The Daily Audio Bible
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Job
23 Una vez más mis quejas son amargas
porque Dios ha descargado su mano sobre mí.
3 ¡Ojalá supiera yo dónde encontrarlo,
y cómo llegar a donde vive!
4 Presentaría ante él mi caso,
pues me sobran argumentos.
5 ¡Ya sabría cómo responder
a lo que él me contestara!
6 Pero él no usaría la fuerza como argumento,
sino que me escucharía
7 y reconocería que tengo la razón;
me declararía inocente,
¡me dejaría libre para siempre!
8 Pero busco a Dios en el oriente, y no está allí;
lo busco en el occidente, y no lo encuentro.
9 Me dirijo al norte, y no lo veo;
me vuelvo al sur, y no lo percibo.
10 Él conoce cada uno de mis pasos;
puesto a prueba, saldré puro como el oro.
11 Yo siempre he seguido sin desviarme
el camino que él me ha señalado.
12 Siempre he cumplido sus leyes y mandatos,
y no mi propia voluntad.
13 Cuando él decide realizar algo, lo realiza;
nada le hace cambiar de parecer.
14 Lo que él ha dispuesto hacer conmigo, eso hará,
junto con otras cosas semejantes.
15 Por eso le tengo miedo;
sólo el pensarlo me llena de terror.
16 Dios, el Todopoderoso,
me tiene acobardado.
17 ¡Ojala la noche me hiciera desaparecer
y me envolviera la oscuridad!
24 ¿Por qué el Todopoderoso no señala fechas para actuar,
de modo que sus amigos puedan verlas?
2 Los malvados cambian los linderos de los campos,
roban ovejas para aumentar sus rebaños,
3 despojan de sus animales
a los huérfanos y las viudas.
4 Apartan a los pobres del camino,
y la gente humilde tiene que esconderse.
5 Los pobres, como asnos salvajes del desierto,
salen a buscar con trabajo su comida,
y del desierto sacan alimento para sus hijos.
6 Van a recoger espigas en campos ajenos
o a rebuscar en los viñedos de los malos.
7 Pasan la noche sin nada con que cubrirse,
sin nada que los proteja del frío.
8 La lluvia de las montañas los empapa,
y se abrazan a las rocas en busca de refugio.
9 Les quitan a las viudas sus recién nacidos,
y a los pobres les exigen prendas.
10 Los pobres andan casi desnudos,
cargando trigo mientras se mueren de hambre.
11 Mueven las piedras del molino para sacar aceite;
pisan las uvas para hacer vino,
y mientras tanto se mueren de sed.
12 Lejos de la ciudad, los que agonizan
lloran y lanzan gemidos,
pero Dios no escucha su oración.
13 Hay algunos que odian la luz,
y en todos sus caminos se apartan de ella.
14 El asesino madruga para matar al pobre,
y al anochecer se convierte en ladrón.
15 El adúltero espera a que oscurezca,
y se tapa bien la cara,
pensando: «Así nadie me ve.»
16 El ladrón se mete de noche en las casas.
Todos ellos se encierran de día;
son enemigos de la luz.
17 La luz del día es para ellos densa oscuridad;
prefieren los horrores de la noche.
Sofar
18 El malvado es arrastrado por el agua.
Sus tierras quedan bajo maldición
y nadie vuelve a trabajar en sus viñedos.
19 Con el calor de la sequía, la nieve se derrite;
y en el sepulcro, el pecador desaparece.
20 Su propia madre se olvidará de él;
los gusanos se lo comerán,
y nadie volverá a acordarse de él.
El malo caerá como un árbol cortado.
21 Con las mujeres sin hijos y con las viudas
fue siempre cruel; jamás las ayudó.
22 Pero Dios, con su fuerza, derriba a los poderosos;
cuando él actúa, nadie tiene segura la vida.
23 Dios los deja vivir confiados,
pero vigila cada uno de sus pasos.
24 Por un momento se levanta el malo,
pero pronto deja de existir.
Se marchita como hierba arrancada,
como espiga que se dobla.
25 Y si esto no es así, ¿quién podrá desmentirme
y probar que estoy equivocado?
Bildad
25 Dios es poderoso y temible;
él establece la paz en el cielo.
3 Sus ejércitos son incontables,
su luz brilla sobre todos.
4 ¿Podrá, pues, un simple hombre
ser puro e inocente frente a Dios?
5 A sus ojos, ni la luna tiene brillo
ni son puras las estrellas,
6 ¡mucho menos el hombre;
este gusano miserable!
Job
26 ¡Qué manera de ayudar al débil,
de salvar al que ya no tiene fuerzas!
3 ¡Qué bien sabes dar consejos
e instruir al ignorante!
4 ¿Con ayuda de quién has dicho esas palabras?
¿Quién te ha inspirado para hablar así?
Bildad
5 Los muertos, que habitan el mar profundo,
tiemblan de miedo en el fondo del mar.
6 El sepulcro, reino de la muerte,
no encierra misterios para Dios.
7 Dios extendió el cielo sobre el vacío
y colgó la tierra sobre la nada.
8 Él encierra el agua en las nubes
sin que las nubes revienten con el peso;
9 oscurece la cara de la luna
cubriéndola con una nube;
10 ha puesto el horizonte del mar
como límite entre la luz y las tinieblas.
11 Cuando Dios amenaza, tiemblan de miedo
los montes en que se apoya el cielo.
12 Con su fuerza dominó al mar;
con su habilidad derrotó al monstruo Rahab.
13 Con su soplo dejó el cielo despejado;
con su mano mató a la serpiente escurridiza.
14 Y esto no es más que una parte de sus obras;
lo que hemos oído es apenas un murmullo.
¿Quién podrá entender su trueno poderoso?
Job
27 ¡Juro por Dios, por el Todopoderoso,
quien se niega a hacerme justicia
y me llena de amargura,
3 que mientras él me dé fuerza para respirar,
4 jamás diré mentiras
ni pronunciaré palabras falsas!
5 Mientras yo viva, insistiré en mi inocencia;
¡no admitiré que ustedes tengan razón al acusarme!
6 No dejaré de insistir en mi honradez,
pues no tengo nada que reprocharme.
7 ¡Que todo el que se declare mi enemigo
corra la suerte del malvado y del injusto!
8 ¿Qué esperanza habrá para el impío
cuando Dios le quite la vida?
9 Cuando se encuentre en dificultades,
Dios no hará caso de sus ruegos.
10 Pues él no encuentra su alegría en el Todopoderoso,
ni lo invoca en ningún momento.
11 Voy a mostrarles el gran poder de Dios,
los planes del Todopoderoso.
12 Y si todos ustedes ya lo han visto,
¿por qué dicen cosas absurdas?
Sofar
13 Éste es el castigo que Dios, el Todopoderoso,
dará a los hombres crueles y malvados:
14 aunque sus hijos sean muchos,
morirán en la guerra o por no encontrar qué comer.
15 A los que queden con vida, los matará la peste,
y sus viudas no los llorarán.
16 Aunque el malvado amontone plata como tierra,
y tenga ropa en grandes cantidades,
17 será un hombre honrado el que use esa ropa
y algún hombre honrado el que disfrute de esa plata.
18 La casa del malvado es frágil como un nido,
como la choza de quien cuida los campos.
19 Se acostará rico por última vez,
y al despertar, ya no tendrá nada.
20 El terror le llegará de día,
la tempestad se lo llevará de noche.
21 El viento huracanado del oriente
lo arrancará de su casa;
22 soplará contra él sin compasión,
por más que trate de escapar.
23 El viento lo perseguirá con estruendos y silbidos.
Por qué no viajó a Corinto
12 Tenemos un motivo de orgullo, y es que nuestra conciencia nos dice que nos hemos portado limpia y sinceramente en este mundo, y especialmente en mi relación con ustedes. Nosotros no nos guiamos por la sabiduría humana, sino que confiamos en la gracia de Dios. 13 En nuestras cartas, no escribimos nada distinto de lo que ustedes pueden leer y entender. Y espero que lleguen a entender perfectamente, 14 como ya en parte han entendido lo que somos, que cuando regrese nuestro Señor Jesús ustedes se sentirán orgullosos de nosotros, como también nosotros nos sentiremos orgullosos de ustedes.
15 Confiando en esto, yo había pensado en ir primero a verlos a ustedes, y así hacerles el favor de visitarlos dos veces; 16 pensaba visitarlos primero al pasar camino de Macedonia, y después, al regresar, visitarlos otra vez. Así ustedes podrían ayudarme luego a seguir mi viaje a Judea. 17 ¿Será que cuando decidí hacer esto no lo pensé seriamente? ¿Creen ustedes que yo hago mis planes con doblez, diciendo «sí» y «no» al mismo tiempo? 18 Dios es testigo de que nosotros no les decimos a ustedes «sí» y «no» al mismo tiempo. 19 Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue «sí» y «no» al mismo tiempo. Dios ha dado en Cristo para siempre su «sí», 20 pues en él se cumplen todas las promesas de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos «Amén» por medio de Cristo Jesús. 21 Y Dios es el que a nosotros y a ustedes nos ha afirmado al unirnos a Cristo, y nos ha consagrado. 22 Nos ha marcado con su sello, y ha puesto en nuestro corazón el Espíritu Santo como garantía de lo que vamos a recibir.
23 Pero si todavía no he ido a Corinto, como pensaba, pongo a Dios por testigo y lo aseguro por mi propia vida, ha sido por consideración a ustedes. 24 Nosotros no somos los dueños de su fe; lo que queremos es colaborar con ustedes, para que tengan alegría, pues ustedes ya están firmes en la fe.
2 Por esto decidí no hacerles otra visita que les causara tristeza. 2 Porque si yo los entristezco, ¿quién hará que me sienta alegre, de no ser ustedes, a quienes he entristecido? 3 Por eso les escribí como lo hice, porque no quería ir para que me entristecieran ustedes, que más bien deberían alegrarme. Estaba seguro de que todos ustedes harían suya mi alegría, 4 pero cuando les escribí esa carta, me sentía tan preocupado y afligido que hasta lloraba. Sin embargo, no la escribí para causarles tristeza, sino para que vieran el amor tan grande que les tengo.
Perdón para el que había ofendido a Pablo
5 Si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado sólo a mí, sino hasta cierto punto también a todos ustedes. Digo «hasta cierto punto» para no exagerar. 6 El castigo que la mayoría de ustedes le impuso a esa persona, ya es suficiente. 7 Lo que ahora deben hacer es perdonarlo y ayudarlo, no sea que tanta tristeza lo lleve a la desesperación. 8 Por eso les ruego que nuevamente le demuestren el amor que le tienen. 9 Ya antes les escribí sobre este asunto, precisamente para probarlos y saber si están dispuestos a seguir mis instrucciones. 10 Así que aquel a quien ustedes perdonen algo, también yo se lo perdono. Y se lo perdono, si es que había algo que perdonar, por consideración a ustedes y en presencia de Cristo. 11 Así Satanás no se aprovechará de nosotros, pues conocemos muy bien sus malas intenciones.
Oración de un hombre enfermo
(1) Del maestro de coro. Salmo de David.
41 (2) Dichoso el que piensa en el débil y pobre;
el Señor lo librará en tiempos malos.
2 (3) El Señor lo protegerá,
le dará vida y felicidad en la tierra,
y no lo abandonará al capricho de sus enemigos.
3 (4) El Señor le dará fuerzas en el lecho del dolor;
¡convertirá su enfermedad en salud!
4 (5) Yo he dicho:
«Señor, tenme compasión;
cúrame, aunque he pecado contra ti.»
5 (6) Mis enemigos me desean lo peor:
«¿Cuándo morirá y se perderá su recuerdo?»
6 (7) Vienen a verme, y no son sinceros;
guardan en su memoria todo lo malo,
y al salir a la calle lo dan a saber.
7 (8) Los que me odian se juntan y hablan de mí;
piensan que estoy sufriendo por mi culpa,
8 (9) y dicen:
«Su enfermedad es cosa del demonio;
ha caído en cama y no volverá a levantarse.»
9 (10) Aun mi mejor amigo, en quien yo confiaba,
el que comía conmigo, se ha vuelto contra mí.
10 (11) Pero tú, Señor, tenme compasión;
haz que me levante y les dé su merecido.
11 (12) En esto conoceré que te he agradado:
en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
12 (13) En cuanto a mí, que he vivido una vida sin tacha,
tómame en tus manos,
manténme siempre en tu presencia.
13 (14) ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
ahora y siempre!
¡Amén!
5 El camino del malvado está lleno de trampas;
pero el que tiene cuidado de su propia vida, las evita.
6 Dale buena educación al niño de hoy,
y el viejo de mañana jamás la abandonará.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.