The Daily Audio Bible
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Asiria se prepara para tomar a Judá
(2 Cr 32:1-19; Is 36:1-22)
13 Durante el año 14 del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, salió a atacar todas las ciudades fortificadas de Judá y las capturó. 14 Entonces Ezequías, rey de Judá, le mandó este mensaje al rey de Asiria que estaba en Laquis: «He cometido un grave error, retírate y te pagaré el tributo que me impongas».
Entonces el rey de Asiria le exigió a Ezequías, rey de Judá, que le pagara 9900 kilos[a] de plata y 990 kilos de oro. 15 Ezequías le entregó toda la plata que estaba en el templo del SEÑOR y en la tesorería real. 16 En aquel tiempo Ezequías quitó el oro que cubría las puertas del templo del SEÑOR y los postes de las puertas, que él mismo había colocado ahí, y se lo entregó al rey de Asiria.
El rey de Asiria envía un delegado a Jerusalén
17 El rey de Asiria mandó a sus tres comandantes más importantes con un gran ejército para atacar al rey Ezequías en Jerusalén. Saliendo de Laquis fueron a Jerusalén y tomaron sus posiciones junto al acueducto, cerca del estanque superior que está camino al Campo del Lavandero. 18 Llamaron al rey y salieron a atenderlo Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio real, el cronista Sebna y Joa hijo de Asaf, que era el secretario.
19 El comandante en jefe les dijo:
—Díganle a Ezequías que esto es lo que dice el gran rey, rey de Asiria:
»¿Por qué estás tan confiado? 20 ¿Acaso piensas que la guerra se hace tan sólo con palabras? ¿En quién te apoyas para rebelarte contra mí? 21 Mira, tú estás ahora confiando en esa vara astillada que es Egipto. Si uno se apoya en ella, hiere y traspasa la mano. Eso es lo que es el faraón, rey de Egipto, para todos los que se apoyan en él. 22 Si me sales con eso de que “confiamos en el SEÑOR nuestro Dios”, ¿no es ese el mismo del que Ezequías ordenó quitar los altares y santuarios de las colinas cuando les dijo a Judá y a Jerusalén: “Ustedes sólo deben adorar frente a este altar en Jerusalén”?
23 »Ahora, haz un tratado con mi señor, el rey de Asiria. Te daré 2000 caballos si puedes conseguir jinetes que los monten. 24 ¿No irás a rechazar la oferta de un capitán, así sea uno de los siervos menos importantes de mi señor y ponerte a confiar en el rey de Egipto para que te dé carros de combate y caballos? 25 Mira, ¿crees que vine a destruir este lugar sin la ayuda del SEÑOR? Pues el mismo SEÑOR fue el que me dijo: “¡Sube y destruye ese país!”
26 Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, Sebna y Joa le dijeron al comandante:
—Por favor, háblanos en idioma arameo, pues nosotros tus siervos entendemos ese idioma. No nos hables en el idioma de Judá porque nos escuchará la gente que está sobre la muralla.
27 Pero el comandante en jefe les dijo:
—¿Acaso mi señor me mandó a hablarles sólo a su señor y a ustedes? ¿No me mandó él a decirle a la gente que está sentada en la muralla y a ustedes, que se tendrán que comer sus propios excrementos y beber su propia orina?
28 Luego se puso en pie y gritó fuerte en el lenguaje de Judá:
—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria. 29 Esto es lo que él dice: “No se dejen engañar por Ezequías, porque él no los podrá salvar de mi poder”. 30 No permitan que Ezequías los haga confiar en el SEÑOR, diciendo: “Seguro que el SEÑOR nos librará y no dejará que esta ciudad caiga en manos del rey de Asiria”.
31 »No oigan a Ezequías, porque esto es lo que dice el rey de Asiria: “Hagan un tratado de paz conmigo y ríndanse, y permitiré que cada uno de ustedes se alimente de su propia vid y de su propia higuera, y que beba de su propio pozo. 32 Eso será hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, un país con grano, vino, pan y viñedos. Es una tierra de aceite de oliva, y de miel. Allí podrán vivir y no morirán”.
»Pero no le hagan caso a Ezequías, quien trata de convencerlos diciendo: “El SEÑOR nos salvará”. 33 ¿Acaso alguno de los dioses de las otras naciones ha librado a su pueblo de las manos del rey de Asiria? 34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin, Hená e Ivá? ¿Libraron a Samaria de caer en mis manos? 35 ¿Cuál de los dioses de las naciones las ha librado de caer en mis manos? ¿Cómo pues podrá el SEÑOR librar a Jerusalén de mí?»
36 Pero la gente mantuvo silencio. No respondieron palabra alguna porque el rey Ezequías había dado la orden de no responderles nada. 37 Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio real, el cronista Sebna y Joa hijo de Asaf, que era el secretario, fueron a ver a Ezequías. Se presentaron ante él con los vestidos rasgados y le contaron al rey lo que el comandante asirio les había dicho.
Isaías le profetiza a Ezequías
(2 Cr 32:20-23; Is 37:1-8)
19 Cuando el rey Ezequías escuchó esto, rasgó su vestido, y se vistió de luto y se fue al templo del SEÑOR. 2 Envió a Eliaquín, el encargado de la administración del palacio; a Sebna, el escriba; a los ancianos y los sacerdotes, todos vestidos de luto, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz. 3 Ellos le dijeron al profeta:
—Esto es lo que ha dicho Ezequías: “Este es día de tristeza, castigo y desgracia, como cuando las mujeres están a punto de dar a luz, pero no tienen suficiente fuerza para hacerlo. 4 Que el SEÑOR tu Dios haya oído las palabras del comandante en jefe que envió el rey de Asiria con que insultó al Dios vivo, y que lo castigue por haber dicho esas palabras que el SEÑOR tu Dios escuchó. Así que eleva una oración por el pueblo que ha sobrevivido”.
5 Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6 este les dijo:
—Esto es lo que van a decirle a su señor: “El SEÑOR dice: No tengas miedo de las palabras que has oído, los insultos que dijeron contra mí los siervos del rey de Asiria. 7 Mira, yo mismo voy a colocar un espíritu en él. Oirá un informe y se volverá a su país. Allí mismo, en su propio país, haré que lo hieran a espada y muera”.
8 El comandante en jefe se retiró y supo que el rey de Asiria se había ido de Laquis y estaba luchando contra Libná. 9 Entonces el rey de Asiria recibió la noticia de que el rey Tiracá, de Etiopía, había salido para luchar contra él. Una vez sabido esto, el rey de Asiria envió otra vez mensajeros a Ezequías con este mensaje:
10 «Esto es lo que le dirán al rey Ezequías de Judá: No dejes que el Dios en quien confías te engañe diciendo: “Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria”. 11 Mira, tú conoces lo que los reyes de Asiria les han hecho a otros países, destruyéndolos por completo. ¿Y tú crees que te vas a salvar? 12 ¿Pudieron salvarlas los dioses de las naciones a las que mis antepasados destruyeron? Naciones como Gozán, Jarán, Résef y el pueblo de Edén que vivía en Telasar. 13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, Arfad, el de la ciudad de Sefarvayin, de Hená y de Ivá?»
Oración de Ezequías
14 Ezequías recibió las cartas de mano de los mensajeros y las leyó. Luego subió al templo del SEÑOR y extendió las cartas delante del SEÑOR. 15 Después Ezequías oró ante el SEÑOR y dijo: «SEÑOR, Dios de Israel el que está sentado en su trono entre los querubines, tú eres el único Dios de todas las naciones de la tierra. 16 SEÑOR, presta atención, escucha. SEÑOR, abre tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib envió para insultar al Dios vivo. 17 Es muy cierto, SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus territorios, 18 han tirado sus dioses al fuego, aunque en realidad no eran dioses, sino producto de los seres humanos; eran de madera y piedra, y por eso fueron destruidos. 19 Ahora te suplico Dios, SEÑOR Dios nuestro, sálvanos de caer en manos de ese rey, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, SEÑOR, eres el único Dios».
20 Entonces Isaías hijo de Amoz le envió este mensaje a Ezequías: «El SEÑOR, Dios de Israel, dice: “Te he escuchado acerca de lo que me pediste en cuanto a Senaquerib, rey de Asiria. 21 Este es el mensaje del SEÑOR en cuanto a Senaquerib:
»”La virgen hija de Sion
te desprecia, se burla de ti.
A tus espaldas la hija virgen de Jerusalén
mueve la cabeza burlándose de ti.
22 ¿A quién insultaste y de quién te reíste?
¿Contra quién hablaste?
¡Hablaste en contra del Santo de Israel!
Actuaste como si fueras mejor que él.
23 Mandaste a tus mensajeros para insultar al Señor.
Dijiste:
‘Vine con muchos carros de combate a los montes altos.
Vine desde las profundidades del Líbano.
Corté los cedros más altos
y los mejores cipreses del Líbano.
Subí contra la parte más alta del Líbano,
hasta el bosque más frondoso.
24 Cavé pozos y bebí agua
de territorios extranjeros.
Sequé los ríos de Egipto
y caminé sobre tierra seca’.
25 »”Pero, ¿nunca te enteraste?
Yo tengo planeado esto desde hace tiempo.
Lo que está pasando ahora
yo lo preparé desde la antigüedad:
Que tú destruyeras ciudades fortificadas
y las convirtieras en un montón de ruinas.
26 Sus habitantes, que ya están sin fuerza y sin esperanzas,
están avergonzados.
Aunque hoy parecen estar vivos,
el viento del oriente los secará[b] como plantas del campo
y como pasto verde,
que crece en el tejado.
27 Sé cuando te levantas
y cuando te sientas;
cuando sales y cuando entras.
Sé cuánto te has enfurecido contra mí.
28 Debido a lo furioso que estás contra mí
y a que he escuchado tus palabras arrogantes,
voy a ponerte una argolla en la nariz,
un freno en la boca,
y haré que regreses
por el mismo camino por donde viniste.
Mensaje del Señor a Ezequías
29 »”Esta será la señal que probará que este mensaje es verdadero:
»”Este año comerán lo que crece por sí solo en el campo,
el segundo año lo que crezca de ahí,
y el tercer año sembrarán y cosecharán,
plantarán viñedos y comerán de su fruto.
30 Los sobrevivientes de la tribu de Judá
echarán raíces abajo y darán fruto arriba.
31 Porque un resto de mi gente quedará vivo y saldrá de Jerusalén;
y los sobrevivientes saldrán del monte Sion.
El celo del SEÑOR Todopoderoso
hará que así suceda.
32 »”Por eso así dice el SEÑOR en cuanto al rey de Asiria:
»”El no entrará a esta ciudad
y no disparará aquí una sola flecha.
No usará un solo escudo,
ni construirá rampas contra ella.
33 Volverá por el mismo camino por el que vino;
no ocupará la ciudad.
El SEÑOR lo ha decidido así.
34 Yo protegeré esta ciudad y la salvaré.
Lo haré por mí mismo y por mi siervo David”».
Destrucción del ejército asirio
35 Esa misma noche el ángel del SEÑOR salió y mató a 185 000 soldados del campamento asirio. Cuando la gente se levantó al otro día, estaban allí todos los cuerpos de los muertos. 36 Así que Senaquerib, rey de Asiria, regresó a Nínive y permaneció allí. 37 Un día, mientras estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, fue asesinado a espada por sus hijos Adramélec y Sarézer. Ellos escaparon al país de Ararat. Su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.
Pablo va a Jerusalén
21 Nos despedimos de los ancianos líderes y navegamos directamente hacia la isla de Cos. Al día siguiente fuimos a la isla de Rodas y de allí a Pátara. 2 En Pátara encontramos un barco que iba a la región de Fenicia y nos embarcamos en él. 3 Navegamos cerca de la isla de Chipre, que estaba a la vista por la parte norte, pero no nos detuvimos. Seguimos a la región de Siria y nos detuvimos en la ciudad de Tiro, porque el barco tenía que descargar allí. 4 En Tiro encontramos a algunos seguidores del Señor y nos quedamos con ellos siete días. Por medio del Espíritu Santo, ellos le advirtieron a Pablo que no fuera a Jerusalén. 5 Cuando terminamos nuestra visita, nos fuimos de allí y continuamos nuestro viaje. Todos los seguidores, incluso sus esposas y sus hijos, vinieron a las afueras de la ciudad para acompañarnos y para despedirse. Nos arrodillamos sobre la playa y oramos. 6 Entonces nos despedimos y subimos al barco, y ellos regresaron a sus casas.
7 Continuamos nuestro viaje desde Tiro y fuimos a la ciudad de Tolemaida. Allí saludamos a los creyentes y nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente partimos hacia la región de Cesarea. Fuimos a la casa de Felipe y nos quedamos con él. Felipe, uno de los siete ayudantes[a], se dedicaba a anunciar la buena noticia de salvación. 9 Tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban. 10 Después de estar allí varios días, un profeta llamado Agabo vino de Judea 11 a donde estábamos nosotros y tomó el cinturón de Pablo. Agabo mismo se ató de pies y manos con el cinturón y dijo:
—Esto dice el Espíritu Santo: “Así es como los judíos de Jerusalén atarán al que lleve puesto este cinturón. Después lo entregarán a los que no son judíos”.
12 Cuando oímos esto, nosotros y los que estaban allí le rogamos que no fuera a Jerusalén. 13 Pero Pablo contestó:
—¿Por qué están llorando? ¿Por qué me parten el corazón? Estoy dispuesto no sólo a que me aten, sino incluso a morir en Jerusalén por la causa del Señor.
14 Nosotros no pudimos convencerlo de que no fuera a Jerusalén. Entonces dejamos de rogarle y le dijimos:
—Que se haga la voluntad del Señor.
15 Después de esto, nos preparamos y nos fuimos a Jerusalén. 16 Algunos seguidores del Señor que eran de Cesarea fueron con nosotros y nos llevaron a la casa de Nasón, un hombre de Chipre que también era seguidor de Jesús desde hacía varios años. Nos llevaron a su casa para que nos pudiéramos quedar allí.
Pablo visita a Santiago
17 Cuando llegamos a Jerusalén, los creyentes que vivían allí se alegraron de recibirnos.
La comunidad de los fieles alaba al Señor
1 ¡Aleluya!
Canten al SEÑOR una canción nueva;
alábenlo en la comunidad de los fieles.
2 Israel, alégrate por tu Creador.
Habitantes de Sion, alégrense con su Rey.
3 Que alaben a Dios con danzas y bellas melodías,
al ritmo de panderos e instrumentos de cuerda.
4 El SEÑOR es feliz con su pueblo;
les da a los humildes el honor de la victoria.
5 Que se alegren los fieles por su gloria;
que hasta en su cama griten de alegría.
6 Que salgan de su garganta alabanzas a Dios;
y tengan en su mano una espada de dos filos,
7 para vengarse de los pueblos
y castigar a las naciones,
8 para encadenar a los reyes
y a los poderosos con grillos de hierro.
9 Que los castiguen tal como Dios lo ordenó.
Es un honor para todos sus fieles.
¡Aleluya!
8 Los chismes son bocados exquisitos,
llegan hasta lo más hondo.
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