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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 41:19-52:12

19 Plantaré árboles en el desierto árido:
    cedros, acacias, mirtos, olivos, cipreses, abetos y pinos.
20 Lo hago para que todos los que vean este milagro
    comprendan lo que significa:
que el Señor es quien lo ha hecho;
    el Santo de Israel lo ha creado.

21 »Expongan el caso de sus ídolos
    —dice el Señor—.
Que demuestren lo que pueden hacer
    —dice el Rey de Israel[a]—.
22 Que intenten decirnos lo que sucedió hace mucho tiempo,
    para que podamos examinar las pruebas.
O que nos digan lo que nos depara el futuro,
    para que podamos saber lo que sucederá.
23 Sí, dígannos lo que ocurrirá en los próximos días.
    Entonces sabremos que ustedes son dioses.
¡Por lo menos hagan algo, bueno o malo!
    Hagan algo que nos asombre y nos atemorice.
24 ¡Pero no! Ustedes son menos que nada y no pueden hacer nada en absoluto.
    Quienes los escogen se contaminan a sí mismos.

25 »Yo incité a un líder que se aproximará del norte;
    desde el oriente invocará mi nombre.
Le daré la victoria sobre reyes y príncipes;
    los pisoteará como el alfarero pisa la arcilla.

26 »¿Quién les dijo desde el principio
    que esto sucedería?
¿Quién predijo esto,
    haciéndoles admitir que él tenía razón?
    ¡Nadie dijo una sola palabra!
27 Yo fui el primero en decirle a Sion:
    “¡Mira! ¡La ayuda está en camino!”[b].
    Enviaré a Jerusalén un mensajero con buenas noticias.
28 Ninguno de sus ídolos les dijo esto;
    ni uno respondió cuando pregunté.
29 Como ven, todos son objetos necios y sin ningún valor;
    sus ídolos son tan vacíos como el viento.

El Siervo escogido del Señor

42 »Miren a mi siervo, al que yo fortalezco;
    él es mi elegido, quien me complace.
He puesto mi Espíritu sobre él;
    él hará justicia a las naciones.
No gritará
    ni levantará su voz en público.
No aplastará a la caña más débil,
    ni apagará una vela que titila.
    Les hará justicia a todos los agraviados.
No vacilará ni se desalentará
    hasta que prevalezca la justicia en toda la tierra.
    Aun las tierras lejanas más allá del mar esperarán sus instrucciones[c]».

Dios, el Señor, creó los cielos y los extendió;
    creó la tierra y todo lo que hay en ella.
Él es quien da aliento a cada uno
    y vida a todos los que caminan sobre la tierra.
Y es él quien dice:
«Yo, el Señor, te he llamado para manifestar mi justicia.
    Te tomaré de la mano y te protegeré,
y te daré a mi pueblo, los israelitas,
    como símbolo de mi pacto con ellos.
Y serás una luz para guiar a las naciones.
    Abrirás los ojos de los ciegos;
pondrás a los cautivos en libertad,
    soltando a los que están en calabozos oscuros.

»¡Yo soy el Señor; ese es mi nombre!
    No le daré mi gloria a nadie más,
    ni compartiré mi alabanza con ídolos tallados.
Todo cuanto profeticé se ha hecho realidad,
    y ahora profetizaré de nuevo;
les diré el futuro antes de que suceda».

Canción de alabanza al Señor

10 ¡Canten al Señor un nuevo cántico!
    ¡Canten sus alabanzas desde los confines de la tierra!
Canten, ustedes que navegan los mares,
    los que viven en las costas lejanas.
11 Únanse al coro, ciudades del desierto;
    que las aldeas de Cedar se alegren.
Que el pueblo de Sela cante de alegría;
    que grite alabanzas desde las cumbres de los montes.
12 Que el mundo entero glorifique al Señor;
    que cante su alabanza.
13 El Señor marchará como un héroe poderoso;
    saldrá como guerrero lleno de furia.
Lanzará su grito de batalla
    y aplastará a todos sus enemigos.

14 Dirá: «He guardado silencio por mucho tiempo;
    sí, me he contenido.
Pero ahora, como una mujer que da a luz,
    gritaré, gemiré y jadearé.
15 Allanaré los montes y las colinas
    y arruinaré toda su vegetación.
Convertiré los ríos en tierra seca
    y secaré todas las lagunas.
16 Guiaré al ciego Israel por una senda nueva,
    llevándolo por un camino desconocido.
Iluminaré las tinieblas a su paso
    y allanaré el camino delante de ellos.
Ciertamente yo haré estas cosas;
    no los abandonaré.
17 Pero los que confían en ídolos,
    los que dicen: “Ustedes son nuestros dioses”,
    se alejarán avergonzados.

Israel no ha querido escuchar ni ver

18 »¡Escuchen ustedes, sordos!
    ¡Miren y vean, ciegos!
19 ¿Quién es tan ciego como mi propio pueblo, mi siervo?
    ¿Quién es tan sordo como mi mensajero?
¿Quién es tan ciego como mi pueblo elegido,
    el siervo del Señor?
20 Ustedes ven y reconocen lo que es correcto,
    pero se niegan a hacerlo.
Escuchan con sus oídos,
    pero en realidad no prestan atención».

21 Debido a que el Señor es justo,
    él ha exaltado su ley gloriosa;
22 pero a su pueblo lo han robado y saqueado,
    lo han esclavizado, metido en prisión y atrapado.
Es blanco fácil para cualquiera,
    y no tiene a nadie que lo proteja,
    a nadie que lo lleve de regreso a casa.

23 ¿Quién escuchará estas lecciones del pasado
    y verá la ruina que le espera en el futuro?
24 ¿Quién permitió que robaran e hirieran a Israel?
    Fue el Señor, contra quien pecamos,
porque los israelitas no quisieron andar por su camino,
    ni quisieron obedecer su ley.
25 Por lo tanto, él derramó su furia sobre ellos
    y los destruyó en batalla.
Las llamas los envolvieron,
    pero aun así se negaron a entender.
El fuego los consumió,
    pero no aprendieron su lección.

El Salvador de Israel

43 Pero ahora, oh Jacob, escucha al Señor, quien te creó.
    Oh Israel, el que te formó dice:
«No tengas miedo, porque he pagado tu rescate;
    te he llamado por tu nombre; eres mío.
Cuando pases por aguas profundas,
    yo estaré contigo.
Cuando pases por ríos de dificultad,
    no te ahogarás.
Cuando pases por el fuego de la opresión,
    no te quemarás;
    las llamas no te consumirán.
Pues yo soy el Señor, tu Dios,
    el Santo de Israel, tu Salvador.
Yo di a Egipto como rescate por tu libertad;
    en tu lugar di a Etiopía[d] y a Seba.
Entregué a otros a cambio de ti.
    Cambié la vida de ellos por la tuya,
porque eres muy precioso para mí.
    Recibes honra, y yo te amo.

»No tengas miedo, porque yo estoy contigo.
    Te reuniré a ti y a tus hijos del oriente y del occidente.
Les diré al norte y al sur:
    “Traigan a mis hijos e hijas de regreso a Israel
    desde los rincones más lejanos de la tierra.
Traigan a todo el que me reconoce como su Dios,
    porque yo los he creado para mi gloria.
    Fui yo quien los formé”».

Saquen a la gente que tiene ojos pero está ciega,
    que tiene oídos pero está sorda.
¡Reúnan a las naciones!
    ¡Convoquen a los pueblos del mundo!
¿Cuál de sus ídolos acaso predijo cosas semejantes?
    ¿Cuál de ellos puede predecir lo que sucederá mañana?
¿Dónde están los testigos de tales predicciones?
    ¿Quién puede comprobar que han dicho la verdad?

10 «Pero tú eres mi testigo, oh Israel—dice el Señor—.
    Tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
    y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
    nunca lo hubo y nunca lo habrá.
11 Yo, sí, yo soy el Señor,
    y no hay otro Salvador.
12 Primero predije tu rescate,
    y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
    Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
    —dice el Señor—.
13 Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios.
    No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano;
    nadie puede deshacer lo que he hecho».

Victoria prometida por el Señor

14 Esto dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel:

«Por tu bien, enviaré un ejército contra Babilonia
    y obligaré a los babilonios[e] a huir en esos barcos de los que están tan orgullosos.
15 Yo soy el Señor, tu Santo,
    el Creador y Rey de Israel.
16 Yo soy el Señor, que abrió un camino a través de las aguas,
    e hizo una senda seca a través del mar.
17 Yo llamé al poderoso ejército de Egipto
    con todos sus carros de guerra y sus caballos.
Los sumergí debajo de las olas, y se ahogaron;
    su vida se apagó como mecha humeante.

18 »Pero olvida todo eso;
    no es nada comparado con lo que voy a hacer.
19 Pues estoy a punto de hacer algo nuevo.
    ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?
Haré un camino a través del desierto;
    crearé ríos en la tierra árida y baldía.
20 Los animales salvajes de los campos me darán las gracias,
    y también los chacales y los búhos,
    por darles agua en el desierto.
Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía,
    para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.
21 Yo hice a Israel para mí mismo,
    y algún día me honrará delante del mundo entero.

22 »Sin embargo, querida familia de Jacob, tú te niegas a pedirme ayuda.
    ¡Oh Israel, te has cansado de mí!
23 No me has traído ovejas ni cabras para ofrendas quemadas.
    No me has honrado con sacrificios,
aun cuando no te he agobiado ni fatigado
    con exigencias de ofrendas de granos y de incienso.
24 No me has traído el cálamo aromático,
    ni me has agradado con la grasa de los sacrificios.
En cambio, me has agobiado con tus pecados
    y me has cansado con tus faltas.

25 »Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo
    y nunca volveré a pensar en ellos.
26 Revisemos juntos la situación,
    y presenta tu defensa para demostrar tu inocencia.
27 Desde el principio, tu primer antepasado pecó contra mí;
    todos tus líderes quebrantaron mis leyes.
28 Por eso yo he avergonzado a tus sacerdotes;
    he decretado la destrucción total[f] de Jacob
    y la vergüenza para Israel.
44 »Ahora, escúchame, Jacob, mi siervo,
    Israel, mi elegido.
El Señor que te hizo y que te ayuda, dice:
“No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío,
    mi amado Israel,[g] mi elegido.
Pues derramaré agua para calmar tu sed
    y para regar tus campos resecos;
derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes,
    y mi bendición sobre tus hijos.
Prosperarán como la hierba bien regada,
    como sauces en la ribera de un río.
Algunos dirán con orgullo: ‘Yo le pertenezco al Señor’;
    otros dirán: ‘Soy descendiente de Jacob’.
Algunos escribirán el nombre del Señor en sus manos
    y tomarán para sí el nombre de Israel”».

Necedad de los ídolos

Esto dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los Ejércitos Celestiales:

«Yo soy el Primero y el Último;
    no hay otro Dios.
¿Quién es como yo?
    Que se presente y les demuestre su poder;
que haga lo que yo he hecho desde tiempos antiguos
    cuando establecí a un pueblo y expliqué su futuro.
No tiemblen; no tengan miedo.
    ¿Acaso no proclamé mis propósitos para ustedes hace mucho tiempo?
Ustedes son mis testigos: ¿hay algún otro Dios?
    ¡No! No hay otra Roca, ni una sola».

¡Qué necios son los que fabrican ídolos!
    Esos objetos tan apreciados, en realidad, no valen nada.
Los que adoran ídolos no saben esto,
    así que todos terminan avergonzados.
10 ¿Quién sino un tonto se haría su propio dios,
    un ídolo que no puede ayudarlo en nada?
11 Los que rinden culto a ídolos caerán en la deshonra
    junto con todos esos artesanos—simples humanos—
    que se declaran capaces de fabricar un dios.
Tal vez unan sus fuerzas,
    pero estarán unidos en el terror y la vergüenza.

12 El herrero se ubica frente a su fragua para hacer una herramienta afilada,
    martillándola y dándole forma con todas sus fuerzas.
Su trabajo le da hambre y se siente débil;
    le da sed y se siente desmayar.
13 Después el tallador mide un bloque de madera
    y sobre él traza un diseño.
Trabaja con el cincel y el cepillo
    y lo talla formando una figura humana.
Le da belleza humana
    y lo pone en un pequeño santuario.
14 Corta cedros;
    escoge cipreses y robles;
planta pinos en el bosque
    para que la lluvia los alimente.
15 Luego usa parte de la madera para hacer fuego,
    y con esto se calienta y hornea su pan.
Después, aunque parezca increíble, toma lo que queda
    y se hace un dios para rendirle culto;
hace un ídolo
    y se inclina ante él.
16 Quema parte del árbol para asar la carne
    y para darse calor.
    Dice: «Ah, ¡qué bien se siente uno con este fuego!».
17 Luego toma lo que queda
    y hace su dios: ¡un ídolo tallado!
Cae de rodillas ante el ídolo,
    le rinde culto y le reza.
«¡Rescátame!—le dice—.
    ¡Tú eres mi dios!».

18 ¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia!
    Tienen los ojos cerrados y no pueden ver;
    tienen la mente cerrada y no pueden pensar.
19 La persona que hizo el ídolo nunca se detiene a reflexionar:
    «¡Vaya, es solo un pedazo de madera!
Quemé la mitad para tener calor
    y la usé para cocer el pan y asar la carne.
¿Cómo es posible que lo que queda sea un dios?
    ¿Acaso debo inclinarme a rendir culto a un pedazo de madera?».
20 El pobre iluso se alimenta de cenizas;
    confía en algo que no puede ayudarlo en absoluto.
Sin embargo, no es capaz de preguntarse:
    «Este ídolo que tengo en la mano, ¿no será una mentira?».

Restauración de Jerusalén

21 «Presta atención, oh Jacob,
    porque tú eres mi siervo, oh Israel.
Yo, el Señor, te hice
    y no te olvidaré.
22 He disipado tus pecados como una nube
    y tus ofensas como la niebla de la mañana.
Vuelve a mí,
    porque yo pagué el precio para ponerte en libertad».

23 Canten, oh cielos, porque el Señor ha hecho algo tan maravilloso.
    ¡Griten de júbilo, oh profundidades de la tierra!
¡Pónganse a cantar,
    oh montes, bosques y todos los árboles!
Pues el Señor ha redimido a Jacob
    y es glorificado en Israel.

24 Esto dice el Señor,
    tu Redentor y Creador:
«Yo soy el Señor, que hizo todas las cosas;
    yo solo extendí los cielos.
¿Quién estaba conmigo
    cuando hice la tierra?
25 Expongo a los falsos profetas como mentirosos
    y dejo en ridículo a los adivinos;
hago que los sabios den malos consejos,
    y así demuestro que son unos necios.
26 Sin embargo, yo sí cumplo las predicciones de mis profetas.
    Por medio de ellos le digo a Jerusalén: “Este lugar volverá a ser habitado”,
y a las ciudades de Judá: “Ustedes serán reconstruidas;
    yo restauraré todas sus ruinas”.
27 Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”,
    se secarán.
28 Cuando diga de Ciro: “Él es mi pastor”,
    sin falta él hará lo que yo digo.
Él ordenará: “Reconstruyan Jerusalén”;
    y dirá: “Restauren el templo”».

Ciro, el escogido del Señor

45 Esto le dice el Señor a Ciro, su ungido,
    cuya mano derecha llenará de poder.
Ante él, los reyes poderosos quedarán paralizados de miedo;
    se abrirán las puertas de sus fortalezas
    y nunca volverán a cerrarse.
Esto dice el Señor:

«Iré delante de ti, Ciro,
    y allanaré los montes;[h]
echaré abajo las puertas de bronce
    y cortaré las barras de hierro.
Te daré tesoros escondidos en la oscuridad,
    riquezas secretas.
Lo haré para que sepas que yo soy el Señor,
    Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.

»¿Por qué te he llamado para esta tarea?
    ¿Por qué te llamé por tu nombre, cuando no me conocías?
Es por amor a mi siervo Jacob,
    Israel, mi escogido.
Yo soy el Señor;
    no hay otro Dios.
Te he preparado para la batalla,
    aunque tú ni siquiera me conoces,
para que el mundo entero, desde el oriente hasta el occidente,
    sepa que no hay otro Dios.
Yo soy el Señor, y no hay otro.
    Yo formo la luz y creo las tinieblas;
yo envío los buenos tiempos y los malos.
    Yo, el Señor, soy el que hace estas cosas.

»Ábranse, oh cielos,
    y derramen su justicia.
Que la tierra se abra de par en par,
    para que broten juntas la salvación y la justicia.
    Yo, el Señor, las he creado.

»¡Qué aflicción les espera a los que discuten con su Creador!
    ¿Acaso discute la olla de barro con su hacedor?
¿Reprocha el barro al que le da forma diciéndole:
    “¡Detente, lo estás haciendo mal!”?
¿Exclama la olla:
    “¡Qué torpe eres!”?
10 ¡Qué terrible sería si un recién nacido le dijera a su padre:
    “¿Por qué nací?”,
o le dijera a su madre:
    “¿Por qué me hiciste así?”!».

11 Esto dice el Señor,
    el Santo de Israel, tu Creador:
«¿Pones en tela de juicio lo que hago por mis hijos?
    ¿Acaso me das órdenes acerca de la obra de mis manos?
12 Yo soy el que hizo la tierra
    y creó a la gente para que viviera en ella.
Con mis manos extendí los cielos;
    todas las estrellas están a mis órdenes.
13 Levantaré a Ciro para que cumpla mi propósito justo,
    y guiaré sus acciones.
Él restaurará mi ciudad y pondrá en libertad a mi pueblo cautivo,
    ¡sin buscar recompensa!
    ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».

Futura conversión de los gentiles

14 Esto dice el Señor:

«Gobernarás a los egipcios,
    a los etíopes[i] y a los sabeos.
Ellos acudirán a ti con toda su mercancía,
    y toda ella te pertenecerá.
Te seguirán como prisioneros encadenados
    y caerán de rodillas ante ti y dirán:
“Dios está contigo y él es el único Dios;
    no hay otro”».

15 Verdaderamente, oh Dios de Israel, Salvador nuestro,
    tú obras de manera misteriosa.
16 Los artesanos que hacen ídolos serán humillados;
    todos serán avergonzados.
17 Pero el Señor salvará al pueblo de Israel
    con salvación eterna;
por los siglos de los siglos,
    nunca más será humillado ni avergonzado.

18 Pues el Señor es Dios;
    él creó los cielos y la tierra
    y puso todas las cosas en su lugar.
Él hizo el mundo para ser habitado,
    no para que fuera un lugar vacío y de caos.
«Yo soy el Señor—afirma—,
    y no hay otro.
19 Yo proclamo firmes promesas en público;
    no susurro cosas oscuras en algún rincón escondido.
No le habría dicho al pueblo de Israel[j] que me buscara
    si no fuera posible encontrarme.
Yo, el Señor, solo digo la verdad,
    y solo declaro lo correcto.

20 »Reúnanse y vengan,
    fugitivos de las naciones vecinas.
¡Qué necios son los que llevan consigo sus ídolos de madera
    y dirigen sus oraciones a dioses que no pueden salvarlos!
21 Consulten entre ustedes, defiendan su causa;
    reúnanse y resuelvan qué decir.
¿Quién dio a conocer estas cosas desde hace mucho?
    ¿Cuál de los ídolos alguna vez les dijo que iban a suceder?
¿Acaso no fui yo, el Señor?
    Pues no hay otro Dios aparte de mí,
un Dios justo y Salvador;
    fuera de mí no hay otro.
22 ¡Que todo el mundo me busque para la salvación!,
    porque yo soy Dios; no hay otro.
23 He jurado por mi propio nombre;
    he dicho la verdad
    y no faltaré a mi palabra:
toda rodilla se doblará ante mí,
    y toda lengua me declarará su lealtad[k]».
24 La gente declarará:
    «El Señor es la fuente de mi justicia y de mi fortaleza».
Y todos los que estaban enojados con él
    se le acercarán y quedarán avergonzados.
25 En el Señor, todas las generaciones de Israel serán justificadas,
    y en él se enorgullecerán.

Los falsos dioses de Babilonia

46 Bel y Nebo, los dioses de Babilonia,
    se inclinan cuando los bajan al suelo.
Se los llevan en carretas tiradas por bueyes.
    Los pobres animales se tambalean por el peso.
Tanto los ídolos como sus dueños se doblegan.
    Los dioses no pueden proteger a la gente,
y la gente no puede proteger a los dioses;
    juntos van al cautiverio.

«Escúchenme, descendientes de Jacob,
    todos los que permanecen en Israel.
Los he protegido desde que nacieron;
    así es, los he cuidado desde antes de nacer.
Yo seré su Dios durante toda su vida,
    hasta que tengan canas por la edad.
Yo los hice y cuidaré de ustedes;
    yo los sostendré y los salvaré.

»¿Con quién me compararán?
    ¿Quién es igual que yo?
Hay quienes derrochan su plata y su oro
    y contratan a un artesano para que de estos les haga un dios.
    Luego, ¡se inclinan y le rinden culto!
Lo llevan sobre los hombros,
    y cuando lo bajan, allí se queda.
    ¡Ni siquiera se puede mover!
Cuando alguien le dirige una oración, no obtiene respuesta;
    no puede rescatar a nadie de sus dificultades.

»¡No olviden esto! ¡Ténganlo presente!
    Recuérdenlo, ustedes los culpables.
Recuerden las cosas que hice en el pasado.
    ¡Pues solo yo soy Dios!
    Yo soy Dios, y no hay otro como yo.
10 Solo yo puedo predecir el futuro
    antes que suceda.
Todos mis planes se cumplirán
    porque yo hago todo lo que deseo.
11 Llamaré a una veloz ave de rapiña desde el oriente,
    a un líder de tierras lejanas, para que venga y haga lo que le ordeno.
He dicho lo que haría,
    y lo cumpliré.

12 »Escúchame, pueblo terco,
    que estás tan lejos de actuar con justicia.
13 Pues estoy listo para rectificar todo,
    no en un futuro lejano, ¡sino ahora mismo!
Estoy listo para salvar a Jerusalén[l]
    y mostrarle mi gloria a Israel.

Predicción de la caída de Babilonia

47 »Desciende, hija virgen de Babilonia, y siéntate en el polvo
    porque han terminado tus días de estar sentada en el trono.
Oh hija de Babilonia,[m] nunca volverás a ser
    la encantadora princesa, tierna y delicada.
Toma las pesadas ruedas de molino y muele la harina;
    quítate el velo y despójate de tu túnica.
    Descúbrete a la vista del público.[n]
Quedarás desnuda y llena de vergüenza.
    Me vengaré de ti sin piedad».

Nuestro Redentor, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    es el Santo de Israel.

«Oh Babilonia hermosa, siéntate ahora en oscuridad y en silencio.
    Nunca más serás conocida como la reina de los reinos.
Pues yo estaba enojado con mi pueblo escogido
    y lo castigué al dejar que cayera en tus manos.
Sin embargo, tú, Babilonia, no les tuviste compasión.
    Hasta oprimiste a los ancianos.
Dijiste: “¡Reinaré para siempre, como reina del mundo!”.
    No reflexionaste sobre lo que hacías,
    ni pensaste en las consecuencias.

»Escucha esto, nación amante de los placeres,
    que vives cómodamente y te sientes segura.
Tú dices: “Yo soy la única, y no hay otra.
    Nunca seré viuda ni perderé a mis hijos”.
Pues ambas cosas caerán sobre ti en un instante:
    la viudez y la pérdida de tus hijos.
Así es, esas calamidades caerán sobre ti,
    a pesar de tu brujería y de tu magia.

10 »Te sentías segura en tu maldad.
    “Nadie me ve”, dijiste.
Pero tu “sabiduría” y tu “conocimiento” te han descarriado,
    y dijiste: “Yo soy la única, y no hay otra”.
11 Por eso te alcanzará el desastre,
    y serás incapaz de alejarlo por medio de encantos.
La calamidad caerá sobre ti,
    y no podrás comprar tu libertad.
Una catástrofe te sorprenderá,
    una para la cual no estás preparada.

12 »¡Usa ahora tus encantamientos!
    Usa los conjuros que estuviste perfeccionando todos estos años.
Tal vez te hagan algún bien;
    tal vez puedan hacer que alguien te tenga miedo.
13 Tanto consejo recibido te ha cansado.
    ¿Dónde están tus astrólogos,
esos que miran a las estrellas y hacen predicciones todos los meses?
    Que den la cara y te salven de lo que te depara el futuro.
14 Pero ellos son como la paja que arde en el fuego;
    no pueden salvarse a sí mismos de las llamas.
No recibirás ninguna ayuda de ellos;
    su chimenea no es lugar para sentarse y calentarse.
15 Y todos tus amigos,
    con los que has hecho negocios desde la niñez,
cada uno seguirá su propio camino,
    haciendo oídos sordos a tus gritos.

La obstinación del pueblo de Dios

48 »Escúchame, oh familia de Jacob,
    tú que llevas el nombre de Israel
    y naciste en la familia de Judá.
Escucha, tú que haces juramentos en el nombre del Señor
    e invocas al Dios de Israel.
No cumples tus promesas,
    aunque te llamas a ti misma la ciudad santa
y dices que confías en el Dios de Israel,
    cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Hace mucho tiempo te dije lo que iba a suceder.
    Entonces, de repente entré en acción
    y todas mis predicciones se hicieron realidad.
Pues yo sé lo terca y obstinada que eres;
    tu cuello es tan inflexible como el hierro
    y tu cabeza es tan dura como el bronce.
Por eso te dije lo que iba a suceder;
    te anuncié de antemano lo que iba a hacer.
Así nunca podrías decir: “Mis ídolos lo hicieron;
    mi imagen de madera y mi dios de metal ordenaron que sucediera”.
Oíste mis predicciones y las viste cumplidas,
    pero te niegas a admitirlo.
Ahora te diré cosas nuevas,
    cosas secretas que aún no has oído.
Son totalmente nuevas; no son del pasado.
    Así que no podrás decir: “¡Eso ya lo sabíamos!”.

»Sí, te diré cosas completamente nuevas;
    cosas que nunca antes habías oído.
Pues conozco muy bien lo traidora que eres;
    fuiste rebelde desde tu nacimiento.
Sin embargo, por el amor y la honra de mi nombre,
    contendré mi enojo y no te aniquilaré.
10 Te he refinado, pero no como se refina la plata;
    más bien te he refinado en el horno del sufrimiento.
11 Te rescataré por amor de mí,
    sí, por amor de mí mismo.
No permitiré que se manche mi reputación,
    ni compartiré mi gloria con los ídolos.

Liberados de Babilonia

12 »Escúchame, oh familia de Jacob,
    ¡Israel, mi escogido!
Solo yo soy Dios,
    el Primero y el Último.
13 Fue mi mano la que puso los cimientos de la tierra,
    mi mano derecha la que extendió los cielos en las alturas.
Cuando llamo a las estrellas para que salgan,
    aparecen todas en orden».

14 ¿Alguna vez te ha dicho esto uno de tus ídolos?
    Vengan, todos ustedes, y escuchen:
El Señor ha escogido a Ciro como su aliado;
    lo usará para poner fin al imperio de Babilonia
    y para destruir a los ejércitos babilónicos.[o]

15 «Lo he dicho: ¡Llamo a Ciro!
    Lo enviaré a cumplir este encargo y lo ayudaré para que triunfe.
16 Acérquense y escuchen esto:
    desde el principio les he dicho con claridad lo que sucedería».

Ahora, el Señor Soberano y su Espíritu
    me han enviado con este mensaje.
17 Esto dice el Señor,
    tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios,
    que te enseña lo que te conviene
    y te guía por las sendas que debes seguir.
18 ¡Ah, si solo hubieras hecho caso a mis mandatos!
    Entonces habrías tenido una paz que correría como un río manso
    y una justicia que pasaría sobre ti como las olas del mar.
19 Tus descendientes habrían sido como la arena del mar,
    ¡imposibles de contar!
No habría sido necesario destruirte
    ni cortar el nombre de tu familia».

20 Sin embargo, incluso ahora, ¡sean libres de su cautiverio!
    Salgan de Babilonia y de los babilonios.[p]
¡Canten este mensaje!
    Grítenlo hasta los extremos de la tierra.
El Señor ha redimido a sus siervos:
    a los del pueblo de Israel.[q]
21 No tuvieron sed
    cuando él los guio a través del desierto.
Él partió la roca,
    y brotó agua a chorros para que bebieran.
22 «Pero no hay paz para los malvados»,
    dice el Señor.

El Siervo del Señor es encomendado

49 Escúchenme, todos ustedes en tierras lejanas;
    presten atención, ustedes que están muy lejos.
El Señor me llamó desde antes que naciera;
    desde el seno de mi madre me llamó por mi nombre.
Hizo que mis palabras de juicio fueran tan filosas como una espada.
    Me ha escondido bajo la sombra de su mano.
    Soy como una flecha afilada en su aljaba.

Él me dijo: «Israel, tú eres mi siervo
    y me traerás gloria».

Yo respondí: «¡Pero mi labor parece tan inútil!
    He gastado mis fuerzas en vano, y sin ningún propósito.
No obstante, lo dejo todo en manos del Señor;
    confiaré en que Dios me recompense».

Y ahora habla el Señor,
    el que me formó en el seno de mi madre para que fuera su siervo,
    el que me encomendó que le trajera a Israel de regreso.
El Señor me ha honrado
    y mi Dios me ha dado fuerzas.
Él dice: «Harás algo más que devolverme al pueblo de Israel.
    Yo te haré luz para los gentiles,[r]
    y llevarás mi salvación a los confines de la tierra».

El Señor, el Redentor
    y Santo de Israel,
le dice al que es despreciado y rechazado por las naciones,
    al que es el siervo de los gobernantes:
«Los reyes se pondrán en posición de firmes cuando tú pases.
    Los príncipes se inclinarán hasta el suelo
por causa del Señor, el fiel,
    el Santo de Israel, que te ha escogido».

Promesas de restauración para Israel

Esto dice el Señor:

«En el momento preciso, te responderé;[s]
    en el día de salvación te ayudaré.
Te protegeré y te daré a las naciones
    para que seas mi pacto con ellas.
Por medio de ti restableceré la tierra de Israel
    y la devolveré a su propio pueblo.
Les diré a los prisioneros: “Salgan en libertad”,
    y a los que están en tinieblas: “Vengan a la luz”.
Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes
    y en colinas que antes estaban desiertas.
10 No tendrán hambre ni sed,
    y el sol ardiente ya no los alcanzará.
Pues el Señor en su misericordia los guiará;
    los guiará junto a aguas frescas.
11 Y convertiré mis montes en senderos llanos para ellos.
    Las carreteras se levantarán por encima de los valles.
12 ¡Miren! Mi pueblo regresará desde muy lejos,
    desde tierras del norte y del occidente,
    y desde tan al sur como Egipto[t]».

13 ¡Oh cielos, canten de alegría!
    ¡Oh tierra, gózate!
    ¡Oh montes, prorrumpan en cantos!
Pues el Señor ha consolado a su pueblo
    y le tendrá compasión en medio de su sufrimiento.

14 Sin embargo, Jerusalén[u] dice: «El Señor me ha abandonado;
    el Señor me ha olvidado».

15 «¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho?
    ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?
Pero aun si eso fuera posible,
    yo no los olvidaría a ustedes.
16 Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos.
    En mi mente siempre está la imagen de las murallas de Jerusalén convertidas en ruinas.
17 Dentro de poco tus descendientes regresarán,
    y los que procuran destruirte se irán.
18 Mira a tu alrededor y observa,
    porque todos tus hijos volverán a ti.
Tan cierto como que yo vivo—dice el Señor—,
    ellos serán como joyas o adornos de novia para que tú los exhibas.

19 »Hasta los lugares más desolados de tu tierra abandonada
    pronto estarán repletos de tu gente.
Tus enemigos que te esclavizaron
    estarán muy lejos.
20 Las generaciones nacidas en el destierro regresarán y dirán:
    “¡Necesitamos más espacio! ¡Este lugar está lleno de gente!”.
21 Entonces te preguntarás:
    “¿Quién me ha dado todos estos descendientes?
Pues la mayoría de mis hijos fueron muertos,
    y los demás, llevados al destierro.
Aquí me quedé solo.
    ¿De dónde viene toda esta gente?
¿Quién dio a luz a estos niños?
    ¿Quién los crio por mí?”».

22 Esto dice el Señor Soberano:
    «Mira, les daré una señal a las naciones que no temen a Dios.
Te traerán a tus hijos pequeños en sus brazos;
    traerán a tus hijas sobre los hombros.
23 Reyes y reinas te servirán
    y atenderán a todas tus necesidades.
Se inclinarán hasta el suelo ante ti
    y lamerán el polvo de tus pies.
Entonces sabrás que yo soy el Señor.
    Los que confían en mí nunca serán avergonzados».

24 ¿Quién puede arrebatar el botín de las manos de un guerrero?
    ¿Quién puede exigirle a un tirano[v] que deje en libertad a sus cautivos?
25 Pero el Señor dice:
«Los cautivos de los guerreros serán puestos en libertad,
    y se recuperará el botín de los tiranos.
Pues yo pelearé contra quienes peleen contigo,
    y salvaré a tus hijos.
26 Alimentaré a tus enemigos con su propia carne
    y se embriagarán con ríos de su propia sangre.
Todo el mundo sabrá que yo, el Señor,
    soy tu Salvador y tu Redentor,
    el Poderoso de Israel[w]».

50 Esto dice el Señor:

«¿Despedí a la madre de ustedes porque me divorcié de ella?
    ¿Los vendí a ustedes como esclavos a mis acreedores?
No, fueron vendidos a causa de sus propios pecados;
    su madre también fue llevada a causa de los pecados de ustedes.
¿Por qué no había nadie cuando vine?
    ¿Por qué nadie respondió cuando llamé?
¿Se debe a que no tengo poder para rescatar?
    ¡No, no es esa la razón!
¡Pues yo puedo hablarle al mar y hacer que se seque!
    Puedo convertir los ríos en desiertos llenos de peces muertos.
Yo soy quien viste de tinieblas los cielos,
    y los cubro con ropajes de luto».

El Siervo obediente del Señor

El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría,
    para que yo sepa consolar a los fatigados.
Mañana tras mañana me despierta
    y me abre el entendimiento a su voluntad.
El Señor Soberano me habló,
    y yo lo escuché;
    no me he rebelado, ni me he alejado.
Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban
    y las mejillas a quienes me tiraban de la barba;
no escondí el rostro
    de las burlas y los escupitajos.

Debido a que el Señor Soberano me ayuda,
    no seré avergonzado.
Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra,
    decidido a hacer su voluntad.
    Y sé que no pasaré vergüenza.
El que me hace justicia está cerca.
    Ahora, ¿quién se atreverá a presentar cargos en mi contra?
¿Dónde están mis acusadores?
    ¡Que se presenten!
Miren, el Señor Soberano está de mi lado.
    ¿Quién me declarará culpable?
Todos mis enemigos serán destruidos
    como ropa vieja que ha sido comida por la polilla.

10 Entre ustedes, ¿quién teme al Señor
    y obedece a su siervo?
Si caminan en tinieblas,
    sin un solo rayo de luz,
confíen en el Señor
    y dependan de su Dios.
11 Pero tengan cuidado, ustedes que viven en su propia luz,
    y que se calientan en su propia fogata.
Esta es la recompensa que recibirán de mí:
    pronto caerán en gran tormento.

Un llamado a confiar en el Señor

51 «Escúchenme, todos los que tienen esperanza de ser liberados,
    todos los que buscan al Señor.
Consideren la piedra de la que fueron tallados,
    la cantera de la que fueron extraídos.
Sí, piensen en Abraham, su antepasado,
    y en Sara, que dio a luz a su nación.
Cuando llamé a Abraham, era un solo hombre;
    pero, cuando lo bendije, se convirtió en una gran nación».

El Señor volverá a consolar a Israel[x]
    y tendrá piedad de sus ruinas.
Su desierto florecerá como el Edén,
    sus lugares desolados como el huerto del Señor.
Allí se encontrarán gozo y alegría;
    los cantos de gratitud llenarán el aire.

«Escúchame, pueblo mío;
    óyeme, Israel,
porque mi ley será proclamada
    y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones.
Mi misericordia y mi justicia ya se acercan;
    mi salvación viene en camino.
    Mi brazo fuerte hará justicia a las naciones.
Las tierras lejanas me buscarán
    y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso.
Levanten los ojos a los altos cielos
    y miren la tierra abajo.
Pues los cielos desaparecerán como humo
    y la tierra se gastará como una prenda de vestir.
Los habitantes de la tierra morirán como moscas,
    pero mi salvación permanece para siempre;
    mi reinado de justicia nunca tendrá fin.

»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo,
    ustedes que atesoran mi ley en el corazón.
No teman las burlas de la gente,
    ni tengan miedo de sus insultos.
Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa,
    y el gusano los comerá como se come la lana.
Pero mi justicia permanecerá para siempre;
    mi salvación continuará de generación en generación».

¡Despierta, oh Señor, despierta! ¡Vístete de fuerza!
    ¡Mueve tu poderoso brazo derecho!
Levántate como en los días de antaño,
    cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.[y]
10 ¿Acaso no eres el mismo hoy,
    el que secó el mar,
haciendo un camino en las profundidades
    para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?
11 Regresarán los que fueron rescatados por el Señor
    y entrarán cantando a Jerusalén,[z]
    coronados de alegría eterna.
Desaparecerán el dolor y el luto
    y estarán llenos de gozo y de alegría.

12 «Yo, sí, yo soy quien te consuela.
    Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos
    que se marchitan como la hierba y desaparecen?
13 Sin embargo, has olvidado al Señor, tu Creador,
    el que extendió el cielo como un dosel
    y puso los cimientos de la tierra.
¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos?
    ¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos?
¿Dónde están ahora su furia y su enojo?
    ¡Han desaparecido!
14 Pronto quedarán libres los cautivos.
    ¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!
15 Pues yo soy el Señor tu Dios,
    que agito el mar haciendo que rujan las olas.
    Mi nombre es Señor de los Ejércitos Celestiales.
16 Y he puesto mis palabras en tu boca
    y te he escondido a salvo dentro de mi mano.
Yo extendí[aa] el cielo como un dosel
    y puse los cimientos de la tierra.
Yo soy el que le dice a Israel:
    “¡Tú eres mi pueblo!”».

17 ¡Despierta, oh Jerusalén, despierta!
    Has bebido la copa de la furia del Señor.
Has bebido la copa del terror;
    la has vaciado hasta la última gota.
18 Ni uno de tus hijos queda con vida
    para tomarte de la mano y guiarte.
19 Estas dos calamidades te han ocurrido:
    la desolación y la destrucción, el hambre y la guerra.
Y ¿quién ha quedado para compadecerse de ti?
    ¿Quién ha quedado para consolarte?[ab]
20 Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles,
    tan indefensos como antílopes atrapados en una red.
El Señor ha derramado su furia;
    Dios los ha reprendido.

21 Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos,
    que están completamente borrachos,
    aunque no por haber bebido vino.
22 Esto dice el Señor Soberano,
    su Dios y Defensor:
«Miren, yo les quité de las manos la copa aterradora;
    ya no beberán más de mi furia.
23 En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan,
    a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo
    y caminaremos sobre sus espaldas”».

Liberación para Jerusalén

52 ¡Despierta, oh Sion, despierta!
    Vístete de fuerza.
Ponte tus ropas hermosas, oh ciudad santa de Jerusalén,
    porque ya no volverá a entrar por tus puertas la gente impura que no teme a Dios.
Levántate del polvo, oh Jerusalén,
    y siéntate en un lugar de honor.
Quítate del cuello las cadenas de la esclavitud,
    oh hija cautiva de Sion.
Pues esto dice el Señor:
«Cuando te vendí al destierro,
    no recibí pago alguno;
ahora puedo redimirte
    sin tener que pagar por ti».

Esto dice el Señor Soberano: «Hace mucho tiempo, mi pueblo decidió vivir en Egipto. Ahora es Asiria la que lo oprime. ¿Qué es esto?—pregunta el Señor—. ¿Por qué está esclavizado mi pueblo nuevamente? Quienes lo gobiernan gritan de júbilo;[ac] todo el día blasfeman mi nombre.[ad] Pero yo revelaré mi nombre a mi pueblo, y llegará a conocer mi poder. Entonces, por fin mi pueblo reconocerá que soy yo quien le habla».

¡Qué hermosos son sobre los montes
    los pies del mensajero que trae buenas noticias,
buenas noticias de paz y de salvación,
    las noticias de que el Dios de Israel[ae] reina!
Los centinelas gritan y cantan de alegría,
    porque con sus propios ojos
    ven al Señor regresando a Jerusalén.[af]
Que las ruinas de Jerusalén canten de alegría,
    porque el Señor ha consolado a su pueblo;
    ha redimido a Jerusalén.
10 El Señor ha manifestado su santo poder
    ante los ojos de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra verán
    la victoria de nuestro Dios.

11 ¡Salgan! Salgan y dejen atrás su cautiverio,
    donde todo lo que tocan es impuro.
Salgan de allí y purifíquense,
    ustedes que vuelven a su tierra con los objetos sagrados del Señor.
12 No saldrán con prisa,
    como quien corre para salvar su vida.
Pues el Señor irá delante de ustedes;
    atrás los protegerá el Dios de Israel.

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