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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 29:1-41:18

Mensaje acerca de Jerusalén

29 «¡Qué aflicción le espera a Ariel,[a] la Ciudad de David!
    Año tras año ustedes celebran sus fiestas.
Sin embargo, traeré desastre sobre ustedes,
    y habrá mucho llanto y dolor.
Pues Jerusalén se convertirá en lo que significa su nombre, Ariel:
    un altar cubierto de sangre.
Yo seré su enemigo;
    rodearé a Jerusalén y atacaré sus murallas.
Edificaré torres de asalto
    y la destruiré.
Entonces, tú hablarás desde lo profundo de la tierra;
    tus palabras saldrán desde bien abajo, desde el polvo.
Tu voz susurrará desde el suelo
    como un fantasma invocado de la tumba.

»Pero de pronto, tus despiadados enemigos serán aplastados
    como el polvo más fino.
Tus numerosos atacantes serán expulsados
    como la paja ante el viento.
De repente, en un instante,
    yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, intervendré a tu favor
con trueno, terremoto y gran ruido,
    con torbellino, tormenta y fuego consumidor.
Todas las naciones que pelean contra Jerusalén[b]
    ¡desaparecerán como un sueño!
Los que atacan sus murallas
    se esfumarán como una visión en la noche.
La persona con hambre sueña con comida,
    pero se despierta todavía con hambre.
La persona con sed sueña con beber,
    pero cuando llega la mañana, sigue desfallecida de sed.
Así será con tus enemigos,
    con los que ataquen al monte Sion».

¿Estás asombrado y escéptico?
    ¿No lo crees?
Entonces adelante, sé ciego.
    Eres necio, pero no por culpa del vino;
    te tambaleas, ¡pero no por causa del licor!
10 Pues el Señor derramó sobre ti un espíritu de sueño profundo;
    ha cerrado los ojos de tus profetas y visionarios.

11 Para ellos, todos los sucesos futuros de esta visión son como un libro sellado. Cuando se lo des a los que sepan leer, dirán: «No podemos leerlo porque está sellado». 12 Cuando se lo des a los que no sepan leer, dirán: «No sabemos leer».

13 Así que el Señor dice:
    «Este pueblo dice que me pertenece;
me honra con sus labios,
    pero su corazón está lejos de mí.
Y la adoración que me dirige
    no es más que reglas humanas, aprendidas de memoria.[c]
14 Por esa causa, una vez más asombraré a estos hipócritas
    con maravillas extraordinarias.
La sabiduría de los sabios pasará,
    y la inteligencia de los inteligentes desaparecerá».

15 ¡Qué aflicción les espera a los que intentan esconder sus planes del Señor,
    a los que hacen sus malas acciones en la oscuridad!
«El Señor no puede vernos—dicen—;
    no sabe lo que está pasando».
16 ¿Será posible que sean tan necios?
    ¡Él es el Alfarero y, por cierto, es mayor que ustedes, el barro!
¿Acaso la cosa creada puede decir acerca del que la creó:
    «Él no me hizo»?
¿Alguna vez ha dicho una vasija:
    «El alfarero que me hizo es un tonto»?

17 Pronto—y no pasará mucho tiempo—
    los bosques del Líbano se convertirán en un campo fértil,
    y el campo fértil se convertirá en bosque.
18 En aquel día, los sordos oirán cuando se lean las palabras de un libro
    y los ciegos verán a través de la neblina y la oscuridad.
19 Los humildes se llenarán de una alegría nueva de parte del Señor;
    los pobres se alegrarán en el Santo de Israel.
20 Los burlones ya no existirán,
    los arrogantes desaparecerán,
    y los que traman el mal serán muertos.
21 Los que condenan a los inocentes
    con sus falsos testimonios desaparecerán.
Un destino parecido les espera a los que usan el engaño para pervertir la justicia
    y mienten para destruir a los inocentes.

22 Por eso el Señor, quien redimió a Abraham, dice al pueblo de Israel:[d]

«Mi pueblo ya no será avergonzado,
    ni palidecerá de temor.
23 Pues cuando vean a sus numerosos hijos
    y todas las bendiciones que yo les he dado,
reconocerán la santidad del Santo de Jacob;
    quedarán asombrados ante el Dios de Israel.
24 Entonces los descarriados adquirirán entendimiento,
    y los que se quejan de todo aceptarán la instrucción.

La alianza inútil entre Judá y Egipto

30 »Qué aflicción les espera a mis hijos rebeldes
    —dice el Señor—.
Ustedes hacen planes contrarios a los míos;
    hacen alianzas que no son dirigidas por mi Espíritu,
    y de esa forma aumentan sus pecados.
Pues sin consultarme,
    bajaron a Egipto en busca de ayuda;
pusieron su confianza en la protección del faraón
    y trataron de esconderse bajo su sombra.
Pero por confiar en el faraón serán humillados,
    y por depender de él, serán avergonzados.
Pues, aunque el poder del faraón se extiende hasta Zoán,
    y sus funcionarios han llegado a Hanes,
todos los que confíen en él serán avergonzados.
    Él no los ayudará;
    todo lo contrario, los avergonzará».

Este es el mensaje que recibí con respecto a los animales del Neguev:

La caravana se mueve lentamente
    a través del terrible desierto hacia Egipto
—burros cargados de riquezas
    y camellos cargados de tesoros—
    para pagar por la protección de Egipto.
Viajan a través del desierto,
    lugar de leonas y leones,
    lugar donde viven las víboras y las serpientes venenosas.
A pesar de todo esto, Egipto no les dará nada a cambio.
    ¡Las promesas de Egipto no sirven para nada!
Por lo tanto, lo llamaré Rahab,
    el dragón inofensivo.[e]

Advertencia para la rebelde Judá

Ahora ve y escribe estas palabras;
    escríbelas en un libro.
Así quedarán hasta el fin de los tiempos
    como testigo
de que este es un pueblo rebelde y terco
    que se niega a hacer caso a las instrucciones del Señor.
10 Les dicen a los videntes:
    «¡Dejen de ver visiones!».
Les dicen a los profetas:
    «No nos digan lo que es correcto.
Dígannos cosas agradables;
    cuéntennos mentiras.
11 Olvídense de toda esta tristeza;
    apártense de su senda estrecha.
Dejen de hablarnos acerca del
    “Santo de Israel”».

12 Esta es la respuesta del Santo de Israel:

«Dado que ustedes desprecian lo que les digo
    pero más bien confían en la opresión y en las mentiras,
13 la calamidad caerá sobre ustedes de repente,
    como una pared pandeada que explota y se cae.
En un instante, se desplomará
    y se derrumbará.
14 Ustedes serán aplastados como una vasija de barro,
    hechos añicos de una manera tan completa
que no habrá un pedazo lo suficientemente grande
    para llevar los carbones de una hoguera
    ni un poco de agua del pozo».

15 Esto dice el Señor Soberano,
    el Santo de Israel:
«Ustedes se salvarán solo si regresan a mí
    y descansan en mí.
En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza;
    pero no quisieron saber nada de esto.
16 “No—dijeron ustedes—, nuestra ayuda vendrá de Egipto;
    ellos nos darán caballos veloces para entrar en batalla”.
Sin embargo, la única velocidad que verán
    ¡será la de sus enemigos dándoles caza!
17 Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes
    y cinco de ellos los harán huir a todos.
Quedarán como un asta de bandera solitaria sobre una colina
    o como un estandarte hecho jirones en la cima de un monte lejano».

Bendiciones para el pueblo de Dios

18 Así que el Señor esperará a que ustedes acudan a él
    para mostrarles su amor y su compasión.
Pues el Señor es un Dios fiel.
    Benditos son los que esperan su ayuda.

19 Oh pueblo de Sion, que vives en Jerusalén,
    ya no llorarás más.
Él será compasivo si le pides ayuda;
    sin ninguna duda, él responderá a los clamores.
20 Aunque el Señor te dio a comer adversidad
    y a beber sufrimiento,
él seguirá contigo a fin de enseñarte;
    verás a tu maestro con tus propios ojos.
21 Tus oídos lo escucharán.
    Detrás de ti, una voz dirá:
«Este es el camino por el que debes ir»,
    ya sea a la derecha o a la izquierda.
22 Entonces destruirás todos tus ídolos de plata
    y tus valiosas imágenes de oro.
Los desecharás como trapos sucios,
    y les dirás: «¡Adiós y hasta nunca!».

23 Entonces el Señor te bendecirá con lluvia durante el tiempo de la siembra. Habrá cosechas maravillosas y muchos pastizales para tus animales. 24 Los bueyes y los burros que cultivan los campos comerán buen grano, y el viento llevará la paja. 25 En aquel día, cuando tus enemigos sean masacrados y caigan las torres, descenderán corrientes de agua de cada monte y colina. 26 La luna será tan resplandeciente como el sol, y el sol brillará siete veces más, como la luz de siete días en uno solo. Así será cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curar las heridas que le hizo.

27 ¡Miren! El Señor viene desde muy lejos,
    ardiendo de enojo,
    rodeado de un humo espeso que sube.
Sus labios están llenos de furia;
    sus palabras consumen como el fuego.
28 Su ardiente aliento fluye como una inundación
    hasta el cuello de sus enemigos.
Él zarandeará a las naciones soberbias para destrucción;
    les pondrá el freno en la boca y las llevará a la ruina.

29 Sin embargo, el pueblo de Dios entonará una canción de alegría,
    como los cantos de los festivales sagrados.
Estarás lleno de alegría,
    como cuando un flautista dirige a un grupo de peregrinos
a Jerusalén, el monte del Señor,
    a la Roca de Israel.
30 Y el Señor hará oír su majestuosa voz
    y demostrará la fuerza de su brazo poderoso.
Descenderá con llamas consumidoras,
    con aguaceros, con tormentas eléctricas y enormes granizos.
31 Por orden del Señor, los asirios serán destrozados;
    los herirá de muerte con su cetro real.
32 Y cuando el Señor los golpee con su vara de castigo,[f]
    su pueblo celebrará con arpas y panderetas.
    Él levantará su brazo poderoso y peleará contra los asirios.
33 Tofet, el lugar de incineración,
    hace tiempo que está preparado para el rey asirio;
    la pira tiene un gran montón de leña.
El aliento del Señor, como fuego de volcán,
    la encenderá.

Es inútil confiar en Egipto

31 ¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto,
    al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores;
y al depender de la fuerza de ejércitos humanos
    en lugar de buscar ayuda en el Señor,
    el Santo de Israel!
En su sabiduría, el Señor enviará una gran calamidad;
    no cambiará de parecer.
Se levantará contra los malvados
    y contra quienes los ayudan.
¡Pues estos egipcios son simples seres humanos; no son Dios!
    Sus caballos son solo carne, no espíritus poderosos.
Cuando el Señor levante el puño contra ellos,
    quienes los ayudan tropezarán,
y aquellos que reciben ayuda caerán;
    todos caerán y morirán juntos.

Pero el Señor me ha dicho:

«Cuando un león joven y fuerte
    ruge sobre la oveja que ha matado,
no lo asustan los gritos ni los ruidos
    de toda una multitud de pastores.
De la misma manera, el Señor de los Ejércitos Celestiales
    descenderá para pelear en el monte Sion.
El Señor de los Ejércitos Celestiales se moverá en el aire sobre Jerusalén
    y la protegerá como un ave protege su nido.
Defenderá y salvará la ciudad;
    pasará sobre ella y la rescatará».

Pueblo mío, aunque eres rebelde y perverso, ven y regresa al Señor. Yo sé que llegará el día glorioso cuando cada uno de ustedes desechará los ídolos de oro y las imágenes de plata que han hecho sus manos pecadoras.

«Los asirios serán destruidos,
    pero no por las espadas de los hombres.
La espada de Dios los golpeará;
    se dejarán llevar por el pánico y huirán.
Los fuertes jóvenes asirios
    serán llevados cautivos.
Hasta los más fuertes temblarán de terror,
    y los príncipes huirán al ver sus banderas de guerra»,
dice el Señor, cuyo fuego está en Sion
    y sus llamas arden desde Jerusalén.

Liberación definitiva de Israel

32 ¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!,
    y príncipes honrados gobernarán bajo su mando.
Cada uno será como refugio del viento
    y resguardo de la tormenta,
como corrientes de agua en el desierto
    y sombra de una gran roca en tierra reseca.

Entonces todo el que tenga ojos podrá ver la verdad,
    y todo el que tenga oídos podrá oírla.
Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento,
    y los que tartamudean hablarán con claridad.
En aquel día, los necios que viven sin Dios no serán héroes;
    los canallas no serán respetados.
Pues los necios hablan necedades
    y hacen planes malvados;
practican la impiedad
    y difunden enseñanzas falsas acerca del Señor.
Privan de alimento a los hambrientos
    y no dan agua a los sedientos.
Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas;
    traman planes torcidos.
Mienten para condenar a los pobres,
    aun cuando la causa de los pobres es justa.
Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso
    y se mantienen firmes en su generosidad.

Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida.
    Escúchenme, ustedes que son tan engreídas.
10 Dentro de poco tiempo, algo más de un año,
    ustedes que son tan despreocupadas, de repente comenzarán a preocuparse.
Pues se perderán sus cultivos de frutas,
    y no habrá cosecha.
11 Tiemblen, mujeres de la buena vida;
    abandonen su autosuficiencia.
Quítense sus ropas bonitas
    y pónganse tela áspera en señal de su dolor.
12 Golpéense el pecho con profunda pena por sus abundantes granjas
    y por sus vides llenas de fruto.
13 Pues su tierra se cubrirá de espinos y zarzas;
    sus hogares alegres y ciudades felices desaparecerán.
14 El palacio y la ciudad quedarán abandonados,
    y pueblos de mucha actividad estarán vacíos.
Los burros retozarán y las manadas pastarán
    en los fuertes abandonados[g] y en las torres de vigilancia,
15 hasta que al fin se derrame el Espíritu
    sobre nosotros desde el cielo.
Entonces el desierto se convertirá en campo fértil,
    y el campo fértil dará cosechas abundantes.

16 La justicia gobernará en el desierto
    y la rectitud en el campo fértil.
17 Y esta rectitud traerá la paz;
    es cierto, traerá tranquilidad y confianza para siempre.
18 Mi pueblo vivirá seguro, tranquilo en su hogar,
    y encontrará reposo.
19 Aunque se destruya el bosque
    y se derrumbe la ciudad,
20 el Señor bendecirá grandemente a su pueblo.
    Dondequiera que siembre la semilla, brotarán cosechas abundantes
    y su ganado y sus burros pastarán con libertad.

Mensaje acerca de Asiria

33 ¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros,[h]
    pero nunca han sido destruidos!
Traicionan a los demás,
    pero nunca han sido traicionados.
Cuando terminen de destruir,
    serán destruidos.
Cuando terminen de traicionar,
    serán traicionados.
Pero tú, Señor, ten misericordia de nosotros,
    porque hemos esperado en ti.
Sé nuestro brazo fuerte cada día
    y nuestra salvación en los tiempos difíciles.
El enemigo corre al sonido de tu voz;
    cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen!
Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides,
    de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria.

Aunque el Señor es muy grande y vive en el cielo,
    hará de Jerusalén[i] el hogar de su justicia y rectitud.
En aquel día, él será tu cimiento seguro,
    y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento;
    el temor del Señor será tu tesoro.

Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público;
    tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión.
Tus caminos están abandonados;
    ya nadie viaja por ellos.
Los asirios rompieron su tratado de paz
    y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;[j]
    no le tienen respeto a nadie.
La tierra de Israel se marchita con el duelo;
    el Líbano se seca a causa de la vergüenza.
La llanura de Sarón es ahora un desierto;
    Basán y el Carmelo han sido saqueados.

10 Pero el Señor dice: «Ahora me levantaré;
    ahora mostraré mi poder y mi fuerza.
11 Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos;
    su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá.
12 Su pueblo será totalmente quemado,
    como los espinos que se cortan y se echan al fuego.
13 ¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas!
    ¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!».

14 Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor;
    el terror se apodera de los que no tienen a Dios.
«¿Quién puede vivir con este fuego devorador?—claman—.
    ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».
15 Los que son honestos y justos,
    los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes,
    los que se mantienen alejados de los sobornos,
los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos,
    los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal:
16 estos son los que habitarán en las alturas.
    Las rocas de los montes serán su fortaleza;
se les proveerá alimentos,
    y tendrán agua en abundancia.

17 Sus ojos verán al rey en todo su esplendor,
    y verán una tierra que se pierde en la distancia.
18 Recordarán este tiempo de terror y preguntarán:
«¿Dónde están los oficiales asirios
    que contaban nuestras torres?
¿Dónde están los contadores
    que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?».
19 Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta,
    con su idioma extraño y desconocido.

20 En cambio, verán a Sion como lugar de festivales sagrados;
    verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura.
Será como una carpa con las sogas tensas
    y con las estacas firmemente clavadas.
21 Para nosotros el Señor será el Poderoso.
    Será como un ancho río de protección
que ningún enemigo puede cruzar;
    por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.
22 Pues el Señor es nuestro juez,
    nuestro legislador y nuestro rey;
    él cuidará de nosotros y nos salvará.
23 Las velas de los enemigos cuelgan flácidas
    de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles.
El pueblo de Dios repartirá el tesoro;
    ¡hasta los cojos recibirán su porción!
24 El pueblo de Israel ya no dirá:
    «Estamos enfermos e indefensos»,
    porque el Señor perdonará sus pecados.

Mensaje para las naciones

34 Vengan aquí y escuchen, oh naciones de la tierra;
    que el mundo y todo lo que hay en él oigan mis palabras.
Pues el Señor está furioso contra las naciones;
    su furia es contra todos sus ejércitos.
Los destruirá por completo;[k]
    los condenará a ser masacrados.
Sus muertos quedarán sin sepultura,
    y el hedor de los cuerpos podridos llenará la tierra;
    de los montes fluirá su sangre.
Arriba, los cielos se esfumarán
    y desaparecerán como quien enrolla un pergamino.
Las estrellas caerán del cielo
    como caen las hojas marchitas de una vid,
    o los higos secos de una higuera.

Y cuando mi espada haya terminado su trabajo en los cielos,
    caerá sobre Edom,
    la nación que he señalado para ser destruida.
La espada del Señor está empapada en sangre
    y cubierta de grasa,
con la sangre de corderos y cabras,
    con la grasa de carneros preparados para el sacrificio.
Sí, el Señor ofrecerá un sacrificio en la ciudad de Bosra
    y hará una gran matanza en Edom.
Hasta morirán hombres tan fuertes como los bueyes salvajes,
    los jóvenes junto a los veteranos.
La tierra quedará empapada en sangre
    y el suelo enriquecido con la grasa.

Pues es el día de la venganza del Señor,
    el año cuando Edom recibirá el pago por todo lo que le hizo a Israel.[l]
Los arroyos de Edom se llenarán de brea ardiente
    y el suelo se cubrirá de fuego.
10 Este juicio sobre Edom nunca tendrá fin;
    el humo de la nación en llamas se levantará para siempre.
La tierra quedará abandonada de generación en generación;
    nadie volverá a vivir allí.
11 Será frecuentada por el búho del desierto y la lechuza blanca,
    el búho grande y el cuervo.[m]
Pues Dios medirá esa tierra con cuidado;
    la medirá para el caos y la destrucción.
12 Se llamará la Tierra de Nada,
    y pronto todos sus nobles desaparecerán.[n]
13 Los espinos invadirán sus palacios;
    en sus fuertes crecerán la ortiga y el cardo.
Las ruinas serán guarida de los chacales
    y se convertirán en hogar de los búhos.
14 Los animales del desierto se mezclarán allí con las hienas,
    y sus aullidos llenarán la noche.
Las cabras salvajes se balarán unas a otras en medio de las ruinas,
    y las criaturas de la noche[o] irán a ese lugar para descansar.
15 Allí el búho hará su nido y pondrá sus huevos;
    empollará a sus polluelos y los cubrirá con sus alas.
También irán los buitres,
    cada uno con su compañera.

16 Escudriñen el libro del Señor
    y vean lo que él hará.
Ninguno de estos animales ni de estas aves estará ausente,
    y a ninguno le faltará su pareja,
porque el Señor lo ha prometido.
    Su Espíritu hará que todo esto se haga realidad.
17 Él ha medido y dividido la tierra,
    y se la ha dado en propiedad a esas criaturas.
Ellas la poseerán para siempre,
    de generación en generación.

Esperanza de restauración

35 Hasta el lugar desolado y el desierto estarán contentos en esos días;
    la tierra baldía se alegrará y florecerá el azafrán de primavera.
Así es, habrá abundancia de flores,
    de cantos y de alegría.
Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del Líbano,
    tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón.
Allí el Señor manifestará su gloria,
    el esplendor de nuestro Dios.
Con esta noticia, fortalezcan a los que tienen cansadas las manos,
    y animen a los que tienen débiles las rodillas.
Digan a los de corazón temeroso:
    «Sean fuertes y no teman,
porque su Dios viene para destruir a sus enemigos;
    viene para salvarlos».

Y cuando él venga, abrirá los ojos de los ciegos
    y destapará los oídos de los sordos.
El cojo saltará como un ciervo,
    y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegría!
Brotarán manantiales en el desierto
    y corrientes regarán la tierra baldía.
El suelo reseco se convertirá en laguna
    y los manantiales de agua saciarán la tierra sedienta.
Crecerán las hierbas de pantano, las cañas y los juncos
    donde antes vivían los chacales del desierto.

Un gran camino atravesará esa tierra, antes vacía;
    se le dará el nombre de Carretera de la Santidad.
Los de mente malvada nunca viajarán por ella.
    Será solamente para quienes anden por los caminos de Dios;
    los necios nunca andarán por ella.
Los leones no acecharán por esa ruta,
    ni ninguna otra bestia feroz.
No habrá ningún otro peligro;
    solo los redimidos andarán por ella.
10 Regresarán los que han sido rescatados por el Señor;
    entrarán cantando a Jerusalén,[p]
    coronados de gozo eterno,
estarán llenos de regocijo y de alegría;
    desaparecerán el luto y la tristeza.

Asiria invade Judá

36 En el año catorce del reinado de Ezequías,[q] Senaquerib, rey de Asiria, atacó las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó. Entonces el rey de Asiria mandó a su jefe del Estado Mayor[r] desde Laquis con un enorme ejército para enfrentar al rey Ezequías en Jerusalén. Los asirios tomaron posición de batalla junto al acueducto que vierte el agua en el estanque superior, cerca del camino que lleva al campo donde se lavan[s] telas.

Estos son los funcionarios que salieron a reunirse con ellos: Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del reino.

Senaquerib amenaza a Jerusalén

Entonces el jefe del Estado Mayor del rey asirio les dijo que le transmitieran a Ezequías el siguiente mensaje:

«El gran rey de Asiria dice: ¿En qué confías que te da tanta seguridad? ¿Acaso crees[t] que simples palabras pueden sustituir la fuerza y la capacidad militar? ¿Con quién cuentas para haberte rebelado contra mí? ¿Con Egipto? Si te apoyas en Egipto, será como una caña que se quiebra bajo tu peso y te atraviesa la mano. ¡El faraón, rey de Egipto, no es nada confiable!

»Tal vez me digas: “¡Confiamos en el Señor nuestro Dios!”; pero ¿no es él a quien Ezequías insultó? ¿Acaso no fue Ezequías quien derribó sus santuarios y altares, e hizo que todos en Judá y en Jerusalén adoraran solo en el altar que hay aquí, en Jerusalén?

»¡Se me ocurre una idea! Llega a un acuerdo con mi amo, el rey de Asiria. Yo te daré dos mil caballos, ¡si es que puedes encontrar esa cantidad de hombres para que los monten! Con tu pequeño ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al contingente más débil de las tropas de mi amo, aunque contaras con la ayuda de los carros de guerra y sus conductores de Egipto? 10 Es más, ¿crees que hemos invadido tu tierra sin la dirección del Señor? El Señor mismo nos dijo: “¡Ataquen esta tierra y destrúyanla!”».

11 Entonces tanto Eliaquim como Sebna y Joa le dijeron al jefe del Estado Mayor asirio:

—Por favor, háblanos en arameo porque lo entendemos bien. No hables en hebreo,[u] porque oirá la gente que está sobre la muralla.

12 Pero el jefe del Estado Mayor de Senaquerib respondió:

—¿Ustedes creen que mi amo les envió este mensaje solo a ustedes y a su amo? Él quiere que todos los habitantes lo oigan porque, cuando sitiemos a esta ciudad, ellos sufrirán junto con ustedes. Tendrán tanta hambre y tanta sed que comerán su propio excremento y beberán su propia orina.

13 Después el jefe del Estado Mayor se puso de pie y le gritó en hebreo a la gente que estaba sobre la muralla: «¡Escuchen este mensaje del gran rey de Asiria! 14 El rey dice lo siguiente: “No dejen que Ezequías los engañe. Él jamás podrá librarlos. 15 No permitan que los haga confiar en el Señor diciéndoles: ‘Con toda seguridad el Señor nos librará. ¡Esta ciudad nunca caerá en manos del rey asirio!’.

16 »”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su propio pozo. 17 Me encargaré de llevarlos a otra tierra como esta: una tierra de grano y vino nuevo, de pan y viñedos.

18 »”No dejen que Ezequías los engañe al decir: ‘¡El Señor nos librará!’. ¿Acaso los dioses de cualquier otra nación alguna vez han salvado a su pueblo del rey de Asiria? 19 ¿Qué les sucedió a los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Y qué me dicen de los dioses de Sefarvaim? ¿Algún dios libró a Samaria de mi poder? 20 ¿Cuál de los dioses de alguna nación ha podido salvar alguna vez a su pueblo de mi poder? ¿Qué les hace pensar entonces que el Señor puede librar a Jerusalén de mis manos?”».

21 El pueblo se quedó en silencio y no dijo ni una palabra, porque Ezequías le había ordenado: «No le respondan».

22 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del reino, regresaron a donde estaba Ezequías. Desesperados rasgaron su ropa, entraron para ver al rey y le contaron lo que había dicho el jefe del Estado Mayor asirio.

Ezequías busca la ayuda del Señor

37 Cuando el rey Ezequías oyó el informe, rasgó su ropa, se vistió de tela áspera y entró al templo del Señor. Enseguida envió a Eliaquim, administrador del palacio; a Sebna, secretario de la corte; y a los principales sacerdotes, todos vestidos de tela áspera, a hablar con el profeta Isaías, hijo de Amoz. Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a luz. Tal vez el Señor tu Dios haya oído al jefe del Estado Mayor[v] asirio, que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos quedado!”».

Una vez que los funcionarios del rey Ezequías le dieron a Isaías el mensaje del rey, el profeta respondió: «Díganle a su amo: “Esto dice el Señor: ‘No te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado contra mí los mensajeros del rey de Asiria. ¡Escucha! Yo mismo actuaré en su contra,[w] y el rey recibirá un mensaje de que lo necesitan en su país. Así que volverá a su tierra, donde haré que lo maten a filo de espada’”».

Mientras tanto, el jefe del Estado Mayor asirio partió de Jerusalén para consultar al rey de Asiria, quien había salido de Laquis y estaba atacando a Libna.

Poco después, el rey Senaquerib recibió la noticia de que el rey Tirhaca de Etiopía[x] iba al frente de un ejército para luchar contra él. Antes de salir al encuentro de sus agresores, envió mensajeros de regreso a Ezequías, en Jerusalén, con el siguiente mensaje:

10 «Este mensaje está dirigido al rey Ezequías de Judá. No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe con promesas de que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. 11 Tú sabes perfectamente bien lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los lugares donde han ido. ¡Han destruido por completo a todo aquel que se ha interpuesto en su camino! ¿Por qué serías tú la excepción? 12 ¿Acaso los dioses de otras naciones las han rescatado, naciones como Gozán, Harán, Resef y el pueblo de Edén que vivía en Telasar? ¡Mis antecesores los destruyeron a todos! 13 ¿Qué sucedió con el rey de Hamat y el rey de Arfad? ¿Qué les pasó a los reyes de Sefarvaim, de Hena y de Iva?».

14 Después de recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla, Ezequías subió al templo del Señor y desplegó la carta ante el Señor. 15 En presencia del Señor, el rey hizo la siguiente oración: 16 «¡Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra. 17 ¡Inclínate, oh Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente.

18 »Es cierto, Señor, que los reyes de Asiria han destruido a todas esas naciones. 19 Han arrojado al fuego los dioses de esas naciones y los han quemado. ¡Por supuesto que los asirios pudieron destruirlos, pues no eran dioses en absoluto! Eran solo ídolos de madera y de piedra, formados por manos humanas. 20 Ahora, oh Señor nuestro Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la tierra sabrán que solo tú, oh Señor, eres Dios[y]».

Isaías predice la liberación de Judá

21 Después, Isaías, hijo de Amoz, le envió a Ezequías el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Ya que oraste respecto al rey Senaquerib de Asiria, 22 el Señor ha pronunciado estas palabras en su contra:

»”La hija virgen de Sion
    te desprecia y se ríe de ti.
La hija de Jerusalén
    menea la cabeza con desdén mientras tú huyes.

23 »”¿A quién has estado desafiando y ridiculizando?
    ¿Contra quién levantaste la voz?
¿A quién miraste con ojos tan arrogantes?
    ¡Fue al Santo de Israel!
24 Por medio de tus mensajeros, has desafiado al Señor.
    Dijiste: ‘Con mis numerosos carros de guerra
conquisté las montañas más altas,
    sí, las cimas más remotas del Líbano.
Corté sus cedros más altos
    y sus mejores cipreses.
Alcancé sus rincones más lejanos
    y exploré sus bosques más espesos.
25 Cavé pozos en muchas tierras extranjeras[z]
    y me refresqué con sus aguas.
¡Con la planta de mi pie
    detuve todos los ríos de Egipto!’.

26 »”Pero ¿acaso no has oído?
    Yo lo decidí hace mucho tiempo.
Hace mucho que lo planifiqué,
    y ahora lo llevo a cabo.
Yo determiné que tú aplastaras ciudades fortificadas
    y las redujeras a un montón de escombros.
27 Por eso sus habitantes tienen tan poco poder
    y están tan asustados y confundidos.
Son tan débiles como la hierba,
    tan fáciles de pisotear como tiernos brotes verdes.
Son como hierba que sale en el techo de una casa,
    que se quema[aa] antes de poder crecer alta y lozana.

28 »”Pero a ti te conozco bien:
    sé dónde te encuentras,
y cuándo entras y sales.
    Conozco la forma en que desataste tu furia contra mí.
29 Por esa furia en mi contra
    y por tu arrogancia, que yo mismo oí,
te pondré mi gancho en la nariz
    y mi freno en la boca.
Te haré regresar
    por el mismo camino por donde viniste”».

30 Luego Isaías le dijo a Ezequías: «Esta es la prueba de que es cierto lo que digo:

»Este año ustedes solo comerán lo que crezca por sí mismo,
    y el año próximo comerán lo que de eso brote.
Sin embargo, el tercer año, plantarán cultivos y los cosecharán;
    cuidarán de sus viñedos y comerán de su fruto.
31 Y ustedes, los que quedan en Judá,
    los que han escapado de los estragos del ataque,
echarán raíces en su propio suelo,
    crecerán y prosperarán.
32 Pues desde Jerusalén se extenderá un remanente de mi pueblo,
    un grupo de sobrevivientes, desde el monte Sion.
¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales
    hará que esto suceda!

33 »Y esto dice el Señor acerca del rey de Asiria:

»“Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén;
    ni siquiera lanzarán una sola flecha contra ella.
No marcharán fuera de sus puertas con sus escudos
    ni levantarán terraplenes contra sus murallas.
34 El rey regresará a su propia tierra
    por el mismo camino por donde vino.
No entrará en esta ciudad
    —dice el Señor—.
35 Por mi propia honra y por amor a mi siervo David,
    defenderé esta ciudad y la protegeré”».

36 Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron[ab] se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes. 37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y regresó a su propia tierra. Volvió a Nínive, la capital del reino, y allí se quedó.

38 Cierto día, mientras rendía culto en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron a espada. Luego escaparon a la tierra de Ararat, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo sucedió en el trono de Asiria.

Enfermedad y recuperación de Ezequías

38 Por ese tiempo, Ezequías se enfermó gravemente, y el profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a visitarlo. Le dio al rey el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor: “Pon tus asuntos en orden porque vas a morir. No te recuperarás de esta enfermedad”».

Cuando Ezequías oyó el mensaje, volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor: «Acuérdate, oh Señor, que siempre te he sido fiel y te he servido con singular determinación, haciendo siempre lo que te agrada»; y el rey se echó a llorar amargamente.

Luego Isaías recibió este mensaje de parte del Señor: «Regresa y dile a Ezequías: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Te añadiré quince años más de vida y te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad. Así es, defenderé esta ciudad’”.

»Esta es la señal del Señor para demostrar que cumplirá lo que ha prometido: “¡Haré retroceder diez gradas la sombra del sol en el reloj solar[ac] de Acaz!”». Así que la sombra se movió diez gradas hacia atrás en el reloj solar.

Poema de alabanza de Ezequías

Cuando el rey Ezequías se recuperó, escribió el siguiente poema:

10 Yo dije: «¿En la flor de mi vida
    tengo que entrar en el lugar de los muertos[ad]?
    ¿Acaso seré privado del resto de mis años?».
11 Dije: «Nunca más veré al Señor Dios
    en la tierra de los vivos.
Nunca más veré a mis amigos
    ni estaré con los que viven en este mundo.
12 Se me voló la vida
    como la carpa de un pastor en medio de una tormenta.
Fue cortada,
    como cuando el tejedor corta la tela del telar.
    De repente, mi vida se había acabado.
13 Esperé con paciencia toda la noche,
    pero me sentía como si unos leones me estuvieran despedazando.
    De repente, mi vida se había acabado.
14 En mi delirio, gorjeaba como una golondrina o una grulla,
    y después gemía como una paloma torcaza.
Se me cansaban los ojos de mirar al cielo en busca de ayuda.
    Estoy en apuros, Señor. ¡Ayúdame!».

15 Pero ¿qué podía decir?
    Pues él mismo envió esta enfermedad.
Ahora caminaré con humildad durante el resto de mis años
    a causa de esta angustia que he sentido.
16 Señor, tu disciplina es buena,
    porque lleva a la vida y a la salud.
¡Tú restauras mi salud
    y me permites vivir!
17 Sí, esta angustia ha sido buena para mí,
    porque me has rescatado de la muerte
    y has perdonado todos mis pecados.
18 Pues los muertos[ae] no pueden alabarte;
    no pueden levantar la voz en alabanza.
Los que bajan a la tumba
    ya no pueden esperar en tu fidelidad.
19 Solo los vivos pueden alabarte como yo lo hago hoy.
    Cada generación le habla de tu fidelidad a la siguiente.
20 Imagínense: el Señor está dispuesto a sanarme.
    Cantaré sus alabanzas con instrumentos
todos los días de mi vida
    en el templo del Señor.

21 Isaías les había dicho a los siervos de Ezequías: «Preparen un ungüento de higos y úntenlo sobre la llaga, y Ezequías se recuperará».

22 Y Ezequías había preguntado: «¿Qué señal probará que iré al templo del Señor?».

Mensajeros de Babilonia

39 Poco tiempo después, Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, le envió saludos a Ezequías junto con un regalo. Se enteró de que Ezequías había estado muy enfermo y que se había recuperado. Ezequías quedó encantado con los enviados de Babilonia y les mostró todo lo que había en sus casas del tesoro: la plata, el oro, las especias y los aceites aromáticos. También los llevó a conocer su arsenal, ¡y les mostró todo lo que había en sus tesoros reales! No hubo nada, ni en el palacio ni en el reino, que Ezequías no les mostrara.

Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:

—¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron?

Ezequías contestó:

—Vinieron de la lejana tierra de Babilonia.

—¿Qué vieron en tu palacio?—preguntó Isaías.

—Lo vieron todo—contestó Ezequías—. Les mostré todo lo que poseo, todos mis tesoros reales.

Entonces Isaías dijo a Ezequías:

—Escucha este mensaje del Señor de los Ejércitos Celestiales: “Se acerca el tiempo cuando todo lo que hay en tu palacio—todos los tesoros que tus antepasados han acumulado hasta ahora—será llevado a Babilonia. No quedará nada—dice el Señor—. Algunos de tus hijos serán llevados al destierro. Los harán eunucos que servirán en el palacio del rey de Babilonia”.

Entonces Ezequías dijo a Isaías:

—Este mensaje que me has dado de parte del Señor es bueno.

Pues el rey pensaba: «Por lo menos habrá paz y seguridad mientras yo viva».

Consuelo para el pueblo de Dios

40 «Consuelen, consuelen a mi pueblo
    —dice su Dios—.
Hablen con ternura a Jerusalén
y díganle que se acabaron sus días tristes
    y que sus pecados están perdonados.
Sí, el Señor le dio doble castigo
    por todos sus pecados».

¡Escuchen! Es la voz de alguien que clama:
«¡Abran camino a través del desierto
    para el Señor!
¡Hagan una carretera derecha a través de la tierra baldía
    para nuestro Dios!
Rellenen los valles
    y allanen los montes y las colinas;
enderecen las curvas
    y suavicen los lugares ásperos.
Entonces se revelará la gloria del Señor
    y todas las personas la verán.
    ¡El Señor ha hablado!»[af].

Una voz dijo: «¡Grita!».
    Y yo pregunté: «¿Qué debo gritar?».

«Grita que los seres humanos son como la hierba.
    Su belleza se desvanece tan rápido
    como las flores en un campo.
La hierba se seca y las flores se marchitan
    bajo el aliento del Señor.
    Y así sucede también con los seres humanos.
La hierba se seca y las flores se marchitan,
    pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».

¡Oh Sion, mensajera de buenas noticias,
    grita desde las cimas de los montes!
Grítalo más fuerte, oh Jerusalén.[ag]
    Grita y no tengas miedo.
Diles a las ciudades de Judá:
    «¡Aquí viene su Dios!».
10 Sí, el Señor Soberano viene con poder
    y reinará con brazo poderoso.
    Miren, él trae consigo su recompensa.
11 Alimentará su rebaño como un pastor;
    llevará en sus brazos los corderos
y los mantendrá cerca de su corazón.
    Guiará con delicadeza a las ovejas con crías.

No existe otro que se iguale al Señor

12 ¿Quién ha sostenido los océanos en la mano?
    ¿Quién ha medido los cielos con los dedos?
¿Quién sabe cuánto pesa la tierra,
    o ha pesado los montes y las colinas en una balanza?
13 ¿Quién puede dar consejos al Espíritu del Señor?[ah]
    ¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo?
14 ¿Acaso el Señor alguna vez ha necesitado el consejo de alguien?
    ¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno?
¿Le enseñó alguien al Señor lo que es correcto,
    o le mostró la senda de la justicia?

15 No, porque todas las naciones del mundo
    no son más que un grano de arena en el desierto.
No son más que una capa de polvo
    sobre la balanza.
Él levanta el mundo entero
    como si fuera un grano de arena.
16 Toda la madera de los bosques del Líbano
    y todos los animales del Líbano no serían suficientes
    para presentar una ofrenda quemada digna de nuestro Dios.
17 Las naciones del mundo no valen nada para él.
    Ante sus ojos, cuentan menos que nada;
    son solo vacío y espuma.

18 ¿Con quién podemos comparar a Dios?
    ¿Qué imagen se puede encontrar que se le parezca?
19 ¿Se le puede comparar con un ídolo formado en un molde,
    revestido de oro y decorado con cadenas de plata?
20 Y si la gente es demasiado pobre para eso,
    al menos escogen una madera que no se pudre
y un artesano habilidoso
    ¡para que talle una imagen que no se caiga!

21 ¿Acaso no han oído? ¿No entienden?
    ¿Están sordos a las palabras de Dios,
las palabras que habló antes de que existiera el mundo?
    ¿Son tan ignorantes?
22 Dios se sienta sobre el círculo de la tierra;
    la gente que hay abajo le parecen saltamontes.
Él despliega los cielos como una cortina,
    y hace con ellos su carpa.
23 Él juzga a los poderosos del mundo
    y los reduce a nada.
24 Apenas comienzan, recién están echando raíces,
    cuando él sopla sobre ellos y se marchitan;
    se los lleva el viento como a la paja.

25 «¿Con quién me compararán?
    ¿Quién es igual a mí?», pregunta el Santo.

26 Levanten la mirada a los cielos.
    ¿Quién creó todas las estrellas?
Él las hace salir como un ejército, una tras otra,
    y llama a cada una por su nombre.
A causa de su gran poder y su incomparable fuerza,
    no se pierde ni una de ellas.
27 Oh Jacob, ¿cómo puedes decir que el Señor no ve tus dificultades?
    Oh Israel, ¿cómo puedes decir que Dios no toma en cuenta tus derechos?
28 ¿Acaso nunca han oído?
    ¿Nunca han entendido?
El Señor es el Dios eterno,
    el Creador de toda la tierra.
Él nunca se debilita ni se cansa;
    nadie puede medir la profundidad de su entendimiento.
29 Él da poder a los indefensos
    y fortaleza a los débiles.
30 Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan,
    y los hombres jóvenes caen exhaustos.
31 En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas;
    volarán alto, como con alas de águila.
Correrán y no se cansarán;
    caminarán y no desmayarán.

Dios ayuda a Israel

41 «Escuchen en silencio ante mí, tierras más allá del mar.
    Traigan sus argumentos más convincentes.
Vengan ahora y hablen;
    el tribunal está listo para oír su caso.

»¿Quién ha incitado a ese rey del oriente,
    llamándolo en justicia para el servicio de Dios?
¿Quién le da victoria a ese hombre sobre muchas naciones
    y permite que pisotee a los reyes?
Con su espada, reduce a polvo a los ejércitos
    y con su arco los esparce como la paja ante el viento.
Los persigue y avanza seguro,
    aunque pisa terreno desconocido.
¿Quién ha hecho obras tan poderosas,
    llamando a cada nueva generación desde el principio del tiempo?
Soy yo, el Señor, el Primero y el Último;
    únicamente yo lo soy».

Las tierras más allá del mar observan con temor;
    las tierras lejanas tiemblan y se movilizan para la guerra.
Los fabricantes de ídolos se alientan unos a otros
    y se dicen: «¡Sé fuerte!».
El escultor anima al orfebre,
    y el que hace moldes colabora en el yunque.
    «Muy bien—dicen—, está quedando bien».
Con cuidado juntan las piezas,
    después sujetan el ídolo para que no se caiga.

«Pero en cuanto a ti, Israel, mi siervo,
    Jacob, a quien he escogido,
    descendiente de mi amigo Abraham,
te he llamado desde los confines de la tierra,
    diciéndote: “Eres mi siervo”.
Pues te he escogido
    y no te desecharé.
10 No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa.

11 »¿Ves? Todos tus furiosos enemigos están allí tendidos,
    confundidos y humillados.
Todo el que se te oponga morirá
    y quedará en la nada.
12 Buscarás en vano
    a los que trataron de conquistarte.
Los que te ataquen
    quedarán en la nada.
13 Pues yo te sostengo de tu mano derecha:
    yo, el Señor tu Dios.
Y te digo:
    “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte.
14 Aunque seas un humilde gusano, oh Jacob,
    no tengas miedo, pueblo de Israel, porque yo te ayudaré.
Yo soy el Señor, tu Redentor.
    Yo soy el Santo de Israel”.
15 Serás un nuevo instrumento para trillar,
    con muchos dientes afilados.
Despedazarás a tus enemigos,
    convirtiendo a los montes en paja.
16 Los lanzarás al aire
    y el viento se los llevará;
    un remolino los esparcirá.
Entonces te alegrarás en el Señor;
    te gloriarás en el Santo de Israel.

17 »Cuando los pobres y los necesitados busquen agua y no la encuentren,
    y tengan la lengua reseca por la sed,
entonces yo, el Señor, les responderé;
    yo, el Dios de Israel, nunca los abandonaré.
18 Abriré ríos para ellos en los altiplanos.
    Les daré fuentes de agua en los valles
y llenaré el desierto con lagunas de agua;
    por la tierra reseca correrán ríos alimentados por manantiales.

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