The Daily Audio Bible
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11 Y pasó Salomón á la hija de Faraón, de la ciudad de David á la casa que él le había edificado; porque dijo: Mi mujer no morará en la casa de David rey de Israel, porque aquellas habitaciones donde ha entrado el arca de Jehová, son sagradas.
12 Entonces ofreció Salomón holocaustos á Jehová sobre el altar de Jehová, que había él edificado delante del pórtico,
13 Para que ofreciesen cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los sábados, en las nuevas lunas, y en las solemnidades, tres veces en el año, á saber, en la fiesta de los panes ázimos, en la fiesta de las semanas, y en la fiesta de las cabañas.
14 Y constituyó los repartimientos de los sacerdotes en sus oficios, conforme á la ordenación de David su padre; y los Levitas por sus órdenes, para que alabasen y ministrasen delante de los sacerdotes, casa cosa en su día; asimismo los porteros por su orden á cada puerta: porque así lo había mandado David, varón de Dios.
15 Y no salieron del mandamiento del rey, cuanto á los sacerdotes y Levitas, y los tesoros, y todo negocio:
16 Porque toda la obra de Salomón estaba preparada desde el día en que la casa de Jehová fué fundada hasta que se acabó, hasta que la casa de Jehová fué acabada del todo.
17 Entonces Salomón fué á Esion-geber, y á Eloth, á la costa de la mar en la tierra de Edom.
18 Porque Hiram le había enviado navíos por mano de sus siervos, y marineros diestros en la mar, los cuales fueron con los siervos de Salomón á Ophir, y tomaron de allá cuatrocientos y cincuenta talentos de oro, y los trajeron al rey Salomón.
9 Y OYENDO la reina de Seba la fama de Salomón, vino á Jerusalem con un muy grande séquito, con camellos cargados de aroma, y oro en abundancia, y piedras preciosas, para tentar á Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino á Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía.
2 Pero Salomón le declaró todas sus palabras: ninguna cosa quedó que Salomón no le declarase.
3 Y viendo la reina de Seba la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
4 Y las viandas de su mesa, y el asiento de sus siervos, y el estado de sus criados, y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y su subida por donde subía á la casa de Jehová, no quedó más espíritu en ella.
5 Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;
6 Mas yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto: y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú sobrepujas la fama que yo había oído.
7 Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos tus siervos, que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría.
8 Jehová tu Dios sea bendito, el cual se ha agradado en ti para ponerte sobre su trono por rey de Jehová tu Dios: por cuanto tu Dios amó á Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia.
9 Y dió al rey ciento y veinte talentos de oro, y gran copia de aromas, y piedras preciosas: nunca hubo tales aromas como los que dió la reina de Seba al rey Salomón.
10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ophir, trajeron madera de Algummim, y piedras preciosas.
11 E hizo el rey de la madera de Algummim gradas en la casa de Jehová, y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores: nunca en tierra de Judá se había visto madera semejante.
12 Y el rey Salomón dió á la reina de Seba todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que había traído al rey. Después se volvió y fuése á su tierra con sus siervos.
13 Y el peso de oro que venía á Salomón cada un año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,
14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; y también todos los reyes de Arabia y los príncipes de la tierra traían oro y plata á Salomón.
15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro de martillo, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:
16 Asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y púsolos el rey en la casa del bosque del Líbano.
17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y cubriólo de oro puro.
18 Y había seis gradas al trono, con un estrado de oro al mismo, y brazos de la una parte y de la otra al lugar del asiento, y dos leones que estaban junto á los brazos.
19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas de la una parte y de la otra. Jamás fué hecho otro semejante en reino alguno.
20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era de estima.
21 Porque la flota del rey iba á Tharsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tharsis, y traían oro, plata, marfil, simios, y pavos.
22 Y excedió el rey Salomón á todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.
23 Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, por oir su sabiduría, que Dios había puesto en su corazón:
24 Y de éstos, cada uno traía su presente, vasos de plata, vasos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y acémilas, todos los años.
25 Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para los caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem.
26 Y tuvo señorío sobre todos los reyes desde el río hasta la tierra de los Filisteos, y hasta el término de Egipto.
27 Y puso el rey plata en Jerusalem como piedras, y cedros como los cabrahigos que nacen por las campiñas en abundancia.
28 Sacaban también caballos para Salomón, de Egipto y de todas las provincias.
29 Lo demás de los hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no está todo escrito en los libros de Nathán profeta, y en la profecía de Ahías Silonita, y en las profecías del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?
30 Y reinó Salomón en Jerusalem sobre todo Israel cuarenta años.
31 Y durmió Salomón con sus padres, y sepultáronlo en la ciudad de David su padre: y reinó en su lugar Roboam su hijo.
10 Y ROBOAM fué á Sichêm porque en Sichêm se había juntado todo Israel para hacerlo rey.
2 Y como lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, el cual estaba en Egipto, donde había huído á causa del rey Salomón, volvió de Egipto.
3 Y enviaron y llamáronle. Vino pues Jeroboam, y todo Israel, y hablaron á Roboam, diciendo:
4 Tu padre agravó nuestro yugo: afloja tú, pues, ahora algo de la dura servidumbre, y del grave yugo con que tu padre nos apremió, y te serviremos.
5 Y él les dijo: Volved á mí de aquí á tres días. Y el pueblo se fué.
6 Entonces el rey Roboam tomó consejo con los viejos, que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y díjoles: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda á este pueblo?
7 Y ellos le hablaron, diciendo: Si te condujeres humanamente con este pueblo, y los agradares, y les hablares buenas palabras, ellos te servirán perpetuamente.
8 Mas él, dejando el consejo que le dieron los viejos, tomó consejo con los mancebos que se habían criado con él, y que delante de él asistían;
9 Y díjoles: ¿Qué aconsejáis vosotros que respondamos á este pueblo, que me ha hablado, diciendo: Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
10 Entonces los mancebos que se habían criado con él, le hablaron, diciendo: Así dirás al pueblo que te ha hablado diciendo, Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú descárganos: así les dirás: Lo más menudo mío es más grueso que los lomos de mi padre.
11 Así que, mi padre os cargó de grave yugo, y yo añadiré á vuestro yugo: mi padre os castigó con azotes, y yo con escorpiones.
12 Vino pues Jeroboam con todo el pueblo á Roboam al tercer día: según el rey les había mandado deciendo: Volved á mí de aquí á tres días.
13 Y respondióles el rey ásperamente; pues dejó el rey Roboam el consejo de los viejos,
14 Y hablóles conforme al consejo de los mancebos, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, y yo añadiré á vuestro yugo: mi padre os castigó con azotes, y yo con escorpiones.
15 Y no escuchó el rey al pueblo; porque la causa era de Dios, para cumplir Jehová su palabra que había hablado, por Ahías Silonita, á Jeroboam hijo de Nabat.
16 Y viendo todo Israel que el rey no les había oído, respondió el pueblo al rey, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David, ni herencia en el hijo de Isaí? Israel, cada uno á sus estancias! David, mira ahora por tu casa! Así se fué todo Israel á sus estancias.
17 Mas reinó Roboam sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.
18 Envió luego el rey Roboam á Adoram, que tenía cargo de los tributos; pero le apedrearon los hijos de Israel, y murió. Entonces se esforzó el rey Roboam, y subiendo en un carro huyó á Jerusalem.
19 Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy.
9 Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él.
10 Empero si Cristo está en vosotros, el cuerpo á la verdad está muerto á causa del pecado; mas el espíritu vive á causa de la justicia.
11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12 Así que, hermanos, deudores somos, no á la carne, para que vivamos conforme á la carne:
13 Porque si viviereis conforme á la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis.
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
15 Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre.
16 Porque el mismo Espíritu da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de Cristo; si empero padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18 Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.
19 Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios.
20 Porque las criaturas sujetas fueron á vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza,
21 Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
22 Porque sabemos que todas las criaturas gimen á una, y á una están de parto hasta ahora.
23 Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es á saber, la redención de nuestro cuerpo.
24 Porque en esperanza somos salvos; mas la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿á qué esperarlo?
25 Empero si lo que no vemos esperamos, por paciencia esperamos.
16 Envió desde lo alto; tomóme, Sácome de las muchas aguas.
17 Libróme de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran ellos más fuertes que yo.
18 Asaltáronme en el día de mi quebranto: Mas Jehová fué mi apoyo.
19 Y sacóme á anchura: Libróme, porque se agradó de mí.
20 Hame pagado Jehová conforme á mi justicia: Conforme á la limpieza de mis manos me ha vuelto.
21 Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no me aparté impíamente de mi Dios.
22 Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí, Y no eché de mí sus estatutos.
23 Y fuí integro para con él, y cauteléme de mi maldad.
24 Pagóme pues Jehová conforme á mi justicia; Conforme á la limpieza de mis manos delante de sus ojos.
25 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro.
26 Limpio te mostrarás para con el limpio, Y severo serás para con el perverso.
27 Y tú salvarás al pueblo humilde, Y humillarás los ojos altivos.
28 Tú pues alumbrarás mi lámpara: Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.
29 Porque contigo desharé ejércitos; Y con mi Dios asaltaré muros.
30 Dios, perfecto su camino: Es acendrada la palabra de Jehová: Escudo es á todos los que en él esperan.
31 Porque ¿qué Dios hay fuera de Jehová? ¿Y qué fuerte fuera de nuestro Dios?
32 Dios es el que me ciñe de fuerza, E hizo perfecto mi camino;
33 Quien pone mis pies como pies de ciervas, E hízome estar sobre mis alturas;
34 Quien enseña mis manos para la batalla, Y será quebrado con mis brazos el arco de acero.
35 Dísteme asimismo el escudo de tu salud: Y tu diestra me sustentó, Y tu benignidad me ha acrecentado.
36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y no titubearon mis rodillas.
26 El que roba á su padre y ahuyenta á su madre, Hijo es avergonzador y deshonrador.