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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Mateo 5-15

El Sermón del monte

Cierto día, al ver que las multitudes se reunían, Jesús subió a la ladera de la montaña y se sentó. Sus discípulos se juntaron a su alrededor, y él comenzó a enseñarles.

Las bienaventuranzas

«Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él,
    porque el reino del cielo les pertenece.
Dios bendice a los que lloran,
    porque serán consolados.
Dios bendice a los que son humildes,
    porque heredarán toda la tierra.
Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia,
    porque serán saciados.
Dios bendice a los compasivos,
    porque serán tratados con compasión.
Dios bendice a los que tienen corazón puro,
    porque ellos verán a Dios.
Dios bendice a los que procuran la paz,
    porque serán llamados hijos de Dios.
10 Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto,
    porque el reino del cielo les pertenece.

11 »Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de cosas malas en su contra porque son mis seguidores. 12 ¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran recompensa en el cielo! Y recuerden que a los antiguos profetas los persiguieron de la misma manera.

Enseñanza acerca de la sal y de la luz

13 »Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor.

14 »Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. 15 Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. 16 De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.

Enseñanza acerca de la ley

17 »No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. 18 Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla. 19 Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento y les enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo; pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será llamado grande en el reino del cielo.

20 »Les advierto: a menos que su justicia supere a la de los maestros de la ley religiosa y a la de los fariseos, nunca entrarán en el reino del cielo.

Enseñanza acerca del enojo

21 »Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No asesines. Si cometes asesinato quedarás sujeto a juicio”[a] . 22 Pero yo digo: aun si te enojas con alguien,[b] ¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota,[c] corres peligro de que te lleven ante el tribunal; y si maldices a alguien,[d] corres peligro de caer en los fuegos del infierno.[e]

23 »Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti, 24 deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.

25 »Cuando vayas camino al juicio con tu adversario, resuelvan rápidamente las diferencias. De no ser así, el que te acusa podría entregarte al juez, quien te entregará a un oficial y te meterán en la cárcel. 26 Si eso sucede, te aseguro que no te pondrán en libertad hasta que hayas pagado el último centavo.[f]

Enseñanza acerca del adulterio

27 »Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio”[g] . 28 Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. 29 Por lo tanto, si tu ojo—incluso tu ojo bueno[h]—te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30 Y si tu mano—incluso tu mano más fuerte[i]—te hace pecar, córtala y tírala. Es preferible que pierdas una parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

Enseñanza acerca del divorcio

31 »Han oído la ley que dice: “Un hombre puede divorciarse de su esposa con solo darle por escrito un aviso de divorcio”[j] . 32 Pero yo digo que un hombre que se divorcia de su esposa, a menos que ella le haya sido infiel, hace que ella cometa adulterio; y el que se casa con una mujer divorciada también comete adulterio.

Enseñanza acerca de los juramentos

33 »También han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No rompas tus juramentos; debes cumplir con los juramentos que le haces al Señor[k] . 34 Pero yo digo: ¡no hagas juramentos! No digas: “¡Por el cielo!”, porque el cielo es el trono de Dios. 35 Y no digas: “¡Por la tierra!”, porque la tierra es donde descansa sus pies. Tampoco digas: “¡Por Jerusalén!”, porque Jerusalén es la ciudad del gran Rey. 36 Ni siquiera digas: “¡Por mi cabeza!”, porque no puedes hacer que ninguno de tus cabellos se vuelva blanco o negro. 37 Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno.

Enseñanza acerca de la venganza

38 »Han oído la ley que dice que el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: “Ojo por ojo, y diente por diente”[l] . 39 Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla. 40 Si te demandan ante el tribunal y te quitan la camisa, dales también tu abrigo. 41 Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro,[m] llévalo dos. 42 Dales a los que te pidan y no des la espalda a quienes te pidan prestado.

Enseñanza acerca de amar a los enemigos

43 »Han oído la ley que dice: “Ama a tu prójimo”[n] y odia a tu enemigo. 44 Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos![o] ¡Ora por los que te persiguen! 45 De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. 46 Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. 47 Si eres amable solo con tus amigos,[p] ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. 48 Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto.

Enseñanza acerca de dar a los necesitados

»¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo. Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.

Enseñanza acerca de la oración y el ayuno

»Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.

»Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los gentiles.[q] Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas. Ora de la siguiente manera:

Padre nuestro que estás en el cielo,
    que sea siempre santo tu nombre.
10 Que tu reino venga pronto.
Que se cumpla tu voluntad en la tierra
    como se cumple en el cielo.
11 Danos hoy el alimento que necesitamos,[r]
12 y perdónanos nuestros pecados,
    así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros.
13 No permitas que cedamos ante la tentación,[s]
    sino rescátanos del maligno.[t]

14 »Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; 15 pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.

16 »Cuando ayunes, que no sea evidente, porque así hacen los hipócritas; pues tratan de tener una apariencia miserable y andan desarreglados para que la gente los admire por sus ayunos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. 17 Pero tú, cuando ayunes, péinate[u] y lávate la cara. 18 Así, nadie se dará cuenta de que estás ayunando, excepto tu Padre, quien sabe lo que haces en privado; y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.

Enseñanza acerca del dinero y las posesiones

19 »No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. 20 Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. 21 Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.

22 »Tu ojo es como una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está lleno de luz; 23 pero cuando tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está lleno de oscuridad. Y si la luz que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad!

24 »Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero.

25 »Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? 27 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?

28 »¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; 29 sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 30 Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?

31 »Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. 32 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. 33 Busquen el reino de Dios[v] por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.

34 »Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.

No juzgar a los demás

»No juzguen a los demás, y no serán juzgados. Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás.[w] El criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará a ustedes.[x]

»¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo,[y] cuando tú tienes un tronco en el tuyo? ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: “Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo.

»No desperdicien lo que es santo en gente que no es santa.[z] ¡No arrojen sus perlas a los cerdos! Pisotearán las perlas y luego se darán vuelta y los atacarán.

Oración eficaz

»Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.

»Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pedazo de pan, ¿acaso les dan una piedra en su lugar? 10 O si les piden un pescado, ¿les dan una serpiente? ¡Claro que no! 11 Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan.

La regla de oro

12 »Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas.

La puerta angosta

13 »Solo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno[aa] es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. 14 Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son solo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.

El árbol y su fruto

15 »Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces. 16 Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. 18 Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. 19 Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego. 20 Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones.

Verdaderos discípulos

21 »No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. 23 Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.

Edificar sobre un cimiento sólido

24 »Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. 25 Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca. 26 Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. 27 Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo».

28 Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza, 29 porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.

Jesús sana a un hombre con lepra

Al bajar Jesús por la ladera del monte, grandes multitudes lo seguían. De repente, un hombre con lepra se le acercó y se arrodilló delante de él.

—Señor—dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio.

Jesús extendió la mano y lo tocó.

—Sí quiero—dijo—. ¡Queda sano!

Al instante, la lepra desapareció.

—No se lo cuentes a nadie—le dijo Jesús—. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra.[ab] Esto será un testimonio público de que has quedado limpio.

La fe de un oficial romano

Cuando Jesús regresó a Capernaúm, un oficial romano[ac] se le acercó y le rogó:

—Señor, mi joven siervo[ad] está en cama, paralizado y con terribles dolores.

—Iré a sanarlo—dijo Jesús.

—Señor—dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará. Lo sé porque estoy bajo la autoridad de mis oficiales superiores y tengo autoridad sobre mis soldados. Solo tengo que decir: “Vayan”, y ellos van, o: “Vengan”, y ellos vienen. Y si les digo a mis esclavos: “Hagan esto”, lo hacen.

10 Al oírlo, Jesús quedó asombrado. Se dirigió a los que lo seguían y dijo: «Les digo la verdad, ¡no he visto una fe como esta en todo Israel! 11 Y les digo que muchos gentiles[ae] vendrán de todas partes del mundo—del oriente y del occidente—y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en la fiesta del reino del cielo. 12 Pero muchos israelitas—para quienes se preparó el reino—serán arrojados a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes».

13 Entonces Jesús le dijo al oficial romano: «Vuelve a tu casa. Debido a que creíste, ha sucedido». Y el joven siervo quedó sano en esa misma hora.

Jesús sana a mucha gente

14 Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, la suegra de Pedro estaba enferma en cama con mucha fiebre. 15 Jesús le tocó la mano, y la fiebre se fue. Entonces ella se levantó y le preparó una comida.

16 Aquella noche, le llevaron a Jesús muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malignos con una simple orden y sanó a todos los enfermos. 17 Así se cumplió la palabra del Señor por medio del profeta Isaías, quien dijo:

«Se llevó nuestras enfermedades
    y quitó nuestras dolencias»[af].

Lo que cuesta seguir a Jesús

18 Cuando Jesús vio a la multitud que lo rodeaba, dio instrucciones a sus discípulos de que cruzaran al otro lado del lago.

19 Entonces uno de los maestros de la ley religiosa le dijo:

—Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.

20 Jesús le respondió:

—Los zorros tienen cuevas donde vivir y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre[ag] no tiene ni siquiera un lugar donde recostar la cabeza.

21 Otro de sus discípulos dijo:

—Señor, deja que primero regrese a casa y entierre a mi padre.

22 Jesús le dijo:

—Sígueme ahora. Deja que los muertos espirituales entierren a sus propios muertos.[ah]

Jesús calma la tormenta

23 Luego Jesús entró en la barca y comenzó a cruzar el lago con sus discípulos. 24 De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en la barca; pero Jesús dormía. 25 Los discípulos fueron a despertarlo:

—Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar!—gritaron.

26 —¿Por qué tienen miedo?—preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe!

Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma.

27 Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».

Jesús sana a dos endemoniados

28 Cuando Jesús llegó al otro lado del lago, a la región de los gadarenos,[ai] dos hombres que estaban poseídos por demonios salieron a su encuentro. Salían de entre las tumbas y eran tan violentos que nadie podía pasar por esa zona.

29 Comenzaron a gritarle: «¿Por qué te entrometes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para torturarnos antes del tiempo establecido por Dios?».

30 Sucedió que a cierta distancia había una gran manada de cerdos alimentándose. 31 Entonces los demonios suplicaron:

—Si nos echas afuera, envíanos a esa manada de cerdos.

32 —Muy bien, ¡vayan!—les ordenó Jesús.

Entonces los demonios salieron de los hombres y entraron en los cerdos, y toda la manada se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.

33 Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y contaron a todos lo que había sucedido con los endemoniados. 34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, pero le rogaron que se fuera y los dejara en paz.

Jesús sana a un paralítico

Jesús subió a una barca y regresó al otro lado del lago, a su propia ciudad. Unos hombres le llevaron a un paralítico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo mío! Tus pecados son perdonados».

Entonces algunos de los maestros de la ley religiosa decían en su interior: «¡Es una blasfemia! ¿Acaso se cree que es Dios?».

Jesús sabía[aj] lo que ellos estaban pensando, así que les preguntó: «¿Por qué tienen pensamientos tan malvados en el corazón? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados son perdonados” o “Ponte de pie y camina”? Así que les demostraré que el Hijo del Hombre[ak] tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».

¡El hombre se levantó de un salto y se fue a su casa! Al ver esto, el temor se apoderó de la multitud y alabaron a Dios por darles semejante autoridad a los seres humanos.

Jesús llama a Mateo

Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Mateo se levantó y lo siguió.

10 Más tarde, Mateo invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. 11 Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a los discípulos: «¿Por qué su maestro come con semejante escoria[al]?».

12 Cuando Jesús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí». 13 Luego añadió: «Ahora vayan y aprendan el significado de la siguiente Escritura: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”[am]. Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores».

Discusión acerca del ayuno

14 Un día los discípulos de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron:

—¿Por qué tus discípulos no ayunan,[an] como lo hacemos nosotros y los fariseos?

15 Jesús respondió:

—¿Acaso los invitados de una boda están de luto mientras festejan con el novio? Por supuesto que no, pero un día el novio será llevado, y entonces sí ayunarán.

16 »Además, ¿a quién se le ocurriría remendar una prenda vieja con tela nueva? Pues el remiendo nuevo encogería y se desprendería de la tela vieja, lo cual dejaría una rotura aún mayor que la anterior.

17 »Y nadie pone vino nuevo en cueros viejos. Pues los cueros viejos se reventarían por la presión y el vino se derramaría, y los cueros quedarían arruinados. El vino nuevo se guarda en cueros nuevos para preservar a ambos.

Jesús sana en respuesta a la fe

18 Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir—le dijo—, pero tú puedes traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre ella».

19 Entonces Jesús y sus discípulos se levantaron y fueron con él. 20 Justo en ese momento, una mujer quien hacía doce años que sufría de una hemorragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de Jesús 21 porque pensó: «Si tan solo toco su túnica, quedaré sana».

22 Jesús se dio vuelta, y cuando la vio le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado». Y la mujer quedó sana en ese instante.

23 Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y escuchó la música del funeral. 24 «¡Salgan de aquí!—les dijo—. La niña no está muerta; solo duerme»; pero la gente se rio de él. 25 Sin embargo, una vez que hicieron salir a todos, Jesús entró y tomó la mano de la niña, ¡y ella se puso de pie! 26 La noticia de este milagro corrió por toda la región.

Jesús sana a unos ciegos

27 Cuando Jesús salió de la casa de la niña, lo siguieron dos hombres ciegos, quienes gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!».

28 Entraron directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó:

—¿Creen que puedo darles la vista?

—Sí, Señor—le dijeron—, lo creemos.

29 Entonces él les tocó los ojos y dijo:

—Debido a su fe, así se hará.

30 Entonces sus ojos se abrieron, ¡y pudieron ver! Jesús les advirtió severamente: «No se lo cuenten a nadie»; 31 pero ellos, en cambio, salieron e hicieron correr su fama por toda la región.

32 Cuando se fueron, un hombre que no podía hablar, poseído por un demonio, fue llevado a Jesús. 33 Entonces Jesús expulsó al demonio y después el hombre comenzó a hablar. Las multitudes quedaron asombradas. «¡Jamás sucedió algo así en Israel!», exclamaron.

34 Sin embargo, los fariseos dijeron: «Puede expulsar demonios porque el príncipe de los demonios le da poder».

La necesidad de obreros

35 Jesús recorrió todas las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las sinagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y sanaba toda clase de enfermedades y dolencias. 36 Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 37 A sus discípulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. 38 Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos».

Jesús envía a los doce apóstoles

10 Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos[ao] y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son los siguientes:

Primero, Simón (también llamado Pedro),

luego Andrés (el hermano de Pedro),

Santiago (hijo de Zebedeo),

Juan (el hermano de Santiago),

Felipe,

Bartolomé,

Tomás,

Mateo (el cobrador de impuestos),

Santiago (hijo de Alfeo),

Tadeo,[ap]

Simón (el zelote[aq]),

Judas Iscariote (quien después lo traicionó).

Jesús envió a los doce apóstoles con las siguientes instrucciones: «No vayan a los gentiles[ar] ni a los samaritanos, sino solo al pueblo de Israel, las ovejas perdidas de Dios. Vayan y anúncienles que el reino del cielo está cerca.[as] Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los que tienen lepra y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!

»No lleven nada de dinero en el cinturón, ni monedas de oro, ni de plata, ni siquiera de cobre. 10 No lleven bolso de viaje con una muda de ropa ni con sandalias, ni siquiera lleven un bastón. No duden en aceptar la hospitalidad, porque los que trabajan merecen que se les dé alimento.

11 »Cada vez que entren en una ciudad o una aldea, busquen a una persona digna y quédense en su casa hasta que salgan de ese lugar. 12 Cuando entren en el hogar, bendíganlo. 13 Si resulta ser un hogar digno, dejen que su bendición siga allí; si no lo es, retiren la bendición. 14 Si cualquier casa o ciudad se niega a darles la bienvenida o a escuchar su mensaje, sacúdanse el polvo de los pies al salir. 15 Les digo la verdad, el día del juicio les irá mejor a las ciudades perversas de Sodoma y Gomorra que a esa ciudad.

16 »Miren, los envío como ovejas en medio de lobos. Por lo tanto, sean astutos como serpientes e inofensivos como palomas. 17 Tengan cuidado, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán con látigos en las sinagogas. 18 Serán sometidos a juicio delante de gobernantes y reyes por ser mis seguidores; pero esa será una oportunidad para que les hablen a los gobernantes y a otros incrédulos acerca de mí.[at] 19 Cuando los arresten, no se preocupen por cómo responder o qué decir. Dios les dará las palabras apropiadas en el momento preciso. 20 Pues no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes.

21 »Un hermano traicionará a muerte a su hermano, un padre traicionará a su propio hijo, los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten. 22 Todas las naciones los odiarán a ustedes por ser mis seguidores,[au] pero todo el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. 23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a la siguiente. Les digo la verdad, el Hijo del Hombre[av] regresará antes de que hayan llegado a todas las ciudades de Israel.

24 »Los alumnos[aw] no son superiores a su maestro, y los esclavos no son superiores a su amo. 25 Los alumnos deben parecerse a su maestro, y los esclavos deben parecerse a su amo. Si a mí, el amo de la casa, me han llamado príncipe de los demonios,[ax] a los miembros de mi casa los llamarán con nombres todavía peores.

26 »Así que no tengan miedo de aquellos que los amenazan; pues llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos. 27 Lo que ahora les digo en la oscuridad, grítenlo por todas partes cuando llegue el amanecer. Lo que les susurro al oído, grítenlo desde las azoteas, para que todos lo escuchen.

28 »No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.[ay] 29 ¿Cuánto cuestan dos gorriones: una moneda de cobre[az]? Sin embargo, ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el Padre lo sepa. 30 En cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. 31 Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.

32 »Todo aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo reconoceré delante de mi Padre en el cielo; 33 pero al que me niegue aquí en la tierra también yo lo negaré delante de mi Padre en el cielo.

34 »¡No crean que vine a traer paz a la tierra! No vine a traer paz, sino espada.

35 “He venido a poner a un hombre contra su padre,
    a una hija contra su madre
y a una nuera contra su suegra.
36     ¡Sus enemigos estarán dentro de su propia casa!”[ba] .

37 »Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío. 38 Si te niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser mío. 39 Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.

40 »El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió. 41 Si reciben a un profeta como a alguien que habla de parte de Dios,[bb] recibirán la misma recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su justicia, recibirán una recompensa similar a la de él. 42 Y si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa».

Jesús y Juan el Bautista

11 Cuando Jesús terminó de darles esas instrucciones a los doce discípulos, salió a enseñar y a predicar en las ciudades de toda la región.

Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de todas las cosas que hacía el Mesías. Entonces envió a sus discípulos para que le preguntaran a Jesús:

—¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado[bc] o debemos seguir buscando a otro?

Jesús les dijo:

—Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos caminan bien, los que tienen lepra son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia. —Y agregó—: Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí.[bd]

Mientras los discípulos de Juan se iban, Jesús comenzó a hablar acerca de él a las multitudes: «¿A qué clase de hombre fueron a ver al desierto? ¿Acaso era una caña débil sacudida con la más leve brisa? ¿O esperaban ver a un hombre vestido con ropa costosa? No, la gente que usa ropa costosa vive en los palacios. ¿Buscaban a un profeta? Así es, y él es más que un profeta. 10 Juan es el hombre al que se refieren las Escrituras cuando dicen:

“Mira, envío a mi mensajero por anticipado,
    y él preparará el camino delante de ti”[be] .

11 »Les digo la verdad, de todos los que han vivido, nadie es superior a Juan el Bautista. Sin embargo, hasta la persona más insignificante en el reino del cielo es superior a él. 12 Desde los días en que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino del cielo ha venido avanzando con fuerza,[bf] y gente violenta lo está atacando. 13 Pues, antes de que viniera Juan, todos los profetas y la ley de Moisés anunciaban este tiempo; 14 y si ustedes están dispuestos a aceptar lo que les digo, él es Elías, aquel que los profetas dijeron que vendría.[bg] 15 ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!

16 »¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños que juegan en la plaza. Se quejan ante sus amigos:

17 “Tocamos canciones de bodas,
    y no bailaron;
entonces tocamos cantos fúnebres,
    y no se lamentaron”.

18 Pues Juan no dedicaba el tiempo a comer y beber, y ustedes dicen: “Está poseído por un demonio”. 19 El Hijo del Hombre,[bh] por su parte, festeja y bebe, y ustedes dicen: “¡Es un glotón y un borracho y es amigo de cobradores de impuestos y de otros pecadores!”. Pero la sabiduría demuestra estar en lo cierto por medio de sus resultados».

Juicio para los incrédulos

20 Luego Jesús comenzó a denunciar a las ciudades en las que había hecho tantos milagros, porque no se habían arrepentido de sus pecados ni se habían vuelto a Dios. 21 «¡Qué aflicción les espera, Corazín y Betsaida! Pues, si en las perversas ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran hecho los milagros que hice entre ustedes, hace tiempo sus habitantes se habrían arrepentido de sus pecados vistiéndose con ropa de tela áspera y echándose ceniza sobre la cabeza en señal de remordimiento. 22 Les digo que, el día del juicio, a Tiro y a Sidón les irá mejor que a ustedes.

23 »Y ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No, descenderán al lugar de los muertos.[bi] Pues, si hubiera hecho en la perversa ciudad de Sodoma los milagros que hice entre ustedes, la ciudad estaría aquí hasta el día de hoy. 24 Les digo que, el día del juicio, aun a Sodoma le irá mejor que a ustedes».

Jesús da gracias al Padre

25 En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños. 26 Sí, Padre, ¡te agradó hacerlo de esa manera!

27 »Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».

28 Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. 29 Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. 30 Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana».

Discusión acerca del día de descanso

12 Por ese tiempo, Jesús caminaba en el día de descanso por unos terrenos sembrados. Sus discípulos tenían hambre, entonces comenzaron a arrancar unas espigas de grano y a comérselas. Algunos fariseos los vieron y protestaron:

—Mira, tus discípulos violan la ley al cosechar granos en el día de descanso.

Jesús les dijo:

—¿No han leído en las Escrituras lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros violaron la ley al comer los panes sagrados, que solo a los sacerdotes se les permitía comer. ¿Y no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes de turno en el templo pueden trabajar en el día de descanso? Les digo, ¡aquí hay uno que es superior al templo! Ustedes no habrían condenado a mis discípulos—quienes son inocentes—si conocieran el significado de la Escritura que dice: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”[bj]. Pues el Hijo del Hombre[bk] es Señor, ¡incluso del día de descanso!

Jesús sana en el día de descanso

Luego Jesús entró en la sinagoga de ellos, 10 y allí vio a un hombre que tenía una mano deforme. Los fariseos le preguntaron a Jesús:

—¿Permite la ley que una persona trabaje sanando en el día de descanso?

(Esperaban que él dijera que sí para poder levantar cargos en su contra).

11 Él les respondió:

—Si tuvieran una oveja y esta cayera en un pozo de agua en el día de descanso, ¿no trabajarían para sacarla de allí? Por supuesto que lo harían. 12 ¡Y cuánto más valiosa es una persona que una oveja! Así es, la ley permite que una persona haga el bien en el día de descanso.

13 Después le dijo al hombre: «Extiende la mano». Entonces el hombre la extendió, y la mano quedó restaurada, ¡igual que la otra! 14 Entonces los fariseos convocaron a una reunión para tramar cómo matar a Jesús.

Jesús, el Siervo elegido de Dios

15 Pero Jesús sabía lo que ellos tenían en mente. Entonces salió de esa región, y mucha gente lo siguió. Sanó a todos los enfermos de esa multitud, 16 pero les advirtió que no revelaran quién era él. 17 Con eso se cumplió la profecía de Isaías acerca de él:

18 «Miren a mi Siervo, al que he elegido.
    Él es mi Amado, quien me complace.
Pondré mi Espíritu sobre él,
    y proclamará justicia a las naciones.
19 No peleará ni gritará,
    ni levantará su voz en público.
20 No aplastará la caña más débil
    ni apagará una vela que titila.
    Al final, hará que la justicia salga victoriosa.
21 Y su nombre será la esperanza
    de todo el mundo»[bl].

Jesús y el príncipe de los demonios

22 Luego le llevaron a Jesús a un hombre ciego y mudo que estaba poseído por un demonio. Jesús sanó al hombre para que pudiera hablar y ver. 23 La multitud quedó llena de asombro, y preguntaba: «¿Será posible que Jesús sea el Hijo de David, el Mesías?».

24 Pero cuando los fariseos oyeron del milagro, dijeron: «Con razón puede expulsar demonios. Él recibe su poder de Satanás,[bm] el príncipe de los demonios».

25 Jesús conocía sus pensamientos y les contestó: «Todo reino dividido por una guerra civil está condenado al fracaso. Una ciudad o una familia dividida por peleas se desintegrará. 26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido y pelea contra sí mismo; su propio reino no sobrevivirá. 27 Entonces, si mi poder proviene de Satanás, ¿qué me dicen de sus propios exorcistas, quienes también expulsan demonios? Así que ellos los condenarán a ustedes por lo que acaban de decir. 28 Sin embargo, si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado y está entre ustedes. 29 Pues, ¿quién tiene suficiente poder para entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes? Solo alguien aún más fuerte, alguien que pudiera atarlo y después saquear su casa.

30 »El que no está conmigo, a mí se opone, y el que no trabaja conmigo, en realidad, trabaja en mi contra.

31 »Por eso les digo, cualquier pecado y blasfemia pueden ser perdonados, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo, que jamás será perdonada. 32 El que hable en contra del Hijo del Hombre puede ser perdonado, pero el que hable contra el Espíritu Santo jamás será perdonado, ya sea en este mundo o en el que vendrá.

33 »A un árbol se le identifica por su fruto. Si el árbol es bueno, su fruto será bueno. Si el árbol es malo, su fruto será malo. 34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo podrían hombres malvados como ustedes hablar de lo que es bueno y correcto? Pues lo que está en el corazón determina lo que uno dice. 35 Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. 36 Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho. 37 Las palabras que digas te absolverán o te condenarán».

La señal de Jonás

38 Un día, algunos maestros de la ley religiosa y algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Maestro, queremos que nos muestres alguna señal milagrosa para probar tu autoridad.

39 Jesús les respondió:

—Solo una generación maligna y adúltera exigiría una señal milagrosa; pero la única que les daré será la señal del profeta Jonás. 40 Así como Jonás estuvo en el vientre del gran pez durante tres días y tres noches, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra durante tres días y tres noches.

41 »El día del juicio los habitantes de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora alguien superior a Jonás está aquí, pero ustedes se niegan a arrepentirse. 42 La reina de Saba[bn] también se levantará contra esta generación el día del juicio y la condenará, porque vino de una tierra lejana para oír la sabiduría de Salomón. Ahora alguien superior a Salomón está aquí, pero ustedes se niegan a escuchar.

43 »Cuando un espíritu maligno[bo] sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero no lo encuentra. 44 Entonces dice: “Volveré a la persona de la cual salí”. De modo que regresa y encuentra su antigua casa vacía, barrida y en orden. 45 Entonces el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y entonces esa persona queda peor que antes. Eso es lo que le ocurrirá a esta generación maligna.

La verdadera familia de Jesús

46 Mientras Jesús hablaba a la multitud, su madre y sus hermanos estaban afuera y pedían hablar con él. 47 Alguien le dijo a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están parados afuera y desean hablar contigo»[bp].

48 Jesús preguntó: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?». 49 Luego señaló a sus discípulos y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos. 50 Pues todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Parábola del sembrador

13 Más tarde ese mismo día, Jesús salió de la casa y se sentó junto al lago. Pronto se reunió una gran multitud alrededor de él, así que entró en una barca. Se sentó allí y enseñó mientras la gente estaba de pie en la orilla. Contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente:

«¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».

10 Sus discípulos vinieron y le preguntaron:

—¿Por qué usas parábolas cuando hablas con la gente?

11 —A ustedes se les permite entender los secretos[bq] del reino del cielo—les contestó—, pero a otros no. 12 A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más comprensión, y tendrán conocimiento en abundancia; pero a los que no escuchan se les quitará aun lo poco que entiendan. 13 Por eso uso estas parábolas:

Pues ellos miran, pero en realidad no ven.
    Oyen, pero en realidad no escuchan ni entienden.

14 De esa forma, se cumple la profecía de Isaías que dice:

“Cuando ustedes oigan lo que digo,
    no entenderán.
Cuando vean lo que hago,
    no comprenderán.
15 Pues el corazón de este pueblo está endurecido,
    y sus oídos no pueden oír,
y han cerrado los ojos,
    así que sus ojos no pueden ver,
y sus oídos no pueden oír,
    y su corazón no puede entender,
y no pueden volver a mí
    para que yo los sane”[br] .

16 »Pero benditos son los ojos de ustedes, porque ven; y sus oídos, porque oyen. 17 Les digo la verdad, muchos profetas y muchas personas justas anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y anhelaron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.

18 »Escuchen ahora la explicación de la parábola acerca del agricultor que salió a sembrar: 19 Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. 20 Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; 21 pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. 22 Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza, así que no se produce ningún fruto. 23 Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!

Parábola del trigo y la maleza

24 La siguiente es otra historia que contó Jesús: «El reino del cielo es como un agricultor que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero aquella noche, mientras los trabajadores dormían, vino su enemigo, sembró hierbas malas entre el trigo y se escabulló. 26 Cuando el cultivo comenzó a crecer y a producir granos, la maleza también creció.

27 »Los empleados del agricultor fueron a hablar con él y le dijeron: “Señor, el campo donde usted sembró la buena semilla está lleno de maleza. ¿De dónde salió?”.

28 »“¡Eso es obra de un enemigo!”, exclamó el agricultor.

»“¿Arrancamos la maleza?”, le preguntaron.

29 »“No—contestó el amo—, si lo hacen, también arrancarán el trigo. 30 Dejen que ambas crezcan juntas hasta la cosecha. Entonces les diré a los cosechadores que separen la maleza, la aten en manojos y la quemen, y que pongan el trigo en el granero”».

Parábola de la semilla de mostaza

31 La siguiente es otra ilustración que usó Jesús: «El reino del cielo es como una semilla de mostaza sembrada en un campo. 32 Es la más pequeña de todas las semillas, pero se convierte en la planta más grande del huerto; crece hasta llegar a ser un árbol y vienen los pájaros y hacen nidos en las ramas».

Parábola de la levadura

33 Jesús también usó la siguiente ilustración: «El reino del cielo es como la levadura que utilizó una mujer para hacer pan. Aunque puso solo una pequeña porción de levadura en tres medidas de harina, la levadura impregnó toda la masa».

34 Jesús siempre usaba historias e ilustraciones como esas cuando hablaba con las multitudes. De hecho, nunca les habló sin usar parábolas. 35 Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio del profeta:

«Les hablaré en parábolas.
    Les explicaré cosas escondidas desde la creación del mundo[bs]».

Explicación de la parábola del trigo y la maleza

36 Luego, Jesús dejó a las multitudes afuera y entró en la casa. Sus discípulos le dijeron:

—Por favor, explícanos la historia de la maleza en el campo.

37 Jesús respondió:

—El Hijo del Hombre[bt] es el agricultor que siembra la buena semilla. 38 El campo es el mundo, y la buena semilla representa a la gente del reino. La maleza representa a las personas que pertenecen al maligno. 39 El enemigo que sembró la maleza entre el trigo es el diablo. La cosecha es el fin del mundo,[bu] y los cosechadores son los ángeles.

40 »Tal como se separa la maleza y se quema en el fuego, así será en el fin del mundo. 41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y ellos quitarán del reino todo lo que produzca pecado y a todos aquellos que hagan lo malo. 42 Y los ángeles los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes. 43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!

Parábolas del tesoro escondido y de la perla

44 »El reino del cielo es como un tesoro escondido que un hombre descubrió en un campo. En medio de su entusiasmo, lo escondió nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de juntar el dinero suficiente para comprar el campo.

45 »Además el reino del cielo es como un comerciante en busca de perlas de primera calidad. 46 Cuando descubrió una perla de gran valor, vendió todas sus posesiones y la compró.

Parábola de la red para pescar

47 »También el reino del cielo es como una red para pescar, que se echó al agua y atrapó toda clase de peces. 48 Cuando la red se llenó, los pescadores la arrastraron a la orilla, se sentaron y agruparon los peces buenos en cajas, pero desecharon los que no servían. 49 Así será en el fin del mundo. Los ángeles vendrán y separarán a los perversos de los justos, 50 y arrojarán a los malos en el horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes. 51 ¿Entienden todas estas cosas?

—Sí—le dijeron—, las entendemos.

52 Entonces añadió:

—Todo maestro de la ley religiosa que se convierte en un discípulo del reino del cielo es como el propietario de una casa, que trae de su depósito joyas de la verdad tanto nuevas como viejas.

Jesús es rechazado en Nazaret

53 Cuando Jesús terminó de contar esas historias e ilustraciones, salió de esa región. 54 Regresó a Nazaret, su pueblo. Cuando enseñó allí en la sinagoga, todos quedaron asombrados, y decían: «¿De dónde saca esa sabiduría y el poder para hacer milagros?». 55 Y se burlaban: «No es más que el hijo del carpintero, y conocemos a María, su madre, y a sus hermanos: Santiago, José,[bv] Simón y Judas. 56 Todas sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros. ¿Dónde aprendió todas esas cosas?». 57 Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él.

Entonces Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas partes menos en su propio pueblo y entre su propia familia». 58 Por lo tanto, hizo solamente unos pocos milagros allí debido a la incredulidad de ellos.

Muerte de Juan el Bautista

14 Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,[bw] oyó hablar de Jesús, les dijo a sus consejeros: «¡Este debe ser Juan el Bautista que resucitó de los muertos! Por eso puede hacer semejantes milagros».

Pues Herodes había arrestado y encarcelado a Juan como un favor para su esposa, Herodías (exesposa de Felipe, el hermano de Herodes). Juan venía diciendo a Herodes: «Es contra la ley de Dios que te cases con ella». Herodes quería matar a Juan pero temía que se produjera un disturbio, porque toda la gente creía que Juan era un profeta.

Pero durante la fiesta de cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó una danza que a él le agradó mucho; entonces le prometió con un juramento que le daría cualquier cosa que ella quisiera. Presionada por su madre, la joven dijo: «Quiero en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». Entonces el rey se arrepintió de lo que había dicho; pero debido al juramento que había hecho delante de sus invitados, dio las órdenes necesarias. 10 Así fue que decapitaron a Juan en la prisión, 11 trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la joven, quien se la llevó a su madre. 12 Después, los discípulos de Juan llegaron a buscar su cuerpo y lo enterraron. Luego fueron a contarle a Jesús lo que había sucedido.

Jesús alimenta a cinco mil

13 En cuanto Jesús escuchó la noticia, salió en una barca a un lugar alejado para estar a solas; pero las multitudes oyeron hacia dónde se dirigía y lo siguieron a pie desde muchas ciudades. 14 Cuando Jesús bajó de la barca, vio a la gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los enfermos.

15 Esa tarde, los discípulos se le acercaron y le dijeron:

—Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde. Despide a las multitudes para que puedan ir a las aldeas a comprarse comida.

16 Jesús les dijo:

—Eso no es necesario; denles ustedes de comer.

17 —¡Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados!—le respondieron.

18 —Tráiganlos aquí—dijo Jesús.

19 Luego le dijo a la gente que se sentara sobre la hierba. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Después partió los panes en trozos y se los dio a sus discípulos, quienes los distribuyeron entre la gente. 20 Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró. 21 Aquel día, ¡unos cinco mil hombres se alimentaron, además de las mujeres y los niños!

Jesús camina sobre el agua

22 Inmediatamente después, Jesús insistió en que los discípulos regresaran a la barca y cruzaran al otro lado del lago mientras él enviaba a la gente a casa. 23 Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.

24 Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas. 25 A eso de las tres de la madrugada,[bx] Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!».

27 Pero Jesús les habló de inmediato:

—No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí![by]

28 Entonces Pedro lo llamó:

—Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua.

29 —Sí, ven—dijo Jesús.

Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, 30 pero cuando vio el fuerte[bz] viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse.

—¡Sálvame, Señor!—gritó.

31 De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró.

—Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?

32 Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. 33 Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.

34 Después de cruzar el lago, arribaron a Genesaret. 35 Cuando la gente reconoció a Jesús, la noticia de su llegada corrió rápidamente por toda la región, y pronto la gente llevó a todos los enfermos para que fueran sanados. 36 Le suplicaban que permitiera a los enfermos tocar al menos el fleco de su túnica, y todos los que tocaban a Jesús eran sanados.

Jesús enseña acerca de la pureza interior

15 En ese momento, algunos fariseos y maestros de la ley religiosa llegaron desde Jerusalén para ver a Jesús.

—¿Por qué tus discípulos desobedecen nuestra antigua tradición?—le preguntaron—. No respetan la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.

Jesús les respondió:

—¿Y por qué ustedes, por sus tradiciones, violan los mandamientos directos de Dios? Por ejemplo, Dios dice: “Honra a tu padre y a tu madre”[ca] y “Cualquiera que hable irrespetuosamente de su padre o de su madre tendrá que morir”[cb]. Sin embargo, ustedes dicen que está bien que uno les diga a sus padres: “Lo siento, no puedo ayudarlos porque he jurado darle a Dios lo que les hubiera dado a ustedes”. De esta manera, ustedes afirman que no hay necesidad de honrar a los padres;[cc] y entonces anulan la palabra de Dios por el bien de su propia tradición. ¡Hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca de ustedes, porque escribió:

“Este pueblo me honra con sus labios,
    pero su corazón está lejos de mí.
Su adoración es una farsa
    porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios”[cd] .

10 Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen—les dijo—, y traten de entender. 11 Lo que entra por la boca no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por las palabras que salen de la boca».

12 Entonces los discípulos se acercaron y le preguntaron:

—¿Te das cuenta de que has ofendido a los fariseos con lo que acabas de decir?

13 Jesús contestó:

—Toda planta que no fue plantada por mi Padre celestial será arrancada de raíz, 14 así que no les hagan caso. Son guías ciegos que conducen a los ciegos, y si un ciego guía a otro, los dos caerán en una zanja.

15 Entonces Pedro le dijo a Jesús:

—Explícanos la parábola que dice que la gente no se contamina por lo que come.

16 —¿Todavía no lo entienden?—preguntó Jesús—. 17 Todo lo que comen pasa a través del estómago y luego termina en la cloaca, 18 pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. 19 Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia. 20 Esas cosas son las que los contaminan. Comer sin lavarse las manos nunca los contaminará.

La fe de una mujer gentil

21 Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro y Sidón. 22 Una mujer de los gentiles,[ce] que vivía allí, se le acercó y le rogó: «¡Ten misericordia de mí, oh Señor, Hijo de David! Pues mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente».

23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya—dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas».

24 Entonces Jesús le dijo a la mujer:

—Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel.

25 Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:

—¡Señor, ayúdame!

26 Jesús le respondió:

—No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.

27 —Es verdad, Señor—respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.

28 —Apreciada mujer—le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides.

Y al instante la hija se sanó.

Jesús sana a mucha gente

29 Jesús regresó al mar de Galilea, subió a una colina y se sentó. 30 Una inmensa multitud le llevó a personas cojas, ciegas, lisiadas, mudas y a muchas más. Las pusieron delante de Jesús y él las sanó a todas. 31 ¡La multitud quedó asombrada! Los que no podían hablar, ahora hablaban; los lisiados quedaron sanos, los cojos caminaban bien y los ciegos podían ver; y alababan al Dios de Israel.

Jesús alimenta a cuatro mil

32 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlos con hambre, no sea que se desmayen por el camino.

33 Los discípulos contestaron:

—¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud?

34 —¿Cuánto pan tienen?—preguntó Jesús.

—Siete panes y unos pocos pescaditos—contestaron ellos.

35 Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo. 36 Luego tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y los partió en trozos. Se los dio a los discípulos, quienes repartieron la comida entre la multitud.

37 Todos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró. 38 Aquel día, cuatro mil hombres recibieron alimento, además de las mujeres y los niños. 39 Entonces Jesús envió a todos a sus casas, subió a una barca y cruzó a la región de Magadán.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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