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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 45:15-69:21

15 ¡Qué procesión tan alegre y entusiasta,
    cuando entran en el palacio del rey!

16 Tus hijos se convertirán en reyes como su padre;
    los harás gobernantes de muchas tierras.
17 Traeré honra a tu nombre en todas las generaciones;
    por eso, las naciones te alabarán por siempre y para siempre.

Para el director del coro: cántico de los descendientes de Coré; entónese con voces de soprano.[a]

46 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza;
    siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad.
Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos
    y las montañas se derrumben en el mar.
¡Que rujan los océanos y hagan espuma!
    ¡Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas! Interludio

Un río trae gozo a la ciudad de nuestro Dios,
    el hogar sagrado del Altísimo.
Dios habita en esa ciudad; no puede ser destruida.
    En cuanto despunte el día, Dios la protegerá.
¡Las naciones se encuentran en un caos,
    y sus reinos se desmoronan!
¡La voz de Dios truena,
    y la tierra se derrite!
El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros;
    el Dios de Israel[b] es nuestra fortaleza. Interludio

Vengan, vean las obras gloriosas del Señor:
    miren cómo trae destrucción sobre el mundo.
Él hace cesar las guerras en toda la tierra;
    quiebra el arco y rompe la lanza
    y quema con fuego los escudos.

10 «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!
    Toda nación me honrará.
    Seré honrado en el mundo entero».

11 El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros;
    el Dios de Israel es nuestra fortaleza. Interludio

Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré.

47 ¡Vengan todos! ¡Aplaudan!
    ¡Griten alegres alabanzas a Dios!
Pues el Señor Altísimo es imponente;
    es el gran Rey de toda la tierra.
Él subyuga a las naciones frente a nosotros;
    pone a nuestros enemigos bajo nuestros pies.
Escogió la Tierra Prometida como nuestra herencia y posesión,
    el orgullo de los descendientes de Jacob, a quienes ama. Interludio

Dios ascendió con un grito poderoso;
    el Señor ha ascendido al estruendo de las trompetas.
Canten alabanzas a Dios, canten alabanzas;
    ¡canten alabanzas a nuestro Rey, canten alabanzas!
Pues Dios es el Rey de toda la tierra.
    Alábenlo con un salmo.[c]
Dios reina sobre las naciones,
    sentado en su santo trono.
Los gobernantes del mundo se han reunido
    con el pueblo del Dios de Abraham.
Pues todos los reyes de la tierra pertenecen a Dios.
    Él es exaltado en gran manera en todas partes.

Un cántico. Salmo de los descendientes de Coré.

48 ¡Qué grande es el Señor,
    cuán digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
    situada sobre su monte santo!
Es alto y magnífico;
    ¡toda la tierra se alegra al verlo!
¡El monte Sion, el monte santo,[d]
    es la ciudad del gran Rey!
Dios mismo está en las torres de Jerusalén
    dándose a conocer como su defensor.

Los reyes de la tierra unieron sus fuerzas
    y avanzaron contra la ciudad.
Pero al verla, se quedaron pasmados;
    se llenaron de miedo y huyeron.
El terror se apoderó de ellos
    y se retorcieron de dolor como una mujer en parto.
Los destruiste como a los poderosos barcos de Tarsis
    que fueron despedazados por un potente viento del oriente.

Habíamos oído de la gloria de la ciudad,
    pero ahora la hemos visto en persona,
    la ciudad del Señor de los Ejércitos Celestiales.
Es la ciudad de nuestro Dios;
    él hará que sea segura para siempre. Interludio

Oh Dios, meditamos en tu amor inagotable
    mientras adoramos en tu templo.
10 Como lo merece tu nombre, oh Dios,
    serás alabado hasta los extremos de la tierra;
    tu fuerte mano derecha está llena de victoria.
11 Que se goce la gente del monte Sion;
    que se alegren todas las ciudades de Judá
    a causa de tu justicia.

12 Vayan a inspeccionar la ciudad de Jerusalén;[e]
    anden por ella y cuenten sus muchas torres.
13 Fíjense en las murallas fortificadas
    y recorran todas sus ciudadelas,
para que puedan describirlas
    a las generaciones futuras.
14 Pues así es Dios.
    Él es nuestro Dios por siempre y para siempre,
    y nos guiará hasta el día de nuestra muerte.

Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré.

49 ¡Escuchen esto, todos los pueblos!
    ¡Presten atención, habitantes de todo el mundo!
Los de las altas esferas y la gente común,
    ricos y pobres: ¡oigan!
Pues mis palabras son sabias
    y mis pensamientos están llenos de buena percepción.
Escucho con atención muchos proverbios
    y resuelvo enigmas con la inspiración del sonido de un arpa.

¿Por qué tendría que temer cuando vienen dificultades,
    cuando los enemigos me rodean?
Ellos se fían de sus posesiones
    y se jactan de sus grandes riquezas.
Sin embargo, no pueden redimirse de la muerte[f]
    pagándole un rescate a Dios.
La redención no se consigue tan fácilmente,
    pues nadie podrá jamás pagar lo suficiente
como para vivir para siempre
    y nunca ver la tumba.

10 Los sabios finalmente tendrán que morir,
    al igual que los necios y los insensatos,
    y dejarán toda su riqueza atrás.
11 La tumba[g] es su hogar eterno,
    donde permanecerán para siempre.
Podrán ponerle su propio nombre a sus propiedades,
12     pero su fama no durará.
    Morirán, al igual que los animales.
13 Ese es el destino de los necios,
    aunque sean recordados como si hubieran sido sabios.[h] Interludio

14 Como ovejas, son llevados a la tumba,[i]
    donde la muerte será su pastor.
Por la mañana, los justos gobernarán sobre ellos.
    Sus cuerpos se pudrirán en la tumba,
    lejos de sus grandiosas propiedades.
15 Pero en mi caso, Dios redimirá mi vida;
    me arrebatará del poder de la tumba. Interludio

16 Así que no te desanimes cuando los malvados se enriquezcan,
    y en sus casas haya cada vez más esplendor.
17 Pues al morir, no se llevan nada consigo;
    sus riquezas no los seguirán a la tumba.
18 En esta vida se consideran dichosos
    y los aplauden por su éxito.
19 Pero morirán como todos sus antepasados,
    y nunca más volverán a ver la luz del día.
20 La gente que se jacta de su riqueza no comprende;
    morirán, al igual que los animales.

Salmo de Asaf.

50 El Señor, el Poderoso, es Dios y habló;
    convocó a toda la humanidad
    desde donde sale el sol hasta donde se pone.
Desde el monte Sion, la perfección de la belleza,
    Dios brilla con un resplandor glorioso.
Nuestro Dios se acerca,
    pero no en silencio.
A su paso el fuego devora todo lo que encuentra,
    y a su alrededor se desata una gran tormenta.
Pone al cielo arriba y a la tierra abajo
    como testigos del juicio a su pueblo.
«Tráiganme a mi pueblo fiel,
    a los que hicieron un pacto conmigo al ofrecer sacrificios».
Luego dejen que los cielos proclamen la justicia divina,
    porque Dios mismo será el juez. Interludio

«Oh pueblo mío, escucha cuando te hablo.
    Estas son las acusaciones que tengo contra ti, oh Israel:
    ¡yo soy Dios, tu Dios!
No tengo quejas de tus sacrificios
    ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente.
Pero no necesito los toros de tus establos
    ni las cabras de tus corrales.
10 Pues todos los animales del bosque son míos,
    y soy dueño del ganado de mil colinas.
11 Conozco a cada pájaro de las montañas,
    y todos los animales del campo me pertenecen.
12 Si tuviera hambre, no te lo diría a ti,
    porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él.
13 ¿Acaso me alimento de carne de toro?
    ¿Acaso bebo sangre de cabra?
14 Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios
    y cumple los votos que le has hecho al Altísimo.
15 Luego llámame cuando tengas problemas,
    y yo te rescataré,
    y tú me darás la gloria».

16 Pero Dios dice a los perversos:
«¿Para qué se molestan en recitar mis decretos
    y en fingir que obedecen mi pacto?
17 Pues rechazan mi disciplina
    y tratan mis palabras como basura.
18 Cuando ven ladrones, les dan su aprobación,
    y se pasan el tiempo con adúlteros.
19 Tienen la boca llena de maldad,
    y la lengua repleta de mentiras.
20 Se la pasan calumniando a su hermano,
    a su propio hermano de sangre.
21 Mientras ustedes hacían todo esto, yo permanecí en silencio,
    y pensaron que no me importaba.
Pero ahora los voy a reprender;
    presentaré todas las acusaciones que tengo contra ustedes.
22 Arrepiéntanse todos los que se olvidan de mí,
    o los despedazaré
    y nadie los ayudará.
23 Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra;
    si permanecen en mi camino,
    les daré a conocer la salvación de Dios».

Para el director del coro: salmo de David, cuando el profeta Natán fue a verlo después que cometió adulterio con Betsabé.

51 Ten misericordia de mí, oh Dios,
    debido a tu amor inagotable;
a causa de tu gran compasión,
    borra la mancha de mis pecados.
Lávame de la culpa hasta que quede limpio
    y purifícame de mis pecados.
Pues reconozco mis rebeliones;
    día y noche me persiguen.
Contra ti y solo contra ti he pecado;
    he hecho lo que es malo ante tus ojos.
Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices
    y que tu juicio contra mí es justo.[j]
Pues soy pecador de nacimiento,
    así es, desde el momento en que me concibió mi madre.
Pero tú deseas honradez desde el vientre[k]
    y aun allí me enseñas sabiduría.

Purifícame de mis pecados,[l] y quedaré limpio;
    lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme la alegría;
    deja que me goce
    ahora que me has quebrantado.
No sigas mirando mis pecados;
    quita la mancha de mi culpa.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
    y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
11 No me expulses de tu presencia
    y no me quites tu Espíritu Santo.[m]

12 Restaura en mí la alegría de tu salvación
    y haz que esté dispuesto a obedecerte.
13 Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos,
    y ellos se volverán a ti.
14 Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva;
    entonces con alegría cantaré de tu perdón.
15 Desata mis labios, oh Señor,
    para que mi boca pueda alabarte.

16 Tú no deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno.
    Tampoco quieres una ofrenda quemada.
17 El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;
    tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.
18 Mira a Sion con tu favor y ayúdala;
    reconstruye las murallas de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios ofrecidos con un espíritu correcto,
    con ofrendas quemadas y ofrendas quemadas enteras.
    Entonces volverán a sacrificarse toros sobre tu altar.

Para el director del coro: salmo[n] de David, acerca de cuando Doeg, el edomita, le dijo a Saúl: «David fue a ver a Ahimelec».

52 ¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero?
    ¿No te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para siempre?
Todo el día conspiras destrucción.
    Tu lengua es cortante como una navaja afilada;
    eres experto en decir mentiras.
Amas el mal más que el bien
    y las mentiras más que la verdad. Interludio

Te encanta destruir a la gente con tus palabras,
    ¡mentiroso!
Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas;
    te sacará de tu casa
    y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio

Los justos lo verán y se asombrarán;
    se reirán y dirán:
«Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos
    que no ponen su confianza en Dios,
sino que confían en sus riquezas
    y se vuelven más y más atrevidos en su maldad».

Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios
    y siempre confiaré en su amor inagotable.
Te alabaré para siempre, oh Dios,
    por lo que has hecho.
Confiaré en tu buen nombre
    en presencia de tu pueblo fiel.

Para el director del coro: meditación, salmo[o] de David.

53 Solo los necios dicen en su corazón:
    «No hay Dios».
Ellos son corruptos y sus acciones son malas;
    ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!

Dios mira desde los cielos
    a toda la raza humana;
observa para ver si hay alguien realmente sabio,
    si alguien busca a Dios.
Pero no, todos se desviaron;
    todos se corrompieron.[p]
No hay ni uno que haga lo bueno,
    ¡ni uno solo!

¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal?
    Devoran a mi pueblo como si fuera pan
    y ni siquiera piensan en orar a Dios.
El terror se apoderará de ellos,
    un terror como nunca han conocido.
Dios esparcirá los huesos de tus enemigos.
    Los avergonzarás, porque Dios los ha rechazado.

¿Quién vendrá del monte Sion para rescatar a Israel?
    Cuando Dios restaure a su pueblo,
    Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.

Para el director del coro: salmo[q] de David, acerca de cuando los zifeos fueron a decirle a Saúl: «Sabemos dónde se esconde David». Acompáñese con instrumentos de cuerda.

54 ¡Ven con tu gran poder, oh Dios, y rescátame!
    Defiéndeme con tu poder.
Escucha mi oración, oh Dios;
    presta atención a mi ruego.
Pues me atacan desconocidos;
    gente violenta trata de matarme.
    No les importa Dios en lo más mínimo. Interludio

Pero Dios es mi ayudador;
    ¡el Señor me mantiene con vida!
Que los planes malvados de mis enemigos se tornen en su contra;
    haz lo que prometiste y acaba con ellos.

Sacrificaré una ofrenda voluntaria a ti;
    alabaré tu nombre,
    porque es bueno, oh Señor.
Pues me libraste de mis dificultades
    y me ayudaste a triunfar sobre mis enemigos.

Para el director del coro: salmo[r] de David; acompáñese con instrumentos de cuerda.

55 Escucha mi oración, oh Dios;
    ¡no pases por alto mi grito de auxilio!
Por favor, escúchame y respóndeme,
    porque las dificultades me abruman.
Mis enemigos me gritan;
    me lanzan perversas amenazas a viva voz.
Me cargan de problemas
    y con rabia me persiguen.

Mi corazón late en el pecho con fuerza;
    me asalta el terror de la muerte.
El miedo y el temblor me abruman,
    y no puedo dejar de temblar.
Si tan solo tuviera alas como una paloma,
    ¡me iría volando y descansaría!
Volaría muy lejos,
    a la tranquilidad del desierto. Interludio
Qué rápido me escaparía,
    lejos de esta furiosa tormenta de odio.

Confúndelos, Señor, y frustra sus planes,
    porque veo violencia y conflicto en la ciudad.
10 Día y noche patrullan sus murallas para cuidarla de invasores,
    pero el verdadero peligro es la maldad que hay dentro de la ciudad.
11 Todo se viene abajo;
    las amenazas y el engaño abundan por las calles.

12 No es un enemigo el que me hostiga;
    eso podría soportarlo.
No son mis adversarios los que me insultan con tanta arrogancia;
    de ellos habría podido esconderme.
13 En cambio, eres tú, mi par,
    mi compañero y amigo íntimo.
14 ¡Cuánto compañerismo disfrutábamos
    cuando caminábamos juntos hacia la casa de Dios!

15 Que la muerte aceche a mis enemigos;
    que la tumba[s] se los trague vivos,
    porque la maldad habita en ellos.

16 Pero clamaré a Dios,
    y el Señor me rescatará.
17 Mañana, tarde y noche
    clamo en medio de mi angustia,
    y el Señor oye mi voz.
18 Él me rescata y me mantiene a salvo
    de la batalla que se libra en mi contra,
    aunque muchos todavía se me oponen.
19 Dios, quien siempre ha gobernado,
    me oirá y los humillará. Interludio
Pues mis enemigos se niegan a cambiar de rumbo;
    no tienen temor de Dios.

20 En cuanto a mi compañero, él traicionó a sus amigos;
    no cumplió sus promesas.
21 Sus palabras son tan suaves como la mantequilla,
    pero en su corazón hay guerra.
Sus palabras son tan relajantes como una loción,
    ¡pero por debajo son dagas!

22 Entrégale tus cargas al Señor,
    y él cuidará de ti;
    no permitirá que los justos tropiecen y caigan.

23 Pero tú, oh Dios, mandarás a los perversos
    a la fosa de destrucción;
los asesinos y los mentirosos morirán jóvenes,
    pero yo confío en que tú me salves.

Para el director del coro: salmo[t] de David, acerca de cuando los filisteos lo capturaron en Gat. Cántese con la melodía de «La paloma en los robles distantes».

56 Oh Dios, ten misericordia de mí,
    porque la gente me acosa.
    Mis enemigos me atacan todo el día.
Los que me calumnian no dejan de acosarme,
    y muchos me atacan descaradamente.
Pero cuando tenga miedo,
    en ti pondré mi confianza.
Alabo a Dios por lo que ha prometido.
    En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo?
    ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?

Siempre tergiversan lo que digo;
    se pasan el día tramando cómo hacerme daño.
Se juntan para espiarme;
    vigilan cada paso que doy, ansiosos de matarme.
No permitas que estos malvados se salgan con la suya;
    en tu enojo, oh Dios, derríbalos.

Tú llevas la cuenta de todas mis angustias[u]
    y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco;
    has registrado cada una de ellas en tu libro.

Mis enemigos emprenderán la retirada cuando yo clame a ti por ayuda.
    Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado!
10 Alabo a Dios por lo que ha prometido;
    sí, alabo al Señor por lo que ha prometido.
11 En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo?
    ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?

12 Cumpliré los votos que te hice, oh Dios,
    y ofreceré un sacrificio de gratitud por tu ayuda.
13 Pues me rescataste de la muerte;
    no dejaste que mis pies resbalaran.
Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios,
    en tu luz que da vida.

Para el director del coro: salmo[v] de David, acerca de cuando huyó de Saúl y entró en una cueva. Cántese con la melodía de «¡No destruyas!».

57 ¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia!
    En ti busco protección.
Me esconderé bajo la sombra de tus alas
    hasta que haya pasado el peligro.
Clamo al Dios Altísimo,[w]
    a Dios, quien cumplirá su propósito para mí.
Él mandará ayuda del cielo para rescatarme,
    y avergonzará a los que me persiguen. Interludio
Mi Dios enviará su amor inagotable y su fidelidad.

Me rodean leones feroces
    que con avidez devoran a sus presas humanas;
sus dientes penetran como lanzas y flechas,
    y sus lenguas cortan como espadas.

¡Exaltado seas, oh Dios, por encima de los cielos más altos!
    Que tu gloria brille sobre toda la tierra.

Mis enemigos me tendieron una trampa;
    estoy cansado de tanta angustia.
Cavaron un pozo profundo en mi camino,
    pero ellos mismos cayeron en la trampa. Interludio

Mi corazón está confiado en ti, oh Dios;
    mi corazón tiene confianza.
    ¡Con razón puedo cantar tus alabanzas!
¡Despiértate, corazón mío!
    ¡Despiértense, lira y arpa!
    Con mi canto despertaré al amanecer.
Te daré gracias, Señor, en medio de toda la gente;
    cantaré tus alabanzas entre las naciones.
10 Pues tu amor inagotable es tan alto como los cielos;
    tu fidelidad alcanza las nubes.

11 Exaltado seas, oh Dios, por encima de los cielos más altos;
    que tu gloria brille sobre toda la tierra.

Para el director del coro: salmo[x] de David; cántese con la melodía de «¡No destruyas!».

58 Gobernantes,[y] ¿saben acaso el significado de la palabra justicia?
    ¿Juzgan a la gente con imparcialidad?
¡No! En el corazón traman injusticia
    y desparraman violencia por toda la tierra.
Estos malvados son pecadores de nacimiento;
    desde que nacieron mienten y siguen su propio camino.
Escupen veneno como serpientes mortíferas;
    son como cobras que se niegan a escuchar,
y hacen oídos sordos a las melodías de los encantadores de serpientes,
    aunque toquen con mucha destreza.

¡Quiébrales los colmillos, oh Dios!
    ¡Destrózales las mandíbulas a estos leones, oh Señor!
Que desaparezcan como agua en tierra sedienta;
    que sean inútiles las armas en sus manos.[z]
Que sean como caracoles que se disuelven y se hacen baba,
    como un niño que nace muerto y que nunca verá el sol.
Dios los barrerá a todos, tanto a jóvenes como a ancianos,
    más rápido de lo que se calienta una olla sobre espinos ardientes.

10 Los justos se alegrarán cuando vean la injusticia vengada;
    se lavarán los pies en la sangre de los perversos.
11 Entonces, por fin, todos dirán:
    «Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios;
    es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra».

Para el director del coro: salmo[aa] de David, acerca de cuando Saúl envió soldados a vigilar la casa de David para matarlo. Cántese con la melodía de «¡No destruyas!».

59 Rescátame de mis enemigos, oh Dios;
    protégeme de los que han venido a destruirme.
Rescátame de estos criminales;
    sálvame de estos asesinos.
Me han tendido una emboscada.
    Enemigos feroces están a la espera, Señor,
    aunque yo no pequé ni los he ofendido.
No hice nada malo,
    sin embargo, se preparan para atacarme.
    ¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame!
Oh Señor, Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel,
    despierta y castiga a esas naciones hostiles;
    no tengas misericordia de los traidores malvados. Interludio

Salen de noche
    gruñendo como perros feroces
    mientras merodean por las calles.
Escucha la basura que sale de sus bocas;
    sus palabras cortan como espadas.
    Dicen con desdén: «Después de todo, ¿quién puede oírnos?».
Pero tú Señor, te ríes de ellos;
    te burlas de las naciones hostiles.
Tú eres mi fuerza; espero que me rescates,
    porque tú, oh Dios, eres mi fortaleza.
10 En su amor inagotable, mi Dios estará a mi lado
    y me dejará mirar triunfante a todos mis enemigos.

11 No los mates, porque mi pueblo pronto olvida esa clase de lecciones;
    hazlos tambalear con tu poder y ponlos de rodillas,
    oh Señor, escudo nuestro.
12 Debido a las cosas pecaminosas que dicen
    y a la maldad que está en sus labios,
haz que queden atrapados por su orgullo,
    por sus maldiciones y por sus mentiras.
13 ¡Destrúyelos en tu enojo!
    ¡Arrásalos por completo!
Entonces todo el mundo sabrá
    que Dios reina en Israel.[ab] Interludio

14 Mis enemigos salen de noche
    gruñendo como perros feroces
    mientras merodean por las calles.
15 Escarban en busca de comida,
    pero se van a dormir insatisfechos.[ac]

16 En cuanto a mí, yo cantaré de tu poder;
    cada mañana cantaré con alegría acerca de tu amor inagotable.
Pues tú has sido mi refugio,
    un lugar seguro cuando estoy angustiado.
17 Oh Fortaleza mía, a ti canto alabanzas,
    porque tú, oh Dios, eres mi refugio,
    el Dios que me demuestra amor inagotable.

Para el director del coro: salmo[ad] de David útil para enseñar, acerca de cuando peleó contra Aram-naharaim y Aram-soba, y Joab regresó y mató a doce mil edomitas en el valle de la Sal. Cántese con la melodía de «Lirio del testimonio».

60 Nos has rechazado, oh Dios, y quebraste nuestras defensas.
    Te enojaste con nosotros; ahora, restáuranos al gozo de tu favor.
Sacudiste nuestra tierra y la abriste en dos.
    Sella las grietas, porque la tierra tiembla.
Has sido muy estricto con nosotros;
    nos hiciste beber de un vino que nos dejó tambaleantes.
Pero has levantado un estandarte para los que te temen:
    un punto de reunión en medio del ataque. Interludio

Rescata ahora a tu pueblo amado;
    respóndenos y sálvanos con tu poder.
Por su santidad,[ae] Dios ha prometido:
«Dividiré a Siquem con alegría
    y mediré el valle de Sucot.
Galaad es mío,
    y también Manasés.
Efraín, mi casco, producirá mis guerreros,
    y Judá, mi cetro, producirá mis reyes.
Pero Moab, mi lavamanos, se convertirá en mi siervo,
    y sobre Edom me limpiaré los pies
    y gritaré triunfante sobre Filistea».

¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?
    ¿Quién me dará la victoria sobre Edom?
10 ¿Nos has rechazado, oh Dios?
    ¿Ya no marcharás junto a nuestros ejércitos?
11 Por favor, ayúdanos contra nuestros enemigos,
    porque toda la ayuda humana es inútil.
12 Con la ayuda de Dios, haremos cosas poderosas,
    pues él pisoteará a nuestros enemigos.

Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumentos de cuerda.

61 Oh Dios, ¡escucha mi clamor!
    ¡Oye mi oración!
Desde los extremos de la tierra,
    clamo a ti por ayuda
    cuando mi corazón está abrumado.
Guíame a la imponente roca de seguridad,
    porque tú eres mi amparo seguro,
    una fortaleza donde mis enemigos no pueden alcanzarme.
Permíteme vivir para siempre en tu santuario,
    ¡a salvo bajo el refugio de tus alas! Interludio

Pues has oído mis votos, oh Dios;
    me diste una herencia reservada para los que temen tu nombre.
¡Añade muchos años a la vida del rey!
    ¡Que sus años abunden de generación en generación!
Que reine bajo la protección de Dios para siempre,
    y que tu amor inagotable y tu fidelidad lo cuiden.
Entonces cantaré alabanzas a tu nombre para siempre,
    mientras cumplo mis votos cada día.

Para Jedutún, director del coro: salmo de David.

62 Espero en silencio delante de Dios,
    porque de él proviene mi victoria.
Solo él es mi roca y mi salvación,
    mi fortaleza donde jamás seré sacudido.

¡Cuántos enemigos contra un solo hombre!
    Todos tratan de matarme.
Para ellos no soy más que una pared derribada
    o una valla inestable.
Piensan derrocarme de mi alta posición.
    Se deleitan en decir mentiras sobre mí.
Cuando están frente a mí, me elogian,
    pero en su corazón me maldicen. Interludio

Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios,
    porque en él está mi esperanza.
Solo él es mi roca y mi salvación,
    mi fortaleza donde no seré sacudido.
Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios;
    él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme.
Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento;
    dile lo que hay en tu corazón,
    porque él es nuestro refugio. Interludio

La gente común no vale más que una bocanada de viento,
    y los poderosos no son lo que parecen ser;
si se les pesa juntos en una balanza,
    ambos son más livianos que un soplo de aire.

10 No te ganes la vida mediante la extorsión
    ni pongas tu esperanza en el robo.
Y si tus riquezas aumentan,
    no las hagas el centro de tu vida.

11 Dios ha hablado con claridad,
    y yo lo he oído muchas veces:
el poder, oh Dios, te pertenece a ti;
12     el amor inagotable, oh Señor, es tuyo.
Ciertamente tú pagas a todos
    de acuerdo a lo que hayan hecho.

Salmo de David, acerca de cuando estaba en el desierto de Judá.

63 Oh Dios, tú eres mi Dios;
    de todo corazón te busco.
Mi alma tiene sed de ti;
    todo mi cuerpo te anhela
en esta tierra reseca y agotada
    donde no hay agua.
Te he visto en tu santuario
    y he contemplado tu poder y tu gloria.
Tu amor inagotable es mejor que la vida misma;
    ¡cuánto te alabo!
Te alabaré mientras viva;
    a ti levantaré mis manos en oración.
Tú me satisfaces más que un suculento banquete;
    te alabaré con cánticos de alegría.

Recostado, me quedo despierto
    pensando y meditando en ti durante la noche.
Como eres mi ayudador,
    canto de alegría a la sombra de tus alas.
Me aferro a ti;
    tu fuerte mano derecha me mantiene seguro.

Pero los que traman destruirme acabarán arruinados;
    descenderán a las profundidades de la tierra.
10 Morirán a espada
    y se convertirán en comida de chacales.
11 Pero el rey se alegrará en Dios;
    todos los que juran decir la verdad lo alabarán,
    mientras que los mentirosos serán silenciados.

Para el director del coro: salmo de David.

64 Oh Dios, escucha mi queja;
    protege mi vida de las amenazas de mis enemigos.
Escóndeme de las conspiraciones de esta turba malvada,
    de esta pandilla de malhechores.
Afilan su lengua como espada
    y apuntan como flechas sus palabras amargas.
Le tiran a los inocentes desde una emboscada;
    los atacan de repente y sin temor.
Se animan unos a otros a hacer el mal
    y maquinan cómo tender sus trampas en secreto.
    «¿Quién se dará cuenta?», preguntan.
Dicen mientras traman sus delitos:
    «¡Hemos orquestado el plan perfecto!».
    Es cierto, el corazón y la mente del ser humano son astutos.

Pero Dios mismo les lanzará sus flechas
    y los herirá de repente.
Su propia lengua los arruinará,
    y quienes los vean, menearán la cabeza en señal de desprecio.
Entonces todos temerán;
    proclamarán los poderosos actos de Dios,
    y se darán cuenta de todas las cosas asombrosas que él hace.
10 Los justos se alegrarán en el Señor,
    y en él encontrarán refugio.
Y los que hacen lo correcto
    lo alabarán.

Para el director del coro: cántico. Salmo de David.

65 Qué poderosa alabanza, oh Dios,
    te pertenece en Sion.
Cumpliremos los votos que te hemos hecho
    porque tú respondes a nuestras oraciones.
    Todos nosotros tenemos que acudir a ti.
Aunque nuestros pecados nos abruman,
    tú los perdonas todos.
¡Cuánta alegría para los que escoges y acercas a ti,
    aquellos que viven en tus santos atrios!
¡Qué festejos nos esperan
    dentro de tu santo templo!

Fielmente respondes a nuestras oraciones con imponentes obras,
    oh Dios nuestro salvador.
Eres la esperanza de todos los que habitan la tierra,
    incluso de los que navegan en mares distantes.
Con tu poder formaste las montañas
    y te armaste de una fuerza poderosa.
Calmaste los océanos enfurecidos,
    con sus impetuosas olas,
    y silenciaste los gritos de las naciones.
Los que viven en los extremos de la tierra
    quedan asombrados ante tus maravillas.
Desde donde sale el sol hasta donde se pone,
    tú inspiras gritos de alegría.

Cuidas la tierra y la riegas;
    la enriqueces y la haces fértil.
El río de Dios tiene agua en abundancia;
    proporciona una exuberante cosecha de grano,
    porque así ordenaste que fuera.
10 Con lluvias empapas la tierra arada;
    disuelves los terrones y nivelas los surcos.
Ablandas la tierra con aguaceros
    y bendices sus abundantes cultivos.
11 Coronas el año con una copiosa cosecha;
    hasta los senderos más pisoteados desbordan de abundancia.
12 Las praderas del desierto se convierten en buenos pastizales,
    y las laderas de las colinas florecen de alegría.
13 Los prados se visten con rebaños de ovejas,
    y los valles están alfombrados con grano.
    ¡Todos gritan y cantan de alegría!

Para el director del coro: cántico. Salmo.

66 ¡Griten alabanzas alegres a Dios, habitantes de toda la tierra!
    ¡Canten de la gloria de su nombre!
    Cuéntenle al mundo lo glorioso que es él.
Díganle a Dios: «¡Qué imponentes son tus obras!
    Tus enemigos se arrastran ante tu gran poder.
Todo lo que hay en la tierra te adorará;
    cantará tus alabanzas
    aclamando tu nombre con cánticos gloriosos». Interludio

Vengan y vean lo que nuestro Dios ha hecho,
    ¡los imponentes milagros que realiza a favor de la gente!
Abrió un camino seco a través del mar Rojo,[af]
    y su pueblo cruzó a pie.
    Allí nos alegramos en él.
Pues con su gran poder gobierna para siempre.
    Observa cada movimiento de las naciones;
    que ningún rebelde se levante desafiante. Interludio

Que el mundo entero bendiga a nuestro Dios
    y cante sus alabanzas a viva voz.
Nuestra vida está en sus manos,
    y él cuida que nuestros pies no tropiecen.
10 Nos pusiste a prueba, oh Dios;
    nos purificaste como se purifica la plata.
11 Nos atrapaste en tu red
    y pusiste sobre nuestra espalda la carga de la esclavitud.
12 Luego colocaste un líder sobre nosotros.[ag]
    Pasamos por el fuego y por la inundación,
    pero nos llevaste a un lugar de mucha abundancia.

13 Ahora vengo a tu templo con ofrendas quemadas
    para cumplir los votos que te hice,
14 sí, los votos sagrados que hice
    cuando me encontraba en graves dificultades.
15 Por eso sacrifico ofrendas quemadas a ti,
    lo mejor de mis carneros como aroma agradable,
    y un sacrificio de toros y chivos. Interludio

16 Vengan y escuchen, todos ustedes que temen a Dios,
    y les contaré lo que hizo por mí.
17 Pues clamé a él por ayuda,
    lo alabé mientras hablaba.
18 Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón,
    mi Señor no me habría escuchado.
19 ¡Pero Dios escuchó!
    Él prestó oídos a mi oración.
20 Alaben a Dios, quien no pasó por alto mi oración
    ni me quitó su amor inagotable.

Para el director del coro: cántico. Salmo, acompáñese con instrumentos de cuerda.

67 Que Dios tenga misericordia y nos bendiga;
    que su rostro nos sonría con favor. Interludio

Que se conozcan tus caminos en toda la tierra
    y tu poder salvador entre los pueblos por todas partes.
Que las naciones te alaben, oh Dios;
    sí, que todas las naciones te alaben.
Que el mundo entero cante de alegría,
    porque tú gobiernas a las naciones con justicia
    y guías a los pueblos del mundo. Interludio

Que las naciones te alaben, oh Dios;
    sí, que todas las naciones te alaben.
Entonces la tierra dará sus cosechas,
    y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá en abundancia.
Así es, Dios nos bendecirá,
    y gente de todo el mundo le temerá.

Para el director del coro: cántico. Salmo de David.

68 Levántate, oh Dios, y dispersa a tus enemigos;
    que todos los que odian a Dios corran por sus vidas.
Sóplalos y disípalos como si fueran humo;
    derrítelos como la cera en el fuego.
    Que los malvados perezcan en la presencia de Dios.
Pero que los justos se alegren;
    que se gocen en la presencia de Dios;
    que estén llenos de alegría.
¡Canten alabanzas a Dios y a su nombre!
    Canten alabanzas en alta voz al que cabalga sobre las nubes.[ah]
Su nombre es el Señor;
    ¡alégrense en su presencia!

Padre de los huérfanos, defensor de las viudas,
    este es Dios y su morada es santa.
Dios ubica a los solitarios en familias;
    pone en libertad a los prisioneros y los llena de alegría.
Pero a los rebeldes los hace vivir en una tierra abrasada por el sol.

Oh Dios, cuando sacaste a tu pueblo de Egipto,
    cuando marchaste a través de las áridas tierras baldías, Interludio
la tierra tembló y los cielos derramaron lluvia a raudales
    delante de ti, el Dios del Sinaí,
    delante de Dios, el Dios de Israel.
Enviaste lluvia en abundancia, oh Dios,
    para refrescar la tierra agotada.
10 Finalmente allí se estableció tu pueblo
    y, con una abundante cosecha, oh Dios,
    proveíste para tu pueblo necesitado.

11 El Señor da la palabra,
    y un gran ejército[ai] trae las buenas noticias.
12 Los reyes enemigos y sus ejércitos huyen
    mientras las mujeres de Israel reparten el botín.
13 Hasta los que vivían entre los rediles encontraron tesoros,
    palomas con alas de plata
    y plumas de oro.
14 El Todopoderoso esparció a los reyes enemigos
    como una tormenta de nieve que sopla en el monte Salmón.

15 Las montañas de Basán son majestuosas,
    con muchas cumbres altas que llegan al cielo.
16 Oh montañas empinadas, ¿por qué miran con envidia
    al monte Sion, donde Dios decidió vivir,
    donde el Señor vivirá para siempre?

17 Rodeado de incontables millares de carros de guerra,
    el Señor llegó del monte Sinaí y entró en su santuario.
18 Cuando ascendiste a las alturas,
    llevaste a una multitud de cautivos;
recibiste regalos de la gente,
    incluso de quienes se rebelaron contra ti.
    Ahora el Señor Dios vivirá allí, en medio de nosotros.

19 ¡Alaben al Señor; alaben a Dios nuestro salvador!
    Pues cada día nos lleva en sus brazos. Interludio
20 ¡Nuestro Dios es un Dios que salva!
    El Señor Soberano nos rescata de la muerte.

21 Pero Dios aplastará las cabezas de sus enemigos;
    aplastará los cráneos de los que aman sus caminos perversos.
22 El Señor dice: «Haré descender a mis enemigos desde Basán;
    los levantaré desde las profundidades del mar.
23 Ustedes, pueblo mío, se lavarán[aj] los pies en la sangre de ellos,
    ¡y hasta los perros tendrán su porción!».

24 Ya asoma tu procesión, oh Dios,
    la procesión de mi Dios y Rey mientras él entra en el santuario.
25 Los cantores van adelante, los músicos van detrás;
    en medio hay jovencitas que tocan panderetas.
26 Alaben a Dios, todos los del pueblo de Israel;
    alaben al Señor, la fuente de vida de Israel.
27 Miren, la pequeña tribu de Benjamín va al frente;
    le sigue una gran multitud de gobernantes de Judá
    y todos los gobernantes de Zabulón y Neftalí.

28 Oh Dios, haz que tu poder se presente;[ak]
    despliega tu poder, oh Dios, como lo has hecho en el pasado.
29 Los reyes de la tierra traen tributo
    a tu templo en Jerusalén.
30 Reprende a estas naciones enemigas,
    a estos animales salvajes que acechan entre los juncos,
    a esta manada de toros en medio de los becerros más débiles.
Hazlos traer barras de plata como humilde tributo.
    Dispersa a las naciones que se deleitan en la guerra.
31 Que Egipto venga con regalos de metales preciosos;[al]
    que Etiopía[am] le lleve tributo a Dios.
32 Canten a Dios, reinos de la tierra;
    canten alabanzas al Señor. Interludio
33 Canten al que cabalga por los cielos antiguos;
    su poderosa voz truena desde los cielos.
34 Cuéntenles a todos acerca del poder de Dios.
    Su majestad brilla sobre Israel;
    su fuerza es poderosa en los cielos.
35 Dios es imponente en su santuario;
    el Dios de Israel le da poder y fuerza a su pueblo.

¡Alabado sea Dios!

Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Los lirios».

69 Sálvame oh Dios,
    porque las aguas de la inundación me llegan al cuello.
Me hundo cada vez más en el fango;
    no encuentro dónde apoyar mis pies.
Estoy en aguas profundas,
    y el torrente me cubre.
Estoy agotado de tanto gritar por ayuda;
    tengo la garganta reseca.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar,
    a la espera de la ayuda de mi Dios.
Los que me odian sin motivo
    suman más que los cabellos de mi cabeza.
Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras;
    me exigen que devuelva lo que no robé.

Oh Dios, tú sabes lo necio que soy;
    de ti no puedo ocultar mis pecados.
No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa,
    oh Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales.
No permitas que sean humillados por mi causa,
    oh Dios de Israel.
Pues yo soporto insultos por amor a ti;
    tengo la humillación dibujada en todo mi rostro.
Hasta mis propios hermanos fingen no conocerme;
    me tratan como a un extraño.

El celo por tu casa me ha consumido,
    y los insultos de aquellos que te insultan han caído sobre mí.
10 Cuando lloro y ayuno,
    se burlan de mí.
11 Cuando me visto de tela áspera en señal de dolor,
    se ríen de mí.
12 Soy el blanco de los chismes de la ciudad,
    y todos los borrachos cantan de mí.

13 Pero sigo orando a ti, Señor,
    con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor.
En tu amor inagotable, oh Dios,
    responde a mi oración con tu salvación segura.
14 Rescátame del lodo;
    ¡no dejes que me hunda aún más!
Sálvame de aquellos que me odian
    y sácame de estas aguas profundas.
15 No permitas que el torrente me cubra,
    ni que las aguas profundas me traguen,
    ni que el foso de la muerte me devore.

16 Contesta a mis oraciones, oh Señor,
    pues tu amor inagotable es maravilloso;
cuida de mí,
    pues tu misericordia es muy abundante.
17 No te escondas de tu siervo;
    contéstame rápido, ¡porque estoy en graves dificultades!
18 Ven y rescátame;
    líbrame de mis enemigos.

19 Tú conoces mi vergüenza, mi desprecio y mi deshonra;
    ves todo lo que hacen mis enemigos.
20 Sus insultos me han destrozado el corazón,
    y estoy desesperado.
Si al menos una persona me tuviera compasión;
    si tan solo alguien volviera y me consolara.
21 En cambio, de comida, me dan veneno[an]
    y me ofrecen vino agrio para la sed.

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