Bible in 90 Days
1 Este es el mensaje que el profeta Habacuc recibió en una visión.
Primera queja de Habacuc
2 ¿Hasta cuándo debo pedir ayuda, oh Señor?
¡Pero tú no escuchas!
«¡Hay violencia por todas partes!», clamo,
pero tú no vienes a salvar.
3 ¿Tendré siempre que ver estas maldades?
¿Por qué debo mirar tanta miseria?
Dondequiera que mire,
veo destrucción y violencia.
Estoy rodeado de gente
que le encanta discutir y pelear.
4 La ley se ha estancado
y no hay justicia en los tribunales.
Los perversos suman más que los justos,
de manera que la justicia se ha corrompido.
Respuesta del Señor
5 El Señor respondió:
«Observen las naciones;
¡mírenlas y asómbrense![a]
Pues estoy haciendo algo en sus propios días,
algo que no creerían
aun si alguien les dijera.
6 Estoy levantando a los babilonios,[b]
un pueblo cruel y violento.
Marcharán por todo el mundo
y conquistarán otras tierras.
7 Son reconocidos por su crueldad
y hacen lo que se les antoja.
8 Sus caballos son más veloces que guepardos[c]
y más feroces que lobos al anochecer.
Sus jinetes arremeten desde lejos.
Como águilas, se lanzan en picada para devorar a sus presas.
9 »Vienen sin tregua, decididos a la violencia.
Sus multitudes avanzan como el viento del desierto,
barriendo cautivos a su paso como si fueran arena.
10 Se burlan de reyes y príncipes
y menosprecian todas sus fortalezas.
¡Simplemente hacen rampas de tierra
contra las murallas y las toman por asalto!
11 Arrasan como el viento
y desaparecen.
Pero son profundamente culpables,
porque hicieron de su propia fuerza un dios».
Segunda queja de Habacuc
12 Oh Señor mi Dios, Santo mío, tú que eres eterno,
¡no puede ser que estés planeando acabar con nosotros!
Oh Señor, nuestra Roca, tú has enviado a los babilonios para corregirnos
y castigarnos por nuestros muchos pecados.
13 Pero tú eres puro y no soportas ver la maldad.
¿Serás indiferente ante la traición de ellos?
¿Guardarás silencio mientras los perversos
se tragan a gente más justa que ellos?
14 ¿Somos tan solo peces para ser capturados y matados?
¿Somos simples criaturas del mar que no tienen quien las guíe?
15 ¿Tenemos que terminar ensartados en sus ganchos
y atrapados en sus redes, mientras ellos se alegran y celebran?
16 Entonces adorarán a sus redes
y quemarán incienso frente a ellas.
«¡Estas redes son los dioses
que nos han hecho ricos!», exclamarán.
17 ¿Permitirás que se salgan con la suya para siempre?
¿Tendrán siempre éxito en sus conquistas despiadadas?
2 Subiré a mi torre de vigilancia
y montaré guardia.
Allí esperaré hasta ver qué dice el Señor
y cómo responderá[d] a mi queja.
Respuesta del Señor
2 Entonces el Señor me dijo:
«Escribe mi respuesta con claridad en tablas,
para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error.
3 Esta visión es para un tiempo futuro.
Describe el fin, y este se cumplirá.
Aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia,
porque sin lugar a dudas sucederá.
No se tardará.
4 »¡Mira a los orgullosos!
Confían en sí mismos y sus vidas están torcidas.
Pero el justo vivirá por su fidelidad a Dios.[e]
5 La riqueza es traicionera[f]
y los arrogantes nunca están tranquilos.
Abren la boca tan grande como una tumba,[g]
y como la muerte nunca están satisfechos.
En su avaricia juntaron a muchas naciones
y devoraron a muchos pueblos.
6 »Pronto sus cautivos se burlarán de ellos.
Se mofarán, diciendo:
“¡Qué aflicción les espera, ladrones!
¡Ahora tendrán su merecido!
Se hicieron ricos por medio de la extorsión,
pero ¿cuánto tiempo puede durar esto?”.
7 De repente tus deudores tomarán medidas.
Se volverán en tu contra y te quitarán todo lo que tienes,
mientras que tú te quedarás temblando e impotente.
8 Debido a que saqueaste a muchas naciones,
ahora todos los sobrevivientes te saquearán a ti.
Cometiste asesinatos por toda la tierra
y llenaste los pueblos de violencia.
9 »¡Qué aflicción te espera a ti que construyes mansiones
con dinero deshonesto!
Crees que tu riqueza comprará seguridad
y así pondrás el nido familiar fuera de peligro.
10 Sin embargo, por causa de los asesinatos que cometiste,
deshonraste tu nombre y te costó la vida.
11 Hasta las piedras de los muros gritan contra ti
y las vigas de los techos le hacen eco a la queja.
12 »¡Qué aflicción te espera a ti que construyes ciudades
con el dinero adquirido mediante el crimen y la corrupción!
13 ¿No ha prometido el Señor de los Ejércitos Celestiales
que las riquezas de las naciones se convertirán en cenizas?
¡Se esfuerzan mucho,
pero todo es en vano!
14 Así como las aguas llenan el mar,
la tierra se llenará del conocimiento
de la gloria del Señor.
15 »¡Qué aflicción te espera a ti que emborrachas a tus vecinos!
Los obligas a beber
para regodearte de la vergüenza de su desnudez.
16 Sin embargo, pronto te llegará el turno de ser deshonrado.
¡Ven, bebe y demuestra tu desnudez[h]!
Bebe de la copa del juicio del Señor
y toda tu gloria se convertirá en vergüenza.
17 Derribaste los bosques del Líbano.
Ahora serás derribado.
Destruiste los animales salvajes;
¡ahora el terror de ellos será el tuyo!
Cometiste asesinatos por toda la tierra
y llenaste los pueblos de violencia.
18 »¿De qué sirve un ídolo tallado por hombres
o una imagen fundida que te engaña?
¡Qué necio es confiar en algo elaborado por tus propias manos,
un dios que ni siquiera puede hablar!
19 ¡Qué aflicción te espera a ti que les dices a ídolos de madera:
“Despierten y sálvennos!”.
A imágenes de piedra, mudas, dices:
“¡Levántense y enséñennos!”.
¿Podrá un ídolo decirte qué hacer?
Aunque estén recubiertos de oro y plata,
por dentro no tienen vida.
20 Pero el Señor está en su santo templo.
Que toda la tierra guarde silencio delante de él».
Oración de Habacuc
3 Esta oración fue entonada por el profeta Habacuc:[i]
2 «He oído todo acerca de ti, Señor.
Estoy maravillado por tus hechos asombrosos.
En este momento de profunda necesidad,
ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado.
Y en tu enojo,
recuerda tu misericordia.
3 »¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom;[j]
el Santo viene desde el monte Parán![k]
Su brillante esplendor llena los cielos,
y la tierra se llena de su alabanza.
4 Su llegada es tan radiante como la salida del sol.
Rayos de luz salen de sus manos,
donde se esconde su imponente poder.
5 La pestilencia marcha delante de él;
la plaga lo sigue de cerca.
6 Cuando él se detiene, la tierra se estremece.
Cuando mira, las naciones tiemblan.
Él derrumba las montañas perpetuas
y arrasa las antiguas colinas.
¡Él es el Eterno![l]
7 Veo al pueblo de Cusán en angustia
y a la nación de Madián temblando de terror.
8 »¿Estabas enojado, Señor, cuando golpeaste los ríos
y dividiste el mar?
¿Estabas disgustado con ellos?
¡No! ¡Enviabas tus carros de salvación!
9 Blandiste tu arco
y tu aljaba de flechas.
Partiste la tierra con caudalosos ríos.
10 Las montañas observaron y temblaron.
Avanzaron las tempestuosas aguas.
Las profundidades del mar rugieron
levantando sus manos en sumisión.
11 El sol y la luna se detuvieron en el cielo
cuando volaron tus radiantes flechas
y brilló tu deslumbrante lanza.
12 »Con enojo marchaste a través de la tierra
y con furor pisoteaste las naciones.
13 Saliste a rescatar a tu pueblo elegido,
a salvar a tus ungidos.
Aplastaste las cabezas de los perversos
y descarnaste sus huesos de pies a cabeza.
14 Con sus propias armas
destruiste al jefe de los que
se lanzaron como un torbellino,
pensando que Israel sería presa fácil.
15 Pisoteaste el mar con tus caballos
y las potentes aguas se amontonaron.
16 »Al oír esto, me estremecí por dentro;
mis labios temblaron de miedo.
Se me doblaron las piernas, caí[m]
y temblé de terror.
Esperaré en silencio el día venidero
cuando la catástrofe golpee al pueblo invasor.
17 Aunque las higueras no florezcan
y no haya uvas en las vides,
aunque se pierda la cosecha de oliva
y los campos queden vacíos y no den fruto,
aunque los rebaños mueran en los campos
y los establos estén vacíos,
18 ¡aun así me alegraré en el Señor!
¡Me gozaré en el Dios de mi salvación!
19 ¡El Señor Soberano es mi fuerza!
Él me da pie firme como al venado,[n]
capaz de pisar sobre las alturas».
(Para el director del coro: esta oración se acompaña con instrumentos de cuerda).
1 El Señor le dio este mensaje a Sofonías, cuando Josías, hijo de Amón, era rey de Judá. Sofonías fue hijo de Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías.
Juicio venidero contra Judá
2 «Arrasaré con todo lo que hay
sobre la faz de la tierra—dice el Señor—.
3 Arrasaré con personas y animales por igual;
arrasaré con las aves de los cielos y con los peces del mar.
Reduciré a los malvados a un montón de escombros[o]
y borraré a la humanidad de la faz de la tierra—dice el Señor—.
4 Aplastaré a Judá y a Jerusalén con mi puño
y destruiré todo rastro del culto a Baal.
Acabaré con todos los sacerdotes idólatras,
para que se borre hasta el recuerdo de ellos.
5 Pues ellos suben a las azoteas
y se postran ante el sol, la luna y las estrellas.
Dicen seguir al Señor,
pero al mismo tiempo rinden culto a Moloc.[p]
6 Destruiré a los que antes me adoraban
pero ahora dejaron de hacerlo.
Ya no piden el consejo del Señor
ni buscan mis bendiciones».
7 Guarden silencio en presencia del Señor Soberano,
porque se acerca el imponente día del juicio del Señor.
El Señor ha preparado a su pueblo para una gran matanza
y ha seleccionado a sus verdugos.[q]
8 «En ese día del juicio
—dice el Señor—,
castigaré a los líderes y a los príncipes de Judá
y a todos los que siguen costumbres paganas.
9 Sí, castigaré a los que toman parte en cultos paganos
y a los que llenan las casas de sus amos con violencia y engaño.
10 »En ese día—dice el Señor—
vendrá un grito de alarma desde la puerta del Pescado
y el eco resonará por todo el Barrio Nuevo[r] de la ciudad.
Un gran estrépito se oirá desde las colinas.
11 Giman de dolor los que viven en la zona del mercado,[s]
porque todos los comerciantes y negociantes serán destruidos.
12 »Buscaré con linternas en los rincones más oscuros de Jerusalén
para castigar a quienes descansen cómodos con sus pecados.
Piensan que el Señor no les hará nada,
ni bueno ni malo.
13 Por eso serán despojados de sus posesiones,
y sus casas serán saqueadas.
Construirán nuevas casas,
pero nunca vivirán en ellas.
Plantarán viñedos,
pero nunca beberán su vino.
14 »Ese terrible día del Señor está cerca.
Viene de prisa,
un día de llanto amargo,
un día cuando aun los hombres fuertes clamarán.
15 Será un día cuando el Señor derramará su ira,
un día de terrible aflicción y angustia,
un día de ruina y desolación,
un día de oscuridad y penumbra,
un día de nubes y de negrura,
16 un día de sonido de trompeta y gritos de batalla.
¡Caen las ciudades amuralladas
y las más sólidas fortificaciones!
17 »Por haber pecado contra el Señor,
los haré andar a tientas como el ciego.
Su sangre será vertida en el polvo
y sus cuerpos quedarán pudriéndose sobre la tierra».
18 Ni su plata ni su oro los salvará
en el día de la ira del Señor.
Pues toda la tierra será devorada
por el fuego de su celo.
Él dará un final aterrador
a toda la gente de la tierra.[t]
Un llamado al arrepentimiento
2 Reúnanse, sí, júntense,
nación desvergonzada.
2 Reúnanse antes de que comience el juicio,
antes de que su oportunidad de arrepentirse vuele como la paja.
Actúen ahora, antes de que caiga la intensa furia del Señor
y comience el terrible día de la ira del Señor.
3 Busquen al Señor los que son humildes
y sigan sus mandamientos.
Procuren hacer lo que es correcto
y vivir con humildad.
Quizá todavía el Señor los proteja
y los libre de su ira en ese día de destrucción.
Juicio contra Filistea
4 Gaza y Ascalón serán abandonadas,
Asdod y Ecrón, derribadas.
5 Y qué aflicción les espera, filisteos,[u]
que viven a lo largo de la costa y en la tierra de Canaán,
¡porque este juicio es también en contra de ustedes!
El Señor los destruirá
hasta que no quede ni uno de ustedes.
6 La costa filistea se convertirá en pastizales desiertos,
un lugar en el que acampan los pastores
con corrales para ovejas y cabras.
7 Allí pastoreará un remanente de la tribu de Judá.
Por las noches descansarán en las casas abandonadas de Ascalón.
Pues el Señor su Dios visitará a su pueblo con bondad
y le devolverá su prosperidad.
Juicio contra Moab y Amón
8 «He oído las burlas de los moabitas
y los insultos de los amonitas
cuando se mofan de mi pueblo
e invaden sus fronteras.
9 Ahora, tan cierto como que yo vivo
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel—,
Moab y Amón serán destruidos,
aniquilados por completo, igual que Sodoma y Gomorra.
Su tierra será un lugar de ortigas,
de pozos de sal y de desolación eterna.
El remanente de mi pueblo los saqueará
y tomará su tierra».
10 Recibirán el pago de su orgullo,
porque se burlaron del pueblo del Señor de los Ejércitos Celestiales.
11 El Señor los llenará de terror
cuando destruya a todos los dioses de la tierra.
Entonces naciones en todo el mundo adorarán al Señor,
cada una en su propio país.
Juicio contra Etiopía y Asiria
12 «Ustedes, etíopes,[v] también serán masacrados
por mi espada», dice el Señor.
13 Con su puño, el Señor golpeará a las tierras del norte
y así destruirá a la tierra de Asiria.
Hará de Nínive, su gran capital, una desolada tierra baldía,
reseca como un desierto.
14 La orgullosa ciudad vendrá a ser pastizal para los rebaños y manadas;
allí se instalará y vivirá toda clase de animales salvajes.
El búho del desierto y la lechuza blanca se posarán sobre las columnas destruidas,
y sus reclamos se oirán por las ventanas rotas.
Los escombros taparán todas las puertas,
y los revestimientos de cedro quedarán a la intemperie.
15 Esta es la ruidosa ciudad
que un día fue tan segura.
«¡Yo soy la más grande!—se jactaba—.
¡No hay otra ciudad que se compare conmigo!».
Sin embargo, ahora, miren la ruina en la que se convirtió,
un refugio de animales salvajes.
Todo el que pase por allí se reirá con desdén
y sacudirá su puño en señal de desafío.
Rebelión y redención de Jerusalén
3 ¡Qué aflicción le espera a la rebelde y contaminada Jerusalén,
la ciudad de violencia y crimen!
2 Nadie puede decirle nada;
rechaza toda corrección.
No confía en el Señor
ni se acerca a su Dios.
3 Sus líderes son como leones rugientes
en cacería de sus víctimas.
Sus jueces son como lobos voraces al anochecer,
que para la mañana no han dejado rastro de su presa.
4 Sus profetas son mentirosos y arrogantes, en busca de su propia ganancia.
Sus sacerdotes profanan el templo al desobedecer las instrucciones de Dios.
5 Pero el Señor todavía está en la ciudad,
y él no hace nada malo.
Día tras día emite justicia;
él nunca falla.
Pero los perversos no conocen la vergüenza.
6 «Yo he aniquilado a muchas naciones
y he devastado las murallas y torres de sus fortalezas.
Las calles ahora están desiertas;
sus ciudades quedan en ruinas silenciosas.
No quedó nadie con vida,
ni siquiera uno.
7 Yo pensé: “¡Seguramente ahora me temerán!
Sin duda, escucharán mis advertencias.
Entonces no necesitaré intervenir otra vez
y destruir sus casas”.
¡Pero no es así! Se levantan temprano
para continuar con sus malas acciones.
8 Por lo tanto, tengan paciencia—dice el Señor—.
Pronto me levantaré y acusaré a esas naciones malvadas.
Pues he decidido reunir a los reinos de la tierra
y descargar mi más feroz ira y furia sobre ellos.
Toda la tierra será consumida
por el fuego de mi celo.
9 »Entonces purificaré el lenguaje de todos los pueblos,
para que todos juntos puedan adorar al Señor.
10 Mi pueblo disperso que vive más allá de los ríos de Etiopía[w]
vendrá a presentar sus ofrendas.
11 En ese día ya no hará falta que sean avergonzados,
porque dejarán de rebelarse contra mí.
Quitaré al orgulloso y al arrogante de entre ustedes;
no habrá más altivez en mi monte santo.
12 Quedarán solo los sencillos y los humildes
porque son ellos quienes confían en el nombre del Señor.
13 Los del remanente de Israel no harán nada malo;
nunca mentirán ni se engañarán unos a otros.
Comerán y dormirán seguros,
sin que nadie los atemorice».
14 ¡Canta, oh hija de Sion;
grita fuerte, oh Israel!
¡Alégrate y gózate con todo tu corazón,
oh hija de Jerusalén!
15 Pues el Señor quitará su mano de juicio
y dispersará a los ejércitos de tus enemigos.
¡El Señor mismo, el Rey de Israel,
vivirá en medio de ti!
Por fin, se habrán terminado tus aflicciones
y nunca jamás temerás el desastre.
16 En ese día, la proclama en Jerusalén será:
«¡Ánimo, Sion! ¡No temas!
17 Pues el Señor tu Dios vive en medio de ti.
Él es un poderoso salvador.
Se deleitará en ti con alegría.
Con su amor calmará todos tus temores.[x]
Se gozará por ti con cantos de alegría».
18 «Reuniré a los que añoran los festivales establecidos;
nunca más serán avergonzados.[y]
19 Sin embargo, trataré con severidad
a quienes te oprimieron.
Salvaré al débil y al indefenso;
reuniré a los que fueron expulsados.
Daré gloria y renombre a los que fueron desterrados
dondequiera que hayan sido ridiculizados y avergonzados.
20 En ese día los reuniré
y los traeré de regreso a casa.
Les daré un buen nombre, un nombre distinguido
entre todas las naciones de la tierra,
cuando, ante sus propios ojos, restauraré tu bienestar.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Un llamado a reconstruir el templo
1 El 29 de agosto[z] del segundo año del reinado del rey Darío, el Señor dio un mensaje por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,[aa] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote:
2 «Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: el pueblo alega: “Todavía no ha llegado el momento para reconstruir la casa del Señor”».
3 Entonces el Señor envió el siguiente mensaje por medio del profeta Hageo: 4 «¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?». 5 Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando! 6 Han sembrado mucho pero cosechado poco; comen pero no quedan satisfechos; beben pero aún tienen sed; se abrigan pero todavía tienen frío. Sus salarios desaparecen, ¡como si los echaran en bolsillos llenos de agujeros!».
7 Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando! 8 Vayan ahora a los montes, traigan madera y reconstruyan mi casa. Entonces me complaceré en ella y me sentiré honrado, dice el Señor. 9 Esperaban cosechas abundantes, pero fueron pobres; y cuando trajeron la cosecha a su casa, yo la hice desaparecer con un soplo. ¿Por qué? Porque mi casa está en ruinas, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, mientras ustedes se ocupan de construir sus elegantes casas. 10 Es por causa de ustedes que los cielos retienen el rocío y la tierra no produce cosechas. 11 Yo mandé la sequía sobre sus campos y colinas; una sequía que destruirá el grano, el vino nuevo, el aceite de oliva y las demás cosechas; una sequía que hará que ustedes y sus animales pasen hambre y arruinará todo aquello por lo que tanto han trabajado».
Obediencia al llamado de Dios
12 Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del Señor su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor su Dios había enviado, el pueblo temió al Señor. 13 Luego Hageo, el mensajero del Señor, dio al pueblo el siguiente mensaje del Señor: «¡Yo estoy con ustedes, dice el Señor!».
14 Entonces el Señor despertó el entusiasmo de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y de Jesúa, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y de todo el remanente del pueblo de Dios. Comenzaron a trabajar en la casa de su Dios, el Señor de los Ejércitos Celestiales, 15 el 21 de septiembre[ab] del segundo año del reinado del rey Darío.
El menor esplendor del nuevo templo
2 Entonces el 17 de octubre de ese mismo año,[ac] el Señor envió otro mensaje por medio del profeta Hageo: 2 «Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,[ad] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y al remanente del pueblo de Dios allí en la tierra: 3 “¿Alguno de ustedes recuerda esta casa—este templo—con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada! 4 Sin embargo, ahora el Señor dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Jehosadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 5 Mi Espíritu permanece entre ustedes, así como lo prometí cuando salieron de Egipto. Por lo tanto, no teman”.
6 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. 7 Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 8 La plata es mía y el oro es mío, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 9 La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!”».
Promesas de bendición por la obediencia
10 El 18 de diciembre[ae] del segundo año del reinado del rey Darío, el Señor envió el siguiente mensaje al profeta Hageo: 11 «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: pregunta a los sacerdotes acerca de la ley: 12 “Si alguno de ustedes trae entre sus vestiduras sacerdotales carne de un sacrificio consagrado y sucede que las vestiduras rozan con algún pan o guiso, vino o aceite de oliva o alguna otra clase de alimento, ¿quedará el alimento también consagrado?”».
Entonces los sacerdotes contestaron:
—No.
13 Luego Hageo preguntó:
—Si alguien se vuelve ceremonialmente impuro por tocar a un muerto y después toca cualquiera de esos alimentos, ¿se contaminará la comida?
—Sí—contestaron los sacerdotes.
14 Entonces Hageo respondió:
—Así mismo sucede con este pueblo y con esta nación, dice el Señor. Todo lo que hacen y todo lo que ofrecen, está contaminado por su pecado. 15 Miren lo que les pasaba antes de que comenzaran a edificar los cimientos del templo del Señor. 16 Cuando esperaban veinte medidas de grano, cosechaban solo diez. Cuando esperaban sacar cincuenta litros del lagar, encontraban solo veinte. 17 Yo envié plaga, moho y granizo para destruir todo aquello por lo que hicieron tanto esfuerzo para producir. Aun así, rehusaban regresar a mí, dice el Señor.
18 »Consideren este día, el 18 de diciembre,[af] cuando los cimientos del templo del Señor fueron establecidos. Considérenlo bien. 19 Ahora les doy una promesa cuando la semilla aún está en el granero.[ag] Todavía no han cosechado su grano, ni las vides ni las higueras ni los granados ni los olivos han dado sus frutos. Sin embargo, de hoy en adelante, yo los bendeciré.
Promesas para Zorobabel
20 En ese mismo día, el 18 de diciembre,[ah] el Señor envió este segundo mensaje a Hageo: 21 «Dile a Zorobabel, gobernador de Judá, que yo estoy a punto de hacer temblar los cielos y la tierra. 22 Derrocaré los tronos reales y destruiré el poder de los reinos de las naciones. Volcaré sus carros de guerra, los caballos caerán y los jinetes se matarán unos a otros.
23 »Pero cuando esto suceda, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, te honraré, Zorobabel, hijo de Salatiel, mi siervo. Te haré como el anillo con mi sello oficial, dice el Señor, porque te he escogido. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».
Un llamado a volver al Señor
1 En noviembre[ai] del segundo año del reinado de Darío, el Señor le dio este mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo:
2 «Yo, el Señor, estuve muy enojado con los antepasados de ustedes. 3 Por lo tanto, dile al pueblo: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Regresen a mí y yo me volveré a ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales’. 4 No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: ‘El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas malvadas”’.
5 »”¿Dónde están ahora sus antepasados? Ellos y los profetas murieron hace mucho tiempo. 6 Pero todo lo que dije por medio de mis siervos, los profetas, les ocurrió a sus antepasados, tal como lo dije. En consecuencia, ellos se arrepintieron y dijeron: ‘Hemos recibido lo que merecíamos del Señor de los Ejércitos Celestiales. Él ha hecho lo que dijo que haría’”».
Un hombre entre los arrayanes
7 Tres meses después, el 15 de febrero,[aj] el Señor envió otro mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo.
8 En una visión durante la noche, vi a un hombre montado en un caballo rojo que estaba entre unos arrayanes en un pequeño valle. Detrás de él había jinetes en caballos rojos, marrones y blancos. 9 Le pregunté al ángel que hablaba conmigo:
—Mi señor, ¿qué significan estos caballos?
—Te mostraré—me contestó el ángel.
10 Entonces el jinete que estaba entre los arrayanes me explicó: «Son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra».
11 Entonces los otros jinetes le informaron al ángel del Señor, que se encontraba entre los arrayanes: «Hemos estado recorriendo la tierra y el mundo entero está en paz».
12 Al escucharlo, el ángel del Señor elevó la siguiente oración: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?». 13 Entonces el Señor le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.
14 Luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje a gritos para que todos lo oigan: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Mi amor por Jerusalén y el monte Sion es intenso y ferviente. 15 Sin embargo, estoy muy enojado con las otras naciones que ahora disfrutan de paz y seguridad. Solo me enojé un poco con mi pueblo, pero las naciones le causaron mucho más daño del que me proponía.
16 »”’Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor: he vuelto a mostrar misericordia a Jerusalén. Mi templo será reedificado, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, y se tomarán las medidas para la reconstrucción de Jerusalén[ak]’”.
17 »Proclama también: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Otra vez las ciudades de Israel rebosarán de prosperidad y otra vez el Señor consolará a Sion y elegirá a Jerusalén para sí mismo’”».
Los cuatro cuernos y los cuatro herreros
18 [al]Entonces levanté la mirada y vi cuatro cuernos.
19 —¿Qué significan estos cuernos?—pregunté al ángel que hablaba conmigo.
Él me contestó:
—Estos cuernos representan a las naciones que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
20 Entonces el Señor me mostró cuatro herreros.
21 —Y estos hombres, ¿qué vienen a hacer?—pregunté.
El ángel me contestó:
—Estos cuatro cuernos, es decir, estas naciones, dispersaron y humillaron a Judá. Ahora estos herreros han venido para aterrorizar, derribar y destruir a esas naciones.
Prosperidad futura de Jerusalén
2 [am]Cuando miré de nuevo, vi a un hombre con una cinta de medir en la mano.
2 —¿Adónde vas?—le pregunté.
—Voy a medir Jerusalén—me contestó—para ver cuánto mide de ancho y de largo.
3 Entonces el ángel que estaba conmigo fue a reunirse con un segundo ángel que se dirigía hacia él. 4 El otro ángel dijo:
—Apresúrate y dile a ese joven: “¡Jerusalén algún día estará tan llena de gente y de animales que no habrá lugar suficiente para todos! Muchos vivirán fuera de las murallas de la ciudad. 5 Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén, dice el Señor. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!”.
Los desterrados son llamados a regresar
6 El Señor dice: «¡Salgan! Huyan de Babilonia en la tierra del norte, porque yo los he dispersado a los cuatro vientos. 7 ¡Sal, pueblo de Sion, tú que estás desterrado en Babilonia!».
8 Después de un período de gloria, el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió[an] contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: «Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión.[ao] 9 Levantaré mi puño para aplastarlos y sus propios esclavos los saquearán». Entonces ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado.
10 El Señor dice: «Grita y alégrate, oh Jerusalén hermosa,[ap] porque yo vengo a vivir en medio de ti. 11 Muchas naciones se unirán al Señor en ese día y ellos también serán mi pueblo. Viviré entre ustedes y sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado a ustedes. 12 La tierra de Judá será la preciada posesión del Señor en la tierra santa y él elegirá una vez más a Jerusalén para ser su propia ciudad. 13 Que toda la humanidad guarde silencio ante el Señor, porque él entra en acción desde su santa morada».
Limpieza del sumo sacerdote
3 Entonces el ángel me mostró a Jesúa,[aq] el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del Señor. El Acusador, Satanás,[ar] estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa. 2 Entonces el Señor le dijo a Satanás: «Yo, el Señor, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el Señor que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego».
3 La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel. 4 Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: «Quítenle esa ropa sucia». Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: «¿Ya ves? He quitado tus pecados y ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina».
5 Luego yo dije: «Deben también colocarle un turbante limpio en la cabeza». Así que ellos le pusieron en la cabeza un turbante sacerdotal limpio y lo vistieron de ropas nuevas, mientras el ángel del Señor permanecía cerca.
6 Entonces el ángel del Señor habló solemnemente a Jesúa y le dijo: 7 «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Si tú sigues mis caminos y me sirves con cuidado, recibirás autoridad sobre mi templo y sus atrios. Permitiré que camines entre los otros que están aquí.
8 »”Escúchenme, oh Jesúa, sumo sacerdote, y ustedes los demás sacerdotes. Ustedes son símbolos de lo que está por venir. Pronto traeré a mi siervo llamado el Retoño. 9 Miren ahora la joya que he puesto ante Jesúa, una sola piedra con siete facetas.[as] Grabaré una inscripción en ella, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, y en un solo día quitaré los pecados de esta tierra.
10 »”En ese día, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”».
El candelabro y los dos olivos
4 Entonces el ángel que había estado hablando conmigo volvió y me despertó, como si hubiera estado dormido.
2 —¿Qué ves ahora?—me preguntó.
—Veo un candelabro de oro macizo con un tazón de aceite encima—contesté—. Alrededor del tazón hay siete lámparas y cada una tiene siete conductos para las mechas. 3 También veo dos olivos, uno a cada lado del tazón.
4 Entonces le pregunté al ángel:
—¿Qué es todo esto, mi señor? ¿Qué significa?
5 —¿No lo sabes?—preguntó el ángel.
—No, mi señor—le contesté.
6 Entonces me dijo:
—El Señor dice a Zorobabel: “No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 7 Nada impedirá el camino de Zorobabel, ni siquiera una montaña gigantesca, ¡pues se convertirá en llanura delante de él! Y cuando Zorobabel coloque la última piedra del templo en su lugar, la gente gritará: ‘¡Dios lo bendiga! ¡Dios lo bendiga!’[at]”.
8 Después recibí otro mensaje del Señor: 9 «Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió. 10 No menosprecien estos modestos comienzos, pues el Señor se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia y que la plomada está en las manos de Zorobabel».
(Las siete lámparas[au] representan los ojos del Señor que recorren toda la tierra).
11 Entonces le pregunté al ángel:
—¿Qué son esos dos olivos a cada lado del candelabro 12 y las dos ramas de olivo que vierten aceite dorado por dos tubos de oro?
13 —¿No lo sabes?—preguntó.
—No, mi señor—respondí.
14 Entonces él me dijo:
—Representan a los dos ungidos[av] que están de pie en la corte del Señor de toda la tierra.
El rollo que volaba
5 Levanté otra vez la mirada y vi un rollo volando en el aire.
2 —¿Qué ves?—preguntó el ángel.
—Veo un rollo que vuela—contesté—. Parece tener diez metros de largo y cinco metros de ancho.[aw]
3 Entonces él me dijo:
—Este rollo contiene la maldición que cubrirá toda la tierra. Un lado del rollo dice que los que roban serán desterrados; el otro lado dice que los que juran en falso serán desterrados. 4 El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
La mujer en una canasta
5 Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo:
—Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
6 —¿Qué es?—pregunté.
—Es una canasta para medir grano[ax]—respondió—, y está llena con los pecados[ay] de los habitantes de todo el país.
7 Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo de la canasta y adentro había una mujer sentada. 8 El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad», y la empujó adentro de la canasta otra vez y cerró la pesada tapa.
9 Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron la canasta y levantaron el vuelo.
10 —¿Adónde llevan la canasta?—le pregunté al ángel.
11 —A la tierra de Babilonia[az]—me respondió—, donde construirán un templo para la canasta. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán la canasta allí sobre un pedestal.
Los cuatro carros de guerra
6 Entonces levanté la mirada otra vez y vi cuatro carros de guerra que salían de entre dos montañas de bronce. 2 El primer carro era tirado por caballos rojos, el segundo por caballos negros, 3 el tercero por caballos blancos y el cuarto por poderosos caballos tordos.
4 —¿Y qué son estos, mi señor?—le pregunté al ángel que hablaba conmigo.
5 —Son los cuatro espíritus[ba] del cielo que están delante del Señor de toda la tierra—el ángel contestó—. Ellos salen a hacer su trabajo. 6 El carro con caballos negros va al norte, el carro con caballos blancos va al occidente[bb] y el carro con caballos tordos va al sur.
7 Los poderosos caballos estaban ansiosos por salir a vigilar la tierra. Así que el Señor dijo: «¡Vayan y vigilen la tierra!». Entonces salieron de inmediato a hacer el recorrido.
8 Luego el Señor me llamó y me dijo: «Mira, los que fueron al norte han desahogado el enojo de mi Espíritu[bc] allí en la tierra del norte».
Coronación de Jesúa
9 Entonces recibí otro mensaje del Señor: 10 «Heldai, Tobías, y Jedaías traerán obsequios de plata y oro de los judíos desterrados en Babilonia. En cuanto lleguen, encuéntrate con ellos en la casa de Josías, hijo de Sofonías. 11 Acepta sus obsequios y, con la plata y el oro, haz una corona. Entonces coloca la corona en la cabeza de Jesúa[bd] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote. 12 Dile: “El Señor de los Ejércitos Celestiales declara: ‘Este es el hombre llamado el Retoño. Él echará ramas desde donde está y construirá el templo del Señor’”. 13 Así es, él construirá el templo del Señor. Entonces recibirá el honor real y desde su trono gobernará como rey; también desde su trono servirá como sacerdote[be] y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios.
14 »La corona servirá de recordatorio en el templo del Señor en reconocimiento a quienes la obsequiaron: Heldai,[bf] Tobías, Jedaías y Josías,[bg] hijo de Sofonías».
15 Vendrá gente desde tierras lejanas a reedificar el templo del Señor. Cuando esto ocurra, ustedes sabrán que mis mensajes vinieron del Señor de los Ejércitos Celestiales. Todo esto sucederá si ustedes se aseguran de obedecer lo que dice el Señor su Dios.
Un llamado a la justicia y a la compasión
7 El 7 de diciembre[bh] del cuarto año del reinado del rey Darío, el Señor le dio otro mensaje a Zacarías. 2 El pueblo de Betel había enviado a Sarezer y a Regem-melec,[bi] junto con sus asistentes, para buscar el favor del Señor. 3 Les encargaron hacer la siguiente pregunta a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor de los Ejércitos Celestiales: «¿Debemos continuar de luto y ayuno cada verano en el aniversario de la destrucción del templo,[bj] como lo hemos estado haciendo durante muchos años?».
4 En respuesta, el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió este mensaje: 5 «Diles a tu pueblo y a tus sacerdotes: “Durante estos setenta años de destierro, cuando ayunaban y se vestían de luto en el verano y a comienzos del otoño,[bk] ¿hacían los ayunos realmente para mí? 6 Incluso ahora, cuando comen y beben en sus festivales santos, ¿no lo hacen para complacerse a sí mismos? 7 ¿No es este el mismo mensaje del Señor que los profetas proclamaron en años anteriores cuando Jerusalén y los pueblos de Judá estaban llenos de gente y el Neguev y las colinas de Judá[bl] estaban bien poblados?”».
8 Luego Zacarías recibió este mensaje del Señor: 9 «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: juzguen con imparcialidad y muestren compasión y bondad el uno por el otro. 10 No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.
11 »Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír. 12 Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el Señor de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el Señor de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos.
13 »Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 14 Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».
Bendiciones prometidas para Jerusalén
8 Entonces el Señor de los Ejércitos Celestiales me dio otro mensaje: 2 «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: mi amor por el monte Sion es intenso y ferviente, ¡me consume la pasión por Jerusalén!
3 »Ahora dice el Señor: regresaré al monte Sion y viviré en Jerusalén. Entonces Jerusalén se llamará la Ciudad Fiel; el monte del Señor de los Ejércitos Celestiales se llamará Monte Santo.
4 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: nuevamente los ancianos y las ancianas caminarán por las calles de Jerusalén apoyados en sus bastones y se sentarán juntos en las plazas de la ciudad, 5 y las calles de la ciudad se llenarán de niños y niñas que juegan.
6 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ahora todo esto puede parecerles imposible, a ustedes que son el pequeño remanente del pueblo de Dios. ¿Pero será imposible para mí?, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.
7 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: pueden estar seguros de que rescataré a mi pueblo del oriente y del occidente. 8 Yo los haré regresar a casa para que vivan seguros en Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y como su Dios los trataré con fidelidad y justicia.
9 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ¡Sean fuertes y terminen la tarea! Desde que echaron los cimientos del templo del Señor de los Ejércitos Celestiales, ustedes han oído lo que los profetas han estado diciendo acerca de terminar el edificio. 10 Antes de que la obra en el templo comenzara, no había trabajo ni dinero para contratar obreros o animales. Ningún viajero estaba a salvo porque había enemigos por todos lados. Yo hice que todos estuvieran unos contra otros.
11 »Pero ahora no trataré al remanente de mi pueblo como lo hice antes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 12 Pues estoy plantando semillas de paz y prosperidad entre ustedes. Las vides estarán cargadas de fruta, la tierra producirá sus cosechas y los cielos soltarán el rocío. Una vez más yo haré que el remanente de Judá y de Israel herede estas bendiciones. 13 Entre las demás naciones, Judá e Israel se convirtieron en símbolo de una nación maldita. ¡Pues ya no lo serán más! Ahora los rescataré y los haré símbolo y fuente de bendición. Así que no tengan miedo. ¡Sean fuertes y sigan con la reconstrucción del templo!
14 »Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales dice: estaba decidido a castigarlos cuando sus antepasados me hicieron enojar y no cambié de parecer, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 15 Sin embargo, ahora estoy decidido a bendecir a Jerusalén y al pueblo de Judá, así que no tengan miedo. 16 Pero ustedes deben hacer lo siguiente: digan la verdad unos a otros. En sus tribunales, pronuncien veredictos que sean justos y que conduzcan a la paz. 17 No tramen el mal unos contra otros. Dejen de amar el decir mentiras y jurar que son verdad. Yo odio todas esas cosas, dice el Señor».
18 Este es otro mensaje que me dio el Señor de los Ejércitos Celestiales: 19 «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: los ayunos tradicionales y los tiempos de luto que han mantenido al principio del verano, en pleno verano, en el otoño y en el invierno[bm] ahora han terminado. Se convertirán en festivales de alegría y celebración para el pueblo de Judá. Así que amen la verdad y la paz.
20 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: gente de naciones y ciudades en todo el mundo viajará a Jerusalén. 21 La gente de una ciudad dirá a la gente de otra: “Vengan con nosotros a Jerusalén para pedir que el Señor nos bendiga. Adoremos al Señor de los Ejércitos Celestiales. Yo estoy decidido a ir”. 22 Muchos pueblos y naciones poderosas irán a Jerusalén a buscar al Señor de los Ejércitos Celestiales y a pedir su bendición.
23 »El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: en aquellos días, diez hombres de naciones e idiomas diferentes agarrarán por la manga a un judío y le dirán: “Por favor, permítenos acompañarte, porque hemos oído que Dios está contigo”».
Juicio contra los enemigos de Israel
9 Este es el mensaje[bn] del Señor contra la tierra de Aram[bo] y contra la ciudad de Damasco, pues los ojos de la humanidad, incluidas todas las tribus de Israel, están puestos en el Señor.
2 La destrucción de Hamat está asegurada,
ciudad ubicada cerca de Damasco,
también para las ciudades de Tiro y de Sidón,
aunque sean tan astutas.
3 ¡Tiro ha construido una poderosa fortaleza
y ha logrado que la plata y el oro
sean tan abundantes como el polvo en las calles!
4 Pero ahora el Señor despojará a Tiro de sus posesiones
y lanzará sus fortificaciones al mar,
y será reducida a cenizas.
5 La ciudad de Ascalón verá la caída de Tiro
y se llenará de miedo.
Gaza temblará de terror
y lo mismo hará Ecrón, porque sus esperanzas se desvanecerán.
El rey de Gaza será asesinado
y Ascalón será abandonada.
6 La ciudad de Asdod será ocupada por extranjeros.
Destruiré el orgullo de los filisteos.
7 Les quitaré de la boca la carne ensangrentada
y sacaré de entre sus dientes los sacrificios detestables.
Entonces los filisteos que sobrevivan adorarán a nuestro Dios
y serán como un clan en Judá.[bp]
Los filisteos de Ecrón se unirán a mi pueblo,
como una vez lo hicieron los antiguos jebuseos.
8 Guardaré mi templo
y lo protegeré de ejércitos invasores.
Estoy vigilando de cerca para asegurar
que nunca más los opresores extranjeros invadan la tierra de mi pueblo.
La venida del rey de Sion
9 ¡Alégrate, oh pueblo de Sion[bq]!
¡Grita de triunfo, oh pueblo de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti.
Él es justo y victorioso,[br]
pero es humilde, montado en un burro:
montado en la cría de una burra.
10 Quitaré los carros de guerra de Israel[bs]
y los caballos de guerra de Jerusalén.
Destruiré todas las armas usadas en la batalla,
y tu rey traerá paz a las naciones.
Su reino se extenderá de mar a mar
y desde el río Éufrates[bt] hasta los confines de la tierra.[bu]
11 Debido al pacto que hice contigo,
sellado con sangre,
yo liberaré a tus prisioneros
de morir en un calabozo sin agua.
12 ¡Regresen al refugio,
ustedes, prisioneros, que todavía tienen esperanza!
Hoy mismo prometo
que les daré dos bendiciones por cada dificultad.
13 Judá es mi arco,
e Israel, mi flecha.
Jerusalén[bv] es mi espada
y, como un guerrero, la blandiré contra los griegos.[bw]
14 ¡El Señor aparecerá sobre su pueblo
y sus flechas volarán como rayos!
El Señor Soberano hará sonar el cuerno de carnero
y atacará como un torbellino desde el desierto del sur.
15 El Señor de los Ejércitos Celestiales protegerá a su pueblo,
quien derrotará a sus enemigos lanzándoles grandes piedras.
Gritarán en la batalla como si estuvieran borrachos con vino.
Se llenarán de sangre como si fueran un tazón,
empapados con sangre como las esquinas del altar.
16 En aquel día el Señor su Dios rescatará a su pueblo,
así como un pastor rescata a sus ovejas.
Brillarán en la tierra del Señor
como joyas en una corona.
17 ¡Qué espléndidos y hermosos serán!
Los jóvenes florecerán con la abundancia de grano
y las jóvenes con el vino nuevo.
El Señor restaurará a su pueblo
10 Pidan al Señor lluvia en la primavera,
porque él forma las nubes de tempestad.
Y él mandará abundante lluvia
de modo que cada campo se convierta en un buen pastizal.
2 Los ídolos caseros dan consejos sin ningún valor,
los adivinos predicen solo mentiras
y los que interpretan los sueños dicen
falsedades que no dan consuelo.
Así que mi pueblo vaga como ovejas perdidas,
y las atacan porque no tienen pastor.
3 «Mi ira se enciende contra sus pastores
y castigaré a esos líderes.[bx]
Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales ha llegado
para cuidar a Judá, su rebaño.
Él los hará fuertes y magníficos,
como un caballo majestuoso en la batalla.
4 De Judá saldrá la piedra principal,
la estaca de la carpa,
el arco para la batalla
y todos los gobernantes.
5 Serán como guerreros poderosos en batalla,
que pisotean a sus enemigos en el lodo debajo de sus pies.
Puesto que el Señor está con ellos cuando luchan,
hasta derribarán a los jinetes de sus enemigos.
6 »Yo fortaleceré a Judá y salvaré a Israel;[by]
los restauraré a causa de mi compasión.
Será como si nunca los hubiera rechazado,
porque yo soy el Señor su Dios, que escuchará sus lamentos.
7 El pueblo de Israel[bz] será como poderosos guerreros,
y sus corazones se alegrarán como si tomaran vino.
Sus hijos también verán esto y se alegrarán;
sus corazones se gozarán en el Señor.
8 Cuando los llame con un silbido, vendrán corriendo,
porque los he redimido.
De los pocos que queden,
volverán a ser tan numerosos como eran antes.
9 Aunque los dispersé como semillas entre las naciones,
aun así en tierras lejanas se acordarán de mí.
Ellos y sus hijos sobrevivirán
y volverán otra vez a Israel.
10 Los traeré de regreso desde Egipto
y los recogeré de Asiria.
Yo los estableceré otra vez en Galaad y en el Líbano
hasta que no haya espacio para todos.
11 Cruzarán a salvo el mar de la angustia,[ca]
porque las olas serán contenidas
y las aguas del Nilo se secarán.
La soberbia de Asiria será aplastada
y el dominio de Egipto terminará.
12 Mediante mi poder[cb] haré fuerte a mi pueblo,
y por mi autoridad irán a donde quieran.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
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