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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 32:1-33:13

El rey de Asiria ataca a Judá

(2 R 18:13-19:37; Is 36-37)

32 Después de toda esta prueba de fidelidad de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, vino contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, decidido a conquistarlas. Cuando Ezequías vio que Senaquerib venía también a atacar Jerusalén, consultó con los jefes civiles y militares y les propuso cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad, y ellos decidieron apoyarlo. Entonces reunieron a mucha gente, y cegaron todas las fuentes de agua y el arroyo que corría en medio de esa región para que así, cuando llegaran los reyes de Asiria, no encontraran agua en abundancia.

Armándose de valor, Ezequías fortificó y reparó las brechas de la muralla. Reconstruyó las torres sobre ella e hizo una muralla exterior a la que había. Fortificó el Milo de la Ciudad de David y fabricó muchas lanzas y escudos. También puso jefes militares al frente de la gente. Convocó a todos en la plaza que está frente a la entrada de la ciudad y los animó con estas palabras: «Sean fuertes y llénense de valor. No tengan miedo y no se espanten ante el rey de Asiria y ante el numeroso ejército que trae consigo, porque hay más con nosotros que con él. De su lado está la fuerza humana pero a nuestro lado está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y luchar nuestras batallas». El pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Después de esto Senaquerib, rey de Asiria, mientras atacaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió a Jerusalén a uno de sus siervos para que les dijera lo siguiente a Ezequías y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:

10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: “¿En qué confían ustedes que se quedan en Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? 11 ¿No ven que Ezequías los está engañando y los va a llevar a morir del hambre y de sed cuando les dice: el SEÑOR nuestro Dios nos salvará del poder del rey de Asiria? 12 ¿Acaso no fue Ezequías el que acabó con los santuarios sobre las colinas y los altares y les dijo a Judá y a Jerusalén que sólo adoraran y quemaran incienso ante un altar? 13 ¿No saben ustedes lo que les hemos hecho mis antepasados y yo a todos los pueblos de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi poder? 14 ¿Qué dios de todos los de esas naciones que destruyeron mis antepasados pudo salvar a su país de mi poder? ¿Por qué creen que el de ustedes podrá salvarlos? 15 Así que no dejen que Ezequías los engañe y les siga tomando el pelo. No le crean más porque si ningún dios de todas aquellas naciones pudo evitar que su pueblo cayera en mis manos o en las de mis antepasados, ¿cuánto menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de caer en mis manos?”»

16 Todo eso y mucho más decían los oficiales del rey de Asiria contra el Señor DIOS y contra su siervo Ezequías. 17 También escribió cartas en las que insultaba al SEÑOR, Dios de Israel, y en la que decía contra él: «Tal como los dioses de las naciones de los otros países no pudieron salvar a sus pueblos de mi poder, tampoco el Dios de Ezequías podrá salvar a su pueblo de mi poder».

18 Entonces los funcionarios de Senaquerib le hablaban a gritos en hebreo al pueblo de Jerusalén que estaba en la muralla. Lo hacían para asustarlos e intimidarlos, a fin de capturar la ciudad. 19 Les decían que el Dios de Jerusalén era igual a los dioses de los otros pueblos de la tierra obra del ser humano.

20 Debido a esto, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron y pidieron ayuda al cielo. 21 Entonces el SEÑOR mandó a un ángel que aniquiló a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria y este se vio obligado a volver a su país, cubierto de vergüenza. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron a espada.

22 Así fue que el SEÑOR salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos del rey de Asiria y de todos sus enemigos, y le dio paz en todas sus fronteras. 23 Entonces mucha gente fue a Jerusalén con ofrendas para el SEÑOR y regalos costosos para Ezequías, rey de Judá. El prestigio de Ezequías aumentó frente a todas las demás naciones.

24 En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. Entonces oró al SEÑOR, quien le respondió y le dio una señal. 25 Pero Ezequías no agradeció el favor recibido, sino que se llenó de orgullo, y eso hizo enojar a Dios contra él y también contra Judá y contra Jerusalén. 26 Pero luego Ezequías dejó el orgullo de su corazón y se humilló junto con los habitantes de Jerusalén. Entonces mientras Ezequías vivió, el SEÑOR no volvió a descargar su ira contra ellos.

Prosperidad y últimos días de Ezequías

27 Ezequías tuvo muchas riquezas y honores. Adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos y toda clase de objetos valiosos. 28 Hizo también depósitos para almacenar el trigo, el vino y el aceite. Mandó hacer establos para toda clase de ganado y rediles para los rebaños. 29 Ezequías edificó también ciudades y adquirió ganado y rebaños en abundancia porque Dios le había dado muchísimas riquezas. 30 Ezequías fue también el que cegó la salida superior de las aguas del Guijón y las canalizó bajo tierra hacia la parte occidental de la Ciudad de David. Así, Ezequías tuvo éxito en todo lo que se propuso hacer.

31 Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron mensajeros para investigar el milagro que había sucedido en el país, Dios dejó solo a Ezequías para ponerlo a prueba y conocer todo lo que había en su corazón. 32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras que mostraban su fidelidad están escritos en la visión del profeta Isaías hijo de Amoz y en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Ezequías murió y lo sepultaron en la parte superior del panteón de los descendientes de David. Recibió honras fúnebres de todo Judá y de los habitantes de Jerusalén. Su hijo Manasés reinó en su lugar.

Manasés, rey de Judá

(2 R 21:1-18)

33 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y gobernó por 55 años en Jerusalén. Él hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. Cometió los terribles pecados que cometían las otras naciones, las que el SEÑOR expulsó del país cuando entraron los israelitas. Manasés construyó de nuevo los santuarios sobre las colinas, que su papá Ezequías había destruido. También construyó altares para los baales e hizo postes de Aserá. Manasés adoró y sirvió las estrellas del cielo, construyó altares en honor a dioses falsos en el templo del SEÑOR, aquel lugar que el SEÑOR mencionaba cuando dijo: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén para siempre». Manasés construyó altares para las estrellas del cielo en el atrio del templo del SEÑOR, sacrificó a su propio hijo y lo quemó en el valle de Ben Hinón. Practicó la magia, la adivinación y la hechicería. Consultó médium y brujos. Manasés hizo tantas cosas que desagradaban al SEÑOR que provocó su enojo.

Manasés puso en el templo de Dios una estatua de un ídolo que había hecho. Dios les había dicho a David y a su hijo Salomón acerca del templo: «He elegido a Jerusalén de entre Israel, pondré mi nombre en Jerusalén para siempre. Yo no haré que los israelitas salgan de la tierra que les di a sus antepasados, los dejaré si obedecen todo lo que les he mandado, toda la ley, estatutos y mandamientos que les di por medio de Moisés». Manasés hizo hacer a Judá y a los habitantes de Jerusalén peores maldades que las otras naciones que vivían antes de Israel en la tierra de Canaán, a las que el SEÑOR destruyó cuando vinieron los israelitas para tomar posesión de la tierra.

10 El SEÑOR les advirtió a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. 11 Debido a eso el SEÑOR hizo que los comandantes del ejército de Asiria invadieran el país. Ellos capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.

12 Pero cuando se vio en semejante situación tan angustiosa, rogó al SEÑOR su Dios y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. 13 Manasés oró a Dios, él atendió su súplica y le permitió volver a Jerusalén y regresar a gobernar. Así fue como Manasés comprendió que el SEÑOR es Dios.

Romanos 15:23-16:9

23 Sin embargo, ahora que ya he terminado mi trabajo en esta región, y puesto que desde hace años he querido visitarlos, 24 espero estar con ustedes y disfrutar de su compañía cuando vaya a España. Después espero que ustedes me ayuden para continuar mi viaje. 25 Ahora voy a Jerusalén para ayudar al pueblo de Dios[a] allí, 26 porque las iglesias de Macedonia y Acaya decidieron hacer una colecta. Quieren ayudar al pueblo de Dios que es pobre y vive en Jerusalén. 27 Querían hacerlo y de hecho es su obligación, porque ellos no son judíos pero ahora están compartiendo las bendiciones espirituales de los judíos. A cambio, deben compartir con ellos los bienes materiales que tienen. 28 Cuando termine este trabajo y confirme que la colecta se distribuyó entre los que la necesitan, saldré para España. De camino a España pasaré a visitarlos a ustedes. 29 Yo sé que cuando los visite podré llevarles todas las bendiciones de Cristo.

30 Hermanos, les ruego por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo que me ayuden a luchar pidiéndole a Dios por mí. 31 También pídanle que me libre de los incrédulos de Judea, y que mi servicio en Jerusalén sea agradable al pueblo de Dios. 32 Así, si es la voluntad de Dios, con alegría iré a visitarlos y juntos podremos tomar un descanso. 33 Que Dios, quien es la fuente de paz, esté siempre con ustedes. Así sea.

Últimas recomendaciones de Pablo

16 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, quien es ayudante de la iglesia[b] de Cencrea. Les pido que la reciban en el Señor y la atiendan muy bien. Así es como el pueblo de Dios trata a su gente. Denle todo el apoyo que requiera porque ella también ha sido solidaria como benefactora de muchos, incluso mía.

Saluden a Prisca y a Aquila que son mis compañeros de trabajo en Cristo. Ellos arriesgaron su propia vida para salvar la mía, y les estoy muy agradecido. Las iglesias de los que no son judíos también les dan las gracias.

Saluden también a la iglesia que se reúne en casa de Prisca y Aquila.

Saluden a mi estimado hermano Epeneto, que fue el primero en seguir a Cristo en Asia.

Saluden a María que ha hecho un gran trabajo por ustedes.

Saluden a Andrónico y a Junias que son mis parientes y estuvieron conmigo en prisión. Ellos se han destacado entre los apóstoles y se unieron a la fe de Cristo antes que yo.

Saluden a Amplias, mi estimado amigo en el Señor.

Saluden a Urbano, nuestro compañero de trabajo en Cristo.

Saluden a mi estimado amigo Estaquis.

Salmos 25:16-22

16 Dios mío, mírame y ten compasión de mí
    que estoy solo y triste.
17 Libérame de mis angustias
    y sácame del peligro.
18 Mira todos mis sufrimientos
    y perdona todos mis pecados.
19 Reconoce que tengo enemigos
    que me odian y quieren hacerme daño.
20 Protégeme y sálvame.
    Confío en ti, no me dejes pasar vergüenza.
21 Dependo de ti,
    haz que me mantenga siempre sin faltas y fiel a ti.
22 Dios mío, salva a Israel
    de todos sus enemigos.

Proverbios 20:16-18

16 Que le retengan hasta la camisa
    al que sirva de fiador de las deudas de otro.
17 Sabe bien el pan que se consigue estafando a los demás,
    pero después será como llenarse la boca de arena.

18 Busca buen consejo al hacer tus planes;
    se necesita una buena estrategia para librar una guerra.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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