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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 8:11-10:19

11 Salomón trasladó a su esposa, la hija del faraón, de la Ciudad de David al palacio que le construyó, pues dijo: «Ninguna esposa mía vivirá en la casa de David, rey de Israel, porque los lugares donde ha estado el cofre del SEÑOR son sagrados».

12 En aquel tiempo, Salomón ofrecía los sacrificios que deben quemarse completamente al SEÑOR en el altar del SEÑOR que había construido delante del vestíbulo. 13 Los ofrecía conforme a lo ordenado para cada día, según lo mandado por Moisés, semanalmente los días de descanso, mensualmente en las lunas nuevas y durante las fiestas que se realizaban tres veces al año: la fiesta de los Panes sin Levadura, la fiesta de las Semanas[a] y la fiesta de las Enramadas. 14 De acuerdo a lo ordenado por su papá David, asignó turnos para que los sacerdotes realizaran su servicio y para que los levitas llevaran a cabo sus deberes de alabar y servir ante los sacerdotes de acuerdo a lo ordenado para cada día. También asignó turnos a los porteros en cada puerta. 15 Así que cumplieron fielmente el mandato del rey en cuanto a los sacerdotes, los levitas y también en cuanto a la tesorería.

16 Todo el trabajo de Salomón se llevó a cabo desde el día en que echaron los cimientos del templo del SEÑOR hasta el día en que se terminó. Así pues, el templo del SEÑOR quedó perfectamente terminado.

17 Entonces Salomón fue a Ezión Guéber y a Elat en la costa de Edom. 18 Hiram, por medio de sus oficiales, le mandó una flotilla de barcos con navegantes expertos. Ellos y los funcionarios de Salomón fueron a Ofir y de ahí volvieron con casi 15 000 kilos[b] de oro que le entregaron al rey Salomón.

La reina de Sabá

(1 R 10:1-13)

La fama del rey Salomón llegó a oídos de la reina de Sabá. Ella viajó hasta Jerusalén para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. Fue con una guardia muy grande, camellos cargados de especias, piedras preciosas y muchísimo oro. Cuando conoció a Salomón, le hizo toda clase de preguntas. Salomón le contestó todas sus preguntas; ninguna de ellas fue demasiado difícil para él. La reina de Sabá pudo comprobar la gran inteligencia de Salomón y vio el palacio que había construido. También vio lo que comían y dónde vivían sus siervos y cómo servían sus ministros y cómo se vestían ellos y sus consejeros, y el sacrificio que debe quemarse completamente en honor al SEÑOR. Ella quedó completamente atónita y le dijo al rey: «De verdad en mi país me hablaron acerca de los logros de tu sabiduría. No podía creer las noticias que me llegaban, pero cuando los vi con mis propios ojos, me di cuenta que no me habían contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. Tú sobrepasas lo que había escuchado. ¡Qué afortunados son tus esposas[c] y tus siervos! Ellos te sirven y escuchan tu sabiduría todos los días. ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios! Le dio gozo hacerte rey para servicio del SEÑOR tu Dios, pues él siempre ha amado a Israel, y para consolidarlo para siempre te hizo rey de ellos y así puedes gobernar con justicia y rectitud».

Entonces la reina de Sabá le dio al rey cerca de 3960 kilos[d] de oro. También le dio muchas especias y joyas. Jamás se volvió a ver que se recibieran tantas especias como las que ella le dio al rey Salomón.

10 Los siervos de Hiram y los de Salomón trajeron oro de Ofir y también mucha madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Salomón usó la madera para hacer barandas en el templo del SEÑOR y el palacio. También usó la madera para hacer arpas y liras para los cantantes del templo. Nunca se había visto en Judá algo semejante.

12 Entonces el rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, todo lo que le pidió, más de lo que ella le había traído al rey. Luego ella y sus servidores regresaron a su país.

El esplendor de Salomón

(1 R 10:14-29; 2 Cr 1:14-17)

13 Cada año el rey Salomón recibía casi 22 000 kilos de oro, 14 sin contar los impuestos[e] cobrados a los pasajeros y a las ganancias de los comerciantes, a todos los reyes árabes, y el oro y la plata que le traían a Salomón los gobernadores de las provincias. 15 El rey Salomón hizo 200 escudos de oro martillado. Cada escudo contenía unos 7 kilos[f] de oro. 16 También hizo 300 escudos más pequeños de oro martillado, que pesaba cada uno como 3 kilos[g]. El rey los colocó en el palacio llamado Bosque del Líbano.

17 El rey Salomón también construyó un trono grande de marfil y lo recubrió de oro puro. 18 Había seis escalones de oro para subir al trono, un estrado de oro unido al trono; el asiento del trono tenía brazos a cada lado y dos leones estaban de pie a cada lado del trono. 19 En cada escalón había dos leones erguidos; eran doce en total. Ningún otro reino tenía algo semejante. 20 Todas las copas y vasijas que tenía Salomón eran de oro. Toda la vajilla[h] del palacio del Bosque del Líbano era de oro puro. Nada en el palacio era hecho de plata porque en la época de Salomón había tanto oro que la gente no le daba mucho valor a la plata.

21 Una flota de barcos iba hasta Tarsis con los siervos de Hiram; cada tres años la flota de Tarsis volvía con un cargamento de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 Salomón sobrepasó a todos los reyes del mundo en sabiduría y riqueza. 23 Todos los reyes de la tierra querían ver al rey Salomón para escuchar la gran sabiduría que Dios le había dado. 24 Todos le llevaban regalos cada año: objetos de plata y oro, vestidos, armaduras, especias, caballos y mulas.

25 Salomón tenía 4000 establos para caballos y carros de combate. Tenía 12 000 jinetes que él ubicó en las ciudades dedicadas a la caballería y los carros, y en su palacio en Jerusalén. 26 Salomón reinó sobre todos los reyes desde el Éufrates hasta el territorio de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. 27 El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como la piedra y que la madera de cedro fuera tan común como las higueras que crecen en la llanura. 28 Los caballos de Salomón se importaban de Egipto y de todos los otros países.

Muerte de Salomón

(1 R 11:41-43)

29 El resto de los hechos, desde el primero hasta el último, del reinado de Salomón, tarde y temprano, están escritos en Las crónicas del profeta Natán, en La profecía de Ahías el silonita y en Las visiones del vidente Idó en lo que tiene que ver con Jeroboán hijo de Nabat. 30 Durante 40 años, Salomón gobernó en Jerusalén sobre todo Israel. 31 Luego murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, su papá. Entonces su hijo Roboán reinó en su lugar.

La insensatez de Roboán

(1 R 12:1-24)

10 Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas fueron allá para proclamarlo rey. Cuando Jeroboán hijo de Nabat se enteró de esto, volvió de Egipto a donde había huido para escapar del rey Salomón. Lo mandaron llamar y él y todo el pueblo de Israel se presentaron ante Roboán y le dijeron:

—Tu papá nos impuso un yugo demasiado pesado de llevar. Ahora, danos un yugo más liviano que el que tu papá nos dio y nosotros te serviremos.

Roboán contestó:

—Vuelvan en tres días y les daré una respuesta.

Entonces la gente se fue. Había algunos ancianos que aconsejaban a Salomón cuando aun vivía. El rey Roboán les preguntó lo que debía hacer:

—¿Cómo debo contestarle a este pueblo?

Ellos le respondieron:

—Si te pones al servicio del pueblo y les hablas en forma amable, ellos seguirán sirviéndote para siempre. Pero Roboán no les hizo caso. Les pidió consejo a sus amigos jóvenes que habían sido criados con él. Roboán dijo:

—El pueblo dijo: “Danos trabajo más liviano de lo que nos dio tu papá”. ¿Cómo piensan ustedes que debería contestarles? ¿Qué les digo?

10 Los jóvenes que habían sido criados con él le dijeron:

—Así debes contestarle al pueblo. Tu papá los obligó a hacer trabajos pesados ¿y tú les va a dar trabajo más liviano? Les tienes que decir: “Mi dedo meñique es más pesado que el lomo de mi papá”. 11 Y ahora ¿mi papá les dio un yugo demasiado pesado de llevar? ¡Pues yo les daré aun más! Si él los castigaba con azotes, yo los castigaré con látigos que llevan metal en la punta.[i]

12 Puesto que Roboán le había dicho al pueblo: «Vuelvan en tres días», así volvieron a los tres días todos los israelitas y Jeroboán con ellos. 13 Entonces, el rey Roboán les habló duro y no hizo caso al consejo sugerido por los ancianos. 14 Hizo lo que sus amigos le aconsejaron. Entonces Roboán le dijo al pueblo:

—Mi papá los obligó a trabajar mucho, pero yo les daré aun más. Mi papá los castigó con azotes, pero yo los castigaré con látigos que llevan pedazos de metal en la punta.

15 Así que el rey no hizo lo que el pueblo quería porque el SEÑOR lo dispuso así para cumplir la promesa que le hizo a Jeroboán hijo de Nabat por medio del profeta Ahías de Siló.

16 Todos los israelitas vieron que el nuevo rey no los quería escuchar. Por eso le dijeron al rey:

—¿Acaso somos parte de la familia de David? ¿Nos dieron tierras de Isaí? Así que Israel, váyanse cada cual a su casa, ¡que el hijo de David gobierne a su propia gente!

Entonces todos los israelitas se fueron a sus casas. 17 Pero Roboán gobernaba sobre los que vivían en las ciudades de Judá.

18 El rey mandó a Adonirán, uno de los que dirigían a los trabajadores, pero los israelitas lo apedrearon y murió. Roboán subió rápidamente a su carruaje y escapó a Jerusalén. 19 Así que Israel se rebeló contra la dinastía de David hasta el día de hoy.

Romanos 8:9-25

En ustedes no predomina la mentalidad humana sino la del Espíritu, porque el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no pertenece a Cristo. 10 El cuerpo de ustedes está muerto por culpa del pecado, pero si Cristo está en ustedes, Dios los aprobó y el Espíritu les da vida. 11 Dios resucitó a Jesús de la muerte. Y si el Espíritu de Dios vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo le dará vida a su cuerpo mortal por medio del Espíritu que vive en ustedes.

12 Por eso hermanos, tenemos una obligación pero no es la de vivir según la mentalidad humana. 13 Si viven de acuerdo con la mentalidad humana, morirán para siempre, pero si usan el poder del Espíritu para dejar de hacer maldades, vivirán para siempre.

14 Los hijos de Dios se dejan guiar por el Espíritu de Dios. 15 El Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte en esclavos llenos de temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los hace hijos. Por el Espíritu podemos gritar: «¡Querido padre!»[a] 16 El Espíritu mismo le habla a nuestro espíritu y le asegura que somos hijos de Dios. 17 Por ser hijos de Dios recibiremos las bendiciones que Dios tiene para su pueblo. Dios nos dará todo lo que le ha dado a Cristo, pero también tenemos que sufrir con él para compartir su gloria.

Tendremos la grandeza en el futuro

18 Yo reconozco que tenemos que sufrir ahora, pero esos sufrimientos no son nada comparados con toda la gloria que vamos a recibir después. 19 Toda la creación de Dios está esperando con impaciencia el momento en que Dios muestre al mundo quiénes son sus hijos. 20 La creación no pudo alcanzar su propósito original, pero no por causa de ella, sino porque Dios así lo dispuso. Sin embargo, queda esta esperanza: 21 que la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para disfrutar luego la grandeza de los hijos de Dios.

22 Todos sabemos que hasta hoy toda la creación se queja de dolor y sufre como una mujer con dolores de parto. 23 No sólo el mundo, sino también nosotros sufrimos, pero ya tenemos el Espíritu como anticipo de la promesa de Dios. Ahora esperamos que Dios nos dé todos los derechos como hijos suyos cuando nuestro cuerpo sea liberado.[b] 24 Cuando fuimos salvos recibimos esa esperanza, pero una esperanza que se ve no es realmente una esperanza, ¿para qué esperar lo que ya se ve? 25 En cambio, nosotros estamos esperando lo que aun no podemos ver y lo esperamos con paciencia.

Salmos 18:16-36

16 Luego extendió la mano y me rescató;
    me sacó de las aguas turbulentas.
17 Él me salvó de mis poderosos enemigos
    y de los que me odiaban,
    pues eran más fuertes que yo.
18 Cuando yo estaba en dificultades y mis enemigos me atacaban,
    el SEÑOR me dio su apoyo y protección.
19 El SEÑOR me rescató porque me ama;
    él me llevó a un lugar seguro.

20 El SEÑOR me recompensó como merecía
    porque actué con justicia.
Me recompensó
    porque no he obrado con maldad.
21 Me he preocupado por vivir como el SEÑOR quiere.
    Por eso no he hecho nada que pueda separarme de Dios.
22 Siempre tengo en cuenta sus enseñanzas
    y nunca me aparto de sus leyes.
23 He sido siempre honesto con él
    y me he mantenido apartado del mal.
24 Por eso, el SEÑOR me recompensará en la medida que yo actúe con justicia.
    Lo hará en tanto yo no haga el mal.

25 Dios es fiel con los que le son fieles;
    sincero con los que le son sinceros.
26 Dios mío, tú eres bueno y puro con la gente que es buena y pura,
    pero puedes derrotar hasta al más perverso.
27 Tú salvas a la gente humilde
    y humillas a los más soberbios.
28 SEÑOR, tú iluminas mi sendero;
    eres mi luz en la oscuridad.
29 Dios mío, con tu ayuda podré correr con los soldados.
    Con tu ayuda asaltaré las murallas de mis enemigos.

30 El camino de Dios es perfecto;
    las promesas del SEÑOR han sido probadas.
    Él protege a quienes buscan su ayuda y protección.
31 El SEÑOR es el único Dios;
    nuestro Dios es la única roca.
32 Dios es quien me reviste de valor
    y perfecciona mi camino.
33 Él me da pies como los de la cierva;
    y me mantiene firme aun en los lugares más altos.
34 Dios me prepara para la guerra;
    les da fuerza a mis brazos para lanzar dardos poderosos.

35 Dios mío, me has dado el escudo de tu salvación,
    has sido mi apoyo
    y me has ayudado a prosperar.
36 Dios mío, tú me ayudas a correr más rápido
    y les das fuerza a mis piernas.

Proverbios 19:26

26 Qué vergonzoso y qué malo es que un hijo le robe al papá
    y eche de su lado a la mamá.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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