Bible in 90 Days
7 Entonces ahora yo te atacaré como un león,
como un leopardo que acecha en el camino.
8 Como una osa a quien le robaron sus cachorros,
arrancaré tu corazón.
Te devoraré como una leona hambrienta
y te destrozaré como un animal salvaje.
9 »Estás a punto de ser destruido, oh Israel:
sí, por mí, el único que te ayuda.
10 Ahora, ¿dónde está[a] tu rey?
¡Que él te salve!
¿Dónde están los líderes de la tierra,
el rey y los funcionarios que me exigiste?
11 En mi enojo te di reyes,
y en mi furia te los quité.
12 »La culpa de Efraín ha sido reunida
y su pecado almacenado para el castigo.
13 El sufrimiento ha llegado al pueblo
como dolores de parto,
pero son como un bebé
que se resiste a nacer.
¡El momento de nacer ha llegado,
pero siguen en la matriz!
14 »¿Debo rescatarlos de la tumba[b]?
¿Debo redimirlos de la muerte?
¡Oh muerte, haz salir tus horrores!
¡Tumba, desata tus plagas![c]
Ya no les tendré compasión.
15 Efraín era el más productivo de sus hermanos,
pero el viento del oriente—una ráfaga del Señor—
se levantará en el desierto.
Todos sus manantiales se secarán
y todos sus pozos desaparecerán.
Todo lo valioso que poseen
será saqueado y se lo llevarán.
16 [d]El pueblo de Samaria
debe sufrir las consecuencias de su culpa
porque se rebeló contra su Dios.
Un ejército invasor los matará;
a sus niños los estrellarán contra el suelo hasta matarlos,
y a las embarazadas las abrirán con espadas».
Sanidad para los que se arrepienten
14 [e]Regresa, oh Israel, al Señor tu Dios,
porque tus pecados te hicieron caer.
2 Presenta tus confesiones y vuélvete al Señor.
Dile:
«Perdona todos nuestros pecados y recíbenos con bondad
para que podamos ofrecerte nuestras alabanzas.[f]
3 Asiria no puede salvarnos,
ni nuestros caballos de guerra.
Nunca más diremos a ídolos que hemos hecho:
“Ustedes son nuestros dioses”.
No, solamente en ti
los huérfanos encuentran misericordia».
4 El Señor dice:
«Entonces yo los sanaré de su falta de fe;
mi amor no tendrá límites,
porque mi enojo habrá desaparecido para siempre.
5 Seré para Israel
como un refrescante rocío del cielo.
Israel florecerá como el lirio;
hundirá sus raíces profundamente en la tierra
como los cedros del Líbano.
6 Sus ramas se extenderán como hermosos olivos,
tan fragantes como los cedros del Líbano.
7 Mi pueblo vivirá otra vez bajo mi sombra.
Crecerán como el grano y florecerán como la vid;
serán tan fragantes como los vinos del Líbano.
8 »¡Oh Israel,[g] mantente lejos de los ídolos!
Yo soy el que contesta tus oraciones y te cuida.
Soy como un árbol que siempre está verde;
todo tu fruto proviene de mí».
9 Que los sabios entiendan estas cosas.
Que los que tienen discernimiento escuchen con atención.
Los caminos del Señor son rectos y verdaderos,
y los justos viven al andar en ellos;
pero en esos mismos caminos, los pecadores tropiezan y caen.
1 El Señor le dio el siguiente mensaje a Joel, hijo de Petuel.
Lamento por la plaga de langostas
2 Oigan esto, líderes del pueblo.
Escuchen, todos los habitantes de la tierra.
En toda su historia,
¿había sucedido antes algo semejante?
3 Cuéntenlo a sus hijos en los años venideros,
y que sus hijos lo relaten a sus hijos.
Transmitan esta historia de generación en generación.
4 Después de que la oruga devoró las cosechas,
¡el pulgón acabó con lo que quedaba!
Luego vino el saltamontes
y llegó también la langosta.[h]
5 ¡Despiértense, borrachos, y lloren!
¡Giman, bebedores de vino!
Todas las uvas están arruinadas
y se acabó el vino dulce.
6 Un inmenso ejército de langostas[i] ha invadido mi tierra,
un ejército terrible, imposible de contar.
Sus dientes son como los del león
y sus colmillos se parecen a los de la leona.
7 Destruyó mis vides
y arruinó mis higueras;
les arrancó la corteza y la destruyó,
dejando sus ramas blancas y desnudas.
8 Lloren como una recién casada vestida de luto,
quien llora la muerte de su esposo.
9 Pues no hay grano ni vino
para ofrecer en el templo del Señor.
Por eso los sacerdotes están de luto;
los ministros del Señor están llorando.
10 Los campos están arruinados,
la tierra quedó desnuda.
El grano está destruido,
las uvas se secaron
y se acabó el aceite de oliva.
11 ¡Laméntense, ustedes, agricultores!
¡Giman, ustedes que cultivan vides!
Lloren porque el trigo y la cebada
—todos los cultivos del campo—están arruinados.
12 Se secaron las vides
y se marchitaron las higueras.
Los granados, las palmeras y los manzanos
—todos los árboles frutales—se secaron.
Y la alegría de la gente se marchitó con ellos.
13 Ustedes sacerdotes, ¡vístanse de tela áspera y lloren!
¡Giman, ustedes, los que sirven ante el altar!
Vengan, pasen la noche vestidos de tela áspera,
ustedes, ministros de mi Dios.
Pues no hay grano ni vino
para ofrecer en el templo de su Dios.
14 Proclamen un tiempo de ayuno;
convoquen al pueblo a una reunión solemne.
Reúnan a los líderes
y a toda la gente del país
en el templo del Señor su Dios
y allí clamen a él.
15 El día del Señor está cerca,
el día cuando la destrucción viene de parte del Todopoderoso.
¡Qué terrible será aquel día!
16 La comida desaparece delante de nuestros ojos.
Ya no hay celebraciones de júbilo en la casa de nuestro Dios.
17 Las semillas mueren en la tierra reseca
y las cosechas de grano se pierden.
Los establos están vacíos,
y los graneros, abandonados.
18 ¡Cómo braman de hambre los animales!
Las manadas de ganado vagan desorientadas
porque no encuentran pasto.
Los rebaños de ovejas y cabras gimen en su sufrimiento.
19 ¡Señor, ayúdanos!
El fuego ha devorado los pastos del desierto
y las llamas han consumido todos los árboles.
20 Hasta los animales salvajes claman a ti
porque los arroyos se secaron
y el fuego ha devorado los pastos del desierto.
Las langostas invaden como un ejército
2 ¡Toquen las trompetas en Jerusalén[j]!
¡Den la alarma en mi monte santo!
Que todos tiemblen de miedo
porque está cerca el día del Señor.
2 Es un día de oscuridad y penumbra,
un día de nubes densas y sombras profundas.
De repente, como el amanecer se extiende sobre las montañas,
aparece un ejército grande y poderoso.
Nunca antes se había visto algo semejante,
ni volverá a verse jamás.
3 Fuego va delante del ejército
y llamas detrás.
Delante de ellos, la tierra se extiende
tan hermosa como el jardín del Edén.
Detrás solo queda desolación;
nada escapa.
4 Parecen caballos;
van a la carga como caballos de guerra.[k]
5 Mírenlos saltar a lo largo de las cumbres.
Escuchen el estruendo que producen, como el retumbar de carros de guerra,
como el rugir del fuego que arrasa los campos de hierba seca
o el despliegue de un poderoso ejército en batalla.
6 El miedo se apodera de la gente;
cada rostro palidece de terror.
7 Los agresores marchan como guerreros
y escalan los muros de la ciudad como soldados.
Marchan hacia adelante,
sin romper filas.
8 No se empujan unos a otros;
cada uno se mueve en la posición exacta.
Atraviesan las líneas de defensa
sin perder la formación.
9 Irrumpen en la ciudad
y corren a lo largo de sus muros.
Se meten en todas las casas;
como ladrones trepan por las ventanas.
10 La tierra tiembla mientras avanzan
y los cielos se estremecen.
El sol y la luna se oscurecen
y las estrellas dejan de brillar.
11 El Señor va a la cabeza de la columna;
con un grito los guía.
Este es su ejército poderoso
y ellos siguen sus órdenes.
El día del Señor es algo imponente y pavoroso.
¿Quién lo podrá sobrevivir?
Un llamado al arrepentimiento
12 Por eso dice el Señor:
«Vuélvanse a mí ahora, mientras haya tiempo;
entréguenme su corazón.
Acérquense con ayuno, llanto y luto.
13 No se desgarren la ropa en su dolor
sino desgarren sus corazones».
Regresen al Señor su Dios,
porque él es misericordioso y compasivo,
lento para enojarse y lleno de amor inagotable.
Está deseoso de desistir y no de castigar.
14 ¿Quién sabe? Quizá les suspenda el castigo
y les envíe una bendición en vez de esta maldición.
Quizá puedan ofrendar grano y vino
al Señor su Dios, como lo hacían antes.
15 ¡Toquen el cuerno de carnero en Jerusalén!
Proclamen un tiempo de ayuno;
convoquen al pueblo
a una reunión solemne.
16 Reúnan a toda la gente:
ancianos, niños y aun los bebés.
Llamen al novio de su habitación
y a la novia de su cuarto de espera.
17 Que los sacerdotes, quienes sirven en la presencia del Señor,
se levanten y lloren entre la entrada del templo y el altar.
Que oren: «¡Perdona a tu pueblo, Señor!
No permitas que tu preciada posesión se convierta en objeto de burla.
No dejes que lleguen a ser la burla de los extranjeros incrédulos que dicen:
“¿Los ha abandonado el Dios de Israel?”».
El Señor promete restauración
18 Entonces el Señor se compadecerá de su pueblo
y guardará celosamente el honor de su tierra.
19 El Señor responderá:
«¡Miren!, les envío grano, vino nuevo y aceite de oliva,
suficiente para satisfacer sus necesidades.
Ya no serán objeto de burla
entre las naciones vecinas.
20 Expulsaré a esos ejércitos que vienen del norte.
Los enviaré a tierra árida y desolada.
Los que van a la vanguardia serán arrojados al mar Muerto,
y los de la retaguardia, al Mediterráneo.[l]
El hedor de sus cuerpos en descomposición se elevará sobre la tierra».
¡Realmente el Señor ha hecho grandes cosas!
21 No temas, oh tierra.
Alégrate ahora y regocíjate,
porque el Señor ha hecho grandes cosas.
22 No teman, animales del campo,
porque pronto los pastos del desierto recobrarán su verdor.
Los árboles volverán a colmarse de fruto;
las higueras y las vides se llenarán una vez más.
23 ¡Alégrense, habitantes de Jerusalén!
¡Alégrense en el Señor su Dios!
Pues la lluvia que él envía demuestra su fidelidad.
Volverán las lluvias de otoño,
así como las de primavera.
24 El grano volverá a amontonarse en los campos de trillar
y los lagares desbordarán de vino nuevo y aceite de oliva.
25 El Señor dice: «Les devolveré lo que perdieron
a causa del pulgón, el saltamontes,
la langosta y la oruga.[m]
Fui yo quien envió ese gran ejército destructor en contra de ustedes.
26 Volverán a tener toda la comida que deseen
y alabarán al Señor su Dios,
que hace esos milagros para ustedes.
Nunca más mi pueblo será avergonzado.
27 Entonces sabrán que yo estoy en medio de mi pueblo Israel,
que yo soy el Señor su Dios, y que no hay otro.
Nunca más mi pueblo será avergonzado.
El Señor promete su Espíritu
28 [n]»Entonces, después de hacer todas esas cosas,
derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.
Sus hijos e hijas profetizarán.
Sus ancianos tendrán sueños,
y sus jóvenes tendrán visiones.
29 En esos días derramaré mi Espíritu
aun sobre los sirvientes, hombres y mujeres por igual.
30 Y haré maravillas en los cielos y en la tierra:
sangre, fuego y columnas de humo.
31 El sol se oscurecerá,
y la luna se pondrá roja como la sangre
antes de que llegue el grande y terrible[o] día del Señor.
32 Pero todo el que invoque el nombre del Señor
será salvo;
pues algunos que están en el monte Sion en Jerusalén escaparán,
tal como el Señor lo ha dicho.
Estos se contarán entre los sobrevivientes
a quienes el Señor ha llamado.
Juicio contra las naciones enemigas
3 [p]»En el tiempo de esos acontecimientos—dice el Señor—,
cuando yo restaure la prosperidad de Judá y de Jerusalén,
2 reuniré a los ejércitos del mundo
en el valle de Josafat.[q]
Allí los juzgaré
por hacerle daño a mi pueblo, mi posesión más preciada,
por dispersar a mi pueblo entre las naciones
y por dividir mi tierra.
3 Tiraron los dados[r] para decidir quiénes de mi pueblo
serían sus esclavos.
Canjearon niños por prostitutas
y vendieron niñas por tan solo suficiente vino para emborracharse.
4 »¿Qué tienen contra mí, Tiro y Sidón y, ustedes, ciudades de Filistea? ¿Tratan de vengarse de mí? Si es así, ¡tengan cuidado! Los atacaré con rapidez y les pagaré por todo lo que hicieron. 5 Tomaron mi plata y mi oro y todos mis tesoros preciados y los llevaron a sus templos paganos. 6 Les vendieron la gente de Judá y de Jerusalén a los griegos[s] para que se la llevaran lejos de su tierra.
7 »Sin embargo, yo los traeré de regreso de todos los lugares donde los vendieron y les pagaré a ustedes por todo lo que hicieron. 8 Venderé a sus hijos e hijas a la gente de Judá y ellos los venderán al pueblo de Arabia,[t] una nación lejana. ¡Yo, el Señor, he hablado!».
9 Digan a las naciones de todas partes:
«¡Prepárense para la guerra!
Llamen a sus mejores hombres de guerra.
Que todos sus combatientes avancen para el ataque.
10 Forjen las rejas de arado y conviértanlas en espadas,
y sus herramientas para podar, en lanzas.
Entrenen aun a los más débiles para que sean guerreros.
11 Vengan pronto, naciones de todas partes.
Reúnanse en el valle».
¡Y ahora, oh Señor, llama a tus guerreros!
12 «Que las naciones se movilicen para la guerra.
Que marchen hacia el valle de Josafat.
Allí, yo, el Señor, me sentaré
para pronunciar juicio contra todas ellas.
13 Den rienda suelta a la hoz,
porque la cosecha está madura.[u]
Vengan, pisen las uvas,
porque el lagar está lleno.
Los barriles rebosan
con la perversidad de esas naciones».
14 Miles y miles esperan en el valle de la decisión.
Es allí donde llegará el día del Señor.
15 El sol y la luna se oscurecerán
y las estrellas dejarán de brillar.
16 La voz del Señor pronto rugirá desde Sion
y tronará desde Jerusalén,
y los cielos y la tierra temblarán;
pero el Señor será un refugio para su pueblo,
una fortaleza firme para el pueblo de Israel.
Bendiciones para el pueblo de Dios
17 «Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor su Dios,
habito en Sion, mi monte santo.
Jerusalén será santa para siempre,
y los ejércitos extranjeros nunca más volverán a conquistarla.
18 En aquel día las montañas destilarán vino dulce,
y de los montes fluirá leche.
El agua llenará los arroyos de Judá,
y del templo del Señor brotará una fuente
que regará el árido valle de las acacias.[v]
19 Sin embargo, Egipto se convertirá en tierra baldía,
y Edom, en un desierto
porque atacaron al pueblo de Judá
y mataron a gente inocente en la tierra de ellos.
20 »Judá, en cambio, se llenará de gente para siempre
y Jerusalén perdurará a través de todas las generaciones.
21 Perdonaré los crímenes de mi pueblo
que todavía no he perdonado;
y yo, el Señor, haré mi hogar
en Jerusalén[w] con mi pueblo».
1 Este mensaje fue dado a Amós, un pastor de ovejas de la ciudad de Tecoa, en Judá. Él recibió el mensaje por medio de visiones, dos años antes del terremoto, cuando Uzías era rey de Judá y Jeroboam II, hijo de Yoás,[x] era rey de Israel.
2 Esto es lo que vio y oyó:
«¡La voz del Señor rugirá desde el monte Sion;
su voz tronará desde Jerusalén!
Los buenos pastizales de los pastores se secarán,
y la hierba del monte Carmelo se marchitará y morirá».
Juicio contra las naciones vecinas
3 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Damasco han pecado una y otra vez[y]
y no permitiré que queden sin castigo!
Azotaron a mi gente en Galaad
como se separa el grano con trillos de hierro.
4 Por lo tanto, haré caer fuego sobre el palacio del rey Hazael,
y las fortalezas del rey Ben-adad serán destruidas.
5 Derribaré las puertas de Damasco
y masacraré a los habitantes en el valle de Avén.
Destruiré al gobernante de Bet-edén,
y los habitantes de Aram serán llevados cautivos a Kir»,
dice el Señor.
6 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Gaza han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Enviaron a pueblos enteros al destierro
y los vendieron como esclavos a Edom.
7 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Gaza,
y todas sus fortalezas serán destruidas.
8 Masacraré a los habitantes de Asdod
y destruiré al rey de Ascalón.
Después me volveré para atacar a Ecrón,
y los pocos filisteos que queden morirán»,
dice el Señor Soberano.
9 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Tiro han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Rompieron su pacto de hermandad con Israel
al vender aldeas enteras como esclavas a Edom.
10 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Tiro,
y todas sus fortalezas serán destruidas».
11 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Edom han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Espada en mano, persiguieron a sus parientes, los israelitas,
y no les tuvieron compasión.
En su furia, los apuñalaron continuamente
y fueron implacables en su enojo.
12 Por lo tanto, haré caer fuego sobre Temán,
y las fortalezas de Bosra serán destruidas».
13 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Amón han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Cuando atacaron a Galaad para extender sus fronteras,
con sus espadas abrieron a las mujeres embarazadas.
14 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Rabá,
y todas sus fortalezas serán destruidas.
La batalla vendrá sobre ellos con gritos,
como un torbellino en una tormenta impetuosa.
15 Y su rey[z] y sus príncipes irán juntos al destierro»,
dice el Señor.
2 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Moab han pecado una y otra vez[aa]
y no permitiré que queden sin castigo!
Profanaron los huesos del rey de Edom,
reduciéndolos a cenizas.
2 Por lo tanto, haré caer fuego sobre la tierra de Moab,
y todas las fortalezas de Queriot serán destruidas.
Los habitantes caerán en el ruido de la batalla,
entre gritos de guerra y toques del cuerno de carnero.
3 Y destruiré a su rey
y masacraré a todos sus príncipes»,
dice el Señor.
Juicio de Dios contra Judá e Israel
4 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Judá han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Rechazaron la instrucción del Señor
y se negaron a obedecer sus decretos.
Se han descarriado por las mismas mentiras
que engañaron a sus antepasados.
5 Por lo tanto, haré caer fuego sobre Judá,
y todas las fortalezas de Jerusalén serán destruidas».
6 Esto es lo que dice el Señor:
«¡Los habitantes de Israel han pecado una y otra vez
y no permitiré que queden sin castigo!
Venden por dinero a la gente honrada
y a los pobres por un par de sandalias.
7 Pisotean en el polvo a los indefensos
y quitan a los oprimidos del camino.
Tanto el padre como el hijo se acuestan con la misma mujer
y así profanan mi santo nombre.
8 En sus festivales religiosos
están a sus anchas usando la ropa que sus deudores dejaron en garantía.
En la casa de sus dioses[ab]
beben vino comprado con dinero de multas injustas.
9 »Pero ante los ojos de mi pueblo
destruí a los amorreos,
aunque eran tan altos como cedros
y tan fuertes como robles.
Destruí el fruto de sus ramas
y arranqué sus raíces.
10 Fui yo quien los rescató a ustedes de Egipto
y los guio por el desierto durante cuarenta años
para que pudieran poseer la tierra de los amorreos.
11 Elegí a algunos de sus hijos para ser profetas
y a otros para ser nazareos.
¿Acaso puedes negar esto, Israel, pueblo mío?
—pregunta el Señor—.
12 Pero ustedes hicieron que los nazareos pecaran, forzándolos a beber vino,
y les ordenaron a los profetas: “¡Cállense!”
13 »Por lo tanto, haré que giman
como una carreta cargada con gavillas de grano.
14 Sus corredores más veloces no podrán escapar.
El más fuerte entre ustedes se volverá débil.
Ni siquiera los guerreros más poderosos serán capaces de salvarse.
15 Los arqueros no podrán mantenerse firmes.
Los más veloces no serán lo suficientemente rápidos para escapar.
Ni siquiera los que montan a caballo podrán salvarse.
16 En aquel día, los hombres de guerra más valientes
dejarán caer sus armas y correrán por sus vidas»,
dice el Señor.
3 Escuchen este mensaje que el Señor ha hablado contra ustedes, oh pueblo de Israel, contra toda la familia que rescaté de Egipto:
2 «De entre todas las familias de la tierra,
solo con ustedes he tenido una relación tan íntima.
Por eso debo castigarlos
por todos sus pecados».
Testigos contra Israel
3 ¿Pueden dos caminar juntos
sin estar de acuerdo adonde van?
4 ¿Ruge un león en un matorral
sin antes encontrar a una víctima?
¿Gruñe un león joven en su guarida
sin antes agarrar a su presa?
5 ¿Cae un pájaro en una trampa
que no tiene cebo?
¿Se cierra una trampa
cuando no hay nada que atrapar?
6 Cuando el cuerno de carnero toca la alarma,
¿no debería el pueblo estar alarmado?
¿Llega el desastre a una ciudad
sin que el Señor lo haya planeado?
7 De hecho, el Señor Soberano nunca hace nada
sin antes revelar sus planes a sus siervos, los profetas.
8 El león ha rugido,
así que, ¿quién no tiene miedo?
El Señor Soberano ha hablado,
así que, ¿quién puede negarse a proclamar su mensaje?
9 Anuncien lo siguiente a los líderes de Filistea[ac]
y a los grandes de Egipto:
«Siéntense ahora en las colinas que rodean a Samaria
y sean testigos del caos y la opresión en Israel.
10 »Mi pueblo ha olvidado cómo hacer lo correcto
—dice el Señor—.
Sus fortalezas están llenas de riquezas
obtenidas por el robo y la violencia.
11 Por lo tanto—dice el Señor Soberano—,
¡se acerca un enemigo!
Los rodeará y destrozará sus defensas.
Luego saqueará todas sus fortalezas».
12 Esto es lo que dice el Señor:
«Un pastor que trate de rescatar una oveja de la boca del león
solamente recuperará dos patas o un pedazo de oreja.
Así será con los israelitas en Samaria que se recuestan en camas lujosas
y con el pueblo de Damasco que se reclina en sillones.[ad]
13 »Escuchen ahora esto y anúncienlo por todo Israel[ae]—dice el Señor, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales—:
14 »El mismo día que yo castigue a Israel por sus pecados,
destruiré los altares paganos en Betel.
Los cuernos del altar serán cortados
y caerán al suelo.
15 Y destruiré las hermosas casas de los ricos
—sus mansiones de invierno y también sus casas de verano—,
todos sus palacios cubiertos de marfil»,
dice el Señor.
Israel no aprende
4 Escúchenme, ustedes, vacas gordas[af]
que viven en Samaria,
ustedes, mujeres, que oprimen al pobre
y aplastan al necesitado
y que les gritan siempre a sus esposos:
«¡Tráigannos otra bebida!».
2 El Señor Soberano ha jurado por su propia santidad:
«Llegará el día cuando ustedes serán llevadas
con garfios enganchados en sus narices.
¡Hasta la última de ustedes será arrastrada lejos
como un pez al anzuelo!
3 Las sacarán por las ruinas de la muralla;
serán expulsadas de sus fortalezas[ag]»,
dice el Señor.
4 «Adelante, ofrezcan sacrificios a los ídolos en Betel;
continúen desobedeciendo en Gilgal.
Ofrezcan sacrificios cada mañana
y lleven sus diezmos cada tercer día.
5 Presenten su pan hecho con levadura
como una ofrenda de gratitud.
¡Luego entreguen sus ofrendas voluntarias
para poder jactarse de ello en todas partes!
Este es el tipo de cosas que a ustedes, israelitas, les encanta hacer»,
dice el Señor Soberano.
6 «Hice que pasaran hambre en cada ciudad
y que hubiera hambruna en cada pueblo,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
7 «Yo detuve la lluvia
cuando sus cosechas más la necesitaban.
Envié la lluvia sobre una ciudad,
pero la retuve en otra.
Llovió en un campo,
mientras otro se marchitaba.
8 La gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua,
pero nunca había suficiente;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
9 «Arruiné sus cultivos y viñedos con plaga y moho.
La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
10 «Les mandé plagas
como las que envié sobre Egipto hace tiempo.
¡Maté a sus jóvenes en la guerra
y llevé lejos a todos sus caballos[ah]!
¡El hedor de la muerte llenó el aire!,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
11 «Destruí algunas de sus ciudades,
así como destruí[ai] Sodoma y Gomorra.
Ustedes que sobrevivieron
parecían tizones rescatados del fuego;
pero aun así, no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
12 «Por lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado.
Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!».
13 Pues el Señor es quien formó las montañas,
agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad.
Él convierte la luz del amanecer en oscuridad
y marcha sobre las alturas de la tierra.
¡El Señor Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Un llamado al arrepentimiento
5 ¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:
2 «¡La virgen Israel ha caído;
nunca volverá a levantarse!
Yace abandonada en el suelo
y no hay quien la levante».
3 El Señor Soberano dice:
«Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra,
solo volverán cien.
Cuando un pueblo envíe a cien,
solo diez regresarán vivos».
4 Ahora bien, esto es lo que el Señor dice a la familia de Israel:
«¡Vuelvan a buscarme y vivan!
5 No adoren en los altares paganos en Betel;
no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba.
Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro
y el pueblo de Betel será reducido a nada».
6 ¡Vuelvan a buscar al Señor y vivan!
De lo contrario, él pasará por Israel[aj] como un fuego
y los devorará completamente.
Sus dioses en Betel
no serán capaces de apagar las llamas.
7 Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.
Tratan al justo como basura.
8 Es el Señor quien creó las estrellas,
las Pléyades y el Orión.
Él transforma la oscuridad en luz
y el día en noche.
Él levanta agua de los océanos
y la vierte como lluvia sobre la tierra.
¡El Señor es su nombre!
9 Con poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos
y aplasta todas sus defensas.
10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos!
¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!
11 Pisotean a los pobres,
robándoles el grano con impuestos y rentas injustas.
Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra,
nunca vivirán en ellas.
Aunque planten viñedos exuberantes,
nunca beberán su vino.
12 Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados
y la profundidad de sus rebeliones.
Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos
y privan al pobre de la justicia en los tribunales.
13 Así que los que son listos permanecerán con la boca cerrada,
porque es un tiempo malo.
14 ¡Hagan lo bueno y huyan del mal
para que vivan!
Entonces el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,
así como ustedes han dicho.
15 Odien lo malo y amen lo bueno;
conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.
Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales
todavía tenga compasión del remanente de su pueblo.[ak]
16 Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Habrá llanto en todas las plazas públicas
y lamentos en cada calle.
Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes
y traigan a los que les pagan por lamentar.
17 Habrá gemidos en cada viñedo,
porque yo los destruiré a todos»,
dice el Señor.
Advertencia sobre el juicio que viene
18 Qué aflicción les espera a ustedes que dicen:
«¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
Ese día no traerá luz, sino oscuridad.
19 En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león,
solo para encontrarse con un oso.
Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa
y lo muerde una serpiente.
20 Así es, el día del Señor será oscuro y sin remedio,
sin un rayo de alegría ni esperanza.
21 «Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22 No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23 ¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
24 En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.
25 »Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? 26 No, servías a tus dioses paganos—Sacut, tu dios rey y Quiún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo. 27 Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco[al]», dice el Señor, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.
6 ¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén,[am]
y a ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Son famosos y conocidos en Israel,
y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.
2 Pero vayan a Calne
y vean lo que ocurrió allí.
Vayan luego a la gran ciudad de Hamat
y desciendan a la ciudad filistea de Gat.
Ustedes no son mejores que ellos,
y miren cómo fueron destruidos.
3 No quieren pensar en el desastre que viene,
pero sus acciones solo acercan más el día del juicio.
4 Qué terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil
y están a sus anchas en sus sillones,
comiendo corderos tiernos del rebaño
y becerros selectos engordados en el establo.
5 Entonan canciones frívolas al son del arpa
y se creen músicos tan magníficos como David.
6 Beben vino en tazones llenos
y se perfuman con lociones fragantes.
No les importa la ruina de su nación.[an]
7 Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos.
De repente se acabarán todas sus fiestas.
8 El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Desprecio la arrogancia de Israel[ao]
y odio sus fortalezas.
Entregaré esta ciudad
a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».
9 (Si quedan diez hombres en una casa, todos morirán. 10 Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos[ap] entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: «¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar: «No, por...», la interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del Señor»).
11 Cuando el Señor dé la orden,
las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.
12 ¿Pueden galopar los caballos sobre rocas grandes?
¿Se pueden usar bueyes para ararlas?
Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno
y el fruto dulce de la rectitud en amargura.
13 Ustedes se jactan de su conquista de Lo-debar[aq]
y alardean: «¿No tomamos Karnaim[ar] por nuestra propia fuerza?».
14 «Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti
—dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales—.
Los oprimirán por todo su territorio,
desde Lebo-hamat en el norte
hasta el valle de Arabá en el sur».
La visión de las langostas
7 El Señor Soberano me mostró una visión. Lo vi preparándose para enviar una enorme nube de langostas sobre la tierra. Esto ocurrió después de que la parte de la cosecha del rey había sido recolectada, pero cuando se acercaba la cosecha principal. 2 En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veía. Entonces dije:
—Oh Señor Soberano, por favor, perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel[as] es tan pequeño.
3 Así que el Señor se retractó de ese plan y dijo:
—No lo haré.
La visión del fuego
4 Después el Señor Soberano me mostró otra visión. Lo vi preparándose para castigar a su pueblo con un gran fuego. El fuego había quemado las profundidades del mar e iba devorando toda la tierra. 5 Entonces dije:
—Oh Señor Soberano, por favor, detente o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.
6 Entonces el Señor también se retractó de ese plan.
—Tampoco lo haré—dijo el Señor Soberano.
La visión de la plomada
7 Luego me mostró otra visión. Vi al Señor de pie al lado de una pared que se había construido usando una plomada. Usaba la plomada para ver si aún estaba derecha. 8 Entonces el Señor me dijo:
—Amós, ¿qué ves?
—Una plomada—contesté.
Y el Señor respondió:
—Probaré a mi pueblo con esta plomada. Ya no pasaré por alto sus pecados. 9 Los altares paganos de sus antepasados[at] quedarán en ruinas y los santuarios de Israel serán destruidos; acabaré de forma repentina con la dinastía del rey Jeroboam.
Amós y Amasías
10 Luego Amasías, el sacerdote de Betel, mandó un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: «¡Amós está tramando una conspiración contra usted, aquí mismo en el umbral de su casa! Lo que él dice es intolerable. 11 Anda diciendo: “Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierro”».
12 Entonces Amasías envió órdenes a Amós:
—¡Vete de aquí, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allí! 13 No nos molestes con tus profecías aquí en Betel. ¡Este es el santuario del rey y el lugar nacional de culto!
14 Pero Amós contestó:
—No soy profeta profesional ni fui entrenado para serlo.[au] No soy más que un pastor de ovejas y cultivador de las higueras sicómoros. 15 Sin embargo, el Señor me llamó y me apartó de mi rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo en Israel”. 16 Ahora bien, escuchen este mensaje del Señor:
“Tú dices:
‘No profetices contra Israel.
Deja de predicar contra mi pueblo[av]’.
17 Pero esto es lo que dice el Señor:
‘Tu esposa se convertirá en prostituta en esta ciudad,
y a tus hijos y a tus hijas los matarán.
Tu tierra será repartida
y tú morirás en tierra extranjera.
Con toda seguridad el pueblo de Israel irá cautivo al destierro,
lejos de su patria’”.
La visión de la fruta madura
8 Entonces el Señor Soberano me mostró otra visión. Esta vez vi una cesta llena de fruta madura.
2 —¿Qué ves, Amós?—me preguntó.
—Una cesta repleta de fruta madura—contesté.
Entonces el Señor dijo:
—Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo. 3 En aquel día el canto en el templo se convertirá en lamento. Habrá cadáveres tirados por todas partes. Serán llevados fuera de la ciudad en silencio. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
4 ¡Escuchen esto, ustedes que roban al pobre
y pisotean al necesitado!
5 Ustedes no se aguantan a que termine el día de descanso
y a que se acaben los festivales religiosos
para volver a estafar al desamparado.
Pesan el grano con medidas falsas
y estafan al comprador con balanzas fraudulentas.[aw]
6 Y el grano que venden lo mezclan
con los deshechos barridos del piso.
Por una moneda de plata o un par de sandalias,
convierten en esclavos a los pobres.
7 Ahora el Señor ha hecho este juramento
por su propio nombre, el Orgullo de Israel:[ax]
«¡Nunca olvidaré
las cosas perversas que han hecho!
8 La tierra temblará a causa de sus acciones
y todos harán duelo.
La tierra subirá como el río Nilo en tiempo de inundaciones;
se levantará y volverá a hundirse.
9 »En aquel día—dice el Señor Soberano—
haré que el sol se ponga al mediodía
y que en pleno día se oscurezca la tierra.
10 Convertiré sus celebraciones en lamentos
y su cantar en llanto.
Se vestirán de luto
y se raparán la cabeza en señal de dolor,
como si su único hijo hubiera muerto.
¡Qué tan amargo será ese día!
11 »Ciertamente se acerca la hora—dice el Señor Soberano—
cuando enviaré hambre a la tierra;
no será hambre de pan ni sed de agua,
sino hambre de oír las palabras del Señor.
12 La gente deambulará de mar a mar
y vagará de frontera a frontera[ay]
en busca de la palabra del Señor,
pero no la encontrarán.
13 En aquel día, las jóvenes hermosas y los muchachos fuertes se desmayarán,
sedientos por la palabra del Señor.
14 Y los que juran por los vergonzosos ídolos de Samaria,
los que hacen juramentos en nombre del dios de Dan
y votos en nombre del dios de Beerseba,[az]
todos caerán y nunca más se levantarán».
La visión de Dios junto al altar
9 Entonces vi una visión del Señor, quien estaba de pie junto al altar, y dijo:
«Golpea la parte superior de las columnas del templo
para que los cimientos se sacudan.
Derriba el techo
sobre las cabezas de la gente.
Mataré a espada a los que sobrevivan.
¡Nadie escapará!
2 »Aunque caven hasta el lugar de los muertos,[ba]
allí descenderé y los sacaré.
Aunque suban hasta los cielos,
de allí los derribaré.
3 Aunque se escondan en la cumbre del monte Carmelo,
allí los buscaré y los capturaré.
Aunque se oculten en el fondo del océano,
enviaré tras ellos a la serpiente marina para que los muerda.
4 Aunque sus enemigos los lleven al destierro,
ordenaré a la espada que allí los mate.
Estoy decidido a traerles desastre
y no a ayudarlos».
5 El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
toca la tierra y esta se derrite,
y todos sus habitantes lloran.
La tierra sube como el río Nilo en tiempo de inundaciones,
y luego vuelve a hundirse.
6 El hogar del Señor llega hasta los cielos,
mientras que sus cimientos están en la tierra.
Él levanta agua de los océanos
y la vierte como lluvia sobre la tierra.
¡El Señor es su nombre!
7 «Israelitas, ¿son ustedes más importantes para mí
que los etíopes[bb]?—pregunta el Señor—.
Saqué a Israel de Egipto,
pero también traje a los filisteos de Creta[bc]
y a los arameos de Kir.
8 »Yo, el Señor Soberano,
estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel
y la destruiré
de la faz de la tierra.
Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel[bd]
—dice el Señor—.
9 Pues daré la orden
y sacudiré a Israel junto con las demás naciones
como se sacude el grano en un cernidor;
sin embargo, ningún grano verdadero se perderá.
10 En cambio, todos los pecadores morirán a filo de espada,
esos que dicen: “Nada malo nos sucederá”.
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