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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Jeremías 48 - Lamentaciones 1

Oráculo contra Moab

48 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel, sobre Moab:

¡Ay de Nebo, desolada!
¡Quiriatáin humillada y conquistada,
la fortaleza humillada y deshecha!
Nadie volverá a ensalzar a Moab,
en Jesbón se fraguó su desgracia:
“¡Vamos a extirparla de las naciones!”.
También Madmén enmudece,
la espada corre tras ella.
Salen gritos de Joronáin:
gran desolación y desastre.
Moab está hecha pedazos,
lanzan gritos sus pequeños.
Por la cuesta de Lujit
suben llorando sin parar;
por la bajada de Joronáin
se oyen gritos desgarradores.
Huyan, salven su vida,
igual que asno salvaje en la estepa.
Por haber confiado en tus obras
y tesoros, serás conquistada.
Quemós saldrá hacia el destierro,
con él sus sacerdotes y dignatarios.
El destructor entrará en cada ciudad,
de modo que ninguna se salve;
los valles quedarán desolados,
las llanuras serán esquilmadas
—lo ha dicho el Señor—.
¡Hagan señales a Moab,
que salga de prisa!
Sus ciudades van a ser desoladas,
no quedarán habitantes en ellas.
10 ¡Maldito quien sea negligente
en la tarea que encargó el Señor!
¡Maldito quien trate de impedir
que su espada se harte de sangre!
11 Moab ha vivido tranquila desde joven,
como vino dejado en reposo;
no la trasvasaron de vasija a vasija,
nunca tuvo que partir al destierro;
por eso conserva su sabor
y nunca ha perdido su aroma.

12 Pero llegan días —oráculo del Señor— en que enviaré trasvasadores que la trasvasen: vaciarán las vasijas y romperán los recipientes. 13 Entonces Moab se avergonzará de Quemós, como se avergonzó la casa de Israel de Betel, en quien confiaba.

14 ¿Cómo se atreverán a decir:
“Somos valientes soldados
preparados para la guerra”?
15 Sube el destructor de Moab y sus ciudades,
baja al matadero la flor de sus guerreros
—oráculo del Rey, del Señor del universo—.
16 Ya está cerca el desastre de Moab,
ya llega su desgracia a toda prisa;
17 llórenla, naciones vecinas,
todos los que conocen su fama.
Digan: “¡Ay, cómo se ha roto
la vara de mando, el cetro glorioso!”.
18 Renuncia a tu esplendor,
siéntate en tierra sedienta,
población de Dibón;
te ataca el devastador de Moab
y va a derruir tus fortalezas.
19 Ponte en el camino y vigila,
población de Aroer;
pregunta al que huye escapado,
dile: “¿Qué ha sucedido?”.
20 ¡Moab humillada y destruida!
Lancen gritos y alaridos,
hagan saber por el Arnón
que Moab ha sido devastada.

21 Se cumple la sentencia sobre el país de la llanura: sobre Jolón, Jasá y Mepaat; 22 sobre Dibón, Nebo y Bet Diblatáin; 23 sobre Quiriatáin, Bet Gamul y Bet Maón; 24 sobre Quiriat, Bosrá y todas las ciudades del país de Moab, lejanas y cercanas. 25 Le han arrancado el cuerno a Moab, le han hecho trizas su brazo —oráculo del Señor—. 26 Emborráchenla, pues se alzó contra el Señor. Moab se revolcará en su vómito y la gente se burlará de ella. 27 ¿No te burlabas tú de Israel, como cuando a uno se le sorprende entre ladrones? ¿No movías burlona la cabeza cuando hablabas de Israel?

28 Dejen las ciudades,
habiten en los riscos
habitantes de Moab;
aniden como palomas
a la entrada de las grietas.
29 Conocemos el orgullo de Moab,
sabemos de su inmensa soberbia,
su arrogancia, orgullo y vanidad,
lo altivo que es su corazón.
30 Conozco su genio violento
—oráculo del Señor—,
sus palabras tan poco de fiar,
sus acciones tan poco honradas.
31 Por eso, clamaré por Moab,
por Moab entera gritaré,
por la gente de Quir Jeres gemiré.
32 Lloraré por ti, viña de Sibmá
más que por Jazer.
Tus sarmientos llegaban al mar,
se extendían a tierras de Jazer;
pero tu cosecha y tu vendimia
cayeron en manos del devastador.
33 Se acabaron la alegría y el gozo
en los huertos del país de Moab;
agoté el vino de tus cubas,
ya no habrá quien pise en el lagar
cantando copla tras copla.
34 Los gritos de auxilio de Jesbón
llegan a Jahás y a Elalé;
las voces de la gente de Soar
llegan a Joronáin y Eglat Salisá,
pues incluso las aguas de Nimrín
se van a convertir en sequedales.

35 Pondré fin en Moab —oráculo del Señor— a los que van a los santuarios de los altos y ofrecen incienso a sus dioses. 36 Por eso, mi corazón, como si fuera una flauta de duelo, lanza gemidos por Moab y por la gente de Quir Jeres, pues han perdido el fruto de su trabajo. 37 Todas las cabezas están afeitadas y todas las barbas rapadas; los brazos están llenos de incisiones y los lomos vestidos de sayal. 38 En las azoteas de Moab y en sus calles todos andan de duelo, pues he hecho pedazos a Moab como si fuera un cacharro inútil —oráculo del Señor—. 39 ¡Qué catástrofe!, grita la gente. ¡Cómo vuelve Moab la espalda avergonzada, convertida en espanto e irrisión de todas las naciones vecinas! 40 Pues así dice el Señor:

Véanlo lanzarse como un águila,
con sus alas abiertas sobre Moab.
41 Las ciudades han sido conquistadas,
han caído las plazas fortificadas.
Aquel día los soldados de Moab
se sentirán como una parturienta.
42 Moab, destruida, no es nación,
pues se rebeló contra el Señor.
43 El terror, la zanja y el lazo,
contra ustedes, habitantes de Moab
—oráculo del Señor—.
44 El que huya del terror
caerá en la zanja,
el que salga de la zanja
caerá en el lazo;
pues haré que le llegue a Moab
el año en que le pida cuentas
—oráculo del Señor—.
45 A la sombra de Jesbón se paran
faltos de fuerza los fugitivos:
pues un fuego ha salido de Jesbón,
llamas de la ciudad de Sijón,
que consumen las sienes de Moab
y el cogote de la gente de Saón.
46 ¡Ay de ti, Moab!
¡Estás perdido, pueblo de Quemós!
Van tus hijos cautivos al destierro,
tus hijas caminan deportadas.
47 Mas después que pasen los años
cambiaré la suerte de Moab
—oráculo del Señor—.
Hasta aquí la sentencia contra Moab.

Oráculo contra Amón

49 Respecto a la gente de Amón, así dice el Señor:

¿No tiene hijos Israel,
ni nadie que le herede?
¿Por qué entonces el dios Milcón
se ha apoderado de Gad
y su pueblo habita en sus poblados?
Por eso, llegan días
—oráculo del Señor—
en que haré resonar por Rabat Amón
el alarido que anuncia la guerra.
Se convertirá en montón de ruinas,
sus ciudades serán incendiadas,
e Israel heredará a su heredero.
Gime, Jesbón, pues Ay ha sido devastada;
griten, ciudades del distrito de Rabat;
cíñanse de sayal, hagan duelo
de arriba abajo entre las cercas,
pues Milcón saldrá para el destierro,
y con él sus sacerdotes y dignatarios.
¿De qué te glorías, ciudad rebelde?
¿Acaso de tus fértiles valles?
¿Confías acaso en tus tesoros?
Tú decías: “¿Quién me va a atacar?”.
Pues haré que sientas terror
de todos los pueblos que te rodean
—oráculo de Dios, Señor del universo—:
cada cual huirá por su lado,
nadie reunirá a los fugitivos.
Pero después cambiaré la suerte de Amón
—oráculo del Señor—.

Oráculo contra Edom

Respecto a Edom, así dice el Señor del universo:

¿Ya no hay sabiduría en Temán?
¿Ya no hay consejos de expertos?
¿Se ha vuelto rancia su sabiduría?
Huyan, vuélvanse, gente de Dedán,
excaven refugios para vivir,
pues traigo el desastre a Esaú,
el momento de pedirle cuentas.
Si vienen a tu viña vendimiadores,
¿no dejarán en ella un rebusco?;
si llegan ladrones nocturnos,
¿alzarán con más
de lo que juzguen suficiente?
10 Pues yo voy a despojar a Esaú,
a poner al descubierto sus escondrijos,
de modo que no pueda ocultarse;
será destruido su linaje,
todos sus hermanos y vecinos,
y él dejará de existir.
11 Si tú abandonas a tus huérfanos,
yo me ocuparé de que vivan;
tus viudas confiarán en mí.

12 Pues así dice el Señor: Los que estaban decididos a no beber la copa, la van a beber sin remedio. ¿Y crees tú que vas a quedar impune? ¡Desde luego que no! La beberás sin remedio. 13 Juro por mí mismo —oráculo del Señor— que Bosrá y todas sus poblaciones se convertirán en desolación, oprobio y maldición: un eterno montón de ruinas.

14 He recibido un mensaje del Señor,
un heraldo dice a las naciones:
“Reúnanse y ataquen a Edom,
dispónganse a la batalla”.
15 Te haré insignificante entre las naciones,
serás despreciado por la gente.
16 Fracasaron tus acciones terroristas,
la arrogancia que llenaba tu corazón:
habitas en los huecos de la roca,
pertrechado en lo más alto de las cumbres;
pero aunque anides arriba como el águila,
haré que desciendas de allí
—oráculo del Señor—.

17 Edom se convertirá en desolación. Todo el que pase junto a él se espantará y silbará al ver todas sus heridas. 18 Será algo parecido a la catástrofe que asoló a Sodoma, Gomorra y sus vecinas —dice el Señor—. Ya no habrá nadie que habite allí; no habrá persona que more en ella.

19 Como león que sale
de la espesura del Jordán
en busca de frescas praderas,
los sacaré de allí en un momento
y haré que gobierne
aquel a quien yo elija.
¿Quién se puede comparar a mí?
¿Quién puede citarme a juicio?
¿Qué pastor me puede plantar cara?
20 Escuchen ahora la decisión
que ha tomado el Señor contra Edom,
los planes que ha elaborado
contra los habitantes de Temán:
hasta los corderos serán arrebatados,
la propia dehesa quedará desolada.
21 Con el ruido de su caída tiembla la tierra,
llegan sus gritos hasta el mar de las Cañas.
22 Alza el vuelo y se lanza como el águila,
con sus alas abiertas sobre Bosrá;
aquel día los soldados de Edom
se sentirán como una parturienta.

Oráculo contra Damasco

23 Acerca de Damasco.
Jamat y Arpad están confundidas,
han oído una noticia terrible;
inquietas, se agitan como el mar,
incapaces de encontrar la calma.
24 Se acobarda Damasco,
se vuelve y escapa,
la atenaza el terror;
se siente agarrada
por angustias y dolores,
como una parturienta.
25 ¡Ay, cómo ha sido abandonada
una ciudad tan famosa,
la villa que era mi alegría!

26 Aquel día sus jóvenes caerán en las calles, todos los soldados serán abatidos —oráculo del Señor del universo—. 27 Prenderé fuego a la muralla de Damasco, y devorará los palacios de Benadad.

Oráculo contra algunas tribus árabes

28 Contra Quedar y los reinos de Jasor, conquistados por Nabucodonosor, rey de Babilonia.

Así dice el Señor:
Vamos, ataquen a Quedar,
destruyan a las tribus de Oriente.
29 Les serán quitadas sus tiendas y ganados,
sus pabellones y todo su ajuar;
les arrebatarán también sus camellos
y les gritarán: “Están rodeados de terror”.
30 Huyan, dispérsense, habitantes de Jasor,
excaven refugios para vivir
—oráculo del Señor—,
pues Nabucodonosor, rey de Babilonia,
ha tomado una decisión sobre ustedes,
ha elaborado un plan al respecto.
31 Vamos, ataquen al pueblo
que vive tranquilo y confiado,
—oráculo del Señor—.
Está sin puertas ni cerrojos,
y además vive solitario.
32 Sus camellos servirán de botín,
sus muchos rebaños, de despojo.
A esos de sienes afeitadas
los dispersaré a los cuatro vientos;
en todos los lugares que recorran
desencadenaré sobre ellos la desgracia
—oráculo del Señor—.
33 Cueva de chacales será Jasor,
convertida en eterna desolación;
ya no habrá nadie que habite allí,
no habrá persona que more en ella.

Oráculo contra Elam

34 Palabra del Señor que recibió el profeta Jeremías contra Elam, al principio del reinado de Sedecías, rey de Judá:

35 Así dice el Señor del universo:
Voy a hacer trizas el arco de Elam,
lo más representativo de su poder.
36 Convocaré cuatro vientos sobre Elam
de los cuatro extremos del cielo;
los aventaré a esos cuatro vientos,
y no habrá una sola nación
donde no lleguen refugiados de Elam.
37 Aterrorizaré a Elam ante sus enemigos,
ante aquellos que quieren aniquilarlo;
traeré sobre sus habitantes la desgracia,
el incendio de mi cólera
—oráculo del Señor—.
Mandaré tras ellos la espada,
hasta que haya acabado con ellos.
38 Instalaré mi trono en Elam,
acabaré con su rey y sus príncipes
—oráculo del Señor—.
39 Después, al cabo de los años,
cambiaré la suerte de Elam
—oráculo del Señor—.

Oráculos contra Babilonia y promesas de liberación para Israel

50 Palabra que pronunció el Señor contra Babilonia, contra el país de los caldeos, por medio del profeta Jeremías:

Cuéntenlo entre las naciones,
alcen la bandera, anúncienlo;
no se callen, comuníquenlo:
“Babilonia ha sido conquistada,
Bel ha sido humillado,
Marduc está confundido,
sus imágenes humilladas
y confundidos sus ídolos”.
La ataca un pueblo desde el norte,
que dejará su tierra desolada,
sin nadie que pueda habitarla,
pues lo mismo personas que animales
todos huirán en desbandada.
Aquellos días y en aquel momento
—oráculo del Señor—
llegarán juntos israelitas y judaítas,
irán llorando mientras caminan,
buscando al Señor, su Dios.
Preguntarán dónde está Sión,
dirigirán allá sus pasos:
“Vamos a unirnos al Señor
en una alianza eterna
que nunca sea olvidada”.
Mi pueblo era un rebaño descarriado,
lo habían extraviado
mis pastores por los montes;
recorría montañas y colinas,
había olvidado su majada.
Quienes los encontraban, los devoraban;
sus enemigos decían: “No somos culpables;
ellos son los que han pecado contra el Señor,
que era su legítima dehesa
y esperanza de sus antepasados”.
Huyan de Babilonia,
país de los caldeos;
salgan como carneros
al frente del rebaño.
Pues voy a incitar contra Babilonia
una asamblea de naciones poderosas;
llegarán desde el norte contra ella
y desde el norte será conquistada.
Sus flechas, como de experto guerrero,
no volverán de vacío.
10 Los caldeos serán despojados
y los saqueadores se hartarán
—oráculo del Señor—.
11 Aunque lo celebren alegres,
los que han expoliado mi heredad;
aunque salten como novilla en el prado
y relinchen igual que corceles,
12 su madre quedará abochornada,
afrentada la que los ha parido;
será la última de las naciones:
una estepa reseca, un desierto.
13 Quedará deshabitada por la ira del Señor,
toda ella convertida en pura desolación;
los que pasen junto a Babilonia
quedarán espantados,
silbarán burlones al ver tantas heridas.
14 En formación, rodeen Babilonia
todos los que manejan el arco;
disparen y no ahorren una flecha,
pues ha pecado contra el Señor.
15 ¡Lanzen el alarido, rodéenla!
La ciudad se ha entregado,
sus pilares se desploman,
se derrumban sus murallas.
Es la venganza del Señor,
vénguense también ustedes de ella:
háganle lo que ella hizo.
16 No dejen quien siembre en Babilonia,
ni quien empuñe la hoz en la siega;
por temor a la espada letal,
volverá cada cual a su gente,
huirá cada cual a su tierra.
17 Israel era oveja descarriada,
siempre espantada por leones.
Primero la devoró el rey de Asiria;
después la despedazó Nabucodonosor,
rey de Babilonia.

18 Por eso, así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a pedir cuentas al rey de Babilonia y a su país, igual que le pedí cuentas al rey de Asiria.

19 Devolveré Israel a su dehesa,
pastará en el Carmelo y en Basán;
en la montaña de Efraín y en Galaad
podrá saciar su apetito.
20 Aquellos días y en aquel momento
—oráculo del Señor—
buscarán en vano la culpa de Israel,
no encontrarán los pecados de Judá,
pues perdonaré a los que deje con vida.
21 ¡Ataca al país de Meratáin,
lanza un ataque contra él
y también contra los habitantes de Pecod!
¡Aniquila, extermina a su gente,
haz lo que te he ordenado!
22 ¡Gritos de guerra en el país,
una catástrofe enorme!
23 ¡Han arrancado y destrozado
la maza que aplastaba la tierra!
¡Desolada ha quedado Babilonia
en medio de las naciones!
24 Te puse una trampa y caíste,
Babilonia, sin darte cuenta;
te encontraron, fuiste capturada,
por haber retado al Señor.
25 El Señor abrió su arsenal
y sacó los instrumentos de su cólera,
pues tiene Dios, el Señor del universo,
una tarea en el país de los caldeos.
26 Acudan de todas partes contra ella,
desparramen sus graneros,
amontónenla en gavillas
y después la exterminan:
que no quede resto de ella.
27 Maten todas sus reses,
que acaben en el matadero.
¡Ay de ellos, llega su día,
el momento de rendir cuentas!
28 Se oyen voces de fugitivos,
de evadidos del país de Babilonia:
van a proclamar en Sión
la venganza del Señor, nuestro Dios,
por haber destruido su Templo.
29 Convoquen saeteros contra Babilonia,
todos los que manejan el arco;
acampen en torno a ella,
que nadie pueda escapar.
Páguenle según sus obras,
háganle lo que ella hizo.
Por ser insolente con el Señor,
con el Dios santo de Israel,
30 caerán sus jóvenes en las calles,
sus guerreros serán abatidos aquel día
—oráculo del Señor—.
31 Aquí me tienes, insolente
—oráculo de Dios, Señor del universo—,
que ya ha llegado tu día,
el momento de rendir cuentas.
32 Tropezará el insolente y caerá,
y no encontrará quien lo levante.
Prenderé fuego a sus ciudades,
que devorará todo alrededor.
33 Así dice el Señor del universo:
Están oprimidos los israelitas
junto con la gente de Judá;
los han deportado y los retienen,
se niegan a dejarlos marchar;
34 pero es poderoso su rescatador,
se llama Señor del universo;
defenderá la causa de ellos:
así traerá paz a la tierra
y terror a la gente de Babel.
35 ¡Espada contra los caldeos,
contra los habitantes de Babilonia,
contra sus nobles y sus sabios!
36 ¡Espada contra sus charlatanes
que acabarán desatinando!
¡Espada contra sus guerreros
que acabarán aterrados!
37 ¡Espada contra caballos y carros,
contra todas sus tropas auxiliares
que se portarán como mujeres!
¡Espada contra sus tesoros
que acabarán saqueados!
38 ¡Espada contra sus canales
que acabarán secos!
Pues es una tierra de ídolos
y se vuelven locos por ellos.
39 La habitarán chacales y hienas,
allí se instalarán avestruces;
ya nunca será repoblada,
nadie vivirá en ella por generaciones:
40 como cuando Dios destruyó Sodoma,
Gomorra y sus ciudades vecinas
—oráculo del Señor—.
Ya no habrá nadie que habite allí,
no habrá persona que more en ella.
41 Llega un ejército del norte,
una poderosa nación,
se movilizan numerosos reyes
desde todos los rincones de la tierra.
42 Manejan arco y jabalina,
son crueles, sin entrañas;
su voz es un mar embravecido,
cabalgan a lomos de corceles;
formados para entrar en lucha
contra ti, ciudad de Babilonia.
43 Al oír la noticia,
le flaquean las fuerzas
al rey de Babilonia:
lo atenaza la angustia,
dolores de parturienta.
44 Como león que sale
de la espesura del Jordán
en busca de frescas praderas,
los sacaré de ella en un momento
y haré que gobierne
aquel a quien yo elija.
¿Quién se puede comparar a mí?
¿Quién puede citarme a juicio?
¿Qué pastor me puede plantar cara?
45 Escuchen ahora la decisión
que ha tomado el Señor contra Babilonia,
los planes que ha elaborado
contra la tierra de los caldeos;
hasta los corderos serán arrebatados,
la propia dehesa quedará consternada.
46 Los gritos de Babilonia capturada
hacen que tiemble la tierra,
por las naciones se oyen sus lamentos.

51 Así dice el Señor:
Voy a suscitar contra Babilonia
y contra sus habitantes, los caldeos,
un viento que será devastador.
Enviaré contra Babilonia
extranjeros que la aventarán
y vaciarán su territorio:
la atacarán por todas partes
el día de la catástrofe.
¡Que no desfallezcan los arqueros
ni se cansen los que visten coraza!
No perdonen a sus guerreros,
exterminen a todo su ejército.
Caerán heridos en tierra caldea,
gente atravesada en sus calles.
¡Que no han enviudado Israel y Judá
de su Dios, el Señor del universo!
En cambio la tierra caldea
es culpable ante el Santo de Israel.
Huyan de en medio de Babilonia,
pongan a salvo sus vidas,
no perezcan por su culpa;
que es la hora de la venganza del Señor,
el día en que les dará su merecido.
Babilonia era una copa de oro,
manejada por la mano del Señor,
que emborrachaba a toda la tierra;
las naciones bebían de su vino
y así quedaban aturdidas.
Y Babilonia cayó de repente
y se rompió: ¡lloren por ella!
Traigan bálsamo para sus heridas,
tal vez la podamos curar.
Quisimos curar a Babilonia,
pero es imposible: ¡déjenla,
vayamos cada cual a nuestra tierra!
Pues su condena llega hasta el cielo,
alcanza la altura de las nubes.
10 El Señor ha sentenciado a nuestro favor;
vamos, contaremos en Sión
la hazaña del Señor, nuestro Dios.
11 Afilen las flechas, embracen los escudos;
el Señor incita a los reyes de Media,
porque ha decidido destruir Babilonia:
es la venganza del Señor
por haber destruido su Templo.
12 Levanten las enseñas
contra los muros de Babilonia;
refuercen la guardia,
pongan centinelas,
tiendan emboscadas.
El Señor ejecuta lo que piensa,
lo que predijo contra Babilonia.
13 Ciudad llena de tesoros,
situada junto a aguas caudalosas,
te ha llegado el fin, terminan tus rapiñas.
14 El Señor del universo lo jura por su vida:
Te he llenado de gente,
innumerable como plaga de langosta,
que cantarán victoria sobre ti.
15 Él hizo la tierra con su poder,
estableció el orbe con su sabiduría,
desplegó el cielo con su inteligencia.
16 Cuando él alza la voz,
retumban las aguas del cielo,
hace subir a las nubes
desde el confín de la tierra;
con los rayos provoca la lluvia
y saca de sus depósitos el viento.
17 Se embrutece quien se fía de su ciencia,
el orfebre se avergüenza
del ídolo que ha hecho:
sus imágenes son mentira, sin espíritu;
18 son frustrantes, obras engañosas,
desaparecerán el día del castigo.
19 No es así la porción de Jacob,
pues él ha creado todo;
Israel es tribu de su propiedad,
su nombre es Señor del universo.
20 Tú eres mi maza,
mi instrumento de guerra:
contigo machacaré naciones,
contigo aniquilaré reinos;
21 machacaré caballos y jinetes,
machacaré carros y aurigas;
22 machacaré hombres y mujeres,
machacaré jóvenes y adultos,
machacaré muchachos y muchachas;
23 machacaré pastores y rebaños,
machacaré labriegos y yuntas,
machacaré gobernadores y magistrados.
24 Y haré que pague Babilonia
y toda la gente caldea
todo el mal que perpetraron
en Sión delante de ustedes
—oráculo del Señor—.
25 Aquí me tienes, montaña asesina,
asesina de toda la tierra
—oráculo del Señor—.
Extenderé mi mano contra ti,
te lanzaré rodando desde las peñas,
te convertiré en montaña quemada.
26 Nadie acudirá donde ti
a buscar una piedra angular
o una piedra para cimentar,
pues serás una ruina perpetua
—oráculo del Señor—.
27 Alcen el estandarte sobre la tierra,
toquen a rebato entre los pueblos;
convoquen naciones
a una guerra santa contra ella,
recluten reinos contra ella:
Ararat, Miní y Asquenaz;
designen contra ella un general,
envíen caballos como langostas erizadas.
28 Convoquen naciones
a una guerra santa contra ella,
llamen a los reyes de Media,
a sus gobernadores y magistrados,
y a todo el territorio que gobierna.
29 La tierra temblará y se estremecerá
cuando se cumplan contra Babilonia
los planes del Señor para con ella:
conviértanla en pura desolación,
sin nadie que la habite.
30 Los soldados de Babilonia ya no luchan,
se quedan metidos en las fortalezas,
se agota su valor, son como mujeres;
el fuego consume sus edificios,
sus cerrojos están destrozados.
31 Un correo alcanza a otro correo,
un mensajero a otro mensajero,
para comunicar al rey de Babilonia
que ha caído totalmente su ciudad.
32 Los vados están cortados,
han incendiado las esclusas,
los soldados están aterrados.
33 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel:
Ha quedado la capital de Babilonia
como una era en tiempo de trilla;
cuando pase un poco de tiempo,
le llegará la hora de la cosecha.
34 Nabucodonosor, rey de Babilonia,
me ha comido, me ha devorado
y ha dejado el plato vacío;
me ha engullido como un dragón,
ha llenado su vientre
con lo más delicioso de mí,
y después me ha vomitado.
35 Dice la población de Sión:
“Sea Babilonia responsable
de la violencia que he sufrido”.
Dice también Jerusalén:
“Sean los caldeos responsables
de haber derramado mi sangre”.
36 Por eso, así dice el Señor:
Voy a defender tu causa,
voy a tomar venganza en tu lugar:
secaré todas sus aguas,
agotaré todas sus fuentes;
37 Babilonia acabará en ruinas,
en una cueva de chacales,
objeto de espanto y de burla,
sin nadie que la habite.
38 Rugen todos como leones,
gruñen como crías de león.
39 Cuando estén en pleno ardor,
les proporcionaré bebidas,
haré que se emborrachen
para que, llegada la euforia,
duerman un sueño eterno
y no despierten
—oráculo del Señor—.
40 Los llevaré como corderos al matadero,
lo mismo que carneros o cabritos.
41 ¡Cómo ha sido conquistada Babilonia,
capturada la admiración de toda la tierra!
¡Cómo ha sido reducida a espanto
en medio de las naciones!
42 El mar se estrelló contra Babilonia,
la inundó con sus olas tumultuosas;
43 sus ciudades quedaron desoladas,
como tierra desértica y reseca;
ya no habrá nadie que las habite,
nadie que pase por ellas.
44 Pediré cuentas a Bel en Babilonia,
le haré vomitar lo que ha tragado;
ya no afluirán los pueblos a ella,
hasta su muralla se ha derrumbado.
45 ¡Salgan de ella, pueblo mío,
que todos se pongan a salvo
del incendio de la ira del Señor!
46 Que no desfallezca su ánimo
por los rumores que recorren el país,
pues cada año corre un rumor:
“la violencia reina en el país,
un gobernante expulsa a otro gobernante”.
47 Pues bien, llegan días
en que destruiré los ídolos de Babilonia,
su país quedará desconcertado,
todo él repleto de víctimas.
48 Cielo, tierra y cuanto hay en ellos
prorrumpirán en gritos de alegría
cuando sepan lo que le espera a Babilonia,
pues los devastadores
llegan del norte contra ella
—oráculo del Señor—.
49 Por toda la tierra cayeron
los heridos que causó Babilonia;
ahora tiene que caer Babilonia
por las víctimas causadas a Israel.
50 Los que han sobrevivido a la espada,
márchense, no se queden aquí:
acuérdense del Señor,
cuando estén lejos,
lleven a Jerusalén en el corazón.
51 Hemos oído avergonzados la ignominia,
nuestro rostro se cubrió de vergüenza:
dicen que extranjeros han pisado
la parte más santa del Templo del Señor.
52 Pues bien, llegan días
—oráculo del Señor—
en que pediré cuentas a sus ídolos,
y sus heridos gemirán por todo el país.
53 Aunque Babilonia suba hasta el cielo
y ponga su fortaleza en las alturas,
enviaré contra ella a los devastadores
—oráculo del Señor—.
54 Se oyen gritos pidiendo auxilio en Babilonia,
intenso llanto en el país de los caldeos;
55 es que el Señor devasta Babilonia,
pone fin a todo su griterío,
aunque bramen como las olas del océano
y alcen sus voces tumultuosas.
56 El devastador ataca Babilonia:
sus soldados caerán prisioneros,
sus arcos serán destrozados,
porque el Señor, Dios que retribuye,
les va a dar lo que merecen.
57 Emborracharé a sus nobles,
a sus sabios y gobernantes,
a sus magistrados y soldados;
dormirán un sueño eterno
del que no despertarán
—oráculo del rey que se llama Señor del universo—.
58 Así dice el Señor del universo:
La ancha muralla de Babilonia
será destruida sin remedio,
sus altas puertas, quemadas;
ha sido inútil el esfuerzo de los pueblos,
para ser pasto del fuego
se afanaron las naciones.

El rollo arrojado al Éufrates

59 Encargo que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Majsías, cuando fue a Babilonia con Sedecías, rey de Judá. Corría el año cuarto de su reinado, y Seraías era jefe de intendencia. 60 Jeremías escribió en un rollo la catástrofe que le aguardaba a Babilonia, es decir, las profecías escritas hasta aquí contra Babilonia. 61 Jeremías dijo a Seraías:

— Cuando llegues a Babilonia, busca la forma de leer todas estas profecías. 62 Dirás: “Señor, tú has dicho que este lugar sería destruido, que no iba a quedar en él alma viviente, ni personas ni animales, y que sería una perpetua desolación”. 63 Pues bien, cuando termines de leer este rollo, le atas una piedra y lo arrojas al Éufrates, 64 mientras dices: “Así se hundirá Babilonia, para no levantarse”, pues pienso provocar contra ella una terrible desgracia.

Hasta aquí las palabras de Jeremías.

IV.— EPÍLOGO (52)

Reinado de Sedecías (2 Re 24,18—25,2.27-30)

52 Sedecías tenía veintiún años cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamital y era hija de Jeremías, natural de Libná.

Sedecías cometió acciones mal vistas por el Señor, siguiendo en ello los pasos de su predecesor Joaquín. Por eso, Jerusalén y Judá sufrieron las consecuencias de la cólera del Señor, que los arrojó de su presencia. Sedecías, por su parte, se rebeló contra el rey de Babilonia.

Consecuencias de la revuelta de Sedecías

El año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén con todo su ejército. Acampó junto a ella y mandó construir torres de asalto alrededor. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedecías. El día nueve del cuarto mes, el hambre se hizo insoportable en la ciudad y la gente no tenía nada que comer. Entonces el enemigo abrió una brecha en la muralla de la ciudad y todos los soldados, aprovechando la noche, huyeron de la ciudad por una puerta entre las dos murallas, la que da a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la Arabá. El ejército caldeo persiguió al rey Sedecías y le dio alcance en la llanura de Jericó, al tiempo que las tropas reales se dispersaban, dejándolo solo. Los caldeos apresaron al rey y lo condujeron ante el rey de Babilonia, que estaba en Ribla, en territorio de Jamat. Y allí mismo dictó sentencia contra él. 10 El rey de Babilonia mandó degollar a los hijos de Sedecías en presencia de este, y también hizo degollar en Ribla a todos los nobles de Judá. 11 A Sedecías le sacó los ojos y se lo llevó encadenado a Babilonia, donde lo encerró en prisión hasta su muerte.

12 El día diez del mes quinto (que corresponde al año décimo noveno del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia), llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia y consejero del rey de Babilonia. 13 Incendió el Templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén, prendiendo fuego a todos los edificios principales. 14 El ejército caldeo comandado por el jefe de la guardia derribó las murallas de Jerusalén. 15 Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó deportados al resto de la gente que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos. 16 Nabusardán, jefe de la guardia, sólo dejó a unos pocos de la gente humilde del país al cuidado de las viñas y de los campos.

17 Los caldeos destrozaron las columnas de bronce del Templo del Señor, los pedestales y la pila de bronce que había en el Templo, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 18 También se llevaron las ollas, palas, cuchillos, aspersorios, bandejas y todos los objetos de bronce destinados al culto. 19 El jefe de la guardia se llevó consigo las palanganas, incensarios, aspersorios, ollas, candelabros, bandejas y fuentes destinadas a las ofrendas, tanto lo que era de oro como lo que era de plata. 20 Las dos columnas, la pila de bronce, los doce toros de bronce que lo sostienen y los pedestales (todo lo que el rey Salomón había mandado hacer para el Templo del Señor) tenían un peso en bronce incalculable. 21 Cada columna medía unos nueve metros de altura, seis de perímetro y ocho centímetros de grosor. 22 Tenían sendos capiteles de bronce de dos metros y medio, decorados con trenzados y con granadas, también de bronce, todo alrededor. 23 En cada capitel sobresalían noventa y seis granadas; y en total, las granadas que había sobre la circunferencia sumaban cien.

24 El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías y a los tres porteros. 25 Apresó también en la ciudad a un alto funcionario que estaba al frente de la tropa, a siete miembros del consejo real, que se habían quedado en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado de reclutar a la gente del país, y a sesenta miembros de esa gente del país que se encontraban en la ciudad. 26 Nabusardán, el jefe de la guardia, los apresó a todos y los condujo ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla. 27 Y el rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, en territorio de Jamat.

Así fue deportado Judá lejos de su tierra. 28 El número de personas que deportó Nabucodonosor fue el siguiente: el año séptimo, tres mil veintitrés judaítas; 29 el año décimo octavo de Nabucodonosor, ochocientos treinta y dos habitantes de Jerusalén; 30 el año vigésimo tercero de Nabucodonosor, Nabusardán, jefe de la guardia, deportó a setecientos cuarenta y cinco judaítas. El total de deportados ascendió a cuatro mil seiscientas personas.

31 El año trigésimo séptimo de la deportación de Jeconías, rey de Judá, el día veinticinco del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el año de su ascensión al trono, indultó a Jeconías, rey de Judá, y lo sacó de la prisión. 32 Le dio un trato de favor y le asignó un rango superior al de los demás reyes que había con él en Babilonia. 33 Mandó que le quitaran la ropa de preso y lo hizo comensal asiduo de su mesa durante el resto de su vida. 34 El rey de Babilonia proveyó a su sustento diario de por vida, hasta el día de su muerte.

Primera elegía

¡Qué solitaria se encuentra
la ciudad superpoblada!
Ha quedado como viuda
la grande ante las naciones.
La reina de las provincias
se ha convertido en esclava.

Pasa las noches llorando,
riega el llanto sus mejillas;
no hay nadie que la consuele
entre todos sus amantes;
sus amigos la han dejado
y se le han vuelto enemigos.

Desterrada y humillada,
Judá sufre esclavitud
y habita entre las naciones
sin encontrar su morada;
todos sus perseguidores
le han dado caza en su asedio.

De luto están las calzadas
de Sión, sin peregrinos;
sus puertas están en ruinas
y sus sacerdotes gimen;
sus doncellas se lamentan
y ella padece amargura.

Sus enemigos la oprimen,
sus adversarios prosperan,
porque el Señor la ha afligido
por sus copiosos pecados;
sus niños van al destierro
delante del enemigo.

Sión se ha visto privada
de toda su majestad;
sus príncipes, como ciervos
que no han encontrado pastos,
caminan desfallecidos
ante sus perseguidores.

Recuerda Jerusalén
días tristes de vida errante,
cayendo en mano enemiga
sin que nadie la ayudara.
Los enemigos, al verla,
se burlaban de su ruina.

¡Jerusalén ha pecado:
por eso ha quedado impura!
Los que la honraban la humillan
porque la han visto desnuda;
ella también se lamenta
y hasta se vuelve de espaldas.

Su impureza está en sus ropas,
no pensó en tales extremos.
Su caída fue increíble
y ya no hay quien la consuele.
“Mira, Señor, mi desgracia
y el triunfo del enemigo”.

10 Mano ha puesto el enemigo
sobre todos sus tesoros;
ella ha visto a los paganos
profanar el santuario,
aunque tú habías prohibido
que entraran en tu asamblea.

11 Toda su gente se queja,
anda en busca de alimento;
cambian sus joyas por pan
para mantenerse vivos.
“Mira, Señor, y contempla
en qué vileza he caído”.

12 ¿No les dice nada a ustedes,
los que van por el camino?
Miren bien si hay un dolor
como el dolor que me aflige,
que el Señor me castigó
el día de su furor.

13 Desde el cielo mandó un fuego
que me ha abrasado los huesos;
tendió una trampa a mi paso
y me hizo volver atrás;
me ha dejado destrozada
y sufriendo todo el día.

14 Con mi delito hizo un yugo
bien atado por su mano
y me lo cargó en el cuello,
debilitando mis fuerzas;
pues me ha entregado mi Dios
a quien no puedo hacer frente.

15 Desbarató a mis valientes
mi Dios en medio de mí;
llamó contra mí un ejército
para acabar con mis jóvenes.
¡Mi Dios pisó en el lagar
a la virgen de Judá!

16 Por eso yo estoy llorando
y mis ojos vierten lágrimas,
porque no hay quien me consuele
ni quien me devuelva el ánimo.
Mis hijos están atónitos
por la victoria enemiga.

17 Aunque Sión tiende sus manos,
no hay nadie que la consuele.
Mandó el Señor que a Jacob
lo cercasen enemigos;
Jerusalén ha quedado
mancillada en medio de ellos.

18 El Señor ha sido justo,
pues me opuse a su mandato.
Escúchenme, pueblos todos,
y contemplen mi dolor:
mis jóvenes y doncellas
se marcharon al destierro.

19 Pedí auxilio a mis amantes,
pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y ancianos
murieron en la ciudad
buscando algún alimento
con que reanimar sus vidas.

20 Contempla, Señor, mi angustia:
mis entrañas se estremecen,
dentro el corazón se agita
porque he sido muy rebelde.
Fuera me quedo sin hijos
y en casa ronda la muerte.

21 Aunque escuchan mis gemidos,
¡no hay nadie que me consuele!
Mi enemigo oye mi mal
y celebra lo que has hecho.
¡Haz que llegue el día anunciado
y corra mi misma suerte!

22 Ten presente su maldad
y trátalo a él también
como me has tratado a mí
por todas mis rebeldías.
¡Que son muchos mis lamentos
y mi corazón flaquea!

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España