The Daily Audio Bible
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Pacto de Salomón con Hiram, rey de Tiro(A)
5 (15) Cuando Hiram, rey de Tiro, supo que habían consagrado rey a Salomón en lugar de David, su padre, envió sus embajadores, pues Hiram siempre había estimado a David. 2 (16) Entonces Salomón mandó decir a Hiram: 3 (17) «Tú ya sabes que David, mi padre, no pudo construir un templo al Señor su Dios, por las guerras en que se vio envuelto, hasta que el Señor sometió a sus enemigos. 4 (18) Pero ahora el Señor mi Dios nos ha dado calma en todas partes, pues no tenemos enemigos ni calamidades. 5 (19) Por lo tanto he decidido construir un templo al Señor mi Dios, conforme a la promesa que él le hizo a David, mi padre, cuando le dijo que su hijo, a quien él haría reinar en su lugar, sería quien construiría un templo en su honor. 6 (20) Ordena, pues, que me corten cedros del Líbano. Mis servidores ayudarán a los tuyos, y yo te pagaré lo que me pidas como salario de tus servidores, pues tú bien sabes que ninguno de nosotros sabe cortar la madera como los sidonios.»
7 (21) Cuando Hiram escuchó el mensaje de Salomón, se puso muy contento y exclamó: «¡Bendito sea hoy el Señor, porque ha concedido a David un hijo tan sabio para que gobierne esa gran nación!»
8 (22) Luego Hiram mandó decir a Salomón: «He recibido el mensaje que me enviaste, y cumpliré tu pedido de madera de cedro y de pino. 9 (23) Mis servidores la bajarán del Líbano hasta el mar, y de allí haré que la transporten, en forma de balsas, hasta el lugar que me indiques. Allí se desatarán las balsas, y tú recogerás la madera. Por lo que a ti toca, cumple mi deseo de proveer alimentos para mi palacio.»
10 (24) Por lo tanto, Hiram dio a Salomón toda la madera de cedro y de pino que quiso, 11 (25) y Salomón proveyó a Hiram de alimentos para su palacio: cuatro millones cuatrocientos mil litros de trigo y cuatro mil cuatrocientos litros de aceite puro de oliva. Salomón entregaba esto a Hiram cada año. 12 (26) Así pues, el Señor concedió sabiduría a Salomón, como le había prometido. Además, Hiram y Salomón hicieron un pacto, y hubo paz entre ellos.
13 (27) Entonces el rey Salomón decretó una leva de trabajo obligatorio en todo Israel, y en la leva se reunió a treinta mil hombres, 14 (28) los cuales fueron enviados al Líbano por turnos mensuales de diez mil hombres cada vez. De esa manera, estos hombres estaban un mes en el Líbano y dos meses en sus casas. El encargado del trabajo obligatorio era Adoniram. 15 (29) Salomón tenía además setenta mil cargadores y ochenta mil canteros en la montaña, 16 (30) sin contar los tres mil trescientos capataces que tenía en las obras para dirigir a los trabajadores. 17 (31) El rey mandó sacar piedras grandes y costosas para los cimientos del templo, y piedras labradas. 18 (32) Los constructores de Salomón y de Hiram, y los vecinos de Guebal, prepararon la madera y labraron las piedras para la construcción del templo.
Salomón construye el templo(B)
6 Salomón comenzó la construcción del templo del Señor en el cuarto año de su reinado en Israel, en el mes de Ziv, que es el segundo mes del año, cuando hacía ya cuatrocientos ochenta años que los israelitas habían salido de Egipto. 2 El templo que el rey Salomón construyó para el Señor tenía veintisiete metros de largo, nueve de ancho y trece y medio de alto. 3 El vestíbulo que había en la parte delantera del templo medía nueve metros de largo, igual que la anchura del templo, y cuatro metros y medio de ancho en la parte frontal del edificio. 4 Salomón le hizo al templo ventanas con rejas. 5 También construyó un anexo junto al muro que rodeaba el edificio, contra los muros que rodeaban el templo, tanto alrededor de la sala central como del cuarto posterior, y construyó celdas alrededor. 6 La planta baja del anexo medía dos metros y veinticinco centímetros de ancho; la planta intermedia, dos metros con setenta centímetros; y la planta alta, tres metros con quince centímetros; pues por fuera había reducido las medidas del templo para no empotrar las vigas en los muros del templo. 7 En la construcción del templo se emplearon piedras totalmente labradas, así que al edificarlo no se escucharon en el templo ni martillos ni piquetas ni ningún otro instrumento de hierro. 8 La puerta de la celda de la planta baja estaba al lado derecho del templo; y para subir a los pisos intermedio y tercero había una escalera de caracol.
9 Cuando Salomón terminó de construir el templo, lo cubrió con vigas y artesonado de cedro. 10 Edificó también el anexo que rodeaba todo el templo, cuya altura era de dos metros y veinticinco centímetros, y que sujetó al muro del templo con vigas de cedro. 11 Entonces el Señor se dirigió a Salomón y le dijo: 12 «En cuanto al templo que estás construyendo, quiero decirte que, si te conduces conforme a mis leyes y decretos, y cumples todos mis mandamientos portándote conforme a ellos, yo cumpliré la promesa que hice a David, tu padre, respecto a ti; 13 y viviré entre los israelitas, y no abandonaré a Israel, mi pueblo.»
14 Salomón terminó de construir el templo. 15 Cubrió las paredes interiores del edificio con tablas de cedro. Lo recubrió de madera de arriba abajo, y cubrió el piso con madera de pino. 16 También recubrió de arriba abajo, con tablas de cedro, un espacio de nueve metros en la parte posterior del templo, y lo acondicionó para que fuera el Lugar santísimo. 17 La nave del templo, que estaba frente al Lugar santísimo, medía dieciocho metros de largo. 18 El revestimiento interior del templo era de madera de cedro, con tallas de flores y frutos. Todo era de cedro. No se veía una sola piedra. 19 Salomón preparó el Lugar santísimo en el templo, para colocar allí el arca de la alianza del Señor. 20 El interior del Lugar santísimo medía nueve metros de largo, nueve de ancho y nueve de alto. Frente al Lugar santísimo, Salomón hizo un altar de cedro y lo recubrió de oro. 21 También recubrió de oro puro el interior del templo y el Lugar santísimo, y delante de éste puso cadenas de oro. 22 De modo que recubrió de oro todo el templo, lo mismo que el altar que había delante del Lugar santísimo.
23 Hizo también dos seres alados de madera de olivo para el Lugar santísimo. Cada uno de ellos tenía cuatro metros y medio de altura, 24 y cada una de sus alas medía dos metros y veinticinco centímetros. Así que, de una punta a otra de las alas, cada uno de ellos medía cuatro metros y medio. 25 Los dos seres alados tenían las mismas medidas; es decir, los dos medían cuatro metros y medio, y también tenían la misma forma. 26 Su altura era también de cuatro metros y medio. 27 Salomón los puso en el Lugar santísimo. Y aquellos seres alados tenían sus alas extendidas, de modo que el ala de uno tocaba una pared y el ala del otro tocaba la pared opuesta, y las otras dos alas se tocaban entre sí en el centro del Lugar santísimo. 28 Luego Salomón recubrió de oro los seres alados, 29 y en todas las paredes interiores y exteriores del templo labró figuras de seres alados, palmeras y flores. 30 También cubrió de oro el piso del templo, por dentro y por fuera. 31 Para la entrada del Lugar santísimo hizo puertas de madera de olivo, y el dintel y los postes formaban una figura de cinco lados. 32 Las dos puertas eran de madera de olivo, y en ellas labró figuras de seres alados, palmeras y flores; luego recubrió de oro todas estas figuras. 33 Para la entrada de la sala central del templo, hizo postes de madera de olivo formando un cuadro. 34 Las dos hojas de la puerta eran de madera de pino, y ambas eran giratorias. 35 Labró en ellas seres alados, palmeras y flores, y luego recubrió estas figuras con láminas de oro. 36 Construyó también el atrio interior con tres hileras de piedras labradas y una hilera de vigas de cedro.
37 En el cuarto año del reinado de Salomón, en el mes de Ziv, se echaron los cimientos del templo del Señor; 38 y en el año once de su reinado, en el mes de Bul, que es el octavo mes del año, se terminó el templo en todos sus detalles, según la totalidad del proyecto. En siete años lo construyó Salomón.
Defensa de Esteban
7 El sumo sacerdote le preguntó a Esteban si lo que decían de él era cierto, 2 y él contestó: «Hermanos y padres, escúchenme: Nuestro glorioso Dios se mostró a nuestro antepasado Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que se fuera a vivir a Harán, 3 y le dijo: “Deja tu tierra y a tus parientes, y vete a la tierra que yo te mostraré.” 4 Entonces Abraham salió de Caldea y se fue a vivir a Harán. Después murió su padre, y Dios trajo a Abraham a esta tierra, donde ustedes viven ahora. 5 Pero no le dio ninguna herencia en ella; ni siquiera un lugar donde poner el pie. Pero sí le prometió que se la daría, para que después de su muerte fuera de sus descendientes (aunque en aquel tiempo Abraham todavía no tenía hijos). 6 Además, Dios le dijo que sus descendientes vivirían como extranjeros en una tierra extraña, y que serían esclavos, y que los maltratarían durante cuatrocientos años. 7 Pero también le dijo Dios: “Yo castigaré a la nación que los haga esclavos, y después ellos saldrán de allí y me servirán en este lugar.” 8 En su alianza, Dios ordenó a Abraham la práctica de la circuncisión. Por eso, a los ocho días de haber nacido su hijo Isaac, Abraham lo circuncidó. Lo mismo hizo Isaac con su hijo Jacob, y éste hizo lo mismo con sus hijos, que fueron los padres de las doce tribus de Israel.
9 »Estos hijos de Jacob, que fueron nuestros antepasados, tuvieron envidia de su hermano José, y lo vendieron para que se lo llevaran a Egipto. Pero Dios, que estaba con José, 10 lo libró de todas sus aflicciones. Le dio sabiduría y lo hizo ganarse el favor del faraón, rey de Egipto, el cual nombró a José gobernador de Egipto y del palacio real.
11 »Hubo entonces hambre y mucha aflicción en todo Egipto y en Canaán, y nuestros antepasados no tenían qué comer. 12 Pero cuando Jacob supo que en Egipto había de comer, mandó allá a sus hijos, es decir, a nuestros antepasados. Éste fue el primer viaje que hicieron. 13 Cuando fueron por segunda vez, José se dio a conocer a sus hermanos, y así el faraón supo de qué raza era José. 14 Más tarde, José ordenó que su padre Jacob y toda su familia, que eran setenta y cinco personas, fueran llevados a Egipto. 15 De ese modo Jacob se fue a vivir a Egipto; y allí murió, y allí murieron también nuestros antepasados. 16 Los restos de Jacob fueron llevados a Siquem, y fueron enterrados en el sepulcro que Abraham había comprado por cierta cantidad de dinero a los hijos de Hamor, en Siquem.
17 »Cuando ya se acercaba el tiempo en que había de cumplirse la promesa hecha por Dios a Abraham, el pueblo de Israel había crecido en Egipto y se había hecho numeroso; 18 y por entonces comenzó a gobernar en Egipto un rey que no había conocido a José. 19 Este rey engañó a nuestro pueblo y maltrató a nuestros antepasados; los obligó a abandonar y dejar morir a sus hijos recién nacidos. 20 En aquel tiempo nació Moisés. Fue un niño extraordinariamente hermoso, y sus padres lo criaron en su casa durante tres meses. 21 Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija del faraón lo recogió y lo crió como si fuera su propio hijo. 22 De esa manera Moisés fue instruido en la sabiduría de los egipcios, y fue un hombre poderoso en palabras y en hechos.
23 »A la edad de cuarenta años, Moisés decidió visitar a los israelitas, que eran su propio pueblo. 24 Pero al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, Moisés salió en su defensa, y lo vengó matando al egipcio. 25 Y es que Moisés pensaba que sus hermanos los israelitas se darían cuenta de que por medio de él Dios iba a libertarlos; pero ellos no se dieron cuenta. 26 Al día siguiente, Moisés encontró a dos israelitas que se estaban peleando y, queriendo ponerlos en paz, les dijo: “Ustedes son hermanos; ¿por qué se maltratan el uno al otro?” 27 Entonces el que maltrataba a su compañero empujó a Moisés, y le dijo: “¿Quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? 28 ¿Acaso quieres matarme, como mataste ayer al egipcio?” 29 Al oír esto, Moisés huyó y se fue a la tierra de Madián. Allí vivió como extranjero, y tuvo dos hijos.
Todo viene del Señor
(1a) Cántico de las subidas, de Salomón.
127 (1b) Si el Señor no construye la casa,
de nada sirve que trabajen los constructores;
si el Señor no protege la ciudad,
de nada sirve que vigilen los centinelas.
2 De nada sirve trabajar de sol a sol
y comer un pan ganado con dolor,
cuando Dios lo da a sus amigos mientras duermen.
3 Los hijos que nos nacen
son ricas bendiciones del Señor.
4 Los hijos que nos nacen en la juventud
son como flechas en manos de un guerrero.
5 ¡Feliz el hombre que tiene muchas flechas como ésas!
No será avergonzado por sus enemigos
cuando se defienda de ellos ante los jueces.
28 El perverso provoca peleas;
el chismoso es causa de enemistades.
29 El violento engaña a su amigo
y lo desvía por el mal camino.
30 Guiña los ojos quien piensa hacer lo malo;
se muerde los labios quien ya lo ha cometido.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.