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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Reyes 4:18-5:27

18 El niño creció y se llegó el día en que ya podía salir a trabajar en la cosecha con su papá. 19 Estando en eso, gritó a su papá:

—¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!

El papá le dijo al criado:

—Llévenlo a su mamá.

20 Lo llevaron a donde estaba la mamá y ella lo acostó en su falda y por la tarde el niño murió.

La sunamita va a ver a Eliseo

21 La mujer subió y acostó al niño en la cama del hombre de Dios. Cerró la puerta y salió del cuarto. 22 Llamó a su esposo y le dijo:

—Por favor, mándame a uno de los siervos con un burro para ir rápido a buscar al hombre de Dios, y volver en seguida. 23 El hombre le contestó:

—¿Por qué vas a buscarlo hoy si no es Luna Nueva ni día de descanso?

Ella dijo:

—¡Adiós![a]

24 Entonces ensilló el burro y le dijo al siervo:

—¡Vámonos, apúrate! No aminores la marcha a menos que yo te lo diga.

25 La mujer fue al monte Carmelo para buscar al hombre de Dios.

Cuando el hombre de Dios vio que la sunamita se acercaba, Eliseo le dijo a su siervo Guiezi:

—¡Mira, ahí está la sunamita! 26 ¡Corre a su encuentro! Pregúntale: ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Está bien tu esposo? ¿Está bien el niño?

Ella respondió al criado:

—Todo está bien.[b]

27 Pero la sunamita subió hasta donde estaba el hombre de Dios. Se aferró a los pies de Eliseo, y Guiezi se acercó para quitarla. Pero el hombre de Dios le dijo a Guiezi:

—¡Déjala en paz! Está desconsolada y el SEÑOR no me advirtió de nada, me ocultó esta noticia.

28 Entonces ella dijo:

—Señor, yo no te pedí un hijo. Te dije: “No me tomes el pelo”.

29 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:

—Prepárate para el viaje. ¡Agarra mi bastón y vete ya! Si encuentras a alguien por el camino, no lo saludes, y si alguien te saluda no te detengas para contestar el saludo. Coloca mi bastón en la cara del niño.

30 Sin embargo la madre del niño le dijo:

—¡Juro por el SEÑOR viviente y por su vida que no me iré sin usted!

Así que Eliseo se levantó y la siguió.

31 Guiezi llegó a la casa antes que Eliseo y la mujer sunamita. Guiezi colocó el bastón en la cara del niño, pero el niño no habló ni respondió nada. Entonces Guiezi salió al encuentro de Eliseo y le dijo:

—¡El niño no se despierta!

32 Eliseo entró a la casa y ahí estaba el niño, muerto, tendido en su cama. 33 Eliseo entró al cuarto y cerró la puerta. Entonces oró al SEÑOR. 34 Después Eliseo se acercó a la cama y se acostó sobre el niño. Puso sus ojos donde estaban los ojos del niño, su boca en la boca del niño, sus manos arriba de las manos del niño. Se acostó encima del niño hasta que su cuerpo entró en calor. 35 Entonces Eliseo se volvió y salió del cuarto. De nuevo entró en el cuarto hasta que el niño estornudó siete veces y abrió los ojos.

36 Eliseo llamó a Guiezi y le dijo:

—¡Llama a la sunamita!

Guiezi la llamó y ella se acercó a Eliseo, quien le dijo:

—¡Toma al niño!

37 Entonces la mujer sunamita entró al cuarto y arrojándose a los pies de Eliseo se postró ante él. Entonces ella tomó a su hijo y salió.

Eliseo y la sopa envenenada

38 Eliseo otra vez fue a Guilgal en una época de gran escasez de alimentos en el país. El grupo de profetas estaba sentado ante Eliseo, quien le dijo a su siervo:

—Pon una olla grande en el fogón y haz sopa para los profetas.

39 Uno de los profetas salió al campo para juntar unas hierbas y encontró una planta de calabazas silvestres. Juntó las calabazas en su ropa y las llevó, las cortó y las cocinó en la sopa sin saber qué eran. 40 Sirvieron a los hombres para que comieran, pero cuando empezaron a comer, gritaron:

—Esta sopa está envenenada.

Y ya no comieron más.

41 Pero Eliseo dijo:

—Tráiganme harina.

Eliseo añadió la harina en la sopa y dijo:

—Dénsela a la gente para que coma.

Y la sopa no les hizo daño.

Eliseo alimenta a unos profetas

42 Un hombre llegó de Baal Salisá con pan hecho de la primera cosecha para el hombre de Dios. Había 20 panes de cebada y grano entero en una bolsa. Entonces Eliseo dijo:

—Dáselo a la gente para que coma.

43 El siervo de Eliseo respondió:

—¿Qué me dices? Aquí hay más de 100 hombres. ¿Cómo voy a alimentar con esta comida a todos ellos?

Pero Eliseo insistió:

—Dale la comida a la gente para que coma. El SEÑOR dice: “Comerán suficiente y habrá comida de sobra”.

44 El siervo de Eliseo puso la comida a disposición del grupo de profetas. Comieron suficiente y hubo de sobra. Ocurrió tal como el SEÑOR había dicho.

Enfermedad de Naamán

Naamán, general del ejército del rey de Siria, era muy importante y valioso para su rey[c] porque el SEÑOR lo usó para darle victoria a Siria. Pero aunque Naamán era un hombre importante y poderoso, sufría de lepra.

En uno de los ataques que hacía el ejército de Siria contra Israel capturaron a una niña israelita. Ella pasó a ser sirvienta de la esposa de Naamán. La niña le dijo a su dueña:

—Si tan sólo mi señor conociera el profeta que vive en Samaria, le podría quitar la lepra a Naamán.

Naamán se acercó a su rey y le habló de lo que le había dicho la israelita.

El rey de Siria le dijo:

—Ve ahora, que yo le mandaré una carta al rey de Israel.

Así que Naamán se fue a Israel. Llevó de regalo 30 000 monedas[d] de plata, 6000 monedas de oro y diez mudas de ropa. Naamán llevó la carta del rey de Siria al rey de Israel. La carta decía: “Sirva la presente para hacerte saber que te mando a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra”.

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rompió su vestido y dijo:

—¿Acaso soy Dios? No tengo poder sobre la vida y la muerte para que el rey de Siria me mande un hombre para que lo sane de lepra. Fíjense bien que lo que quiere es atacarme.

Eliseo, el hombre de Dios, escuchó que el rey de Israel había roto su vestido, así que le mandó este mensaje: «¿Por qué rompiste tu vestido? Que Naamán venga a mí y entonces sabrá que hay profeta en Israel».

Entonces Naamán fue con sus caballos y carruajes a donde vivía Eliseo y se quedó esperando fuera de la casa. 10 Eliseo le mandó un mensajero que le dijo: «Anda y lávate en el río Jordán siete veces y se te sanará la piel; quedarás puro y limpio».

11 Naamán se enojó y se fue, diciendo:

—Pensé que Eliseo saldría y se pararía delante de mí, pediría en el nombre del SEÑOR su Dios y luego pasaría la mano sobre mi cuerpo para sanar la lepra. 12 Los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar son mejores que toda el agua de Israel, ¿por qué no me puedo bañar en aquellos ríos de Damasco y limpiarme ahí?

Naamán se enojó mucho y dio media vuelta para irse.

13 Pero los siervos de Naamán fueron y le dijeron:

—Señor[e], si el profeta le hubiera dicho que hiciera algo muy difícil lo habría hecho, ¿no es cierto? Con más razón ahora que sólo le dijo: “Lávate y quedarás puro y limpio”.

14 Así que Naamán hizo lo que el hombre de Dios había dicho. Bajó y se lavó en el Jordán siete veces, ¡y quedó puro y limpio! Su piel se volvió tan suave como la de un bebé.

15 Naamán y su gente volvieron para ver al hombre de Dios. Se detuvo ante Eliseo y le dijo:

—Mira, ahora sé que no hay ningún otro Dios en el mundo, excepto en Israel. Acepta un regalo de mi parte, por favor.

16 Pero Eliseo le dijo:

—Te aseguro como que existe el SEÑOR, al cual yo sirvo, que yo no aceptaré ningún regalo.

Naamán trató de obligar a Eliseo a que aceptara el regalo, pero Eliseo lo rehusó. 17 Entonces Naamán dijo:

—Si no aceptas el regalo, entonces, al menos haz que se me dé tierra para llenar la carga de mis dos mulas,[f] porque nunca más ofreceré sacrificios que deben quemarse completamente ni ofrendas a ningún otro dios. Sólo ofreceré sacrificios al SEÑOR. 18 Ahora ora al SEÑOR para que me perdone esto: Cuando en el futuro mi señor, el rey, vaya al templo del dios Rimón para adorarlo, el rey querrá apoyarse en mí; así que tendré que arrodillarme en el templo de Rimón. Te ruego que le pidas al SEÑOR que me perdone cuando me toque hacer eso. 19 Entonces Eliseo le dijo a Naamán:

—Vete en paz.

Naamán se fue del lado de Eliseo y había recorrido una distancia no muy larga, 20 cuando Guiezi, el siervo de Eliseo, el hombre de Dios, se dijo: «Mi señor se despidió de Naamán el sirio sin aceptar el regalo que trajo. Tan seguro como que el SEÑOR existe, que iré tras él a ver qué consigo de él». 21 Entonces Guiezi corrió tras Naamán.

Naamán vio que alguien lo seguía. Se bajó del carruaje para encontrarse con Guiezi. Naamán le dijo:

—¿Está bien todo?

22 Guiezi le dijo:

—Sí, todo está bien. Mi amo me mandó a decirle esto: “Mira, dos jóvenes del grupo de profetas de la región montañosa de Efraín han venido a verme. Por favor, dales 3000 monedas[g] de plata y unas mudas de ropa”.

23 Naamán dijo:

—Por favor, toma 6000.

Naamán convenció a Guiezi de que se llevara la plata. Puso las 6000 monedas de plata en dos bolsas y le dio las mudas de ropa. Naamán les entregó todo esto a sus siervos para que lo llevaran delante de Guiezi. 24 Al pasar la cima del cerro, Guiezi les recibió todo a los siervos, los despidió y escondió todo en la casa.

25 Guiezi entró a hablar con su amo. Eliseo le dijo a Guiezi:

—¿A dónde fuiste, Guiezi?

Guiezi le contestó:

—A ninguna parte.

26 Eliseo le dijo a Guiezi:

—¡Mentira! En mi mente vi cuando el hombre se dio vuelta en su carruaje para verte. No es el momento de aceptar dinero, ropa, aceitunas, uvas, ovejas, ganado, ni hombres ni mujeres como siervos. 27 Ahora tú y tus hijos contraerán la enfermedad de Naamán. ¡Siempre tendrás la lepra!

Desde el momento que Guiezi salió de ahí, su piel quedó tan blanca como la nieve y quedó enfermo de lepra.

Hechos 15:1-35

La reunión en Jerusalén

15 Algunos hombres llegaron a Antioquía desde Judea. Empezaron a enseñar a los hermanos: «Ustedes no se salvarán si no se circuncidan, como manda la tradición de Moisés».[a] Pablo y Bernabé estaban en contra de esta enseñanza y discutieron mucho con ellos. Por fin se decidió que Pablo, Bernabé y otros fueran a Jerusalén para hablar con los apóstoles y los ancianos líderes acerca de este asunto.

Patrocinados por la iglesia pasaron por las regiones de Fenicia y Samaria, contando detalladamente cómo los que no eran judíos habían creído, lo que era motivo de gran alegría para todos los hermanos en cada lugar. Cuando ellos llegaron a Jerusalén, los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia les dieron la bienvenida. Pablo, Bernabé y los demás les contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos creyentes, partidarios de los fariseos, se pusieron de pie y dijeron:

—Los creyentes que no son judíos tienen que ser circuncidados y obedecer la ley de Moisés.

Los apóstoles y los ancianos líderes se reunieron para hablar de ese asunto. Después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y les dijo:

—Hermanos míos, ustedes recuerdan que hace un tiempo Dios me eligió de entre ustedes para anunciarles la buena noticia de salvación a los que no son judíos, para que ellos crean. Dios conoce a todos los seres humanos, incluso lo que piensan, y acepta a los que no son judíos. Lo demostró al darles el Espíritu Santo a ellos, tal como nos lo había dado a nosotros. Dios no hizo distinción entre ellos y nosotros, pues les purificó el corazón cuando ellos creyeron. 10 Entonces, ¿por qué están probando a Dios, agobiando a estos seguidores con una carga[b] que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar? 11 Al contrario, creemos que nosotros somos salvos por medio del generoso amor del Señor Jesús y que ellos también se salvarán así.

12 Entonces todos se quedaron callados y escucharon lo que Pablo y Bernabé les contaron sobre todas las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:

—Hermanos míos, escúchenme. 14 Simón Pedro[c] ya nos había contado cómo Dios demostró su amor por los que no son judíos y cómo por primera vez hizo que ellos fueran parte de su pueblo. 15 Eso mismo dijeron los profetas, como está escrito:

16 “Yo, el Señor, regresaré después.
    El reino de David es como una carpa caída.
Pero yo levantaré sus ruinas;
    la haré de nuevo.
17 (A)Así el resto de la humanidad buscará al Señor,
    junto con todas las naciones
    que han sido llamadas a ser parte de mi pueblo.
Esto lo dijo el Señor,
    que hace que todo esto sea posible.[d]
18 Esto lo hizo saber desde el principio”.[e]

19 »Por lo tanto, yo creo que no debemos molestar a aquellos que no son judíos y que deciden seguir a Dios. 20 En vez de eso, escribámosles que no coman nada que se haya contaminado por haber sido ofrecido a los ídolos, que no cometan ninguna clase de pecado sexual, que no coman carne de animales que hayan sido estrangulados, ni coman sangre. 21 Porque la ley de Moisés se viene enseñando en las sinagogas de cada ciudad todos los días de descanso desde hace muchos años.

La carta para los que no son judíos

22 Entonces los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia eligieron algunos hombres para que fueran a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, al que le decían Barsabás, y a Silas, a quienes respetaban mucho. 23 El grupo envió la carta que decía:

De los apóstoles y ancianos líderes, sus hermanos.

A los hermanos que no son judíos de la ciudad de Antioquía y de las regiones de Siria y Silicia.

Saludos.

24 Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros han ido a ustedes sin nuestra autorización y les han dado enseñanzas que los tienen preocupados y confundidos. 25 Todos nosotros hemos llegado a un acuerdo y decidimos enviarles a ustedes algunos hombres, quienes van con nuestros queridos hermanos, Pablo y Bernabé. 26 Bernabé y Pablo han arriesgado su vida por servir al Señor Jesucristo. 27 Así que enviamos a Judas y a Silas con ellos, quienes les dirán lo mismo. 28 El Espíritu Santo y nosotros consideramos que no deben tener ninguna otra obligación aparte de estas: 29 no coman nada que haya sido ofrecido a los ídolos. Tampoco prueben sangre ni coman carne de animales que hayan sido estrangulados. No cometan ninguna clase de pecado sexual. Estarán obrando bien si se apartan de eso.

Que la pasen bien.

30 Entonces Pablo, Bernabé, Judas y Silas se fueron de Jerusalén a Antioquía. Allí reunieron al grupo de creyentes y les entregaron la carta. 31 Cuando los creyentes la leyeron, se pusieron felices porque la carta los animó mucho. 32 Judas y Silas, quienes también eran profetas, hablaron mucho con los hermanos. Con sus palabras los animaron y los fortalecieron bastante. 33 Judas y Silas se fueron después de haber estado allí por un tiempo. Los hermanos los despidieron en paz y ellos regresaron a aquellos que los habían enviado. 34 [f] 35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaron a los creyentes y anunciaron el mensaje acerca del Señor.

Salmos 141

Ruego tu ayuda

Canción de David.

SEÑOR, ruego tu ayuda;
    escúchame cuando clamo a ti.
Que mi oración suba a ti como el incienso;
    que mis brazos levantados hacia ti sean como el sacrificio de la tarde.

SEÑOR, ponle un guardia a mi boca
    y un vigilante a la puerta de mis labios.
No permitas que mi corazón se incline a lo malo;
    ni que me una a los perversos para hacer maldades.
No permitas que me junte con los que hacen el mal;
    ni que coma con ellos en sus fiestas.

Acepto que el justo me corrija,
    considero un acto de bondad que me reprenda;
    yo nunca rechazaría eso.
Pero siempre seguiré tratando de hacer el bien
    y no aprobaré lo que hagan los perversos.
Cuando sus líderes sean castigados,
    se darán cuenta que yo decía la verdad.
La tierra se abrirá,
    y sus huesos serán esparcidos en sus tumbas.

Mi Señor DIOS, mis ojos están fijos en ti;
    confío en ti, no me dejes morir.
Protégeme de los hoyos y las trampas
    que han puesto los perversos para atraparme.
10 Que esos perversos caigan en sus propias redes,
    mientras yo paso por encima de ellas sin que me suceda nada malo.

Proverbios 17:23

23 El perverso acepta sobornos
    para corromper la justicia.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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