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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Lucas 10:1-20:19

La misión de los setenta

10 Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta[a] a los cuales envió delante de sí de dos en dos a toda ciudad y lugar a donde él había de ir. Y les decía: “A la verdad, la mies es mucha pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Vayan! He aquí yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa ni alforjas ni calzado; ni saluden a nadie por el camino.

“En cualquier casa donde entren, primeramente digan: ‘Paz sea a esta casa’. Si hay allí un hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él; pero si no, volverá a ustedes. Posen en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que les den porque el obrero es digno de su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les pongan delante. Sanen a los enfermos que haya allí y díganles: ‘El reino de Dios se ha acercado[b] a ustedes’.

10 “Pero en cualquier ciudad donde entren y no los reciban, salgan a sus calles y digan: 11 ‘Aun el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies lo sacudimos contra ustedes. Pero sepan esto: que el reino de Dios se ha acercado’[c]. 12 Les digo que en aquel día será más tolerable para Sodoma que para aquella ciudad.

13 “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si se hubieran realizado en Tiro y en Sidón los hechos poderosos que han sido realizados en ustedes, desde hace tiempo se habrían arrepentido sentados en saco y ceniza. 14 Por lo tanto, en el juicio será más tolerable para Tiro y Sidón que para ustedes. 15 Y tú, Capernaúm, ¿serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el Hades serás hundida! 16 El que los escucha me escucha a mí; el que los rechaza me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza al que me envió”.

El regreso de los setenta

17 Los setenta[d] volvieron con gozo, diciendo:

—Señor, ¡aun los demonios se nos sujetan en tu nombre!

18 Él les dijo:

—Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 He aquí, les doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones y sobre todo el poder del enemigo; y nada les dañará. 20 Sin embargo, no se regocijen de esto, de que los espíritus se les sujeten, sino regocíjense de que sus nombres están inscritos en los cielos.

Jesús se regocija por los suyos

21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu Santo[e] y dijo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.

22 “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre. Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

23 Volviéndose a los discípulos les dijo aparte:

—Bienaventurados los ojos que ven lo que ustedes ven. 24 Porque les digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron.

Parábola del buen samaritano

25 Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo:

—Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?

26 Y él le dijo:

—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Él le respondió diciendo:

—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo[f].

28 Le dijo:

—Has respondido bien. Haz esto y vivirás.

29 Pero él, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

30 Respondiendo Jesús, le dijo:

—Cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones quienes lo despojaron de su ropa, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad, descendía cierto sacerdote por aquel camino y, al verle, pasó de largo. 32 De igual manera, un levita también llegó al lugar y, al ir y verle, pasó de largo. 33 Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a misericordia. 34 Acercándose a él, vendó sus heridas echándoles aceite y vino. Y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. 35 Al día siguiente sacó dos monedas[g] y se las dio al mesonero diciéndole: “Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?

37 Él dijo:

—El que hizo misericordia con él.

Entonces Jesús le dijo:

—Ve y haz tú lo mismo.

Jesús en casa de Marta y María

38 Prosiguiendo ellos su camino, él entró en una aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual se sentó a los pies del Señor y escuchaba su palabra. 40 Pero Marta estaba preocupada con muchos quehaceres y, acercándose, dijo:

—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude.

41 Pero respondiendo el Señor, le dijo:

—Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. 42 Pero una sola cosa es necesaria. Pues María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Sobre la oración: el Padre Nuestro

11 Aconteció que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

—Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Él les dijo:

—Cuando oren, digan:

“Padre [nuestro

que estás en los cielos][h]:

Santificado sea tu nombre; venga tu reino;

[sea hecha tu voluntad,

como en el cielo,

así también en la tierra][i]

el pan nuestro de cada día,

dánoslo hoy;

y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.

Y no nos metas en tentación, [mas líbranos del mal]”[j].

Les dijo también:

—Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo y va a él a la medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes porque ha llegado a mí un amigo de viaje y no tengo nada que poner delante de él”. ¿Le responderá aquel desde adentro: “No me molestes; ya está cerrada la puerta y mis niños están conmigo en la cama; no puedo levantarme para dártelos”? Les digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, ciertamente por la insistencia de aquel se levantará y le dará todo lo que necesite.

»Y yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. 10 Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.

11 »¿Qué padre de entre ustedes, si su hijo le pide[k] pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? 12 O si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 13 Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidan?

Por quién Jesús echa fuera demonios

14 Jesús estaba echando fuera un demonio que era mudo. Y aconteció que, cuando salió el demonio, el mudo habló. Las muchedumbres se asombraron 15 pero algunos de ellos dijeron:

—Por Beelzebul, el príncipe de los demonios, echa fuera a los demonios.

16 Otros, para probarle, pedían de él una señal del cielo. 17 Pero, como conocía los razonamientos de ellos, les dijo:

—Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado y cae casa sobre casa. 18 Y si Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Pues ustedes dicen que por Beelzebul yo echo fuera los demonios. 19 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan fuera los hijos de ustedes? Por tanto, ellos serán sus jueces. 20 Pero si por el dedo de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios. 21 Cuando el hombre fuerte y armado guarda su propia casa, sus posesiones están en paz. 22 Pero si viene uno más fuerte que él y lo vence, le toma todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos. 23 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

El espíritu inmundo que regresa

24 »Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por lugares secos buscando reposo y, al no hallarlo, dice: “Volveré a mi casa de donde salí”. 25 Y cuando regresa, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va y trae otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero.

La verdadera bienaventuranza

27 Mientras él decía estas cosas, aconteció que una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo:

—¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que mamaste!

28 Y él dijo:

—Más bien, bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

Jesús se niega a hacer señales

29 Y apiñándose las multitudes, él comenzó a decir: “Esta generación es una generación malvada. Pide señal, y no le será dada ninguna señal sino la señal de Jonás. 30 Porque como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación. 31 La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar! 32 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán porque ellos se arrepintieron ante la predicación de Jonás. ¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar!

El ojo: lámpara del cuerpo

33 “Al encender una lámpara nadie la pone en oculto ni debajo de un cajón sino sobre un candelero para que todos los que entren vean la luz. 34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz. Pero cuando es malo, también tu cuerpo está en tinieblas. 35 Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas. 36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz y no tiene ninguna parte oscura, estará todo lleno de luz como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”.

Jesús denuncia a escribas y fariseos

37 Cuando Jesús acabó de hablar, un fariseo le rogó que comiera con él; y habiendo entrado Jesús en su casa, se sentó a la mesa. 38 Y el fariseo se asombró al ver que no se lavó antes de comer. 39 Entonces el Señor le dijo:

—Ustedes los fariseos limpian el exterior de la copa o del plato pero el interior de ustedes está lleno de rapiña y de maldad. 40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro? 41 Pero den con misericordia de las cosas que están dentro y, he aquí, todas las cosas les serán limpias.

42 »¡Ay de ustedes, fariseos! Porque diezman la menta, la ruda y toda hortaliza pero pasan por alto el juicio y el amor de Dios. Es necesario hacer estas cosas sin pasar por alto aquellas.

43 »¡Ay de ustedes, fariseos! Porque aman los primeros asientos en las sinagogas y las salutaciones en las plazas.

44 »¡Ay de ustedes![l]. Porque son como sepulcros ocultos, y los hombres que andan por encima no lo saben.

45 Respondió uno de los maestros de la ley y le dijo:

—Maestro, cuando dices esto también nos afrentas a nosotros.

46 Y él le dijo:

—¡Ay de ustedes también, maestros de la ley! Porque les imponen a los hombres cargas que no pueden llevar pero ustedes mismos no las tocan ni aun con uno de sus dedos.

47 »¡Ay de ustedes! Porque edifican los sepulcros de los profetas, pero sus padres los mataron. 48 Con eso, son testigos y consienten en los hechos de sus padres porque, a la verdad ellos los mataron pero ustedes edifican sus sepulcros. 49 Por esto, la sabiduría de Dios también dijo: “Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán”; 50 para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo; 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías quien pereció entre el altar y el santuario. ¡Sí! Les digo que la sangre de ellos será demandada de esta generación.

52 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley! Porque han quitado la llave del conocimiento. Ustedes mismos no entraron, y a los que entraban se lo han impedido.

53 Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a presionarlo mucho y a provocarlo a que hablara de muchas cosas, 54 acechándolo para cazar algo de su boca[m].

Jesús infunde valor a los suyos

12 En esto, habiéndose juntado una multitud de miles y miles, tanto que se pisoteaban unos a otros, él comenzó a decir primeramente a sus discípulos: “Guárdense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de ser conocido. Más bien, las cosas que han dicho en las tinieblas serán oídas en la luz, y lo que han hablado al oído en las habitaciones será pregonado en las azoteas.

“Y les digo a ustedes, mis amigos: No teman a los que matan el cuerpo y después no tienen nada peor que hacer. Pero yo les enseñaré a quién deben temer: Teman a aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, les digo, a este teman. ¿No se venden cinco pajaritos por dos moneditas[n]? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero aun los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No teman; más valen ustedes que muchos pajaritos.

“Les digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres será negado delante de los ángeles de Dios. 10 A todo aquel que diga palabra en contra del Hijo del Hombre le será perdonado; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no le será perdonado.

11 “Cuando los lleven a las sinagogas y a los magistrados y autoridades, no estén preocupados de cómo o qué responderán, o qué habrán de decir. 12 Porque el Espíritu Santo les enseñará en aquella hora lo que se debe decir”.

Parábola del rico insensato

13 Le dijo uno de la multitud:

—Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.

14 Y él le dijo:

—Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o repartidor sobre ustedes?

15 Y les dijo:

—Miren, guárdense de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

16 Entonces les refirió una parábola, diciendo:

—Las tierras de un hombre rico habían producido mucho. 17 Y él razonaba dentro de sí diciendo: “¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos”. 18 Entonces dijo: “¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes, 19 y me diré a mí mismo: Muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate”. 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu vida; y lo que has provisto, ¿para quién será?”. 21 Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios.

Dios cuida de los suyos

22 Dijo a sus discípulos:

—Por tanto, les digo: No se afanen por su vida, qué han de comer; ni por su cuerpo, qué han de vestir. 23 La vida es más que el alimento y el cuerpo es más que el vestido. 24 Consideren los cuervos, que ni siembran ni siegan ni tienen almacenes ni graneros, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! 25 ¿Quién de ustedes podrá, con afanarse, añadir un día a su vida[o]? 26 Pues si no pueden lo que es menos, ¿por qué están afanados por lo demás? 27 Consideren los lirios, cómo crecen. No trabajan ni hilan; y les digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos. 28 Si Dios viste así la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

29 »Ustedes, pues, no busquen qué han de comer o qué han de beber, ni estén ansiosos. 30 Porque todas estas cosas busca la gente del mundo pero su Padre sabe que necesitan estas cosas. 31 Más bien, busquen su reino[p], y estas cosas les serán añadidas. 32 No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino.

33 »Vendan sus bienes y den ofrendas de misericordia. Háganse bolsas que no se envejecen; un tesoro inagotable en los cielos donde no se acerca el ladrón ni la polilla destruye. 34 Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.

Llamado a la vigilancia

35 »Estén ceñidos sus lomos y encendidas sus lámparas. 36 Y sean ustedes semejantes a los siervos que esperan a su señor cuando ha de volver de las bodas para que le abran al instante en que llegue y llame. 37 Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor les encuentre velando cuando llegue. De cierto les digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa y, viniendo, les servirá. 38 Aunque venga a medianoche[q], y aunque venga a la madrugada[r], si los halla así, ¡bienaventurados aquellos siervos!

39 »Sepan que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón no habría permitido que forzara la entrada a su casa. 40 Ustedes también estén preparados, porque a la hora que no piensen vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola de los mayordomos

41 Entonces Pedro le dijo:

—Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos?

42 Y dijo el Señor:

—¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé sus raciones a su debido tiempo? 43 Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciéndolo así. 44 En verdad les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir” y comienza a golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a embriagarse, 46 vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos. 47 Porque aquel siervo que entendió la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad recibirá muchos azotes. 48 Pero el que no entendió, aunque hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.

Jesús, motivo de división

49 »He venido a echar fuego en la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviera encendido! 50 Tengo un bautismo con que ser bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Piensan que he venido a dar paz en la tierra? ¡Les digo que no, sino a causar división! 52 Porque, de aquí en adelante, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres. 53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

Las señales de los tiempos

54 Decía también a las multitudes:

—Cuando ven la nube que sale del poniente, luego dicen: “Va a llover”. Y así sucede. 55 Cuando sopla el viento del sur, dicen: “Hará calor”. Y lo hace. 56 ¡Hipócritas! Saben interpretar el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no saben interpretar este tiempo?

57 »¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? 58 Pues cuando vayas al magistrado con tu adversario procura con diligencia arreglarte con él en el camino, no sea que te arrastre al juez y el juez te entregue al policía y el policía te meta en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo[s].

Llamado al arrepentimiento

13 En aquella misma ocasión, algunos estaban allí contándole de ciertos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la sangre de sus sacrificios. Respondiendo Jesús, les dijo: “¿Piensan que estos galileos, porque padecieron estas cosas, habrán sido más pecadores que todos los galileos? Les digo que no; más bien, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿piensan que ellos habrán sido más culpables que todos los hombres que viven en Jerusalén? Les digo que no; más bien, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán de la misma manera”.

Parábola de la higuera estéril

Entonces dijo esta parábola: “Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo halló. Entonces le dijo al viñador: ‘He aquí, ya son tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo hallo. Por tanto, córtala. ¿Por qué ha de inutilizar también la tierra?’. Entonces él le respondió diciendo: ‘Señor, déjala aún este año hasta que yo cave alrededor de ella y la abone. Si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás’ ”.

Jesús sana a una mujer encorvada

10 Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado. 11 Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años andaba encorvada y de ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

—Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

13 Puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios. 14 Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, decía a la gente:

—Seis días hay en la semana en los cuales se debe trabajar. Vengan, pues, en estos días y sean sanados, y no en el día de sábado.

15 Entonces el Señor le respondió diciendo:

—¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de ustedes en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? 16 Y esta, siendo hija de Abraham, a quien Satanás ha tenido atada por dieciocho años, ¿no debía ser librada de esta atadura en el día de sábado?

17 Cuando él decía estas cosas, todos sus adversarios se avergonzaban. Y todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas que él hacía.

Parábola del grano de mostaza

18 Por lo tanto, él decía:

—¿A qué es semejante el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se convirtió en un árbol, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.

Parábola de la levadura

20 Otra vez dijo:

—¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en una gran cantidad[t] de harina hasta que todo quedó leudado.

La puerta estrecha de la salvación

22 Jesús pasaba por las ciudades y aldeas enseñando y caminando hacia Jerusalén. 23 Entonces alguien le dijo:

—Señor, ¿son pocos los que se salvan?

Y él les dijo:

24 —Esfuércense a entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos procurarán entrar y no podrán. 25 Después que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, afuera, comenzarán a llamar a la puerta diciendo: “¡Señor[u], ábrenos!”. Pero respondiendo él les dirá: “No les conozco de dónde son”. 26 Entonces comenzarán a decir: “Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”. 27 Pero les hablará diciendo: “No les conozco de dónde son. ¡Apártense de mí todos los que hacen iniquidad!”. 28 Allí habrá llanto y crujir de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a ustedes echados fuera. 29 Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur; y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 He aquí, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén

31 En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron:

—Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

32 Él les dijo:

—Vayan y díganle a ese zorro: “He aquí echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día termino”. 33 Sin embargo, es necesario que yo siga mi camino hoy, mañana y pasado mañana porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 35 He aquí la casa de ustedes es dejada desierta. Les digo que no me verán más hasta que venga el día cuando digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”[v].

Jesús sana a un hidrópico

14 Aconteció un sábado, cuando él entró en casa de uno de los principales de los fariseos para comer pan, que ellos lo observaban cuidadosamente. Y he aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él. Entonces respondiendo Jesús, habló a los maestros de la ley y a los fariseos diciendo:

—¿Es lícito sanar en sábado, o no?

Pero ellos callaron. Entonces él lo tomó, lo sanó y lo despidió. Y dijo a ellos:

—¿Cuál de ustedes, si su hijo[w] o su buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de sábado?

Y no le podían responder a estas cosas.

Lecciones acerca de la humildad

Observando a los invitados, cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles:

—Cuando seas invitado por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él y que, viniendo el que te invitó a ti y al otro, te diga: “Da lugar a este”, y luego comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Más bien, cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar para que cuando venga el que te invitó, diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

12 Dijo también al que lo había invitado:

—Cuando hagas comida o cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y te sea hecha compensación. 13 Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. 14 Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden retribuir pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete

15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados juntos a la mesa le dijo:

—¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!

16 Pero él le dijo:

—Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos. 17 A la hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: “Vengan, porque ya está preparado”. 18 Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero dijo: “He comprado un campo y necesito salir para verlo; te ruego que me disculpes”. 19 El otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes”. 20 El otro dijo: “Acabo de casarme y por tanto no puedo ir”. 21 Cuando volvió el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces se enojó el dueño de casa y dijo a su siervo: “Ve pronto a las plazas y a las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los ciegos y a los cojos”. 22 Luego dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aún queda lugar”. 23 El señor dijo al siervo: “Ve por los caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene. 24 Pues les digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi banquete”.

Condiciones del discipulado

25 Grandes multitudes iban con él, y él se volvió y les dijo: 26 “Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y cualquiera que no toma su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿cuál de ustedes, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29 No sea que después de haber puesto los cimientos, y al no poderla terminar, todos los que la vean comiencen a burlarse de él 30 diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar’. 31 ¿O qué rey, que sale a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil? 32 De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, le envía una embajada y pide condiciones de paz. 33 Así, pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.

34 “Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será sazonada? 35 No es buena ni para la tierra ni para abono; por eso la arrojan fuera. Quien tiene oídos para oír, oiga”.

Parábola de la oveja perdida

15 Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

—Este recibe a los pecadores y come con ellos.

Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

—¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido hasta hallarla? Y al hallarla, la pone gozoso sobre sus hombros y, cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gócense conmigo porque he hallado mi oveja que se había perdido”. Les digo que, del mismo modo, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

»¿O qué mujer que tiene diez monedas[x], si pierde una, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla? Cuando la halla, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: “Gócense conmigo porque he hallado la moneda que estaba perdida”. 10 Les digo que, del mismo modo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido

11 Dijo además:

—Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde”. Y él les repartió los bienes. 13 No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

14 »Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual lo envió a su campo para apacentar los cerdos. 16 Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros’”.

20 »Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y lo besó. 21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. 22 Pero su padre dijo a sus siervos: “Saquen de inmediato el mejor vestido y vístanlo, y pónganle un anillo en su mano y calzado en sus pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y regocijémonos 24 porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse.

25 »Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas. 26 Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Este le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado por haberlo recibido sano y salvo”. 28 Entonces él se enojó y no quería entrar.

»Salió, pues, su padre y le rogaba que entrara. 29 Pero respondiendo él dijo a su padre: “He aquí, tantos años te sirvo y jamás he desobedecido tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado”. 31 Entonces su padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas. 32 Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado”.

Parábola del mayordomo injusto

16 Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico el cual tenía un mayordomo; y este fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes. Su señor lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mayordomo’. Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía me reciban en sus casas!’.

“Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y le dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Él dijo: ‘Cien barriles de aceite’. Y le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe cincuenta’. Después le dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’. Y él le dijo: ‘Cien kilos de trigo’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.

“Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.

“Y yo les digo: Con las riquezas injustas gánense amigos para que, cuando estas lleguen a faltar, ellos les reciban en las moradas eternas.

10 “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho. 11 Así que, si con las riquezas injustas no fueron fieles, ¿quién les confiará lo verdadero? 12 Y si en lo ajeno no fueron fieles, ¿quién les dará lo que es de ustedes? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas[y]”.

14 Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas cosas y se burlaban de él. 15 Y él les dijo: “Ustedes son los que se justifican a ustedes mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce el corazón de ustedes; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios es abominación.

La ley y el reino de Dios

16 “La Ley y los Profetas fueron hasta Juan. A partir de entonces son anunciadas las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se caiga una tilde de la ley.

Acerca del divorcio

18 “Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio. Y el que se casa con la divorciada por su marido comete adulterio.

El rico y Lázaro

19 “Cierto hombre era rico, se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Y cierto pobre, llamado Lázaro, estaba echado a su puerta, lleno de llagas, 21 y deseaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Aun los perros venían y le lamían las llagas.

22 “Aconteció que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. 23 Y en el Hades, estando en tormentos, alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: ‘Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua porque estoy atormentado en esta llama’.

25 “Y Abraham dijo: ‘Hijo, acuérdate que durante tu vida recibiste tus bienes y, de igual manera Lázaro, males. Pero ahora él es consolado aquí, y tú eres atormentado. 26 Además de todo esto, un gran abismo existe entre nosotros y ustedes para que los que quieran pasar de aquí a ustedes no puedan, ni de allá puedan cruzar para acá’.

27 “Y él dijo: ‘Entonces te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre 28 (pues tengo cinco hermanos), de manera que les advierta a ellos para que no vengan también a este lugar de tormento’. 29 Pero Abraham dijo: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas. Que les escuchen a ellos’. 30 Entonces él dijo: ‘No, padre Abraham. Más bien, si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán’. 31 Pero Abraham le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos’”.

Acerca de las ofensas y del perdón

17 Dijo a sus discípulos:

—Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione! Mejor le fuera que se le atara una piedra de molino al cuello y que fuera lanzado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

»Miren por ustedes mismos: Si tu hermano peca[z], repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento”, perdónale.

El poder de la fe

Los apóstoles dijeron al Señor:

—Auméntanos la fe.

Entonces el Señor dijo:

—Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: “¡Desarráigate y plántate en el mar!” y el árbol les obedecería.

El deber del siervo

»¿Y quién de ustedes, teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver este del campo le dirá: “Pasa, siéntate a la mesa”? Más bien, le dirá: “Prepara para que yo cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de eso, come y bebe tú”. ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? 10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: “Siervos inútiles somos porque solo hicimos lo que debíamos hacer”.

Jesús sana a diez leprosos

11 Aconteció que, yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz diciendo:

—¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

14 Cuando él los vio, les dijo:

—Vayan, muéstrense a los sacerdotes.

Aconteció que, mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias. Y este era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús dijo:

—¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios, sino este extranjero?

19 Y le dijo:

—Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

El reino de Dios es actual

20 Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo:

—El reino de Dios no vendrá con advertencia. 21 No dirán: “¡Miren, aquí está!” o “¡Allí está!”. Porque el reino de Dios está en medio de ustedes.

La manifestación del Hijo del Hombre

22 Dijo a sus discípulos:

—Vendrá el tiempo cuando desearán ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo verán. 23 Les dirán: “¡Miren, aquí está!” o “¡Miren, allí está!”. Pero no vayan ni les sigan. 24 Porque como el relámpago que resplandece ilumina el cielo de un extremo al otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. 25 Pero primero es necesario que él padezca mucho y sea rechazado por esta generación.

26 »Como pasó en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre: 27 Ellos comían y bebían; se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y los destruyó a todos.

28 »Asimismo, también será como pasó en los días de Lot: Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y edificaban; 29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será en el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.

31 »En aquel día, el que esté en la azotea y sus cosas estén en la casa no descienda para tomarlas. Asimismo, el que esté en el campo no vuelva atrás. 32 Acuérdense de la mujer de Lot. 33 Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la conservará. 34 Les digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será dejado. 35 , 36 [aa] Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada y la otra dejada.

37 Respondiendo le preguntaron:

—¿Dónde, Señor?

Y él dijo:

—Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

Parábola del juez y la viuda

18 Les refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar. Les dijo: “En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre. Había también en aquella ciudad una viuda la cual venía a él diciendo: ‘Hazme justicia contra mi adversario’. Él no quiso por algún tiempo pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque ni temo a Dios ni respeto al hombre, le haré justicia a esta viuda porque no me deja de molestar; para que no venga continuamente a cansarme’”.

Entonces dijo el Señor: “Oigan lo que dice el juez injusto. ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar? Les digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.

Parábola del fariseo y el publicano

Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás: 10 “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro, publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ‘Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como este publicano. 12 Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo’. 13 Pero el publicano, de pie a cierta distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo sino que se golpeaba el pecho diciendo: ‘Dios, sé propicio a mí, que soy pecador’. 14 Les digo que este descendió a casa justificado en lugar del primero. Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Jesús bendice a los niños

15 También le presentaban los niños pequeños para que los tocara. Y los discípulos, al ver esto, les reprendían. 16 Pero Jesús los llamó diciendo: “Dejen a los niños venir a mí y no les impidan porque de los tales es el reino de Dios. 17 De cierto les digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en él”.

Jesús y el joven rico

18 Le preguntó cierto hombre principal, diciendo:

—Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?

19 Y Jesús le dijo:

—¿Por qué me llamas “bueno”? Ninguno es bueno sino solo uno, Dios. 20 Tú conoces los mandamientos: No cometas adulterio, no cometas homicidio, no robes, no digas falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre[ab].

21 Entonces él le dijo:

—Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

22 Jesús, al oírlo, le dijo:

—Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

23 Entonces él, al oír estas cosas, se entristeció mucho porque era muy rico.

El peligro de las riquezas

24 Jesús, al ver que se había entristecido mucho, dijo:

—¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25 Porque más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.

26 Los que oyeron esto dijeron:

—¿Y quién podrá ser salvo?

27 Él les dijo:

—Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

28 Entonces Pedro dijo:

—He aquí, nosotros hemos dejado lo nuestro y te hemos seguido.

29 Y él les dijo:

—De cierto les digo que no hay nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por causa del reino de Dios, 30 que no haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en la edad venidera la vida eterna.

Jesús anuncia su muerte y victoria

31 Jesús, tomando a los doce, les dijo:

—He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. 32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, injuriado y escupido. 33 Después que lo hayan azotado, lo matarán; pero al tercer día resucitará.

34 Sin embargo, ellos no entendían nada de esto. Esta palabra les estaba encubierta, y no entendían lo que se les decía.

Jesús sana a un ciego en Jericó

35 Aconteció, al acercarse Jesús a Jericó, que un ciego estaba sentado junto al camino mendigando. 36 Este, como oyó pasar a la multitud, preguntó qué era aquello. 37 Y le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret. 38 Entonces él gritó diciendo:

—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara pero él clamaba con mayor insistencia:

—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

40 Entonces Jesús se detuvo, mandó que se lo trajeran y, cuando llegó, le preguntó 41 diciendo:

—¿Qué quieres que te haga?

Y él dijo:

—Señor, que yo recobre la vista.

42 Jesús le dijo:

—Recobra la vista; tu fe te ha salvado.

43 Inmediatamente recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, dio alabanza a Dios.

Jesús y Zaqueo

19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad. Y he aquí, un hombre llamado Zaqueo, que era un principal de los publicanos y era rico, procuraba ver quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud porque era pequeño de estatura. Entonces corrió delante y subió a un árbol sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzando la vista lo vio y le dijo:

—Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa.

Entonces él descendió aprisa y lo recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a alojarse en la casa de un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:

—He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y, si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

Jesús le dijo:

—Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola del dinero

11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios. 12 Dijo, pues: “Cierto hombre de noble estirpe partió a un país lejano para recibir un reino y volver. 13 Entonces llamó a diez siervos suyos y les dio mucho dinero[ac] diciéndoles: ‘Negocien hasta que yo venga’.

14 “Pero sus ciudadanos lo aborrecían, y enviaron tras él una embajada diciendo: ‘No queremos que este reine sobre nosotros’.

15 “Aconteció que, cuando él volvió después de haber tomado el reino, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero para saber lo que habían negociado. 16 Vino el primero y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido diez veces más’. 17 Y él le dijo: ‘Muy bien, buen siervo; puesto que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades’. 18 Vino el segundo y dijo: ‘Señor, tu dinero ha hecho cinco veces más’. 19 También a este le dijo: ‘Tú también estarás sobre cinco ciudades’. 20 Y vino otro y dijo: ‘Señor, he aquí tu dinero, el cual he guardado en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste’. 22 Entonces él le dijo: ‘¡Mal siervo, por tu boca te juzgo! Sabías que yo soy hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré. 23 ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que, al venir yo, lo cobrara junto con los intereses?’. 24 Y dijo a los que estaban presentes: ‘Quítenle el dinero y denlo al que tiene más dinero’. 25 Ellos le dijeron: ‘Señor, él ya tiene mucho dinero’. 26 Él respondió: ‘Pues yo les digo que a todo el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 Pero, en cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos en mi presencia’ ”.

La entrada triunfal en Jerusalén

28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que, llegando cerca de Betfagé y Betania al monte que se llama de los Olivos, envió a dos discípulos, 30 diciendo:

—Vayan a la aldea que está frente a ustedes y, cuando entren en ella, hallarán atado un borriquillo en el cual ningún hombre ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, le responderán así: “Porque el Señor lo necesita”.

32 Los que habían sido enviados fueron y hallaron como había dicho. 33 Cuando desataban el borriquillo, sus dueños les dijeron:

—¿Por qué desatan el borriquillo?

34 Y ellos dijeron:

—Porque el Señor lo necesita.

35 Trajeron el borriquillo a Jesús y, echando sobre él sus mantos, hicieron que Jesús montara encima. 36 Y mientras él avanzaba, tendían sus mantos por el camino.

37 Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto. 38 Ellos decían:

—¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor![ad]. ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!

39 Entonces, algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:

—Maestro, reprende a tus discípulos.

40 Él respondió diciéndoles:

—Les digo que si estos callan, las piedras gritarán.

41 Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella 42 diciendo:

—¡Oh, si conocieras tú también, por lo menos en este tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán sobre ti días en que tus enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados te apretarán. 44 Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús purifica el templo

45 Cuando entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían[ae] 46 diciéndoles:

—Escrito está: Mi casa es casa de oración[af] pero ustedes la han hecho cueva de ladrones[ag].

47 Enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes y los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Pero no hallaban manera de hacerle algo porque el pueblo lo escuchaba con mucha atención.

La autoridad de Jesús

20 Aconteció un día que, estando Jesús enseñando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, y le hablaron diciendo:

—Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que te dio esta autoridad?

Entonces respondió y les dijo:

—Yo también les haré una pregunta. Respóndanme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?

Ellos razonaban entre sí diciendo:

—Si decimos “del cielo” dirá: “¿Por qué, pues, no le creyeron?”. Y si decimos “de los hombres…” todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era profeta.

Respondieron, pues, que no sabían de dónde era. Entonces Jesús les dijo:

—Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los labradores malvados

Entonces comenzó a decir al pueblo esta parábola:

—Cierto hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se fue lejos por mucho tiempo. 10 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores para que le dieran del fruto de la viña. Pero los labradores lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 11 Y volvió a enviar otro siervo, pero también a este, golpeándolo y afrentándolo, lo enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo, pero también a este echaron, herido.

13 »Entonces el dueño de la viña dijo: “¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás a este le tendrán respeto”. 14 Pero los labradores, al verlo, razonaron entre sí diciendo: “Este es el heredero. Matémoslo, para que la heredad sea nuestra”. 15 Y echándolo fuera de la viña, lo mataron.

»¿Qué, pues, les hará el dueño de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores y dará su viña a otros.

Cuando ellos lo oyeron, dijeron:

—¡Nunca suceda tal cosa!

17 Pero él, mirándolos, les dijo:

—¿Qué, pues, es esto que está escrito:

La piedra que desecharon

los edificadores,

esta fue hecha

cabeza del ángulo?[ah].

18 Cualquiera que caiga sobre aquella piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga.

19 En aquella hora los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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