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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Biblia del Jubileo (JBS)
Version
Salmos 135 - Proverbios 6

Alelu-JAH.

Alabad el Nombre del SEÑOR; Alabadle, esclavos del SEÑOR;

los que estáis en la Casa del SEÑOR, en los atrios de la Casa de nuestro Dios.

Alabad a JAH, porque es bueno el SEÑOR; cantad salmos a su Nombre, porque es suave.

Porque JAH ha escogido a Jacob para sí, a Israel por posesión suya.

¶ Porque yo sé que el SEÑOR es grande, y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.

Todo lo que quiso el SEÑOR, hizo en los cielos y en la tierra; en los mares, y en todos los abismos.

El que hace subir las nubes del cabo de la tierra; hizo los relámpagos en la lluvia; el que saca los vientos de sus tesoros.

El que hirió a los primogénitos de Egipto, desde el hombre hasta la bestia.

Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, sobre el Faraón, y sobre todos sus esclavos.

10 El que hirió muchos gentiles, y mató reyes poderosos:

11 A Sehón rey amorreo, y a Og rey de Basán, y a todos los reinos de Canaán.

12 Y dio la tierra de ellos en heredad, en heredad a Israel su pueblo.

13 Oh SEÑOR, tu Nombre es eterno; tu memoria, oh SEÑOR para generación y generación.

14 Porque juzgará el SEÑOR su pueblo, y sobre sus esclavos se arrepentirá.

15 ¶ Los ídolos de los gentiles son plata y oro, obra de manos de hombres.

16 Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven;

17 tienen orejas, y no oyen; tampoco hay espíritu en sus bocas.

18 Como ellos sean los que los hacen; y todos los que en ellos confían.

19 Casa de Israel, bendecid al SEÑOR; casa de Aarón, bendecid al SEÑOR;

20 casa de Leví, bendecid al SEÑOR; los que teméis al SEÑOR, bendecid al SEÑOR.

21 Bendito el SEÑOR de Sion, el que mora en Jerusalén. Alelu-JAH.

Alabad al SEÑOR, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia.

Alabad al Dios de dioses, porque para siempre es su misericordia.

Alabad al Señor de señores, porque para siempre es su misericordia.

Al único que hace grandes maravillas, porque para siempre es su misericordia.

Al que hizo los cielos con inteligencia, porque para siempre es su misericordia.

Al que tendió la tierra sobre las aguas, porque para siempre es su misericordia;

al que hizo las grandes luminarias, porque para siempre es su misericordia;

el sol para que dominara en el día, porque para siempre es su misericordia;

la luna y las estrellas para que dominaran en la noche, porque para siempre es su misericordia.

10 ¶ Al que hirió a Egipto en sus primogénitos, porque para siempre es su misericordia.

11 Al que sacó a Israel de en medio de ellos, porque para siempre es su misericordia;

12 con mano fuerte, y brazo extendido, porque para siempre es su misericordia.

13 Al que dividió el mar Bermejo en partes, porque para siempre es su misericordia;

14 e hizo pasar a Israel por en medio de él, porque para siempre es su misericordia;

15 y sacudió al Faraón y a su ejército en el mar Bermejo, porque para siempre es su misericordia.

16 Al que pastoreó a su pueblo por el desierto, porque para siempre es su misericordia.

17 Al que hirió grandes reyes, porque para siempre es su misericordia;

18 y mató reyes poderosos, porque para siempre es su misericordia;

19 a Sehón rey amorreo, porque para siempre es su misericordia,

20 Y a Og rey de Basán, porque para siempre es su misericordia.

21 Y dio la tierra de ellos en heredad, porque para siempre es su misericordia;

22 En heredad a Israel su esclavo, porque para siempre es su misericordia.

23 ¶ El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros, porque para siempre es su misericordia;

24 y nos rescató de nuestros enemigos, porque para siempre es su misericordia.

25 El que da sustento a toda carne, porque para siempre es su misericordia.

26 Alabad al Dios de los cielos; porque para siempre es su misericordia.

Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.

Sobre los sauces que están en medio de ella colgamos nuestras arpas;

cuando nos pedían allí, los que nos cautivaron, las palabras de la canción, (colgadas nuestras arpas de alegría) diciendo: Cantadnos de las canciones de Sion.

¿Cómo cantaremos canción del SEÑOR en tierra de extraños?

Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, mi diestra sea olvidada.

Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no ensalzare a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.

¶ Acuérdate, oh SEÑOR, de los hijos de Edom en el día de Jerusalén; quienes decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.

Hija de Babilonia destruida, dichoso el que te diere tu pago, que nos pagaste a nosotros.

Dichoso el que tomara y estrellara tus niños a las piedras.

De David.

Te Alabaré con todo mi corazón; delante de los dioses te cantaré salmos.

Adoraré al templo de tu santidad, y alabaré tu Nombre sobre tu misericordia y tu verdad; porque has hecho magnífico tu Nombre, y has engrandecido tu dicho sobre todas las cosas.

El día que llamé, me respondiste; me fortaleciste con fortaleza en mi alma.

Te confesarán, oh SEÑOR, todos los reyes de la tierra, cuando oigan los dichos de tu boca.

Y cantarán en los caminos del SEÑOR, que la gloria del SEÑOR es grande.

¶ Porque el alto SEÑOR mira al humilde; y al altivo no lo conoce.

Si anduviere yo por medio de la angustia, me vivificarás; contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y tu diestra me salvará.

El SEÑOR cumplirá por mí; tu misericordia, oh SEÑOR, es para siempre; no dejarás la obra de tus manos.

Al Vencedor: de David: Salmo.

SEÑOR, me has examinado y conocido.

Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, has entendido desde lejos mis pensamientos.

Mi andar y mi reposo has ceñido, y todos mis caminos has aparejado.

Pues aun no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh SEÑOR, tú la supiste toda.

Rostro y envés me formaste, y sobre mí pusiste tu mano.

Más maravillosa es su ciencia que mi capacidad; alta es, no puedo comprenderla.

¶ ¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?

Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si hiciere mi estrado en el Seol, hete allí.

Si tomare las alas del alba, y habitare en el extremo del mar,

10 aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.

11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá por causa de mí.

12 Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; las tinieblas son como la luz.

13 Porque tú poseíste mis riñones; me cubriste en el vientre de mi madre.

14 Te alabaré; porque me formaste de una manera formidable y maravillosa; y esto mi alma conoce en gran manera.

15 No fue encubierto mi cuerpo de ti, aunque yo fui hecho en secreto, y entretejido en lo profundo de la tierra.

16 Tus ojos vieron mi cuerpo aun imperfecto, y en tu libro todos mis miembros estaban escritos; que fueron luego formados, sin faltar uno de ellos.

17 ¶ Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas!

18 Si los cuento, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.

19 De cierto, oh Dios, matarás al impío; apartaos, pues, de mí, los varones sanguinarios,

20 que te dicen blasfemias; se ensoberbecen en vano tus enemigos.

21 ¿No tuve en odio, oh SEÑOR, a los que te aborrecen, y peleo contra tus enemigos?

22 De entero odio los aborrecí; los tuve por enemigos.

23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos;

24 y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.

Al Vencedor: Salmo de David.

Líbrame, oh SEÑOR, del hombre malo; de varón de violencia me guarde.

Los cuales pensaron males en el corazón, cada día urden contiendas.

Aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios. (Selah.)

Guárdame, oh SEÑOR, de manos del impío, del varón de violencia me guarde; que han pensado trastornar mis pasos.

Me han escondido lazo y cuerdas los soberbios; han tendido red; en el lugar de la senda me han puesto lazos. (Selah.)

He dicho al SEÑOR: Dios mío eres tú; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.

Oh DIOS el Señor, fortaleza de mi salud, cubre mi cabeza el día de las armas.

¶ No des, oh SEÑOR, al impío sus deseos; no saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. (Selah.)

En cuanto a la cabeza de los que me cercan, la perversidad de sus labios la cubra.

10 Caigan sobre ellos brasas; en el fuego los haga caer, en profundos hoyos de donde no salgan.

11 El varón de lengua maligna no será firme en la tierra; el mal cazará al varón de violencia para derribarle.

12 Yo sé que hará el SEÑOR el juicio del pobre, el juicio de los menesterosos.

13 Ciertamente los justos alabarán tu Nombre; los rectos morarán en tu presencia.

Salmo de David.

SEÑOR, a ti he llamado; apresúrate a mí; escucha mi voz, cuando te llamare.

Sea enderezada mi oración delante de ti como incienso, el don de mis manos como el sacrificio de la tarde.

Pon, oh SEÑOR, guarda a mi boca; guarda la puerta de mis labios.

No inclines mi corazón a cosa mala, a hacer obras con impiedad con los varones que obran iniquidad; y no coma yo de sus deleites.

¶ Que me hiera el justo con misericordia, y que me reprenda; y halago de príncipe inicuo no unte mi cabeza; porque aun mi oración será contra sus males.

Serán derribados de lugares fuertes sus jueces, y oirán mis palabras, que son suaves.

Como quien hiende y rompe leños en tierra, son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol.

Por tanto a ti, oh DIOS el Señor, miran mis ojos; en ti he confiado, no desampares mi alma.

Guárdame de las manos del lazo que me han tendido, y de los lazos de los que obran iniquidad.

10 Caigan los impíos a una en sus redes, mientras yo pasaré adelante para siempre.

Masquil de David: Oración que hizo cuando estaba en la cueva.

Con mi voz clamaré al SEÑOR, con mi voz pediré misericordia al SEÑOR.

Delante de él derramaré mi querella; delante de él denunciaré mi angustia.

Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo.

¶ Miraba a la mano derecha, y observaba; mas no había quién me conociera; no tuve refugio, no había quién volviera por mi vida.

Clamé a ti, oh SEÑOR, Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes.

Escucha mi clamor, que estoy muy afligido; líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.

Saca mi alma de la cárcel para que alabe tu Nombre; conmigo harán fiesta los justos, cuando me hubieras destetado.

Salmo de David.

Oh SEÑOR, oye mi oración, escucha mis ruegos por tu verdad; respóndeme por tu justicia.

Y no entres en juicio con tu esclavo; porque no se justificará delante de ti ningún viviente.

Porque ha perseguido el enemigo mi alma; ha quebrantado en tierra mi vida; me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

Y mi espíritu se angustió dentro de mí; se pasmó mi corazón.

Me acordé de los días antiguos; meditaba en todas tus obras, meditaba en las obras de tus manos.

Extendí mis manos a ti; mi alma a ti como la tierra sedienta. (Selah.)

¶ Respóndeme pronto, oh SEÑOR que desmaya mi espíritu; no escondas de mí tu rostro, y venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.

Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he alzado mi alma.

Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; a ti me acojo.

10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud.

11 Por tu Nombre, oh SEÑOR me vivificarás; por tu justicia, sacarás mi alma de angustia.

12 Y por tu misericordia disiparás mis enemigos, y destruirás todos los adversarios de mi alma; porque yo soy tu esclavo.

Salmo de David.

Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que enseña mis manos a la batalla, y mis dedos a la guerra.

Misericordia mía y mi castillo, altura mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que allana mi pueblo delante de mí.

Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre, que lo conoces? ¿O el hijo del hombre, para que lo estimes?

El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.

Oh SEÑOR, abaja tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen.

Despide relámpagos, y disípalos, envía tus saetas, y contúrbalos.

Envía tu mano desde lo alto; redímeme, y sácame de las muchas aguas, de la mano de los hijos extraños;

cuya boca habla vanidad, y su diestra es diestra de mentira.

¶ Oh Dios, a ti cantaré canción nueva; con salterio, con decacordio cantaré a ti.

10 , el que da salvación a los reyes, el que redime a David su esclavo de maligna espada.

11 Redímeme, y sálvame de mano de los hijos extraños, cuya boca habla vanidad, y su diestra es diestra de mentira.

12 Que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su juventud; nuestras hijas como las esquinas labradas a manera de las de un palacio;

13 nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano; nuestros ganados, que paran a millares y diez millares en nuestras plazas;

14 que nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; que no tengamos asalto, ni que hacer salida, ni queja en nuestras plazas.

15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.

Alef

Te ensalzaré, mi Dios, mi Rey; y bendeciré tu Nombre por el siglo y para siempre.

Bet

Cada día te bendeciré, y alabaré tu Nombre por el siglo y para siempre.

Guímel

Grande es el SEÑOR y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable.

Dálet

Generación a generación narrará tus obras, y anunciarán tus valentías.

He

De la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y tus hechos maravillosos, hablaré.

Vau

Y la terribilidad de tus valentías dirán los hombres; y yo recontaré tu grandeza.

Zain

Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia.

Chet

Clemente y misericordioso es el SEÑOR, lento para la ira, y grande en misericordia.

Tet

Bueno es el SEÑOR para con todos; y sus misericordias resplandecen sobre todas sus obras.

10 Yod Alábente, oh SEÑOR, todas tus obras; y tus misericordiosos te bendigan.

Caf

11 La gloria de tu reino digan, y hablen de tu fortaleza;

Lámed

12 para notificar a los hijos de Adán sus valentías, y la gloria de la magnificencia de su reino.

Mem

13 Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones.

Sámec

14 Sostiene el SEÑOR a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos.

Ayin

15 Los ojos de todas las cosas esperan a ti, y tú les das su comida en su tiempo.

Pe

16 Abres tu mano, y sacias el deseo de todo viviente.

Tsade

17 Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras.

Cof

18 Cercano está el SEÑOR a todos los que le invocan, a todos los que le invocan con verdad.

Resh

19 Cumplirá el deseo de los que le temen; y su clamor oirá, y los salvará.

Sin

20 El SEÑOR guarda a todos los que le aman; pero destruirá a todos los impíos.

Tau

21 La alabanza del SEÑOR hablará mi boca; y bendiga toda carne su santo Nombre, por el siglo y para siempre.

Alelu-JAH.

Alaba, oh alma mía, al SEÑOR.

Alabaré al SEÑOR en mi vida; diré salmos a mi Dios mientras viviere.

No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

Saldrá su espíritu, se volverá en su tierra; en aquel día perecerán todos sus pensamientos.

¶ Dichoso aquel en cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza es en el SEÑOR su Dios;

el cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; el que guarda verdad para siempre;

el que hace derecho a los agraviados; el que da pan a los hambrientos; el SEÑOR, el que suelta a los aprisionados;

el SEÑOR es el que abre los ojos a los ciegos; el SEÑOR, el que endereza a los agobiados; el SEÑOR, el que ama a los justos.

El SEÑOR, el que guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda levanta; y el camino de los impíos trastorna.

10 Reinará el SEÑOR para siempre; tu Dios, oh Sion, por generación y generación. Alelu-JAH.

Alelu-JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza.

El SEÑOR, el que edifica a Jerusalén; a los echados de Israel recogerá.

El que sana a los quebrantados de corazón, y el que liga sus heridas.

El que cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres.

Grande es el Señor nuestro, y de mucha potencia; y su inteligencia es infinita.

El SEÑOR, el que ensalza a los humildes; el que humilla a los impíos hasta la tierra.

Cantad al SEÑOR con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios.

El que cubre los cielos de nubes, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba.

El que da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman a él.

10 No toma contentamiento en la fortaleza del caballo, ni se complace en las piernas del varón.

11 El SEÑOR ama a los que le temen; a los que esperan en su misericordia.

12 ¶ Alaba al SEÑOR, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion.

13 Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti.

14 El que pone por tu término la paz; te hará saciar de grosura de trigo.

15 El que envía su palabra a la tierra; muy presto corre su palabra.

16 El que da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza.

17 El que echa su hielo como en pedacitos; delante de su frío ¿quién estará?

18 Enviará su palabra, y los derretirá; soplará su viento, y fluirán las aguas.

19 El que denuncia sus palabras a Jacob, sus estatutos y sus juicios a Israel.

20 No ha hecho esto con las otras naciones; las cuales no conocieron sus juicios. Alelu-JAH.

Alelu-JAH.

Alabad a Dios desde los cielos; alabadle en las alturas.

Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

Alabadle, el sol y la luna: alabadle, todas las estrellas de luz.

Alabadle, los cielos de los cielos; y las aguas que están sobre los cielos.

Alaben el Nombre del SEÑOR; porque él mandó, y fueron creados.

Y los hizo ser para siempre por el siglo; les puso ley que no será quebrantada.

¶ Alabad al SEÑOR, desde la tierra, los dragones y todos los abismos;

el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra;

los montes y todos los collados; el árbol de fruto, y todos los cedros;

10 la bestia, y todo animal; el que va arrastrando, y el ave que vuela;

11 los reyes de la tierra, y todos los pueblos; los príncipes, y todos los jueces de la tierra;

12 los jóvenes, y también las doncellas; los viejos con los niños,

13 alaben el Nombre del SEÑOR, porque sólo su Nombre es elevado; su gloria es sobre tierra y cielos.

14 El ensalzó el cuerno de su pueblo; alábenle todos sus misericordiosos, los hijos de Israel, el pueblo a él cercano. Alelu-JAH.

Alelu-JAH.

Cantad al SEÑOR canción nueva; su alabanza sea en la congregación de los misericordiosos.

Alégrese Israel con su Hacedor; los hijos de Sion se gocen con su Rey.

Alaben su Nombre con baile; con adufe y arpa canten a él.

Porque el SEÑOR toma contentamiento con su pueblo; hermoseará a los humildes con salud.

Se gozarán los misericordiosos con gloria; cantarán sobre sus camas.

¶ Ensalzamientos de Dios modularán en sus gargantas; y espadas de dos filos habrá en sus manos;

para hacer venganza de los gentiles, castigos en los pueblos;

para aprisionar sus reyes en grillos, y sus nobles en cadenas de hierro;

para ejecutar en ellos el juicio escrito; gloria será esto para todos sus misericordiosos. Alelu-JAH.

Alelu-JAH.

Alabad a Dios en su santuario; alabadle en el extendimiento de su fortaleza.

Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

Alabadle a son de shofar; alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con adufe y flauta; alabadle con cuerdas y órgano.

Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo.

Todo lo que respira alabe a JAH. Alelu-JAH.

Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:

Para conocer sabiduría y castigo; para entender las razones prudentes;

para recibir el castigo de prudencia, justicia, juicio y equidad;

para dar prudencia a los simples, y a los jóvenes inteligencia y consejo.

Si el sabio los oyere, aumentará la doctrina; y el entendido adquirirá consejo;

para entender parábola y declaración; palabras de sabios, y sus enigmas.

¶ El principio del conocimiento es el temor del SEÑOR; los locos despreciaron la sabiduría y el castigo.

Oye, hijo mío, el castigo de tu padre, y no deseches la ley de tu madre;

porque aumento de gracia serán a tu cabeza, y protección a tu cuello.

10 ¶ Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas.

11 Si dijeren: Ven con nosotros, espiemos a alguno para matarle, acechemos al inocente sin razón;

12 los tragaremos vivos como el Seol, y enteros, como los que caen en un abismo;

13 hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos;

14 echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa,

15 hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas;

16 porque sus pies correrán al mal, e irán presurosos a derramar sangre.

17 Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave;

18 mas ellos a su propia sangre espían, y a sus propias almas ponen asechanza.

19 Tales son las sendas de todo el que codicia la ganancia, la cual prenderá la vida de sus poseedores.

20 ¶ La sabiduría clama de fuera; en las plazas da su voz;

21 clama en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:

22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los locos aborrecerán la ciencia?

23 Volveos a mi reprensión; he aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras.

24 Por cuanto llamé, y no quisisteis; extendí mi mano, y no hubo quien escuchara;

25 antes desechasteis todo consejo mío, y no quisisteis mi reprensión;

26 también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

27 cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

28 Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán;

29 por cuanto aborrecieron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR,

30 ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía.

31 Comerán, pues, del fruto de su camino, y de sus consejos se hartarán.

32 Porque el reposo de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los locos los echará a perder.

33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente, y vivirá reposado del temor del mal.

¶ Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti,

haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la inteligencia;

si clamares por entendimiento, y a la inteligencia dieres tu voz;

si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros;

entonces entenderás el temor del SEÑOR, y hallarás el conocimiento de Dios.

Porque el SEÑOR da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

El guarda el ser a los rectos; es escudo a los que caminan perfectamente,

guardando las veredas del juicio, y el camino de sus misericordiosos.

Entonces entenderás justicia, juicio, y equidad, y todo buen camino.

10 ¶ Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere dulce a tu alma,

11 el consejo te guardará, te preservará la inteligencia,

12 para librarte del mal camino, del hombre que habla perversidades;

13 que dejan las veredas derechas, por andar por caminos tenebrosos;

14 que se alegran haciendo mal, que se huelgan en malas perversidades;

15 cuyas veredas son torcidas, y ellos torcidos en sus caminos.

16 Para librarte de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras;

17 que desampara el príncipe de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios.

18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas van hacia los muertos.

19 Todos los que a ella entraren, no volverán, ni tomarán las veredas de la vida.

20 Para que andes por el camino de los buenos, y guardes las veredas de los justos.

21 Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella;

22 mas los impíos serán cortados de la tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

¶ Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos;

porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.

Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón;

y hallarás gracia y buena opinión en los ojos de Dios y de los hombres.

Fíate del SEÑOR de todo tu corazón, y no estribes en tu propia prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

¶ No seas sabio en tu propia opinión; teme al SEÑOR, y apártate del mal;

porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos.

Honra al SEÑOR de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos;

10 y serán llenos tus alfolíes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección;

12 porque el SEÑOR castiga al que ama y quiere, como el padre al hijo.

13 ¶ Bienaventurado el hombre que halló la sabiduría, y que saca a luz la inteligencia;

14 porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16 Largura de días trae en su mano derecha; en su izquierda riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la mantienen.

19 El SEÑOR con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia se partieron los abismos, y destilan el rocío los cielos.

21 ¶ Hijo mío, no se aparten de tus ojos; guarda la sabiduría y el consejo;

22 y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acostares, no tendrás temor; antes te acostarás, y tu sueño será suave.

25 No tendrás temor del pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere;

26 porque el SEÑOR será tu confianza, y él guardará tu pie para que no seas tomado.

27 ¶ No detengas el bien de sus dueños, cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas a tu prójimo: Ve, y vuelve, y mañana te daré; cuando tienes contigo qué darle.

29 No pienses mal contra tu prójimo, estando él confiado de ti.

30 No pleitees con alguno sin razón, si él no te ha hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto, ni escojas alguno de sus caminos.

32 Porque el perverso es abominado del SEÑOR; mas su secreto es con los rectos.

33 La maldición del SEÑOR está en la casa del impío; mas él bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, y a los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán la honra; mas los locos sostendrán deshonra.

¶ Oíd, hijos, el castigo del padre; y estad atentos para que sepáis inteligencia.

Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.

Porque yo fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre.

Y él me enseñaba, y me decía: Sustente tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás.

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.

Sabiduría primero que todo; adquiere sabiduría; y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.

Crece en ella, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.

Dará a tu cabeza aumento de gracia; corona de hermosura te entregará.

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres por ellas no se estrecharán tus pasos; y si corrieres, no tropezarás.

13 Ten el castigo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida.

14 ¶ No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos.

15 Desampárala, no pases por ella; apártate de ella, y pasa.

16 Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; y pierden su sueño, si no han hecho caer.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de violencia.

18 Mas la vereda de los justos es como la luz del lucero, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.

20 ¶ Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.

21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.

22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne.

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la desviación de los labios.

25 Tus ojos miren lo recto, y tus párpados enderecen tu camino delante de ti.

26 Pesa la vereda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados.

27 No te desvíes a diestra, ni a siniestra; aparta tu pie del mal.

¶ Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído;

para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia.

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite;

mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos.

Sus pies descienden a la muerte; sus pasos sustentan el Seol;

si no pesares el camino de vida, sus caminos son inestables; no los conocerás.

Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca.

Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;

para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel;

10 para que no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,

12 y digas: ¡Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión;

13 y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.

15 ¶ Bebe el agua de tu propia cisterna, y las corrientes de tu propio pozo.

16 Rebosan por fuera tus fuentes, en las plazas los ríos de tus aguas.

17 Sean para ti solo, y no para los extraños contigo.

18 Será bendito tu manantial; y alégrate de la mujer de tu juventud.

19 Como cierva de amores y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor andarás ciego de continuo, sin fijar tus ojos en nadie más.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?

21 Pues que los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, ¡y él pesa todas sus veredas!

22 Sus propias iniquidades prenderán al impío, y con las cuerdas de su pecado será detenido.

23 El morirá por no haberse sometido al castigo; y por la grandeza de su locura, errará.

¶ Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si prometiste al extraño,

enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las razones de tu boca.

Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, porque has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y esfuerza tu prójimo.

No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento.

Escápate como la gacela de la mano del cazador, y como el ave de la mano del que tiende trampas.

¶ Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio;

la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor,

prepara en el verano su comida y en el tiempo de la siega recoge su mantenimiento.

Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 Tomando un poco de sueño, cabeceando otro poco, y cruzado los brazos otro poco para volver a dormir;

11 así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre de escudo.

12 ¶ El hombre de Belial es varón inicuo, anda en perversidad de boca;

13 guiña con sus ojos, habla con sus pies, enseña con sus dedos;

14 perversidades hay en su corazón, anda pensando mal en todo tiempo; enciende rencillas.

15 Por tanto su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16 Seis cosas aborrece el SEÑOR, y aun siete abomina su alma:

17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente,

18 el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal,

19 el testigo falso que habla mentiras, y el que enciende rencillas entre los hermanos.

20 ¶ Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre;

21 átala siempre en tu corazón, enlázala a tu cuello.

22 Te guiará cuando anduvieres; cuando durmieres te guardará; hablará contigo cuando despertares.

23 Porque el mandamiento es candela, y la enseñanza luz; y camino de vida las reprensiones del castigo;

24 para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la extraña.

25 No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;

26 porque a causa de la mujer ramera es reducido el hombre a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón.

27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que sus vestidos se quemen?

28 ¿Andará el hombre sobre las brasas, sin que sus pies se quemen?

29 Así el que entrare a la mujer de su prójimo; no será sin culpa cualquiera que la tocare.

30 No tienen en poco al ladrón, aun cuando hurtare para saciar su alma teniendo hambre;

31 tomado, paga siete veces; da toda la sustancia de su casa.

32 Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de corazón; corrompe su alma el que tal hace.

33 Plaga y vergüenza hallará; y su afrenta nunca será raída.

34 Porque el celo sañudo del varón no perdonará en el día de la venganza;

35 no tendrá respeto a ningún rescate; ni querrá perdonar, aunque multipliques el soborno.

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