The Daily Audio Bible
Today's audio is from the CEB. Switch to the CEB to read along with the audio.
La plaga de langostas
10 El Señor le dijo a Moisés:
«Preséntate ante el faraón. Yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrarles a ellos estas señales mías, 2 y para que tú les cuentes a tus hijos y a tus nietos las señales que hice entre ellos en Egipto. Así sabrán que yo soy el Señor.»
3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le dijeron:
«El Señor, el Dios de los hebreos, ha dicho: “¿Hasta cuándo te negarás a humillarte delante de mí? ¡Deja ir a mi pueblo, para que me sirva! 4 Si insistes en no dejarlo ir, mañana mismo traeré langostas sobre tu territorio, 5 y éstas cubrirán la superficie de la tierra, de tal modo que no podrá verse el suelo. Se comerán todo lo que el granizo no haya dañado, lo mismo que todos los árboles frutales del campo. 6 Llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, como nunca antes lo vieron tus padres ni tus abuelos desde que nacieron hasta el día de hoy.”»
Y dándose vuelta, Moisés salió de la presencia del faraón. 7 Entonces los siervos del faraón le dijeron:
«¿Hasta cuándo este hombre será para nosotros una trampa? ¡Deja que esta gente se vaya y sirva al Señor su Dios! ¿Acaso no sabes todavía que Egipto se encuentra en ruinas?»
8 El faraón volvió a llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:
«Vayan y sirvan al Señor su Dios. ¿Quiénes son los que va a ir?»
9 Moisés respondió:
«Tenemos que ir con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, y con nuestras ovejas y nuestras vacas. Se trata de nuestra fiesta solemne para el Señor.»
10 Pero el faraón les dijo:
«¡Y claro, también el Señor va a ir con ustedes! ¿Cómo creen que voy a dejarlos ir, a ustedes y a sus niños? ¡Tengan cuidado, que les puede ir muy mal! 11 Pues no será así. Vayan ahora ustedes los varones, y sirvan al Señor, ya que eso es lo que pidieron.»
Y los echaron fuera de la presencia del faraón.
12 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
«Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que vengan las langostas y cubran todo el país, y acaben con todo lo que dejó el granizo.»
13 Y Moisés extendió su vara sobre la tierra de Egipto, y el Señor hizo que todo ese día y toda esa noche soplara sobre el país un viento del oriente; y cuando llegó la mañana, con ese viento del oriente llegaron las langostas. 14 Y se extendieron y se plantaron por todo Egipto. Vinieron en tal cantidad, que nunca antes sucedió algo así, ni sucederá después. 15 De tal manera cubrieron la superficie del país, que se oscureció la tierra.(A) Arrasaron con toda la hierba del campo, y con todos los frutos que el granizo había dejado en los árboles. En toda la tierra de Egipto no quedó nada verde en los árboles ni en la hierba del campo.
16 El faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:
«He pecado contra el Señor su Dios, y contra ustedes. 17 Pero les ruego que, sólo por esta vez, perdonen mi pecado y pidan al Señor su Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.»
18 Y Moisés salió de la presencia del faraón, y oró al Señor. 19 Entonces el Señor trajo de occidente un viento muy fuerte, y barrió con las langostas y las arrojó al Mar Rojo. ¡Ni una sola langosta quedó en todo Egipto! 20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
La plaga de tinieblas
21 El Señor le dijo a Moisés:
«Extiende tu mano hacia el cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas(B) tan densas que hasta se puedan tocar.»
22 Y Moisés extendió su mano hacia el cielo, y durante tres días todo Egipto se cubrió de densas tinieblas. 23 En esos tres días, nadie pudo ver a su vecino, ni nadie se movió de su sitio; en cambio, todos los hijos de Israel tenían luz en sus casas. 24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés, y le dijo:
«Vayan a servir al Señor, y lleven con ustedes a sus niños, con tal de que dejen aquí a sus ovejas y sus vacas.»
25 Pero Moisés respondió:
«¡Pues hasta tú vas a darnos los animales que debemos ofrecer al Señor nuestro Dios como sacrificio y holocausto! 26 También nuestros ganados irán con nosotros. No se quedará aquí ni una sola pezuña, pues tenemos que tomar de nuestros animales para servir al Señor nuestro Dios, y no sabremos cómo debemos servirle hasta que lleguemos allá.»
27 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir; 28 al contrario, el faraón le dijo a Moisés:
«¡Aléjate de mí! ¡Y ten cuidado de no volver a verme! Porque si algún día vuelves a verme, morirás.»
29 Y Moisés le respondió:
«Tal y como lo has dicho, ¡nunca más volveré a verte!»
La muerte de los primogénitos egipcios
11 El Señor le dijo a Moisés:
«Todavía voy a traer una plaga sobre el faraón y sobre Egipto. Después de eso, él los dejará ir de aquí, y esa expulsión será definitiva. 2 Ve ahora y habla con el pueblo, para que todos, hombres y mujeres, les pidan a sus vecinos y vecinas alhajas de oro y plata.»
3 Y el Señor hizo que los egipcios vieran al pueblo con buenos ojos. Moisés también era tenido en alta estima en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los siervos del faraón como a los ojos del pueblo. 4 Así que Moisés dijo:
«Así ha dicho el Señor: “A la medianoche pasaré a través de todo Egipto, 5 y todos los primogénitos egipcios morirán, desde el primogénito del faraón, que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que trabaja en el molino, y también todas las primeras crías de los animales. 6 Habrá en todo Egipto un gran clamor, como no lo hubo antes, ni jamás lo habrá. 7 Pero entre los hijos de Israel, ni un perro moverá su lengua contra ellos, ni contra sus animales, para que sepan que el Señor hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8 Y todos estos siervos tuyos se humillarán ante mí, y con el rostro inclinado delante de mí dirán: ‘Vete de aquí, tú y todo el pueblo que te sigue’. Después de esto, yo saldré.”»
Y Moisés salió muy enojado de la presencia del faraón. 9 Entonces el Señor le dijo:
«Para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto, el faraón no les va a hacer caso.»
10 Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante del faraón, pues el Señor endureció el corazón del faraón y no dejó salir de su país a los hijos de Israel.
La Pascua
12 El Señor habló con Moisés y Aarón en la tierra de Egipto, y les dijo:
2 «Este mes marcará el principio de los meses. Será para ustedes el primer mes del año. 3 Hablen con toda la congregación de Israel, y díganle: “El día diez de este mes, cada uno de ustedes debe tomar un cordero por familia, según las familias de los padres.” 4 Si la familia es tan pequeña como para no comerse todo el cordero, entonces esa familia y sus vecinos más cercanos tomarán un cordero, según el número de personas. Calcularán el cordero según lo que cada persona pueda comer. 5 El animal debe ser macho, de un año y sin ningún defecto, y lo tomarán de las ovejas o de las cabras. 6 Lo apartarán hasta el día catorce de este mes, y toda la congregación de Israel lo sacrificará entre la tarde y la noche. 7 Tomarán un poco de sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo vayan a comer. 8 Lo comerán esa noche, asando la carne al fuego y acompañando la carne con panes sin levadura y hierbas amargas. 9 La carne no debe estar cruda ni ser cocida en agua, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y las entrañas. 10 No dejarán nada del cordero para el día siguiente; si algo queda hasta el día siguiente lo quemarán por completo. 11 Debe comer el cordero vestidos y calzados, y con el bordón en la mano, y comerlo de prisa; se trata de la Pascua(C) del Señor. 12 Esa noche yo, el Señor, pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primogénito egipcio, tanto de sus hombres como de sus animales, y también dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto. 13 Y cuando hiera yo la tierra de Egipto, la sangre en las casas donde ustedes se encuentren les servirá de señal, pues yo veré la sangre y seguiré adelante, y no habrá entre ustedes ninguna plaga de mortandad.
La viña y los viñadores
20 »El reino de los cielos es semejante al dueño de una finca, que salió por la mañana a contratar trabajadores para su viña. 2 Convino con ellos en que les pagaría el salario de un día, y los envió a su viña. 3 Como a las nueve de la mañana, salió y vio en la plaza a otros que estaban desocupados, 4 y les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo que sea justo.” Y ellos fueron. 5 Cerca del mediodía volvió a salir, y lo mismo hizo a las tres de la tarde, 6 y cuando salió cerca de las cinco de la tarde halló a otros que estaban desocupados, y les dijo: “¿Por qué se han pasado todo el día aquí, sin hacer nada?” 7 Le respondieron: “Es que nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Vayan también ustedes a la viña.” 8 Cuando llegó la noche, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los trabajadores y págales su jornal.(A) Comienza por los últimos y termina por los primeros.” 9 Los que habían llegado cerca de las cinco de la tarde pasaron y cada uno recibió el salario de un día de trabajo. 10 Cuando pasaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día de trabajo. 11 Al recibirlo, comenzaron a murmurar contra el dueño de la finca. 12 Decían: “Estos últimos han trabajado una sola hora, y les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el cansancio y el calor del día.” 13 El dueño le dijo a uno de ellos: “Amigo mío, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? 14 Ésa es tu paga. Tómala y vete. Si yo quiero darle a este último lo mismo que te doy a ti, 15 ¿no tengo el derecho de hacer lo que quiera con lo que es mío? ¿O acaso tienes envidia, porque yo soy bueno?” 16 Así que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros.»(B)
Nuevamente Jesús anuncia su muerte(C)
17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, en el camino llevó aparte a sus doce discípulos, y les dijo: 18 «Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte. 19 Lo entregarán a los no judíos, para que se burlen de él y lo azoten, y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará.»
Petición de Santiago y de Juan(D)
20 En ese momento la madre de los hijos de Zebedeo se acercó con sus hijos a Jesús, y se postró ante él para pedirle algo. 21 Él le dijo: «¿Qué es lo que quieres?» Ella le respondió: «Manda que en tu reino mis dos hijos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» 22 Jesús le respondió: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Acaso pueden beber del mismo vaso del que yo he de beber?» Y ellos le dijeron: «Sí podemos.» 23 Él les dijo: «A decir verdad, beberán de mi vaso; pero el sentarse a mi derecha y a mi izquierda no me corresponde concederlo, pues ya es de aquellos para quienes mi Padre lo ha preparado.» 24 Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25 Entonces Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones las dominan, y los poderosos les imponen su autoridad. 26 Pero entre ustedes no debe ser así.(E) Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor; 27 y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.(F) 28 Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.»
David implora dirección, perdón y protección
Salmo de David.
25 A ti, Señor, elevo mi alma.
2 Eres mi Dios, y en ti confío;
¡no permitas que mis enemigos
me avergüencen y se burlen de mí!
3 No permitas que sean avergonzados
los que en ti ponen su esperanza;
más bien, que sean puestos en vergüenza
los que sin razón se rebelan contra ti.
4 Señor, dame a conocer tus caminos;
¡Enséñame a seguir tus sendas!
5 Todo el día espero en ti;
¡enséñame a caminar en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y salvador!
6 Recuerda, Señor, que en todo tiempo
me has mostrado tu amor y tu misericordia.
7 Tú, Señor, eres todo bondad.
Por tu misericordia, acuérdate de mí;
pero olvídate de que en mi juventud
pequé y fui rebelde contra ti.
8 El Señor es bueno y recto;
por eso enseña a los pecadores el camino.
9 El Señor muestra su camino a los humildes,
y los encamina en la justicia.
10 Misericordia y verdad son los caminos del Señor
para quienes cumplen fielmente su pacto.
11 Señor, muy grande es mi pecado,
pero haz honor a tu nombre, y perdóname.
12 ¿Quieres tú servir al Señor?
Él te mostrará el mejor camino.
13 Te hará disfrutar de bienestar,
y tus descendientes heredarán la tierra.
14 El Señor es amigo de quienes le temen,
y confirma su pacto con ellos.
15 Señor, siempre dirijo a ti la mirada
porque tú me libras de caer en la trampa.
6 Perezoso, mira a las hormigas;
fíjate en sus caminos, y ponte a pensar.
7 Ellas no tienen quien las mande,
ni quien les dé órdenes ni las gobierne.
8 Preparan su comida en el verano,
y en el tiempo de la siega recogen su comida.
9 Perezoso, ¿cuánto más seguirás durmiendo?
¿Cuándo vas a despertar de tu sueño?
10 Un poco de dormir, un poco de soñar,
un poco de cruzarse de brazos para descansar,
11 y así vendrán tu necesidad y tu pobreza:
como un vago, como un mercenario.(A)
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas