The Daily Audio Bible
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40 Y el cananeo, rey de Arad, que habitaba al mediodía en la tierra de Canaán, oyó como habían entrado los hijos de Israel.
41 Y partidos del monte de Hor, acamparon en Zalmona.
42 Y partidos de Zalmona, acamparon en Punón.
43 Y partidos de Punón, acamparon en Obot.
44 Y partidos de Obot, acamparon en Ije-abarim; en el término de Moab.
45 Y partidos de Iim, acamparon en Dibón-gad.
46 Y partidos de Dibón-gad, acamparon en Almón-diblataim.
47 Y partidos de Almón-diblataim, acamparon en los montes de Abarim, delante de Nebo.
48 Y partidos de los montes de Abarim, acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán de Jericó.
49 Finalmente acamparon junto al Jordán, desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim, en los campos de Moab.
50 ¶ Y habló el SEÑOR a Moisés en los campos de Moab junto al Jordán de Jericó, diciendo:
51 Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis pasado el Jordán a la tierra de Canaán,
52 echaréis a todos los moradores de la tierra de delante de vosotros, y destruiréis todas sus pinturas, y todas sus imágenes de fundición destruiréis, y destruiréis todos sus altos;
53 y echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he dado para que la heredéis.
54 Y heredaréis la tierra por suertes por vuestras familias; a la familia de muchos daréis mucho por su heredad, y a la familia de pocos daréis poco por su heredad; donde le saliere la suerte, allí la tendrá; por las tribus de vuestros padres heredaréis.
55 Y si no echareis a los moradores de la tierra de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos, y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.
56 Y será, como yo pensé hacerles a ellos, haré a vosotros.
34 ¶ Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo:
2 Manda a los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra de Canaán, es a saber, la tierra que os ha de caer en heredad, la tierra de Canaán según sus términos;
3 tendréis el lado del mediodía desde el desierto de Zin hasta los términos de Edom; y os será el término del mediodía al extremo del Mar Salado hacia el oriente.
4 Y este término os irá rodeando desde el mediodía hasta la subida de Acrabim, y pasará hasta Zin; y sus salidas serán del mediodía a Cades-barnea; y saldrá a Hasar-adar, y pasará hasta Asmón;
5 y rodeará este término, desde Asmón hasta el arroyo de Egipto, y sus remates serán al mar occidental.
6 Y el término occidental os será el Gran Mar; este término os será el término occidental.
7 Y el término del norte será éste: desde el Gran Mar os señalaréis al monte de Hor.
8 Del monte de Hor señalaréis a la entrada de Hamat, y serán las salidas de aquel término a Zedad;
9 y saldrá este término a Zifrón, y serán sus salidas a Hazar-enán; éste os será el término del norte.
10 Y por término al oriente os señalaréis desde Hazar-enán hasta Sefam;
11 y descenderá este término desde Sefam a Ribla, al oriente de Aín; y descenderá este término, y llegará a la costa del mar de Cineret al oriente.
12 Después descenderá este término al Jordán, y serán sus salidas al mar Salado; ésta será vuestra tierra por sus términos alrededor.
13 Y mandó Moisés a los hijos de Israel, diciendo: Esta es la tierra que heredaréis por suerte, la cual mandó el SEÑOR que diera a las nueve tribus, y a la media tribu;
14 porque la tribu de los hijos de Rubén según las casas de sus padres, y la tribu de los hijos de Gad según las casas de sus padres, y la media tribu de Manasés, han tomado su herencia.
15 Dos tribus y media tomaron su heredad del otro lado del Jordán de Jericó al oriente, al nacimiento del sol.
16 ¶ Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo:
17 Estos son los nombres de los varones que os dividirán la posesión de la tierra para vosotros: Eleazar el sacerdote, y Josué hijo de Nun.
18 Y tomaréis de cada tribu un príncipe, para dividir la posesión de la tierra.
19 Y éstos son los nombres de los varones: De la tribu de Judá, Caleb hijo de Jefone.
20 Y de la tribu de los hijos de Simeón, Semuel hijo de Amiud.
21 De la tribu de Benjamín, Elidad hijo de Quislón.
22 Y de la tribu de los hijos de Dan, el príncipe Buqui hijo de Jogli.
23 De los hijos de José: de la tribu de los hijos de Manasés, el príncipe Haniel hijo de Efod.
24 Y de la tribu de los hijos de Efraín, el príncipe Kemuel hijo de Siftán.
25 Y de la tribu de los hijos de Zabulón, el príncipe Elizafán hijo de Parnac.
26 Y de la tribu de los hijos de Isacar, el príncipe Paltiel hijo de Azán.
27 Y de la tribu de los hijos de Aser, el príncipe Ahiud hijo de Selomi.
28 Y de la tribu de los hijos de Neftalí, el príncipe Pedael hijo de Amiud.
29 Estos son a los que mandó el SEÑOR que hicieran heredar la tierra a los hijos de Israel en la tierra de Canaán.
35 ¶ Y habló el SEÑOR a Moisés en los campos de Moab, junto al Jordán de Jericó, diciendo:
2 Manda a los hijos de Israel, que den a los levitas de la posesión de su heredad ciudades en que habiten. También daréis a los levitas los ejidos de esas ciudades alrededor de ellas.
3 Y tendrán ellos las ciudades para habitar, y los ejidos de ellas serán para sus animales, y para su sustancia, y para todas sus bestias.
4 Y los ejidos de las ciudades que daréis a los levitas, serán mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera.
5 Luego mediréis fuera de la ciudad a la parte del oriente dos mil codos, y a la parte del mediodía dos mil codos, y a la parte del occidente dos mil codos, y a la parte del norte dos mil codos, y la ciudad en medio: esto tendrán por los ejidos de las ciudades.
6 Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se acoja allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades.
7 Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades; ellas con sus ejidos.
8 Y las ciudades que diereis de la heredad de los hijos de Israel, del que mucho tomaréis mucho, y del que poco tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión que heredará.
9 ¶ Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo:
10 Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis pasado el Jordán a la tierra de Canaán,
11 os señalaréis ciudades, ciudades de refugio tendréis, donde huya el homicida que hiriere a alguno por yerro.
12 Y os serán aquellas ciudades para refugiarse del pariente vengador, {Heb. redentor} y no morirá el homicida hasta que esté a juicio delante de la congregación.
13 De las ciudades, pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio.
14 Tres ciudades daréis de este lado del Jordán, y tres ciudades daréis en la tierra de Canaán; las cuales serán ciudades de refugio.
15 Estas seis ciudades serán de refugio para los hijos de Israel, y al peregrino, y al que morare entre ellos, para que huya allá cualquiera que hiriere de muerte a otra persona por yerro.
16 Y si con instrumento de hierro lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá.
17 Y si con piedra de mano, de que pueda morir, le hiriere, y muriere, homicida es; el homicida morirá.
18 Y si con instrumento de palo de mano, de que pueda morir, le hiriere, y muriere, homicida es; el homicida morirá.
19 El pariente vengador {Heb. redentor} de la sangre del muerto, él matará al homicida; cuando lo encontrare, él le matará.
20 Y si con odio lo empujó, o echó sobre él alguna cosa por asechanzas, y muere;
21 o por enemistad lo hirió con su mano, y murió; el heridor morirá; es homicida; el pariente vengador {Heb. redentor} matará al homicida, cuando lo encontrare.
22 Mas si casualmente le empujó sin enemistades, o echó sobre él cualquier instrumento sin asechanzas,
23 o bien, sin verle, hizo caer sobre él alguna piedra, de que pudo morir, y muriere, y él no era su enemigo, ni procuraba su mal;
24 entonces la congregación juzgará entre el heridor y el pariente vengador {Heb. redentor} de la sangre conforme a estas leyes.
25 Y la congregación librará al homicida de mano del pariente vengador {Heb. redentor} de la sangre, y la congregación le hará volver a la ciudad de refugio, a la cual se había acogido; y morará en ella hasta que muera el sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo.
26 Y si el homicida saliere fuera del término de su ciudad de refugio, a la cual se acogió,
27 y el pariente vengador {Heb. redentor} de la sangre le hallare fuera del término de la ciudad de su acogida, y el pariente vengador {Heb. redentor} de la sangre matare al homicida, no se le culpará a él por su sangre.
28 Pues en su ciudad de refugio habitará hasta que muera el sumo sacerdote; y después que muriere el sumo sacerdote, el homicida volverá a la tierra de su posesión.
29 Y estas cosas os serán por ordenanza de derecho por vuestras edades, en todas vuestras habitaciones.
30 Cualquiera que hiriere a alguno, por dicho de testigos, morirá el homicida; mas un solo testigo no hablará contra alguna persona para que muera.
31 Y no tomaréis rescate por la vida del homicida; porque está condenado a muerte; mas indefectiblemente morirá.
32 Ni tampoco tomaréis rescate del que huyó a su ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra, hasta que muera el sacerdote.
33 Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre contaminará la tierra; y la tierra no será reconciliada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.
34 No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo el SEÑOR habito en medio de los hijos de Israel.
12 ¶ Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego la lepra se fue de él.
14 Y él le mandó que no lo dijera a nadie; mas ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para que les conste.
15 Pero tanto más se extendía su fama; y se juntaba grande multitud a oír y ser sanada por él de sus enfermedades.
16 Mas él se apartaba a los desiertos, y oraba.
17 ¶ Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.
18 Y he aquí unos hombres, que traían sobre un lecho un hombre que estaba paralítico; y buscaban por dónde meterle, y ponerle delante de él.
19 Y no hallando por donde meterle a causa de la multitud, se subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, en medio, delante de Jesús;
20 el cual, viendo la fe de ellos, le dice: hombre, tus pecados te son perdonados.
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?
22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones?
23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
25 Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba echado, se fue a su casa, glorificando a Dios.
26 Y tomó espanto a todos, y glorificaban a Dios; y fueron llenos de temor, diciendo: Hemos visto maravillas hoy.
27 ¶ Y después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.
28 Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió.
Al Vencedor: Salmo de David, Canción.
1 En ti reposa la alabanza, oh Dios, en Sión; y a ti se pagará el voto.
2 Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.
3 Palabras de iniquidades me sobrepujaron; mas nuestras rebeliones tú las limpiarás.
4 Dichoso el que tú escogieres, e hicieres llegar para que habite en tus atrios; seremos saciados del bien de tu Casa, de tu santo templo.
5 Con tremendas cosas, nos oirás en justicia, oh Dios de nuestra salud, esperanza de todos los fines de la tierra, y las lejuras del mar.
6 ¶ Tú, el que afirma los montes con su potencia, ceñido de valentía.
7 El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el alboroto de los gentiles.
8 Y los habitadores de los fines de la tierra temen de tus maravillas; que haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.
9 Visitas la tierra, y desde que la has hecho desear mucho, la enriqueces con el Río de Dios lleno de aguas; preparas el grano de ellos, porque así la ordenaste.
10 Embriagas sus surcos, haces descender el agua en sus regaderas; la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.
11 Tú coronas el año de tus bienes; y tus nubes destilan grosura.
12 Destilan sobre las habitaciones del desierto; y los collados se ciñen de alegría.
13 Se visten los llanos de ovejas, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aun cantan.
23 ¶ El deseo de los justos solamente es bueno; mas la esperanza de los impíos es enojo.
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