Bible in 90 Days
14 ¡Toda la raza humana es necia y le falta conocimiento!
Los artesanos quedan deshonrados por los ídolos que hacen,
porque sus obras hechas con tanto esmero son un fraude.
Estos ídolos no tienen ni aliento ni poder.
15 Los ídolos son inútiles; ¡son mentiras ridículas!
En el día del juicio, todos serán destruidos.
16 ¡Pero el Dios de Israel[a] no es ningún ídolo!
Él es el Creador de todo lo que existe,
incluido Israel, su posesión más preciada.
¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
La destrucción que se acerca
17 Haz las maletas y prepárate para salir;
el sitio está por comenzar.
18 Pues esto dice el Señor:
«De forma repentina echaré
a todos los que viven en esta tierra.
Derramaré sobre ustedes grandes dificultades,
y por fin sentirán mi enojo».
19 Mi herida es profunda
y grande mi dolor.
Mi enfermedad es incurable,
pero debo soportarla.
20 Mi casa está destruida,
y no queda nadie que me ayude a reconstruirla.
Se llevaron a mis hijos,
y nunca volveré a verlos.
21 Los pastores de mi pueblo han perdido la razón.
Ya no buscan la sabiduría del Señor.
Por lo tanto, fracasan completamente
y sus rebaños andan dispersos.
22 ¡Escuchen! Oigan el terrible rugir de los ejércitos poderosos
mientras avanzan desde el norte.
Las ciudades de Judá serán destruidas
y se convertirán en guarida de chacales.
Oración de Jeremías
23 Yo sé, Señor, que nuestra vida no nos pertenece;
no somos capaces de planear nuestro propio destino.
24 Así que corrígeme, Señor, pero, por favor, sé tierno;
no me corrijas con enojo porque moriría.
25 Derrama tu ira sobre las naciones que se niegan a reconocerte,
sobre los pueblos que no invocan tu nombre.
Pues han devorado a tu pueblo Israel;[b]
lo han devorado y consumido
y han hecho de la tierra un desierto desolado.
Judá rompe el pacto
11 El Señor le dio otro mensaje a Jeremías y dijo:
2 —Recuérdales a los habitantes de Judá y de Jerusalén las condiciones de mi pacto con ellos. 3 Diles: “Esto dice el Señor, Dios de Israel: ‘¡Maldito todo el que no obedece las condiciones de mi pacto! 4 Pues cuando los saqué de ese horno de fundir hierro que es Egipto, les dije a sus antepasados: “Si me obedecen y hacen todo lo que les mando, serán mi pueblo y yo seré su Dios”. 5 Esto les dije para poder cumplir mi promesa a sus antepasados de darles a ustedes una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra que hoy habitan’”.
Entonces respondí:
—¡Amén, Señor! Que así sea.
6 Después el Señor dijo:
—Proclama este mensaje en las calles de Jerusalén. Ve de ciudad en ciudad por toda la tierra y anuncia: “Recuerden el antiguo pacto y hagan todo lo que exige. 7 Pues les advertí solemnemente a sus antepasados cuando los saqué de Egipto: ‘¡Obedézcanme!’. He repetido esta advertencia una y otra vez hasta el día de hoy; 8 pero sus antepasados no escucharon y ni siquiera prestaron atención, sino que se pusieron tercos y siguieron sus propios malos deseos. Y debido a que se negaron a obedecer, traje sobre ellos todas las maldiciones descritas en este pacto”.
9 El Señor me habló una vez más y dijo: «Descubrí una conspiración contra mí entre los habitantes de Judá y Jerusalén. 10 Han vuelto a los pecados de sus antepasados. Se han negado a escucharme y rinden culto a otros dioses. Israel y Judá han roto el pacto que hice con sus antepasados. 11 Por lo tanto, esto dice el Señor: traeré calamidad sobre ellos y no habrá escapatoria posible. Aunque supliquen misericordia, no escucharé sus ruegos. 12 Entonces los habitantes de Judá y Jerusalén clamarán a sus ídolos y quemarán incienso ante ellos. ¡Pero los ídolos no los salvarán cuando caiga el desastre! 13 Miren ahora, gente de Judá: ustedes tienen tantos dioses como ciudades. Tienen tantos altares vergonzosos—altares para quemar incienso a su dios Baal—como calles hay en Jerusalén.
14 »Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni pidas por ellos porque yo no los escucharé cuando clamen a mí en su angustia.
15 »¿Qué derecho tiene mi amado pueblo de ir a mi templo
cuando ha cometido tantas inmoralidades?
¿Acaso sus votos y sacrificios pueden evitar su destrucción?
¡En realidad se alegran en hacer lo malo!
16 Yo, el Señor, antes los llamaba olivo frondoso,
hermoso a la vista y lleno de buen fruto.
Pero ahora he enviado el furor de sus enemigos
para quemarlos con fuego
y dejarlos carbonizados y quebrantados.
17 »Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, el que plantó ese olivo, he ordenado que lo destruyan. Pues los pueblos de Israel y de Judá han hecho lo malo, y despertaron mi enojo al quemar incienso a Baal».
Complot contra Jeremías
18 Luego el Señor me avisó acerca de los complots que mis enemigos tramaban en mi contra. 19 Yo era como cordero que se lleva al matadero. ¡No tenía idea de que pensaban matarme! «Destruyamos a ese hombre y todas sus palabras—dijeron—, derribémoslo para que su nombre sea olvidado para siempre».
20 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
tú juzgas con justicia,
y examinas los secretos y los pensamientos más profundos.
Déjame ver tu venganza contra ellos,
porque te he entregado mi causa.
21 Esto dice el Señor acerca de los hombres de Anatot que deseaban mi muerte. Ellos habían dicho: «Te mataremos si no dejas de profetizar en el nombre del Señor». 22 Así que esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales acerca de ellos: «¡Yo los castigaré! Sus jóvenes morirán en batalla y sus hijos e hijas morirán de hambre. 23 Ninguno de esos conspiradores de Anatot sobrevivirá, porque traeré calamidad sobre ellos cuando llegue el momento de su castigo».
Jeremías cuestiona la justicia de Dios
12 Señor, tú siempre me haces justicia
cuando llevo un caso ante ti.
Así que déjame presentarte esta queja:
¿Por qué los malvados son tan prósperos?
¿Por qué son tan felices los malignos?
2 Tú los has plantado,
y ellos echaron raíces y han prosperado.
Tu nombre está en sus labios,
aunque estás lejos de su corazón.
3 En cuanto a mí, Señor, tú conoces mi corazón;
me ves y pruebas mis pensamientos.
¡Arrastra a esta gente como se lleva a las ovejas al matadero!
¡Apártalos para la masacre!
4 ¿Hasta cuándo tendrá que llorar esta tierra?
Incluso la hierba de los campos se ha marchitado.
Los animales salvajes y las aves han desaparecido
debido a la maldad que hay en la tierra.
Pues la gente ha dicho:
«¡El Señor no ve nuestro futuro!».
El Señor le contesta a Jeremías
5 «Si te cansa competir contra simples hombres,
¿cómo podrás correr contra caballos?
Si tropiezas y caes en campo abierto,
¿qué harás en los matorrales cerca del Jordán?
6 Aun tus hermanos, miembros de tu propia familia,
se han vuelto contra ti;
conspiran y se quejan de ti.
No confíes en ellos,
no importa lo amables que sean sus palabras.
7 »Yo he abandonado a mi pueblo, mi posesión más preciada.
He entregado a los que más amo a sus enemigos.
8 Mi pueblo elegido ha rugido contra mí como un león en la selva,
por eso lo traté con desprecio.
9 Mi pueblo elegido se comporta como buitres moteados,[c]
pero es el pueblo mismo el que está rodeado de buitres.
¡Que salgan los animales salvajes para que despedacen sus cadáveres!
10 »Muchos gobernantes han devastado mi viñedo;
pisotearon las vides
y así transformaron toda su belleza en un lugar desolado.
11 Lo han convertido en tierra baldía;
escucho su triste lamento.
Toda la tierra está desolada
y a nadie siquiera le importa.
12 Se pueden ver ejércitos destructores
en todas las cumbres desiertas de las colinas.
La espada del Señor devora a la gente
de un extremo al otro de la nación.
¡Nadie escapará!
13 Mi pueblo sembró trigo,
pero cosecha espinos.
Se esforzó,
pero no le sirvió de nada.
Cosechará vergüenza
debido a la ira feroz del Señor».
Mensaje a los vecinos de Israel
14 Esto dice el Señor: «Desarraigaré de sus tierras a todas las naciones malvadas que extendieron la mano para tomar lo que le di a Israel. Desarraigaré a Judá de entre ellos, 15 pero después regresaré y tendré compasión de todos ellos. Los llevaré de regreso a su tierra, cada nación a su propia heredad. 16 Y si en verdad estas naciones aprenden los caminos de mi pueblo y si aprenden a jurar por mi nombre, y dicen: “Tan cierto como que el Señor vive” (así como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por el nombre de Baal), entonces se les dará un lugar entre mi pueblo; 17 pero la nación que rehúse obedecerme será arrancada de raíz y destruida. ¡Yo, el Señor, he hablado!».
El calzoncillo de Jeremías
13 Esto me dijo el Señor: «Ve y cómprate un calzoncillo de lino y póntelo, pero no lo laves». 2 Así que compré el calzoncillo como me indicó el Señor y me lo puse.
3 Luego el Señor me dio otro mensaje: 4 «Toma el calzoncillo que tienes puesto y vete al río Éufrates.[d] Allí escóndelo en un agujero entre las rocas». 5 Así que fui y lo escondí junto al Éufrates como el Señor me había indicado.
6 Mucho tiempo después, el Señor me dijo: «Regresa al Éufrates y toma el calzoncillo que te dije que escondieras». 7 Así que fui al Éufrates y lo saqué del agujero donde lo había escondido, pero ahora estaba podrido y deshecho. El calzoncillo ya no servía para nada.
8 Entonces recibí este mensaje del Señor: 9 «Así dice el Señor: esto muestra cómo pudriré el orgullo de Judá y Jerusalén. 10 Esta gente malvada se niega a escucharme. Tercamente siguen sus propios deseos y rinden culto a otros dioses. Por lo tanto, se volverán como este calzoncillo, ¡no servirán para nada! 11 Tal como el calzoncillo se adhiere a la cintura del hombre, así he creado a Judá y a Israel para que se aferren a mí, dice el Señor. Iban a ser mi pueblo, mi orgullo, mi gloria: un honor para mi nombre, pero no quisieron escucharme.
12 »Así que diles: “Esto dice el Señor, Dios de Israel: ‘Que todas sus jarras sean llenas de vino’”. Ellos te contestarán: “¡Por supuesto, las jarras se hacen para llenarlas de vino!”.
13 »Luego diles: “No, esto es lo que quiere dar a entender el Señor: ‘A todos los habitantes de esta tierra los llenaré de borrachera, desde el rey que se sienta en el trono de David, pasando por los sacerdotes y los profetas, hasta la gente común de Jerusalén. 14 Los estrellaré el uno contra el otro, aun los padres contra los hijos, dice el Señor. No permitiré que mi lástima ni mi misericordia ni mi compasión me impidan destruirlos’”».
Advertencia contra el orgullo
15 ¡Escuchen y presten atención!
No sean arrogantes, porque el Señor ha hablado.
16 Den gloria al Señor su Dios
antes de que sea demasiado tarde.
Reconózcanlo antes de que él traiga oscuridad sobre ustedes,
la cual hace que tropiecen y caigan en las montañas sombrías.
Pues entonces, cuando busquen luz,
solo encontrarán terrible oscuridad y tinieblas.
17 Y si todavía se rehúsan a escuchar,
lloraré a solas a causa de su orgullo.
Mis ojos no podrán contener las lágrimas
porque el rebaño del Señor será llevado al destierro.
18 Diles al rey y a su madre:
«Desciendan de sus tronos
y siéntense en el polvo,
porque sus coronas gloriosas
pronto serán arrebatadas de su cabeza».
19 Las ciudades del Neguev cerrarán sus puertas
y nadie será capaz de abrirlas.
La gente de Judá será llevada cautiva;
todos serán llevados al destierro.
20 ¡Abran sus ojos y vean los ejércitos
que bajan marchando desde el norte!
¿Dónde está tu rebaño
—tu hermoso rebaño—
que él te encargó cuidar?
21 ¿Qué dirás cuando el Señor tome a los aliados con los que cultivaste una relación
y los designe como tus gobernantes?
¡Se apoderarán de ti punzadas de angustia
como una mujer en dolores de parto!
22 Quizá te preguntes:
«¿Por qué me sucede todo esto?».
¡Se debe a tus muchos pecados!
Por eso los ejércitos invasores
te desnudaron y te violaron.
23 ¿Acaso puede un etíope[e] cambiar el color de su piel?
¿Puede un leopardo quitarse sus manchas?
Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien
porque siempre han hecho lo malo.
24 «Los dispersaré como la paja
que es arrastrada por el viento del desierto.
25 Esta es tu asignación,
la porción que te he dado
—dice el Señor—,
porque ustedes me han olvidado
y han puesto su confianza en dioses falsos.
26 Yo mismo te desnudaré
y te expondré a la vergüenza.
27 He visto tu adulterio y tu pasión sexual,
y tu asquerosa adoración de ídolos en los campos y sobre las colinas.
¡Qué aflicción te espera, Jerusalén!
¿Cuánto falta para que seas pura?».
La terrible sequía en Judá
14 Jeremías recibió este mensaje del Señor que explica por qué detuvo la lluvia:
2 «Judá desfallece;
el comercio a las puertas de la ciudad se estanca.
Todo el pueblo se sienta en el suelo porque está de luto,
y surge un gran clamor de Jerusalén.
3 Los nobles envían a sus sirvientes a buscar agua,
pero los pozos están secos.
Confundidos y desesperados, los siervos regresan
con sus cántaros vacíos,
y con sus cabezas cubiertas en señal de dolor.
4 El suelo está reseco
y agrietado por falta de lluvia.
Los agricultores están profundamente angustiados;
ellos también se cubren la cabeza.
5 Aun la cierva abandona su cría
porque no hay pasto en el campo.
6 Los burros salvajes se paran sobre las lomas desiertas
jadeando como chacales sedientos.
Fuerzan la vista en busca de hierba,
pero no la hay por ninguna parte».
7 La gente dice: «Nuestra maldad nos alcanzó, Señor,
pero ayúdanos por el honor de tu propia fama.
Nos alejamos de ti
y pecamos contra ti una y otra vez.
8 Oh Esperanza de Israel, nuestro Salvador en tiempos de aflicción,
¿por qué eres como un desconocido?
¿Por qué eres como un viajero que pasa por la tierra
y se detiene solamente para pasar la noche?
9 ¿Estás confundido también?
¿Es nuestro guerrero valiente incapaz de salvarnos?
Señor, tú estás aquí entre nosotros
y somos conocidos como pueblo tuyo.
¡Por favor, no nos abandones ahora!».
10 Así que el Señor dice a su pueblo:
«A ustedes les encanta andar lejos de mí
y no se han contenido.
Por lo tanto, no los aceptaré más como mi pueblo;
ahora les recordaré todas sus maldades
y los castigaré por sus pecados».
El Señor le prohíbe a Jeremías que interceda
11 Luego el Señor me dijo:
—Ya no ores más por este pueblo. 12 Cuando ellos ayunen no les prestaré atención. Cuando me presenten sus ofrendas quemadas y las ofrendas de grano, no las aceptaré. En cambio, los devoraré con guerra, hambre y enfermedad.
13 Luego dije:
—Oh Señor Soberano, sus profetas les dicen: “Todo está bien, no vendrá guerra ni hambre. El Señor ciertamente les enviará paz”.
14 Entonces el Señor dijo:
—Esos profetas dicen mentiras en mi nombre. Yo no los envié ni les dije que hablaran. No les transmití ningún mensaje. Ellos profetizan visiones y revelaciones que nunca han visto ni oído. Hablan necedades, producto de su propio corazón mentiroso. 15 Por lo tanto, esto dice el Señor: yo castigaré a esos profetas mentirosos, porque han hablado en mi nombre a pesar de que no los envié. Dicen que no vendrá guerra ni hambre, ¡pero ellos mismos morirán en la guerra y morirán de hambre! 16 En cuanto a aquellos a quienes profetizan, sus cadáveres serán arrojados en las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y de la guerra. No quedará nadie para enterrarlos. Se habrán ido todos: esposos, esposas, hijos e hijas. Pues derramaré sobre ellos su propia maldad. 17 Ahora bien, Jeremías, diles esto:
»“Mis ojos derraman lágrimas día y noche.
No puedo dejar de llorar
porque mi hija virgen—mi pueblo precioso—
ha sido derribada
y yace herida de muerte.
18 Si salgo al campo,
veo los cuerpos masacrados por el enemigo.
Si camino por las calles de la ciudad,
veo gente muerta por el hambre.
Los profetas y los sacerdotes continúan con su trabajo,
pero no saben lo que hacen”.
Oración por sanidad
19 Señor, ¿has rechazado por completo a Judá?
¿Verdaderamente odias a Jerusalén[f]?
¿Por qué nos has herido sin la menor esperanza de recuperarnos?
Esperábamos paz, pero la paz no llegó;
esperábamos un tiempo de sanidad, pero solo encontramos terror.
20 Señor, confesamos nuestra maldad
y también la de nuestros antepasados;
todos hemos pecado contra ti.
21 Por el honor de tu fama, Señor, no nos abandones;
no deshonres tu propio trono glorioso.
Por favor, recuérdanos,
y no rompas tu pacto con nosotros.
22 ¿Puede alguno de los inútiles dioses ajenos enviarnos lluvia?
¿O acaso cae del cielo por sí misma?
No, tú eres el único, ¡oh Señor nuestro Dios!
Solo tú puedes hacer tales cosas.
Entonces esperaremos que nos ayudes.
Inevitable condenación de Judá
15 Luego el Señor me dijo: «Aun si Moisés y Samuel se presentaran delante de mí para rogarme por este pueblo, no lo ayudaría. ¡Fuera con ellos! ¡Quítenlos de mi vista! 2 Y si te dijeren: “¿Pero adónde podemos ir?”, diles: “Esto dice el Señor:
»”‘Los que están destinados a la muerte, a la muerte;
los destinados a la guerra, a la guerra;
los destinados al hambre, al hambre;
los destinados al cautiverio, al cautiverio’”.
3 »Enviaré contra ellos cuatro clases de destructores—dice el Señor—. Enviaré la espada para matar, los perros para arrastrar, los buitres para devorar y los animales salvajes para acabar con lo que haya quedado. 4 Debido a las cosas perversas que Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, hizo en Jerusalén, haré a mi pueblo objeto de horror para todos los reinos de la tierra.
5 »¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén?
¿Quién llorará por ti?
¿Quién se tomará la molestia de preguntar cómo estás?
6 Tú me has abandonado
y me has dado la espalda
—dice el Señor—.
Por eso, levantaré mi puño para destruirte.
Estoy cansado de darte siempre otra oportunidad.
7 Te aventaré como el grano a las puertas de las ciudades
y te quitaré tus hijos que tanto quieres.
Destruiré a mi propio pueblo,
porque rehusó cambiar sus malos caminos.
8 Habrá más viudas
que granos de arena a la orilla del mar.
Traeré al destructor al mediodía
contra las madres de los jóvenes.
Súbitamente haré que caigan sobre ellas
la angustia y el terror.
9 La madre de siete hijos se debilita y lucha por respirar;
su sol se puso mientras todavía es de día.
Ahora queda sin hijos,
avergonzada y humillada.
A los que queden, los entregaré
para que sus enemigos los maten.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Queja de Jeremías
10 Luego dije:
—¡Qué aflicción tengo, madre mía!
¡Oh, si hubiera muerto al nacer!
En todas partes me odian.
No soy un acreedor que pretende cobrar
ni un deudor que se niega a pagar;
aun así todos me maldicen.
11 El Señor respondió:
—Yo cuidaré de ti, Jeremías;
tus enemigos te pedirán que ruegues a su favor
en tiempos de aflicción y angustia.
12 ¿Puede un hombre quebrar una barra de hierro que proviene del norte
o una barra de bronce?
13 Sin que a ellos les cueste nada,
entregaré tus riquezas y tesoros
a tus enemigos como botín,
porque el pecado corre desenfrenado en tu tierra.
14 Les diré a tus enemigos que te lleven
cautivo a una tierra extranjera.
Pues mi enojo arde como un fuego
que quemará para siempre.[g]
15 Luego dije:
—Señor, tú sabes lo que me sucede.
Por favor, ayúdame. ¡Castiga a mis perseguidores!
Por favor, dame más tiempo; no dejes que muera joven.
Es por tu causa que sufro.
16 Cuando descubrí tus palabras las devoré;
son mi gozo y la delicia de mi corazón,
porque yo llevo tu nombre,
oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales.
17 Nunca me uní a la gente en sus alegres banquetes.
Me senté a solas porque tu mano estaba sobre mí
y me llené de indignación ante sus pecados.
18 ¿Por qué, entonces, continúa mi sufrimiento?
¿Por qué es incurable mi herida?
Tu ayuda parece tan incierta como el arroyo estacional,
como un manantial que se ha secado.
19 Esto responde el Señor:
—Si regresas a mí te restauraré
para que puedas continuar sirviéndome.
Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables,
serás mi vocero.
Tienes que influir en ellos;
¡no dejes que ellos influyan en ti!
20 Pelearán contra ti como un ejército en ataque,
pero yo te haré tan seguro como una pared de bronce fortificada.
Ellos no te conquistarán,
porque estoy contigo para protegerte y rescatarte.
¡Yo, el Señor, he hablado!
21 Sí, te mantendré a salvo de estos hombres malvados;
te rescataré de sus manos crueles.
A Jeremías se le prohíbe casarse
16 El Señor me dio otro mensaje: 2 «No te cases ni tengas hijos en este lugar. 3 Pues esto dice el Señor acerca de los niños nacidos en esta ciudad y de sus madres y padres: 4 morirán de enfermedades terribles. Nadie llorará por ellos ni tampoco los enterrarán, sino que yacerán dispersos sobre el suelo como si fueran estiércol. Morirán por la guerra y morirán de hambre, y sus cuerpos serán comida para los buitres y los animales salvajes».
Se acerca el castigo a Judá
5 Esto dice el Señor: «No vayas a los funerales para llorar y mostrar compasión por ellos, porque he retirado mi protección y mi paz de ellos; he quitado mi amor inagotable y mi misericordia. 6 Tanto el grande como el humilde morirán en esta tierra. Nadie los enterrará ni se lamentará por ellos. Sus amigos no se cortarán la piel ni se afeitarán la cabeza en señal de tristeza. 7 Nadie ofrecerá una comida para consolar a quienes estén de luto por un muerto, ni siquiera por la muerte de una madre o de un padre. Nadie enviará una copa de vino para consolarlos.
8 »No vayas a sus fiestas ni a sus banquetes. Ni siquiera comas o bebas con ellos. 9 Pues esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: en sus propios días y ante sus propios ojos pondré fin a las risas y a las canciones alegres en esta tierra. Ya no se oirán las voces felices de los novios ni de las novias.
10 »Cuando le digas todas estas cosas a la gente, ellos te preguntarán: “¿Por qué el Señor decretó cosas tan terribles contra nosotros? ¿Qué hemos hecho para merecer semejante trato? ¿Cuál es nuestro pecado contra el Señor nuestro Dios?”.
11 »Entonces les darás la respuesta del Señor: “Es porque sus antepasados me fueron infieles y rindieron culto a otros dioses y los sirvieron. Me abandonaron y no obedecieron mi palabra. 12 ¡Y ustedes son peores que sus antepasados! Se pusieron tercos y siguen sus propios malos deseos y rehúsan escucharme. 13 Por lo tanto, los expulsaré de esta tierra y los enviaré a una tierra extraña en la que ni ustedes ni sus antepasados han estado. Allí podrán rendir culto a ídolos día y noche, y ¡no les concederé ningún favor!”.
Esperanza a pesar del desastre
14 »Por tanto, se acerca la hora—dice el Señor—, cuando la gente que haga un juramento ya no dirá: “Tan cierto como que el Señor vive, quien rescató al pueblo de Israel de la tierra de Egipto”. 15 En cambio, dirán: “Tan cierto como que el Señor vive, quien trajo a Israel de regreso a su propia tierra desde la tierra del norte y de todos los países a donde él los envió al destierro”. Pues los traeré nuevamente a esta tierra que les di a sus antepasados.
16 »Ahora mandaré llamar a muchos pescadores para que los capturen—dice el Señor—. Mandaré llamar a cazadores para que los cacen en los montes, en las colinas y en las cuevas. 17 Los vigilo de cerca y veo cada pecado. No hay esperanza de que se escondan de mí. 18 Duplicaré su castigo por todos sus pecados, porque han contaminado mi tierra con las imágenes sin vida de sus detestables dioses y han llenado mi territorio con sus hechos malignos».
Oración de confianza de Jeremías
19 Señor, ¡tú eres mi fuerza y mi fortaleza,
mi refugio en el día de aflicción!
Las naciones del mundo entero
vendrán a ti y te dirán:
«Nuestros antepasados nos han dejado una herencia despreciable,
porque rendían culto a ídolos inútiles.
20 ¿Acaso puede la gente hacer sus propios dioses?
¡Esos no son dioses verdaderos en absoluto!».
21 El Señor dice:
«Ahora les mostraré mi poder;
ahora les mostraré mi fuerza.
Al fin sabrán y entenderán
que yo soy el Señor.
Pecado y castigo de Judá
17 »El pecado de Judá
está escrito con cincel de hierro,
grabado con punta de diamante en su corazón de piedra
y en las esquinas de sus altares.
2 Incluso sus hijos van a rendir culto
en los altares paganos y en los postes dedicados a la diosa Asera,
debajo de todo árbol frondoso
y sobre cada colina alta.
3 Así que entregaré mi monte santo
—junto con todas sus riquezas, tesoros
y santuarios paganos—
como botín a sus enemigos,
porque el pecado corre desenfrenado en su tierra.
4 La herencia maravillosa que he reservado para ustedes
se les escapará de las manos.
Les diré a sus enemigos que los lleven
cautivos a una tierra extranjera.
Pues mi enojo arde como un fuego
que quemará para siempre».
La sabiduría del Señor
5 Esto dice el Señor:
«Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos,
que se apoyan en la fuerza humana
y apartan el corazón del Señor.
6 Son como los arbustos raquíticos del desierto,
sin esperanza para el futuro.
Vivirán en lugares desolados,
en tierra despoblada y salada.
7 »Pero benditos son los que confían en el Señor
y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza.
8 Son como árboles plantados junto a la ribera de un río
con raíces que se hunden en las aguas.
A esos árboles no les afecta el calor
ni temen los largos meses de sequía.
Sus hojas están siempre verdes
y nunca dejan de producir fruto.
9 »El corazón humano es lo más engañoso que hay,
y extremadamente perverso.
¿Quién realmente sabe qué tan malo es?
10 Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones
y examino las intenciones secretas.
A todos les doy la debida recompensa,
según lo merecen sus acciones».
Jeremías confía en el Señor
11 Los que acaparan riquezas en forma injusta
son como las perdices que empollan los huevos que no han puesto.
En la mitad de la vida perderán sus riquezas;
al final, se volverán unos pobres viejos tontos.
12 Pero nosotros adoramos frente a tu trono:
¡eterno, puesto en alto y glorioso!
13 Oh Señor, esperanza de Israel,
serán avergonzados todos los que se alejan de ti.
Serán enterrados en el polvo de la tierra,
porque han abandonado al Señor, la fuente de agua viva.
14 Oh Señor, si me sanas, seré verdaderamente sano;
si me salvas, seré verdaderamente salvo.
¡Mis alabanzas son solo para ti!
15 La gente se burla de mí y dice:
«¿Cuál es este “mensaje del Señor” del que hablas?
¿Por qué no se cumplen tus predicciones?».
16 Señor, no he abandonado mi labor
como pastor de tu pueblo
ni he insistido que mandes desastres.
Tú has oído todo lo que dije.
17 Señor, ¡no me aterrorices!
Solo tú eres mi esperanza en el día de la calamidad.
18 Haz que se avergüencen y se desalienten todos los que me persiguen,
pero no dejes que sea yo el avergonzado y el desalentado.
Haz que caiga sobre ellos un día de terror.
¡Sí, haz que caiga sobre ellos doble destrucción!
Guardar el día de descanso
19 Esto me dijo el Señor: «Ve y párate en las puertas de Jerusalén, primero en la puerta por donde el rey entra y sale, y luego en cada una de las demás puertas. 20 Dile a todo el pueblo: “Escuchen este mensaje del Señor, ustedes reyes de Judá y ustedes, habitantes de Judá y todos los que viven en Jerusalén. 21 Esto dice el Señor: ‘¡Escuchen mi advertencia! No comercien más en las puertas de Jerusalén en el día de descanso. 22 No trabajen en el día de descanso, sino hagan que sea un día sagrado. Yo les di este mandato a sus antepasados, 23 pero ellos no escucharon ni obedecieron. Tercamente rehusaron prestar atención o recibir mi disciplina.
24 »”’Pero si me obedecen, dice el Señor, y no comercian en las puertas ni trabajan en el día de descanso, y si lo guardan como día sagrado, 25 entonces los reyes y sus funcionarios entrarán y saldrán para siempre por estas puertas. Siempre habrá un descendiente de David sentado en el trono aquí en Jerusalén. Los reyes y sus funcionarios siempre entrarán y saldrán en carros y a caballo por entre la gente de Judá, y esta ciudad permanecerá para siempre. 26 Desde todas partes de Jerusalén, desde las ciudades de Judá y Benjamín, desde las colinas occidentales[h] y la zona montañosa, y del Neguev vendrá gente con sus ofrendas quemadas y sus sacrificios. Traerán sus ofrendas de grano, incienso y las ofrendas de acción de gracias al templo del Señor.
27 »”’Sin embargo, si no me escuchan y se niegan a guardar como sagrado el día de descanso, y si ese día pasan mercadería por las puertas de Jerusalén como si fuera cualquier otro, entonces quemaré estas puertas. El fuego se extenderá a los palacios y nadie podrá apagar las llamas rugientes’”».
El alfarero y el barro
18 El Señor le dio otro mensaje a Jeremías: 2 «Baja al taller del alfarero y allí te hablaré». 3 Así que hice lo que me dijo y encontré al alfarero trabajando en el torno; 4 pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo.
5 Después el Señor me dio este mensaje: 6 «¡Oh, Israel! ¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás en mis manos. 7 Si anuncio que voy a desarraigar, a derribar y a destruir a cierta nación o a cierto reino, 8 pero luego esa nación renuncia a sus malos caminos, no la destruiré como lo había planeado. 9 Y si anuncio que plantaré y edificaré a cierta nación o a cierto reino, 10 pero después esa nación hace lo malo y se niega a obedecerme, no la bendeciré como dije que lo haría.
11 »Por lo tanto, Jeremías, advierte a todo Judá y a Jerusalén y diles: “Esto dice el Señor: ‘En vez de algo bueno, les tengo preparado un desastre. Así que cada uno de ustedes abandone sus malos caminos y haga lo correcto’”».
12 Sin embargo, el pueblo respondió: «No gastes saliva. Continuaremos viviendo como se nos antoja y con terquedad seguiremos nuestros propios malos deseos».
13 Así que esto dice el Señor:
«¿Acaso alguien ha oído semejante cosa,
aun entre las naciones paganas?
¡Israel, mi hija virgen,
ha hecho algo terrible!
14 ¿Acaso la nieve desaparece de las cumbres del Líbano?
¿Quedan secos los arroyos helados que fluyen de esas montañas distantes?
15 Pero mi pueblo no es confiable, porque me ha abandonado;
quema incienso a ídolos inútiles.
Tropezó y salió de los caminos antiguos
y anduvo por senderos llenos de lodo.
16 Por lo tanto, su tierra quedará desolada;
será un monumento a su necedad.
Todos los que pasen por allí quedarán pasmados
y menearán la cabeza con asombro.
17 Como el viento del oriente desparrama el polvo,
así esparciré a mi pueblo delante de sus enemigos.
Cuando tengan dificultades, les daré la espalda
y no prestaré atención a su aflicción».
Complot contra Jeremías
18 Entonces el pueblo dijo: «Vengan, busquemos la manera de detener a Jeremías. Ya tenemos suficientes sacerdotes, sabios y profetas. No necesitamos que él enseñe la palabra ni que nos dé consejos ni profecías. Hagamos correr rumores acerca de él y no hagamos caso a lo que dice».
19 Señor, ¡óyeme y ayúdame!
Escucha lo que dicen mis enemigos.
20 ¿Deben pagar mal por bien?
Han cavado una fosa para matarme,
aunque intercedí por ellos
y traté de protegerlos de tu enojo.
21 ¡Así que deja que sus hijos se mueran de hambre!
¡Deja que mueran a espada!
Que sus esposas se conviertan en viudas, sin hijos.
¡Que sus ancianos se mueran por una plaga
y que sus jóvenes sean muertos en batalla!
22 Que se escuchen gritos de dolor desde sus casas
cuando los guerreros caigan súbitamente sobre ellos.
Pues han cavado una fosa para mí
y han escondido trampas a lo largo de mi camino.
23 Señor, tú conoces todos sus planes para matarme.
No perdones sus crímenes ni borres sus pecados;
que caigan muertos ante ti.
En tu enojo encárgate de ellos.
La vasija de Jeremías hecha pedazos
19 Esto me dijo el Señor: «Ve y compra una vasija de barro. Después pide a algunos de los líderes de tu pueblo y a los sacerdotes que te sigan. 2 Vete por la puerta de las Ollas Rotas al basurero en el valle de Ben-hinom, y dales este mensaje. 3 Diles: “¡Reyes de Judá y ciudadanos de Jerusalén, escuchen este mensaje del Señor! Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘¡Traeré un terrible desastre a este lugar, y a los que se enteren les zumbarán los oídos!
4 »”’Pues Israel me ha abandonado y convirtió este valle en un lugar de maldad. La gente quema incienso a dioses ajenos, ídolos nunca antes conocidos por esta generación ni por sus antepasados ni por los reyes de Judá. Y han llenado este lugar de sangre de niños inocentes. 5 Han construido altares paganos a Baal y allí queman a sus hijos en sacrificio a Baal. Jamás ordené un acto tan horrendo; ¡ni siquiera me pasó por la mente ordenar semejante cosa! 6 Así que, ¡atención! Se acerca la hora, dice el Señor, cuando ese basurero ya no será llamado más Tofet ni valle de Ben-hinom, sino valle de la Matanza.
7 »”’Trastornaré los planes cuidadosos de Judá y Jerusalén. Dejaré que los ejércitos invasores masacren a la gente y dejaré los cadáveres como comida para los buitres y los animales salvajes. 8 Reduciré a ruinas a Jerusalén, y así la haré un monumento a su necedad. Todos los que pasen por allí quedarán horrorizados y darán un grito ahogado a causa de la destrucción que verán. 9 Me ocuparé de que sus enemigos sitien la ciudad hasta que no haya más comida. Entonces los que queden atrapados adentro se comerán a sus hijos, a sus hijas y a sus amigos. Caerán en una profunda desesperación’”.
10 »Jeremías, rompe en pedazos a la vista de estos hombres la vasija que trajiste. 11 Luego diles: “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: ‘Así como esta vasija está hecha pedazos, así haré pedazos a la gente de Judá y de Jerusalén, de tal manera que no habrá esperanza de reparación. Enterrarán a sus muertos aquí en Tofet, el basurero, hasta que ya no haya más lugar. 12 Esto le haré a este lugar y a su gente, dice el Señor. Haré que esta ciudad sea profanada como Tofet. 13 Efectivamente, todas las casas de Jerusalén—incluso el palacio de los reyes de Judá—quedarán como Tofet, es decir, todas las casas donde quemaron incienso en las azoteas en honor a los astros como si fueran dioses o donde derramaron ofrendas líquidas a sus ídolos’”».
14 Después de transmitir el mensaje, Jeremías regresó de Tofet, el basurero, y se detuvo frente al templo del Señor. Allí le dijo a la gente: 15 «Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Traeré desastre sobre esta ciudad y las aldeas vecinas como lo prometí, porque tercamente se negaron a escucharme”».
Jeremías y Pasur
20 Ahora bien, Pasur, hijo de Imer, el sacerdote encargado del templo del Señor, oyó lo que Jeremías profetizaba. 2 Así que arrestó al profeta Jeremías, ordenó que lo azotaran y que lo pusieran en el cepo junto a la puerta de Benjamín, en el templo del Señor.
3 Al día siguiente, cuando al fin Pasur lo puso en libertad, Jeremías dijo: «Pasur, el Señor te ha cambiado el nombre. De ahora en adelante serás llamado “El hombre que vive aterrorizado”[i]. 4 Pues esto dice el Señor: “Enviaré terror sobre ti y todos tus amigos y verás cuando sean masacrados por las espadas del enemigo. Entregaré al pueblo de Judá en manos del rey de Babilonia. Él los llevará cautivos a Babilonia o los traspasará con la espada; 5 y dejaré que tus enemigos saqueen a Jerusalén. Todos los tesoros famosos de la ciudad—las joyas preciosas, el oro y la plata de tus reyes—serán llevados a Babilonia. 6 En cuanto a ti, Pasur, tú y todos los de tu casa irán cautivos a Babilonia. Allí morirán y serán enterrados, tú y todos tus amigos, a quienes profetizaste que todo iría bien”».
Queja de Jeremías
7 Oh Señor, me engañaste,
y yo me dejé engañar.
Eres más fuerte que yo,
y me dominaste.
Ahora soy objeto de burla todos los días;
todos se ríen de mí.
8 Cuando hablo, me brotan las palabras.
Grito: «¡Violencia y destrucción!».
Así que estos mensajes del Señor
me han convertido en objeto de burla.
9 Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor
o que nunca más hablaré en su nombre,
su palabra arde en mi corazón como fuego.
¡Es como fuego en mis huesos!
¡Estoy agotado tratando de contenerla!
¡No puedo hacerlo!
10 He oído los muchos rumores acerca de mí.
Me llaman «El hombre que vive aterrorizado».
Me amenazan diciendo: «Si dices algo te denunciaremos».
Aun mis viejos amigos me vigilan,
esperando que cometa algún error fatal.
«Caerá en su propia trampa—dicen—,
entonces nos vengaremos de él».
11 No obstante, el Señor está a mi lado como un gran guerrero;
ante él mis perseguidores caerán.
No pueden derrotarme.
Fracasarán y serán totalmente humillados;
nunca se olvidará su deshonra.
12 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
tú pruebas a los justos
y examinas los secretos y los pensamientos más profundos.
Permíteme ver tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
13 ¡Canten al Señor!
¡Alaben al Señor!
Pues al pobre y al necesitado
los ha rescatado de sus opresores.
14 ¡Sin embargo, maldigo el día en que nací!
Que nadie celebre el día de mi nacimiento.
15 Maldigo al mensajero que le dijo a mi padre:
«¡Buenas noticias! ¡Es un varón!».
16 Que lo destruyan como a las ciudades de la antigüedad
que el Señor derribó sin misericordia.
Asústenlo todo el día con gritos de batalla,
17 porque no me mató al nacer.
¡Oh, si tan solo hubiera muerto en el vientre de mi madre,
si su cuerpo hubiera sido mi tumba!
18 ¿Por qué habré nacido?
Mi vida entera se ha llenado
de dificultades, de dolor y de vergüenza.
No hay escapatoria de Babilonia
21 El Señor habló por medio de Jeremías cuando el rey Sedequías envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maaseías, para hablar con el profeta. Le suplicaron:
2 —Por favor, habla al Señor por nosotros y pídele que nos ayude. El rey Nabucodonosor[j] está atacando a Judá. Quizá el Señor sea misericordioso y haga un poderoso milagro como lo ha hecho en el pasado. Tal vez obligue a Nabucodonosor a que retire sus ejércitos.
3 Jeremías respondió:
—Regresen al rey Sedequías y díganle: 4 “Esto dice el Señor, Dios de Israel: ‘Haré que tus armas no sirvan contra el rey de Babilonia ni contra los babilonios[k] que te atacan fuera de tus murallas. Es más, traeré a tus enemigos al mismo corazón de la ciudad. 5 Yo mismo pelearé contra ti con mano fuerte y brazo poderoso porque estoy muy enojado. ¡Me has puesto furioso! 6 Enviaré una plaga terrible sobre esta ciudad y morirán tanto la gente como los animales. 7 Después de todo eso, dice el Señor, entregaré al rey Sedequías, a sus funcionarios y a todo el que en la ciudad sobreviva a la enfermedad, a la guerra y al hambre, en manos del rey Nabucodonosor de Babilonia y de sus otros enemigos. Él los masacrará y no les mostrará misericordia, piedad o compasión’”.
8 »Dile a todo el pueblo: “Esto dice el Señor: ‘¡Elijan entre la vida y la muerte! 9 Todo el que permanezca en Jerusalén morirá por guerra, enfermedad o hambre, pero aquellos que salgan y se entreguen a los babilonios vivirán. ¡Su recompensa será la vida! 10 Pues he decidido traer desastre y no bien a esta ciudad, dice el Señor. Será entregada al rey de Babilonia, quien la reducirá a cenizas’”.
Juicio contra los reyes de Judá
11 »Dile a la familia real de Judá: “¡Escuchen el mensaje del Señor! 12 Esto dice el Señor a la dinastía de David:
»”¡Hagan justicia cada mañana al pueblo que ustedes juzgan!
Ayuden a los que han sufrido robos;
rescátenlos de sus opresores.
De lo contrario, mi enojo arderá como fuego insaciable
debido a todos sus pecados.
13 Yo pelearé personalmente contra el pueblo en Jerusalén,
esa poderosa fortaleza,
contra el pueblo que se jacta: ‘Nadie puede tocarnos aquí;
nadie puede entrar aquí’.
14 Y yo mismo los castigaré por ser tan pecadores,
dice el Señor.
Prenderé fuego a sus bosques
y ese fuego incendiará todo a su alrededor”.
Mensaje a los reyes de Judá
22 Esto me dijo el Señor: «Ve y habla directamente al rey de Judá. Dile: 2 “Rey de Judá, tú que te sientas en el trono de David, escucha el mensaje del Señor. Deja que tus ayudantes y tu pueblo también escuchen. 3 Esto dice el Señor: ‘Sean imparciales y justos. ¡Hagan lo que es correcto! Ayuden a quienes han sufrido robos; rescátenlos de sus opresores. ¡Abandonen sus malas acciones! No maltraten a los extranjeros, ni a los huérfanos ni a las viudas. ¡Dejen de matar al inocente! 4 Si me obedecen, siempre habrá un descendiente de David sentado en el trono aquí en Jerusalén. El rey entrará por las puertas del palacio en carros y a caballo, con su corte de ayudantes y súbditos. 5 Sin embargo, si rehúsan prestar atención a esta advertencia, les juro por mi propio nombre, dice el Señor, que este palacio se convertirá en un montón de escombros’”».
Mensaje referente al palacio
6 Ahora bien, esto dice el Señor con respecto al palacio real de Judá:
«Te amo tanto como a la fructífera Galaad
y como a los verdes bosques del Líbano.
Pero te convertiré en un desierto
y nadie vivirá dentro de tus muros.
7 Citaré a obreros de demolición,
los cuales sacarán sus herramientas para desmantelarte.
Arrancarán todas tus selectas vigas de cedro
y las echarán al fuego.
8 »Gente de muchas naciones pasará por las ruinas de la ciudad y se dirán el uno al otro: “¿Por qué habrá destruido el Señor esta gran ciudad?”. 9 Y la contestación será: “Porque violaron su pacto con el Señor su Dios al rendir culto a otros dioses”».
Mensaje acerca de Joacaz
10 No lloren por el rey muerto ni lamenten su pérdida.
¡En cambio, lloren por el rey cautivo que se llevan al exilio,
porque nunca más volverá para ver su tierra natal!
11 Pues esto dice el Señor acerca de Joacaz,[l] quien sucedió en el trono a su padre, el rey Josías, y fue llevado cautivo: «Él nunca regresará. 12 Morirá en una tierra lejana y nunca más verá su propio país».
Mensaje acerca de Joacim
13 Y el Señor dice: «¡Qué aflicción le espera a Joacim,[m]
que edifica su palacio con trabajo forzado[n]!
Construye las paredes a base de injusticia,
porque obliga a sus vecinos a trabajar,
y no les paga por su trabajo.
14 Dice: “Construiré un palacio magnífico
con habitaciones enormes y muchas ventanas.
Lo revestiré con cedro fragante
y lo pintaré de un rojo agradable”.
15 ¡Pero un hermoso palacio de cedro no hace a un gran rey!
Josías, tu padre, también tenía mucha comida y bebida;
pero él era justo y recto en todo lo que hacía.
Por esa razón Dios lo bendijo.
16 Hizo justicia al pobre y al necesitado y los ayudó,
y le fue bien en todo.
¿No es eso lo que significa conocerme?
—dice el Señor—.
17 ¡Pero tú, solo tienes ojos para la avaricia y la deshonestidad!
Asesinas al inocente,
oprimes al pobre y reinas sin piedad».
18 Por lo tanto, esto dice el Señor acerca de Joacim, hijo del rey Josías:
«El pueblo no llorará por él, lamentándose entre sí:
“¡Ay, mi hermano! ¡Ay, mi hermana!”.
Sus súbditos no llorarán por él, lamentando:
“¡Ay, nuestro amo ha muerto! ¡Ay, su esplendor se ha ido!”.
19 Será enterrado como un burro muerto:
¡arrastrado fuera de Jerusalén y arrojado fuera de las puertas!
20 Llora por tus aliados en el Líbano;
grita por ellos en Basán.
Búscalos en las regiones al oriente del río.[o]
Mira, todos han sido destruidos.
No quedó nadie para ayudarte.
21 Te lo advertí cuando eras próspero,
pero respondiste: “¡No me fastidies!”.
Has sido así desde tu niñez;
¡nunca me obedeces!
22 Y ahora a tus aliados se los llevará el viento.
Todos tus amigos serán llevados cautivos.
Seguramente para entonces verás tu maldad y te avergonzarás.
23 Puede que sea lindo vivir en un palacio magnífico,
recubierto con madera de cedros del Líbano,
pero pronto gemirás con punzadas de angustia,
angustia como la de una mujer con dolores de parto.
Mensaje a Joaquín
24 »Tan cierto como que yo vivo—dice el Señor—, te abandonaré, Joaquín,[p] hijo de Joacim, rey de Judá. Aunque fueras el anillo con mi sello oficial en mi mano derecha, te arrancaría. 25 Te entregaré a los que buscan matarte—a los que tanto temes—al rey Nabucodonosor[q] de Babilonia y al poderoso ejército babilónico.[r] 26 Te expulsaré de esta tierra, a ti y a tu madre, y morirás en un país extranjero, no en tu tierra natal. 27 Nunca regresarás a la tierra que añoras.
28 »¿Por qué es este hombre, Joaquín, como una vasija desechada y rota?
¿Por qué serán él y sus hijos exiliados al extranjero?
29 ¡Oh tierra, tierra, tierra!
¡Escucha este mensaje del Señor!
30 Esto dice el Señor:
“Que conste en acta que este hombre, Joaquín, no tuvo hijos.
Él es un fracasado,
porque no tendrá hijos que le sucedan en el trono de David
para gobernar a Judá”.
El descendiente justo
23 »¡Qué aflicción les espera a los líderes de mi pueblo—los pastores de mis ovejas—porque han destruido y esparcido precisamente a las ovejas que debían cuidar!», dice el Señor.
2 Por lo tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores: «En vez de cuidar de mis ovejas y ponerlas a salvo, las han abandonado y las han llevado a la destrucción. Ahora, yo derramaré juicio sobre ustedes por la maldad que han hecho a mi rebaño; 3 pero reuniré al remanente de mi rebaño de todos los países donde lo he expulsado. Volveré a traer a mis ovejas a su redil y serán fructíferas y crecerán en número. 4 Entonces nombraré pastores responsables que cuidarán de ellas, y nunca más tendrán temor. Ni una sola se perderá ni se extraviará. ¡Yo, el Señor, he hablado!
5 »Pues se acerca la hora
—dice el Señor—,
cuando levantaré a un descendiente justo[s]
del linaje del rey David.
Él será un rey que gobernará con sabiduría;
hará lo justo y lo correcto por toda la tierra.
6 Y su nombre será:
“El Señor es nuestra justicia”[t].
En ese día Judá estará a salvo,
e Israel vivirá seguro.
7 »En ese día—dice el Señor—, cuando la gente jure ya no dirá: “Tan cierto como que el Señor vive, quien rescató al pueblo de Israel de la tierra de Egipto”. 8 En cambio, dirán: “Tan cierto como que el Señor vive, quien trajo a Israel de regreso a su propia tierra desde la tierra del norte y de todos los países a donde él los envió al destierro”. Entonces vivirán en su propia tierra».
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