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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Amós 9:11 - Nahúm 3:19

Promesa de restauración

11 Reconstruiré aquel día
la choza caída de David,
repararé sus brechas,
levantaré sus ruinas
y la reconstruiré como antaño,
12 para que posean el resto de Edom,
además de todas las naciones
en las que se ha invocado mi nombre,
—oráculo del Señor, que lo cumplirá—.
13 Llegan días —oráculo del Señor—
en los cuales el que ara
seguirá de cerca al segador
y el que vendimia, al que siembra;
días en que destilarán mosto los montes
y se tambalearán todas las colinas.
14 Cambiaré la suerte de mi pueblo Israel:
reconstruirán las ciudades devastadas
y volverán a habitar en ellas;
plantarán viñas y beberán su vino,
cultivarán huertos y comerán sus frutos.
15 Yo los plantaré en su tierra
y jamás volverán a ser arrancados
de esa tierra que yo les regalé,
—dice el Señor, tu Dios—.

Encabezamiento

Visión de Abdías. Esto ha dicho el Señor Dios acerca de Edom:

Hemos oído un mensaje del Señor
y un heraldo ha sido enviado a las naciones:
“¡Arriba! ¡Alcémonos en son de guerra contra ella!”.

Acusación y castigo contra Edom

Te he hecho la más pequeña entre las naciones,
eres lo más despreciable.
La soberbia de tu corazón te ha engañado;
tú, que habitas en lugares rocosos,
asentada sobre las alturas,
dices en tu corazón:
“¿Quién me derribará por tierra?”.
Pues aunque te eleves como el águila
y entre las estrellas pongas tu nido,
de allí te derribaré —oráculo del Señor—.
Si vinieran a ti ladrones
o salteadores nocturnos,
¿robarían más de lo preciso?
Si vinieran a ti vendimiadores,
¿no te dejarían algún racimo?
En cambio, ¡cómo ha sido expoliado Esaú
y saqueados sus tesoros más ocultos!
Hasta la frontera te han empujado
todos tus aliados traicionándote;
tus mejores amigos
se han enseñoreado de ti;
los que compartían tu mesa
han tendido una trampa a tus pies.
¡Ya no queda sabiduría en Edom!
Porque, efectivamente, aquel día
—oráculo del Señor—
acabaré con los sabios de Edom
y con el entendimiento del monte de Esaú.
Tus guerreros, Temán, se acobardarán,
y en la masacre perecerá
hasta el último varón del monte de Esaú.
10 Por tu violencia contra Jacob, tu hermano,
serás humillado y exterminado para siempre.
11 Allí estabas tú presente aquel día:
cuando extranjeros capturaron su ejército
y extraños traspasaron sus puertas
repartiéndose a Jerusalén por sorteo,
¡tú fuiste también como uno de ellos!
12 Hiciste mal contemplando con agrado
la desgracia de tu hermano,
alegrándote a costa de las gentes de Judá
el día en que las aniquilaron,
expresándote con soberbia
en el día de su angustia.
13 Hiciste mal traspasando
la puerta de mi pueblo
el día de su ruina,
contemplando satisfecho su desgracia
el día de su desastre,
apropiándote de sus riquezas
el día de su calamidad.
14 Hiciste mal apostándote
en todas las encrucijadas
para matar a sus fugitivos,
y entregar a los supervivientes
el día de la angustia.
15 Mas ahora se acerca el día del Señor,
amenazante contra todas las naciones.
Conforme a lo que hiciste se hará contigo;
tus acciones recibirán su merecido.

Restauración de Israel

16 De la misma manera
que ustedes sufrieron
en mi santo monte,
así sufrirán sin tregua
todas las naciones;
sufrirán hasta la extenuación
y, como si nunca hubieran existido,
así desaparecerán.
17 Pero en el monte de Sión,
nuevamente lugar santo,
quedará a salvo un resto
y la descendencia de Jacob
recobrará sus posesiones.
18 La casa de Jacob será fuego,
y llama la casa de José;
la casa de Esaú será paja
que será abrasada y consumida.
No quedará ninguno vivo
entre los descendientes de Esaú.
Así lo ha decretado el Señor.

19 Los del Négueb se apoderarán de la montaña de Esaú, y los de la Sefela ocuparán la tierra de los filisteos; se apoderarán también de los campos de Efraín y Samaría. Y Benjamín ocupará Galaad.

20 Los repatriados israelitas —toda una multitud— se apoderarán de la tierra de los cananeos hasta Sarepta, mientas que los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad, se apoderarán de las ciudades del Négueb.

21 Subirán victoriosos al monte de Sión
y gobernarán en el monte de Esaú.
¡El reinado será del Señor!

Jonás rehúye al encargo de Dios

El Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitay, diciéndole:

— Disponte a ir a la gran ciudad de Nínive y proclama un castigo contra ella, porque la noticia de su maldad ha llegado hasta mí.

Pero Jonás, queriendo eludir el mandato del Señor, decidió huir a Tarsis. Así que bajó hasta Jope, donde encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó en él rumbo a Tarsis, para alejarse del Señor. Pero el Señor hizo que un fuerte viento azotase el mar hasta levantar una tempestad cuya violencia amenazaba con destrozar el barco. Los marineros, atemorizados, comenzaron a suplicar ayuda cada uno a su dios y arrojaron al mar todos los enseres que había a bordo para aligerar la carga. Entretanto, Jonás había bajado a la bodega del barco donde se acostó y quedó profundamente dormido. El capitán llegó hasta él y le dijo:

— ¿Qué haces tú dormido? ¡Levántate y suplica ayuda a tu dios! Tal vez, él se interese por nosotros y no perezcamos.

Seguidamente comenzaron a decirse unos a otros:

— Echemos suertes para saber a quién se debe nuestra desgracia.

Así pues, echaron suertes y le tocó a Jonás. Entonces le dijeron:

— Dinos por qué nos ha sobrevenido esta desgracia. ¿Cuál es tu trabajo? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?

Jonás les respondió así:

— Yo soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.

10 Al oírlo, aquellos hombres fueron presa de un gran temor y, habiendo comprendido por la confesión de Jonás que este iba huyendo del Señor, le preguntaron:

— ¿Qué es lo que has hecho?

11 Pero como el mar seguía encrespándose, volvieron a preguntarle:

— ¿Qué podríamos hacer contigo para que el mar se calme?

12 Él les contestó:

— Arrójenme al mar, y el mar se calmará porque yo sé que esta violenta tempestad les ha sobrevenido por culpa mía.

13 Sin embargo, los marineros se pusieron a remar con la intención de volver a tierra firme; pero no pudieron lograrlo porque el mar se embravecía más y más alrededor de ellos. 14 Clamaron entonces al Señor diciendo:

— Te suplicamos, oh Señor, que no perezcamos nosotros por causa de este hombre, y que tampoco nos hagas responsables de la vida de un inocente, porque tú, oh Señor, has actuado según tu beneplácito.

15 Luego alzaron a Jonás, lo arrojaron al agua y el mar se calmó. 16 Al ver esto, aquellos marineros se sintieron sobrecogidos por un gran respeto hacia el Señor y le ofrecieron un sacrificio acompañado de promesas.

Jonás suplica al Señor y es salvado

El Señor dispuso, entonces que Jonás fuera tragado por un gran pez en cuyo vientre permaneció durante tres días y tres noches. Desde el vientre del pez, Jonás suplicó al Señor, su Dios, con estas palabras:

En mi angustia clamé al Señor
y fui atendido por él;
desde las profundidades
del reino de los muertos
pedí auxilio y tú me escuchaste.
Me arrojaste a las simas del mar,
sus corrientes me cercaron,
tu recio oleaje me arrolló.
Me dije: “He sido expulsado
lejos de tu presencia,
pero aún volveré a ver tu Templo santo”.
Las aguas me anegaron hasta el cuello,
el abismo me envolvía,
las algas se enredaban en mi cabeza.
Me hundí hasta el cimiento de los montes;
la tierra se cerraba tras de mí para siempre.
Sin embargo tú, Señor Dios mío,
me hiciste salir vivo de la tumba.
Estando ya sin aliento,
me acordé del Señor
y elevé hacia ti mi oración,
hacia tu santo Templo.
Los que adoran a ídolos vanos,
es que han olvidado tu amor.
10 Mas yo, con un canto agradecido,
te he de presentar sacrificios:
¡cumpliré lo que he prometido!
¡La salvación se halla en el Señor!

11 Entonces, el Señor dio instrucciones al pez y este vomitó a Jonás en tierra firme.

Los ninivitas se arrepienten y son perdonados

Por segunda vez el Señor habló a Jonás de esta manera:

— Disponte a ir a la gran ciudad de Nínive para pregonar allí el mensaje que yo te encargo.

Partió Jonás al instante hacia Nínive de acuerdo con la orden del Señor. Nínive era una ciudad tan grande que se necesitaba andar tres días para recorrerla. Comenzó, pues, Jonás a recorrer la ciudad y estuvo un día entero proclamando:

— ¡Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida!

Los habitantes de Nínive creyeron a Dios, anunciaron un tiempo de ayuno, y desde el mayor hasta el más pequeño de ellos se vistió de sayal. Cuando el mensaje llegó hasta el rey de Ninive, este se levantó del trono, se despojó de su manto regio, se vistió de sayal y se sentó en ceniza. Luego, hizo pregonar en Nínive, por orden del rey y de los grandes del reino, este decreto: “Que no coman nada las personas ni los animales que no pasten los bueyes ni las ovejas, y que ninguno beba agua. Vístanse personas y animales con ropa de sayal; que toda persona suplique a Dios fervorosamente y que se convierta de su mala conducta y de la violencia de sus acciones. ¡Tal vez Dios se arrepienta, se calme el furor de su ira y no perezcamos!”. 10 Al ver Dios la actuación de los ninivitas y cómo se habían arrepentido de su mala conducta, se retractó del castigo que les había anunciado y no lo llevó a cabo.

Dios reprocha la actitud inmisericorde de Jonás

Entonces le invadió a Jonás un profundo malestar, se enojó y oró al Señor con estas palabras:

— ¡Oh, Señor! ¿Acaso no era esto lo que yo me decía mientras estaba en mi tierra? Por esto me apresuré a huir hacia Tarsis, porque yo sabía que tú eres un Dios benévolo y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor; yo sabía que te retractas del castigo. Así pues, Señor, te ruego que me quites la vida, porque prefiero morir a vivir.

El Señor contestó a Jonás:

— ¿Piensas que haces bien en enojarte de esta manera?

Jonás, por su parte, salió de la ciudad y se instaló al oriente de la misma; hizo allí una cabaña y se sentó bajo su sombra esperando a ver qué sucedía en la ciudad. Entonces, el Señor Dios hizo crecer un ricino por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarlo de su enojo. Una gran alegría invadió a Jonás a causa del ricino. Pero al apuntar la aurora del día siguiente, Dios hizo aparecer un gusano que dañó el ricino hasta secarlo. Luego Dios hizo soplar un viento tórrido del oriente al tiempo que el sol, desde lo alto, abrasaba la cabeza de Jonás; este se sintió desfallecer y se deseó la muerte diciéndose a sí mismo:

— ¡Mejor me es morir que vivir!

A lo que Dios replicó:

— ¿Piensas que haces bien en enojarte por lo sucedido con el ricino?

— ¡Claro que hago bien en enojarme hasta desear la muerte! —respondió Jonás—.

10 Le dijo entonces el Señor:

— Tú te lamentas por un ricino en cuyo crecimiento no has intervenido, que en una noche creció y en la siguiente se secó. 11 ¿No voy yo a compadecerme de Nínive, esa gran ciudad en la que viven más de ciento veinte mil niños y en la que hay mucho ganado?

Proceso contra Israel (1—3)

Título

Palabra del Señor que fue dirigida a Miqueas de Moréset en tiempos de Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y visiones que tuvo referentes a Samaría y Jerusalén.

Condena de Israel

¡Escuchen, pueblos todos!
Presta atención, tierra,
y todo cuanto la llena:
El Señor Dios en su santo Templo
va a testimoniar contra ustedes.
El Señor sale de su morada,
desciende sobre los montes de la tierra.
A su paso se derriten los montes
como cera en presencia del fuego,
se resquebrajan los valles
como cortados por el agua
que se precipita en torrentera.
Y es que Jacob se ha rebelado,
Israel amontona pecados.
¿Cuál es la rebelión de Jacob?
¿No está acaso en Samaría?
¿Cuáles los altozanos de Judá?
¿No están en la misma Jerusalén?
Pues bien, reduciré a Samaría
a un montón de ruinas,
a un campo donde se planten viñas.
Haré rodar sus piedras hasta el valle
y dejaré al descubierto sus cimientos.
Todos sus ídolos serán destruidos
y echadas a las llamas sus ganancias;
haré trizas todas sus imágenes
que, si fueron paga de prostitución,
en paga de prostitución se convertirán.

Lamento del profeta

Por eso me lamentaré y haré duelo,
caminaré descalzo y desnudo,
aullaré como hacen los chacales
y gemiré como las avestruces.
Porque su herida es incurable,
ha llegado hasta Judá,
hasta la capital de mi pueblo,
hasta alcanzar Jerusalén.
10 No lo proclamen en Gat,
no se lamenten en Kabón,
revuélquense en el polvo de Bet Leofrá.
11 Desnudos y avergonzados
caminan los habitantes de Safir;
los de Saanán no pueden salir;
resuenan lamentos en Bet Ezel
y nadie puede ayudarlos.
12 Llenos están de amargura
los habitantes de Marot
porque hasta las puertas de Jerusalén
ha llevado el Señor la desgracia.
13 Enganchen los corceles al carro,
habitantes de Laquis;
allí comenzó el pecado de Sión,
en ti se dieron cita las rebeldías de Israel.
14 Da, pues, acta de divorcio a Moréset Gat;
trampa para los reyes de Israel
serán las casas de Aczib.
15 Sobre ustedes, gente de Maresá,
todavía enviaré un conquistador
y la flor de Israel tendrá que huir a Adulán.
16 Aféitate y córtate el pelo,
hazlo por tus hijos tan amados;
vuélvete calvo como el buitre,
pues han sido deportados lejos de ti.

Contra los opresores

¡Ay de los que planean la maldad
y traman iniquidades en sus lechos!
En cuanto se hace de día lo ejecutan,
pues tienen poder para ello.
Codician campos y los roban,
casas y se apoderan de ellas;
oprimen al cabeza de familia
y a los que conviven con él,
a la persona y a sus propiedades.
Por eso, así dice el Señor:
Yo planeo contra esta gente un mal
del que no podrán sacar el cuello
ni tampoco caminar altaneros,
pues serán tiempos de tragedia.
Ese día les dedicarán una copla
y les entonarán una elegía que diga:
“Nos han arruinado del todo,
han vendido mi herencia familiar;
se nos arrebatan los campos
y se reparten entre los invasores”.
Así que no tendrás a nadie
que, en la asamblea del Señor,
eche a suertes los lotes de la tierra.

Contra los profetas

Ustedes no desvaríen,
(que sean ellos quienes desvaríen);
no desvaríen diciendo:
“No nos alcanzará la desgracia”.
¿Está acaso maldita
la descendencia de Jacob?
¿Se ha agotado la paciencia del Señor
y va a ser esa su manera de actuar?
¿No son benévolas sus palabras
para quien procede honradamente?
Ayer mi pueblo se alzaba contra el enemigo,
hoy arrebata túnica y manto
a quienes transitan confiados
al regreso de la guerra.
A las mujeres de mi pueblo
las expulsan de sus queridos hogares,
a sus hijos los privan para siempre
del honor que procede de mí.
10 ¡Levántense, pónganse en marcha,
que no es este un tiempo de descanso!
Tu impureza provoca la destrucción,
una destrucción que será terrible.
11 Si alguien corriera tras del viento,
urdiendo falsedades como esta:
“por vino y licor vaticinaré en tu favor”,
ese sería el profeta de este pueblo.

El Señor reúne al resto de Israel

12 Voy a reunirte, Jacob, todo entero;
voy a congregar al resto de Israel.
Los juntaré como a ovejas en redil,
como a rebaño en la pradera,
y producirán un rumor de multitud.
13 Al frente está el que abre camino;
los demás ensanchan la brecha,
cruzan la puerta y salen por ella.
Delante de ellos va su rey,
el Señor a la cabeza.

Contra los jefes que abusan del pueblo

Yo digo: Escúchenme, jefes de Jacob,
óiganme, dirigentes de Israel:
¿No les corresponde a ustedes
ocuparse del derecho?
Odian el bien y aman el mal,
arrancan la piel a la gente
y dejan sus huesos al desnudo.
Esos que comen la carne de mi pueblo,
le arrancan la piel y quiebran sus huesos,
cortan su carne en pedazos
para echarlos a la olla o la caldera,
cuando griten al Señor,
no tendrán respuesta alguna.
El Señor les ocultará su rostro
a causa de sus malas acciones.

Los profetas que se venden

Así dice el Señor contra los profetas
que extravían a mi pueblo:
Mientras tienen algo que comer,
proclaman: “Todo es paz”,
pero declaran una guerra santa
a quien se niega a llenarles la boca.
Por eso se abatirá sobre ustedes
una noche sin visiones,
una oscuridad sin predicciones;
se ocultará el sol para esos profetas,
el día se les convertirá en tinieblas.
Avergonzados y ruborizados,
videntes y adivinos taparán su rostro
al no tener respuesta de Dios.
Pero yo estoy lleno de valor,
de espíritu divino, justicia y fortaleza,
para reprochar a Jacob sus crímenes
y sus pecados a Israel.

Denuncia y castigo

Escuchen esto, jefes de Jacob,
oigan, gobernantes de Israel,
los que detestan la justicia
y violan todo derecho,
10 construyendo a Sión con sangre
y a Jerusalén a fuerza de delitos.
11 Sus jueces juzgan por soborno,
sus sacerdotes predican a sueldo
y sus profetas vaticinan por dinero.
Pero aún se apoyan en el Señor y dicen:
“¿Acaso no está el Señor con nosotros?
¡No nos alcanzará la desgracia!”.
12 Pues bien, por culpa de ustedes
Sión será arada como un campo,
Jerusalén terminará en montón de piedras
y el monte del Templo en cerro de espinos.

Promesas a Sión (4—5)

Afluencia de las naciones a Jerusalén

Cuando pase mucho tiempo
el monte de la casa del Señor
quedará afianzado entre los montes,
descollará entre las colinas.
Hacia él confluirán las naciones,
acudirán pueblos numerosos que dirán:
“Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos indicará sus caminos
y nosotros iremos por sus sendas.
Y es que de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén la palabra del Señor”.
Él será juez de pueblos numerosos,
arbitrará a naciones poderosas y lejanas.
Convertirán sus espadas en arados,
harán hoces con sus lanzas.
No se amenazarán las naciones con espadas,
ni se adiestrarán más para la guerra.
Reposarán bajo su parra y su higuera
sin que nadie los moleste.
Lo ha dicho el Señor del universo.
Otros pueblos caminan en nombre de su dios,
nosotros lo hacemos en nombre del Señor
que es nuestro Dios por siempre jamás.
Ese día —oráculo del Señor—
recogeré a las ovejas cojas,
reuniré a las descarriadas
y a las que yo había maltratado.
Con las cojas formaré un resto,
con las alejadas una nación poderosa.
Y será el Señor en el monte Sión
su rey ahora y para siempre.
En cuanto a ti, torre del rebaño,
colina donde se asienta Jerusalén,
recobrarás el poder de antaño
y la realeza volverá a Jerusalén.

Liberación de Sión

Y ahora, ¿a qué vienen esos gritos?
¿Te has quedado sin rey?
¿Ha desaparecido tu consejero
y estás atenazada por el dolor
como mujer en trance de parto?
10 Retuércete de dolor, Jerusalén,
y gime como parturienta, Sión,
porque ahora saldrás de la ciudad
y tendrás que vivir en el campo.
Irás a Babilonia, pero serás liberada;
allí te rescatará el Señor de tus enemigos.
11 Ahora se reúnen contra ti
un sinfín de naciones que dicen:
“Que [Jerusalén] sea profanada
y que nuestros ojos se recreen
contemplando la ruina de Sión”.
12 Pero desconocen los designios del Señor
y no comprenden que los ha reunido
para [trillarlos] como gavillas en la era.
13 ¡Arriba, pues, Jerusalén y tríllalos!
Te armaré con cuernos de hierro,
te daré pezuñas de bronce.
Triturarás a esos pueblos,
consagrarás al Señor su botín
y sus riquezas al dueño de toda la tierra.
14 Pero ahora, hazte incisiones, Jerusalén,
y prepárate para la guerra,
pues nos han puesto asedio
y golpean duramente en la mejilla
a los que gobiernan Israel

El rey mesiánico

En cuanto a ti, Belén Efrata,
tan pequeña entre los clanes de Judá,
de ti saldrá el caudillo de Israel,
cuyo origen se remonta a días antiguos,
a un tiempo inmemorial.
Por eso el Señor abandonará a los suyos
hasta que dé a luz la que ha de dar a luz.
Y el que aún quede de sus hermanos
volverá a reunirse con el pueblo de Israel.
[El que ha de nacer] se mantendrá firme
y pastoreará con la fuerza del Señor
y con la majestad del Señor, su Dios.
Ellos, por su parte, vivirán seguros,
porque él extenderá su poder
hasta los confines mismos de la tierra.
Él nos traerá la paz;
y cuando Asiria invada nuestra tierra
e irrumpa en nuestros palacios,
nos enfrentaremos a ella
con siete pastores y ocho príncipes
que pastorearán Asiria con la espada
y el país de Nemrod con el acero.
Porque él será quien nos libre
cuando Asiria invada nuestra tierra
y ponga su pie en nuestro territorio.

Un resto entre las naciones

Será entonces el resto de Jacob
como rocío del Señor entre las naciones,
como lluvia que cae sobre la hierba
y para nada depende de humanos.
Será entonces el resto de Jacob,
entre pueblos y naciones numerosas,
como un león entre fieras salvajes,
como un cachorro de león
en medio de rebaños de ovejas:
penetra, pisotea y desgarra
sin que haya nadie que defienda.

No sirven los apoyos humanos ni los ídolos

¡Muestra tu poder contra tus adversarios
y destruye a todos tus enemigos!
Aquel día —oráculo del Señor—
exterminaré tus caballos
y haré desaparecer tus carros.
10 Eliminaré las ciudades de tu país
y demoleré todas tus fortalezas;
11 acabaré con tus hechicerías
y no te quedarán adivinos.
12 Destruiré tus ídolos y tus estelas
y no adorarás más la obra de tus manos;
13 Arrancaré tus postes sagrados
y convertiré en ruinas tus ciudades.
14 Con cólera y con furor me vengaré
de las naciones que no han obedecido.

Nuevo proceso contra Israel (6,1—7,7)

Pleito entre el Señor y su pueblo

Escuchen lo que dice el Señor:
Ponte en pie y entabla un pleito
en presencia de las montañas;
que las colinas escuchen tu voz.
Oigan, montañas, y también ustedes,
firmes cimientos de la tierra,
el pleito que entabla el Señor:
el Señor entra en juicio con su pueblo,
se quiere querellar contra Israel.
Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿en qué te he ofendido? Respóndeme.
Te saqué del país de Egipto,
te rescaté cuando eras esclavo,
te di como guías a Moisés, Aarón y María.
Recuerda, pueblo mío, lo que tramaba Balac,
rey de Moab, y cómo respondió Balaán,
hijo de Beor. [Recuerda como pasaste]
de Sitín a Guilgal;
así reconocerás las victorias del Señor.
¿Con qué me presentaré ante el Señor
y me postraré ante el Dios de lo alto?
Me presentaré ante él con holocaustos,
con novillos que tengan un año.
¿Agradarán al Señor miles de carneros?
¿Le complacerán diez mil ríos de aceite?
¿Le entregaré mi primogénito por mi delito,
el fruto de mis entrañas por mi pecado?
Se te ha hecho conocer lo que está bien,
lo que el Señor exige de ti, ser mortal:
tan sólo respetar el derecho,
practicar con amor la misericordia
y caminar humildemente con tu Dios.

Castigo de Jerusalén

Oigan al Señor que llama a la ciudad,
—y es de sabios respetar su nombre—;
escucha, pueblo y consejo de la ciudad.
10 ¿Voy a seguir soportando su maldad
y el que se hayan enriquecido inicuamente,
usando medidas menguadas y detestables?
11 ¿Voy a dar por buenas las balanzas trucadas
o la bolsa llena de pesas engañosas?
12 Los ricos están llenos de violencia,
miente la población [de la ciudad],
su boca sólo pronuncia mentiras.
13 Pues bien, he comenzado a golpearte,
a devastarte a causa de tus pecados.
14 Comerás sin poder saciarte
y el hambre te devorará por dentro;
si guardas algo, se echará a perder;
lo que conserves, lo entregaré al pillaje.
15 Sembrarás, pero no cosecharás;
molerás en la prensa la aceituna,
pero no te ungirás con aceite;
harás mosto, pero no beberás el vino.
16 Puesto que sigues lo prescrito por Omrí
y las prácticas de la casa de Ajab,
conduciéndote según sus directrices,
yo te entregaré a la devastación;
tus habitantes serán objeto de escarnio
y ustedes soportarán la desgracia de mi pueblo.

Lamentación del profeta

¡Ay de mí! Soy como quien siega en verano,
como quien rebusca después de la vendimia.
Ni un racimo hay para comer,
ni una de esas brevas que tanto me gustan.
No hay en el país ninguno que sea fiel,
no queda ningún justo entre la gente;
todos acechan para derramar sangre,
se tienden trampas unos a otros.
Emplean sus manos para el mal:
el príncipe pone exigencias para el bien,
el juez se deja sobornar,
el poderoso proclama su ambición.
Es como una zarza el mejor de ellos,
y el más recto [peor] que mata de espinos.
Tú vas a intervenir en el día de la cuenta
que tus centinelas han anunciado;
con ello llegará su desgracia.
No se fíen de su prójimo,
ni pongan la confianza en el amigo;
incluso con la que duerme en tu seno,
ten buen cuidado de lo que dices.
El hijo trata con desprecio al padre,
la hija se alza contra la madre
y la nuera contra su suegra:
los enemigos de uno son sus parientes.
Pero yo pongo mi confianza en el Señor,
espero en Dios, mi salvador,
seguro de que mi Dios me escuchará.

Liturgia de esperanza (7,8-20)

Esperanza de restauración

No te alegres de mi suerte, enemiga mía;
si he caído, me levantaré,
si estoy en tinieblas, el Señor es mi luz.
Tengo que soportar la ira del Señor
hasta que se haga cargo de mi causa
y restablezca mi derecho,
pues he pecado contra el Señor.
Él me llevará hasta la luz
y me hará experimentar su victoria.
10 Lo contemplará mi enemiga,
la que decía: “¿Dónde está tu Dios?”,
y quedará cubierta de vergüenza.
Y yo me alegraré al verla pisoteada
como si fuera barro de las calles.
11 Llega el día de reconstruir tus muros,
el día de ensanchar tus fronteras.
12 Ese día llegarán hasta ti
desde Asiria hasta Egipto,
desde Egipto hasta el Éufrates,
de un mar a otro mar,
de una montaña a otra montaña.
13 El país se convertirá en desierto
por la conducta de sus habitantes.
14 Pastorea a tu pueblo con tu cayado,
al rebaño que constituye tu heredad
y pasta solitario entre matorrales;
que paste, como antaño, en Basán y Galaad.
15 Como cuando salió de Egipto,
haré que experimente maravillas.
16 Lo comprobarán las naciones
y quedarán avergonzadas
a pesar de todo su poderío;
se taparán la boca con la mano
y quedarán sordos sus oídos;
17 lamerán el polvo como la serpiente,
como reptiles arrastrándose por tierra.
Temblando saldrán de sus guaridas
para ir hacia el Señor nuestro Dios;
estarán aterradas [las naciones] ante ti.
18 ¿Qué Dios perdona el pecado
y pasa por alto, como haces tú,
las culpas al resto de su heredad?
No mantendrá por siempre su ira,
pues se complace en el amor.
19 Volverá a manifestarnos su ternura,
olvidará y arrojará al mar nuestras culpas.
20 Otorgarás a Jacob tu fidelidad
y dispensarás a Abrahán tu amistad,
como lo prometiste en otro tiempo
a quienes fueron nuestros antepasados.

Título

Oráculo sobre Nínive. Libro de la visión de Nahum, el de Elcós.

Himno al Señor temible y clemente

El Señor es Dios celoso y vengador,
él toma venganza con gran indignación;
el Señor se venga de sus adversarios,
se enoja contra sus enemigos.
El Señor es paciente, pero fuerte;
a ningún culpable deja impune.
En el huracán y la tempestad traza su sendero,
las nubes son el polvo que levanta a su paso.
Increpa al mar y lo seca,
deja sin agua a los ríos;
el Basán y el Carmelo languidecen,
se marchitan las flores del Líbano.
Tiemblan ante él los montes,
las colinas se estremecen;
la tierra en su presencia se conmueve,
el mundo y cuantos en él habitan.
¿Quién podrá hacer frente a su cólera?
¿Quién podrá resistir el ardor de su ira?
Su indignación se derrama como fuego,
las rocas quedan desmenuzadas ante él.
El Señor es bondadoso,
refugio en día de angustia;
acoge a quienes en él se refugian.
Mas con una inundación arrolladora
destruirá la tierra de los adversarios
y a sus enemigos sumirá en tinieblas.

Interpelaciones divinas a Judá y sus opresores

¿Qué traman contra el Señor?
Su acción destructora será total,
no se repetirá la opresión.
10 Embotados como están en su embriaguez,
serán consumidos como hojarasca,
como una maraña de espinos.
11 De ti, [Nínive], ha salido
quien trama el mal contra el Señor:
un consejero de perversas intenciones.
12 Así ha dicho el Señor:
Aunque sean muchos y vigorosos,
serán talados y no quedará rastro.
Y a ti, [Judá], que te afligí, no te afligiré más;
13 quebraré el yugo que te impusieron
y romperé tus ataduras.
14 Contra ti, en cambio, [Nínive],
esto ha dispuesto el Señor:
No se perpetuará tu estirpe,
haré desaparecer del templo de tus dioses
los ídolos de talla, las imágenes de fundición;
¡eres tan despreciable
que voy a prepararte la tumba!

¡Miren! Vean sobre los montes
las pisadas de un heraldo,
de uno que anuncia la paz.
Celebra tus fiestas, Judá,
cumple tus promesas.
Nunca más te hollará el malvado
pues ha sido totalmente destruido.
Un destructor avanza contra ti.
¡Monta la guardia en la fortaleza!
¡Vigila todos los accesos!
¡Prepárate a luchar!
¡Haz acopio de toda tu fuerza!
El Señor va a restaurar
la viña de Jacob y la viña de Israel
que los saqueadores habían arrasado
destruyendo sus sarmientos.

La caída de Nínive

El escudo de sus guerreros es rojo,
los soldados visten de púrpura;
están listos para el combate,
empuñan las lanzas.
El acero de los carros flamea como fuego;
recorren vertiginosos los caminos,
se precipitan por las plazas;
parecen antorchas encendidas,
que se agitan como relámpagos.
[El rey] pasa revista a sus capitanes
que se atropellan en su marcha
al correr hacia la muralla
para asegurar el parapeto.
Las esclusas de los canales son forzadas,
el palacio se desploma.
La reina, descubierta, es deportada;
sus esclavas se golpean el pecho
y gimen igual que palomas.
Nínive es como un estanque
cuyas aguas se escapan.
¡Deténganse, deténganse!
Mas nadie se da la vuelta.
10 ¡Saqueen la plata, saqueen el oro!
El tesoro es magnífico,
los objetos preciosos incontables.
11 Destrucción, vacío y devastación,
corazones desfallecidos,
rodillas temblorosas,
entrañas estremecidas,
rostros demudados.
12 ¿Dónde está la guarida de los leones?
En ella los cachorros se alimentaban;
al salir el león, quedaba la leona
para que nadie atemorizara a los cachorros.
13 Desgarraba el león
la presa para sus cachorros,
la despedazaba para sus leonas
y llenaba de caza sus guaridas,
de carne fresca sus cuevas.
14 ¡Aquí estoy contra ti!,
—dice el Señor del universo—.
Convertiré tus carros en humo,
y la espada devorará tus cachorros;
acabaré con tus rapiñas sobre la tierra
y no se oirá más la voz de tus mensajeros.

Ruina de Nínive, la sanguinaria

¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,
que estás llena de mentira
y acumulas rapiña!
¡Tu pillaje no tiene fin!
Chasquidos de látigo,
estrépito de ruedas,
caballos al galope,
carros que saltan,
caballería a la carga,
flamear de espadas,
relampagueo de lanzas;
multitud de heridos,
montones de muertos,
cadáveres incontables
en los que todos tropiezan.
Todo por culpa de esa prostituta
hermosa y atractiva,
maestra en hechizos,
que seducía a las naciones
con su desenfrenada lujuria,
a los pueblos con sus hechizos.
¡Aquí estoy contra ti!,
dice el Señor del universo:
te levantaré las faldas hasta la cara,
enseñaré a las naciones tu desnudez,
mostraré a los reinos tus vergüenzas;
te cubriré de inmundicias,
deshonrándote y exponiéndote
a pública vergüenza.
Todos los que te vean
se apartarán de ti diciendo:
“¡Nínive ha sido devastada!
¿Quién la compadecerá?
¿Dónde se podrá encontrar
gente que te consuele?”.

El ejemplo de Tebas

¿Eres tú mejor que Tebas,
que se asentaba junto al Nilo,
toda rodeada de aguas,
a la que el río le servía de baluarte
y las aguas de muralla?
Etiopía y Egipto constituían
su fuerza ilimitada;
Put y Libia eran sus aliados.
10 Pero también ella, cautiva,
tuvo que marchar al destierro;
también fueron estrellados sus niños
en las encrucijadas de los caminos;
sobre todos sus nobles echaron suertes
y a sus magnates ataron con grilletes.

Desastre total de Nínive

11 Pues bien, también a ti
te van a emborrachar;
también tú buscarás abrigo
adonde escapar del enemigo.
12 Tus baluartes serán como
higueras cargadas de brevas:
cuando las sacuden,
caen en la boca de quien las espera.
13 Las tropas que hay en tu interior
son como mujeres;
las puertas del país
se abren de par en par
ante tus enemigos
y el fuego consume tus cerrojos.
14 Abastécete de agua para el asedio,
refuerza tus fortificaciones;
pisa el barro, amasa la arcilla
y prepara el molde de hacer ladrillos.
15 Allí te consumirá el fuego,
te destruirá la espada:
te devorará como lo hace la langosta.
Te multiplicaste como la langosta,
te multiplicaste como el saltamontes;
16 eran multitud tus mercaderes,
más numerosos que las estrellas del cielo:
langostas que despliegan sus alas
y se echan a volar.
17 Tus guardianes eran como saltamontes
y tus oficiales como nube de langostas
que se posan sobre los vallados
en los días de invierno,
pero huyen cuando sale el sol,
y nadie sabe a dónde van.
18 Tus pastores, rey de Asiria,
se han quedado dormidos,
tus capitanes están soñolientos,
dispersas tus tropas por los montes.
¡No hay nadie que las agrupe!
19 No hay alivio para tu desastre,
tu herida es incurable.
Todos los que oyen la noticia,
aplauden tu desgracia,
porque ¿quién no sufrió
una y mil veces tu crueldad?

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

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