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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Génesis 40:12-50:26

12 Y José le respondió:

—Esta es su interpretación: Las tres ramas son tres días. 13 Dentro de tres días el faraón te hará levantar cabeza y te restituirá a tu puesto. Volverás a poner la copa en la mano del faraón, como solías hacerlo anteriormente, cuando eras su copero. 14 Pero cuando te vaya bien, acuérdate tú de mí. Por favor, actúa con misericordia para conmigo; haz mención de mí al faraón y hazme sacar de esta casa. 15 Porque yo fui secuestrado de la tierra de los hebreos, y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel.

16 Viendo el jefe de los panaderos que la interpretación había sido favorable, dijo a José:

—También yo soñaba que había tres cestas de pan blanco sobre mi cabeza. 17 En la cesta superior había toda clase de manjares de pastelería para el faraón, pero las aves se los comían de la cesta que estaba sobre mi cabeza.

18 Entonces José respondió:

—Esta es su interpretación: Las tres cestas son tres días. 19 Dentro de tres días el faraón quitará tu cabeza de encima de ti. Te hará colgar en la horca, y las aves comerán tus carnes.

20 Y sucedió que al tercer día fue el cumpleaños del faraón, y él dio un banquete a todos sus servidores. Entonces levantó la cabeza del jefe de los coperos y la cabeza del jefe de los panaderos, en medio de sus servidores. 21 Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo de copero, y este volvió a poner la copa en la mano del faraón. 22 Pero hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como José les había interpretado. 23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.

José interpreta los sueños del faraón

41 Aconteció después de dos años completos que el faraón tuvo un sueño: He aquí que él estaba de pie junto al Nilo; y del Nilo subían siete vacas de hermoso aspecto y gordas de carne, y pacían entre los juncos. Pero he aquí que otras siete vacas salían del Nilo, detrás de ellas, de mal aspecto y flacas de carne. Estas se pusieron junto a las otras vacas a la orilla del Nilo. Entonces las vacas de mal aspecto y flacas de carne devoraron a las siete vacas de hermoso aspecto y gordas. Y el faraón se despertó.

Se durmió de nuevo y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas subieron de un solo tallo, gruesas y hermosas. Pero he aquí que detrás de ellas brotaron otras siete espigas delgadas y quemadas por el viento del oriente. Entonces las espigas delgadas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. El faraón se despertó, y he aquí que había sido un sueño.

Sucedió que por la mañana su espíritu estaba perturbado, por lo que mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios. El faraón les contó sus sueños, pero no había quien se los interpretara al faraón. Entonces el jefe de los coperos habló al faraón diciendo:

—Ahora haré mención de una falta mía. 10 El faraón se enojó contra sus siervos y me echó en la cárcel de la casa del capitán de la guardia, junto con el jefe de los panaderos. 11 En una misma noche él y yo tuvimos un sueño, y cada sueño tenía su propia interpretación. 12 Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Se lo contamos, y él interpretó nuestros sueños; a cada uno le interpretó su propio sueño. 13 Y aconteció que tal como él nos lo interpretó, así sucedió: A mí el faraón me restableció en mi puesto y al otro lo hizo colgar.

14 Entonces el faraón mandó llamar a José, y lo hicieron salir apresuradamente de la mazmorra. Se afeitó, se cambió de ropa y vino al faraón. 15 Entonces el faraón dijo a José:

—He tenido un sueño, y no hay quien me lo interprete. Pero he oído hablar de ti, que escuchas sueños y los interpretas.

16 José respondió al faraón diciendo:

—No está en mí. Dios responderá para el bienestar del faraón.

17 Entonces el faraón dijo a José:

—En mi sueño yo estaba de pie a la orilla del Nilo. 18 Y he aquí que del Nilo salían siete vacas gordas de carne y de hermoso aspecto, y pacían entre los juncos. 19 Pero he aquí que otras siete vacas subían detrás de ellas, delgadas, de muy feo aspecto y flacas de carne. Jamás he visto otras tan feas como aquellas en toda la tierra de Egipto. 20 Entonces las vacas flacas y feas devoraron a las siete primeras vacas gordas. 21 Estas entraron en su interior, pero no parecía que hubieran entrado en ellas, porque su apariencia seguía siendo tan mala como al comienzo. Y me desperté. 22 Vi también en mi sueño siete espigas que subieron de un solo tallo, llenas y hermosas. 23 Pero he aquí que detrás de ellas brotaron otras siete espigas, secas, delgadas y quemadas por el viento del oriente. 24 Entonces las espigas delgadas devoraron a las siete espigas hermosas. Se lo he contado a los magos, pero no hay quien me lo interprete.

25 Entonces José respondió al faraón:

—El sueño del faraón es uno solo. Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer: 26 Las siete vacas hermosas son siete años; y las siete espigas hermosas también son siete años. Se trata de un mismo sueño. 27 Las siete vacas flacas y feas que salían detrás de las primeras son siete años, y las siete espigas delgadas y quemadas por el viento del oriente son siete años de hambre. 28 Como dije al faraón, Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. 29 He aquí que vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto, 30 pero después de ellos vendrán siete años de hambre. Toda la abundancia anterior será olvidada en la tierra de Egipto. El hambre consumirá la tierra, 31 y aquella abundancia pasará desapercibida en la tierra, debido al hambre que vendrá después, porque será muy grave. 32 El hecho de que el sueño del faraón haya sucedido dos veces significa que la cosa está firmemente decidida de parte de Dios, y que Dios se apresura a ejecutarla.

33 »Por tanto, provéase el faraón de un hombre entendido y sabio y póngalo a cargo de la tierra de Egipto. 34 Haga esto el faraón: Ponga funcionarios a cargo del país que recauden la quinta parte del producto de la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia. 35 Que ellos acumulen todos los alimentos de estos años buenos que vienen, que almacenen el trigo bajo la supervisión del faraón, y que los guarden en las ciudades para sustento. 36 Sean guardados los alimentos como reserva para el país, para los siete años de hambre que vendrán sobre la tierra de Egipto. Así el país no será arruinado por el hambre.

José es hecho señor de todo Egipto

37 El plan le pareció bien al faraón y a todos sus servidores. 38 Entonces el faraón dijo a sus servidores:

—¿Podremos hallar otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?

39 El faraón dijo a José:

—Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan entendido ni sabio como tú. 40 Tú estarás a cargo de mi casa, y todo mi pueblo será gobernado[a] bajo tus órdenes. Solamente en el trono seré yo superior a ti. 41 —El faraón dijo además a José—: He aquí, yo te pongo a cargo de toda la tierra de Egipto.

42 Entonces el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José. Lo vistió con vestiduras de lino fino y puso un collar de oro en su cuello. 43 Luego lo hizo subir en su segundo carro, y proclamaban delante de él: “¡Doblen la rodilla!”. Así lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto, 44 y el faraón dijo a José:

—Yo soy el faraón, y sin tu autorización ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

45 El faraón llamó a José Zafenat-panéaj[b], y le dio por mujer a Asenat hija de Potifera, sacerdote de On. Y José salió a recorrer toda la tierra de Egipto.

46 José tenía treinta años cuando empezó a servir al faraón, rey de Egipto. Saliendo José de la presencia del faraón, recorrió toda la tierra de Egipto. 47 La tierra produjo a montones en aquellos siete años de abundancia. 48 Él juntó todas las provisiones de aquellos siete años en la tierra de Egipto y almacenó los alimentos en las ciudades, llevando a cada ciudad las provisiones de los campos cercanos. 49 José acumuló trigo como la arena del mar, tantísimo que dejó de calcularlo, porque era incalculable.

50 Antes del primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio a luz Asenat hija de Potifera, sacerdote de On. 51 José llamó el nombre del primogénito Manasés[c], porque dijo: “Dios me ha hecho olvidar todo mi sufrimiento y toda la casa de mi padre”. 52 Al segundo lo llamó Efraín[d], porque dijo: “Dios me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción”.

Comienzo de los años de hambre

53 Se terminaron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, 54 y comenzaron a llegar los siete años de hambre, tal como José había anunciado. Había hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había qué comer. 55 Pero cuando el hambre se sentía en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamaba al faraón por alimentos. Entonces el faraón dijo a todos los egipcios: “Vayan a José y hagan lo que él les diga”.

56 El hambre se extendió a todos los rincones del país. Entonces José abrió todos los depósitos de grano y vendía provisiones a los egipcios, porque el hambre se había intensificado en la tierra de Egipto. 57 También de todos los países venían a Egipto para comprar provisiones a José, porque el hambre se había intensificado en toda la tierra.

Los hijos de Jacob acuden a Egipto

42 Viendo Jacob que había provisiones en Egipto, dijo a sus hijos:

—¿Por qué se están mirando unos a otros? —Y añadió—: He aquí, he oído que en Egipto hay provisiones. Desciendan allá y compren para nosotros de allí, para que vivamos y no muramos.

Diez de los hermanos de José descendieron a comprar trigo en Egipto. Pero Jacob no envió con sus hermanos a Benjamín, hermano de José, porque dijo:

—No suceda que le acontezca alguna desgracia.

Fueron, pues, los hijos de Israel entre los que iban a comprar provisiones, porque había hambre en la tierra de Canaán. Y José era el gobernador de la tierra, el que vendía provisiones a todos los pueblos de la tierra. Entonces llegaron los hermanos de José y se postraron ante él con el rostro a tierra. Y al ver José a sus hermanos los reconoció, pero simuló serles extraño y les habló con dureza. Luego les preguntó:

—¿De dónde han venido?

Ellos le respondieron:

—De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.

José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron a él. Entonces José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos y les dijo:

—¡Son espías! Para ver los lugares desprotegidos del país han venido.

10 Ellos le respondieron:

—No, señor nuestro. Tus siervos hemos venido para comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos de un mismo hombre. Somos hombres honestos; tus siervos no somos espías.

12 Él les dijo:

—No, sino que para ver los lugares desprotegidos del país han venido.

13 Ellos respondieron:

—Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo hombre de la tierra de Canaán; pero el menor se ha quedado ahora con nuestro padre, y el otro ya no está con nosotros.

14 José les dijo:

—Eso es lo que he dicho al afirmar que son espías. 15 En esto serán probados: ¡Vive el faraón que no saldrán de aquí, sino cuando venga aquí su hermano menor! 16 Envíen a uno de ustedes y que traiga a su hermano, y ustedes se quedan presos. Así se comprobarán sus palabras, si la verdad está en ustedes. Y si no, ¡vive el faraón, que son espías!

17 Los puso en la cárcel por tres días, 18 y al tercer día José les dijo:

—Hagan esto y vivirán. Yo temo a Dios. 19 Si son hombres honestos, quede preso en su celda uno de sus hermanos. El resto vayan, lleven las provisiones para saciar el hambre de sus casas. 20 Pero han de traerme a su hermano menor. Así serán verificadas sus palabras, y no morirán.

Ellos lo hicieron así. 21 Y se decían el uno al otro:

—Verdaderamente somos culpables con respecto a nuestro hermano, pues a pesar de ver la angustia de su alma cuando nos pedía compasión, no lo escuchamos. Por eso ha venido sobre nosotros esta desgracia.

22 Entonces Rubén les respondió diciendo:

—¿No os hablé yo, diciendo: “No pequen contra el muchacho”, y no me escucharon? He aquí, también su sangre nos es demandada.

23 Ellos no sabían que José les entendía, porque él hablaba con ellos por medio de un intérprete. 24 Y apartándose de ellos, lloró. Después volvió a ellos y les habló; y tomando de entre ellos a Simeón, lo tomó preso a la vista de ellos. 25 Después José ordenó que llenaran sus costales de trigo y que a cada uno le devolvieran su dinero colocándolo en su costal. También ordenó que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos.

Benjamín es llevado a Egipto

26 Ellos pusieron sus provisiones sobre sus asnos y se fueron de allí. 27 Pero al abrir uno de ellos su costal en la posada, para dar comida a su asno, vio su dinero en la boca de su costal, 28 y dijo a sus hermanos:

—¡Mi dinero me ha sido devuelto! ¡He aquí, está en mi costal!

Se les sobresaltó el corazón y temblando se dijeron unos a otros:

—¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?

29 Habiendo venido a Jacob su padre, en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:

30 —Aquel hombre, el señor de la tierra, nos habló con dureza y nos tomó por espías del país. 31 Nosotros le dijimos: “Somos hombres honestos; no somos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de un mismo padre; uno ya no está con nosotros, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán”. 33 Y aquel hombre, el señor de la tierra, nos dijo: “En esto conoceré si son hombres honestos: Dejen conmigo a uno de sus hermanos, tomen provisiones[e] para saciar el hambre de sus casas y váyanse. 34 Pero tráiganme a su hermano, el menor, para que yo sepa que no son espías sino hombres honestos. Entonces les devolveré a su hermano, y podrán negociar en el país”.

35 Y aconteció que al vaciar ellos sus costales, he aquí en el costal de cada uno estaba su bolsa de dinero. Al ver ellos y su padre las bolsas de dinero, tuvieron temor. 36 Entonces Jacob su padre les dijo:

—Ustedes me están privando de mis hijos: José ya no está con nosotros ni Simeón tampoco. Y ahora se llevarán a Benjamín. ¡Contra mí son todas estas cosas!

37 Rubén habló a su padre diciendo:

—Haz morir a mis dos hijos si no te lo traigo de vuelta. Entrégalo en mi mano, que yo te lo traeré de vuelta.

38 Y él dijo:

—No irá mi hijo con ustedes; pues su hermano está muerto, y solo este me ha quedado. Si le aconteciera alguna desgracia en el camino por donde van, harán descender mis canas con dolor a la sepultura.

43 El hambre era grande en la tierra. Y aconteció que cuando acabaron de consumir las provisiones que trajeron de Egipto, les dijo su padre:

—Vuelvan y compren para nosotros un poco de alimento.

Y Judá le respondió diciendo:

—Aquel hombre nos advirtió enfáticamente diciendo: “No verán mi cara a no ser que su hermano esté con ustedes”. Si dejas ir a nuestro hermano con nosotros, iremos y te compraremos alimentos. Pero si no lo dejas ir, no iremos; porque aquel hombre nos dijo: “No verán mi cara a no ser que traigan a su hermano con ustedes”.

Y dijo Israel:

—¿Por qué me han hecho tanto mal, declarándole a aquel hombre que tenían otro hermano?

Ellos respondieron:

—Aquel hombre nos preguntó expresamente por nosotros y por nuestra familia, diciendo: “¿Vive aún su padre? ¿Tienen algún otro hermano?”. Nosotros respondimos conforme a estas preguntas. ¿Cómo podíamos saber que nos iba a decir: “Hagan venir a su hermano”?

Entonces Judá dijo a Israel su padre:

—Deja ir al muchacho conmigo. Así nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no muramos nosotros, tú y nuestros niños pequeños. Yo saldré como fiador. A mí me pedirás cuentas de él. Si no te lo traigo y lo pongo delante de ti, seré ante ti el culpable para siempre. 10 Si no nos hubiéramos detenido, ahora ya habríamos vuelto dos veces.

11 Entonces Israel su padre les respondió:

—Si tiene que ser así, hagan esto: Tomen de lo mejor del país en sus equipajes y llévenlo a aquel hombre como un presente: un poco de bálsamo, algo de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras. 12 Tomen con ustedes el doble del dinero, y devuelvan personalmente el dinero que les fue devuelto en la boca de sus costales; quizás fue un error. 13 Tomen también a su hermano. Levántense y vuelvan a aquel hombre. 14 ¡Que el Dios Todopoderoso les conceda hallar misericordia delante de aquel hombre, y libere a su otro hermano y a Benjamín! Y si yo he de ser privado de mis hijos, que lo sea.

15 Entonces los hombres tomaron el presente. Tomaron también con ellos el doble del dinero y a Benjamín. Se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron ante José.

Los hijos de Jacob en casa de José

16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al administrador de su casa:

—Lleva a esos hombres a casa. Mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía.

17 El hombre hizo como dijo José y llevó a los hombres a la casa de José. 18 Los hombres tuvieron temor cuando fueron llevados a la casa de José, y decían:

—Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para buscar ocasión contra nosotros, para caer sobre nosotros y tomarnos como esclavos, junto con nuestros asnos.

19 Entonces se acercaron al administrador de la casa de José y le hablaron a la entrada de la casa, 20 diciendo:

—¡Oh, señor mío! Nosotros en verdad vinimos la primera vez para comprar alimentos. 21 Y aconteció que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal: nuestro dinero en su justo valor. Lo hemos traído de vuelta con nosotros. 22 También hemos traído más dinero con nosotros para comprar alimentos. Nosotros no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.

23 Él respondió:

—Paz a ustedes; no teman. Su Dios, el Dios de su padre, les puso el tesoro en sus costales, puesto que su dinero llegó a mi poder.

Luego les sacó a Simeón. 24 Así que el hombre llevó a los hombres a la casa de José. Les dio agua, y ellos se lavaron los pies. Luego dio forraje a sus asnos. 25 Por su parte, ellos prepararon el presente mientras José venía al mediodía, porque habían oído que iban a comer allí.

26 Cuando José llegó a casa, ellos le llevaron el presente que habían traído personalmente a la casa y se postraron a tierra ante él. 27 Él les preguntó cómo estaban y les dijo:

—Su padre, el anciano que mencionaron, ¿está bien? ¿Vive todavía?

28 Ellos respondieron:

—Tu siervo, nuestro padre, está bien. Él vive todavía.

Ellos se inclinaron ante él y se postraron. 29 Y alzando sus ojos, él vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre. Y les preguntó:

—¿Es este su hermano menor de quien me habían hablado? —Y añadió—: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.

30 Entonces José se dio prisa, porque se conmovió profundamente a causa de su hermano y estuvo a punto de llorar. Entró en su habitación y lloró allí. 31 Luego se lavó la cara, salió fuera y conteniéndose dijo:

—Sirvan la comida.

32 A José le sirvieron aparte. Y sirvieron por separado a ellos y a los egipcios que habían de comer allí, pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto a los egipcios les es una abominación.

33 Se sentaron en su presencia de esta manera: el primogénito de acuerdo con su rango hasta el más joven de acuerdo con su edad. Y los hombres se miraban atónitos unos a otros. 34 Él tomó porciones de delante de sí para ellos, e hizo que la porción de Benjamín fuera cinco veces mayor que la de los demás. También bebieron y se alegraron con él.

José toma prisionero a Benjamín

44 Después ordenó José al administrador de su casa diciendo:

—Llena de alimentos los costales de estos hombres, todo lo que puedan llevar. Pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. Pon también mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, junto con el dinero de su trigo.

Él hizo como le dijo José. Cuando rayó el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos. Cuando ellos habían salido de la ciudad y antes de que se alejaran mucho, José dijo al que estaba a cargo de su casa:

—Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: “¿Por qué han pagado mal por bien? ¿Por qué me han robado la copa de plata?[f]. ¿No es esta la copa que mi señor usa para beber y por la que suele adivinar? Han actuado mal al hacer esto”.

Cuando él los alcanzó, les repitió estas palabras; y ellos le respondieron:

—¿Por qué dice mi señor tales cosas? ¡Tus siervos jamás harían tal cosa! Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán, ¿cómo, pues, íbamos a robar plata u oro de la casa de tu señor? Aquel de tus siervos en cuyo poder sea hallada la copa, que muera; y nosotros seremos esclavos de mi señor.

10 Él dijo:

—Sea también ahora conforme a lo que dicen: Aquel en cuyo poder se halle será mi esclavo. Los demás quedarán libres.

11 Entonces ellos se apresuraron a bajar a tierra cada uno su costal, y cada uno abrió su costal. 12 Él buscó, comenzando por el del mayor y terminando por el del menor, y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Ellos rasgaron sus vestiduras, y después de cargar cada cual su asno, volvieron a la ciudad.

14 Judá vino con sus hermanos a la casa de José, quien aún estaba allí, y se postraron a tierra ante él. 15 Y José les dijo:

—¿Qué es esto que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo ciertamente sabe adivinar?

16 Entonces dijo Judá:

—¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿Con qué nos justificaremos? Dios ha descubierto la culpa de tus siervos. He aquí, somos esclavos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa.

17 Él respondió:

—¡Nunca haga yo tal cosa! Aquel en cuyo poder fue hallada la copa será mi esclavo. Los demás vuélvanse en paz a su padre.

Judá sale como fiador por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a él y le dijo:

—¡Ay, señor mío! Permite que hable tu siervo una palabra a oídos de mi señor. No se encienda tu ira contra tu siervo, puesto que tú eres como el mismo faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos diciendo: “¿Tienen padre o hermano?”. 20 Y nosotros respondimos a mi señor: “Tenemos un padre anciano y un muchacho pequeño que le nació en su vejez. Un hermano suyo murió. Solo él ha quedado de su madre, y su padre lo ama”. 21 Tú dijiste a tus siervos: “Tráiganmelo para que lo vea”. 22 Y nosotros dijimos a mi señor: “El joven no puede dejar a su padre; porque si lo deja, su padre morirá”. 23 Y dijiste a tus siervos: “Si su hermano menor no viene con ustedes, no verán más mi cara”.

24 »Aconteció, pues, que cuando fuimos a tu siervo, mi padre, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y nuestro padre dijo: “Vuelvan a comprarnos un poco más de alimentos”. 26 Nosotros respondimos: “No podemos ir, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros. Porque no podemos ver la cara de aquel hombre si nuestro hermano menor no está con nosotros”. 27 Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: “Ustedes saben que mi mujer me dio dos hijos, 28 y que uno de ellos partió de mi presencia y pienso que de cierto fue despedazado, pues hasta ahora no lo he vuelto a ver. 29 Si toman también a este de mi presencia y le acontece alguna desgracia, harán descender mis canas con aflicción a la sepultura”.

30 »Ahora pues, cuando llegue yo a tu siervo, mi padre, si el joven no está conmigo, como su vida está tan ligada a la de él, 31 sucederá que cuando vea que no está con nosotros el muchacho, morirá. Así tus siervos habremos hecho descender las canas de tu siervo, nuestro padre, con dolor, a la sepultura. 32 Como tu siervo salió por fiador del joven ante mi padre, diciendo: “Si no te lo traigo de vuelta, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre”, 33 permite ahora que tu siervo quede como esclavo de mi señor en lugar del muchacho, y que el muchacho regrese con sus hermanos. 34 Porque, ¿cómo volveré yo a mi padre si el muchacho no está conmigo? ¡No podré, para no ver la desgracia que sobrevendrá a mi padre!

José se da a conocer a sus hermanos

45 José ya no podía contenerse más delante de todos los que estaban en su presencia, y gritó:

—¡Que salgan todos de mi presencia!

Nadie quedó con él cuando se dio a conocer a sus hermanos. Entonces se puso a llorar a gritos, y lo oyeron los egipcios. Y fue oído también en la casa del faraón. José dijo a sus hermanos:

—Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?

Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban aterrados delante de él. Entonces José dijo a sus hermanos:

—Acérquense a mí, por favor.

Ellos se acercaron, y él les dijo:

—Yo soy José su hermano, el que vendieron para Egipto. Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. Ya han transcurrido dos años de hambre en medio de la tierra, y todavía quedan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega. Pero Dios me ha enviado delante de ustedes para preservarles posteridad en la tierra, y para darles vida mediante una gran liberación. Así que no me enviaron ustedes acá, sino Dios, que me ha puesto como protector del faraón, como señor de toda su casa y como gobernador de toda la tierra de Egipto.

»Apresúrense, vayan a mi padre y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas. 10 Habitarás en la zona de Gosén, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos, los hijos de tus hijos, tus rebaños, tus vacas y todo lo que tienes. 11 Allí proveeré para ti, pues todavía faltan cinco años de hambre; para que no perezcan de necesidad tú, tu casa y todo lo que tienes’ ”.

12 »He aquí que sus ojos y los ojos de mi hermano Benjamín ven que es mi boca la que les habla. 13 Informen a mi padre acerca de toda mi gloria en Egipto y de todo lo que han visto. Apresúrense y traigan a mi padre acá.

14 Entonces se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano y lloró. También Benjamín lloró sobre su cuello. 15 Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después de esto, sus hermanos hablaron con él.

El faraón llama a Jacob a Egipto

16 Se oyó la noticia en el palacio del faraón: “Los hermanos de José han venido”. Esto agradó al faraón y a sus servidores, 17 y el faraón dijo a José:

—Di a tus hermanos: “Hagan lo siguiente: Carguen sus animales y vuelvan a la tierra de Canaán. 18 Tomen a su padre y a sus familias y vengan a mí. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán sus productos más preciados”. 19 Y tú dales la orden siguiente: “Hagan esto: Tomen de la tierra de Egipto carretas para sus niños y para sus mujeres. Y tomen a su padre y vengan. 20 No echen de menos sus pertenencias, porque lo mejor de toda la tierra de Egipto será de ustedes”.

21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carretas, conforme a las órdenes del faraón, y les dio provisiones para el camino. 22 A cada uno de ellos les dio un vestido nuevo; y a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco vestidos nuevos. 23 Para su padre envió lo siguiente: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y otros alimentos para su padre, para el camino. 24 Cuando despidió a sus hermanos, y ellos se iban, José les dijo:

—No riñan en el camino.

Jacob y su familia van a Egipto

25 Subieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, a su padre Jacob. 26 Y le dieron la noticia diciendo:

—¡José vive aún! Él es el gobernador de toda la tierra de Egipto.

Pero él se quedó pasmado, porque no les podía creer. 27 Ellos le contaron todas las cosas que José les había dicho. Y al ver las carretas que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió. 28 Entonces dijo Israel:

—Basta. ¡José, mi hijo, vive todavía! Iré y lo veré antes de que yo muera.

46 Así partió Israel con todo lo que tenía y llegó a Beerseba, donde ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Y Dios habló a Israel en visiones de noche y le dijo:

—Jacob, Jacob.

Y él respondió:

—Heme aquí.

Le dijo:

—Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto y ciertamente yo también te haré subir de allí. Y la mano de José cerrará tus ojos.

Partió Jacob de Beerseba, y los hijos de Israel hicieron subir a su padre Jacob, a sus niños y a sus mujeres en las carretas que el faraón había enviado para llevarlo. Tomaron también sus ganados y sus posesiones que habían adquirido en la tierra de Canaán. Fueron a Egipto Jacob y toda su descendencia con él. Llevó consigo a Egipto a toda su descendencia: a sus hijos y a los hijos de sus hijos, a sus hijas y a las hijas de sus hijos.

Lista de los que entraron en Egipto

Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto: Jacob y sus hijos:

Rubén, el primogénito de Jacob; y los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmi. 10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de la cananea. 11 Los hijos de Leví: Gersón, Cohat y Merari. 12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Zéraj (Er y Onán habían muerto en la tierra de Canaán). Los hijos de Fares fueron Hesrón y Hamul. 13 Los hijos de Isacar: Tola, Fúa, Jasub[g] y Simrón. 14 Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Yajleel. 15 Estos fueron los hijos de Lea, que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y su hija Dina. El total de las personas de sus hijos y de sus hijas era treinta y tres.

16 Los hijos de Gad: Zifión, Hagui, Suni, Ezbón, Eri, Arodi y Areli. 17 Los hijos de Aser: Imna, Isva, Isvi, Bería y su hermana Sera. Los hijos de Bería fueron Heber y Malquiel. 18 Estos fueron los hijos de Zilpa, sierva que Labán dio a su hija Lea, y que dio a luz estos hijos a Jacob: dieciséis personas.

19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob, fueron José y Benjamín. 20 A José le nacieron, en la tierra de Egipto, Manasés y Efraín, que le dio a luz Asenat hija de Potifera, sacerdote de On. 21 Los hijos de Benjamín fueron: Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Eji, Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22 Estos fueron los hijos de Raquel que le nacieron a Jacob: catorce personas en total.

23 Los hijos de Dan: Husim. 24 Los hijos de Neftalí: Yajzeel, Guni, Jezer y Silem. 25 Estos fueron los hijos de Bilha, la que Labán dio a su hija Raquel, y dio a luz estos hijos a Jacob: siete personas en total.

26 Todas las personas que fueron con Jacob a Egipto, sus descendientes directos, sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis. 27 Los hijos de José que le nacieron en Egipto, fueron dos; así todos los miembros de la familia de Jacob que entraron en Egipto fueron setenta.

Reencuentro de José con su padre

28 Entonces Jacob envió a Judá delante de él a llamar a José para que viniera a encontrarlo en Gosén. Mientras tanto, ellos llegaron a la tierra de Gosén. 29 José hizo preparar su carro y fue a Gosén para recibir a Israel su padre. Él se dio a conocer, y echándose sobre su cuello lloró mucho tiempo sobre su cuello. 30 Entonces Israel dijo a José:

—¡Ahora ya puedo morir, puesto que he visto tu cara, y que vives todavía!

31 Después José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:

—Subiré y lo haré saber al faraón. Le diré: “Mis hermanos y la familia de mi padre que estaban en la tierra de Canaán han venido a mí. 32 Los hombres son pastores de ovejas, porque poseen ganados. Han traído sus ovejas y sus vacas y todo lo que tienen”. 33 Cuando el faraón los llame y les diga: “¿Cuál es su oficio?”, 34 entonces le dirán: “Tus siervos hemos sido hombres de ganadería desde nuestra juventud hasta ahora, lo mismo nosotros que nuestros padres”. Esto dirán para que habiten en la tierra de Gosén, porque los egipcios abominan a todo pastor de ovejas.

Jacob en presencia del faraón

47 José fue y lo hizo saber al faraón diciendo:

—Mi padre y mis hermanos, con sus ovejas y sus vacas y todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí que están en la tierra de Gosén.

Luego tomó a cinco de entre sus hermanos y los presentó ante el faraón. Y el faraón preguntó a sus hermanos:

—¿Cuál es su oficio?

Ellos respondieron al faraón:

—Tus siervos somos pastores de ovejas, lo mismo nosotros que nuestros padres. —Dijeron, además, al faraón—: Hemos venido para residir en esta tierra, porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos y el hambre en la tierra de Canaán es grave. Por eso, permite que tus siervos habiten en la tierra de Gosén.

Entonces el faraón habló a José diciendo:

—Tu padre y tus hermanos han venido a ti; la tierra de Egipto está delante de ti. En lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén. Y si juzgas que hay entre ellos hombres aptos, ponlos como mayorales de mi ganado.

Después José trajo a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Jacob bendijo al faraón. Y el faraón preguntó a Jacob:

—¿Cuántos años tienes?

Y Jacob respondió al faraón:

—Los años de mi peregrinación son ciento treinta años. Pocos y malos son los años de mi vida, y no alcanzan al número de los años de la vida de mis padres en su peregrinación.

10 Jacob bendijo al faraón; después salió de su presencia. 11 Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó el faraón. 12 Y José proveía de alimentos a su padre, a sus hermanos y a toda la casa de su padre, según el número de los niños pequeños.

Política administrativa de José

13 Ya no había alimentos en toda la tierra; y el hambre se había agravado, por lo que desfallecía de hambre tanto la tierra de Egipto como la tierra de Canaán. 14 Entonces José recaudó todo el dinero que se hallaba en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, a cambio de los alimentos que le compraban, y trajo José el dinero al palacio del faraón. 15 Y cuando se acabó el dinero en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, todo Egipto vino a José diciendo:

—Danos de comer. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia por habérsenos terminado el dinero?

16 José les dijo:

—Den sus ganados. Si se les ha terminado el dinero, yo les daré alimentos a cambio de sus ganados.

17 Ellos llevaron sus ganados a José. Y José les dio alimentos a cambio de los caballos, el ganado ovejuno, el ganado vacuno y los asnos. Aquel año les proveyó alimento a cambio de todos sus ganados. 18 Cuando se acabó aquel año, fueron a él el segundo año y le dijeron:

—No necesitamos encubrir a nuestro señor que se ha acabado el dinero y que el ganado ya es de nuestro señor. Nada ha quedado delante de nuestro señor, excepto nuestros cuerpos y nuestras tierras. 19 ¿Por qué hemos de perecer en tu presencia, tanto nosotros como nuestras tierras? Cómpranos a nosotros y nuestras tierras a cambio de alimentos, y nosotros y nuestras tierras seremos siervos del faraón. Solo danos semillas para que sobrevivamos y no muramos, y que la tierra no quede desolada.

20 Así compró José toda la tierra de Egipto para el faraón, porque los egipcios vendieron cada uno su tierra, ya que el hambre se había agravado sobre ellos. Así la tierra vino a ser del faraón. 21 Y él redujo al pueblo a servidumbre[h], desde un extremo a otro del territorio de Egipto. 22 Solamente no compró la tierra de los sacerdotes, porque los sacerdotes tenían ración de parte del faraón. Como ellos comían de la ración que les daba el faraón, por eso no tuvieron que vender sus tierras.

23 Entonces José dijo al pueblo:

—He aquí, hoy os he comprado, para el faraón, a ustedes y sus tierras. Aquí tienen semilla; siembren la tierra. 24 Y sucederá que de los productos darán la quinta parte al faraón. Las cuatro partes serán de ustedes para sembrar las tierras, para su sustento, para los que están en sus casas y para que coman sus niños.

25 Ellos respondieron:

—¡Nos has dado la vida! Hallemos gracia ante los ojos de nuestro señor y seremos siervos del faraón.

26 Entonces José instituyó como ley en la tierra de Egipto, hasta el día de hoy, que la quinta parte pertenece al faraón. Solamente la tierra de los sacerdotes no llegó a ser del faraón.

Jacob pide ser sepultado en Canaán

27 Habitó, pues, Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén, y se establecieron en ella. Allí fueron fecundos y se multiplicaron mucho.

28 Jacob vivió en la tierra de Egipto diecisiete años; y los días de Jacob, los años de su vida, fueron ciento cuarenta y siete años. 29 Cuando se acercó el día de la muerte de Israel, este llamó a su hijo José y le dijo:

—Si he hallado gracia ante tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo y muéstrame misericordia y verdad; por favor, no me sepultes en Egipto, 30 sino que cuando repose con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos.

José respondió:

—Yo haré como tú dices.

31 Y él dijo:

—¡Júramelo!

Él se lo juró. Entonces Israel se postró sobre la cabecera de la cama.

Jacob bendice a los hijos de José

48 Sucedió que después de estas cosas se le informó a José: “He aquí, tu padre está enfermo”. Entonces él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Y se lo comunicaron a Jacob diciendo:

—He aquí que tu hijo José ha venido a ti.

Entonces Israel se esforzó y se sentó sobre la cama. Y Jacob dijo a José:

—El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán y me bendijo diciéndome: “He aquí, yo te haré fecundo y te multiplicaré, y haré que llegues a ser una multitud de naciones. Yo daré esta tierra como posesión perpetua a tu descendencia después de ti”. Y ahora, tus dos hijos, Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniera a ti en la tierra de Egipto, serán míos; como Rubén y Simeón serán míos. Pero tus descendientes que engendres después de ellos serán tuyos, y en sus heredades serán llamados según el nombre de sus hermanos. Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, a corta distancia de Efrata; y allí la sepulté en el camino de Efrata, es decir, de Belén.

Entonces Israel vio a los hijos de José y preguntó:

—¿Quiénes son estos?

José respondió a su padre:

—Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí.

Y él dijo:

—Por favor, acércamelos para que los bendiga.

10 Los ojos de Israel estaban tan debilitados por la vejez que no podía ver. Hizo, pues, que ellos se acercaran a él; y él los besó y los abrazó. 11 Y dijo Israel a José:

—Yo no esperaba ver tu cara, ¡y he aquí que Dios me ha hecho ver también a tus hijos!

12 Entonces José los apartó de entre sus rodillas, y se postró con su rostro a tierra. 13 Luego tomó José a ambos: a Efraín a su derecha (a la izquierda de Israel), y a Manasés a su izquierda (a la derecha de Israel); y los acercó a él. 14 Luego Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda la puso sobre la cabeza de Manasés, cruzando sus manos a propósito, a pesar de que el primogénito era Manasés. 15 Y bendijo a José diciendo:

—El Dios en cuya presencia

anduvieron mis padres Abraham e Isaac,

el Dios que me pastorea

desde que nací hasta el día de hoy,

16 el Ángel que me redime de todo mal,

bendiga a estos jóvenes.

Sean ellos llamados por mi nombre

y por los nombres de mis padres

Abraham e Isaac,

y multiplíquense abundantemente

en medio de la tierra.

17 Al ver José que su padre ponía su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le pareció mal, y tomó la mano de su padre para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 José dijo a su padre:

—Así no, padre mío, porque este es el primogénito. Pon tu diestra sobre su cabeza.

19 Pero su padre rehusó y dijo:

—Lo sé, hijo mío, lo sé. También él llegará a ser un pueblo y también será engrandecido. Pero su hermano menor será más grande que él, y sus descendientes llegarán a ser una multitud de naciones.

20 Y los bendijo aquel día diciendo:

—Israel bendecirá en su[i] nombre, diciendo: “Dios te haga como a Efraín y como a Manasés”.

Así nombró a Efraín antes que a Manasés. 21 Luego Israel dijo a José:

—He aquí yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus padres. 22 Yo te doy a ti una parte[j] más que a tus hermanos, la cual yo tomé de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.

Jacob bendice a sus hijos

49 Entonces Jacob llamó a sus hijos y les dijo:

“Reúnanse, y les declararé

lo que les ha de acontecer en

los días postreros.

Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob;

escuchen a su padre Israel:

“Rubén, mi primogénito:

Tú eres mi fortaleza y el principio

de mi vigor;

principal en dignidad y principal en poder.

Porque fuiste inestable como el agua,

no serás el principal.

Porque subiste a la cama de tu padre,

y al subir a mi lecho lo profanaste.

“Simeón y Leví son hermanos;

sus armas son instrumentos de violencia.

No participe mi alma en su consejo

ni mi honor se adhiera a su asamblea.Porque en su furor mataron hombres,

y en su capricho lisiaron bueyes.

Maldito sea su furor, porque fue fiero,

y su ira, porque fue cruel.

Yo los dispersaré en Jacob,

y los esparciré en Israel.

“Judá, tus hermanos te alabarán.

Tu mano estará sobre el cuello

de tus enemigos,

y los hijos de tu padre

se postrarán ante ti.

Eres un cachorro de león, oh Judá;

vuelves de cazar, hijo mío.

Se agacha y se recuesta cual león;

y como leona, ¿quién lo despertará?

10 El cetro no será quitado de Judá

ni la vara de autoridad de entre sus pies, hasta que venga Siloh[k];

y le obedecerán los pueblos.

11 Atando a la vid su borriquillo

y a la cepa la cría de su asna,

lava en vino su vestidura

y en sangre de uvas su manto.

12 Sus ojos están brillantes por el vino,

y sus dientes blancos por la leche.

13 “Zabulón habitará las costas de los mares. Será puerto de navíos,

y su extremo llegará hasta Sidón.

14 “Isacar es un asno de fuertes huesos, echado entre dos alforjas.

15 Vio que el lugar de descanso era bueno

y que la tierra era placentera,

e inclinó sus hombros para cargar

y se sometió al tributo laboral.

16 “Dan juzgará a su pueblo

como una de las tribus de Israel.

17 Dan será como serpiente

junto al camino,

como víbora junto al sendero,

que muerde los cascos del caballo

de modo que su jinete caiga hacia atrás.

18 “¡Espero tu salvación, oh SEÑOR!

19 “Gad: Un batallón lo atacará; pero él los atacará por su espalda.

20 “Aser: Sus alimentos son suculentos; él producirá manjares dignos de un rey.

21 “Neftalí es una venada suelta

que tendrá hermosos venaditos.

22 “José es un retoño fructífero,

retoño fructífero junto a un manantial;

sus ramas trepan sobre el muro.

23 Los arqueros le causaron amargura;

le fueron hostiles los flecheros.

24 Pero su arco permaneció firme,

y sus brazos se hicieron ágiles,

por las manos del Fuerte de Jacob;

por el nombre del Pastor,

la Roca de Israel;

25 por el Dios de tu padre,

el cual te ayudará;

y por el Todopoderoso,

quien te bendecirá:

con bendiciones del cielo arriba,

con bendiciones del océano

que se extiende abajo;

con bendiciones de los senos

y de la matriz.

26 Las bendiciones de tu padre

sobrepasan a las de

las montañas eternas[l],

y a los deleites de las colinas antiguas.

Sean sobre la cabeza de José,

sobre la coronilla del príncipe

de sus hermanos.

27 “Benjamín es un lobo rapaz:

Por la mañana come la presa,

y al atardecer reparte el botín”.

28 Todos estos llegaron a ser las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo al bendecirlos; a cada uno lo bendijo con su respectiva bendición.

Jacob es sepultado en Macpela

29 Luego les mandó diciendo: “Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepúltenme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo; 30 en la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham a Efrón el heteo, junto con el campo, para posesión de sepultura. 31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer, allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer, y allí sepulté yo a Lea. 32 El campo y la cueva que está en él fueron adquiridos de los hijos de Het”.

33 Cuando acabó de dar instrucciones a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró. Y fue reunido con sus padres.

50 Entonces José se echó sobre la cara de su padre, lloró sobre él y lo besó. José mandó a sus servidores, los médicos, que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel. Cumplieron con él cuarenta días, tiempo que duraba el proceso de embalsamamiento, y los egipcios guardaron luto por él setenta días. Y pasados los días de su duelo, José habló a los de la casa del faraón diciendo:

—Si he hallado gracia ante sus ojos, por favor, hagan llegar a oídos del faraón lo siguiente: “Mi padre me hizo jurar diciendo: ‘He aquí, que yo voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás’. Permite, pues, que suba yo ahora, sepulte a mi padre y regrese”.

El faraón le respondió:

—Sube y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.

Entonces José subió a sepultar a su padre. Y con él subieron todos los servidores del faraón, los dignatarios de su corte y todos los dignatarios de la tierra de Egipto, toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Solamente dejaron en la tierra de Gosén a sus niños, sus ovejas y sus vacas. Subieron también con él carros y gente de a caballo, formando un numeroso cortejo.

10 Llegaron hasta la era de Atad, que estaba al otro lado del Jordán, y allí tuvieron una lamentación grande y muy fuerte. José hizo duelo por su padre durante siete días.

11 Al ver los habitantes de la tierra, los cananeos, el duelo en la era de Atad, dijeron: “¡Grande es este duelo de los egipcios!”. Por eso fue llamado Abel-mizraim[m] el nombre de ese lugar, que está al otro lado del Jordán.

12 Hicieron, pues, sus hijos con él, según les había mandado Jacob. 13 Sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mamre, la cual, junto con el campo, Abraham había comprado a Efrón el heteo, como una propiedad para sepultura.

José consuela a sus hermanos

14 Después que había sepultado a su padre, José volvió a Egipto junto con sus hermanos y todos los que fueron con él para sepultar a su padre. 15 Y viendo los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron:

—Quizás José nos tenga rencor y nos devuelva todo el mal que le ocasionamos.

16 Y enviaron a decir a José:

—Tu padre nos mandó antes de su muerte que te dijéramos: 17 “Así dirán a José: ‘Por favor, perdona la maldad de tus hermanos y su pecado, porque te trataron mal’ ”. Por eso, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre.

José lloró mientras le hablaban. 18 Entonces lloraron[n] también sus hermanos, y postrándose delante de él le dijeron:

—Aquí nos tienes como siervos tuyos.

19 Pero José les respondió:

—No teman. ¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios? 20 Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy: mantener con vida a un pueblo numeroso. 21 Ahora pues, no tengan miedo. Yo los sustentaré a ustedes y a sus hijos.

Así los confortó y les habló al corazón.

José muere en Egipto

22 José se quedó en Egipto con la familia de su padre. José vivió ciento diez años, 23 y vio José a los hijos de Efraín hasta la tercera generación. También cuando nacieron los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron puestos sobre las rodillas de José.

24 Luego José dijo a sus hermanos:

—Yo voy a morir, pero Dios ciertamente los visitará con su favor y los hará subir de esta tierra a la tierra que juró dar a Abraham, a Isaac y a Jacob.

25 Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo:

—Ciertamente Dios vendrá en su ayuda; entonces ustedes harán llevar de aquí mis restos.

26 José murió a la edad de ciento diez años, y lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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