Bible in 90 Days
Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de Dios
25 Respondió Bildad, el suhita, y dijo:
2 «El señorío y el temor están con él,
que hace la paz en las alturas.
3 ¿No son incontables sus ejércitos?
¿Sobre quién no está su luz?
4 ¿Cómo, pues, se justificará el hombre delante de Dios?
¿Cómo será puro el que nace de mujer?
5 Si ni aun la misma luna es resplandeciente
ni las estrellas son puras delante de sus ojos,
6 ¿cuánto menos el hombre, ese gusano,
ese gusano que es el hijo de hombre?»
Job proclama la soberanía de Dios
26 Respondió Job y dijo:
2 «¿En qué has ayudado al que no tiene fuerzas?
¿Cómo has protegido al brazo débil?
3 ¿Qué has aconsejado al que está falto de ciencia?
¿Qué plenitud de inteligencia has manifestado?
4 ¿A quién has dirigido tus palabras?
¿De quién es el espíritu que te inspira?
5 »Las sombras tiemblan en lo profundo,
los mares y cuanto en ellos mora.
6 El seol está descubierto delante de él
y el Abadón no tiene cobertura.
7 Él extiende el Norte sobre el vacío,
cuelga la tierra sobre la nada.
8 Encierra las aguas en sus nubes,
y las nubes no se rompen debajo de ellas.
9 Él encubre la faz de su trono
y sobre él extiende su nube.
10 Ha puesto límite a la superficie de las aguas,
hasta el confín de la luz y las tinieblas.
11 A su reprensión, las columnas del cielo
tiemblan y se espantan.
12 Él agita el mar con su poder
y con su entendimiento lo hiere en su arrogancia.
13 Su espíritu adorna los cielos;
su mano traspasó a la serpiente tortuosa.
14 ¡Y estas cosas no son más que los bordes del camino,
apenas el leve susurro que oímos de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién podrá comprenderlo?»
Job describe el castigo de los malos
27 Continuó Job su discurso y dijo:
2 «¡Vive Dios, que ha quitado mi derecho,
el Omnipotente, que ha amargado mi alma,
3 que todo el tiempo que mi alma esté en mí
y que haya hálito de Dios en mis narices,
4 mis labios no hablarán iniquidad
ni mi lengua pronunciará mentira!
5 ¡Nunca acontezca que yo os dé la razón!
¡Hasta la muerte mantendré mi integridad!
6 Aferrado estoy a mi justicia, y no cederé;
mientras viva, no me reprochará mi corazón.
7 »¡Sea como el malvado mi enemigo,
y como el inicuo mi adversario!
8 Porque ¿cuál es la esperanza del malvado, por mucho que haya robado,
cuando Dios le quite la vida?
9 ¿Escuchará Dios su clamor
cuando la tribulación venga sobre él?
10 ¿Acaso él se deleita en el Omnipotente?
¿Acaso invoca a Dios en todo tiempo?
11 Yo os instruiré acerca del poder de Dios;
no esconderé lo que se refiere al Omnipotente.
12 Todos vosotros lo habéis visto,
¿por qué, pues, os habéis hecho tan completamente vanos?
13 ȃsta es delante de Dios la suerte del hombre malvado,
y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente:
14 Aunque sus hijos se multipliquen, serán entregados a la espada,
y sus pequeños no se saciarán de pan.
15 Los que de él queden, la muerte los llevará al sepulcro
y no los llorarán sus viudas.
16 Aunque amontone plata como polvo
y acumule ropa como barro,
17 él la habrá acumulado, mas el justo se vestirá con ella
y el inocente disfrutará de la plata.
18 Construye su casa como la polilla,
como la enramada hecha por el guarda.
19 Rico se acuesta, pero es por última vez:
cuando abra los ojos, nada tendrá.
20 Se apoderan de él terrores como aguas,
y un torbellino lo arrebata de noche.
21 El viento del este lo levanta y se lo lleva,
y la tempestad lo arrastra de su lugar.
22 Dios, pues, descarga contra él sin compasión,
aunque él intenta huir de sus manos.
23 Sobre él baten muchos las manos
y por todos lados le silban.
Elogio de la sabiduría
28 »Ciertamente la plata tiene sus criaderos,
y el oro, lugar donde se refina.
2 El hierro se saca del polvo
y de la piedra se funde el cobre.
3 Los hombres ponen término a las tinieblas,
lo examinan todo perfectamente,
hasta las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte.
4 Abren minas lejos de lo habitado,
en lugares olvidados donde nadie pone el pie.
Allí están suspendidos, balanceándose lejos de los demás hombres.
5 De la tierra proviene el pan,
pero en su interior está como convertida en fuego,
6 y en ella hay lugar donde las piedras son zafiro
y el polvo es de oro.
7 Es una senda que nunca la conoció ave
ni ojo de buitre la vio;
8 que nunca la pisaron animales fieros
ni león pasó por ella.
9 El hombre pone su mano en el pedernal
y trastorna de raíz los montes.
10 En los peñascos abre corrientes de aguas,
y sus ojos ven todo lo preciado.
11 Detiene los ríos en su nacimiento
y saca a la luz lo escondido.
12 »Mas, ¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde se encuentra el lugar de la inteligencia?
13 No conoce su valor el hombre,
ni se halla en la tierra de los seres vivientes.
14 El abismo dice: “No está en mí”,
y dice el mar: “Tampoco está conmigo.”
15 No se dará a cambio de oro
ni su precio será a peso de plata.
16 No puede ser pagada con oro de Ofir,
con ónice precioso ni con zafiro.
17 No se le pueden comparar el oro ni el diamante,
ni se la cambiará por alhajas de oro fino.
18 ¿Y qué decir del coral o de las perlas?
¡La sabiduría vale más que las piedras preciosas!
19 No se iguala con ella el topacio de Etiopía,
ni puede pagarse con oro fino.
20 »¿De dónde, pues, procede la sabiduría
y dónde se encuentra el lugar de la inteligencia?
21 ¡Encubierta está a los ojos de todo viviente,
y a toda ave del cielo le es oculta!
22 El Abadón y la muerte dicen:
“Su fama ha llegado hasta nuestros oídos.”
23 »Dios es quien conoce el camino de ella
y sabe dónde está su lugar,
24 porque él observa hasta los confines de la tierra
y ve cuanto hay bajo los cielos.
25 Al darle peso al viento
y fijar la medida de las aguas;
26 al darle ley a la lluvia
y camino al relámpago de los truenos,
27 ya entonces la vio él y la puso de manifiesto,
la preparó y también la escudriñó.
28 Y dijo al hombre:
“El temor del Señor es la sabiduría,
y el apartarse del mal, la inteligencia.”»
Job evoca su dicha anterior y el respeto que merecía
29 Volvió Job a reanudar su discurso y dijo:
2 «¡Quién me volviera como en los meses pasados,
como en los días en que Dios me guardaba,
3 cuando sobre mi cabeza hacía resplandecer su lámpara
y a su luz caminaba yo en la oscuridad!
4 ¡Así fue en los días de mi juventud,
cuando el favor de Dios protegía mi morada;
5 cuando aún estaba conmigo el Omnipotente
y mis hijos me rodeaban;
6 cuando yo lavaba mis pies con leche
y la piedra me derramaba ríos de aceite!
7 Entonces yo salía a la puerta, a juicio,
y en la plaza hacía preparar mi asiento.
8 Al verme, los jóvenes se escondían,
los ancianos se levantaban y permanecían en pie,
9 los príncipes dejaban de hablar
y se tapaban la boca con la mano,
10 y la voz de los principales se apagaba
y se les pegaba la lengua al paladar.
11 Entonces los que me oían me llamaban bienaventurado,
y los que me veían testimoniaban a favor mío,
12 porque yo libraba al pobre que clamaba
y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición venía sobre mí del que estaba a punto de perderse,
y al corazón de la viuda yo procuraba alegría.
14 Iba yo vestido de justicia, cubierto con ella;
como manto y diadema era mi rectitud.
15 Yo era ojos para el ciego,
pies para el cojo
16 y padre para los necesitados.
De la causa que no entendía, me informaba con diligencia;
17 y quebrantaba los colmillos del inicuo;
de sus dientes le hacía soltar la presa.
18 Decía yo: “En mi nido moriré.
Como arena multiplicaré mis días.”
19 Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
en mis ramas permanecía el rocío,
20 mi honra se renovaba en mí
y mi arco se fortalecía en mi mano.
21 »Los que me escuchaban,
esperaban callados mi consejo;
22 tras mi palabra no replicaban,
pues mi razón destilaba sobre ellos.
23 Me esperaban como a la lluvia;
abrían su boca como a la lluvia tardía.
24 Si me reía con ellos, no se lo creían;
pero no dejaban que se apagara la luz de mi rostro.
25 Yo les indicaba su camino y me sentaba entre ellos como el jefe.
Vivía como un rey en medio de su ejército,
o como el que consuela a los que lloran.
Job lamenta su desdicha presente
30 »Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
a cuyos padres yo desdeñaba poner junto a los perros de mi ganado,
2 pues ¿de qué me hubiera servido ni aun la fuerza de sus manos,
si no tienen fuerza alguna?
3 A causa de la pobreza y del hambre andaban solitarios,
huían a la soledad, a lugares tenebrosos, desolados y desiertos.
4 Recogían malvas entre los arbustos
y raíces de enebro para calentarse.
5 Los echaban de en medio de la gente
y todos les gritaban como a ladrones.
6 Vivían en las barrancas de los arroyos,
en las cavernas de la tierra y entre las rocas.
7 Bramaban entre las matas
y se reunían debajo de los espinos.
8 Hijos de gente vil, hombres sin nombre,
más bajos que la misma tierra.
9 »¡Y ahora yo soy objeto de su burla
y les sirvo de refrán!
10 Me abominan, se alejan de mí
y no dejan de escupirme en el rostro.
11 Porque Dios ha desatado la cuerda y me ha afligido,
por eso se han desenfrenado en mi propio rostro.
12 A mi derecha se levanta el populacho,
empujan mis pies
y preparan caminos para mi ruina.
13 Desbaratan mi senda,
se aprovechan de mi quebrantamiento,
y no tengo quien me auxilie contra ellos.
14 Vienen como por un ancho portillo,
revolviéndose sobre mi calamidad.
15 Terrores se han vuelto contra mí;
como viento es arrasado mi honor,
y mi prosperidad ha pasado como una nube.
16 »Ahora mi alma está derramada en mí,
pues se apoderan de mí días de aflicción.
17 La noche taladra mis huesos
y los dolores que me roen no reposan.
18 La violencia deforma mi vestidura:
me oprime como el cuello de mi túnica.
19 Dios me ha derribado en el lodo
y ahora soy semejante al polvo y a la ceniza.
20 ¡Clamo a ti, pero no me escuchas!
¡Me presento, pero no me atiendes!
21 Te has vuelto cruel conmigo;
con el poder de tu mano me persigues.
22 Me has alzado sobre el viento, me haces cabalgar en él
y destruyes mi sustancia.
23 Yo sé que me conduces a la muerte,
y a la casa a donde va todo ser viviente.
24 »Mas él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro?
¿O no clamarán los sepultados cuando él los quebrante?
25 Y yo, ¿no he llorado por el que sufre?
¿No me he entristecido a causa del necesitado?
26 Sin embargo, cuando yo esperaba el bien, entonces vino el mal;
cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan sin reposo,
por los días de aflicción que me han sobrecogido.
28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
me he levantado en la congregación, y he clamado.
29 He venido a ser hermano de chacales
y compañero de avestruces.
30 Mi piel, ennegrecida, se me cae,
mis huesos arden de calor.
31 Mi arpa se ha cambiado por luto,
y mi flauta por voz de lamentadores.
Job afirma su integridad
31 »Hice pacto con mis ojos,
¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
2 Porque ¿qué galardón Dios me daría desde arriba?
¿Qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
3 ¿Es que no hay desgracia para el malvado,
infortunio para los que hacen iniquidad?
4 ¿Acaso él no ve mis caminos
y cuenta todos mis pasos?
5 »¿Es que yo anduve con mentiras,
o corrieron mis pies al engaño?
6 ¡Que Dios me pese en la balanza de la justicia
y reconocerá mi integridad!
7 Si mis pasos se apartaron del camino,
si mi corazón se fue tras mis ojos,
si algo se pegó a mis manos,
8 ¡siembre yo y otro coma!
¡Sea arrancada mi siembra!
9 »Si fue engañado mi corazón por alguna mujer,
si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 ¡muela para otro mi mujer
y sobre ella otros se encorven!
11 Porque eso es maldad e iniquidad
que han de castigar los jueces.
12 Porque eso es un fuego que devoraría hasta el Abadón
y consumiría toda mi hacienda.
13 »Si hubiera yo menospreciado el derecho de mi siervo y de mi sierva
cuando ellos pleiteaban conmigo,
14 ¿qué haría cuando Dios se levantara?
Y cuando él me preguntara, ¿qué le respondería?
15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no fue uno y el mismo quien nos formó en la matriz?
16 »Si he impedido a los pobres quedar satisfechos,
si he hecho decaer los ojos de la viuda,
17 si he comido yo solo mi bocado
y no comió de él el huérfano
18 (porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 si he visto a alguno perecer por falta de vestido,
por carecer de abrigo el necesitado;
20 si no me bendijeron sus espaldas
al calentarse con el vellón de mis ovejas;
21 si alcé contra el huérfano mi mano,
aun viendo que en la puerta estaban de mi parte,
22 ¡que mi espalda se caiga de mi hombro
y se quiebre el hueso de mi brazo!
23 Porque he temido el castigo de Dios,
contra cuya majestad yo no tendría poder.
24 »Si puse en el oro mi esperanza,
y le dije al oro: “Mi confianza está en ti”;
25 si me alegré de que mis riquezas se multiplicaran
y de tener mucho en mi mano;
26 si he mirado al sol cuando resplandecía
o a la luna en su esplendor,
27 y mi corazón fue engañado en secreto,
y mi boca besó mi mano,
28 eso también sería una maldad digna de juicio,
porque habría negado al Dios soberano.
29 »Si me alegré con el quebrantamiento del que me aborrecía
y me regocijé cuando le sobrevino el mal
30 (aun cuando mi lengua no entregué al pecado
para pedir la maldición para su alma);
31 si mis siervos no decían:
“¿Quién hay que no se haya saciado con su carne?”
32 (porque ningún forastero pasaba fuera la noche,
sino que yo abría mis puertas al caminante);
33 si como humano que soy encubrí mis transgresiones,
escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34 porque temía a la multitud, que era grande,
y me atemorizaba el menosprecio de las familias,
y entonces callaba y no salía de mi puerta...
35 ¡Quién me diera ser escuchado!
Pero mi confianza es que el Omnipotente será mi testigo,
aunque mi adversario me lleve a juicio.
36 Ciertamente yo lo cargaría sobre mi hombro,
me lo ceñiría como una corona.
37 Yo le daría cuenta de todos mis pasos;
como un príncipe me presentaría delante de él.
38 »Si mi tierra clama contra mí
y lloran todos sus surcos;
39 si he comido su sustancia sin pagar
o he afligido el alma de sus dueños,
40 ¡que en lugar de trigo me nazcan abrojos,
y espinos en lugar de cebada!»
Aquí terminan las palabras de Job.
Intervención de Eliú
32 Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos. 2 Entonces Eliú hijo de Baraquel, el buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job. Se encendió en ira por cuanto él se hacía justo a sí mismo más que a Dios. 3 Igualmente se encendió en ira contra sus tres amigos, porque aunque habían condenado a Job, no sabían responderle. 4 Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él; 5 pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira.
6 Respondió Eliú hijo de Baraquel, el buzita, y dijo:
«Yo soy joven y vosotros ancianos:
por eso he tenido miedo. He temido declararos mi opinión.
7 Yo decía: “Los días hablarán,
los muchos años declararán sabiduría.”
8 Ciertamente espíritu hay en el hombre,
y el soplo del Omnipotente lo hace que entienda.
9 Pero no son los más sabios los que tienen mucha edad,
ni los ancianos los que entienden el derecho.
10 Por tanto, yo dije: “Escuchadme,
declararé yo también mi sabiduría.”
11 »Yo he esperado a vuestras razones,
he escuchado vuestros argumentos,
en tanto que buscabais palabras.
12 Os he prestado atención,
y no hay entre vosotros quien redarguya a Job
y responda a sus razones.
13 Para que no digáis: “Nosotros hemos hallado sabiduría.
Es Dios quien lo vence, no el hombre.”
14 Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,
ni yo le responderé con vuestras razones.
15 »Se espantaron y ya no respondieron;
se les acabaron los razonamientos.
16 Yo, pues, he esperado, pero ellos no hablaban;
antes bien, callaron y no volvieron a responder.
17 Por eso yo también responderé mi parte;
también yo declararé mi juicio.
18 Porque estoy repleto de palabras
y por dentro me apremia el espíritu.
19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero
y que hace reventar los odres nuevos.
20 Hablaré, pues, y respiraré;
abriré mis labios y responderé.
21 Y no haré ahora distinción de personas
ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.
22 Porque no sé decir lisonjas,
y si lo hiciera, pronto mi Hacedor me consumiría.
Eliú censura a Job
33 »Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
escucha todas mis palabras.
2 Yo abriré ahora mi boca
y mi lengua hablará en mi garganta.
3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
y lo que saben mis labios, lo dirán con sinceridad.
4 El espíritu de Dios me hizo
y el soplo del Omnipotente me dio vida.
5 Respóndeme, si puedes;
ordena tus palabras, ponte en pie.
6 Heme aquí a mí, en presencia de Dios, lo mismo que tú:
del barro fui yo también formado.
7 Por eso, mi terror no te espantará
ni mi mano pesará sobre ti.
8 »De cierto tú has dicho a oídos míos
y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9 “Yo soy puro y sin defecto;
soy inocente y no hay maldad en mí.
10 Dios ha buscado reproches contra mí
y me tiene por su enemigo.
11 Ha puesto mis pies en el cepo
y vigila todas mis sendas.”
12 »Pues bien, en esto no has hablado con razón,
y yo te respondo que Dios es mayor que el hombre.
13 ¿Por qué contiendes contra él,
si él no da cuenta de ninguna de sus razones?
14 Aunque lo cierto es que Dios habla de una u otra manera,
pero el hombre no lo entiende.
15 Por sueños, en visión nocturna,
cuando el sueño cae sobre los hombres,
cuando se duermen en el lecho,
16 entonces se revela él al oído del hombre
y le confirma su instrucción,
17 para separar al hombre de su obra
y apartar del varón la soberbia,
18 para librar su alma del sepulcro
y su vida de perecer a espada.
19 »También en su cama es castigado el hombre
con fuerte dolor en sus huesos.
20 Entonces su vida aborrece el pan
y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece y desaparece a la vista,
y aparecen sus huesos, que antes no se veían.
22 Su alma se acerca al sepulcro
y su vida a los que causan la muerte.
23 »Pero si el hombre tiene a su lado
algún elocuente mediador, muy escogido,
para anunciarle su deber
24 y decirle que Dios tiene de él misericordia,
que lo libra de descender al sepulcro,
que hay redención para él,
25 entonces será su carne más tierna que la de un niño
y volverá a los días de su juventud.
26 Entonces orará a Dios y obtendrá su favor.
Verá su faz con júbilo,
y él restaurará al hombre su justicia.
27 Porque él mira sobre los hombres, y si uno dice:
“He pecado y he pervertido lo recto,
pero de nada me ha aprovechado”,
28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
y su vida se verá en luz.
29 »Todas estas cosas hace Dios
dos y tres veces con el hombre,
30 para apartar su alma del sepulcro
y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
31 Escucha, Job, óyeme;
calla, y yo hablaré.
32 Si tienes razones, respóndeme;
habla, porque yo te quiero justificar.
33 Y si no, escúchame tú a mí;
calla, y te enseñaré sabiduría.»
Eliú justifica a Dios
34 Además Eliú dijo:
2 «Escuchad, sabios, mis palabras;
y vosotros, doctos, prestadme atención.
3 Porque el oído prueba las palabras,
como el paladar saborea lo que uno come.
4 Escojamos para nosotros lo que es justo;
conozcamos entre nosotros lo que es bueno,
5 porque Job ha dicho: “Yo soy justo,
pero Dios me ha quitado mi derecho.
6 Y ahora ¿habré de mentir contra mi razón?
¡Dolorosa es mi herida, sin haber cometido transgresión!”
7 Pues bien, ¿qué hombre hay como Job,
que bebe el escarnio como agua,
8 que va en compañía de los inicuos
y anda con los hombres malos?
9 Porque ha dicho: “De nada le sirve al hombre
conformar su voluntad a Dios.”
10 »Por tanto, oídme vosotros, que sois varones inteligentes:
¡Lejos esté de Dios la impiedad,
del Omnipotente la iniquidad!
11 Porque él pagará al hombre según su obra,
y le retribuirá conforme a su conducta.
12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia;
el Omnipotente no pervertirá el derecho.
13 ¿Quién visitó por él la tierra?
¿Quién puso en orden el mundo entero?
14 Si él pusiera sobre el hombre su corazón
y retirara su espíritu y su aliento,
15 todo ser humano perecería a un tiempo
y el hombre volvería al polvo.
16 »Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;
escucha la voz de mis palabras.
17 ¿Gobernará acaso el que aborrece juicio?
¿Condenarás tú al que es tan justo?
18 ¿Se llamará “Perverso” al rey,
o “Impíos” a los príncipes?
19 Pues, ¿cuánto menos a aquel que no hace diferencia entre príncipes,
ni respeta más al rico que al pobre,
porque todos son obra de sus manos?
20 ¡En un momento mueren, a medianoche!
Los pueblos se alborotan, y ellos pasan,
y sin mano de hombre es quitado el poderoso.
21 Porque los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre,
y ve todos sus pasos.
22 No hay tinieblas ni sombra de muerte
donde se puedan esconder los que hacen el mal.
23 No carga, pues, él al hombre más de lo justo,
para que comparezca con Dios a juicio.
24 Él, sin indagación, quebranta a los fuertes
y pone a otros en su lugar.
25 Así hace notorias las obras de ellos;
los trastorna en la noche y son quebrantados.
26 Como a malos que son, los hiere
en lugar donde sean vistos,
27 por cuanto se han apartado de él
y no consideran ninguno de sus caminos,
28 sino que delante de él hacen venir el clamor del pobre,
y que oiga el clamor de los necesitados.
29 Si él da reposo, ¿quién inquietará?
Si esconde el rostro, ¿quién lo mirará?
Y esto es igual para una nación que para un hombre,
30 a fin de que no reine el hombre impío
para vejación del pueblo.
31 »De seguro conviene decirle a Dios:
“Ya he llevado el castigo; no volveré a ofender.
32 Enséñame tú lo que yo no veo;
y si hice mal, no lo haré más.”
33 Pero, ¿habrá de ser esto según tu parecer?
Él te retribuirá, no yo, tanto si rehúsas como si aceptas.
Si no es así, di tú lo que sepas.
34 Los hombres inteligentes dirán conmigo,
y también todo hombre sabio que me oiga:
35 “Job no habla con sabiduría;
sus palabras no tienen sentido.”
36 ¡Yo deseo que Job sea ampliamente examinado,
a causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos!
37 Porque a su pecado ha añadido rebeldía,
y bate palmas contra nosotros,
y contra Dios multiplica sus palabras.»
35 Prosiguió Eliú su razonamiento y dijo:
2 «¿Piensas que ha sido correcto decir:
“Más justo soy yo que Dios”?
3 Porque tú dices: “¿Qué ventaja sacaré de ello?
¿O qué provecho tendré de no haber pecado?”
4 Pues yo te responderé con razones,
y a tus compañeros contigo.
5 Mira a los cielos. Contémplalos
y considera que las nubes están más altas que tú.
6 Si pecas, ¿qué habrás logrado contra él?
Si tus rebeliones se multiplican, ¿qué le harás tú?
7 Y si eres justo, ¿qué le darás a él?
¿O qué recibirá de tu mano?
8 A un hombre como tú lo daña tu impiedad;
y a un hijo de hombre le es provechosa tu justicia.
9 »Claman a causa de las muchas violencias
y se lamentan por el poder de los grandes.
10 Pero nadie dice: “¿Dónde está Dios, mi Hacedor,
que llena de cánticos la noche,
11 que nos enseña más que a las bestias de la tierra
y más sabios nos hace que a las aves del cielo?”
12 Allí claman, pero él no escucha,
a causa de la soberbia de los malos.
13 Ciertamente Dios no escucha lo que es vanidad;
ni siquiera lo mira el Omnipotente.
14 ¿Cuánto menos, pues, cuando dices que no haces caso de él?
Tu causa está delante de él. Por tanto, aguárdalo.
15 Mas ahora, porque en su ira no castiga
ni inquiere con rigor,
16 por eso abre Job su boca en vano
y multiplica palabras sin sabiduría.»
Eliú exalta la grandeza de Dios
36 Eliú siguió diciendo:
2 «Espérame un poco y yo te instruiré,
porque todavía tengo razones en defensa de Dios.
3 Traeré mi saber desde lejos
para atribuir justicia a mi Hacedor.
4 Porque de cierto no son mentira mis palabras:
¡Contigo está uno que es íntegro en sus conceptos!
5 »Dios es grande, pero no desestima a nadie.
Es poderosa la fuerza de su sabiduría.
6 No concede vida al impío,
pero a los afligidos otorga sus derechos.
7 No aparta sus ojos de los justos;
antes bien, con los reyes los sienta en trono y los exalta para siempre.
8 Aun si estuvieran sujetos con grillos,
aprisionados con cuerdas de aflicción,
9 él les daría a conocer las obras que hicieron
y cómo prevalecieron sus rebeliones.
10 Les despierta además los oídos a la corrección
y los exhorta a convertirse de la iniquidad.
11 Si ellos escuchan y le sirven,
acabarán sus días con bienestar
y sus años con dicha.
12 Pero si no escuchan, serán pasados a espada
y perecerán en su falta de sabiduría.
13 »Los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira
y no clamarán cuando él los ate.
14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud
y su vida entre los sodomitas.
15 Al pobre librará él de su pobreza;
en la aflicción despertará su oído.
16 Y también a ti te apartará de la boca de la angustia
a un lugar espacioso, libre de todo agobio,
y te preparará una mesa llena de manjares.
17 Mas tú te has llenado del juicio del impío,
en vez de sustentar el derecho y la justicia.
18 Por eso teme, no sea que él, en su ira, te quite con un golpe
que no puedas evitar ni aun pagando un gran rescate.
19 ¿Acaso hará él aprecio del oro, de tus riquezas
o de todo gran poderío?
20 No anheles la noche,
cuando los pueblos desaparecen de su lugar.
21 Guárdate de volver a la iniquidad,
la cual escogiste más bien que la aflicción.
22 Dios es excelso en su poder;
¿Qué maestro es semejante a él?
23 ¿Quién le ha trazado su camino?
¿Quién le dirá: “Eso lo has hecho mal”?
24 »Acuérdate de enaltecer su obra,
la cual los hombres contemplan.
25 Todos ellos la ven;
la mira el hombre desde lejos.
26 Dios es grande y nosotros no lo conocemos,
ni es posible seguir el curso de sus años.
27 Él atrae las gotas de agua
cuando el vapor se transforma en lluvia,
28 la que destilan las nubes,
y se vierte en raudales sobre los hombres.
29 ¿Quién podrá comprender cómo se expanden las nubes
y el sonido atronador de su morada?
30 Sobre él extiende su luz
y cubre con ella las profundidades del mar.
31 Bien que por tales medios castiga a los pueblos,
también los sustenta con abundancia.
32 Con las nubes encubre la luz;
las interpone y le manda que no brille.
33 Con el trueno declara su indignación
y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.
37 »Por eso también se estremece mi corazón
y salta de su sitio.
2 Oíd atentamente el fragor de su voz,
el estruendo que sale de su boca.
3 Por debajo de todos los cielos lo dirige,
y su luz alcanza los confines de la tierra.
4 Después de ella suena un bramido:
truena él con voz majestuosa.
Se oye el trueno, y no lo detiene.
5 Truena Dios maravillosamente con su voz.
Hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6 Porque le dice a la nieve: “¡Cae sobre la tierra!”,
y también a la llovizna y a los aguaceros torrenciales.
7 Así hace que el hombre se retire,
para que todos los mortales reconozcan su obra.
8 Las fieras entran en sus guaridas
y permanecen en sus moradas.
9 Del sur viene el torbellino,
y el frío, de los vientos del norte.
10 Por el soplo de Dios llega el hielo
y la extensión de las aguas se congela.
11 Él llena de humedad la densa nube;
y con la luz desvanece la niebla.
12 Asimismo, conforme a sus designios, las nubes giran en derredor,
para hacer sobre la faz del mundo,
en la tierra, lo que él les mande.
13 Él las hará venir, unas veces como castigo,
otras a causa de la tierra
y otras por misericordia.
14 »Escucha esto, Job;
detente y considera las maravillas de Dios.
15 ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto
y hace resplandecer la luz de su nube?
16 ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,
las maravillas del que es perfecto en sabiduría?
17 ¿Por qué están calientes tus vestidos
cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?
18 ¿Extendiste tú con él los cielos,
firmes como un espejo fundido?
19 Muéstranos qué le hemos de decir,
porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de la oscuridad.
20 ¿Precisa él que le cuenten lo que yo digo,
o que le informen de lo que dice el hombre?
21 »Ahora no se puede mirar la luz resplandeciente de los cielos,
pero luego que pasa el viento y los limpia,
22 llega de la parte del norte la dorada claridad:
¡la terrible majestad que hay en Dios!
23 Él es el Todopoderoso, grande en poder, al cual no alcanzamos,
que a nadie oprime en juicio y en su gran justicia.
24 Lo temen por tanto los hombres,
pero él no estima a ninguno que en su propio corazón se cree sabio.»
Jehová responde a todos los discursos
38 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino y dijo:
2 «¿Quién es ése que oscurece el consejo
con palabras sin sabiduría?
3 Ahora cíñete la cintura como un hombre:
yo te preguntaré y tú me contestarás.
4 »¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
¡Házmelo saber, si tienes inteligencia!
5 ¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo sabes?
¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
7 cuando alababan juntas todas las estrellas del alba
y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 »¿Quién encerró con puertas el mar,
cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9 cuando yo le puse nubes por vestidura
y oscuridad por faja?
10 Yo establecí para él los límites;
le puse puertas y cerrojo,
11 y dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante;
ahí parará el orgullo de tus olas.”
12 ¿Has dado órdenes a la mañana alguna vez en tu vida?
¿Le has mostrado al alba su lugar,
13 para que ocupe los confines de la tierra
y sean sacudidos de ella los malvados?
14 Ella cambia luego de aspecto como el barro bajo el sello,
y toma el aspecto de una vestidura;
15 mas la luz les es quitada a los malvados
y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 »¿Has penetrado tú hasta las fuentes del mar
y has caminado escudriñando el abismo?
17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte
y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has considerado tú la extensión de la tierra?
¡Declara si sabes todo esto!
19 »¿Dónde está el camino que conduce a la morada de la luz?
¿Y dónde está el lugar de las tinieblas,
20 para que las lleves a sus límites
y conozcas las sendas de su casa?
21 ¡Quizá tú lo sabes, puesto que entonces ya habías nacido
y es grande el número de tus días!
22 »¿Has penetrado tú hasta los depósitos de la nieve?
¿Has visto los depósitos del granizo,
23 que tengo reservados para el tiempo de angustia,
para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se difunde la luz
y se esparce el viento del este sobre la tierra?
25 »¿Quién le abrió un cauce al turbión
y un camino a los relámpagos y a los truenos,
26 haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
sobre el desierto, donde no vive ningún ser humano,
27 para saciar la tierra desierta y sin cultivo
y para hacer que brote la tierna hierba?
28 »¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿De qué vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la dio a luz?
30 Las aguas se endurecen como piedra
y se congela la faz del abismo.
31 »¿Podrás tú anudar los lazos de las Pléyades?
¿Desatarás las ligaduras de Orión?
32 ¿Haces salir a su tiempo las constelaciones de los cielos?
¿Guías a la Osa Mayor con sus hijos?
33 ¿Conoces las leyes de los cielos?
¿Dispones tú su dominio en la tierra?
34 »¿Puedes alzar tu voz a las nubes
para que te cubra gran cantidad de agua?
35 ¿Envías tú los relámpagos, para que ellos vayan,
o para que te digan: “Aquí estamos”?
36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?
¿Quién dio inteligencia al espíritu?
37 ¿Quién cuenta con sabiduría lo que hay en los cielos?
Y los odres de los cielos, ¿quién hace que se inclinen,
38 cuando el polvo se ha endurecido
y los terrones se han pegado unos con otros?
39 »¿Cazarás tú la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de sus cachorros,
40 cuando están echados en sus guaridas
o se ponen al acecho en la espesura?
41 ¿Quién le prepara al cuervo su alimento,
cuando sus polluelos claman a Dios
y andan errantes por falta de comida?
39 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
¿Has mirado tú cuando las ciervas están pariendo?
2 ¿Has contado tú los meses de su preñez
y sabes el tiempo cuando han de parir?
3 Se encorvan, hacen salir a sus hijos
y pasan sus dolores.
4 Sus hijos se robustecen y crecen con el pasto;
luego se van y ya no regresan.
5 »¿Quién dio libertad al asno montés?
¿Quién soltó sus ataduras?
6 Yo le di por casa el desierto,
puse su morada en lugares estériles.
7 Él se burla del bullicio de la ciudad
y no oye las voces del arriero.
8 En lo escondido de los montes está su pasto
y anda buscando toda cosa verde.
9 »¿Querrá el búfalo servirte a ti
o quedarse en tu pesebre?
10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para abrir el surco?
¿Irá en pos de ti labrando los valles?
11 ¿Confiarás en él porque es grande su fuerza?
¿Le encomendarías tu labor?
12 ¿Lo dejarías recoger el grano
y juntarlo en tu era?
13 »¿Le has dado tú al pavo real sus hermosas alas,
o sus alas y plumas al avestruz?
14 Éste desampara en la tierra sus huevos,
los calienta sobre el polvo
15 y olvida que el pie los puede pisar
y que una fiera del campo puede aplastarlos.
16 Es duro para con sus crías, como si no fueran suyas,
y no teme que su trabajo haya sido en vano,
17 porque Dios lo privó de sabiduría
y no le dio inteligencia.
18 Sin embargo, en cuanto se levanta para correr,
se burla del caballo y de su jinete.
19 »¿Le das tú su fuerza al caballo?
¿Cubres tú su cuello de crines ondulantes?
20 ¿Lo harás temblar tú como a una langosta?
El resoplido de su nariz es formidable.
21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza
y sale al encuentro de las armas.
22 Hace burla del miedo; no teme
ni vuelve el rostro delante de la espada.
23 Sobre él resuenan la aljaba,
el hierro de la lanza y de la jabalina;
24 pero él, con ímpetu y furor, escarba la tierra
y no lo detiene ni el sonar de la trompeta;
25 más bien, en medio de los clarines parece decir: “¡Ea!”
Desde lejos huele la batalla,
el grito de los capitanes y el vocerío.
26 »¿Acaso por tu sabiduría vuela el gavilán
y extiende hacia el sur sus alas?
27 ¿Se remonta el águila por tu mandato
y pone en alto su nido?
28 Ella habita y mora en la peña,
en la cumbre del peñasco y de la roca.
29 Desde allí acecha la presa
que sus ojos observan desde muy lejos.
30 Sus polluelos chupan la sangre;
donde haya cadáveres, allí está ella.»
40 Además respondió Jehová a Job y dijo:
2 «¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?
¡Responda a esto el que disputa con Dios!»
3 Entonces respondió Job a Jehová y dijo:
4 «Yo soy vil, ¿qué te responderé?
¡Me tapo la boca con la mano!
5 Una vez hablé, mas no replicaré más;
aun dos veces, mas no volveré a hablar.»
Manifestaciones del poder de Dios
6 Respondió Jehová a Job desde el torbellino y dijo:
7 «Ahora cíñete la cintura como un hombre:
yo te preguntaré y tú me contestarás.
8 ¿Invalidarás tú también mi juicio?
¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
9 ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?
¿Truena tu voz como la suya?
10 »Adórnate ahora de majestad y alteza,
vístete de honra y hermosura.
11 Derrama el ardor de tu ira;
mira a todo altivo y abátelo.
12 Mira a todo soberbio y humíllalo,
y destruye a los impíos dondequiera que estén.
13 Entiérralos a todos en el polvo,
encierra sus rostros en la oscuridad.
14 Entonces yo también declararé
que tu diestra puede salvarte.
15 »Ahí está el behemot: yo lo creé, lo mismo que a ti.
Come hierba, como el buey.
16 Su fuerza está en sus lomos;
su vigor, en los músculos de su vientre.
17 Mueve su cola semejante al cedro,
y los nervios de sus muslos están entretejidos.
18 Sus huesos son fuertes como el bronce
y sus miembros como barras de hierro.
19 ȃl es el primero entre las obras de Dios,
y sólo el que lo hizo puede acercar a él la espada.
20 Ciertamente para él producen hierba los montes,
donde retozan las bestias del campo.
21 Se acuesta a la sombra
en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.
22 Los árboles lo cubren con su sombra;
los sauces del arroyo lo rodean.
23 Aun cuando el río se salga de madre, él no se inmuta;
permanece tranquilo aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.
24 ¿Quién podrá atraparlo mientras él vigila?
¿Quién le perforará la nariz?
41 ¿Pescarás tú al leviatán con un anzuelo
o sujetándole la lengua con una cuerda?
2 ¿Le pondrías una soga en las narices?
¿Perforarías con un garfio su quijada?
3 ¿Multiplicará ruegos él delante de ti?
¿Te hablará con palabras lisonjeras?
4 ¿Hará un pacto contigo
para que lo tomes por esclavo para siempre?
5 ¿Jugarás con él como con un pájaro?
¿Lo atarás para tus niñas?
6 ¿Harán banquete con él los compañeros?
¿Lo repartirán entre los mercaderes?
7 ¿Cortarás tú con cuchillo su piel,
o con arpón de pescadores su cabeza?
8 Pon tu mano sobre él:
recordarás luego la lucha y no volverás a hacerlo.
9 En cuanto a él, toda esperanza queda burlada,
porque aun a su sola vista la gente se desmaya.
10 Y nadie hay tan osado que lo despierte;
¿quién podrá permanecer delante de mí?
11 Porque ¿quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
¡Todo lo que hay debajo del cielo es mío!
12 »No guardaré silencio sobre sus miembros,
ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13 ¿Quién levantará la cubierta que lo reviste?
¿Quién se acercará a su doble coraza?
14 ¿Quién abrirá la puerta de sus fauces?
¡Las hileras de sus dientes espantan!
15 Su espalda está cubierta de fuertes escudos,
soldados estrechamente entre sí.
16 El uno se junta con el otro
de modo que el viento no pasa entre ellos.
17 Unido está el uno con el otro,
trabados entre sí, no se pueden separar.
18 Cuando estornuda, lanza relámpagos;
sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen llamaradas;
centellas de fuego brotan de ella.
20 De sus narices sale humo,
como de una olla o caldero que hierve.
21 Su aliento enciende los carbones;
de su boca salen llamas.
22 En su cerviz está su fuerza,
y delante de él cunde el desaliento.
23 Aun las partes más tiernas de su carne están endurecidas,
son firmes en él, no se mueven.
24 Firme es como una piedra su corazón,
fuerte como la piedra de un molino.
25 Cuando se levanta, los fuertes tienen temor
y retroceden a causa de su desfallecimiento.
26 Aunque la espada lo alcance, no se le clavará;
ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina.
27 Para él, el hierro es como paja
y el bronce como madera podrida.
28 La saeta no lo hace huir
y las piedras de honda le son como paja.
29 Toda arma le es como hojarasca
y se burla del silbido de la jabalina.
30 Por debajo tiene escamas puntiagudas
que imprimen su huella en el barro.
31 Hace hervir como una olla las aguas profundas
y las vuelve como una olla de ungüento.
32 En pos de sí resplandece su estela,
hasta parecer cano el abismo.
33 No hay en la tierra quien se le asemeje;
es un animal hecho exento de temor.
34 Menosprecia toda arrogancia
y es rey sobre toda otra fiera.»
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