Bible in 90 Days
20 Entonces Moisés les dijo:
—Si ustedes cumplen su palabra y se preparan para ir a la batalla del Señor, 21 y si sus tropas cruzan el Jordán y siguen en la lucha hasta que el Señor expulse a sus enemigos, 22 entonces podrán volver cuando el Señor haya conquistado la tierra. Habrán cumplido con su deber ante el Señor y ante el resto del pueblo de Israel. Y la tierra al oriente del Jordán será su propiedad de parte del Señor. 23 Pero si no cumplen su palabra, entonces habrán pecado contra el Señor y estén seguros de que su pecado los alcanzará. 24 Adelante, entonces, construyan ciudades para sus familias y corrales para sus rebaños, pero cumplan con todo lo que prometieron.
25 Entonces los hombres de Gad y de Rubén respondieron:
—Nosotros, tus servidores, seguiremos tus instrucciones al pie de la letra. 26 Nuestros hijos y nuestras esposas, los rebaños y el ganado permanecerán aquí en las ciudades de Galaad. 27 Pero todos los que puedan portar armas cruzarán al otro lado a fin de combatir para el Señor, así como tú has dicho.
28 Así que Moisés dio las órdenes al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de los clanes de Israel, 29 y dijo: «Los hombres de Gad y de Rubén que están armados para la batalla deben cruzar el Jordán con ustedes y luchar para el Señor. Si lo hacen, cuando terminen de conquistar la tierra denles la región de Galaad como su propiedad. 30 Pero si se niegan a armarse y a cruzar con ustedes, entonces estarán obligados a aceptar una porción de tierra en Canaán, con el resto de ustedes».
31 Entonces las tribus de Gad y de Rubén volvieron a decir: «Nosotros somos tus servidores, ¡y haremos lo que el Señor ha ordenado! 32 Cruzaremos el Jordán hacia Canaán bien armados a luchar para el Señor, pero nuestra propiedad estará aquí en este lado del Jordán».
33 Moisés asignó tierra a las tribus de Gad y de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José. Les entregó el territorio de Sehón, rey de los amorreos, y la tierra de Og, rey de Basán, toda la tierra con sus ciudades y tierras vecinas.
34 Los descendientes de Gad construyeron las ciudades de Dibón, Atarot, Aroer, 35 Atarot-sofán, Jazer, Jogbeha, 36 Bet-nimra y Bet-arán. Todas eran ciudades fortificadas con corrales para sus rebaños.
37 Los descendientes de Rubén construyeron las ciudades de Hesbón, Eleale, Quiriataim, 38 Nebo, Baal-meón y Sibma. Cambiaron los nombres de algunas de las ciudades que conquistaron y reconstruyeron.
39 Entonces los descendientes de Maquir, de la tribu de Manasés, fueron a Galaad, la conquistaron y expulsaron a los amorreos que vivían allí. 40 Moisés dio Galaad a los maquiritas, descendientes de Manasés, y ahí se establecieron. 41 El pueblo de Jair, otro clan de la tribu de Manasés, conquistó muchas de las ciudades de Galaad y cambió el nombre de esa región a Ciudades de Jair.[a] 42 Mientras tanto, un hombre llamado Noba conquistó el pueblo de Kenat y sus aldeas vecinas y a esa región le dio su propio nombre.
Recorrido de Israel
33 Esta es la ruta que los israelitas siguieron cuando salieron de Egipto bajo el liderazgo de Moisés y Aarón. 2 Por orden del Señor, Moisés guardó un registro escrito del avance. Estas son las etapas de la marcha, identificadas por los diferentes lugares donde se detuvieron en la ruta.
3 Salieron de la ciudad de Ramsés, a comienzos de la primavera, el día quince del primer mes,[b] por la mañana después de la primera celebración de la Pascua. El pueblo de Israel marchó desafiante, a la vista de todos los egipcios. 4 Mientras tanto, los egipcios enterraban a todos sus primeros hijos varones, a los que el Señor había matado la noche anterior. ¡Esa noche el Señor derrotó a los dioses de Egipto, con grandes actos de juicio!
5 Después de dejar Ramsés, los israelitas armaron el campamento en Sucot.
6 Luego partieron de Sucot y acamparon en Etam en los límites del desierto.
7 Partieron de Etam y retrocedieron hacia Pi-hahirot, frente a Baal-zefón y acamparon cerca de Migdol.
8 Partieron de Pi-hahirot[c] y cruzaron el mar Rojo[d] para internarse en el desierto. Luego viajaron tres días por el desierto de Etam y acamparon en Mara.
9 Partieron de Mara y acamparon en Elim donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras.
10 Partieron de Elim y acamparon al lado del mar Rojo.[e]
11 Partieron del mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin.
12 Partieron del desierto de Sin y acamparon en Dofca.
13 Partieron de Dofca y acamparon en Alús.
14 Partieron de Alús y acamparon en Refidim, donde no había agua para que el pueblo bebiera.
15 Partieron de Refidim y acamparon en el desierto de Sinaí.
16 Partieron del desierto de Sinaí y acamparon en Kibrot-hataava.
17 Partieron de Kibrot-hataava y acamparon en Hazerot.
18 Partieron de Hazerot y acamparon en Ritma.
19 Partieron de Ritma y acamparon en Rimón-fares.
20 Partieron de Rimón-fares y acamparon en Libna.
21 Partieron de Libna y acamparon en Rissa.
22 Partieron de Rissa y acamparon en Ceelata.
23 Partieron de Ceelata y acamparon en el monte Sefer.
24 Partieron del monte Sefer y acamparon en Harada.
25 Partieron de Harada y acamparon en Macelot.
26 Partieron de Macelot y acamparon en Tahat.
27 Partieron de Tahat y acamparon en Tara.
28 Partieron de Tara y acamparon en Mitca.
29 Partieron de Mitca y acamparon en Hasmona.
30 Partieron de Hasmona y acamparon en Moserot.
31 Partieron de Moserot y acamparon en Bene-jaacán.
32 Partieron de Bene-jaacán y acamparon en Hor-haggidgad.
33 Partieron de Hor-haggidgad y acamparon en Jotbata.
34 Partieron de Jotbata y acamparon en Abrona.
35 Partieron de Abrona y acamparon en Ezión-geber.
36 Partieron de Ezión-geber y acamparon en Cades en el desierto de Zin.
37 Partieron de Cades y acamparon en el monte Hor, en la frontera de Edom. 38 Mientras estaban al pie del monte Hor, el Señor ordenó al sacerdote Aarón que subiera al monte y allí murió. Eso sucedió a mediados del verano, el primer día del quinto mes,[f] a los cuarenta años de la salida de Israel de Egipto. 39 Aarón tenía ciento veintitrés años cuando murió en el monte Hor.
40 En esa ocasión el rey cananeo de Arad, que vivía en el Neguev, en la tierra de Canaán, oyó que el pueblo de Israel se acercaba a su tierra.
41 Mientras tanto, los israelitas dejaron el monte Hor y acamparon en Zalmona.
42 Partieron de Zalmona y acamparon en Punón.
43 Partieron de Punón y acamparon en Obot.
44 Partieron de Obot y acamparon en Ije-abarim en la frontera de Moab.
45 Partieron de Ije-abarim[g] y acamparon en Dibón-gad.
46 Partieron de Dibón-gad y acamparon en Almón-diblataim.
47 Partieron de Almón-diblataim y acamparon en las montañas al oriente del río,[h] cerca del monte Nebo.
48 Partieron de las montañas al oriente del río y acamparon en las llanuras de Moab junto al río Jordán, frente a Jericó. 49 Acamparon a lo largo del río Jordán desde Bet-jesimot hasta los prados de las Acacias,[i] en las llanuras de Moab.
50 Mientras acampaban cerca del río Jordán, en las llanuras de Moab, frente a Jericó, el Señor dijo a Moisés: 51 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: cuando crucen el río Jordán a la tierra de Canaán, 52 expulsen a todos los que viven allí. Destruyan todas las imágenes talladas y fundidas y derriben todos sus santuarios paganos. 53 Tomen posesión de la tierra y establézcanse allí, porque a ustedes se la he dado para que la ocupen. 54 Repartan la tierra entre los clanes por sorteo sagrado, en proporción a su tamaño. A los clanes más grandes se les entregará una porción más grande de tierra y a los clanes más pequeños, una porción menor. La decisión del sorteo sagrado es definitiva. De esta manera se hará la repartición de las porciones de tierra entre sus tribus patriarcales. 55 Sin embargo, si no expulsan a los habitantes de la tierra, los que se queden serán como astillas en sus ojos y espinas en sus costados. Los acosarán en la tierra que habitan; 56 y yo haré con ustedes lo mismo que había pensado hacer con ellos».
Límites del país
34 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 2 «Da las siguientes instrucciones a los israelitas: cuando entren en la tierra de Canaán, la cual les doy como su preciada posesión, estos serán los límites. 3 La porción sureña de su país se extenderá desde el desierto de Zin, a lo largo del límite con Edom. La frontera sur empezará al oriente del mar Muerto,[j] 4 y se extenderá hacia el sur, pasando por el paso de los Escorpiones[k] rumbo a Zin. El extremo sur será Cades-barnea y de allí seguirá a Hazar-adar hasta llegar a Asmón. 5 De Asmón, el límite girará hacia el arroyo de Egipto y terminará en el mar Mediterráneo.[l]
6 »La frontera occidental será la costa del mar Mediterráneo.
7 »La frontera norte empezará en el mar Mediterráneo y se extenderá hacia el oriente hasta el monte Hor 8 y luego a Lebo-hamat pasando por Zedad 9 y Zifrón hasta Hazar-enán. Esta será la frontera norte.
10 »El límite oriental empezará en Hazar-enán y se extenderá al sur hasta Sefam 11 y bajará a Ribla al oriente de Aín. De allí la frontera descenderá a lo largo de la orilla oriental del mar de Galilea,[m] 12 y luego a lo largo del río Jordán hasta llegar al mar Muerto. Estos son los límites de su tierra».
13 Entonces Moisés les dijo a los israelitas: «Este territorio es la patria que se repartirá por sorteo sagrado entre ustedes. El Señor ordenó que la tierra sea repartida entre las nueve tribus y media restantes. 14 Las familias de las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés ya recibieron sus porciones de tierra 15 al oriente del río Jordán, frente a Jericó hacia la salida del sol».
Líderes para repartir la tierra
16 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 17 «El sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, son los hombres designados para repartir las porciones de tierra entre el pueblo. 18 Además, recluta a un líder de cada tribu para que los ayude con la tarea. 19 Estas son las tribus y los nombres de los líderes:
Tribu | Líder |
---|---|
Judá | Caleb, hijo de Jefone |
20 Simeón | Semuel, hijo de Amiud |
21 Benjamín | Elidad, hijo de Quislón |
22 Dan | Buqui, hijo de Jogli |
23 Manasés, hijo de José | Haniel, hijo de Efod |
24 Efraín, hijo de José | Kemuel, hijo de Siftán |
25 Zabulón | Elizafán, hijo de Parnac |
26 Isacar | Paltiel, hijo de Azán |
27 Aser | Ahiud, hijo de Selomi |
28 Neftalí | Pedael, hijo de Amiud |
29 Estos son los hombres que el Señor nombró para repartir las porciones de tierra en Canaán entre los israelitas».
Ciudades para los levitas
35 Mientras Israel acampaba junto al Jordán, en las llanuras de Moab, frente a Jericó, el Señor le dijo a Moisés: 2 «Ordena a los israelitas que, de las propiedades que recibieron, entreguen a los levitas algunas ciudades donde vivir, junto con los pastizales que las rodean. 3 Los levitas vivirán en esas ciudades y las tierras que las rodean proveerán pastura para su ganado, rebaños y otros animales. 4 Los pastizales alrededor de esas ciudades, asignados a los levitas, se extenderán por cuatrocientos sesenta metros[n] a partir de las murallas de las ciudades en todas direcciones. 5 Midan novecientos veinte metros[o] afuera de las murallas de las ciudades en cada dirección—oriente, sur, occidente y norte—y la ciudad quedará en el centro. Esta área será otro pastizal, aún más grande para las ciudades.
6 »Seis de las ciudades que entreguen a los levitas serán ciudades de refugio, adonde una persona que haya matado a alguien por accidente pueda huir y ponerse a salvo. Además entréguenles otras cuarenta y dos ciudades. 7 En total, darás a los levitas cuarenta y ocho ciudades con los pastizales que las rodean. 8 Estas ciudades las tomarán de las propiedades del pueblo de Israel. Las tribus más grandes darán más ciudades a los levitas, mientras que las tribus más pequeñas darán menos. Cada tribu dará terreno en proporción al tamaño de la tierra que recibió».
Ciudades de refugio
9 El Señor le dijo a Moisés: 10 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel.
»Cuando crucen el Jordán para entrar a la tierra de Canaán, 11 designen ciudades de refugio adonde una persona pueda huir si ha matado a alguien por accidente. 12 Estas ciudades servirán como lugares de protección contra los parientes de la víctima que quieran vengar la muerte. No se le quitará la vida al responsable de la muerte antes de que la comunidad lo juzgue. 13 Designen seis ciudades de refugio para ustedes mismos: 14 tres al oriente del río Jordán y tres al occidente, en la tierra de Canaán. 15 Estas ciudades servirán para proteger a los israelitas, a los extranjeros que vivan entre ustedes y a los comerciantes ambulantes. Cualquiera que mate a alguien por accidente podrá huir allí para ponerse a salvo.
16 »Sin embargo, si alguien golpea y mata a otro con un objeto de hierro, comete homicidio y el asesino debe ser ejecutado. 17 Si alguien con una piedra en la mano golpea y mata a otro, comete homicidio y el asesino debe ser ejecutado. 18 Si alguien golpea y mata a otro con un objeto de madera, comete homicidio y el asesino debe ser ejecutado. 19 El pariente más cercano de la víctima es responsable de quitarle la vida al asesino. Cuando ellos se encuentren, el vengador debe quitarle la vida al asesino. 20 Así que, si alguien por odio le tiende una emboscada a otro y luego lo empuja o le lanza algo y esa persona muere, comete homicidio. 21 O si alguien por odio golpea a otro con su puño y esa persona muere, comete homicidio. En tales casos, el vengador tiene que quitarle la vida al asesino cuando se encuentren.
22 »Ahora bien, supongamos que alguien empuja a otro sin enemistad previa, o lanza algo que, sin intención, golpea a otro, 23 o por accidente deja caer una piedra grande sobre alguien y, aunque no eran enemigos, la persona muere. 24 Si esto llegara a suceder, la comunidad debe seguir las siguientes normas al juzgar entre el responsable de la muerte y el vengador, el pariente más cercano de la víctima. 25 La comunidad debe proteger al responsable de la muerte del vengador y debe escoltarlo para que regrese a vivir en la ciudad de refugio a la que huyó. Allí permanecerá hasta la muerte del sumo sacerdote, que fue ungido con el aceite sagrado.
26 »Sin embargo, si el responsable de la muerte alguna vez sale de los límites de la ciudad de refugio, 27 y el vengador lo encuentra fuera de la ciudad y lo mata, su muerte no será considerada homicidio. 28 El responsable de la muerte debió haber permanecido dentro de la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote; pero después de la muerte del sumo sacerdote, el responsable de la muerte podrá volver a su propia tierra. 29 Estos son requisitos legales y tendrán que cumplirse de generación en generación, dondequiera que vivan.
30 »Todos los asesinos deben ser ejecutados, pero solo si las pruebas son presentadas por más de un testigo. No se puede condenar a muerte a nadie por el testimonio de un solo testigo. 31 Tampoco se aceptará el pago de rescate por la vida de alguien que haya sido juzgado y encontrado culpable de asesinato y condenado a muerte; siempre se debe ejecutar a los asesinos. 32 Nunca acepten el pago de rescate de alguien que haya huido a una ciudad de refugio, pues haría que el responsable de la muerte de alguien volviera a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. 33 Esto garantizará que la tierra donde ustedes vivan no se contamine, pues el asesinato contamina la tierra. Y ningún sacrificio, salvo la ejecución del asesino, puede purificar la tierra del asesinato.[p] 34 No deben manchar la tierra donde viven, porque yo mismo habito allí. Yo soy el Señor que habito entre el pueblo de Israel».
Mujeres que heredan propiedad
36 Luego los jefes de los clanes de Galaad—descendientes de Maquir, hijo de Manasés, hijo de José—se presentaron ante Moisés y los líderes de las familias de Israel con una petición. 2 Dijeron a Moisés:
—El Señor te dijo que repartieras la tierra entre el pueblo de Israel por sorteo sagrado. El Señor te dijo que la porción de tierra que pertenece a nuestro hermano Zelofehad se la dieras a sus hijas. 3 Sin embargo, si ellas se casan con hombres de otra tribu, llevarán consigo sus porciones de tierra a la tribu de los hombres con quienes se casen. De esa manera, el área total de la tierra de nuestra tribu se reducirá. 4 Entonces cuando llegue el año de jubileo, esa porción de tierra se agregará a esa nueva tribu, y provocará que nuestra tribu patriarcal la pierda para siempre.
5 Así que Moisés les dio a los israelitas, de parte del Señor, el siguiente mandato:
—El reclamo de los hombres de la tribu de José es legítimo. 6 Esto es lo que el Señor ordena acerca de las hijas de Zelofehad: permítanles casarse con quienes deseen, siempre y cuando sea alguien de su propia tribu patriarcal. 7 No se permite que ninguna tierra se transfiera de una tribu a otra, ya que toda la tierra asignada a cada tribu debe permanecer dentro de la tribu a la que inicialmente fue concedida. 8 Las hijas de todas las tribus de Israel que estén en línea para heredar la propiedad, deben casarse dentro de su propia tribu, de esta manera todos los israelitas conservarán sus propiedades patriarcales. 9 Ninguna porción de tierra puede pasar de una tribu a otra; cada tribu de Israel debe conservar la porción de tierra que le fue asignada.
10 Entonces las hijas de Zelofehad hicieron lo que el Señor le ordenó a Moisés. 11 Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, todas se casaron con sus primos por parte de su padre 12 dentro de los clanes de Manasés, hijo de José. De este modo, su herencia de tierra permaneció dentro de su tribu patriarcal.
13 Estos son los mandatos y las ordenanzas que el Señor le dio al pueblo de Israel por medio de Moisés mientras acampaban en las llanuras de Moab junto al río Jordán, frente a Jericó.
Introducción al primer discurso de Moisés
1 Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo el pueblo de Israel cuando se encontraba en el desierto, al oriente del río Jordán. Ellos acampaban en el valle del Jordán,[q] cerca de Suf, entre Parán de un lado y Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab del otro.
2 Por lo general, solo lleva once días viajar desde el monte Sinaí[r] hasta Cades-barnea, siguiendo la ruta del monte Seir. 3 Sin embargo, cuarenta años después de que los israelitas salieron de Egipto, el primer día del mes once,[s] Moisés le habló al pueblo de Israel acerca de todo lo que el Señor le había ordenado que dijera. 4 Ese hecho ocurrió luego de derrotar a Sehón, rey de los amorreos, quien gobernaba en Hesbón, y después de derrotar en Edrei a Og, rey de Basán, quien gobernaba en Astarot.
5 Mientras los israelitas estaban en la tierra de Moab, al oriente del río Jordán, Moisés les explicó con mucho cuidado las siguientes instrucciones que el Señor había dado:
La orden de dejar el Sinaí
6 «Cuando estábamos en el monte Sinaí, el Señor nuestro Dios nos dijo: “Ya pasaron bastante tiempo en este monte. 7 Es hora de levantar el campamento y seguir adelante. Vayan al territorio montañoso de los amorreos y a todas las regiones vecinas: el valle del Jordán, la zona montañosa, las colinas occidentales,[t] el Neguev y la llanura costera. Vayan a la tierra de los cananeos y al Líbano, y avancen hasta el gran río Éufrates. 8 ¡Miren, les doy toda esta tierra! Entren y tomen posesión de ella, porque es la tierra que el Señor juró dar a sus antepasados—Abraham, Isaac y Jacob—y a todos los descendientes de ellos”».
Moisés nombra líderes de cada tribu
9 Moisés siguió diciendo: «En aquel tiempo, les dije: “Ustedes son una carga demasiado pesada para sobrellevarla yo solo. 10 El Señor su Dios los ha aumentado en cantidad, ¡son tan numerosos como las estrellas! 11 ¡Que el Señor, Dios de sus antepasados, los multiplique mil veces más y los bendiga tal como lo prometió! 12 ¡Pero ustedes son demasiado peso para llevar! ¿Cómo puedo lidiar con tantos problemas y discusiones entre ustedes? 13 Elijan a hombres bien respetados de cada tribu, conocidos por su sabiduría y entendimiento, y yo los nombraré líderes de ustedes”.
14 »Y ustedes respondieron: “Es una buena idea”. 15 Así que tomé a esos hombres sabios y respetados que ustedes habían elegido de sus respectivas tribus y los designé para que fueran jueces y funcionarios sobre ustedes. Algunos estuvieron a cargo de mil personas; otros, de cien; otros, de cincuenta; y otros, de diez.
16 »En aquel tiempo, les di a los jueces las siguientes instrucciones: “Ocúpense de oír todos los casos de sus hermanos israelitas y también los de los extranjeros que viven entre ustedes. Sean totalmente justos en las decisiones que tomen 17 e imparciales en sus juicios. Atiendan los casos tanto de los pobres como de los ricos. No se acobarden ante el enojo de nadie, porque la decisión que ustedes tomen será la decisión de Dios. Tráiganme a mí los casos que les resulten demasiado difíciles, y yo me ocuparé de ellos”.
18 »En aquel tiempo, les di instrucciones a ustedes acerca de todo lo que tenían que hacer.
Exploración de la Tierra Prometida
19 »Entonces, tal como el Señor nuestro Dios nos ordenó, partimos del monte Sinaí y cruzamos el inmenso y terrible desierto, como seguramente ustedes recuerdan, y nos dirigimos hacia el territorio montañoso de los amorreos. Al llegar a Cades-barnea, 20 les dije: “Han llegado al territorio montañoso de los amorreos, el cual el Señor nuestro Dios nos da. 21 ¡Miren! El Señor su Dios ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo en su promesa el Señor, Dios de sus antepasados. ¡No tengan miedo ni se desanimen!”.
22 »Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para tomar y en qué aldeas entrar”.
23 »Me pareció una buena idea, así que elegí a doce espías, uno de cada tribu. 24 Se dirigieron hacia la zona montañosa, llegaron hasta el valle de Escol y lo exploraron. 25 Cortaron algunos frutos y los trajeron; luego nos informaron lo siguiente: “La tierra que el Señor nuestro Dios nos ha dado es en verdad una muy buena tierra”.
Rebelión de Israel contra el Señor
26 »Sin embargo, ustedes se rebelaron contra la orden del Señor su Dios y se negaron a entrar. 27 Se quejaron dentro de sus carpas y dijeron: “Seguro que el Señor nos odia. Por eso nos trajo desde Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos para que nos maten. 28 ¿Adónde podemos ir? Nuestros hermanos nos desmoralizaron cuando nos dijeron: ‘Los habitantes de esa tierra son más altos que nosotros y son más fuertes, y las ciudades son grandes, ¡con murallas que llegan hasta el cielo! ¡Hasta vimos gigantes, los descendientes de Anac!’”.
29 »Pero yo les dije: “¡No se asusten ni les tengan miedo! 30 El Señor su Dios va delante de ustedes. Él peleará por ustedes tal como vieron que hizo en Egipto. 31 También vieron cómo el Señor su Dios los cuidó todo el tiempo que anduvieron por el desierto, igual que un padre cuida de sus hijos; y ahora los trajo hasta este lugar”.
32 »Pero aun después de todo lo que él hizo, ustedes se negaron a confiar en el Señor su Dios, 33 quien va delante de ustedes buscando los mejores lugares para que acampen, y guiándolos, de noche con una columna de fuego y de día con una columna de nube.
34 »Cuando el Señor oyó que se quejaban, se enojó mucho y entonces juró solemnemente: 35 “Ninguno de esta generación perversa vivirá para ver la buena tierra que juré dar a sus antepasados, 36 excepto Caleb, el hijo de Jefone. Él verá la tierra porque siguió al Señor en todo. Les daré a él y a sus descendientes parte de esa misma tierra que exploró durante su misión”.
37 »Además, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes. Me dijo: “Moisés, ¡tú tampoco entrarás en la Tierra Prometida! 38 En cambio, será tu ayudante Josué, hijo de Nun, quien guiará al pueblo hasta llegar a la tierra. Anímalo, porque él irá al frente cuando los israelitas tomen posesión de ella. 39 Daré la tierra a los pequeños del pueblo, a los niños inocentes. Ustedes tenían miedo de que los pequeños fueran capturados, pero serán ellos los que entrarán a poseerla. 40 En cuanto a ustedes, den la vuelta y regresen por el desierto hacia el mar Rojo[u]”.
41 »Luego ustedes confesaron: “¡Hemos pecado contra el Señor! Ahora iremos y pelearemos por la tierra como el Señor nuestro Dios nos lo ordenó”. Entonces los hombres tomaron sus armas porque pensaron que sería fácil atacar la zona montañosa.
42 »Pero el Señor me encargó que les dijera: “No ataquen, porque yo no estoy con ustedes. Si insisten en ir solos, serán aplastados por sus enemigos”.
43 »Eso fue lo que les dije, pero ustedes no quisieron escuchar. En cambio, se rebelaron otra vez contra la orden del Señor y marcharon con arrogancia a la zona montañosa para pelear. 44 Entonces los amorreos que vivían allí salieron a atacarlos como un enjambre de abejas. Los persiguieron y los vencieron por todo el camino desde Seir hasta Horma. 45 Luego ustedes regresaron y lloraron ante el Señor, pero él se negó a escucharlos. 46 Por eso se quedaron en Cades por mucho tiempo.
Israel en el desierto
2 »Luego dimos la vuelta y regresamos por el desierto hacia el mar Rojo,[v] tal como el Señor me había indicado y, durante mucho tiempo, anduvimos de un lugar a otro en la región del monte Seir.
2 »Finalmente el Señor me dijo: 3 “Ya han estado vagando lo suficiente por esta zona montañosa; ahora diríjanse al norte. 4 También da las siguientes órdenes al pueblo: ‘Atravesarán el territorio de sus parientes, los edomitas, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Los edomitas se sentirán amenazados, así que vayan con cuidado. 5 No los molesten, porque yo les he dado como propiedad toda la zona montañosa que rodea el monte Seir, y a ustedes no les daré ni un metro cuadrado de esa tierra. 6 Páguenles por todo el alimento que necesiten para comer y también por el agua para beber. 7 Pues el Señor Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho. Él les ha cuidado cada paso que han dado por este inmenso desierto. En estos cuarenta años, el Señor su Dios los ha acompañado, y no les ha faltado nada’”.
8 »Entonces pasamos de largo el territorio de nuestros parientes, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Evitamos el camino que pasa por el valle del Arabá, que sube desde Elat y Ezión-geber.
»Luego, cuando nos dirigimos hacia el norte por la ruta del desierto que atraviesa a Moab, 9 el Señor nos advirtió: “No molesten a los moabitas, descendientes de Lot, ni comiencen una guerra contra ellos. A los moabitas les he dado la ciudad de Ar como propiedad y a ustedes no les daré nada de su tierra”».
10 (Una raza de gigantes conocida como los emitas vivió en una época en la región de Ar. Eran tan fuertes, altos y numerosos como los anaceos, otra raza de gigantes. 11 A los emitas y a los anaceos también se les conoce como refaítas, aunque los moabitas los llaman emitas. 12 Antiguamente los horeos vivían en Seir, pero fueron expulsados y desplazados de esa tierra por los descendientes de Esaú, de la misma manera que Israel expulsó a los habitantes de Canaán cuando el Señor le dio la tierra de ellos).
13 Moisés siguió diciendo: «Entonces el Señor nos dijo: “Pónganse en marcha. Crucen el arroyo Zered”. Así que cruzamos el arroyo.
14 »¡Treinta y ocho años pasaron desde que partimos por primera vez de Cades-barnea hasta que cruzamos finalmente el arroyo Zered! Para entonces, todos los hombres con edad suficiente para ir a la guerra habían muerto en el desierto, tal como el Señor juró que sucedería. 15 El Señor los hirió hasta que todos quedaron eliminados de la comunidad.
16 »Cuando todos los hombres con edad para ir a la guerra murieron, 17 el Señor me dijo: 18 “Hoy cruzarán la frontera con Moab por la ciudad de Ar 19 y entrarán en la tierra de los amonitas, que son descendientes de Lot; pero no los molesten ni comiencen una guerra contra ellos. A los amonitas les he dado el territorio de Amón como propiedad y a ustedes no les daré ninguna parte de la tierra de ellos”».
20 (Antiguamente, a esa región se le consideraba la tierra de los refaítas, porque ellos habían vivido allí, aunque los amonitas los llamaban zomzomeos. 21 También eran fuertes, altos y numerosos como los anaceos. Pero el Señor destruyó a los refaítas para que los amonitas se apoderaran de la tierra de ellos. 22 Lo mismo hizo por los descendientes de Esaú, que vivían en Seir, pues destruyó a los horeos para que los de Esaú pudieran establecerse allí. Los descendientes de Esaú viven en esa tierra hasta el día de hoy. 23 Algo parecido sucedió cuando los caftoritas de Creta[w] invadieron y destruyeron a los aveos, que habían vivido en aldeas en la región de Gaza).
24 Moisés siguió diciendo: «Entonces el Señor dijo: “¡Pónganse en marcha! Crucen el valle del Arnón. Miren, les voy a entregar al amorreo Sehón, rey de Hesbón, y también a su tierra. Atáquenlo y comiencen a apoderarse de su territorio. 25 A partir de hoy, haré que los pueblos de toda la tierra sientan terror a causa de ustedes. Cuando oigan hablar de ustedes, temblarán de espanto y de miedo”».
Victoria sobre Sehón, rey de Hesbón
26 Moisés siguió diciendo: «Desde el desierto de Cademot mandé embajadores a Sehón, rey de Hesbón, con la siguiente propuesta de paz:
27 “Permítanos atravesar su territorio. Nos quedaremos en el camino principal y no nos desviaremos por los campos ni a un lado ni al otro. 28 Véndanos alimentos para comer y agua para beber, y le pagaremos. Solo queremos permiso para pasar por su territorio. 29 Los descendientes de Esaú, que viven en Seir, nos permitieron pasar por su tierra, y lo mismo hicieron los moabitas, que viven en Ar. Déjenos pasar hasta que crucemos el Jordán y lleguemos a la tierra que el Señor nuestro Dios nos da”.
30 »Pero Sehón, rey de Hesbón, no nos permitió cruzar, porque el Señor Dios de ustedes hizo que Sehón se pusiera terco y desafiante, a fin de ayudarlos a derrotarlo, tal como lo hizo.
31 »Así que el Señor me dijo: “Mira, he comenzado a entregarte al rey Sehón y a su tierra. Empieza ya a conquistar y a poseer su territorio”.
32 »Entonces el rey Sehón nos declaró la guerra y movilizó sus fuerzas en Jahaza. 33 Sin embargo, el Señor nuestro Dios lo entregó en nuestras manos, y lo aplastamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo. 34 Conquistamos todas sus ciudades y los destruimos a todos por completo:[x] hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida. 35 Nos llevamos todo su ganado como botín, junto con todas las cosas de valor que había en las ciudades que saqueamos.
36 »El Señor nuestro Dios también nos ayudó a conquistar Aroer, que está al límite del valle del Arnón, al igual que la aldea situada en el valle junto con todo el territorio que se extiende hasta Galaad. Ninguna ciudad tenía murallas lo suficientemente fuertes para detenernos. 37 Sin embargo, evitamos pasar por la tierra de los amonitas, a lo largo del río Jaboc, y también por las ciudades de la zona montañosa, o sea todos los lugares que el Señor nuestro Dios nos ordenó no tocar.
Victoria sobre Og, rey de Basán
3 »Luego dimos la vuelta y nos dirigimos a la tierra de Basán, donde el rey Og nos atacó en Edrei con todo su ejército. 2 Pero el Señor me dijo: “No le tengas miedo, porque yo te he dado la victoria sobre Og y sobre todo su ejército, y te daré todo su territorio. Trátalo de la misma manera que trataste a Sehón, rey de los amorreos, quien gobernaba en Hesbón”.
3 »Así que el Señor nuestro Dios nos entregó al rey Og y a toda su gente, y los matamos a todos. No quedó nadie con vida. 4 Conquistamos cada una de las sesenta ciudades del reino, es decir, a toda la región de Argob, dentro de Basán. No dejamos ni una sola ciudad sin conquistar. 5 Esas ciudades estaban fortificadas con murallas altas y portones con rejas. Al mismo tiempo, también conquistamos muchas ciudades que no estaban amuralladas. 6 Destruimos por completo[y] el reino de Basán, de la misma manera que habíamos destruido a Sehón, rey de Hesbón. En cada ciudad conquistada, aniquilamos a toda la gente, tanto hombres como mujeres y niños. 7 Pero nos quedamos con todos los animales y nos llevamos el botín de todas las ciudades.
8 »Por lo tanto, nos apoderamos de la tierra que pertenecía a los dos reyes amorreos del oriente del río Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón. 9 (Los sidonios llaman Sirión al monte Hermón, mientras que los amorreos lo llaman Senir). 10 Para entonces ya habíamos conquistado todas las ciudades de la meseta y todo el territorio de Galaad y de Basán, aun hasta llegar a las ciudades de Salca y de Edrei, que formaban parte del reino de Og, en Basán. 11 (Og, rey de Basán, fue el último sobreviviente de los gigantes refaítas. Su cama era de hierro y tenía más de cuatro metros de largo y casi dos de ancho.[z] Aún hoy se puede ver en la ciudad amonita de Rabá).
La división de la tierra al oriente del Jordán
12 »Cuando tomamos posesión de esa tierra, les di a la tribu de Rubén y a la de Gad el territorio que está pasando Aroer, a lo largo del valle del Arnón, y también la mitad de la zona montañosa de Galaad junto con sus ciudades. 13 Después le entregué a la media tribu de Manasés el resto de Galaad y todo Basán, que era el antiguo reino de Og. (A toda esa región de Argob, en Basán, se le conocía como la tierra de los refaítas. 14 Jair, uno de los líderes de la tribu de Manasés, conquistó toda esa región de Argob, en Basán, hasta llegar a la frontera con los gesureos y maacateos. Jair le puso su propio nombre a la región, es decir, la llamó Ciudades de Jair,[aa] y así se le conoce hasta el día de hoy). 15 Le di Galaad al clan de Maquir; 16 pero también di parte de Galaad a la tribu de Rubén y a la de Gad. La región que les entregué se extiende desde el medio del valle del Arnón, al sur, hasta el río Jaboc, en la frontera amonita. 17 También recibieron el valle del Jordán, es decir, todo el trayecto desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto,[ab] donde el río Jordán servía de límite occidental. Hacia el oriente estaban las laderas del monte Pisga.
18 »En aquel tiempo, les di la siguiente orden a las tribus que iban a vivir al oriente del Jordán: “Por más que el Señor su Dios les haya dado esta tierra como propiedad, todos sus hombres de guerra deberán cruzar el Jordán delante de sus hermanos israelitas, armados y listos para ayudarlos; 19 pero a sus esposas e hijos, y la gran cantidad de animales que tienen podrán dejarlos en las ciudades que les di. 20 Una vez que el Señor les haya dado seguridad a los demás israelitas—como ya lo ha hecho con ustedes—y cuando ellos tomen posesión de la tierra que el Señor su Dios les da del otro lado del río Jordán, entonces todos ustedes podrán volver aquí, a la tierra que les he dado”.
A Moisés se le prohíbe entrar en la Tierra Prometida
21 »En aquel tiempo, le di a Josué la siguiente orden: “Tú viste con tus propios ojos todo lo que el Señor tu Dios les hizo a esos dos reyes. Él hará lo mismo con todos los reinos situados al occidente del Jordán. 22 No tengas miedo de esas naciones, porque el Señor tu Dios peleará por ustedes”.
23 »En aquel tiempo, le rogué al Señor: 24 “Oh Señor Soberano, a mí, tu siervo, recién has comenzado a mostrar tu grandeza y la fuerza de tu mano. ¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú? 25 Te pido, por favor, que me permitas cruzar el Jordán para ver esa tierra maravillosa que hay del otro lado, la bella zona montañosa y los montes del Líbano”.
26 »Pero el Señor estaba enojado conmigo por culpa de ustedes y no quiso escucharme. “¡Ya basta!—exclamó—. Ni una sola palabra más sobre ese asunto. 27 Pero sube a la cima del monte Pisga y mira la tierra en todas las direcciones. Mírala bien, pero no cruzarás el río Jordán. 28 Por lo tanto, encarga a Josué y dale ánimo y fuerzas, porque él guiará al pueblo en el cruce del Jordán. Les dará como posesión toda la tierra que ahora ves frente a ti”. 29 Así que nos quedamos en el valle que está cerca de Bet-peor.
Moisés llama a Israel a la obediencia
4 »Ahora, Israel, escucha con atención los decretos y las ordenanzas que estoy a punto de enseñarte. Obedécelos para que vivas y para que puedas entrar y poseer la tierra que el Señor, Dios de tus antepasados, te da. 2 No agregues ni quites nada a estos mandatos que te doy. Simplemente obedece los mandatos del Señor tu Dios que te doy.
3 »Tú viste con tus propios ojos lo que el Señor te hizo en Baal-peor. Allí, el Señor tu Dios destruyó a todos los que habían rendido culto a Baal, el dios de Peor. 4 Sin embargo, ustedes, todos los que fueron fieles al Señor su Dios, todavía siguen vivos; todos y cada uno de ustedes.
5 »Mira, ahora te enseño decretos y ordenanzas tal como me lo encargó el Señor mi Dios, para que los obedezcas en la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. 6 Síguelos al pie de la letra y darás a conocer tu sabiduría y tu inteligencia a las naciones vecinas. Cuando esas naciones se enteren de todos estos decretos, exclamarán: “¡Qué sabio y prudente es el pueblo de esa gran nación!”. 7 Pues, ¿qué gran nación tiene un dios que esté tan cerca de ellos de la manera que el Señor nuestro Dios está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos? 8 ¿Y qué gran nación tiene decretos y ordenanzas tan justas e imparciales como este conjunto de leyes que te entrego hoy?
9 »¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos. 10 Jamás te olvides del día que estuviste ante el Señor tu Dios en el monte Sinaí,[ac] donde él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí, y yo mismo lo instruiré. Entonces ellos aprenderán a temerme toda su vida y les enseñarán a sus hijos que también me teman”.
11 »Ustedes se acercaron y se pararon al pie del monte mientras las llamas de fuego se elevaban hacia el cielo. El monte estaba envuelto en nubes negras y en una densa oscuridad. 12 Entonces el Señor les habló desde en medio del fuego. Ustedes oyeron el sonido de sus palabras, pero no vieron ninguna figura; solo había una voz. 13 Él proclamó su pacto, los diez mandamientos,[ad] los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los cumplieran. 14 Fue en esa ocasión que el Señor me ordenó que les enseñara sus decretos y ordenanzas, para que ustedes los obedecieran en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.
Advertencia contra la idolatría
15 »¡Pero tengan mucho cuidado! Ustedes no vieron una figura del Señor el día que les habló desde en medio del fuego, en el monte Sinaí. 16 Así que no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase, sea con figura de hombre o de mujer, 17 de animales de la tierra o de aves del cielo, 18 de animales pequeños que corren por el suelo o de peces de las profundidades del mar. 19 Además, cuando miren hacia los cielos y vean el sol, la luna y las estrellas—todas las fuerzas del cielo—, no caigan en la tentación de rendirles culto. El Señor su Dios se los dio a todos los pueblos de la tierra. 20 Recuerden que el Señor su Dios los rescató de ese horno de fundir hierro que es Egipto, para convertirlos en su propio pueblo y en su posesión más preciada, y eso es lo que ahora son.
21 »Sin embargo, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes. Juró que yo no cruzaría el río Jordán para entrar en la buena tierra que el Señor su Dios les da como su preciada posesión. 22 Ustedes cruzarán el Jordán para apoderarse de la tierra, pero yo no. En cambio, moriré aquí, al oriente del río. 23 Así que asegúrense de no romper el pacto que el Señor su Dios hizo con ustedes. No se hagan ídolos de ninguna imagen ni de ninguna forma, porque el Señor su Dios lo ha prohibido. 24 El Señor su Dios es un fuego devorador; él es Dios celoso.
25 »En el futuro, cuando tengan hijos y nietos, y hayan vivido en esa tierra por mucho tiempo, no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase. Esa práctica es mala a los ojos del Señor su Dios y provocará su enojo.
26 »Hoy pongo al cielo y a la tierra como testigos contra ustedes. Si rompen mi pacto, pronto desaparecerán de la tierra que poseerán al cruzar el Jordán. Vivirán allí poco tiempo y después serán destruidos por completo. 27 Pues el Señor los dispersará entre las naciones, donde solo unos pocos sobrevivirán. 28 Allí, en tierra extraña, rendirán culto a ídolos hechos de madera y de hierro, a dioses que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. 29 Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.
30 »En un futuro lejano, cuando estén sufriendo todas esas cosas, finalmente regresarán al Señor su Dios y escucharán lo que él les dice. 31 Pues el Señor su Dios es Dios compasivo; no los abandonará, ni los destruirá, ni se olvidará del pacto solemne que hizo con sus antepasados.
Hay solo un Dios
32 »Investiga toda la historia, desde el momento en que Dios creó a los seres humanos sobre la tierra hasta ahora, y busca desde un extremo del cielo hasta el otro. ¿Alguna vez se ha visto u oído algo tan grande como esto? 33 ¿Hay alguna otra nación que haya escuchado la voz de Dios[ae] hablar desde el fuego—tal como la escuchaste tú—y haya sobrevivido? 34 ¿Existe algún otro dios que se haya atrevido a sacar a una nación de otra nación y hacerla suya con mano fuerte y brazo poderoso por medio de pruebas, señales asombrosas, milagros, guerras, y hechos aterradores? Eso fue precisamente lo que el Señor tu Dios hizo por ti en Egipto, frente a tus propios ojos.
35 »Él te mostró esas cosas, para que supieras que el Señor es Dios y que no hay ningún otro. 36 Él te permitió oír su voz desde el cielo para instruirte. Te permitió ver su fuego poderoso aquí, en la tierra, para hablarte desde allí. 37 Debido a que él amó a tus antepasados, quiso bendecir a sus descendientes, así que él mismo te sacó de Egipto con un gran despliegue de poder. 38 Expulsó a naciones mucho más poderosas que tú para establecerte en la tierra de esas naciones y dártela a ti como preciada posesión, así como sucede hoy.
39 »Entonces recuerda lo siguiente y tenlo siempre presente: el Señor es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro. 40 Si obedeces todos los decretos y los mandatos que te entrego hoy, les irá bien en todo a ti y a tus hijos. Te doy estas instrucciones para que disfrutes de una larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre».
Ciudades de refugio al oriente del Jordán
41 Luego Moisés apartó tres ciudades de refugio al oriente del río Jordán. 42 Cualquier persona que hubiera matado a otra accidentalmente y sin enemistad previa podía huir a una de esas ciudades para vivir a salvo. 43 Las ciudades eran: Beser, situada en la meseta del desierto, para la tribu de Rubén; Ramot, en Galaad, para la tribu de Gad; y Golán, en Basán, para la tribu de Manasés.
Introducción al segundo discurso de Moisés
44 Este es el conjunto de instrucciones que Moisés presentó a los israelitas: 45 las leyes, los decretos y las ordenanzas que Moisés le dio al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto, 46 mientras acampaban en el valle que está cerca de Bet-peor, al oriente del río Jordán. (Anteriormente, en esa tierra habitaban los amorreos bajo el gobierno del rey Sehón, que reinaba desde Hesbón. Pero Moisés y los israelitas lo aniquilaron junto con su pueblo cuando salieron de Egipto. 47 Israel se apropió del territorio de Sehón y del territorio de Og, rey de Basán. Estos eran los dos reyes amorreos al oriente del Jordán. 48 De modo que Israel conquistó toda la región, desde Aroer, en el límite del valle del Arnón, hasta el monte Sirión,[af] que también es llamado monte Hermón. 49 Además, conquistaron la ribera oriental del río Jordán hacia el sur, hasta el mar Muerto,[ag] al pie de las laderas del monte Pisga).
Los diez mandamientos para el pueblo del pacto
5 Moisés reunió a todo el pueblo de Israel y dijo: «¡Escucha con atención, Israel! Oye los decretos y las ordenanzas que te entrego hoy, ¡para que los aprendas y los obedezcas!
2 »El Señor nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Sinaí.[ah] 3 El Señor no hizo ese pacto con nuestros antepasados, sino con nosotros, los que vivimos hoy. 4 En el monte, el Señor te habló cara a cara desde en medio del fuego. 5 Yo serví de intermediario entre tú y el Señor, porque tenías miedo del fuego y no quisiste acercarte al monte. Él me habló a mí, y yo te transmití sus palabras. Me dijo lo siguiente:
6 »Yo soy el Señor tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo.
7 »No tengas ningún otro dios aparte de mí.
8 »No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra o en el mar. 9 No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación. 10 Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los[ai] que me aman y obedecen mis mandatos.
11 »No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios. El Señor no te dejará sin castigo si usas mal su nombre.
12 »Guarda el día de descanso[aj] al mantenerlo santo, tal como te lo ordenó el Señor tu Dios. 13 Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo habitual, 14 pero el séptimo día es de descanso y está dedicado al Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, tus siervos y siervas, tus bueyes, burros y demás animales, y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. Todos tus criados y criadas deberán descansar igual que tú. 15 Recuerda que tú también fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo poderoso. Por esa razón, el Señor tu Dios te ordenó descansar el séptimo día.[ak]
16 »Honra a tu padre y a tu madre tal como el Señor tu Dios te lo ordenó. Entonces tendrás una vida larga y plena en la tierra que el Señor tu Dios te da.
17 »No cometas asesinato.
18 »No cometas adulterio.
19 »No robes.
20 »No des falso testimonio contra tu prójimo.
21 »No codicies la esposa de tu prójimo. Tampoco codicies la casa de tu prójimo ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
22 »El Señor les dirigió esas palabras a todos ustedes cuando estaban reunidos al pie del monte. Habló con voz fuerte desde en medio del fuego, envuelto en nubes y una densa oscuridad. Eso fue todo lo que dijo en ese momento y escribió sus palabras en dos tablas de piedra y me las dio.
23 »Sin embargo, cuando ustedes escucharon la voz que salía de en medio de la oscuridad mientras el monte ardía en llamas, todos los ancianos y los jefes de las tribus se acercaron 24 y me dijeron: “Mira, el Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz salir de en medio del fuego. Hoy comprobamos que Dios puede hablar con los seres humanos, ¡pero aun así seguimos con vida! 25 Sin embargo, ¿para qué arriesgarnos otra vez a morir? Si el Señor nuestro Dios vuelve a hablarnos, seguramente moriremos y seremos consumidos por ese imponente fuego. 26 ¿Puede algún ser vivo oír la voz del Dios viviente que sale de en medio del fuego—como la oímos nosotros—y seguir con vida? 27 Ve tú y escucha lo que dice el Señor nuestro Dios. Luego ven a contarnos todo lo que él te diga, y nosotros escucharemos y obedeceremos”.
28 »El Señor oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón. 29 ¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes. 30 Ve y diles: ‘Regresen a sus carpas’. 31 Pero tú quédate aquí conmigo, para que te dé todos mis mandatos, decretos y ordenanzas. Enséñaselos al pueblo, para que los obedezcan en la tierra que les doy como posesión”».
32 Así que Moisés le dijo al pueblo: «Asegúrense de obedecer todos los mandatos del Señor su Dios y de seguir sus instrucciones al pie de la letra. 33 Manténganse en el camino que el Señor su Dios les ordenó que siguieran. Entonces tendrán una vida larga y les irá bien en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.
Un llamado a la entrega total
6 »Esos son los mandatos, los decretos y las ordenanzas que el Señor tu Dios me encargó que te enseñara. Obedécelos cuando llegues a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. 2 Tú, tus hijos y tus nietos teman al Señor su Dios durante toda la vida. Si obedeces todos los decretos y los mandatos del Señor, disfrutarás de una larga vida. 3 Escucha con atención, pueblo de Israel, y asegúrate de obedecer. Entonces todo te saldrá bien, y tendrás muchos hijos en la tierra donde fluyen la leche y la miel, tal como el Señor, Dios de tus antepasados, te lo prometió.
4 »¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor.[al] 5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. 7 Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. 8 Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. 9 Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad.
10 »El Señor tu Dios pronto te establecerá en la tierra que juró darte cuando hizo un pacto con tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Es una tierra con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste. 11 Encontrarás las casas muy bien abastecidas con bienes que tú no produjiste. Sacarás agua de cisternas que no cavaste y comerás de viñedos y olivares que no plantaste. Cuando hayas comido en esa tierra hasta saciarte, 12 ten cuidado de no olvidarte del Señor, quien te rescató de la esclavitud de Egipto. 13 Teme al Señor tu Dios y sírvele a él. Cuando hagas un juramento, hazlo únicamente en su nombre.
14 »No rindas culto a ninguno de los dioses de las naciones vecinas, 15 porque el Señor tu Dios, quien vive en medio de ti, es Dios celoso. Se encenderá su enojo contra ti y te borrará de la faz de la tierra. 16 No pondrás a prueba al Señor tu Dios como cuando te quejaste contra él en Masá. 17 Obedece con diligencia los mandatos del Señor tu Dios: todas las leyes y los decretos que te dio. 18 Haz lo que es bueno y correcto a los ojos del Señor, para que te vaya bien en todo. Entonces entrarás en la buena tierra que el Señor juró dar a tus antepasados y la poseerás; 19 y expulsarás a todos los enemigos que viven en la tierra, tal como el Señor dijo que harías.
20 »En el futuro tus hijos te preguntarán: “¿Qué significan estas leyes, estos decretos y estas ordenanzas que el Señor nuestro Dios nos mandó obedecer?”.
21 »Entonces tú les dirás: “Nosotros éramos esclavos del faraón en la tierra de Egipto, pero el Señor nos sacó de Egipto con su mano poderosa. 22 El Señor hizo señales milagrosas y maravillas ante nuestros ojos, envió castigos terribles contra Egipto, contra el faraón y contra todo su pueblo. 23 Nos sacó de Egipto para entregarnos esta tierra que había jurado darles a nuestros antepasados. 24 Entonces el Señor nuestro Dios nos ordenó obedecer todos estos decretos y temerlo a él, para que siguiera bendiciéndonos y preservara nuestra vida como lo ha hecho hasta el día de hoy. 25 Pues cuando obedezcamos todos los mandatos que el Señor nuestro Dios nos ha dado, entonces se nos considerará justos”.
El privilegio de la santidad
7 »Cuando el Señor tu Dios te lleve dentro de la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer, él te abrirá camino quitando de tu paso a muchas naciones: los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Esas siete naciones son más fuertes y numerosas que tú. 2 Cuando el Señor tu Dios las entregue en tus manos y las conquistes, debes destruirlas por completo.[am] No hagas tratados con ellas ni les tengas compasión. 3 No te unas en matrimonio con su gente. No permitas que tus hijas ni tus hijos se casen con los hijos o las hijas de esas naciones, 4 porque ellos harán que tus hijos y tus hijas se aparten de mí para rendir culto a otros dioses. Entonces el enojo del Señor arderá contra ti, y pronto te destruirá. 5 Lo que tienes que hacer es destruir sus altares paganos, hacer pedazos sus columnas sagradas, derribar sus postes dedicados a la diosa Asera y quemar sus ídolos. 6 Pues tú eres un pueblo santo porque perteneces al Señor tu Dios. De todos los pueblos de la tierra, el Señor tu Dios te eligió a ti para que seas su tesoro especial.
7 »El Señor no te dio su amor ni te eligió porque eras una nación más numerosa que las otras naciones, ¡pues tú eras la más pequeña de todas! 8 Más bien, fue sencillamente porque el Señor te ama y estaba cumpliendo el juramento que les había hecho a tus antepasados. Por eso te rescató con mano poderosa de la esclavitud y de la mano opresiva del faraón, rey de Egipto. 9 Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos. 10 Pero no duda en castigar ni en destruir a quienes lo rechazan. 11 Por lo tanto, obedece todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que te entrego hoy.
12 »Si prestas atención a estas ordenanzas y las obedeces con fidelidad, el Señor tu Dios cumplirá su pacto de amor inagotable contigo, tal como lo prometió mediante el juramento que les hizo a tus antepasados. 13 Te amará y te bendecirá y te dará muchos hijos. Hará fértil a tu tierra y a tus animales. Cuando llegues a la tierra que juró dar a tus antepasados, tendrás numerosas cosechas de granos, vino nuevo y aceite de oliva, y también grandes manadas de ganado, ovejas y cabras. 14 Serás la nación más bendecida de toda la tierra. Ningún israelita, sea hombre o mujer, quedará sin tener hijos, y todo tu ganado dará crías. 15 El Señor te protegerá de cualquier enfermedad. No dejará que sufras las enfermedades terribles que conociste en Egipto; en cambio, ¡se las enviará a todos tus enemigos!
16 »Destruye a todas las naciones que el Señor tu Dios entrega en tus manos. No les tengas compasión ni rindas culto a sus dioses, porque caerás en su trampa. 17 Tal vez te preguntes: “¿Cómo podremos conquistar a esas naciones que son mucho más poderosas que nosotros?”. 18 ¡Pero no les tengas miedo! Solo recuerda lo que el Señor tu Dios le hizo al faraón y a toda la tierra de Egipto. 19 Acuérdate de los tremendos horrores que el Señor tu Dios envió contra ellos. ¡Tú lo viste todo con tus propios ojos! Y recuerda las señales milagrosas y las maravillas, y la mano fuerte y el brazo poderoso con que él te sacó de Egipto. El Señor tu Dios usará ese mismo poder contra toda la gente a la que tú temes. 20 ¡Y luego el Señor tu Dios mandará terror[an] para expulsar a los pocos sobrevivientes que aún hayan quedado escondidos de ti!
21 »No, no les tengas miedo a esas naciones, porque el Señor tu Dios está contigo y él es Dios grande e imponente. 22 Poco a poco, el Señor tu Dios irá expulsando a esas naciones de tu paso. No las echarás a todas de una sola vez porque, de ser así, los animales salvajes se multiplicarían con demasiada rapidez para ti. 23 Pero el Señor tu Dios entregará a todas esas naciones en tus manos. Las llenará de confusión hasta que queden destruidas. 24 Pondrá a sus reyes bajo tu poder, y tú borrarás sus nombres de la faz de la tierra. Nadie podrá hacerte frente, y tú los destruirás a todos.
25 »Quema sus ídolos y no codicies ni la plata ni el oro que los recubre. No te los lleves contigo, o se convertirán en una trampa para ti, porque son detestables al Señor tu Dios. 26 No traigas a tu casa ninguna clase de objetos detestables porque, si lo haces, serás destruido, igual que ellos. Aborrece por completo esas cosas, porque están apartadas para ser destruidas.
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