The Daily Audio Bible
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31 HICE pacto con mis ojos: ¿Cómo pues había yo de pensar en virgen?
2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente de las alturas?
3 ¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que obran iniquidad?
4 ¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos?
5 Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresuró á engaño,
6 Péseme Dios en balanzas de justicia, Y conocerá mi integridad.
7 Si mis pasos se apartaron del camino, Y si mi corazón se fué tras mis ojos, Y si algo se apegó á mis manos,
8 Siembre yo, y otro coma, Y mis verduras sean arrancadas.
9 Si fué mi corazón engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando á la puerta de mi prójimo:
10 Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se encorven.
11 Porque es maldad é iniquidad, Que han de castigar los jueces.
12 Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro, Y desarraigaría toda mi hacienda.
13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos pleitearan conmigo,
14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?
15 El que en el vientre me hizo á mí, ¿no lo hizo á él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
16 Si estorbé el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la viuda;
17 Y si comí mi bocado solo, Y no comió de él el huerfano;
18 (Porque desde mi mocedad creció conmigo como con padre, Y desde el vientre de mi madre fuí guía de la viuda;)
19 Si he visto que pereciera alguno sin vestido, Y al menesteroso sin cobertura;
20 Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si alcé contra el huérfano mi mano, Aunque viese que me ayudarían en la puerta;
22 Mi espalda se caiga de mi hombro, Y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
23 Porque temí el castigo de Dios, Contra cuya alteza yo no tendría poder.
24 Si puse en oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25 Si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si he mirado al sol cuando resplandecía, Y á la luna cuando iba hermosa,
27 Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó mi mano:
28 Esto también fuera maldad juzgada; Porque habría negado al Dios soberano.
29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, Y me regocijé cuando le halló el mal;
30 (Que ni aun entregué al pecado mi paladar, Pidiendo maldición para su alma;)
31 Cuando mis domésticos decían: Quién nos diese de su carne! nunca nos hartaríamos.
32 El extranjero no tenía fuera la noche; Mis puertas abría al caminante.
33 Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, Escondiendo en mi seno mi iniquidad;
34 Porque quebrantaba á la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me atemorizó, Y callé, y no salí de mi puerta:
35 Quién me diera quien me oyese! He aquí mi impresión es que el Omnipotente testificaría por mí, Aunque mi adversario me hiciera el proceso.
36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ataría en lugar de corona.
37 Yo le contaría el número de mis pasos, Y como príncipe me llegaría á él.
38 Si mi tierra clama contra mí, Y lloran todos sus surcos;
39 Si comí su sustancia sin dinero, O afligí el alma de sus dueños;
40 En lugar de trigo me nazcan abrojos, Y espinas en lugar de cebada.
32 Y CESARON estos tres varones de responder á Job, por cuanto él era justo en sus ojos.
2 Entonces Eliú hijo de Barachêl, Bucita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job: enojóse con furor, por cuanto justificaba su vida más que á Dios.
3 Enojóse asimismo con furor contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado á Job.
4 Y Eliú había esperado á Job en la disputa, porque eran más viejos de días que él.
5 Empero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquelllos tres varones, su furor se encendió.
6 Y respondió Eliú hijo de Barachêl, Buzita, y dijo: Yo soy menor de días y vosotros viejos; He tenido por tanto miedo, y temido declararos mi opinión.
7 Yo decía: Los días hablarán, Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
8 Ciertamente espíritu hay en el hombre, E inspiración del Omnipotente los hace que entiendan.
9 No los grandes son los sabios, Ni los viejos entienden el derecho.
10 Por tanto yo dije: Escuchadme; Declararé yo también mi sabiduría.
11 He aquí yo he esperado á vuestras razones, He escuchado vuestros argumentos, En tanto que buscabais palabras.
12 Os he pues prestado atención, Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya á Job, Y responda á sus razones.
13 Porque no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría: Lanzólo Dios, no el hombre.
14 Ahora bien, Job no enderezó á mí sus palabras, Ni yo le responderé con vuestras razones.
15 Espantáronse, no respondieron más; Fuéronseles los razonamientos.
16 Yo pues he esperado, porque no hablaban, Antes pararon, y no respondieron más.
17 Por eso yo también responderé mi parte, También yo declararé mi juicio.
18 Porque lleno estoy de palabras, Y el espíritu de mi vientre me constriñe.
19 De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero, Y se rompe como odres nuevos.
20 Hablaré pues y respiraré; Abriré mis labios, y responderé.
21 No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con hombre de lisonjeros títulos.
22 Porque no sé hablar lisonjas: De otra manera en breve mi Hacedor me consuma.
33 POR tanto, Job, oye ahora mis razones, Y escucha todas mis palabras.
2 He aquí yo abriré ahora mi boca, Y mi lengua hablará en mi garganta.
3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, Y mis labios proferirán pura sabiduría.
4 El espíritu de Dios me hizo, Y la inspiración del Omnipotente me dió vida.
5 Si pudieres, respóndeme: Dispón tus palabras, está delante de mí.
6 Heme aquí á mí en lugar de Dios, conforme á tu dicho: De lodo soy yo también formado.
7 He aquí que mi terror no te espantará, Ni mi mano se agravará sobre ti.
8 De cierto tú dijiste á oídos míos, Y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9 Yo soy limpio y sin defecto; Y soy inocente, y no hay maldad en mí.
10 He aquí que él buscó achaques contra mí, Y me tiene por su enemigo;
11 Puso mis pies en el cepo, Y guardó todas mis sendas.
12 He aquí en esto no has hablado justamente: Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
13 ¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
14 Sin embargo, en una ó en dos maneras habla Dios; Mas el hombre no entiende.
15 Por sueño de visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho;
16 Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo;
17 Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia.
18 Detendrá su alma de corrupción, Y su vida de que pase á cuchillo.
19 También sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos,
20 Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece sin verse, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22 Y su alma se acerca al sepulcro, Y su vida á los que causan la muerte.
23 Si tuviera cerca de él Algún elocuente anunciador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber;
24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, Que lo libró de descender al sepulcro, Que halló redención:
25 Enterneceráse su carne más que de niño, Volverá á los días de su mocedad.
26 Orará á Dios, y le amará, Y verá su faz con júbilo: Y él restituirá al hombre su justicia.
27 El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado;
28 Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, Y su vida se verá en luz.
29 He aquí, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre;
30 Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
31 Escucha, Job, y óyeme; Calla, y yo hablaré.
32 Que si tuvieres razones, respóndeme; Habla, porque yo te quiero justificar.
33 Y si no, óyeme tú á mí; Calla, y enseñarte he sabiduría.
3 ¿COMENZAMOS otra vez á alabarnos á nosotros mismos? ¿ó tenemos necesidad, como algunos, de letras de recomendación para vosotros, ó de recomendación de vosotros?
2 Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres;
3 Siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios:
5 No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios;
6 El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
7 Y si el ministerio de muerte en la letra grabado en piedras, fué con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudiesen poner los ojos en la faz de Moisés á causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
8 ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
9 Porque si el ministerio de condenación fué con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justicia.
10 Porque aun lo que fué glorioso, no es glorioso en esta parte, en comparación de la excelente gloria.
11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más será en gloria lo que permanece.
12 Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza;
13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido.
14 Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado.
15 Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
16 Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.
17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
18 Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.
43 JUZGAME, oh Dios, y aboga mi causa: Líbrame de gente impía, del hombre de engaño é iniquidad.
2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad: éstas me guiarán, Me conducirán al monte de tu santidad, Y á tus tabernáculos.
4 Y entraré al altar de Dios, Al Dios alegría de mi gozo; Y alabaréte con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te conturbes en mí? Espera á Dios; porque aun le tengo de alabar; Es él salvamento delante de mí, y el Dios mío.
8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará: Y consumiráse la vara de su ira.
9 El ojo misericordioso será bendito, Porque dió de su pan al indigente.