The Daily Audio Bible
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19-22 También algunos guerreros de la tribu de Manasés desertaron y se unieron a David, justamente cuando él, con los filisteos, se dirigía a pelear contra el rey Saúl. Entretanto, los príncipes filisteos se opusieron a que David y sus hombres fueran con ellos. Después de mucha deliberación los enviaron de regreso, por cuanto tenían desconfianza de que David y sus hombres desertaran y fueran a unirse a las filas del rey Saúl. Los siguientes son los guerreros de la tribu de Manasés que desertaron y se unieron a David cuando este se dirigía a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay. Cada uno de ellos era oficial de alto rango de las tropas de Manasés, pues estaban a cargo de mil soldados. Eran guerreros bravos y capacitados, y ayudaban a David a combatir a sus enemigos. Más y más hombres se unían diariamente a David, hasta que llegó a tener un ejército muy poderoso, como un ejército de Dios.
Los que se unieron a David en Hebrón
23 A continuación está el registro de los hombres de guerra que se unieron a David en Hebrón. Estaban ansiosos de que David llegara a ser rey en lugar de Saúl, tal como el Señor había dicho que ocurriría.
24-37 De Judá, seis mil ochocientos soldados, armados con escudos y lanzas. De la tribu de Simeón, siete mil cien guerreros prominentes.
De la tribu de Leví, cuatro mil seiscientos. De los sacerdotes, descendientes de Aarón, había tres mil setecientos, bajo el mando de Joyadá, y otros veintidós mil jefes de familia, bajo la dirección de Sadoc, hombre joven de valor excepcional.
De la tribu de Benjamín, la misma de la que provenía Saúl, había un total de tres mil. (La mayor parte de esa tribu conservaba su lealtad a Saúl).
De la tribu de Efraín, veinte mil ochocientos guerreros poderosos, cada uno de ellos famoso en su respectivo clan.
De la media tribu de Manasés se envió a dieciocho mil con la finalidad expresa de colaborar para que David llegara a ser rey.
De Isacar había doscientos dirigentes de la tribu con sus parientes; todos ellos eran hombres que entendían el desarrollo de la historia y podían discernir respecto al mejor rumbo que Israel debía tomar.
De la tribu de Zabulón había cincuenta mil guerreros adiestrados; estaban completamente armados, y en su totalidad eran leales a David.
De Neftalí, mil oficiales y treinta y siete mil equipados con escudos y lanzas.
De la tribu de Dan, veintiocho mil seiscientos, todos preparados para la guerra.
De la tribu de Aser, había cuarenta mil listos y adiestrados. Desde el otro lado del río Jordán, donde vivían las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés, ciento veinte mil equipados con toda clase de armas.
38 Todos estos hombres, aptos para la guerra, vinieron a Hebrón con el único propósito de llevar a David al trono, como rey de Israel. 39 Hicieron fiesta, y comieron y bebieron con David durante tres días, porque sus hermanos de Judá les proveyeron de alimentos. 40 Las gentes de lugares cercanos, como asimismo personas que vivían más lejos, como Isacar, Zabulón y Neftalí, trajeron burros, camellos, mulas y bueyes cargados con alimentos. También trajeron para esta celebración abundante aprovisionamiento de comestibles como harina, tortas de higos, pasas, vino, aceite, vacas y ovejas, porque el regocijo se había extendido a través de toda la tierra de Israel.
Traslado del cofre a la casa de Obed Edom
13 Después de consultar con todos los oficiales de sus fuerzas, David 2 dijo a todo el pueblo de Israel: «Si ustedes están de acuerdo, y si es la voluntad del Señor nuestro Dios, les propongo que procedamos a enviar mensajes a nuestros hermanos, el resto del pueblo que se ha quedado en sus ciudades, y a los sacerdotes, para invitarlos a venir y unirse a nosotros. 3 Y traigamos de regreso el cofre de nuestro Dios, el cual hemos tenido abandonado desde que Saúl inició su reinado».
4 Hubo acuerdo unánime, porque cada uno coincidía con él. 5 Por tanto David convocó a los habitantes de Israel, a través de toda la tierra, desde Sijor, en la frontera con Egipto, hasta la entrada de Jamat, para que fueran hasta Quiriat Yearín. 6 Así que David y todo Israel se encaminaron a Balá (es decir, Quiriat Yearín), pueblo de Judá, para llevar a Jerusalén el cofre del Señor, que habita entre los querubines. 7 Procedieron a retirarla de la casa de Abinadab en un carro nuevo. Uza y Ajío guiaban la carreta. 8 David y todo el pueblo bailaban delante del Señor con mucho entusiasmo, acompañados por cánticos, y por cítaras, arpas, panderos, címbalos y trompetas.
9 Pero cuando llegaron al terreno de trilla, en Quidón, los bueyes tropezaron y Uza extendió su mano para mantener la estabilidad del cofre. 10 Entonces el Señor descargó su enojo contra Uza y le quitó la vida, porque había tocado el cofre. Y así fue que murió allí, delante de Dios.
11 David, a su vez, se enojó porque el Señor había estallado contra Uza. Por eso, a ese lugar le dio el nombre de Peres Uza. Hasta hoy ese lugar conserva dicho nombre.
12 Luego David sintió miedo de Dios y exclamó: «¡No puedo llevarme el cofre de Dios a mi casa!». 13 Finalmente decidió conducirlo a la casa de Obed Edom, el de Gat, en lugar de llevarlo a la Ciudad de David. 14 El cofre permaneció allí en la casa de Obed Edom por tres meses, y el Señor lo bendijo, junto con su familia y sus bienes.
Palacio y familia de David
14 Hiram, rey de Tiro, envió a David una delegación compuesta por albañiles y carpinteros, para ayudarle a construir su palacio, y, además, le proveyó mucha madera de cedro. 2 David comprendió que el Señor, por amor a su pueblo Israel, lo había hecho rey y lo había engrandecido.
3 Después que David se trasladó a Jerusalén, trajo a su palacio más esposas, y llegó a ser padre de muchos hijos e hijas. 4-7 Los siguientes son los nombres de los hijos que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibjar, Elisúa, Elpélet, Noga, Néfeg, Jafía, Elisama, Belyadá y Elifelet.
David derrota a los filisteos
8 Cuando los filisteos oyeron la noticia de que David era el nuevo rey de Israel, movilizaron sus tropas para capturarlo. Pero cuando David supo que venían en camino, salió contra ellos. 9 Los filisteos invadieron el valle de Refayin, 10 y David preguntó a Dios:
―Si salgo a pelear contra ellos; ¿me darás tú la victoria?
Y el Señor le respondió:
―Sí, te la daré.
11 Por consiguiente, los atacó en Baal Perasín y los derrotó. Entonces David, lleno de gozo, exclamó: «¡Dios me ha usado para arrasar a mis enemigos, como una fuerte corriente de agua arrastra todo a su paso!». Por este motivo el lugar es conocido como Baal Perasín. 12 Después de la batalla, los israelitas recogieron muchos ídolos que los filisteos habían dejado, y David ordenó que los quemaran.
13 Posteriormente, los filisteos invadieron nuevamente el valle, 14 y otra vez David le consultó a Dios acerca de lo que debía hacer.
El Señor le contestó:
―Esta vez no los deberás atacar de frente, sino que los rodearás y los atacarás por detrás, en el lugar donde están los árboles de bálsamo. 15 Cuando escuches un sonido como de pasos de alguien que camina sobre las copas de los árboles, los atacarás, pues esa es la señal de que yo, el Señor, voy delante de ti, para destruir a tu enemigo.
16 David lo hizo, como el Señor le mandó, y aniquiló al ejército de los filisteos por todo el camino desde Gabaón hasta Guézer. 17 La fama de David se extendió por todas partes, y el Señor hizo que todas las naciones le tuvieran miedo.
1 Les escribe Pablo, sirviente de Jesucristo, llamado y enviado para predicar las buenas noticias de Dios.
2 Dios había prometido estas buenas noticias a través de los profetas del Antiguo Testamento. 3 Son buenas noticias acerca de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. En su calidad de hombre era descendiente de la familia de David, 4 pero al resucitar de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo, probó ser el Hijo de Dios.
5 Por medio de Cristo, Dios derramó su gracia sobre nosotros y luego nos envió a todas las naciones, para que estas sean obedientes a la fe por amor a Cristo.
6-7 Ustedes, romanos, están incluidos entre esas naciones, y Dios los ha llamado a pertenecer a Jesucristo. ¡Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo se derramen sobre ustedes!
Pablo anhela visitar Roma
8 Antes que nada les diré que casi todo el mundo sabe de su fe. Y ustedes no saben cuántas gracias le doy a Dios a través de Jesucristo por ello. 9 Dios sí sabe cuántas veces, de día y de noche, los llevo en oración ante aquel a quien sirvo con todas mis fuerzas dando a conocer a otros las buenas noticias del Hijo de Dios.
10 Una de mis repetidas oraciones es que Dios me permita ir a visitarlos a ustedes, si esa es su voluntad. 11 Tengo muchos deseos de verlos para compartir con ustedes algún don espiritual que los ayude a crecer fuertes en el Señor. 12 Con esto quiero decirles que no sólo deseo comunicarles mi fe, sino también alentarme yo mismo con la de ustedes. Así nos seremos de mutua bendición.
13 Quiero que sepan, hermanos, que muchas veces he tratado de ir a visitarlos para trabajar entre ustedes y ver buenos resultados, como en las otras iglesias gentiles en que he estado; pero he encontrado obstáculos. 14 Me siento en deuda con todos, con los griegos y con lo que no lo son, con el hombre culto y también con el inculto. 15 Así que, en lo que a mí respecta, estoy listo a ir a Roma para predicar también allí las buenas noticias de Dios.
16 Porque nunca me avergüenzo de las buenas noticias; ellas constituyen el poder de Dios para la salvación de todos los que creen. A los judíos se les dio el privilegio de ser los primeros en escuchar la predicación de este mensaje, pero ya el mundo entero está escuchándolo.
17 Las buenas noticias nos muestran la manera en que Dios nos acepta: por la fe, de principio a fin. Como está escrito en el Antiguo Testamento: «El que es justo, lo es por creer en Dios».
13 Y ahora, Señor, ten misericordia de mí; mira como padezco a manos de quienes me odian. Señor, sácame de las fauces de la muerte. 14 Sálvame, para que pueda alabarte públicamente en presencia del pueblo en las puertas de Jerusalén, y pueda regocijarme porque me has rescatado.
15 Las naciones caen en las trampas que cavaron para otros; la trampa que pusieron los ha atrapado. 16 El Señor es célebre por la forma en que hace caer a los malvados en sus propios lazos.
17 Los malvados serán enviados al sepulcro; este es el destino de las naciones que olvidan al Señor. 18 Pero no se olvidará para siempre al necesitado y las esperanzas del pobre no se verán eternamente burladas.
19 ¡Oh Señor, levántate! No dejes que el hombre domine. ¡Haz que las naciones se presenten delante de ti! 20 Hazlos temblar de miedo; bájales los humos hasta que comprendan que no son sino frágiles hombres.
4 La riqueza trae muchos amigos, pero la pobreza los aleja.
5 El testigo falso no se escapará del castigo, tampoco el mentiroso se librará.
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