatría. 6 Esto es lo que enciende la ira de Dios sobre quienes se niegan a obedecerlo; 7 es también lo que en otro tiempo constituyó vuestra norma de conducta y de vida. 8 Ahora, en cambio, es preciso que renunciéis a todo eso: a la ira, al rencor, a la malquerencia, la calumnia y la grosería. 9 No andéis engañándoos unos a otros. Despojaos de la vieja y pecadora condición humana 10 y convertíos en nuevas criaturas que van renovándose sin cesar a imagen de su Creador, en busca de un conocimiento cada vez más profundo. 11 Ya no hay fronteras de raza, religión, cultura o condición social, sino que Cristo es todo en todos.
12 Sois elegidos de Dios; él os ha consagrado y os ha otorgado su amor. Sed, pues, profundamente compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos. 13 Soportaos mutuamente y, así como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros, cuando alguno tenga quejas contra otro. 14 Y, por encima de todo, practicad el amor que todo lo vuelve perfecto.
15 Que la paz de Cristo reine en vuestras vidas; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. 16 Que el mensaje de Cristo os llene con toda su riqueza y sabiduría para que seáis maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido. 17 En fin, cuanto hagáis o digáis, hacedlo todo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Los diversos estados de vida
18 Esposas, respetad la autoridad de vuestros maridos; tal es vuestro deber como cristianas. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres y nunca las tratéis con aspereza.
20 Vosotros, hijos, obedeced a vuestros padres sin reservas, pues eso es lo que agrada al Señor. 21 Por vuestra parte, padres, educad con tacto a vuestros hijos, para que no se desalienten.
22 Esclavos, acatad en todo momento las órdenes de los amos temporales. No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino con la nobleza de los que honran al Señor. 23 Poned el corazón en lo que hagáis, como si lo hicierais para el Señor y no para gente mortal. 24 Sabed que el Señor os dará la herencia eterna como premio y que sois esclavos de Cristo, el Señor. 25 En cuanto al que se comporte mal, Dios le dará su merecido sin favoritismo alguno.
4 Amos, conceded de buen grado a los esclavos cuanto sea justo y conveniente, sabiendo que también vosotros tenéis un amo en el cielo.
Conclusión (4,2-18)
Exhortaciones
2 Entregaos a la oración con espíritu vigilante y corazón agradecido. 3 Y rogad también a Dios por nosotros para que nos facilite la tarea de anunciar el plan de Dios realizado en Cristo, por el cual me encuentro ahora encarcelado, 4 y que tengo que dar a conocer convenientemente. 5 Portaos sabiamente con los no cristianos y aprovechad el momento presente. 6 En vuestra conversación sed siempre amenos y simpáticos dando a cada uno la respuesta oportuna.
Noticias
7 De mi situación os informará Tíquico, el hermano querido y fiel compañero mío en el servicio cristiano. 8 Os lo envío expresamente para que tengáis noticia de mis cosas y para que os anime. 9 Con él va Onésimo, vuestro paisano, no menos fiel y querido. Ellos os informarán de todo cuanto sucede por aquí.
10 Os saluda Aristarco, mi compañero de prisión, y Marcos, el primo de Bernabé. En caso de que Marcos vaya a visitaros, acogedlo con cariño según os indiqué. 11 Os saluda Jesús, de sobrenombre Justo. Entre los conversos del judaísmo, sólo estos tres trabajan conmigo en la extensión del reino de Dios, y no ha sido pequeña la satisfacción que me han proporcionado. 12 Saludos de Epafras, paisano vuestro y siervo de Cristo Jesús; es de ver con qué ahínco ruega por vosotros para que os mantengáis firmes en el pleno y perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios. 13 Soy testigo de lo mucho que se preocupa por vosotros, y también por los de Hierápolis y Laodicea. 14 Os saludan Lucas, el médico tan querido, y Dimas.
15 Saludos a los hermanos de Laodicea, a Ninfa y a la iglesia que se reúne en su casa. 16 Cuando hayáis leído esta carta, procurad que sea leída también en la iglesia de Laodicea; y, por vuestra parte, leed también la que os llegue de Laodicea. 17 Decidle a Arquipo que desempeñe con esmero el ministerio que el Señor le ha encomendado.
18 Este saludo final es de mi puño y letra: Pablo. No olvidéis que estoy preso. Que la gracia de Dios esté con vosotros.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España