Bible in 90 Days
13 Le respondieron:
—No; de ninguna manera te mataremos. Solo te ataremos bien y te entregaremos en su mano.
Entonces lo ataron con dos cuerdas nuevas y lo hicieron subir de la peña. 14 Cuando llegaba hasta Leji, los filisteos salieron a su encuentro con gritos de júbilo. Entonces el Espíritu del SEÑOR descendió con poder sobre él, las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado al fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. 15 Y hallando una quijada de asno todavía fresca, extendió la mano, la tomó y mató con ella a mil hombres. 16 Entonces dijo Sansón:
—Con una quijada de asno
los amontoné a montones[a];
con una quijada de asno
he matado a mil varones.
17 Cuando acabó de hablar, arrojó la quijada de su mano. Y llamó a aquel lugar Ramat-leji[b].
Sansón en el manantial de En-hacoré
18 Teniendo mucha sed, Sansón clamó al SEÑOR diciendo:
—Tú has dado esta gran liberación por mano de tu siervo; y ahora, ¿he de morir de sed y caer en mano de los incircuncisos?
19 Entonces Dios abrió la hondonada que hay en Leji, y de allí salió agua. Él bebió, recobró su fuerza y se reanimó. Por eso llamó el nombre de aquel lugar En-hacoré[c], que está en Leji hasta el día de hoy.
20 Sansón juzgó a Israel durante veinte años, en los días de los filisteos.
Sansón carga con las puertas de Gaza
16 Sansón fue a Gaza y vio allí a una mujer prostituta y se unió a ella. 2 Y fue dicho[d] a los de Gaza: “Sansón ha venido acá”. Entonces ellos lo rodearon y lo estuvieron acechando toda la noche, junto a la puerta de la ciudad. Estos estuvieron en silencio toda la noche, diciendo: “Cuando aparezca la luz de la mañana, entonces lo mataremos”. 3 Pero Sansón estuvo acostado solamente hasta la medianoche. Se levantó a la medianoche, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos postes las arrancó con cerrojo y todo. Las puso sobre sus hombros y las subió a la cumbre del monte que mira hacia Hebrón.
Dalila entrega a Sansón
4 Aconteció después de esto que Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, cuyo nombre era Dalila. 5 Y fueron a ella los jefes de los filisteos y le dijeron:
—Persuádelo y averigua en qué consiste su gran fuerza, y con qué lo podríamos dominar para atarlo y atormentarlo. Entonces cada uno de nosotros te dará doce kilos de plata.
6 Y Dalila dijo a Sansón:
—Dime, por favor, en qué consiste tu gran fuerza, y con qué podrías ser atado para ser atormentado.
7 Sansón le respondió:
—Si me atan con siete cuerdas de arco frescas que aún no estén secas, entonces me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.
8 Los jefes de los filisteos le llevaron siete cuerdas de arco frescas que aún no estaban secas, y ella lo ató con ellas. 9 Ella tenía personas acechando en un cuarto. Entonces ella le dijo:
—¡Sansón, los filisteos sobre ti!
Pero él rompió las cuerdas como un cordel de estopa se rompe cuando toca el fuego. Y no se supo en qué consistía su fuerza. 10 Entonces Dalila dijo a Sansón:
—He aquí que te has burlado de mí y me has dicho mentiras. Ahora dime, por favor, con qué podrías ser atado.
11 Él le dijo:
—Si me atan fuertemente con sogas nuevas que no hayan sido usadas, entonces me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.
12 Luego Dalila tomó sogas nuevas y lo ató con ellas. Y le dijo:
—¡Sansón, los filisteos sobre ti!
Y había personas acechando en el cuarto. Pero él rompió las sogas de sus brazos como un hilo. 13 Entonces Dalila dijo a Sansón:
—Hasta ahora te has burlado de mí y me has dicho mentiras. Dime, pues, con qué podrías ser atado.
Él entonces le dijo:
—Si tejes los siete mechones de mi cabellera entre la urdimbre, [y los aseguras con la clavija del telar contra la pared, me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.
Dalila lo hizo dormir y tejió los siete mechones de su cabellera entre la urdimbre][e]. 14 Luego ella aseguró la clavija y le dijo:
—¡Sansón, los filisteos sobre ti!
Pero al despertar de su sueño, él arrancó la clavija del telar con la tela. 15 Y ella le dijo:
—¿Cómo, pues, dices: “Yo te amo”, siendo que tu corazón no está conmigo? Ya son tres veces las que te has burlado de mí, y no me has revelado en qué consiste tu gran fuerza.
16 Y aconteció que como ella lo presionaba todos los días con sus palabras y lo importunaba, el alma de él fue reducida a mortal angustia. 17 Entonces le descubrió todo su corazón y le dijo:
—Nunca pasó una navaja sobre mi cabeza, porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, entonces mi fuerza se apartará de mí, me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.
18 Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los jefes de los filisteos, diciendo: “Vengan esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón”. Entonces los jefes de los filisteos fueron a ella, llevando el dinero en la mano.
19 Ella hizo que él se durmiera sobre sus rodillas. Llamó a un hombre, quien le rapó[f] los siete mechones de su cabeza. Entonces ella comenzó a atormentarlo, pues su fuerza se había apartado de él. 20 Y ella le dijo:
—¡Sansón, los filisteos sobre ti!
Él se despertó de su sueño y pensó: “Saldré como las otras veces y me escaparé”. Pero no sabía que el SEÑOR ya se había apartado de él. 21 Entonces los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Y lo ataron con cadenas de bronce, para que moliera en la cárcel. 22 Sin embargo, después que fue rapado, el cabello de su cabeza comenzó a crecer.
Venganza y muerte de Sansón
23 Entonces los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón su dios y para regocijarse. Y decían:
—¡Nuestro dios ha entregado en nuestra mano a Sansón, nuestro enemigo!
24 Al verlo el pueblo, alabó a su dios diciendo:
—¡Nuestro dios ha entregado en nuestra mano a nuestro enemigo, al destructor de nuestra tierra, que había matado a muchos de los nuestros!
25 Y aconteció que cuando el corazón de ellos estaba alegre, dijeron:
—Llamen a Sansón para que nos sirva de espectáculo.
Llamaron a Sansón de la cárcel, y servía de espectáculo delante de ellos. Lo pusieron entre las columnas. 26 Y Sansón dijo al joven que lo guiaba de la mano:
—Déjame palpar las columnas sobre las cuales descansa el edificio, para que me apoye en ellas.
27 El edificio estaba lleno de hombres y mujeres. Todos los jefes de los filisteos estaban allí, y en la azotea había como tres mil hombres y mujeres que estaban mirando el espectáculo de Sansón. 28 Entonces Sansón clamó al SEÑOR diciendo:
—¡SEÑOR Dios[g], por favor, acuérdate de mí! Dame, te ruego, fuerzas solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.
29 En seguida Sansón palpó las dos columnas de en medio, sobre las cuales descansaba el edificio; y se apoyó contra ellas, contra una con su mano derecha y contra la otra con su mano izquierda. 30 Y dijo Sansón:
—¡Muera yo con los filisteos!
Entonces empujó con fuerza, y el edificio cayó sobre los jefes y sobre toda la gente que estaba en él. Y fueron más los que mató al morir que los que había matado durante su vida.
31 Sus hermanos y toda la casa de su padre fueron y lo recogieron. Luego lo llevaron y lo sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Él juzgó a Israel durante veinte años.
El santuario de Micaías
17 Había un hombre de la región montañosa de Efraín que se llamaba Micaías. 2 Y este dijo a su madre:
—Los doce kilos de plata que te fueron tomados y por los que tú maldecías y hablabas en mi presencia, he aquí que la plata está en mi poder; yo la había tomado.
Entonces su madre dijo:
—¡El SEÑOR te bendiga, hijo mío!
3 Cuando él devolvió a su madre los doce kilos de plata, su madre dijo:
—Solemne y espontáneamente he dedicado la plata al SEÑOR, por mi hijo, para hacer una imagen tallada y de fundición. Ahora pues, yo te la devuelvo.
4 Pero él devolvió la plata a su madre. Y su madre tomó dos kilos de plata y los dio al fundidor. Este hizo con la plata una imagen tallada y de fundición, y fue puesta en la casa de Micaías.
5 Este hombre, Micaías, tenía un santuario. Mandó hacer un efod e ídolos domésticos, e invistió a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.
6 En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
Un levita en el santuario de Micaías
7 Había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, que era levita y vivía allí como forastero. 8 Este hombre había partido de la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde encontrara lugar. Y en su caminar por la región montañosa de Efraín llegó a la casa de Micaías. 9 Y Micaías le preguntó:
—¿De dónde vienes?
Él le respondió:
—Soy un levita de Belén de Judá, y voy a residir donde encuentre lugar.
10 Entonces le dijo Micaías:
—Quédate conmigo y sé para mí como padre y sacerdote. Yo te daré ciento diez gramos de plata por año, y tu ropa y tu comida.
El levita entró. 11 El levita convino en habitar con aquel hombre, y el joven llegó a ser para él como uno de sus hijos. 12 Micaías invistió al levita, el cual le servía de sacerdote y vivía en la casa de Micaías. 13 Micaías dijo:
—¡Ahora sé que el SEÑOR me prosperará, porque un levita ha venido a ser mi sacerdote!
Los de Dan exploran Lais
18 En aquellos días no había rey en Israel. También en aquellos días, la tribu de Dan buscaba una heredad para sí donde establecerse, porque hasta entonces no le había tocado una heredad entre las tribus de Israel. 2 Entonces los hijos de Dan enviaron de sus clanes a cinco hombres de entre todos ellos, hombres valientes de Zora y de Estaol, para reconocer la tierra y para explorarla. Y les dijeron:
—Vayan y exploren la tierra.
Ellos llegaron, en la región montañosa de Efraín, hasta la casa de Micaías, y pasaron allí la noche. 3 Y cuando estaban junto a la casa de Micaías, reconocieron la voz del joven levita. Se acercaron allí y le dijeron:
—¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué estás haciendo en este lugar? ¿Qué tienes que ver tú aquí?
4 Y él les respondió:
—De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaías, y me ha empleado para que sea su sacerdote.
5 Ellos le dijeron:
—Por favor, consulta a Dios, para que sepamos si ha de prosperar el viaje que estamos haciendo.
6 Y el sacerdote les respondió:
—Vayan en paz, porque el viaje que están haciendo goza de la aprobación del SEÑOR.
7 Entonces partieron aquellos cinco hombres y llegaron a Lais[h]. Y vieron que la gente que habitaba en ella vivía segura, tranquila y confiada, a la manera de los sidonios. No había en la tierra quien les hiciera ningún daño ni quien los desplazara ni oprimiera. Además, estaban lejos de los sidonios y no tenían trato con nadie. 8 Entonces se volvieron a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les preguntaron:
—¿Qué hay?
Ellos respondieron:
9 —¡Levántense, subamos contra ellos porque hemos visto la tierra, y he aquí que es muy buena! Ustedes, ¿por qué se quedan quietos? ¡No vacilen para ponerse en marcha a fin de entrar y tomar posesión de la tierra! 10 Cuando vayan allá, llegarán a una gente confiada y a una tierra extensa que Dios ha entregado en su mano. Es un lugar donde no falta ninguna cosa de lo que hay en la tierra.
Los de Dan se llevan al levita
11 Entonces seiscientos hombres de la familia de los danitas armados para la guerra, partieron de allí, de Zora y de Estaol. 12 Subieron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo que aquel lugar fue llamado Campamento de Dan, hasta el día de hoy. He aquí que está al oeste de Quiriat-jearim. 13 De allí pasaron a la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías. 14 Entonces intervinieron aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais, y dijeron a sus hermanos:
—¿Saben que en estas casas hay un efod, ídolos domésticos y una imagen tallada y de fundición? Ahora pues, ustedes saben lo que han de hacer.
15 Entonces se acercaron allí, llegaron a la casa del joven levita, en casa de Micaías, y lo saludaron deseándole paz. 16 Los seiscientos hombres de los hijos de Dan, ceñidos con sus armas de guerra, estaban a la entrada de la puerta. 17 Mientras el sacerdote estaba a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres ceñidos con sus armas de guerra, los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra subieron, entraron allí y tomaron la imagen tallada y de fundición, el efod y los ídolos domésticos. 18 Y cuando entraron estos hombres en la casa de Micaías, y tomaron la imagen tallada y de fundición, el efod y los ídolos domésticos, el sacerdote les preguntó:
—¿Qué están haciendo?
19 Ellos le respondieron:
—¡Cállate! Pon la mano sobre tu boca, vente con nosotros y sé para nosotros como padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas sacerdote de la casa de un solo hombre, o que seas sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?
20 Se alegró el corazón del sacerdote; y tomó el efod, los ídolos domésticos y la imagen tallada, y se fue en medio de aquella gente. 21 Ellos se volvieron y partieron, poniendo delante de ellos a los niños, el ganado y las posesiones.
22 Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaías, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaías fueron convocados y alcanzaron a los hijos de Dan. 23 Entonces gritaron a los hijos de Dan, quienes volvieron la cara y preguntaron a Micaías:
—¿Qué te pasa que has convocado gente?
24 Él respondió:
—¡Tomaron mis dioses que yo hice y al sacerdote y se fueron! ¿Qué más me queda? ¿Por qué, pues, me preguntan: “¿Qué te pasa?”.
25 Los hijos de Dan le dijeron:
—¡Que no se oiga tu voz entre nosotros! No sea que los de ánimo colérico los acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los de tu familia.
26 Los hijos de Dan prosiguieron su camino. Y viendo Micaías que ellos eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.
La casa sacerdotal de Dan
27 Los hijos de Dan se llevaron las cosas que había hecho Micaías, junto con el sacerdote que tenía, y llegaron a Lais, a una gente tranquila y confiada. Los mataron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad. 28 No hubo quien los socorriera, porque estaban lejos de Sidón y no tenían tratos con nadie. La ciudad estaba en el valle que hay cerca de Bet-rejob. Después ellos reedificaron la ciudad y habitaron en ella. 29 Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, según el nombre de su padre Dan, que le había nacido a Israel; aunque antes la ciudad se llamaba Lais.
30 Los hijos de Dan erigieron para sí la imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés[i], él y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. 31 Así tuvieron instalada para ellos la imagen tallada que Micaías había hecho todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.
Un levita y su concubina en Belén
19 En aquellos días, cuando no había rey en Israel, había un hombre de Leví que habitaba como forastero en la parte más remota de la región montañosa de Efraín. Este había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá. 2 Su concubina se enfadó con él[j] y se fue de su lado para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses. 3 Su marido se levantó y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver. Llevó consigo a un criado suyo y un par de asnos. Ella lo hizo entrar en la casa de su padre. 4 Y al verlo el padre de la joven, salió a recibirlo gozoso. Su suegro, el padre de la joven, le insistió y se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y alojándose allí. 5 Y sucedió que al cuarto día, cuando se levantaron muy de mañana, el levita se dispuso a partir. Pero el padre de la joven dijo a su yerno:
—Fortalécete con un poco de pan y después se pueden ir.
6 Se sentaron los dos juntos, y comieron y bebieron. Entonces el padre de la joven dijo al hombre:
—Quédate, por favor, a pasar la noche, y alégrese tu corazón.
7 El hombre se levantó para irse, pero su suegro le insistió, y se quedó otra vez a pasar la noche allí. 8 Al quinto día, se levantó muy de mañana para irse, y el padre de la joven le dijo:
—Por favor, fortalécete; y esperen hasta que decline el día.
Y comieron los dos. 9 Entonces se levantó el hombre para irse con su concubina y su criado. Pero su suegro, el padre de la joven, le dijo:
—He aquí que el día se acaba y está anocheciendo. Por favor, pasen aquí la noche, porque el día ya ha declinado. Pasa aquí la noche y alégrese tu corazón. Mañana se levantarán temprano para su viaje, y te irás a tu morada.
10 Pero el hombre no quiso pasar la noche allí, sino que se levantó y partió.
El levita y su concubina en Gabaa
Llegó frente a Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos aparejados y con su concubina. 11 Cuando estaban cerca de Jebús, el día había declinado mucho. Entonces el criado dijo a su señor:
—Ven, vayamos a esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella.
12 Su señor le respondió:
—No iremos a ninguna ciudad de extranjeros en la que no hay hijos de Israel. Más bien, pasaremos hasta Gabaa. —Dijo además a su criado—: 13 Ven y acerquémonos a uno de esos lugares para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.
14 Pasando de largo, caminaron; y el sol se puso cuando estaban junto a Gabaa, que pertenece a Benjamín. 15 Entonces allí se apartaron del camino para entrar y pasar la noche en Gabaa. Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los recibiera en su casa para pasar la noche.
16 Pero he aquí que al atardecer un anciano volvía de trabajar en el campo. Este hombre era de la región montañosa de Efraín y habitaba como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar eran de los hijos de Benjamín. 17 Alzando los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad; y el anciano le preguntó:
—¿A dónde vas y de dónde vienes?
18 Él le respondió:
—Pasamos de Belén de Judá hasta las partes más remotas de la región montañosa de Efraín, de donde soy. Fui hasta Belén de Judá y voy a mi casa[k], pero no hay quien me reciba en su casa. 19 No obstante, nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí, para tu sierva y para el criado que está con tus siervos. No nos falta nada.
20 El anciano dijo:
—La paz sea contigo. Lo que te falte quede todo a mi cargo, pero no pases la noche en la plaza.
21 Los hizo entrar en su casa y dio forraje a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
El crimen cometido en Gabaa
22 Cuando estaban alegrándose, he aquí que los hombres de la ciudad, hombres pervertidos, rodearon la casa y golpearon la puerta diciendo al anciano dueño de la casa:
—¡Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos!
23 Aquel hombre, dueño de la casa, salió a ellos y les dijo:
—¡No, hermanos míos! Por favor, no cometan esta maldad, porque este hombre ha entrado en mi casa. No cometan esta vileza. 24 He aquí mi hija virgen y la concubina de él. Yo se las sacaré; humíllenlas y hagan con ellas lo que les parezca bien. Pero no hagan esta vileza a este hombre.
25 Pero aquellos hombres no lo quisieron escuchar; por lo cual, tomando el hombre a su concubina, la sacó afuera. Ellos la violaron y abusaron de ella toda la noche hasta el amanecer, y la dejaron cuando rayaba el alba.
26 Cuando amanecía, la mujer vino y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde estaba su señor, hasta que fue de día. 27 Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino. Y he aquí la mujer, su concubina, estaba tendida delante de la puerta de la casa, con sus manos sobre el umbral.
28 Él le dijo:
—Levántate y vámonos.
Pero no hubo respuesta. Entonces el hombre la cargó sobre el asno, se puso en camino y se fue a su pueblo. 29 Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo, y sujetando firmemente a su concubina, la desmembró en doce pedazos y los envió por todo el territorio de Israel. 30 Y sucedió que todo el que lo veía, decía:
—¡Jamás se ha hecho ni visto cosa semejante, desde el día en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta el día de hoy! ¡Considérenlo, deliberen y hablen!
Condenación del crimen de Gabaa
20 Entonces todos los hijos de Israel salieron, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad, y la asamblea acudió como un solo hombre al SEÑOR en Mizpa. 2 Los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, estaban presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de infantería que sacaban espada. 3 Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Entonces dijeron los hijos de Israel:
—Digan cómo fue cometido este crimen.
4 El levita, marido de la mujer asesinada, respondió y dijo:
—Yo llegué con mi concubina a Gabaa de Benjamín para pasar la noche. 5 Entonces se levantaron contra mí los hombres de Gabaa y rodearon la casa por causa mía, por la noche, con la idea de matarme. Violaron a mi concubina de tal manera que ella murió. 6 Después sujeté a mi concubina, la corté en pedazos y los envié por todo el territorio de la heredad de Israel, por cuanto habían cometido una infamia y una vileza en Israel. 7 He aquí, todos ustedes, oh hijos de Israel, den aquí su parecer y consejo.
8 Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levantó y dijo:
—¡Ninguno de nosotros irá a su morada ni nadie regresará a su casa! 9 Y ahora, esto es lo que haremos a Gabaa: Subiremos[l] por sorteo contra ella. 10 De todas las tribus de Israel tomaremos diez hombres de cada cien y cien de cada mil y mil de cada diez mil, que lleven provisiones al pueblo, para que yendo a Gabaa de Benjamín, le hagan conforme a toda la vileza que ha cometido en Israel.
Benjamín en pie de guerra
11 Todos los hombres de Israel se juntaron contra la ciudad, unidos como un solo hombre. 12 Y las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo:
—¿Qué crimen es este que se ha cometido entre ustedes? 13 Ahora pues, entreguen a esos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos y extirpemos el mal de en medio de Israel.
Pero los hijos de Benjamín no quisieron escuchar la voz de sus hermanos, los hijos de Israel. 14 Más bien, los hijos de Benjamín vinieron de sus ciudades y se reunieron en Gabaa para salir a la guerra contra los hijos de Israel. 15 Aquel día fueron contados los hijos de Benjamín: veintiséis mil hombres de las ciudades que sacaban espada, sin contar a los habitantes de Gabaa, que fueron setecientos hombres escogidos. 16 Entre toda aquella gente había setecientos hombres escogidos que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no fallaban.
Guerra de exterminio contra Benjamín
17 Fueron contados los hombres de Israel, excluyendo a los de Benjamín: cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos hombres de guerra. 18 Luego se levantaron los hijos de Israel, subieron a Betel y consultaron a Dios diciendo:
—¿Quién subirá primero por nosotros a la batalla contra los hijos de Benjamín?
Y el SEÑOR respondió:
—Judá subirá primero.
19 Los hijos de Israel se levantaron por la mañana y acamparon frente a Gabaa. 20 Salieron los hijos de Israel a la batalla contra Benjamín. Y los hombres de Israel dispusieron la batalla contra ellos junto a Gabaa. 21 Pero los hijos de Benjamín salieron de Gabaa y aquel día dejaron muertos en tierra a veintidós mil hombres de Israel. 22 Sin embargo, el pueblo se fortaleció, y los hombres de Israel volvieron a disponer la batalla en el mismo lugar donde la habían dispuesto el primer día. 23 Los hijos de Israel subieron y lloraron delante del SEÑOR hasta el atardecer, y consultaron al SEÑOR diciendo:
—¿Volveremos a la batalla contra los hijos de Benjamín, nuestros hermanos?
Y el SEÑOR les respondió:
—Suban contra ellos.
24 El segundo día, los hijos de Israel se acercaron a los hijos de Benjamín. 25 Aquel segundo día los de Benjamín salieron de Gabaa contra ellos y dejaron muertos en tierra a otros dieciocho mil de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.
26 Entonces subieron todos los hijos de Israel y todo el pueblo, y fueron a Betel. Lloraron, permanecieron allí delante del SEÑOR, ayunaron aquel día hasta el atardecer y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante del SEÑOR. 27 Los hijos de Israel consultaron al SEÑOR. (El arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días; 28 y Fineas hijo de Eleazar, hijo de Aarón, servía delante de ella en aquellos días). Ellos preguntaron:
—¿Volveremos a salir a la batalla contra los hijos de Benjamín, nuestros hermanos, o desistiremos?
Y el SEÑOR respondió:
—Suban, porque mañana yo los entregaré en su mano.
29 Entonces Israel puso gente emboscada alrededor de Gabaa. 30 Y el tercer día, cuando los hijos de Israel subieron contra los hijos de Benjamín, dispusieron la batalla frente a Gabaa, como las otras veces. 31 Los hijos de Benjamín salieron para enfrentar al pueblo y fueron alejados de la ciudad. Como las otras veces, comenzaron a matar a algunos de ellos en el campo, por los caminos, uno de los cuales sube a Betel y otro a Gabaa. Habían matado a unos treinta hombres de Israel, 32 y los hijos de Benjamín decían: “¡Son vencidos delante de nosotros, como la primera vez!”. Pero los hijos de Israel habían dicho: “Huiremos y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos”. 33 Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de su lugar, y dispusieron la batalla en Baal-tamar. La gente emboscada de Israel se lanzó desde su lugar, al oeste[m] de Gabaa, 34 y fueron ante Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel.
La batalla comenzó a arreciar, pero ellos no se daban cuenta de que el desastre se les venía encima. 35 El SEÑOR derrotó a Benjamín ante Israel, y los hijos de Israel mataron aquel día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada. 36 Entonces los hijos de Benjamín vieron que estaban derrotados.
Los hombres de Israel habían cedido terreno a Benjamín, porque estaban confiados en la gente emboscada que habían puesto contra Gabaa. 37 La gente de la emboscada se apresuró y acometió contra Gabaa. La gente de la emboscada se desplegó y mató a filo de espada a toda la ciudad. 38 Los hombres de Israel tenían un acuerdo con los de la emboscada: que se hiciera subir una gran columna de humo desde la ciudad.
39 Cuando los hombres de Israel retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a derribar muertos a unos treinta hombres de Israel y decían: “Ciertamente son vencidos delante de nosotros, como en la primera batalla”. 40 Pero cuando la señal, una columna de humo, comenzó a subir de la ciudad, entonces Benjamín miró hacia atrás, y he aquí que el fuego de la ciudad entera subía al cielo. 41 Entonces los hombres de Israel se volvieron, y los de Benjamín se aterrorizaron, porque vieron que el desastre se les había venido encima. 42 Luego volvieron las espaldas ante los hombres de Israel, hacia el camino del desierto. Pero la batalla los alcanzó, y los que venían de las ciudades los destruían en medio de ellos. 43 Así cercaron a los de Benjamín, los persiguieron desde Noja[n], y los acosaron hasta la misma Gabaa por el lado oriental. 44 Cayeron dieciocho mil hombres de Benjamín, todos ellos hombres de valor.
45 Entonces se dirigieron hacia el desierto, y huyeron a la peña de Rimón; y fueron muertos otros cinco mil hombres en los caminos. Continuaron acosándolos hasta Gidom y mataron a otros dos mil hombres de ellos. 46 Y todos los que cayeron de Benjamín aquel día fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos hombres de valor. 47 Pero seiscientos hombres se dirigieron al desierto y huyeron a la peña de Rimón, y permanecieron en la peña de Rimón durante cuatro meses. 48 Los hombres de Israel se volvieron contra los hijos de Benjamín y en las ciudades hirieron a filo de espada tanto a hombres como animales, y todo lo que fue hallado. Asimismo, prendieron fuego a todas las ciudades que hallaron.
Israel llora por Benjamín
21 Los hombres de Israel habían jurado en Mizpa, diciendo: “Ninguno de nosotros dará su hija por mujer a los de Benjamín”. 2 Entonces el pueblo fue a Betel, y ellos permanecieron allí, delante de Dios hasta el atardecer. Y alzando su voz lloraron amargamente y dijeron:
3 —Oh SEÑOR Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy una tribu de Israel?
4 Al día siguiente, el pueblo se levantó muy de mañana. Edificaron allí un altar, y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz. 5 Y los hijos de Israel dijeron:
—¿Quién de entre todas las tribus de Israel no ha venido a la congregación, al SEÑOR?
Porque se había hecho un juramento solemne contra quien no subiera ante el SEÑOR en Mizpa, diciendo: “Morirá irremisiblemente”.
Mujeres para los sobrevivientes
6 Los hijos de Israel se lamentaban por causa de Benjamín su hermano, y decían:
—¡Una tribu ha sido cortada hoy de Israel! 7 ¿Qué haremos en cuanto a conseguir mujeres para los que han quedado? Porque nosotros hemos jurado por el SEÑOR que no les daremos por mujeres a nuestras hijas. 8 —Y añadieron—: ¿Hay alguno de entre las tribus de Israel que no haya subido al SEÑOR, en Mizpa?
Y he aquí, hallaron que ninguno de Jabes, en Galaad, había ido al campamento, a la congregación. 9 Cuando el pueblo fue contado, he aquí que no había allí ningún hombre de los habitantes de Jabes, en Galaad. 10 Entonces la asamblea envió allá a doce mil hombres de los valientes. Y les mandaron diciendo:
—Vayan y maten a filo de espada a los habitantes de Jabes, en Galaad, con las mujeres y los niños. 11 Esto es lo que han de hacer: Eliminarán a todo hombre, y a toda mujer que haya tenido unión sexual con varón.
12 Entre los habitantes de Jabes, en Galaad, hallaron a cuatrocientas muchachas vírgenes, que no habían tenido unión sexual con varón; y las llevaron al campamento en Silo, en tierra de Canaán.
13 Entonces toda la asamblea envió un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón y les proclamaron la paz. 14 En aquel tiempo volvieron los de Benjamín, y les dieron por mujeres a las que habían conservado vivas de las mujeres de Jabes, en Galaad. Pero estas no fueron suficientes para ellos.
15 El pueblo se lamentaba por causa de Benjamín, porque el SEÑOR había abierto una brecha en las tribus de Israel. 16 Entonces los ancianos de la asamblea dijeron:
—¿Qué haremos en cuanto a conseguir mujeres para los que han quedado? Porque las mujeres de Benjamín han sido exterminadas. 17 —Y dijeron—: Lo que era de Benjamín sea herencia de sus sobrevivientes, para que no sea exterminada una tribu de Israel. 18 Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas.
Porque los hijos de Israel habían jurado diciendo: “¡Maldito el que dé mujer a los de Benjamín!”. 19 Y dijeron:
—He aquí que cada año hay fiesta del SEÑOR en Silo.
Silo está al norte de Betel, al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem y al sur de Lebona. 20 Y mandaron a los hijos de Benjamín, diciendo:
—Vayan y pongan emboscada en las viñas. 21 Miren; y he aquí que cuando las jóvenes de Silo salgan a bailar en círculos, ustedes saldrán de las viñas y arrebatarán cada uno una mujer para sí de las jóvenes de Silo, y se irán a la tierra de Benjamín. 22 Y sucederá que cuando sus padres o sus hermanos vengan a pleito ante nosotros, les diremos: “Hágannos el favor de concedérnoslas, porque nosotros no conseguimos en la guerra mujeres para todos ellos. Además, ustedes no son culpables, porque no se las han dado”.
23 Los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron mujeres, una cada uno, raptándolas de entre las que danzaban. Después se fueron, volvieron a sus heredades, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas. 24 También los hijos de Israel partieron de allí, cada uno a su tribu o clan y se fueron de allí, cada uno a su heredad.
25 En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
Amarga historia de Noemí
1 Aconteció en los días en que gobernaban los jueces que hubo hambre en el país. Entonces un hombre de Belén de Judá fue a vivir en los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos. 2 El nombre de aquel hombre era Elimelec; el nombre de su mujer era Noemí, y los nombres de sus dos hijos eran Majlón y Quelión. Ellos eran efrateos de Belén de Judá.
Llegaron a los campos de Moab y se quedaron allí. 3 Pero Elimelec, marido de Noemí, murió; y ella quedó con sus dos hijos, 4 los cuales tomaron para sí mujeres moabitas. El nombre de la una era Orfa; y el de la otra, Rut. Habitaron allí unos diez años. 5 Y murieron también los dos, Majlón y Quelión, quedando la mujer sin sus dos hijos y sin su marido.
Rut opta por el pueblo de Dios
6 Entonces Noemí se levantó con sus nueras para regresar de los campos de Moab, porque oyó allí que el SEÑOR había visitado a su pueblo para darles pan. 7 Salió con sus dos nueras del lugar donde estaba, y emprendieron el camino para regresar a la tierra de Judá. 8 Entonces Noemí dijo a sus dos nueras:
—Vayan y regresen cada una a la casa de su madre. Que el SEÑOR haga misericordia con ustedes, como la han hecho ustedes con los difuntos y conmigo. 9 El SEÑOR les conceda hallar descanso cada una en la casa de su marido.
Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron. 10 Y le dijeron:
—Ciertamente nosotras volveremos contigo a tu pueblo.
11 Y Noemí respondió:
—Vuélvanse, hijas mías. ¿Para qué han de venir conmigo? ¿Acaso tengo más hijos en el vientre que puedan ser sus maridos? 12 Vuélvanse, hijas mías, vayan; porque yo ya soy demasiado vieja para tener marido. Aunque dijera que tengo esperanza, y si esta noche yo tuviera marido y aun diera a luz hijos, 13 ¿esperarían ustedes hasta que crecieran? ¿Han de quedarse sin casar por causa de ellos? No, hijas mías, mi amargura es mayor que la de ustedes, porque la mano del SEÑOR se ha levantado contra mí.
14 Entonces ellas, alzando su voz, lloraron otra vez. Luego Orfa besó[o] a su suegra, pero Rut se quedó con ella. 15 Noemí le dijo:
—He aquí, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete tú tras ella.
16 Pero Rut respondió:
—No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. 17 Donde tú mueras, yo moriré; y allí seré sepultada. Así me haga el SEÑOR y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre tú y yo.
18 Viendo Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no le dijo nada más.
Amargo retorno a Belén
19 Caminaron ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió a causa de ellas. Y decían:
—¿No es esta Noemí?
20 Y ella les respondía:
—No me llamen Noemí[p]; llámenme Mara[q], porque el Todopoderoso ha hecho muy amarga mi vida. 21 Yo me fui llena, pero el SEÑOR me ha hecho volver vacía. ¿Por qué, pues, me llaman Noemí[r], ya que el SEÑOR me ha afligido[s] y el Todopoderoso me ha abatido?
22 Así volvió Noemí con su nuera, Rut la moabita. Volvieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
El encuentro de Rut con Boaz
2 Noemí tenía un pariente de su marido, un hombre de buena posición de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Boaz. 2 Y Rut la moabita dijo a Noemí:
—Permíteme ir al campo para recoger espigas tras aquel ante cuyos ojos yo halle gracia.
Y ella le respondió:
—Ve, hija mía.
3 Ella fue y al llegar espigó en el campo tras los segadores. Y dio la casualidad de que la parcela del campo pertenecía a Boaz, que era de la familia de Elimelec. 4 Y he aquí que Boaz llegó de Belén y dijo a los segadores:
—¡El SEÑOR sea con ustedes!
Ellos le respondieron:
—¡El SEÑOR te bendiga!
5 Y Boaz preguntó a su criado encargado de los segadores:
—¿De quién es esa joven?
6 El criado encargado de los segadores le respondió diciendo:
—Ella es la joven moabita que ha vuelto con Noemí de los campos de Moab. 7 Me ha dicho: “Permite que yo espigue y recoja entre las gavillas detrás de los segadores”. Ella vino y ha estado desde la mañana hasta ahora. No[t]ha vuelto a casa ni por un momento.
8 Entonces Boaz dijo a Rut:
—Escucha, hija mía: No vayas a espigar a otro campo ni te alejes de aquí. Aquí estarás junto con mis criadas. 9 Mira bien el campo donde siegan y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Cuando tengas sed, ve a los depósitos y bebe del agua que sacan los criados.
10 Ella se postró sobre su rostro, se inclinó a tierra y le dijo:
—¿Por qué he hallado gracia ante tus ojos para que tú te hayas fijado en mí, siendo yo una extranjera?
11 Boaz le respondió diciendo:
—Ciertamente me han contado todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu marido, y que has dejado a tu padre, a tu madre y la tierra donde has nacido, y has venido a un pueblo que no conociste previamente. 12 ¡Que el SEÑOR premie tu acción! Que tu recompensa sea completa de parte del SEÑOR Dios de Israel, ya que has venido a refugiarte bajo sus alas.
13 Ella dijo:
—Señor mío, halle yo gracia ante tus ojos porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque yo no soy ni como una de tus criadas.
14 Boaz le dijo a la hora de la comida:
—Acércate aquí, come pan y moja tu bocado en el vinagre.
Entonces ella se sentó junto a los segadores, y él le dio grano tostado. Ella comió hasta que se sació y le sobró. 15 Cuando ella se levantó para espigar, Boaz mandó a sus criados, diciendo:
—Que recoja espigas también entre las gavillas, y no la avergüencen. 16 Más bien, saquen para ella de los manojos y dejen que las recoja, y no la reprendan.
Rut y Noemí hablan de Boaz
17 Rut espigó en el campo hasta el atardecer y desgranó lo que había espigado, y he aquí que había como veinte kilos de cebada. 18 Lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. También sacó lo que le había sobrado de la comida después de haberse saciado, y se lo dio. 19 Entonces su suegra le preguntó:
—¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que se haya fijado en ti!
Ella contó a su suegra con quién había trabajado y dijo:
—El hombre con quien he trabajado hoy se llama Boaz.
20 Y Noemí dijo a su nuera:
—¡Sea él bendito del SEÑOR, pues no ha rehusado su bondad ni a los vivos ni a los que han muerto! —Noemí le dijo después—: Aquel hombre es nuestro familiar. Él es uno de los parientes que nos pueden redimir[u].
21 Rut la moabita dijo:
—Además de esto, me ha dicho: “Permanece con mis criadas hasta que hayan acabado toda mi siega”.
22 Noemí respondió a Rut su nuera:
—Está bien, hija mía, que salgas con sus criadas, para que no te vayan a molestar en otro campo.
23 Estuvo, pues, junto con las criadas de Boaz espigando hasta que terminó la siega de la cebada y la siega del trigo. Y ella vivía con su suegra.
3 Entonces le dijo Noemí su suegra:
—Hija mía, ¿no habré de buscar para ti un hogar para que te vaya bien? 2 Y ahora, ¿acaso Boaz, con cuyas criadas has estado, no es nuestro pariente? He aquí que esta noche él aventará la cebada en la era. 3 Lávate, perfúmate, ponte tu vestido y baja a la era. Pero no te des a conocer al hombre, hasta que él haya acabado de comer y de beber. 4 Cuando él se acueste, observa el lugar donde se acuesta y anda, destapa un sitio a sus pies y acuéstate allí. Y él te dirá lo que debes hacer.
5 Y ella le respondió:
—Haré todo lo que me dices.
Rut conquista el corazón de Boaz
6 Entonces Rut bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado. 7 Cuando Boaz había comido y bebido, y su corazón estaba contento, se retiró a dormir a un lado del montón de grano. Entonces ella fue silenciosamente, destapó un sitio a sus pies y se acostó. 8 Y sucedió que a la medianoche Boaz se estremeció y se dio vuelta. ¡Y he aquí que una mujer estaba acostada a sus pies! 9 Entonces él le preguntó:
—¿Quién eres tú?
Y ella respondió:
—Yo soy Rut, tu sierva. Extiende tus alas[v] sobre tu sierva, porque tú eres pariente redentor.
10 Él dijo:
—El SEÑOR te bendiga, hija mía. Esta última acción tuya es mejor que la primera, porque no has ido tras los jóvenes, sean pobres o ricos. 11 Ahora pues, no temas, hija mía. Yo haré por ti todo lo que tú digas, pues todos en mi ciudad saben que tú eres una mujer virtuosa. 12 Ahora bien, aunque es cierto que yo soy pariente redentor, hay otro pariente redentor más cercano que yo. 13 Pasa la noche y cuando sea de día, si él te redime, está bien; que te redima. Pero si él no te quiere redimir, ¡vive el SEÑOR, que yo te redimiré! Acuéstate hasta la mañana.
14 Así durmió a sus pies hasta la mañana, pero se levantó antes que nadie pudiera distinguir a su compañero. Porque él dijo:
—Que no se sepa que una mujer ha venido a la era. 15 —También le dijo—: Dame el manto que está sobre ti y sostenlo.
Ella lo sostuvo, y él midió cuarenta kilos[w]de cebada y las puso sobre ella. Entonces ella[x] se fue a la ciudad. 16 Y cuando vino a su suegra, esta le preguntó:
—¿Qué sucedió, hija mía?
Ella le declaró todo lo que el hombre había hecho por ella. 17 Y añadió:
—Me dio estos cuarenta kilos de cebada, diciendo: “Para que no vayas a tu suegra con las manos vacías”.
18 Entonces Noemí dijo:
—Descansa, hija mía, hasta que sepas cómo resulta la cosa. Porque el hombre no tendrá sosiego hasta que concluya hoy mismo el asunto.
Boaz se casa con Rut
4 Boaz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Y he aquí que pasaba por allí aquel pariente redentor del cual había hablado Boaz, y este le dijo:
—¡Eh, Fulano! ¡Ven acá y siéntate!
Él fue y se sentó. 2 Entonces Boaz tomó a diez hombres de los ancianos de la ciudad y les dijo:
—Siéntense aquí.
Y ellos se sentaron. 3 Entonces dijo al pariente redentor:
—Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab, vende la parte del campo que tuvo nuestro hermano Elimelec. 4 Yo pensé hacértelo saber y decirte que la adquieras, en presencia de los que están sentados aquí y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimir, redime. Si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que pueda redimir excepto tú, y yo después de ti.
Él le respondió:
—Yo redimiré.
5 Entonces Boaz dijo:
—El mismo día que adquieras el campo de manos de Noemí, deberás también adquirir a Rut[y] la moabita, mujer del difunto, para restaurar el nombre del difunto a su heredad.
6 Entonces el pariente redentor respondió:
—No puedo redimir para mí, no sea que perjudique mi propia heredad. Redime tú para ti lo que yo debería redimir porque yo no puedo redimirlo.
7 Había desde antaño la costumbre en Israel, tocante a la redención y las transacciones, que para dar vigencia a cualquier asunto uno se quitaba la sandalia y la daba al otro. Y esto servía de testimonio en Israel. 8 Y el pariente redentor dijo a Boaz:
—Adquiérelo tú.
Luego se quitó la sandalia.
9 Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todo el pueblo:
—Ustedes son testigos hoy de que adquiero de mano de Noemí todas las cosas que pertenecieron a Elimelec y todo lo de Quelión y de Majlón, 10 y de que también adquiero, para que sea mi mujer, a Rut la moabita, que fuera mujer de Majlón, para restaurar el nombre del difunto a su heredad, a fin de que el nombre del difunto no se borre de entre sus hermanos ni de la puerta de su ciudad. Ustedes son testigos hoy.
11 Todos los del pueblo que estaban presentes en la puerta con los ancianos dijeron:
—Somos testigos. El SEÑOR haga a la mujer que entra en tu casa, como a Raquel y a Lea, quienes juntas edificaron la casa de Israel. ¡Que te hagas poderoso en Efrata y tengas renombre en Belén! 12 Con los descendientes que el SEÑOR te dé por medio de esta joven, sea tu casa como la casa de Fares, el cual Tamar dio a Judá.
Dulce final de la historia
13 Boaz tomó a Rut y ella fue su mujer. Él se unió a ella, y el SEÑOR le concedió que concibiera y diera a luz un hijo. 14 Entonces las mujeres decían a Noemí:
—¡Alabado sea el SEÑOR, que hizo que no te faltara hoy un pariente redentor! ¡Que su nombre sea celebrado en Israel! 15 Él restaurará tu vida y sustentará tu vejez porque tu nuera, que te ama y te es mejor que siete hijos, lo ha dado a luz.
16 Noemí tomó al niño, lo puso en su seno y fue su ama. 17 Y las vecinas le dieron nombre diciendo:
—¡Un hijo le ha nacido a Noemí!
Y le pusieron por nombre Obed[z]. Él fue el padre de Isaí, padre de David.
18 Esta es la historia de los descendientes de Fares: Fares engendró a Hesrón. 19 Hesrón engendró a Aram[aa]. Aram engendró a Aminadab. 20 Aminadab engendró a Najsón. Najsón engendró a Salmón. 21 Salmón engendró a Boaz. Boaz engendró a Obed. 22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
Ana ora pidiendo un hijo
1 Había un hombre de Ramataim-zofim, de la región montañosa de Efraín, el cual se llamaba Elcana. Era hijo de Jerojam, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Zuf el efrateo. 2 Y tenía dos mujeres: Una se llamaba Ana y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no los tenía.
3 Aquel hombre subía año tras año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al SEÑOR de los Ejércitos en Silo. Allí estaban los dos hijos de Elí: Ofni y Fineas, sacerdotes del SEÑOR. 4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba porciones a Penina su mujer y a todos sus hijos e hijas. 5 Y aunque a Ana le daba una sola porción, él la amaba[ab], a pesar de que el SEÑOR había cerrado su matriz. 6 Pero su rival la irritaba continuamente para humillarla, porque el SEÑOR había cerrado su matriz. 7 Así hacía cada año, cuando subía a la casa del SEÑOR; ella la irritaba, por lo cual Ana lloraba y no comía. 8 Y Elcana su marido le dijo:
—Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué está afligido tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?
9 Después de haber comido y bebido en Silo, Ana se levantó; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto al poste de la puerta del templo del SEÑOR, 10 ella oró al SEÑOR con amargura de alma y lloró mucho. 11 E hizo un voto diciendo:
—Oh SEÑOR de los Ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que le das un hijo varón, entonces yo lo dedicaré al SEÑOR por todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12 Sucedió que mientras ella oraba largamente delante del SEÑOR, Elí observaba la boca de ella. 13 Ana hablaba en su corazón; solo se movían sus labios, pero no se oía su voz. Elí creyó que ella estaba ebria. 14 Y le preguntó Elí:
—¿Hasta cuándo vas a estar ebria? ¡Aparta de ti el vino!
15 Ana respondió y dijo:
—No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del SEÑOR. 16 No pienses que tu sierva es una mujer impía. Es por mi gran congoja y por mi aflicción que he hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y le dijo:
—Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho.
18 Ella dijo:
—Que tu sierva halle gracia ante tus ojos.
La mujer siguió su camino. Después comió y no estuvo más triste.
Nacimiento y dedicación de Samuel
19 Se levantaron de madrugada y adoraron delante del SEÑOR. Y volviéndose, llegaron a su casa en Ramá. Elcana conoció a Ana su mujer, y el SEÑOR se acordó de ella. 20 Y sucedió que a su debido tiempo, Ana concibió y dio a luz un hijo. Y le puso por nombre Samuel[ac], diciendo: “Porque se lo pedí al SEÑOR”.
21 Después aquel hombre, Elcana, subió con toda su familia, para ofrecer al SEÑOR el sacrificio anual y cumplir su voto. 22 Pero Ana no fue, sino que dijo a su marido:
—Tan pronto como el niño sea destetado, lo llevaré para que sea presentado ante el SEÑOR y se quede allí para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió:
—Haz lo que te parezca bien; quédate hasta que lo destetes. ¡Solo que el SEÑOR cumpla la palabra que sale de tu boca![ad].
Así que la mujer se quedó y amamantó a su hijo hasta que lo destetó. 24 Y después de haberlo destetado, lo llevó consigo y lo trajo a la casa del SEÑOR en Silo, junto con un toro de tres años[ae], veinte kilos de harina y una vasija de vino. El niño era pequeño.
25 Después de degollar el toro llevaron el niño a Elí. 26 Y ella dijo:
—¡Oh señor mío! Vive tu alma, oh señor mío, que yo soy aquella mujer que estuvo de pie aquí, junto a ti, orando al SEÑOR. 27 Por este niño oraba, y el SEÑOR me ha concedido lo que le pedí. 28 Por eso yo también lo dedico al SEÑOR; y estará dedicado al SEÑOR todos los días de su vida.
Y adoraron[af] allí al SEÑOR.
Oración de Ana al dedicar a Samuel
2 Entonces Ana oró y dijo:
“Mi corazón se regocija en el SEÑOR;
mi poder se enaltece en el SEÑOR. Mi boca se ensancha
contra mis enemigos,
porque me he alegrado en tu salvación.
2 “No hay santo como el SEÑOR, porque no hay ninguno aparte de ti;
no hay roca[ag] como nuestro Dios.
3 No multipliquen palabras altaneras; cesen en su boca las palabras insolentes. Porque el SEÑOR es un Dios
de todo saber;
por él son examinadas las acciones.
4 “Los arcos de los fuertes son quebrados, pero los que tropiezan se ciñen de poder.
5 Los que estaban saciados
se alquilan por comida,
pero los que estaban hambrientos dejan de estarlo.
Aun la que era estéril da a luz siete hijos, pero la que tenía muchos hijos languidece.
6 “El SEÑOR hace morir y hace vivir.
Él hace descender al Seol y hace subir.
7 El SEÑOR hace empobrecer
y hace enriquecer.
Él humilla y enaltece.
8 Él levanta del polvo al pobre,
y al necesitado enaltece desde la basura, para hacerlo sentar con los nobles
y hacerlo poseer un trono glorioso. Porque del SEÑOR son
las columnas de la tierra,
y sobre ellas asentó el mundo.
9 “Él guarda los pies de sus fieles, pero los impíos perecen en las tinieblas; porque nadie triunfará por
su propia fuerza.
10 El SEÑOR quebrantará
a sus adversarios[ah];
contra ellos[ai] tronará desde los cielos.
El SEÑOR juzgará los confines
de la tierra.
Él dará fortaleza a su rey
y enaltecerá el poder de su ungido”.
11 Después, Elcana regresó a su casa en Ramá, pero el niño servía al SEÑOR delante del sacerdote Elí.
Conducta de los hijos de Elí y de Samuel
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, que no tenían conocimiento del SEÑOR. 13 Los sacerdotes acostumbraban a proceder con el pueblo de esta manera: Cuando alguno ofrecía un sacrificio, y mientras era cocida la carne, el criado del sacerdote iba con un tenedor de tres dientes en su mano, 14 y lo metía en el perol, en el caldero, en la olla o en la marmita. Y todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote lo tomaba para sí[aj]. Esto hacían con todo israelita que iba allí a Silo. 15 Asimismo, el criado del sacerdote iba, aun antes que quemaran el sebo, y decía al que sacrificaba: “Da al sacerdote carne para asar, porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda”. 16 Si el hombre le respondía: “Deja que primero hagan arder el sebo, y después toma todo lo que te apetezca”, él decía: “No, dámela ahora mismo; de lo contrario, la tomaré por la fuerza”.
17 El pecado de los jóvenes era muy grande delante del SEÑOR, porque los hombres trataban con irreverencia las ofrendas del SEÑOR.
18 El niño Samuel servía delante del SEÑOR, vestido con un efod de lino. 19 Su madre le hacía año tras año una túnica pequeña, y se la llevaba cuando iba con su marido para ofrecer el sacrificio anual. 20 Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer diciendo: “El SEÑOR te dé hijos de esta mujer, en lugar de este que ella pidió al SEÑOR”. Y regresaban a su casa.
21 El SEÑOR visitó a Ana con su favor, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante del SEÑOR.
22 Elí ya era muy anciano y oía todo lo que hacían sus hijos a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo de reunión. 23 Él les preguntó:
—¿Por qué hacen semejantes cosas? Yo oigo de todo este pueblo acerca de sus malas acciones. 24 No, hijos míos, no es bueno el rumor que oigo y que el pueblo del SEÑOR difunde. 25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios intercederá por él; pero si alguno peca contra el SEÑOR, ¿quién intercederá por él?
Sin embargo, ellos no escucharon la voz de su padre, porque el SEÑOR quería hacerlos morir. 26 Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.
Profecía contra la casa de Elí
27 Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: “Así dice el SEÑOR: ‘Yo me manifesté[ak] claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto al servicio de la casa del faraón. 28 Yo lo escogí como sacerdote mío entre todas las tribus de Israel, para que subiera a mi altar, quemara el incienso y llevara el efod[al] en mi presencia. Yo he dado a la casa de tu padre todas las ofrendas quemadas de los hijos de Israel. 29 ¿Por qué han desdeñado mis sacrificios y mis ofrendas que mandé ofrecer en mi morada? Has honrado a tus hijos más que a mí, y los has engordado con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel’.
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