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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Samuel 12:11-22:18

11 Así ha dicho el SEÑOR: He aquí yo levantaré contra ti el mal en tu propia casa. Ante tus propios ojos tomaré tus mujeres y las daré a tu prójimo, el cual se acostará con tus mujeres a la luz del sol. 12 Ciertamente tú lo hiciste en secreto, pero yo haré esto ante todo Israel y en pleno día”.

13 David respondió a Natán:

—He pecado contra el SEÑOR.

Y Natán dijo a David:

—El SEÑOR también ha perdonado tu pecado; no morirás. 14 Pero como en este asunto has hecho blasfemar a los enemigos del SEÑOR, el hijo que te ha nacido morirá irremisiblemente.

15 Después Natán regresó a su casa.

Muerte del primer hijo de Betsabé

Entonces el SEÑOR hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó de gravedad. 16 David rogó a Dios por el niño. David ayunó, entró y pasó la noche acostado en el suelo. 17 Los ancianos de su casa fueron a él[a] para hacer que se levantara del suelo, pero él no quiso ni tampoco tomó alimentos con ellos.

18 Sucedió que al séptimo día murió el niño. Y los siervos de David temían informarle que el niño había muerto, pues pensaban así: “He aquí que cuando el niño todavía vivía, le hablábamos, y él no quería escuchar nuestra voz. ¿Cómo vamos a decirle que el niño ha muerto? ¡Puede hacer algo malo!”. 19 Pero David, al ver que sus siervos susurraban entre sí, entendió que el niño había muerto. Entonces David preguntó a sus siervos:

—¿Ha muerto el niño?

Ellos respondieron:

—Ha muerto.

20 Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se ungió, se cambió de ropa, entró en la casa del SEÑOR y adoró. Después fue a su casa y pidió alimentos. Le sirvieron comida, y comió.

21 Sus siervos le preguntaron:

—¿Qué es esto que has hecho? Mientras el niño vivía, ayunabas y llorabas; pero ahora que ha muerto, te levantas y comes.

22 Él respondió:

—Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba pensando: “Quién sabe si el SEÑOR tendrá compasión de mí, y el niño vivirá”. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerlo volver? ¡Yo iré a él, pero él no volverá a mí!

Nacimiento de Salomón

24 David consoló a Betsabé su mujer. Y fue a ella y se acostó con ella. Ella dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón[b]. El SEÑOR amaba al niño, 25 y envió un mensaje por medio del profeta Natán, quien llamó su nombre Yedidías[c], a causa del SEÑOR.

David captura Rabat-amón

26 Joab estaba combatiendo contra Rabá de los hijos de Amón, y tomó la ciudad real. 27 Entonces Joab envió mensajeros a David diciendo: “He combatido contra Rabá y también he tomado el barrio de las Aguas. 28 Ahora pues, reúne al resto del pueblo, acampa contra la ciudad y tómala tú; no sea que, tomándola yo, sea llamada por mi nombre”. 29 David reunió a todo el pueblo, fue a Rabá, combatió contra ella y la tomó. 30 Entonces tomó la corona de la cabeza de su rey, la cual pesaba treinta y tres kilos de oro y tenía piedras preciosas. Y fue puesta sobre la cabeza de David. También sacó mucho botín de la ciudad. 31 A la gente que estaba en ella la sacó y la puso a trabajar con sierras, trillos de hierro y hachas de hierro. También la hizo trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los hijos de Amón. Luego David regresó con todo el pueblo a Jerusalén.

Amnón viola a su hermana Tamar

13 Absalón hijo de David tenía una hermana hermosa que se llamaba Tamar. Y aconteció después de esto que Amnón hijo de David se enamoró de ella. Amnón estaba angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana; porque siendo ella virgen, le parecía a Amnón difícil hacerle algo. Pero Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab hijo de Simea, hermano de David. Jonadab era un hombre muy astuto. Y le preguntó:

—Oh hijo del rey, ¿por qué vas enflaqueciendo así de día en día? ¿No me lo contarás a mí?

Amnón le respondió:

—Estoy enamorado de Tamar, hermana de Absalón, mi hermano.

Y Jonadab le dijo:

—Acuéstate en tu cama y finge estar enfermo. Cuando tu padre venga a verte, dile: “Te ruego que venga mi hermana Tamar para que me dé de comer. Que ella prepare delante de mí una comida, de modo que yo la vea y la coma de su mano”.

Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Entonces el rey fue para verlo y Amnón le dijo:

—Te ruego que venga mi hermana Tamar y haga delante de mí dos pasteles, para que yo los coma de su mano.

Entonces David envió a Tamar a su casa, diciendo:

—Ve, por favor, a la casa de tu hermano Amnón y prepárale una comida.

Tamar fue a la casa de su hermano Amnón, quien se encontraba acostado. Tomó masa, la amasó, hizo los pasteles delante de él y los coció. Luego tomó la sartén y los sirvió delante de él. Pero Amnón no quiso comer. Y Amnón dijo:

—¡Hagan salir a todos de aquí!

Y salieron todos de allí. 10 Entonces Amnón dijo a Tamar:

—Trae la comida al dormitorio para que yo la coma de tu mano.

Tamar tomó los pasteles que había cocido y los llevó a su hermano Amnón, al dormitorio. 11 Cuando ella se los puso delante para que él comiera, él asió de ella y le dijo:

—Ven, acuéstate conmigo, hermana mía.

12 Ella le respondió:

—¡No, hermano mío! ¡No me fuerces, porque no se debe hacer esto en Israel! ¡No hagas tal vileza! 13 Porque, ¿adónde iría yo con mi deshonra? Tú mismo serías considerado como uno de los hombres viles en Israel. Ahora pues, habla al rey, y él no rehusará darme a ti.

14 Pero él no la quiso escuchar; sino que, siendo más fuerte que ella, la forzó y se acostó con ella. 15 Luego la odió Amnón con tal odio, que el odio con que la odió fue mayor que el amor con que la había amado. Y Amnón le dijo:

—¡Levántate; vete!

16 Ella respondió:

—¡No! Porque este mal de echarme es mayor que el otro que me has hecho.

Pero él no la quiso escuchar. 17 Más bien, llamó a su criado que le servía y le dijo:

—¡Echa a esta fuera de aquí, y pon el cerrojo a la puerta tras ella!

18 Ella estaba vestida con una túnica de diversos colores, porque así solían vestir las hijas vírgenes del rey. Y su criado la echó fuera y puso el cerrojo a la puerta tras ella. 19 Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, rasgó su túnica de diversos colores que llevaba, puso las manos sobre su cabeza y se fue gritando.

20 Su hermano Absalón le preguntó:

—¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Calla, pues, ahora, hermana mía. Tu hermano es; no tomes tan a pecho este asunto.

Entonces Tamar se quedó desolada en la casa de su hermano Absalón. 21 Cuando el rey David oyó todo esto, se enojó mucho. 22 Pero Absalón no habló con Amnón ni para mal ni para bien, pues Absalón odiaba a Amnón por haber violado a su hermana Tamar.

Absalón venga la deshonra de Tamar

23 Después de dos años aconteció que Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín, e invitó Absalón a todos los hijos del rey. 24 Y Absalón fue al rey y le dijo:

—He aquí que tu siervo tiene esquiladores. Por favor, que el rey y sus servidores vengan con tu siervo.

25 El rey respondió a Absalón:

—No, hijo mío. No iremos todos, para que no te seamos una carga pesada.

Aunque le insistió[d], él no quiso ir, pero lo bendijo. 26 Entonces dijo Absalón:

—Si no, por favor, que venga con nosotros mi hermano Amnón.

El rey le preguntó:

—¿Para qué ha de ir contigo?

27 Como Absalón le insistió[e], dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

28 Absalón había dado órdenes a sus criados diciendo: “Miren; cuando el corazón de Amnón esté eufórico por el vino y yo les diga: ‘¡Hieran a Amnón!’, entonces mátenlo. No teman. ¿No se los he mandado yo? Esfuércense, pues, y sean valientes”. 29 Los criados de Absalón hicieron con Amnón lo que Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, montó cada uno en su mulo y huyeron.

30 Estando ellos aún en el camino, llegó a David el rumor que decía: “Absalón ha matado a todos los hijos del rey, y no ha quedado ninguno de ellos”.

31 El rey se levantó, rasgó sus vestiduras y se echó en el suelo. Y todos sus servidores que estaban a su lado rasgaron sus vestiduras[f]. 32 Entonces intervino Jonadab hijo de Simea, hermano de David, y dijo:

—No crea mi señor que han matado a todos los jóvenes, hijos del rey. Solo Amnón ha muerto, porque estaba decidido por orden de Absalón desde el día en que Amnón violó a su hermana Tamar. 33 Por eso, no haga caso mi señor el rey del rumor que dice: “Todos los hijos del rey han sido asesinados”. Porque solo Amnón ha muerto.

34 Y Absalón huyó. Entre tanto, el criado que hacía de centinela alzó sus ojos, y he aquí que mucha gente venía por el camino del oeste, por el lado de la colina. 35 Entonces Jonadab dijo al rey:

—¡He aquí que llegan los hijos del rey! Como tu siervo había dicho, así ha sucedido.

36 Y sucedió que cuando él acabó de hablar, he aquí que los hijos del rey llegaron; y alzando la voz, lloraron. También el rey y todos sus servidores lloraron muy amargamente.

Absalón huye a Gesur

37 Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de Amijud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días. 38 Así Absalón huyó y se fue a Gesur, y estuvo allí tres años. 39 Y el rey David se consumía por ver a Absalón, porque ya se había consolado de la muerte de Amnón.

Joab logra el retorno de Absalón

14 Joab, hijo de Sarvia, se dio cuenta de que el corazón del rey se inclinaba por Absalón. Entonces Joab mandó a traer de Tecoa a una mujer sabia, y le dijo:

—Por favor, finge que estás de duelo. Ponte un vestido de luto y no te unjas con aceite; antes bien, aparenta ser una mujer que hace tiempo guarda luto por algún muerto. Luego entra a la presencia del rey y habla con él de esta manera…

Y Joab puso las palabras en su boca. Aquella mujer de Tecoa vino[g] al rey, se postró en tierra sobre su rostro haciendo reverencia y dijo:

—¡Socórreme, oh rey!

El rey le preguntó:

—¿Qué te pasa?

Ella respondió:

—¡Ay de mí! Soy una mujer viuda; mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos. Pero los dos pelearon en el campo, y no habiendo quien los separara, el uno hirió al otro y lo mató. Y he aquí que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: “¡Entrega al que mató a su hermano, para que lo matemos por la vida de su hermano a quien mató, y destruyamos también al heredero!”. ¡Así extinguirán el carbón encendido que me queda, no dejando a mi marido nombre ni descendencia sobre la tierra!

Entonces el rey dijo a la mujer:

—Ve a tu casa, que yo me ocuparé de tu caso.

Y la mujer de Tecoa dijo al rey:

—¡Oh mi señor el rey, sea la culpa sobre mí y sobre mi casa paterna! Pero el rey y su trono sean sin culpa.

10 El rey dijo:

—Al que hable contra ti, tráelo a mí; y no te molestará más.

11 Entonces ella dijo:

—Acuérdate, por favor, oh rey, del SEÑOR tu Dios, para que el vengador de la sangre no siga destruyendo, no sea que destruya a mi hijo.

Él respondió:

—¡Vive el SEÑOR, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de[h] tu hijo!

12 Dijo la mujer:

—Por favor, permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el rey.

Él dijo:

—Habla.

13 Entonces dijo la mujer:

—¿Por qué, pues, piensas de este modo contra el pueblo de Dios? Cuando el rey dice estas palabras, se culpa a sí mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado. 14 A la verdad, todos hemos de morir; somos como el agua derramada en la tierra, que no se puede recoger. Pero Dios no quita la vida, sino que busca la manera de que el desterrado no quede desterrado de él. 15 He venido ahora para decir esto a mi señor el rey, porque el pueblo me ha atemorizado. Pero tu sierva pensó: Hablaré al rey; quizás él haga lo que su sierva le diga. 16 Porque el rey me oirá para librar a su sierva de mano del hombre que busca[i] destruirme a mí juntamente con mi hijo, de la heredad de Dios. 17 Dice, pues, tu sierva: ¡Que sea de alivio la respuesta de mi señor el rey, porque como un ángel de Dios es mi señor el rey para discernir lo bueno y lo malo! ¡Que el SEÑOR tu Dios sea contigo!

18 Entonces el rey respondió y dijo a la mujer:

—Por favor, no me encubras nada de lo que te voy a preguntar.

La mujer dijo:

—Hable mi señor el rey.

19 El rey preguntó:

—¿No está contigo la mano de Joab en todo esto?

La mujer respondió y dijo:

—¡Vive tu alma, oh mi señor el rey! Nadie se podrá desviar ni a la derecha ni a la izquierda de todo lo que habla mi señor el rey. Ciertamente fue Joab tu servidor quien me mandó. Él puso todas estas palabras en boca de tu sierva. 20 Joab, tu servidor, hizo esto para cambiar la situación presente. Pero mi señor es sabio, conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer todo lo que hay en la tierra.

21 Entonces el rey dijo a Joab:

—He aquí, yo concedo esto: Ve y haz volver al joven Absalón.

22 Joab se postró en tierra sobre su rostro, y haciendo reverencia, bendijo al rey. Entonces dijo Joab:

—Hoy ha entendido tu siervo que ha hallado gracia ante tus ojos, oh mi señor el rey, pues el rey ha concedido la petición de su siervo.

23 Entonces Joab se levantó, fue a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo:

—Que se vaya a su casa y no vea mi cara.

Así que Absalón se fue a su casa, y no vio la cara del rey.

Absalón en presencia de David

25 En todo Israel no había un hombre tan alabado por su belleza como Absalón. Desde la planta de su pie hasta su coronilla, no había defecto en él. 26 Cuando se cortaba el cabello (cosa que hacía al final de cada año porque le era pesado, y por ello se lo cortaba), el cabello de su cabeza pesaba dos kilos y medio. 27 A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, que se llamaba Tamar. Ella era una mujer hermosa.

28 Durante dos años estuvo Absalón en Jerusalén y no vio la cara del rey. 29 Y Absalón mandó llamar a Joab para enviarlo al rey, pero Joab no quiso venir a él. Lo mandó llamar por segunda vez, pero él no quiso venir. 30 Entonces Absalón dijo a sus siervos:

—Miren, la parcela de Joab está junto a la mía, y allí él tiene cebada. Vayan y préndanle fuego.

Los siervos de Absalón prendieron fuego a la parcela. 31 Entonces Joab se levantó, fue a la casa de Absalón y le preguntó:

—¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi parcela?

32 Absalón respondió a Joab:

—He aquí, yo envié por ti diciendo: “Ven acá para que te envíe al rey y le digas: ‘¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido quedar aún allá’”. Ahora pues, quiero ver la cara del rey; y si hay culpa en mí, que me haga morir.

33 Joab fue al rey y se lo informó. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey y se postró sobre su rostro en tierra ante él. Y el rey besó a Absalón.

Absalón conspira contra su padre

15 Aconteció después de esto que Absalón consiguió un carro, caballos y cincuenta hombres que corrieran delante de él. Absalón se levantaba muy de mañana y se ponía de pie a un lado del camino que conduce a la puerta de la ciudad, y a todo el que tenía pleito e iba a juicio ante el rey, Absalón lo llamaba y preguntaba:

—¿De qué ciudad eres?

Él respondía:

—Tu siervo es de una de las tribus de Israel…

Entonces Absalón le decía:

—Mira, tu causa es buena y justa. Pero no tienes quién te oiga de parte del rey. —Y añadía Absalón—: ¡Quién me pusiera por juez en el país, para que viniera a mí todo el que tuviera pleito o causa, y yo le haría justicia!

Sucedía que cuando alguno se acercaba para postrarse ante él, este extendía su mano, lo asía y lo besaba. De esta manera hacía Absalón con todos los israelitas que iban al rey para juicio. Así robaba Absalón el corazón de los hombres de Israel.

Aconteció que después de cuatro años[j]Absalón dijo al rey:

—Permíteme ir a Hebrón a cumplir mi voto que hice al SEÑOR. Porque tu siervo hizo un voto cuando estaba en Gesur, en Siria, diciendo: “Si el SEÑOR me hace volver a Jerusalén, yo serviré al SEÑOR”.

El rey le dijo:

—Ve en paz.

Entonces él se levantó y se fue a Hebrón. 10 Pero envió espías por todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando escuchen el sonido de la corneta, dirán: ‘¡Absalón reina en Hebrón!’”.

11 Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén, invitados por él. Ellos fueron inocentemente, sin tener conocimiento de nada. 12 Entonces, mientras ofrecía los sacrificios, Absalón mandó llamar a Ajitofel el gilonita, consejero de David, de Gilo su ciudad. La conspiración se hizo poderosa, y el pueblo que estaba de parte de Absalón seguía aumentando.

David y su séquito huyen de Jerusalén

13 Un mensajero vino a David y dijo:

—¡El corazón de los hombres de Israel se va tras Absalón!

14 Entonces David dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén:

—Levántense, y huyamos, porque no podremos escapar ante Absalón. Dense prisa a partir, no sea que apresurándose nos alcance, eche sobre nosotros el mal y hiera la ciudad a filo de espada.

15 Los servidores del rey le dijeron:

—He aquí que tus siervos estamos listos para todo lo que nuestro señor el rey decida.

16 El rey salió, y lo siguió toda su familia; pero dejó a diez concubinas para que guardaran el palacio. 17 Salió, pues, el rey con toda la gente en pos de él, y se detuvieron en la casa más distante[k]. 18 Todos sus servidores pasaban a su lado, con todos los quereteos y todos los peleteos. Y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido tras él desde Gat, pasaron delante del rey.

19 Entonces el rey dijo a Itai el geteo:

—¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, puesto que tú eres un extranjero y también un desterrado de tu lugar de origen. 20 Viniste solo ayer. ¿Y he de hacer hoy que andes errante por ir con nosotros, mientras yo voy sin rumbo fijo? Vuélvete y haz volver a tus hermanos, y que la misericordia y la verdad sean contigo[l].

21 Pero Itai respondió al rey diciendo:

—¡Vive el SEÑOR y vive mi señor el rey, que sea para muerte o sea para vida, dondequiera esté mi señor el rey, allí estará también tu siervo!

22 Entonces David dijo a Itai:

—Ven, pues, y pasa adelante.

Así pasó Itai el geteo, con todos sus hombres y todos sus pequeños que estaban con él.

23 Todo el mundo lloraba en alta voz, mientras toda la gente cruzaba. También cruzaron el arroyo de Quedrón el rey y toda la gente, rumbo al camino del desierto. 24 Y he aquí que también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Ellos asentaron el arca de Dios, hasta que todo el pueblo terminó de salir de la ciudad. Entonces subió Abiatar.

David envía espías a Jerusalén

25 El rey dijo a Sadoc:

—Haz volver el arca de Dios a la ciudad; pues si hallo gracia ante los ojos del SEÑOR, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada. 26 Pero si dice: “No me agradas”, heme aquí; que él haga de mí lo que le parezca bien. 27 —Además, el rey dijo al sacerdote Sadoc—: ¿No eres tú un vidente? Regresa en paz a la ciudad, y regresen con ustedes sus dos hijos: tu hijo Ajimaas y Jonatán hijo de Abiatar. 28 Miren, yo me detendré en las llanuras[m] del desierto, hasta que venga palabra de parte de ustedes para informarme.

29 Entonces Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí. 30 Pero David subió la cuesta del monte de los Olivos; la subió llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que estaba con él cubrió cada uno su cabeza, y lloraban mientras subían.

31 E informaron a David diciéndole:

—Ajitofel está entre los que han conspirado con Absalón.

Entonces David dijo:

—Frustra, por favor, oh SEÑOR, el consejo de Ajitofel.

32 Sucedió que cuando David llegó a la cumbre del monte donde se solía adorar a Dios, he aquí que Husai el arquita le salió al encuentro, con sus vestiduras rasgadas y tierra sobre su cabeza. 33 Entonces David le dijo:

—Si vienes conmigo, me serás una carga. 34 Pero si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: “Oh rey, yo seré tu siervo; como he sido siervo de tu padre en el pasado, así seré ahora siervo tuyo”, entonces tú frustrarás a mi favor el consejo de Ajitofel. 35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Todo lo que oigas en la casa del rey se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36 He aquí que están allí con ellos sus dos hijos, Ajimaas hijo de Sadoc y Jonatán hijo de Abiatar. Por medio de ellos me enviarán información de todo lo que oigan”.

37 Así Husai, amigo de David, llegó a la ciudad. Y Absalón entró en Jerusalén.

Siba engaña a David

16 Cuando David pasó un poco más allá de la cumbre del monte, he aquí que Siba, criado de Mefiboset, salió a recibirlo con un par de asnos aparejados, llevando doscientos panes, cien tortas de pasas, cien frutas de verano y una tinaja de vino.

El rey preguntó a Siba:

—¿Para qué traes esto?

Siba respondió:

—Los asnos son para que monte la familia del rey; los panes y la fruta, para que coman los jóvenes; y el vino es para que beban los que se cansen en el desierto.

El rey preguntó:

—¿Dónde está el hijo de tu señor?

Siba respondió al rey:

—He aquí que él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: “Hoy la casa de Israel me devolverá el reino de mi padre”.

Entonces el rey dijo a Siba:

—¡He aquí que es tuyo todo lo que pertenece a Mefiboset!

Siba respondió:

—Ante ti me postro; halle yo gracia ante tus ojos, oh mi señor el rey.

Simei maldice a David

Al llegar el rey David a Bajurim, he aquí que salió de allí un hombre de la familia de la casa de Saúl, que se llamaba Simei hijo de Gera. Mientras salía, iba maldiciendo y arrojando piedras a David y a todos los servidores del rey David; pero todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda.

Simei decía maldiciéndolo:

—¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y hombre perverso! El SEÑOR ha hecho recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, en cuyo lugar has reinado. Pero el SEÑOR ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón, y he aquí que estás en desgracia, porque eres un hombre sanguinario.

Entonces Abisai, hijo de Sarvia, preguntó al rey:

—¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? ¡Por favor, déjame pasar, y le cortaré la cabeza!

10 Pero el rey respondió:

—¿Qué tengo yo con ustedes, hijos de Sarvia? Que maldiga; porque si el SEÑOR le ha dicho: “Maldice a David”, ¿quién le dirá: “¿Por qué haces esto?”.

11 Entonces David dijo a Abisai y a todos sus servidores:

—He aquí, mi hijo, que ha salido de mis entrañas, acecha mi vida. ¡Cuánto más ahora uno de Benjamín! Déjenlo que maldiga, porque el SEÑOR se lo ha dicho. 12 Quizás el SEÑOR mirará mi aflicción[n], y me concederá el SEÑOR bienestar a cambio de sus maldiciones del día de hoy.

13 Mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por la ladera del monte y paralelo a él, maldiciéndolo, arrojando piedras frente a él y esparciendo polvo.

14 El rey y todo el pueblo que estaba con él llegaron fatigados, y descansaron allí.

Husai entra al servicio de Absalón

15 Absalón y todo el pueblo, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén; y Ajitofel estaba con él. 16 Sucedió que cuando Husai el arquita, amigo de David, llegó ante Absalón, Husai dijo a Absalón:

—¡Viva el rey! ¡Viva el rey!

17 Absalón preguntó a Husai:

—¿De esta manera expresas tu lealtad para con tu amigo? ¿Por qué no te fuiste con tu amigo?

18 Husai respondió a Absalón:

—No. Yo seré de quien elijan el SEÑOR, este pueblo y todos los hombres de Israel; y con él me quedaré. 19 Además, ¿a quién voy yo a servir? ¿No es a su hijo? Como he servido a tu padre, así te serviré a ti.

Absalón y las concubinas de David

20 Entonces Absalón dijo a Ajitofel:

—Da tu consejo sobre lo que debemos hacer.

21 Y Ajitofel contestó a Absalón:

—Únete a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar el palacio. Todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho odioso a tu padre, y se fortalecerán las manos de todos los que están contigo.

22 Entonces instalaron una tienda para Absalón sobre la azotea, y él se unió a las concubinas de su padre a la vista de todo Israel.

Husai frustra el consejo de Ajitofel

23 En aquellos días el consejo que daba Ajitofel era como si alguien[o] consultara la palabra de Dios. Así era considerado todo consejo de Ajitofel, tanto por David como por Absalón.

17 Entonces Ajitofel dijo a Absalón:

—Permíteme escoger a doce mil hombres, y me levantaré y perseguiré a David esta noche. Caeré sobre él cuando esté cansado y desalentado. Lo atemorizaré, y todo el pueblo que está con él huirá; entonces mataré solo al rey. Él es el hombre a quien buscas. Así haré volver a ti a todo el pueblo; y cuando todos hayan vuelto, todo el pueblo estará en paz.

El consejo pareció bueno a Absalón y a todos los ancianos de Israel. Pero Absalón dijo:

—Por favor, llamen también a Husai el arquita, para que escuchemos asimismo lo que él tenga que decir.

Cuando Husai vino a Absalón, este le habló diciendo:

—De esta manera ha hablado Ajitofel. ¿Seguiremos su consejo? Si no, habla tú.

Husai dijo a Absalón:

—El consejo que ha dado Ajitofel esta vez no es bueno. —Y Husai añadió—: Tú sabes que tu padre y sus hombres son valientes y que están con ánimo provocado, como la osa en el campo a la que le han quitado sus crías. Además, tu padre es hombre de guerra y no pasará la noche con el pueblo. He aquí que ahora estará escondido en alguna cueva o en otro lugar. Y acontecerá que si al comienzo caen algunos del pueblo[p], cualquiera que lo oiga dirá: “Ha habido una matanza entre la gente que sigue a Absalón”. 10 Así, aun el hombre más valiente, cuyo corazón es como el corazón de un león, sin duda desmayará. Porque todo Israel sabe que tu padre es un hombre valiente y que los que están con él son hombres de valor. 11 Aconsejo, pues, que todo Israel se reúna contigo, desde Dan hasta Beerseba, tan numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y que tú en persona vayas a la batalla. 12 Entonces iremos contra él en cualquier lugar donde se encuentre y caeremos sobre él, como el rocío cae sobre la tierra. Y no dejaremos vivo a él ni a ninguno de los hombres que están con él. 13 Y si se retira a alguna ciudad, todos los de Israel llevaremos sogas a esa ciudad, y la arrastraremos hasta el arroyo, de manera que no se encuentre allí ni siquiera una piedrecita.

14 Entonces Absalón y todos los hombres de Israel dijeron:

—El consejo de Husai el arquita es mejor que el consejo de Ajitofel.

El SEÑOR había determinado que el acertado consejo de Ajitofel se frustrara, para que el SEÑOR hiciera caer el mal sobre Absalón.

David es informado del plan de Absalón

15 Entonces Husai dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:

—De esta y esta manera aconsejó Ajitofel a Absalón y a los ancianos de Israel, y de esta y esta manera los aconsejé yo. 16 Por tanto, manden inmediatamente a informar a David, diciendo: “No pases esta noche en las llanuras del desierto. Cruza sin falta el Jordán, para que no sea aniquilado el rey junto con toda la gente que está con él”.

17 Jonatán y Ajimaas estaban junto a En-rogel. Una criada había de ir e informarles, porque ellos no debían exponerse yendo a la ciudad. Y ellos habían de ir e informar al rey David. 18 Pero un muchacho los vio e informó a Absalón. Por tanto, los dos se dieron prisa y llegaron a la casa de un hombre en Bajurim, quien tenía un pozo en su patio, y se metieron dentro de él. 19 La esposa tomó una manta, la extendió sobre la boca del pozo y tendió sobre ella grano trillado; y nada se supo del asunto. 20 Cuando los servidores de Absalón llegaron a la casa de la mujer, le preguntaron:

—¿Dónde están Ajimaas y Jonatán?

La mujer les respondió:

—Ya han pasado el depósito de agua.

Ellos los buscaron, pero no los hallaron; y se volvieron a Jerusalén.

21 Y sucedió que después que se habían ido, los hombres salieron del pozo. Luego fueron e informaron al rey David diciéndole:

—Levántense y dense prisa para cruzar las aguas, porque así ha aconsejado Ajitofel contra ustedes.

22 Entonces David se levantó, junto con toda la gente que estaba con él, y cruzaron el Jordán. Para el amanecer no quedó ni uno solo que no hubiera cruzado el Jordán.

23 Al ver Ajitofel que no se había seguido su consejo, aparejó el asno, partió y se fue a su casa, en su ciudad. Después de poner en orden su casa, se ahorcó y murió. Entonces fue sepultado en la tumba de su padre.

Confrontación de Absalón y David

24 David llegó a Majanaim, y Absalón cruzó el Jordán con todos los hombres de Israel. 25 Absalón había puesto a Amasa al mando del ejército, en lugar de Joab. Amasa era hijo de un hombre llamado Jeter el israelita[q], que se había unido a Abigaíl hija de Najas y hermana de Sarvia, que era la madre de Joab. 26 Absalón y los de Israel acamparon en la tierra de Galaad.

27 Y aconteció que cuando David llegó a Majanaim, Sobi hijo de Najas, de Rabá de los hijos de Amón; Maquir hijo de Amiel, de Lo-debar; y Barzilai el galaadita, de Rogelim, 28 trajeron camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, 29 miel, mantequilla, ovejas y queso de vaca, y los presentaron a David y al pueblo que estaba con él, para que comieran. Porque pensaron: “La gente está hambrienta, cansada y sedienta en el desierto”.

18 David pasó revista a la gente que estaba con él, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas. Luego David envió a la gente: una tercera parte al mando de Joab, otra tercera parte al mando de Abisai, hijo de Sarvia y hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Itai el geteo. Luego el rey dijo al pueblo:

—Yo mismo iré también con ustedes.

Pero el pueblo dijo:

—No irás; porque si nosotros tenemos que huir, no harán caso de nosotros. Aunque muera la mitad de nosotros, no nos harán caso. Pero tú vales hoy tanto como diez mil de nosotros[r]. Ahora pues, será mejor que nos des ayuda desde la ciudad.

El rey les dijo:

—Haré lo que les parezca bien.

Entonces el rey se quedó de pie junto a la puerta mientras todo el pueblo salía de cien en cien y de mil en mil. Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo:

—Traten benignamente al joven Absalón, por consideración a mí.

Y todo el pueblo escuchó cuando el rey dio orden a todos los jefes acerca de Absalón.

Derrota y muerte de Absalón

La gente salió al campo al encuentro de Israel, y se dio la batalla en el bosque de Efraín. Allí cayó el pueblo de Israel ante los servidores de David. Aquel día hubo allí una gran matanza de veinte mil hombres. La batalla se extendió por toda la región y aquel día el bosque devoró más gente que la que había devorado la espada.

Sucedió que Absalón se encontró con los servidores de David. Absalón iba montado sobre un mulo, y el mulo se metió por debajo del espeso ramaje de una gran encina. A Absalón se le enredó la cabeza en la encina, de modo que quedó colgado[s] entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que estaba debajo de él siguió adelante. 10 Un hombre lo vio y avisó a Joab diciendo:

—He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina.

11 Joab respondió al hombre que le dio la noticia:

—Y viéndolo tú, ¿por qué no lo mataste allí mismo, derribándolo a tierra? Yo te hubiera dado ciento diez gramos de plata y un cinturón.

12 El hombre respondió a Joab:

—Aunque yo recibiera en mi mano once kilos de plata, no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque nosotros oímos cuando el rey les mandó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: “Cuídenme al joven Absalón”. 13 Si yo hubiera arriesgado mi vida[t] (y nada se le esconde al rey), tú mismo habrías estado en contra.

14 Joab respondió:

—No perderé mi tiempo contigo.

Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en medio de la encina. 15 Luego lo rodearon diez jóvenes, escuderos de Joab, e hirieron a Absalón y lo remataron. 16 Entonces Joab tocó la corneta, y el pueblo dejó de perseguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo.

17 Tomaron después a Absalón, lo echaron en un gran hoyo en el bosque y levantaron sobre él un gran montón de piedras. Y todo Israel huyó, cada uno a su morada.

18 En vida Absalón había mandado erigir para sí un monumento que está en el valle del Rey, porque había dicho: “Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre”. Él puso su nombre a aquel monumento. Y hasta el día de hoy se llama Monumento de Absalón.

David se entera del final de Absalón

19 Entonces Ajimaas hijo de Sadoc dijo:

—Correré y daré las buenas noticias al rey, de cómo el SEÑOR lo ha librado de mano de sus enemigos.

20 Joab le respondió:

—No serás tú quien lleve las noticias en este día. Las llevarás otro día. No llevarás las noticias en este día, porque el hijo del rey ha muerto.

21 Entonces Joab dijo al etíope:

—Ve tú e informa al rey de lo que has visto.

El etíope se postró ante Joab y corrió. 22 Entonces Ajimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab:

—Sea como sea, deja que yo también corra tras el etíope.

Joab le dijo:

—Hijo mío, ¿para qué has de correr, si no te van a dar un premio por las noticias?

23 Pero él respondió:

—Sea como sea, correré.

Entonces le dijo:

—Corre.

Ajimaas corrió por el camino de la llanura y pasó al etíope.

24 David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela fue a la azotea de la puerta de la muralla, y alzando los ojos miró, y he allí un hombre que corría solo. 25 El centinela llamó e informó al rey. Y el rey dijo:

—Si viene solo, trae buenas noticias.

En tanto que él iba acercándose, 26 el centinela vio a otro hombre que corría. Y el centinela llamó al portero diciendo:

—¡He aquí, otro hombre viene corriendo solo!

Y el rey dijo:

—Ese también trae buenas noticias.

27 El centinela volvió a decir:

—Me parece que el correr del primero es como el correr de Ajimaas hijo de Sadoc.

El rey respondió:

—Ese es un hombre de bien y trae buenas noticias.

28 Ajimaas llamó y dijo al rey:

—¡Paz!

Se postró ante el rey con el rostro en tierra y añadió:

—¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios, que ha entregado a los hombres que habían levantado su mano contra mi señor el rey!

29 El rey le preguntó:

—¿Está bien el joven Absalón?

Ajimaas respondió:

—Cuando Joab envió al siervo del rey, a tu siervo[u], vi un gran alboroto, pero no supe de qué se trataba.

30 El rey dijo:

—Pasa y detente allí.

Él pasó y se detuvo. 31 Y he aquí el etíope llegó y dijo:

—Reciba mi señor el rey la buena noticia de que el SEÑOR ha defendido hoy tu causa ante todos los que se levantaron contra ti.

32 El rey preguntó al etíope:

—¿Está bien el joven Absalón?

El etíope respondió:

—Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levantan contra ti para mal.

David llora a Absalón

33 El rey se estremeció. Subió a la sala que estaba encima de la puerta y lloró. Decía mientras subía:

—¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que yo muriera en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!

19 Se informó a Joab: “He aquí que el rey llora y hace duelo por Absalón”. Aquel día la victoria se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque aquel día el pueblo había oído decir: “El rey siente dolor por su hijo”. Aquel día el pueblo entró en la ciudad a escondidas, como suelen entrar avergonzados los que han huido de la batalla. El rey cubrió su cara y clamó en alta voz:

—¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!

Joab reprende la actitud de David

Joab entró en la casa del rey y le dijo:

—Hoy has avergonzado la cara de todos tus servidores que hoy han librado tu vida y la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas; pues amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman. Porque has revelado que a ti nada te importan tus oficiales ni tus servidores. Ciertamente ahora sé que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento.

»Ahora pues, levántate, sal y habla bondadosamente a tus servidores. Porque juro por el SEÑOR que si[v] no sales ni un solo hombre quedará contigo esta noche; y esto será peor para ti que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

David recupera a su pueblo

Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Se anunció a todo el pueblo diciendo: “He aquí el rey está sentado a la puerta de la ciudad”. Y todo el pueblo se presentó ante el rey.

Mientras tanto, los israelitas habían huido cada uno a su morada. Y sucedió que todo el pueblo contendía en todas las tribus de Israel, diciendo: “El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano de los filisteos, pero ahora ha huido del país por causa de Absalón. 10 Sin embargo, Absalón, a quien habíamos ungido rey sobre nosotros, ha muerto en la batalla. Ahora pues, ¿por qué guardan silencio con respecto a hacer volver al rey?”.

11 Por su parte, el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: “Hablen a los ancianos de Judá y díganles: ‘¿Por qué serán ustedes los últimos en hacer volver al rey a su casa, siendo que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa? 12 Ustedes son mis hermanos, hueso mío y carne mía; ¿por qué, pues, serán los últimos en hacer volver al rey?’ 13 Asimismo, dirán a Amasa: ‘¿No eres tú hueso mío y carne mía? Así me haga Dios y aun me añada, si no has de ser jefe del ejército delante de mí, de ahora en adelante, en lugar de Joab’ ”.

14 Así se ganó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre, y enviaron a decir al rey: “¡Vuelve tú y todos tus servidores!”.

David emprende su regreso a casa

15 Entonces volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y los de Judá habían ido a Gilgal para recibir al rey y hacerlo cruzar el Jordán.

16 También Simei hijo de Gera, de Benjamín, que era de Bajurim, se dio prisa para ir con los hombres de Judá a recibir al rey David. 17 Con él venían mil hombres de Benjamín.

Asimismo vino Siba, criado de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales se apresuraron a llegar al Jordán delante del rey. 18 Y cruzaron[w] el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y para hacer lo que a él le pareciera bien.

David perdona la vida a Simei

Entonces Simei hijo de Gera se postró ante el rey, cuando este iba a cruzar el Jordán, 19 y dijo al rey:

—Que mi señor no me impute iniquidad ni se acuerde del mal que hizo tu siervo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Que el rey no lo guarde en su corazón, 20 porque yo, tu siervo, reconozco haber pecado, y he aquí que he venido hoy, el primero de toda la casa de José para descender al encuentro de mi señor el rey.

21 Intervino Abisai, hijo de Sarvia, y dijo:

—Por esto, ¿no ha de morir Simei, ya que maldijo al ungido del SEÑOR?

22 Y David respondió:

—¿Qué hay entre mí y ustedes, hijos de Sarvia, para que hoy me sean adversarios? ¿Habrá de morir hoy alguno en Israel? ¿No sé yo que hoy soy rey sobre Israel?

23 Entonces el rey dijo a Simei:

—No morirás.

Y el rey se lo juró.

David descubre el engaño de Siba

24 También Mefiboset hijo de Saúl descendió al encuentro del rey. No había cuidado sus pies, ni arreglado su bigote ni lavado su ropa desde el día en que el rey salió hasta el día en que volvió en paz. 25 Cuando él vino a Jerusalén al encuentro del rey, este le preguntó:

—Mefiboset, ¿por qué no fuiste conmigo?

26 Él respondió:

—Oh mi señor el rey, mi siervo me engañó. Pues tu siervo había dicho: “Aparéjame[x] el asno; montaré en él e iré con el rey”. Porque tu siervo es lisiado. 27 Él ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey, pero mi señor el rey es como un ángel de Dios. Haz, pues, lo que te parezca bien. 28 Porque toda mi casa paterna no era sino digna de muerte delante de mi señor el rey; sin embargo, tú has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo aun de clamar al rey?

29 El rey le dijo:

—¿Por qué hablar más de tus asuntos? Yo he determinado que tú y Siba se repartan las tierras.

30 Y Mefiboset dijo al rey:

—¡Que él las tome todas, porque mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa!

David bendice a Barzilai

31 También Barzilai el galaadita descendió de Rogelim y cruzó el Jordán con el rey, para despedirse de él en el Jordán. 32 Barzilai era muy anciano; tenía ochenta años. Él había sustentado al rey cuando permaneció en Majanaim, porque era un hombre muy rico.

33 El rey dijo a Barzilai:

—Cruza conmigo; yo te sustentaré junto a mí en Jerusalén.

34 Pero Barzilai dijo al rey:

—¿Cuántos años me quedarán de vida, para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 Yo tengo ahora ochenta años; ¿podré distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Podrá saborear tu siervo lo que coma o beba? ¿Podré todavía oír la voz de los hombres y de las mujeres que cantan? ¿Para qué ha de ser tu siervo una carga más para mi señor el rey? 36 ¿Por qué me ha de dar el rey esta recompensa? Tu siervo pasará un poco más allá del Jordán con el rey. 37 Por favor, deja a tu siervo que vuelva y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Pero aquí tienes a tu siervo Quimjam; que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que te parezca bien.

38 Entonces el rey dijo:

—Que pase Quimjam conmigo, y yo haré por él lo que te parezca bien. Todo lo que tú me pidas yo te lo haré.

39 Todo el pueblo cruzó el Jordán, y también cruzó el rey. Luego el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y este regresó a su casa. 40 Entonces el rey prosiguió a Gilgal, y Quimjam fue con él.

Judá e Israel disputan por el rey

Todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel acompañaban al rey. 41 Y he aquí que todos los hombres de Israel vinieron al rey y le preguntaron:

—¿Por qué te raptaron nuestros hermanos, los hombres de Judá, y han hecho cruzar el Jordán al rey y a su familia, y con él a todos los hombres de David?

42 Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel:

—Porque el rey es nuestro pariente cercano. Pero, ¿por qué se enojan ustedes por esto? ¿Acaso hemos comido a costa del rey, o nos ha dado obsequios?

43 Los hombres de Israel respondieron a los de Judá y dijeron:

—Nosotros tenemos en el rey diez partes, y más derecho sobre David que ustedes. ¿Por qué, pues, nos han tenido en poco? ¿Acaso no hablamos nosotros primero de hacer volver a nuestro rey?

Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

La sublevación de Seba

20 Ocurrió que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, de Benjamín. Este tocó la corneta y dijo: —¡Nosotros no tenemos parte en David ni heredad en el hijo de Isaí! ¡Cada uno a su morada, oh Israel!

Así todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba hijo de Bicri. Pero los hombres de Judá siguieron fielmente a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.

David recluye a sus concubinas

Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar el palacio, y las recluyó en una casa. Él las sustentó, pero nunca más se unió a ellas, sino que quedaron recluidas, viviendo como viudas hasta el día de su muerte.

Joab asesina a Amasa

Después el rey dijo a Amasa:

—Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y tú preséntate también aquí.

Amasa fue a convocar a Judá, pero se retrasó más del tiempo que le había sido señalado. Entonces dijo David a Abisai:

—Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón. Toma tú a los servidores de tu señor y persíguelo, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos pierda de vista.

En pos de Abisai[y] salieron los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes. Salieron de Jerusalén para perseguir a Seba hijo de Bicri. Y cuando estaban cerca de la gran piedra que está en Gabaón, Amasa vino ante ellos. Joab estaba vestido con su uniforme militar y encima llevaba un cinturón y una espada sujeta en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó. Joab dijo a Amasa:

—¿Te va bien, hermano mío?

Y tomó con la mano derecha la barba de Amasa para besarlo. 10 Como Amasa no se cuidó de la espada que Joab tenía en la mano, este lo hirió con ella en el vientre y derramó sus entrañas por tierra. Cayó muerto, sin necesidad de un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai continuaron persiguiendo a Seba hijo de Bicri. 11 Luego uno de los hombres de Joab se puso de pie junto a Amasa, y dijo:

—¡Cualquiera que esté a favor de Joab y a favor de David, que siga a Joab!

12 Mientras tanto, Amasa yacía revolcándose en su sangre en medio del camino, y todo el que pasaba se detenía junto a él al verlo. Y viendo aquel hombre que todo el pueblo se detenía, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una manta. 13 Luego que fue apartado del camino, siguieron adelante todos los hombres tras Joab para perseguir a Seba hijo de Bicri.

El trágico final de Seba

14 Seba había pasado por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca, y todos los de Barim se congregaron y lo siguieron también. 15 Entonces llegaron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca, y construyeron un terraplén contra la ciudad, el cual se apoyaba sobre la muralla exterior. Y toda la gente que estaba con Joab golpeaba el muro para derribarlo. 16 Entonces una mujer sabia dio voces desde la ciudad:

—¡Escuchen! ¡Escuchen! Por favor, díganle a Joab: “Acércate acá para que yo hable contigo”.

17 Cuando él se acercó a ella, la mujer preguntó:

—¿Eres tú Joab?

Él respondió:

—Sí, yo soy.

Ella le dijo:

—Escucha las palabras de tu sierva.

Él respondió:

—Yo escucho.

18 Entonces ella volvió a hablar y dijo:

—Antiguamente se solía decir: “El que consulte, que consulte en Abel”. Y así se concluía todo asunto. 19 Yo soy una de las pacíficas y fieles de Israel, y tú procuras arrasar una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué devorarás la heredad del SEÑOR?

20 Joab respondió diciendo:

—¡Lejos, lejos esté de mí que yo devore o destruya! 21 No es así el asunto; sino que un hombre de la región montañosa de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey, contra David. Entréguenme solo a él, y me iré de la ciudad.

La mujer dijo a Joab:

—He aquí que su cabeza te será arrojada de detrás del muro.

22 La mujer fue a todo el pueblo con su sabiduría, y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri y se la arrojaron a Joab. Este tocó la corneta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su morada. Y Joab regresó al rey en Jerusalén.

Otros oficiales de David

23 Joab estaba al mando de todo el ejército de Israel. Benaías hijo de Joyada estaba al mando de los quereteos[z] y de los peleteos. 24 Adoniram[aa] estaba a cargo del tributo laboral. Josafat hijo de Ajilud era el cronista. 25 Seva era el escriba. Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes. 26 También Ira el jaireo[ab] era sacerdote de David.

David vindica a los gabaonitas

21 Aconteció en los días de David que hubo hambre durante tres años consecutivos. David buscó el rostro del SEÑOR, y el SEÑOR le dijo:

—Es por causa de Saúl y su casa sanguinaria, porque él dio muerte a los gabaonitas.

Entonces el rey llamó a los gabaonitas y les habló. Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del remanente de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento. Pero debido a su celo por los hijos de Israel y de Judá, Saúl había procurado matarlos.

David preguntó a los gabaonitas:

—¿Qué haré por ustedes y con qué haré compensación, para que bendigan la heredad del SEÑOR?

Los gabaonitas le respondieron:

—No tenemos pleito sobre plata ni oro con Saúl ni con su casa. Tampoco queremos que muera nadie en Israel.

Él les dijo:

—Haré por ustedes lo que digan.

Ellos respondieron al rey:

—De aquel hombre que nos destruyó y maquinó contra nosotros para exterminarnos, sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, que nos den siete hombres de sus descendientes para que los ahorquemos delante del SEÑOR en Gabaa de Saúl, el escogido del SEÑOR.

El rey dijo:

—Se los daré.

El rey perdonó la vida a Mefiboset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento del SEÑOR que había entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl. Pero tomó a dos hijos de Rizpa hija de Ayías, que ella había dado a luz a Saúl, a saber: Armoni y Mefiboset. También tomó a cinco hijos de Merab[ac] hija de Saúl, que ella había dado a luz a Adriel hijo de Barzilai el mejolatita. Los entregó en mano de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante del SEÑOR; y murieron los siete juntos.

Ellos fueron muertos en los primeros días de la siega, al comienzo de la siega de la cebada. 10 Y Rizpa hija de Ayías tomó una manta de cilicio y se la tendió sobre una roca, desde el principio de la siega hasta que empezó a llover sobre ellos agua del cielo, sin dejar que ningún ave del cielo se posara sobre ellos de día ni los animales del campo de noche.

11 Informaron a David de lo que hacía Rizpa hija de Ayías, concubina de Saúl; 12 y David fue y tomó los restos de Saúl y los restos de su hijo Jonatán, de los señores de Jabes, en Galaad, quienes los habían tomado secretamente de la plaza de Bet-seán, donde los filisteos los habían colgado el día que estos derrotaron a Saúl en Gilboa. 13 Hizo traer de allá los restos de Saúl y los restos de su hijo Jonatán, y recogieron los restos de los ahorcados. 14 Luego sepultaron los restos de Saúl y los de su hijo Jonatán en territorio de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de su padre Quis; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y después de esto, Dios atendió las súplicas con respecto a la tierra.

Otras campañas contra los filisteos

15 Aconteció que hubo otra batalla de los filisteos contra Israel. David descendió con sus servidores y combatieron contra los filisteos, y David quedó extenuado. 16 Entonces Isbi-benob, uno de los descendientes de Harafa, cuya lanza de bronce pesaba tres y medio kilos, ceñido con una espada nueva, trató de matar a David. 17 Pero Abisai, hijo de Sarvia, lo socorrió, hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron diciendo: “No saldrás más con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel”.

18 Aconteció después de esto que hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Entonces Sibecai, de Husa, mató a Saf, uno de los descendientes de Harafa.

19 Hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Entonces Eljanán hijo de Jaare-oreguim, de Belén, mató a Goliat el geteo[ad], el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar.

20 Y hubo otra batalla en Gat, donde había un hombre de gran estatura[ae], el cual tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro en total. Él también era un descendiente de Harafa. 21 Él desafió a Israel, pero lo mató Jonatán hijo de Simea, hermano de David.

22 Estos cuatro eran descendientes de Harafa en Gat, y cayeron por mano de David y por mano de sus servidores.

Cántico de liberación

22 David dirigió al SEÑOR las palabras de este cántico, el día que el SEÑOR lo libró de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Él dijo:

“El SEÑOR es mi roca,

mi fortaleza y mi libertador.

Dios es mi peña; en él me refugiaré.

Él es mi escudo, el poder

de mi liberación,

mi baluarte, mi refugio y mi salvador. Tú me salvas de la violencia.

“Invocaré al SEÑOR, quien es digno de ser alabado,

y seré librado de mis enemigos.

Ciertamente me rodearon las olas

de la muerte,

y los torrentes de la perversidad me atemorizaron.

Me rodearon las ligaduras del Seol;

me confrontaron los lazos de la muerte.

“En mi angustia invoqué al SEÑOR;

invoqué a mi Dios.

Él oyó mi voz desde su templo,

y mi clamor llegó[af] a sus oídos.

“La tierra se estremeció y tembló;

se conmovieron los cimientos

de los cielos.

Se estremecieron, porque él se airó.

Humo subió de su nariz;

de su boca salió fuego consumidor,

y carbones encendidos saltaban de él.

10 Inclinó los cielos y descendió;

una densa oscuridad había debajo

de sus pies.

11 Cabalgó sobre un querubín y voló;

se remontó[ag] sobre las alas del viento.

12 Puso tinieblas alrededor de sí como su morada,

oscuridad de aguas y densas nubes.

13 Por el resplandor de su presencia

se encendieron carbones de fuego.

14 “El SEÑOR tronó desde los cielos;

el Altísimo dio su voz.

15 Envió flechas y los dispersó;

arrojó relámpagos y los desconcertó.

16 A la reprensión del SEÑOR,

por el soplo del aliento de su nariz,

se hicieron visibles los lechos del mar,

y se descubrieron los cimientos del mundo.

17 “Envió desde lo alto y me tomó;

me sacó de las aguas caudalosas.

18 Me libró de mi poderoso enemigo

y de los que me aborrecían,

pues eran más fuertes que yo.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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