The Daily Audio Bible
Today's audio is from the GNT. Switch to the GNT to read along with the audio.
11 Roboán llegó a Jerusalén y movilizó a las familias de Judá y de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino. 2 Pero la palabra del Señor vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje: 3 «Diles a Roboán hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas que están en Judá y en Benjamín, 4 que así dice el Señor: “No vayáis a luchar contra vuestros hermanos. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido”». Y ellos obedecieron las palabras del Señor y desistieron de marchar contra Jeroboán.
Roboán fortifica las ciudades de Judá
5 Roboán se estableció en Jerusalén y fortificó las siguientes ciudades de Judá: 6 Belén, Etam, Tecoa, 7 Betsur, Soco, Adulán, 8 Gat, Maresá, Zif, 9 Adorayin, Laquis, Azeca, 10 Zora, Ayalón y Hebrón. Estas ciudades fueron fortificadas en Judá y en Benjamín. 11 Roboán nombró gobernantes, reforzó las fortificaciones, almacenó en ellas víveres, aceite y vino, 12 y las armó a todas con escudos y lanzas. Así fortificó completamente todas las ciudades y quedó en posesión de Judá y de Benjamín.
Los sacerdotes y los levitas apoyan a Roboán
13 De todas las regiones de Israel llegaron sacerdotes y levitas para unirse a Roboán. 14 Los levitas abandonaron sus campos de pastoreo y demás posesiones para irse a Judá y a Jerusalén, ya que Jeroboán y sus hijos les habían impedido ejercer el sacerdocio del Señor. 15 En su lugar, Jeroboán había nombrado sacerdotes para los santuarios paganos y para el culto a los machos cabríos y a los becerros que había mandado hacer. 16 Tras los levitas se fue gente de todas las tribus de Israel que con todo el corazón buscaba al Señor, Dios de Israel. Llegaron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al Señor, Dios de sus antepasados. 17 Así consolidaron el reino de Judá, y durante tres años apoyaron a Roboán hijo de Salomón y siguieron el buen ejemplo de David y Salomón.
Esposas e hijos de Roboán
18 Roboán se casó con Majalat hija de Jerimot, el hijo de David y de Abijaíl, hija de Eliab y nieta de Isaí. 19 Los hijos que ella le dio fueron Jeús, Semarías y Zaján. 20 Después se casó con Macá hija de Absalón. Los hijos que ella le dio fueron Abías, Atay, Ziza y Selomit. 21 Roboán amó a Macá hija de Absalón más que a sus otras esposas y concubinas. En total, tuvo dieciocho esposas y sesenta concubinas, y fue padre de veintiocho hijos y de sesenta hijas.
22 Roboán puso como príncipe heredero entre sus hermanos a Abías hijo de Macá, pues tenía la intención de hacerlo rey. 23 Y actuó con astucia, pues a sus otros hijos les dio víveres en abundancia, les consiguió muchas esposas y los dispersó por todo el territorio de Judá y de Benjamín y por todas las ciudades fortificadas.
Sisac invade Jerusalén(A)
12 Después de que Roboán consolidó su reino y se afirmó en el trono, él y todo Israel abandonaron la ley del Señor 2 y le fueron infieles. Por eso, en el quinto año del reinado de Roboán, Sisac, rey de Egipto, atacó Jerusalén. 3 Con mil doscientos carros de combate, sesenta mil jinetes y una innumerable multitud de libios, suquíes y cusitas procedentes de Egipto, 4 Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.
5 Entonces el profeta Semaías se presentó ante Roboán y los jefes de Judá que por miedo a Sisac se habían reunido en Jerusalén, y les dijo:
―Así dice el Señor: “Como vosotros me abandonasteis, ahora yo también os abandono, para que caigáis en manos de Sisac”.
6 Los jefes israelitas y el rey confesaron con humildad:
―¡El Señor es justo!
7 Cuando el Señor vio que se habían humillado, le habló nuevamente a Semaías y le dijo: «Puesto que han mostrado humildad, ya no voy a destruirlos; dentro de poco tiempo los libraré. No voy a permitir que Sisac ejecute mi castigo sobre Jerusalén, 8 aunque sí dejaré que los someta a su dominio, para que aprendan la diferencia que hay entre servirme a mí y servir a los reyes de otros países».
9 Sisac, rey de Egipto, atacó Jerusalén y se llevó los tesoros del templo del Señor y del palacio real. Se lo llevó todo, aun los escudos de oro que Salomón había hecho. 10 Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real. 11 Siempre que el rey iba al templo del Señor, los guardias lo acompañaban portando los escudos, pero luego los devolvían a la sala de los centinelas.
12 Por haberse humillado Roboán, y porque aún quedaba algo bueno en Judá, el Señor apartó su ira de él y no lo destruyó por completo, 13 así que el rey Roboán afirmó su trono y continuó reinando en Jerusalén. Su madre era una amonita llamada Noamá.
Roboán tenía cuarenta y un años cuando ascendió al trono, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad donde, de entre todas las tribus de Israel, el Señor había decidido habitar.[a] 14 Pero Roboán actuó mal, porque no tuvo el firme propósito de buscar al Señor.
15 Los acontecimientos del reinado de Roboán, desde el primero hasta el último, incluyendo las constantes guerras que hubo entre Jeroboán y él, están escritos en las crónicas del profeta Semaías y del vidente Idó.
16 Cuando Roboán murió, fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Abías le sucedió en el trono.
Abías, rey de Judá(B)
13 En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías ascendió al trono de Judá 2 y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Micaías, hija de Uriel de Guibeá.
Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. 3 Para ir al combate, Abías escogió a cuatrocientos mil guerreros valientes; Jeroboán, por su parte, escogió a ochocientos mil y le hizo frente.
4 Abías subió al monte Zemarayin, en la sierra de Efraín, y gritó: «¡Jeroboán! ¡Israelitas! ¡Escuchadme todos! 5 ¿No sabéis que el Señor, Dios de Israel, concedió para siempre el reino de Israel a David y a sus descendientes mediante un pacto inalterable?[b] 6 Sin embargo, Jeroboán hijo de Nabat, oficial de Salomón hijo de David, se rebeló contra su señor. 7 Unos hombres ociosos y malvados se unieron a Roboán hijo de Salomón, cuando este era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.
8 »Vosotros pensáis que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán os hizo, podéis oponeros al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David. 9 ¡Hasta expulsasteis a los descendientes de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas! En su lugar habéis nombrado sacerdotes, y a cualquiera que trae un ternero y siete carneros lo consagráis como sacerdote de los dioses falsos, tal como lo hacen los pueblos paganos.
10 »Nosotros, en cambio, no hemos abandonado al Señor, porque él es nuestro Dios. Los descendientes de Aarón siguen siendo nuestros sacerdotes que sirven al Señor, y los levitas son los encargados del culto. 11 Todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecen al Señor los holocaustos y queman el incienso; además, todas las tardes colocan el pan consagrado sobre la mesa de oro puro, y encienden las lámparas del candelabro de oro. Daos cuenta de que nosotros sí mantenemos el culto al Señor nuestro Dios, a quien vosotros habéis abandonado. 12 Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. ¡Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra vosotros! ¡Israelitas, no peleéis contra el Señor, Dios de vuestros antepasados, pues no podréis vencerlo!»
13 Para tenderle una emboscada a Abías, Jeroboán situó parte de sus tropas detrás del ejército de Judá, mientras que al resto de sus tropas lo mandó al frente. 14 Cuando los de Judá miraron hacia atrás, se dieron cuenta de que los israelitas los atacaban también por la retaguardia. Entonces clamaron al Señor, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15 En el momento en que los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a los israelitas, dándoles la victoria a Abías y Judá. 16 Los israelitas intentaron huir, pero Dios los entregó al poder de Judá. 17 Abías y su ejército les ocasionaron una gran derrota, matando a quinientos mil soldados selectos de Israel. 18 En esa ocasión fueron humillados los israelitas, mientras que los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados.
19 Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, con sus respectivas aldeas. 20 Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió, y Jeroboán murió.
21 Abías, en cambio, siguió afirmándose en el trono. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y dieciséis hijas. 22 Los demás acontecimientos del reinado de Abías, y su conducta y sus obras,[c] están escritos en el comentario del profeta Idó.
26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Más que vencedores
28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,[a] los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. 29 Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
31 ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? 36 Así está escrito:
«Por tu causa siempre nos llevan a la muerte;
¡nos tratan como a ovejas para el matadero!»[b]
37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,[c] ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
37 Perseguí a mis enemigos, les di alcance,
y no retrocedí hasta verlos aniquilados.
38 Los aplasté. Ya no pudieron levantarse.
¡Cayeron debajo de mis pies!
39 Tú me armaste de valor para el combate;
bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
40 Hiciste retroceder a mis enemigos,
y así exterminé a los que me odiaban.
41 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara.
Al Señor clamaron,[a] pero no les respondió.
42 Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento.
¡Los pisoteé[b] como al lodo de las calles!
43 Me has librado de una turba amotinada;
me has puesto por encima de los paganos;
me sirve gente que yo no conocía.
44 Apenas me oyen, me obedecen;
son extranjeros, y me rinden homenaje.
45 ¡Esos extraños se descorazonan,
y temblando salen de sus refugios!
46 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca!
¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
47 Él es el Dios que me vindica,
el que pone los pueblos a mis pies.
48 Tú me libras del furor de mis enemigos,
me exaltas por encima de mis adversarios,
me salvas de los hombres violentos.
49 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones
y canto salmos a tu nombre.
50 El Señor da grandes victorias a su rey;
a su ungido David y a sus descendientes
les muestra por siempre su gran amor.
27 Hijo mío, si dejas de atender a la corrección,
te apartarás de las palabras del saber.
28 El testigo corrupto se burla de la justicia,
y la boca del malvado engulle maldad.
29 El castigo se dispuso para los insolentes,
y los azotes para la espalda de los necios.
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano) © 1999, 2005, 2017 por