Bible in 90 Days
Restauración de Judá y de Israel
11 “En aquel día levantaré la cabaña caída de David y cerraré sus brechas. Reconstruiré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado, 12 para que posean lo que quede de Edom y de todos los pueblos sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el SEÑOR que hace esto.
13 “He aquí que vienen días, dice el SEÑOR, cuando el que ara alcanzará al que siega y el que pisa las uvas al que lleva la semilla; las montañas gotearán vino nuevo y todas las colinas se derretirán. 14 Pues restauraré de la cautividad a mi pueblo Israel, y ellos edificarán las ciudades desoladas y las habitarán. Plantarán viñas y beberán del vino de ellas; plantarán huertos y comerán de sus frutos. 15 Pues los plantaré en su tierra y nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di”, ha dicho el SEÑOR tu Dios.
Humillación de Edom
1 La visión de Abdías: Así ha dicho el SEÑOR Dios[a] acerca de Edom (hemos escuchado de parte del SEÑOR la noticia de que ha sido enviado un mensajero a las naciones diciendo: “¡Levántense! ¡Levantémonos contra él en batalla!”):
2 “He aquí, te empequeñeceré entre las naciones; serás muy menospreciado. 3 La soberbia de tu corazón te ha engañado a ti que habitas en las hendiduras de la peña[b], en tu morada elevada; a ti que decías en tu corazón: ‘¿Quién me hará caer a tierra?’. 4 Aunque remontes vuelo como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de allí te haré descender, dice el SEÑOR. 5 Si hubieran venido a ti ladrones o asaltantes de noche, ¿no te habrían robado lo que les bastase? Si hubieran venido a ti vendimiadores, ¿no habrían dejado siquiera rebuscos? Pero, ¡cómo has sido arrasado! 6 ¡Cómo fue saqueado Esaú[c]; sus tesoros escondidos fueron saqueados! 7 Hasta la frontera te arrojaron tus propios aliados. Te defraudaron y pudieron más que tus confidentes. Los que comían de tu pan te han puesto trampa. ¡No hay en él discernimiento!
8 “¿No haré que perezcan en aquel día los sabios de Edom y el discernimiento de la región montañosa de Esaú?, dice el SEÑOR. 9 Tus valientes, oh Temán[d], serán destrozados, para que todo hombre sea destruido por la masacre en los montes de Esaú.
10 “Por la violencia hecha a tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás destruido para siempre. 11 En el día cuando te pusiste firme del lado contrario, en el día cuando su poderío fue llevado cautivo por los extraños, y los extranjeros llegaron hasta sus puertas y echaron suertes por Jerusalén, tú también te comportaste como uno de ellos. 12 No debiste haberte quedado mirando a tu hermano en su día trágico, en el día de su desgracia. No debiste alegrarte de los hijos de Judá en el día de su ruina. No debiste extralimitarte con tu boca en el día de la angustia. 13 No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina. Tampoco debiste mirar su miseria en el día de su ruina. No debiste echar mano de sus bienes en el día de su ruina. 14 Tampoco debiste ponerte en las encrucijadas de los caminos para aniquilar a sus fugitivos. No debiste haber entregado a sus sobrevivientes en el día de la desgracia.
15 “Cercano está el día del SEÑOR sobre todas las naciones. Como tú hiciste se hará contigo; tu retribución volverá sobre tu cabeza. 16 Porque como ustedes bebieron en mi santo monte, beberán todas las naciones de alrededor. Beberán ruidosamente y quedarán como si nunca hubieran existido.
Enaltecimiento de Sion
17 “Pero en el monte Sion estarán los libertados y será santo. La casa de Jacob poseerá las posesiones de ellos. 18 La casa de Jacob será fuego y la casa de José será llama. La casa de Esaú será estopa y ellos los quemarán y los consumirán. Ni un solo sobreviviente quedará de la casa de Esaú”, porque el SEÑOR lo ha dicho.
19 Los del Néguev poseerán la región montañosa de Esaú y los de la Sefela, la tierra de los filisteos. También poseerán los campos de Efraín y de Samaria y los de Benjamín poseerán Galaad. 20 Esta tropa de cautivos de los hijos de Israel poseerá lo que fuera de los cananeos hasta Sarepta, y los de Jerusalén que están cautivos en Sefarad poseerán las ciudades del Néguev. 21 Subirán victoriosos desde el monte Sion para juzgar la región montañosa de Esaú. ¡Y el reino será del SEÑOR!
Jonás huye de su misión
1 La palabra del SEÑOR vino a Jonás[e] hijo de Amitai diciendo: 2 “Levántate y ve a Nínive, la gran ciudad, y predica contra ella porque su maldad ha subido a mi presencia”.
3 Entonces Jonás se levantó para huir de la presencia del SEÑOR a Tarsis. Descendió a Jope y halló un barco que iba a Tarsis; y pagando su pasaje entró en él para irse con ellos a Tarsis huyendo de la presencia del SEÑOR. 4 Pero el SEÑOR lanzó un gran viento sobre el mar y se produjo una enorme tempestad de manera que el barco estaba a punto de romperse. 5 Los marineros tuvieron miedo y cada uno invocaba a su dios. Y echaron al mar el cargamento que había en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y se había quedado profundamente dormido. 6 El capitán del barco se acercó a Jonás y le dijo:
—¿Qué te pasa dormilón? ¡Levántate e invoca a tu dios! Quizás él se fije en nosotros y no perezcamos.
7 Entonces se dijeron unos a otros:
—¡Vengan y echemos suertes para saber por culpa de quién nos ha sobrevenido este mal!
Echaron suertes y la suerte cayó sobre Jonás. 8 Entonces le dijeron:
—Decláranos por qué nos ha sobrevenido este mal. ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país y de qué pueblo eres?
9 Él respondió:
—Soy hebreo y temo al SEÑOR Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
10 Aquellos hombres temieron muchísimo y le preguntaron:
—¿Por qué has hecho esto?
Pues entendieron que huía de la presencia del SEÑOR ya que él se lo había declarado. 11 Y le preguntaron:
—¿Qué haremos contigo para que el mar se nos calme?
Porque el mar se embravecía más y más. 12 Y él respondió:
—Levántenme y échenme al mar y se les calmará; pues yo sé que por mi causa les ha sobrevenido esta gran tempestad.
13 Aquellos hombres remaban para hacer volver el barco a tierra pero no pudieron porque el mar se embravecía cada vez más. 14 Entonces clamaron al SEÑOR diciendo:
—¡Oh SEÑOR, por favor, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre! No nos hagas responsables de sangre inocente porque tú, oh SEÑOR, has hecho como has querido.
15 Entonces levantaron a Jonás y lo echaron al mar y el mar cesó de su furia. 16 Y aquellos hombres temieron grandemente al SEÑOR; le ofrecieron un sacrificio e hicieron votos.
17 Pero el SEÑOR dispuso un gran pez que se tragara a Jonás. Y este estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.
Jonás ora desde el vientre del pez
2 Y desde el vientre del pez oró Jonás al SEÑOR su Dios. 2 Y dijo:
“Desde mi angustia invoqué al SEÑOR y él me respondió.
Clamé desde el vientre del Seol
y tú escuchaste mi voz.
3 Me arrojaste a lo profundo,
en el corazón de los mares
y me rodeó la corriente:
Todas tus ondas y tus olas
han pasado sobre mí.
4 Yo dije: Expulsado soy
de delante de tus ojos;
pero aún he de ver tu santo templo.
5 Las aguas me han envuelto
hasta la garganta;
me rodeó el abismo.
Las algas se enredaron en mi cabeza.
6 Descendí a la base de las montañas. La tierra echó sus cerrojos
tras de mí para siempre.
Pero tú hiciste subir mi vida
de la fosa, ¡oh SEÑOR Dios mío!
7 Cuando mi alma desfallecía dentro de mí me acordé del SEÑOR;
y mi oración llegó hasta ti,
a tu santo templo.
8 Los que veneran las vanidades ilusorias[f] abandonan su lealtad.
9 Pero yo te ofreceré sacrificio
con voz de alabanza.
Lo que prometí haciendo votos
lo cumpliré.
¡La salvación pertenece al SEÑOR!”.
10 Entonces el SEÑOR habló al pez y este vomitó a Jonás en tierra.
Jonás predica en Nínive
3 La palabra del SEÑOR vino por segunda vez a Jonás, diciendo: 2 “Levántate y ve a Nínive, la gran ciudad, y proclámale el mensaje que yo te daré”.
3 Entonces Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra del SEÑOR. Nínive era una ciudad grande de tres días de camino. 4 Jonás comenzó a recorrer la ciudad durante un día de recorrido y proclamaba diciendo: “¡De aquí a cuarenta días Nínive será destruida[g]!”.
Los de Nínive se arrepienten
5 Pero los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se cubrieron de cilicio desde el mayor hasta el menor. 6 El asunto llegó hasta el rey de Nínive quien se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. 7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive por mandato del rey y de sus grandes: “¡Que hombres y animales, bueyes y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento ni beban agua! 8 Cúbranse de cilicio tanto hombres como animales. Invoquen a Dios con todas sus fuerzas y arrepiéntase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. 9 ¿Quién sabe si Dios desiste y cambia de parecer, y se aparta del furor de su ira y así no pereceremos?”.
10 Dios vio lo que hicieron, que se volvieron de su mal camino, y desistió del mal que había determinado hacerles y no lo hizo.
Jonás se enoja por el resultado
4 Pero esto desagradó grandemente a Jonás y lo enojó. 2 Y oró al SEÑOR diciendo:
—Oh SEÑOR, ¿no es esto lo que decía yo estando aún en mi tierra? ¡Por eso me adelanté a huir a Tarsis! Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia y que desistes de hacer el mal. 3 Ahora, oh SEÑOR, por favor, quítame la vida porque mejor me es la muerte que la vida.
4 El SEÑOR le respondió:
—¿Haces bien en enojarte tanto?
El SEÑOR enseña compasión a Jonás
5 Entonces Jonás salió de la ciudad y se sentó al oriente de ella. Allí se hizo una enramada y se sentó a su sombra hasta ver qué sucedería a la ciudad.
6 Entonces el SEÑOR dispuso que creciera una planta de ricino, para que hiciera sombra sobre la cabeza de Jonás para protegerlo de la insolación. Y Jonás se alegró muchísimo por el ricino. 7 Pero Dios dispuso también, al amanecer del día siguiente, un gusano que atacó la planta de ricino y esta se secó. 8 Y aconteció que al salir el sol Dios dispuso un sofocante viento oriental y el sol hirió la cabeza de Jonás, de modo que se desmayaba y anhelaba morirse. Y dijo:
—¡Mejor me es la muerte que la vida!
9 Entonces Dios dijo a Jonás:
—¿Te parece bien enojarte por lo de la planta de ricino?
Él respondió:
—¡Me parece bien enojarme hasta la muerte!
10 Y el SEÑOR le dijo:
—Tú te preocupas por la planta de ricino por la cual no trabajaste ni la hiciste crecer, que en una noche llegó a existir y en una noche pereció. 11 ¿Y no he de preocuparme yo por Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su mano derecha de su mano izquierda, y muchos animales?
1 La palabra del SEÑOR que vino a Miqueas de Moréset en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, sobre lo que vio acerca de Samaria y de Jerusalén.
Castigo de Samaria y de Jerusalén
2 ¡Oigan, pueblos todos! ¡Atiende, oh tierra y cuanto hay en ti! El SEÑOR Dios[h] sea testigo contra ustedes desde su santo templo. 3 Porque he aquí que el SEÑOR saldrá de su lugar; descenderá y caminará sobre las alturas de la tierra. 4 Debajo de él se derretirán las montañas como la cera delante del fuego; se hendirán los valles como las aguas arrojadas por una pendiente. 5 Todo esto sucederá por la transgresión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel.
¿Cuál es la transgresión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuál es el pecado[i] de Judá? ¿No es Jerusalén? 6 Convertiré, pues, a Samaria en un montón de ruinas del campo y en viñedos. Haré rodar sus piedras por el valle y dejaré al descubierto sus cimientos. 7 Todos sus ídolos serán desmenuzados y todos sus obsequios serán quemados en el fuego. Convertiré en desolación todos sus ídolos porque de los obsequios de prostitutas los obtuvo, y obsequios de prostitutas volverán a ser. 8 Por tanto, lamentaré y gemiré. Andaré descalzo y desnudo, gimiendo como los chacales y lamentando como los avestruces. 9 Porque su llaga es incurable y ha llegado hasta Judá; ha alcanzado hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.
10 ¡No lo digan en Gat[j] ni se entreguen al llanto! ¡En Bet-le-ofra revuélcate[k] en el polvo! 11 ¡Pasa, oh moradora de Safir! En sus ciudades se quedará[l]; no saldrá la moradora de Saanán. Hay duelo en Bet-esel; le han quitado su emplazamiento. 12 ¿Cómo podrá esperar el bien la que habita en Marot, si el mal ha descendido del SEÑOR hasta la puerta de Jerusalén? 13 ¡Ata el carro a los corceles, oh moradora de Laquis, ella es el principio del pecado de la hija de Sion, porque en ti se descubrieron las transgresiones de Israel! 14 Por tanto, tú darás regalos de despedida a Moréset-gat. Las casas de Aczib desilusionarán a los reyes de Israel. 15 Aún he de traer contra ti al conquistador, oh moradora de Maresa. La gloria de Israel se irá hasta Adulam. 16 Rápate y trasquílate por los hijos de tus delicias; ensancha tu calva como la del buitre, porque ellos serán llevados cautivos lejos de ti.
Pecado y castigo de los gobernantes
2 ¡Ay de los que en sus camas planean iniquidad y traman el mal! Con la luz de la mañana lo realizan porque tienen en su mano el poder. 2 Codician los campos y los roban; codician las casas y las toman. Oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad. 3 Por tanto, ha dicho el SEÑOR: “He aquí, yo pienso traer sobre esta familia un mal del cual no podrán sacar sus cuellos ni andarán erguidos, porque el tiempo será malo. 4 En aquel día se difundirá un refrán acerca de ustedes y se pronunciará el lamento que dice:
‘¡Del todo hemos sido destruidos! La posesión de mi pueblo
fue medida[m] a cordel,
y no hubo quien fuera sensible. Nuestro campo ha sido repartido
a los que nos saquean’ ”.
5 Por tanto, no tendrás quien aplique cordel para echar suertes en la congregación del SEÑOR.
6 “¡No prediquen!”, predican ellos. “¡No prediquen sobre tales cosas, pues la afrenta no nos alcanzará!”.
7 ¿Debe hablarse así, oh casa de Jacob? ¿Acaso se ha limitado el Espíritu del SEÑOR? ¿Son estas sus obras? ¿Acaso mis palabras no hacen bien al que camina rectamente? 8 Pero ustedes se han levantado contra mi pueblo como enemigo[n]. A los que pasan seguros volviendo de la guerra, los despojan del manto que llevan sobre sus vestidos. 9 A las mujeres de mi pueblo echan fuera de las casas de sus delicias, y a sus niños despojan de mi gloria para siempre. 10 ¡Levántense y váyanse, ya que este no es lugar de reposo! Por causa de su contaminación será destruido con dolorosa destrucción. 11 Si algún hombre anduviera con espíritu de falsedad y mintiera diciendo: “Yo predicaré acerca del vino y acerca del licor”, ¡este sí sería profeta para este pueblo!
12 “Ciertamente reuniré a todo Jacob. Ciertamente recogeré al remanente de Israel y los pondré juntos como ovejas en el corral[o], como rebaño en medio del pastizal, y habrá gran estruendo por la multitud de la gente. 13 El que abre camino subirá delante de ellos y abrirán brecha. Pasarán por las puertas y saldrán; su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos irá el SEÑOR”.
3 Dije: ¡Escuchen, oh jefes de Jacob y magistrados de la casa de Israel! ¿Acaso no les corresponde a ustedes conocer el derecho? 2 Pero ustedes aborrecen lo bueno y aman lo malo. Les arrancan su piel y su carne de sobre sus huesos; 3 y asimismo, comen la carne de mi pueblo. Le arrancan su piel; quebrantan y desmenuzan sus huesos como si estuvieran destinados para la olla, como si fueran carne en el caldero. 4 Entonces clamarán al SEÑOR, pero él no les responderá. En aquel tiempo esconderá su rostro de ustedes porque hicieron obras malvadas.
Pecado y castigo del profeta falso
5 Así ha dicho el SEÑOR acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, que muerden con sus dientes y proclaman: “Paz”; y al que no les da de comer le declaran guerra santa. 6 Por tanto, habrá para ustedes noche sin visión y oscuridad sin predicción. Se pondrá el sol sobre los profetas y el día se oscurecerá sobre ellos. 7 Serán avergonzados los videntes y confundidos los adivinos. Todos ellos se cubrirán hasta sus labios, porque no habrá respuesta de Dios. 8 En cambio, yo estoy lleno del poder del Espíritu del SEÑOR, de juicio y de valor para declarar a Jacob su rebelión y a Israel su pecado.
9 Oigan, pues, esto, oh jefes de la casa de Jacob y magistrados de la casa de Israel que hacen abominable el juicio y pervierten todo lo que es recto. 10 Ustedes edifican a Sion con sangre y a Jerusalén con iniquidad. 11 Sus jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan solo por paga y sus profetas predicen por dinero, y se apoyan en el SEÑOR diciendo: “¿Acaso no está el SEÑOR entre nosotros? ¡No vendrá el mal sobre nosotros!”. 12 Por tanto, por culpa de ustedes Sion será arada como campo. Jerusalén será convertida en un montón de ruinas y el monte del templo en cumbres boscosas.
Sion en la era mesiánica
4 Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa del SEÑOR será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él los pueblos. 2 Muchas naciones vendrán y dirán: “Vengan, subamos al monte del SEÑOR y a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros caminemos por sus sendas”. Porque de Sion saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.
3 Él juzgará entre muchos pueblos y arbitrará entre naciones poderosas, hasta las más distantes. Y convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra. 4 Cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera. Y no habrá quien los amedrente, porque la boca del SEÑOR de los Ejércitos ha hablado.
5 Aunque ahora todos los pueblos anden cada uno en el nombre de sus dioses, con todo, nosotros andaremos en el nombre del SEÑOR nuestro Dios, eternamente y para siempre.
6 “En aquel día, dice el SEÑOR, juntaré a la oveja que cojea y recogeré a la rechazada que yo maltraté. 7 De la que cojea haré un remanente y de la agobiada haré una nación poderosa. Y el SEÑOR reinará sobre ellos en el monte Sion, desde ahora y para siempre. 8 Y tú, oh torre del rebaño, colina de la hija de Sion, a ti vendrá el gobierno de antaño; el reino vendrá a la hija de Jerusalén”.
9 Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿Es que no hay rey en ti? ¿Acaso ha perecido tu consejero? ¿Te ha sobrevenido dolor como a una mujer que da a luz? 10 Sufre dolor y gime como una mujer que da a luz, oh hija de Sion, porque ahora saldrás de la ciudad, habitarás en el campo y llegarás hasta Babilonia. Allí serás librada y allí te redimirá el SEÑOR de la mano de tus enemigos.
11 Ahora se han reunido muchas naciones contra ti y dicen: “¡Sea profanada y vean nuestros ojos la ruina de Sion!”. 12 Pero ellos no conocen los planes del SEÑOR ni comprenden su consejo, a pesar de que él los ha juntado como a gavillas en la era. 13 ¡Levántate y trilla, oh hija de Sion! Haré que tu cuerno sea de hierro y tus uñas de bronce. Desmenuzarás a muchos pueblos y consagrarás al SEÑOR el botín de ellos y sus riquezas al Señor de toda la tierra.
Profecía sobre la venida del Mesías
5 ¡Reúne ahora tus tropas, ciudad de tropas! ¡Nos han sitiado! ¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!
2 Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo desde los días de la eternidad. 3 Sin embargo, Dios los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz y vuelva el resto de sus hermanos para reunirse con los hijos de Israel. 4 Él se levantará y los apacentará con el poder del SEÑOR, con la grandeza del nombre del SEÑOR su Dios, y se establecerán porque entonces será engrandecido hasta los fines de la tierra. 5 ¡Y este será la paz!
Poderío de Israel en el futuro
Cuando Asiria venga contra nuestra tierra y pisotee nuestros palacios, entonces levantaremos contra ellos siete pastores y ocho hombres principales. 6 Gobernarán a espada la tierra de Asiria y la tierra de Nimrod con sus espadas desenvainadas. Y nos librará de los asirios cuando vengan contra nuestra tierra y pisen nuestro territorio.
7 El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío del SEÑOR, como la lluvia sobre la hierba. No aguardará a nadie ni pondrá su esperanza en los hijos de los hombres. 8 El remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las fieras salvajes, como el cachorro de león entre las manadas de ovejas, el cual, al pasar, pisotea y arrebata; no habrá quien escape.
9 Levanta tu mano sobre tus enemigos y sean destruidos todos tus adversarios.
Destrucción de las falsas esperanzas
10 “Acontecerá en aquel día, dice el SEÑOR, que eliminaré tus caballos en medio de ti y haré destruir tus carros. 11 También haré destruir las ciudades fortificadas de tu tierra y arruinaré todas tus fortalezas.
12 “Asimismo, destruiré de tu mano las hechicerías y no se hallarán en ti los que practican la magia.
13 “Haré destruir tus ídolos y tus piedras rituales en medio de ti, y nunca más te inclinarás hacia la obra de tus manos. 14 Arrancaré de en medio de ti tus árboles de Asera y destruiré tus ciudades. 15 Con ira y furor haré venganza en las naciones que no escucharon”.
Pleito del SEÑOR con su pueblo
6 Oigan, pues, lo que dice el SEÑOR: “¡Levántate, pleitea junto a los montes y que oigan las colinas tu voz! 2 Oigan, oh montes, el pleito del SEÑOR, ustedes los poderosos fundamentos de la tierra; porque el SEÑOR tiene pleito con su pueblo y contenderá con Israel.
3 “Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he agobiado? ¡Responde contra mí! 4 Yo te hice subir de la tierra de Egipto. De la casa de esclavitud te redimí y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. 5 Recuerda, oh pueblo mío, qué maquinó Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas los actos de justicia del SEÑOR”.
6 ¿Con qué me presentaré al SEÑOR y me postraré ante el Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? 7 ¿Aceptará el SEÑOR millares de carneros o miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?
8 ¡Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el SEÑOR? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios.
9 Escucha, oh tribu: La voz del SEÑOR proclamará a la ciudad y él salvará a los que temen su nombre, a quienes aún congregará. 10 “¿Hay aún en la casa del impío tesoros de impiedad y medida escasa que es detestable? 11 ¿He de justificar las balanzas de impiedad y la bolsa de pesas fraudulentas, 12 con las cuales sus ricos se han llenado de explotación? Sus habitantes han hablado mentiras y su lengua es engañosa en su boca. 13 Pues yo también he comenzado a golpearte y a arruinarte por tus pecados. 14 Tú comerás pero no te saciarás; y el abatimiento estará en medio de ti. Recogerás pero no lo conservarás; y lo que logres conservar yo lo entregaré a la espada. 15 Tú sembrarás pero no cosecharás. Tú prensarás olivas pero no te ungirás con el aceite; y uvas, pero no beberás del vino. 16 Guardarás[p]los mandamientos de Omri y toda la obra de la casa de Acab. Según el consejo de ellos andarás, para que yo te entregue a la ruina y a tus habitantes a la rechifla. Por tanto, sufrirán la afrenta de mi pueblo”.
La corrupción general
7 ¡Ay de mí! ¡He venido a ser como los últimos frutos del verano, como el rebusco después de la vendimia! Ya no queda racimo que comer; mi alma desea los primeros higos. 2 El piadoso ha desaparecido de la tierra; no hay ni uno que sea recto entre los hombres. Cada cual acecha la vida; cada cual caza a su prójimo con una red. 3 Han adiestrado sus manos para hacer el mal[q]: El gobernante exige, el juez juzga por soborno y el poderoso habla según el antojo de su alma; y así lo retuercen. 4 El mejor de ellos es como la espina; el más correcto de ellos es como zarzal. ¡Ay[r] de tus centinelas, pues tu castigo ha venido! ¡Ahora será su confusión! 5 No crean en el amigo; no esperen en el compañero. Cuídate de la que duerme en tu seno; guarda también tu boca. 6 Porque el hijo trata con desdén a su padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su propia casa.
7 Pero yo miraré al SEÑOR; esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!
Israel volverá a su tierra
8 Tú, oh enemiga mía, no te alegres contra mí; pues aunque caí me levantaré. Aunque yo habite en tinieblas el SEÑOR será mi luz. 9 Porque pequé contra el SEÑOR soportaré su ira, hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Él me sacará a la luz y yo veré su justicia.
10 Mi enemiga lo verá, y la que me decía: “¿Dónde está tu Dios?” se cubrirá de vergüenza. Y mis ojos la verán. ¡Ahora será pisoteada como el lodo de la calle!
11 Viene el día en que se edificarán tus muros. En aquel día se ampliarán tus límites; 12 en aquel día vendrán a ti desde Asiria y las ciudades de Egipto y desde Egipto hasta el Río, de mar a mar y de montaña a montaña. 13 Y la tierra llegará a ser una desolación por causa de sus moradores, como fruto de sus obras.
14 Apacienta a tu pueblo con tu cayado, al rebaño de tu posesión que habita solitario en medio del bosque del Carmelo. Apacentarán sus rebaños en Basán y en Galaad como en los tiempos antiguos. 15 “Yo les mostraré maravillas como en el día en que saliste de la tierra de Egipto”. 16 Las naciones lo verán y quedarán confundidas a causa de todo el poder de ellos. Se pondrán la mano sobre la boca y sus oídos se ensordecerán. 17 Lamerán el polvo como la culebra, como los reptiles de la tierra. Saldrán temblando desde sus encierros; tendrán pánico del SEÑOR nuestro Dios y tendrán miedo de ti.
Alabanza al Dios de misericordia
18 ¿Qué Dios hay como tú que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No ha guardado para siempre su enojo porque él se complace en la misericordia. 19 Volverá a compadecerse de nosotros. Pisoteará nuestras iniquidades y echará nuestros pecados en las profundidades del mar. 20 Concederás la verdad a Jacob y a Abraham la lealtad que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.
1 La profecía acerca de Nínive. Libro de la visión de Nahúm, de Elcós.
Venganza del SEÑOR contra Nínive
2 ¡Dios celoso y vengador es el SEÑOR! Vengador es el SEÑOR y está indignado. El SEÑOR se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos. 3 El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable.
El SEÑOR marcha en el huracán y en la tempestad; las nubes son el polvo de sus pies. 4 Reprende al mar y hace que se seque, y reseca todos los ríos. Basán y el Carmelo se marchitan; se marchita la flor del Líbano. 5 Las montañas se estremecen delante de él, y las colinas se derriten. Ante su presencia queda desolada la tierra, el mundo y todos los que lo habitan. 6 ¿Quién resistirá delante de su ira? ¿Quién quedará en pie ante el furor de su enojo? Su ira se vierte como fuego y se desmenuzan las peñas delante de él.
7 ¡Bueno es el SEÑOR! Es una fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian. 8 Pero arrasa con impetuosa inundación al que se levanta contra él[s]. ¡Aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos!
9 ¿Qué traman contra el SEÑOR? ¡Él arrasará y no tomará venganza[t] dos veces de su enemigo! 10 Como espinas entretejidas y como borrachos en su embriaguez serán consumidos como paja seca. 11 De ti salió un consejero de Belial que tramó el mal contra el SEÑOR.
12 Pero así ha dicho el SEÑOR: “Aunque vivan reposadamente y sean muchos, con todo serán cortados y pasarán. Y aunque yo te haya afligido, no te afligiré más. 13 Ahora quebraré su yugo de sobre ti y romperé tus coyundas”.
14 Pero acerca de ti, el SEÑOR ha mandado: “Nunca más sea mencionado[u] tu nombre. De la casa de tu dios destruiré los ídolos y las imágenes de fundición, y la convertiré en sepulcro; porque fuiste vil”.
15 ¡He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz! ¡Celebra, oh Judá, tus fiestas; cumple tus votos, porque nunca más volverá a pasar sobre ti aquel inicuo, pues ha sido completamente destruido!
Asedio y saqueo de Nínive
2 El destructor ha subido contra ti. Guarda el baluarte, observa el camino, cíñete la cintura, esfuérzate mucho. 2 El SEÑOR restaurará la exuberancia de Jacob como la exuberancia de Israel, aunque los saqueadores los saqueen y estropeen sus ramas. 3 Los escudos de sus valientes están enrojecidos; sus valientes están vestidos de escarlata. En el día de su preparación, sus carros de guerra son como fuego de antorchas y los jinetes[v] se estremecen. 4 Sus carros se movilizan alocadamente en las calles y se desplazan de un lado a otro en las plazas. Parecen antorchas; como relámpagos corren de un lado a otro.
5 Se dará aviso a sus valientes y ellos acudirán atropellándose. Se apresurarán hacia sus muros y se alistará la cubierta de escudos. 6 Las compuertas de los canales habrán sido abiertas y el palacio quedará arrasado. 7 La reina será sacada y llevada en cautividad. Sus criadas gemirán como palomas y se golpearán el pecho.
8 Nínive ha sido, desde tiempos antiguos, como un estanque de aguas; pero ahora estas huyen. “¡Deténganse, deténganse!”. Pero nadie vuelve atrás.
9 ¡Saqueen la plata, saqueen el oro! ¡No tienen límites la calidad y el peso de todos los objetos preciosos! 10 ¡Desolación, devastación y destrucción! Los corazones desfallecen, las rodillas tiemblan, los lomos se estremecen; las caras de todos palidecen.
11 ¿Dónde está, pues, la guarida de los leones y la cueva[w] de los leoncillos, donde se cobijaban el león, la leona y los cachorros, sin que hubiera quien los atemorizara? 12 El león destrozaba para sus cachorros y estrangulaba para sus leonas. Llenaba de presa sus cavernas; y su guarida, de rapiña.
13 “He aquí que yo estoy contra ti, dice el SEÑOR de los Ejércitos. Encenderé y reduciré a humo tus carros, y la espada devorará a tus leoncillos. Raeré tu presa de la tierra y nunca más se volverá a escuchar la voz de tus mensajeros”.
Nínive acabará como Tebas
3 ¡Ay de la ciudad sanguinaria! Toda ella es engaño; está llena de pillaje y de incesante rapiña. 2 Viene sonido de látigo, estruendo de ruedas, caballos galopando, carros que rebotan, 3 jinetes que avanzan, resplandor de espada y fulgor de lanza. Habrá gran número de muertos y multitud de cadáveres. Tan numerosos serán sus cuerpos que tropezarán en ellos. 4 Esto sucederá debido a la multitud de las fornicaciones de la prostituta, de bella apariencia y experta en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones y a los pueblos con sus hechizos.
5 “¡Heme aquí, yo estoy contra ti!, dice el SEÑOR de los Ejércitos. Te levantaré la falda hasta la cara y mostraré a las naciones tu desnudez y a los reinos tu ignominia. 6 Echaré sobre ti inmundicias; te trataré con desdén y te pondré por espectáculo. 7 Sucederá que todos los que te vean huirán de ti. Y dirán: ‘¡Nínive ha sido destruida! ¿Quién se compadecerá de ella? ¿Dónde le[x] habré de buscar consoladores?’”.
8 ¿Eres acaso mejor que Tebas[y] que estaba asentada junto al Nilo, rodeada de aguas, cuyo baluarte y muralla era una concentración de aguas? 9 Etiopía y Egipto eran su poderío ilimitado; Fut y los libios acudían en su[z] ayuda. 10 También ella partió al destierro; fue llevada en cautiverio. También sus pequeñitos fueron estrellados en los cruces de las calles. Sobre sus nobles echaron suertes y todos sus grandes fueron aprisionados con grillos. 11 Tú también serás embriagada. Estarás oculta; también tú buscarás refugio por causa del enemigo.
Vanos esfuerzos por librar a Nínive
12 Todas las fortificaciones son como higueras cargadas de higos: Si las sacuden, caerán en la boca del que los ha de comer. 13 He aquí que tu pueblo en medio de ti es como las mujeres. Las puertas de tu tierra serán abiertas de par en par a tus enemigos; el fuego consumirá tus cerrojos.
14 Provéete de agua para el asedio; refuerza tus fortalezas. Entra en el lodo; pisa el barro; toma el molde de hacer ladrillos. 15 Allí te devorará el fuego y la espada te exterminará como devora la langosta.
¡Multiplícate como el saltón! ¡Multiplícate como la langosta! 16 Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo. Como langostas se descapullan y vuelan. 17 Tus oficiales serán como saltamontes y tus capitanes como enjambre de langostas que se asientan sobre los vallados en un día de frío, y que salido el sol huyen y su lugar no se conoce más.
18 ¡Se han dormido tus pastores, oh rey de Asiria; han reposado tus valientes! Tu pueblo se ha dispersado por los montes y no hay quien lo reúna. 19 No hay medicina para tu quebranto; tu llaga es incurable. Todos los que oyen de tu fama aplaudirán a causa de ti, porque ¿sobre quién no ha pasado de continuo tu maldad?
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