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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Crónicas 7:11-23:15

Pacto de Dios con Salomón

11 Salomón acabó la casa del SEÑOR y la casa del rey, y todo lo que Salomón se había propuesto en su corazón hacer en la casa del SEÑOR y en su propia casa resultó bien. 12 Entonces el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: “Yo he escuchado tu oración y he elegido para mí este lugar como casa para los sacrificios. 13 Si cierro los cielos de modo que no haya lluvia, o si mando la langosta para que devore la tierra, o si envío peste a mi pueblo; 14 si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.

15 “Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración hecha en este lugar. 16 Ahora he elegido y he santificado esta casa para que esté allí mi nombre para siempre. Mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días. 17 Y en cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo tu padre David, haciendo todas las cosas que te he mandado y guardando mis leyes y mis decretos, 18 entonces estableceré el trono de tu reino como prometí a tu padre David, diciendo: ‘No te faltará un hombre que gobierne en Israel’. 19 Pero si ustedes se vuelven y abandonan mis estatutos y mis mandamientos que he puesto delante de ustedes, y se van y sirven a otros dioses y los adoran, 20 entonces los[a] arrancaré de mi suelo que les[b] he dado. Y esta casa que he santificado a mi nombre, la apartaré de mi presencia, y la convertiré en refrán y escarnio entre todos los pueblos. 21 En cuanto a esta casa, que es sublime, todo el que pase por ella se asombrará y preguntará: ‘¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra y a esta casa?’. 22 Y responderán: ‘Porque abandonaron al SEÑOR, Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y se aferraron a adorar y servir a otros dioses. Por eso él ha traído sobre ellos todo este mal’”.

Otras obras de Salomón

Aconteció al cabo de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa del SEÑOR y su propia casa, que Salomón reedificó las ciudades que le había dado Hiram, y estableció allí a los hijos de Israel.

Después Salomón fue a Hamat de Soba y se apoderó de ella. También reedificó Tadmor en el desierto, y todas las ciudades almacenes que había edificado en Hamat.

Después reedificó Bet-jorón Alta y Bet-jorón Baja, ciudades fortificadas con murallas, puertas y cerrojos; Baalat y todas las ciudades almacenes que tenía Salomón, todas las ciudades para los carros y las ciudades para los jinetes; todo lo que Salomón se propuso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra bajo su dominio.

A todo el pueblo que había quedado de los heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos (que no eran de Israel, sino sus descendientes que habían quedado después de ellos en la tierra, a quienes los hijos de Israel no destruyeron), Salomón los sometió a tributo laboral, hasta el día de hoy.

Pero a ninguno de los hijos de Israel sometió a servidumbre para sus obras; porque ellos eran hombres de guerra, jefes de sus comandantes, jefes de sus carros y sus jinetes. 10 Estos jefes de los oficiales que tenía el rey Salomón eran doscientos cincuenta, los cuales mandaban sobre aquella gente.

11 Salomón también trasladó a la hija del faraón de la Ciudad de David a la casa que le había edificado, porque dijo: “Ninguna mujer mía ha de vivir en la casa de David, rey de Israel, pues aquellas habitaciones donde ha entrado el arca del SEÑOR son sagradas”.

12 Entonces Salomón ofreció holocaustos al SEÑOR sobre el altar del SEÑOR que había edificado delante del pórtico, 13 para que se ofreciera cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los sábados, en las lunas nuevas y en las tres festividades anuales: en la fiesta de los Panes sin levadura, en la fiesta de Pentecostés y en la fiesta de los Tabernáculos.

14 También constituyó los grupos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a lo establecido por su padre David. Constituyó a los levitas según sus turnos, para alabar y servir frente a los sacerdotes, haciendo cada cosa en su día. Lo mismo a los porteros según sus grupos, en cada puerta, porque así lo había mandado David, hombre de Dios. 15 No se apartaron del mandato del rey con relación a los sacerdotes y a los levitas en ningún asunto, incluyendo el de los tesoros. 16 Así fue ejecutada toda la obra de Salomón desde[c] el día en que fueron puestos los cimientos de la casa del SEÑOR, hasta acabarla. Así quedó terminada la casa del SEÑOR.

17 Entonces Salomón fue a Ezión-geber y a Eilat, a orillas del mar, en la tierra de Edom. 18 E Hiram le envió, por medio de sus servidores, barcos y siervos conocedores del mar. Estos fueron con los siervos de Salomón a Ofir y tomaron de allí quince mil kilos de oro, y los llevaron al rey Salomón.

La reina de Saba visita a Salomón

La reina de Saba oyó de la fama de Salomón y vino a Jerusalén con un gran séquito, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón. Y Salomón respondió a todas sus preguntas; ninguna cosa hubo tan difícil que Salomón no le pudiera responder.

La reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, los manjares de su mesa, las sillas de sus servidores, la presentación y las vestiduras de sus siervos, sus coperos y sus vestiduras, y los holocaustos[d]que él ofrecía en la casa del SEÑOR; y se quedó sin aliento. Entonces dijo al rey: “¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría! Yo no creía sus palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. Tú superas la fama que yo había oído. ¡Dichosos tus hombres, y dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabiduría! ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en su trono como rey para el SEÑOR tu Dios! Porque tu Dios ama a Israel para hacerlo firme para siempre, te ha constituido como su rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia”.

Entonces ella dio al rey cuatro mil kilos de oro, una gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca hubo especias aromáticas como las que la reina de Saba dio al rey Salomón.

10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que traían oro de Ofir, trajeron madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Y el rey hizo con la madera de sándalo graderías para la casa del SEÑOR y para la casa del rey, además de arpas y liras para los músicos. Nunca antes en la tierra de Judá se habían visto cosas semejantes.

12 El rey Salomón dio a la reina de Saba todo lo que ella quiso pedirle, más de lo que ella había llevado al rey. Entonces ella se volvió y regresó a su tierra, con sus servidores.

Esplendor y sabiduría de Salomón

13 El peso del oro que le venía a Salomón cada año era de veintiún mil kilos de oro, 14 aparte del de los mercaderes y de los comerciantes importadores. También todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país traían oro y plata a Salomón.

15 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro trabajado. En cada escudo empleó seis kilos y medio de oro trabajado. 16 También hizo otros trescientos escudos pequeños de oro trabajado. En cada escudo empleó tres kilos y medio de oro. Y el rey los puso en la Casa del Bosque del Líbano.

17 El rey también hizo un gran trono de marfil, y lo recubrió de oro puro. 18 El trono tenía seis gradas y un estrado recubierto de oro fijado al trono. A ambos lados, junto al asiento, tenía soportes para los brazos, y junto a los brazos había dos leones de pie. 19 Había también allí doce leones de pie, uno a cada lado de las seis gradas. Jamás se hizo algo semejante para ningún reino.

20 Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. En los días de Salomón la plata no era estimada para nada. 21 Porque los barcos del rey iban a Tarsis con los siervos de Hiram; y una vez cada tres años venían los barcos de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 El rey Salomón superaba a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría. 23 Y todos los reyes de la tierra procuraban estar en la presencia de Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. 24 Año tras año cada uno de ellos le llevaba su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.

25 Salomón tenía cuatro mil establos para los caballos y los carros. También tenía doce mil jinetes, a los cuales puso en las ciudades de los carros, y en Jerusalén junto al rey. 26 Él gobernaba sobre todos los reyes, desde el Río hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera con Egipto.

27 El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como las piedras, y que el cedro fuera tan abundante como los sicómoros que hay en la Sefela.

28 También importaban caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países.

Muerte de Salomón

29 Los demás hechos de Salomón, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en las palabras del profeta Natán, en la profecía de Ajías de Silo y en las visiones del vidente Ido acerca de Jeroboam hijo de Nabat? 30 Salomón reinó cuarenta años en Jerusalén sobre todo Israel. 31 Salomón reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su padre. Y su hijo Roboam reinó en su lugar.

La división del reino

10 Entonces Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para proclamarle rey. Y sucedió que cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat (quien estaba en Egipto, adonde había huido a causa del rey Salomón), Jeroboam volvió de Egipto. Entonces mandaron a llamarlo y Jeroboam vino con todo Israel, y hablaron a Roboam diciendo:

—Tu padre agravó nuestro yugo; pero ahora, alivia tú el duro trabajo y el pesado yugo que tu padre puso sobre nosotros, y te serviremos.

Él les dijo:

—Vuelvan a mí dentro de tres días.

El pueblo se fue. Entonces el rey Roboam consultó a los ancianos que habían servido a su padre Salomón, cuando aún vivía, y les preguntó:

—¿Cómo aconsejan ustedes que yo responda a este pueblo?

Y ellos le respondieron diciendo:

—Si tratas bien a este pueblo, y los aceptas y les hablas buenas palabras, ellos serán tus siervos para siempre.

Pero él dejó de lado el consejo que le habían dado los ancianos, y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio. Les preguntó:

—¿Qué aconsejan ustedes que respondamos a este pueblo que me ha hablado diciendo: “Alivia el yugo que tu padre puso sobre nosotros”?

10 Entonces los jóvenes que se habían criado con él le contestaron diciendo:

—Así responderás al pueblo que ha hablado contigo, diciendo: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo; pero tú, hazlo más liviano sobre nosotros”; así les dirás: “Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre. 11 Ahora bien, mi padre cargó sobre ustedes un pesado yugo; pero yo añadiré a su yugo. Mi padre los castigó con látigos; pero yo, con escorpiones”.

12 Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, como el rey había hablado diciendo: “Vuelvan a mí al tercer día”. 13 Entonces el rey les respondió con dureza. El rey Roboam dejó de lado el consejo de los ancianos, 14 y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes, diciendo:

—Mi padre hizo pesado[e] su yugo, pero yo añadiré a su yugo. Mi padre los castigó con látigos, pero yo, con escorpiones.

15 El rey no hizo caso del pueblo, porque esto estaba dispuesto de parte de Dios, para que el SEÑOR cumpliera la palabra que había hablado a Jeroboam hijo de Nabat, por medio de Ajías de Silo. 16 Y viendo[f] todo Israel que el rey no les había hecho caso, el pueblo respondió al rey diciendo:

—¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Isaí! ¡Israel, cada uno a su morada! ¡Mira ahora por tu propia casa, oh David!

Entonces todo Israel se fue a sus moradas, 17 pero Roboam reinó sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá. 18 Después el rey Roboam envió a Adoniram[g], que estaba a cargo del tributo laboral; pero los hijos de Israel lo apedrearon, y murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subir en un carro para huir a Jerusalén. 19 Así se rebeló Israel contra la casa de David, hasta el día de hoy.

Roboam desiste de atacar a Israel

11 Entonces Roboam llegó a Jerusalén y reunió a los de la casa de Judá y de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros escogidos, a fin de combatir contra Israel y devolver el reino a Roboam. Pero la palabra del SEÑOR vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo: “Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas que están en Judá y Benjamín, diciendo que así ha dicho el SEÑOR: ‘No suban ni combatan contra sus hermanos. Vuélvanse cada uno a su casa, porque de parte mía ha sucedido esto’”.

Ellos escucharon las palabras del SEÑOR y desistieron de ir contra Jeroboam.

Roboam fortifica Judá y Benjamín

Roboam habitó en Jerusalén y reedificó ciudades para la defensa de Judá. Reedificó Belén, Etam, Tecoa, Betsur, Soco, Adulam, Gat, Maresa, Zif, Adoraim, Laquis, Azeca, 10 Zora, Ajalón y Hebrón, ciudades fortificadas en Judá y en Benjamín. 11 También reforzó las fortificaciones y puso en ellas comandantes, provisiones, aceite y vino. 12 Proveyó escudos y lanzas a todas las ciudades, y las fortificó en gran manera. Así Judá y Benjamín le estaban sujetos.

Migración de los fieles a Jerusalén

13 Los sacerdotes y los levitas que estaban en todo Israel se pasaron a Roboam desde todo su territorio. 14 Los levitas abandonaban sus campos y sus posesiones, y se iban a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos los habían excluido de servir al SEÑOR como sacerdotes. 15 Más bien, estableció sus propios sacerdotes para los lugares altos, para los demonios y para los becerros que había hecho.

16 Tras ellos llegaron también personas de todas las tribus de Israel, que habían decidido en su corazón buscar al SEÑOR Dios de Israel. Ellos fueron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al SEÑOR, Dios de sus padres. 17 Así fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam hijo de Salomón durante tres años, porque tres años anduvieron en los caminos de David y de Salomón.

La familia de Roboam

18 Roboam tomó por mujer a Majalat hija de Jerimot, hijo de David, y de Abihaíl hija de Eliab, hijo de Isaí, 19 la cual le dio a luz estos hijos: Jeús, Semarías y Zaham. 20 Después de ella tomó a Maaca hija de Absalón, la cual le dio a luz a Abías, a Atai, a Ziza y a Selomit. 21 Roboam amaba a Maaca hija de Absalón más que a todas sus otras mujeres y concubinas; pues él tomó dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.

22 Roboam puso a Abías, hijo de Maaca, como jefe y príncipe entre sus hermanos, a fin de proclamarlo rey. 23 Pero con prudencia dispersó al resto de sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por todas las ciudades fortificadas, dándoles abundantes provisiones. Y les buscó muchas mujeres.

Roboam y la invasión de Sisac

12 Cuando se consolidó y se fortaleció el reino de Roboam, este abandonó la ley del SEÑOR, y todo Israel con él. Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam, por cuanto se habían rebelado contra el SEÑOR, subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén, con mil doscientos carros, sesenta mil jinetes y gente innumerable que venía con él de Egipto: libios, suquienos y etíopes. Tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.

Entonces el profeta Semaías fue a Roboam y a los gobernadores de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo:

—Así ha dicho el SEÑOR: “Ustedes me han abandonado; por tanto, yo también los he abandonado en mano de Sisac”.

Los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron:

—Justo es el SEÑOR.

Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo:

—Se han humillado; no los destruiré. Les daré alguna liberación, y mi ira no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. No obstante, serán sus siervos, para que sepan distinguir entre servirme a mí y servir a los reinos de otras tierras.

Entonces Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros de la casa del rey; todo lo tomó. También tomó los escudos de oro que había hecho Salomón. 10 En lugar de ellos, el rey Roboam hizo escudos de bronce y los entregó a la custodia de los jefes de la escolta, que guardaban la entrada de la casa del rey. 11 Y sucedía que cuantas veces el rey entraba en la casa del SEÑOR, los de la escolta venían y los llevaban, y después los volvían a poner en la cámara de los de la escolta.

12 Como Roboam se había humillado, la ira del SEÑOR se apartó de él para no destruirlo del todo. Además, en Judá las cosas marchaban bien. 13 El rey Roboam se hizo fuerte en Jerusalén y reinó. Roboam tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el SEÑOR había elegido de entre todas las tribus de Israel para poner allí su nombre. El nombre de su madre era Naama la amonita.

14 Roboam hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar al SEÑOR. 15 Los hechos de Roboam, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en las crónicas del profeta Semaías y del vidente Ido acerca del registro familiar? Hubo guerra constante entre Roboam y Jeroboam. 16 Roboam reposó con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Abías reinó en su lugar.

Abías rey de Judá

13 En el año dieciocho del rey Jeroboam comenzó a reinar Abías sobre Judá, y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre era Maaca[h] hija de Uriel, de Gabaa.

Hubo guerra entre Abías y Jeroboam. Abías dispuso la batalla con un ejército de cuatrocientos mil hombres de guerra escogidos. Jeroboam preparó la batalla contra él con ochocientos mil hombres escogidos y valientes.

Abías se levantó sobre el monte Zemaraim, que está en la región montañosa de Efraín, y dijo: “Óiganme, Jeroboam y todo Israel: ¿No saben ustedes que el SEÑOR Dios de Israel dio a David el reinado sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, mediante un pacto de sal? Pero Jeroboam hijo de Nabat, servidor de Salomón hijo de David, se levantó y se rebeló contra su señor. Con él se agruparon hombres ociosos y perversos, que pudieron más que Roboam hijo de Salomón, pues Roboam era joven e inmaduro de corazón, y no se mantuvo fuerte ante ellos. Y ahora ustedes tratan de resistir al reinado del SEÑOR que está en manos de los hijos de David, porque son muchos y tienen con ustedes los becerros de oro que Jeroboam les hizo como dioses. ¿No han excluido a los sacerdotes del SEÑOR, los hijos de Aarón, y a los levitas, y se han hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras? Cualquiera que venga a consagrarse con un becerro y siete carneros se convierte en sacerdote de lo que no es Dios. 10 Pero en cuanto a nosotros, el SEÑOR es nuestro Dios, y no lo hemos abandonado. Los sacerdotes que sirven al SEÑOR son los hijos de Aarón, y los levitas están en la obra. 11 Ellos ofrecen al SEÑOR los holocaustos cada mañana y cada tarde, queman el incienso aromático, hacen la presentación del pan sobre la mesa limpia y encienden el candelabro de oro con sus lámparas, para que ardan cada noche. Nosotros guardamos la ordenanza del SEÑOR nuestro Dios, pero ustedes lo han abandonado. 12 He aquí que Dios está con nosotros, a la cabeza, y sus sacerdotes tienen las trompetas de estrépito para tocar contra ustedes. ¡Oh hijos de Israel, no luchen contra el SEÑOR, Dios de sus padres; porque no les irá bien!”.

13 Pero Jeroboam puso una emboscada a fin de alcanzarlos por la retaguardia, de manera que estaban frente a Judá, pero tenían la emboscada a espaldas de ellos. 14 Judá se volvió, y he aquí que tenían la batalla por delante y por detrás. Entonces clamaron al SEÑOR, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15 Los hombres de Judá gritaron con estruendo; y sucedió que mientras gritaban los hombres de Judá, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá. 16 Los hijos de Israel huyeron delante de Judá, y Dios los entregó en su mano. 17 Abías y su gente les ocasionaron una gran derrota, y de Israel cayeron muertos quinientos mil hombres escogidos. 18 Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo, pero los hijos de Judá se hicieron fuertes, porque se apoyaban en el SEÑOR, Dios de sus padres.

19 Abías persiguió a Jeroboam y le tomó las ciudades de Betel con sus aldeas, Jesana con sus aldeas y Efrón[i] con sus aldeas. 20 Jeroboam no recuperó su poderío en los días de Abías. Después el SEÑOR lo hirió, y murió. 21 Pero Abías se hizo fuerte. Tomó para sí catorce mujeres, y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas.

22 Los demás hechos de Abías, sus caminos y sus palabras están escritos en la historia del profeta Ido.

14 Abías reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David. Y su hijo Asa reinó en su lugar, en cuyos días la tierra tuvo tranquilidad durante diez años.

Asa, rey de Judá

Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del SEÑOR su Dios. Quitó los altares de culto extraño y los lugares altos, rompió las piedras rituales y quebró los árboles rituales de Asera. Mandó a los de Judá que buscaran al SEÑOR, Dios de sus padres, y que pusieran por obra la ley y los mandamientos. Quitó los lugares altos y los altares de incienso de todas las ciudades de Judá.

El reino estuvo en calma bajo él, y edificó ciudades fortificadas en Judá, porque había tranquilidad en la tierra. En aquellos años no había guerra contra él, porque el SEÑOR le había dado reposo. Por tanto, dijo a Judá: “Edifiquemos estas ciudades y rodeémoslas de murallas, torres, puertas y cerrojos, mientras la tierra esté ante nosotros, porque hemos buscado al SEÑOR nuestro Dios. Lo hemos buscado, y él nos ha dado reposo por todas partes”. Entonces edificaron y fueron prosperados.

Asa tuvo un ejército de trescientos mil de Judá, que llevaba escudos grandes y lanzas; también tuvo doscientos ochenta mil de Benjamín, quienes llevaban escudos pequeños y disparaban con el arco. Todos eran hombres valientes.

Zéraj el etíope salió contra ellos con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresa. 10 Asa salió contra él, y dispusieron la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa. 11 Asa invocó al SEÑOR su Dios, diciendo: “¡Oh SEÑOR, no hay otro como tú para ayudar tanto al poderoso como al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh SEÑOR, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos contra esta multitud. ¡Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre!”.

12 Entonces el SEÑOR desbarató a los etíopes delante de Asa y de Judá, y los etíopes huyeron. 13 Asa y la gente que estaba con él los persiguieron hasta Gerar. Cayeron tantos de los etíopes que no quedaron sobrevivientes de ellos, porque fueron destrozados delante del SEÑOR y de su ejército, y les tomaron un gran botín. 14 Atacaron también todas las ciudades de los alrededores de Gerar, porque el terror del SEÑOR había caído sobre estas. Saquearon todas las ciudades, porque en ellas había mucho botín. 15 Asimismo, cayeron sobre las tiendas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos. Luego volvieron a Jerusalén.

Pacto de Asa con el SEÑOR

15 Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded, quien salió al encuentro de Asa y le dijo: “Óiganme, Asa y todo Judá y Benjamín: El SEÑOR estará con ustedes cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él se dejará hallar; pero si lo abandonan él los abandonará. Por mucho tiempo estuvo Israel sin el Dios verdadero, sin sacerdote que les enseñara, y sin ley. Pero cuando en su tribulación se volvieron al SEÑOR Dios de Israel y lo buscaron, él se dejó hallar por ellos. En aquellos tiempos no había paz ni para el que salía ni para el que entraba, porque había muchas aflicciones sobre todos los habitantes de los países. Una nación era destruida por otra nación, y una ciudad por otra ciudad, porque Dios los turbaba con toda clase de calamidades. Pero ustedes, esfuércense; no desfallezcan sus manos, porque su obra tiene recompensa”.

Cuando Asa oyó estas palabras y la profecía del profeta Oded, tomó ánimo y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, así como de las ciudades que él había tomado en la región montañosa de Efraín. También reparó el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico de la casa[j] del SEÑOR. Después reunió a todo Judá y Benjamín, y a los que residían con ellos de Efraín, Manasés y Simeón; pues muchos de Israel se habían pasado a él, al ver que el SEÑOR su Dios estaba con él.

10 Se reunieron, pues, en Jerusalén en el mes tercero[k] del año quince del reinado de Asa. 11 Aquel día ofrecieron como sacrificio al SEÑOR, del botín que habían traído, setecientas vacas y siete mil ovejas. 12 Luego hicieron un pacto prometiendo que buscarían al SEÑOR, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma; 13 y que todo el que no buscara al SEÑOR Dios de Israel muriera, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14 Y lo juraron al SEÑOR en voz alta y con júbilo, al son de trompetas y de cornetas. 15 Todos los de Judá se alegraron por dicho juramento, porque juraron con todo su corazón. Así buscaron al SEÑOR con toda su voluntad, y él se dejó hallar por ellos. Y el SEÑOR les dio reposo por todas partes.

16 También depuso a Maaca, madre del rey Asa, de ser reina madre, porque ella había hecho una monstruosa imagen de Asera. Asa destruyó la monstruosa imagen, la desmenuzó y la quemó junto al arroyo de Quedrón. 17 Aunque no quitó de Israel los lugares altos, sin embargo, el corazón de Asa fue íntegro todos sus días. 18 Él introdujo en la casa de Dios lo que había consagrado su padre y lo que él mismo había consagrado: plata, oro y utensilios.

Pacto de Asa con Ben-hadad

19 No hubo guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asa.

16 Pero en el año treinta y seis del reinado de Asa, Baasa rey de Israel subió contra Judá y estaba reedificando Ramá para no dejar que ninguno tuviera acceso a Asa, rey de Judá. Entonces Asa sacó plata y oro de los tesoros de la casa del SEÑOR y de la casa del rey, y los envió a Ben-hadad, rey de Siria, que habitaba en Damasco, diciendo: “Haya alianza entre tú y yo, como la había entre mi padre y tu padre. He aquí, yo te envío plata y oro; ve y anula tu alianza con Baasa, rey de Israel, para que él se retire de mí”.

Ben-hadad consintió con el rey Asa. Envió contra las ciudades de Israel a los jefes de sus ejércitos, y atacaron Ijón, Dan, Abel-maim y todas las ciudades almacenes de Neftalí.

Cuando Baasa oyó esto, dejó de reedificar Ramá e hizo cesar su obra. Entonces el rey Asa trajo a todo Judá, y se llevaron las piedras y la madera de Ramá, con que Baasa edificaba. Y con ellas reedificó Geba y Mizpa.

En aquel tiempo el vidente Hanani fue a Asa, rey de Judá, y le dijo: “Por haberte apoyado en el rey de Siria y no haberte apoyado en el SEÑOR tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria se ha escapado de tu mano. ¿No eran los etíopes y los libios un ejército numerosísimo, con muchos carros y jinetes? Con todo, porque te apoyaste en el SEÑOR, él los entregó en tu mano. Porque los ojos del SEÑOR recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen un corazón íntegro para con él. Locamente has actuado en esto, y de ahora en adelante habrá guerras contra ti”.

10 Asa se enojó contra el vidente y lo puso en la cárcel, porque se encolerizó contra él por esto. En aquel tiempo también maltrató a algunos del pueblo.

Últimos años y muerte de Asa

11 He aquí que los hechos de Asa, los primeros y los últimos, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 12 En el año treinta y nueve de su reinado Asa se enfermó de los pies. Su enfermedad fue muy grave; pero aun en su enfermedad no consultó al SEÑOR, sino a los médicos. 13 Asa reposó con sus padres y murió en el año cuarenta y uno de su reinado, 14 y lo sepultaron en el sepulcro que él había cavado para sí en la Ciudad de David. Lo recostaron en un féretro, el cual llenaron de especias aromáticas y de todo tipo de ungüentos y mezclas de ungüentos, e hicieron una gran hoguera en su honor.

El rey Josafat y sus reformas

17 En lugar de Asa reinó su hijo Josafat, quien se hizo fuerte contra Israel. Puso tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y puso destacamentos en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.

El SEÑOR estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de su padre David, y no acudió a los Baales. Más bien, buscó al Dios de su padre, andando según sus mandamientos y no según las obras de Israel. Por eso el SEÑOR afirmó el reino en su mano. Todo Judá daba presentes a Josafat, y él tuvo riquezas y gloria en abundancia. Elevó su corazón hacia los caminos del SEÑOR, y quitó otra vez de Judá los lugares altos y los árboles rituales de Asera.

En el tercer año de su reinado envió a sus magistrados —Benjail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías—, para que enseñaran en las ciudades de Judá. Y con ellos, a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tob-adonías; y con los levitas, a los sacerdotes Elisama y Joram. Ellos enseñaron en Judá, llevando consigo el libro de la Ley del SEÑOR. E hicieron una gira por todas las ciudades de Judá, instruyendo al pueblo.

10 El temor del SEÑOR cayó sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no hicieron guerra contra Josafat. 11 Algunos de los filisteos traían a Josafat presentes y tributos de plata. También los árabes le llevaban ganado: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. 12 Josafat se fue engrandeciendo más y más, y edificó en Judá fortalezas y ciudades almacenes. 13 Tenía muchas provisiones en las ciudades de Judá.

Él tenía en Jerusalén guerreros y hombres valientes. 14 Esta era la lista de ellos, según sus casas paternas:

Los jefes de millares de Judá: el jefe Adnas, y con él, trescientos mil hombres valientes. 15 A su lado, el jefe Johanán, y con él, doscientos ochenta mil. 16 A su lado, Amasías hijo de Zicri, que se había ofrecido voluntariamente al SEÑOR, y con él, doscientos mil hombres valientes.

17 Los de Benjamín: Eliada, un hombre valiente, y con él, doscientos mil hombres armados de arco y escudo. 18 A su lado, Jozabad, y con él, ciento ochenta mil hombres listos para la guerra. 19 Estos eran servidores del rey, sin contar los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas, por todo Judá.

Josafat y Acab van contra los sirios

18 Josafat tenía riquezas y gloria en abundancia, y emparentó con Acab. Después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab, por lo que Acab mató muchas ovejas y vacas para él y para la gente que estaba con él. Y lo persuadió a que subiera con él[l] a Ramot de Galaad. Acab, rey de Israel, preguntó a Josafat, rey de Judá:

—¿Irás conmigo a Ramot de Galaad?

Y él le respondió:

—Yo soy como eres tú, y mi pueblo como tu pueblo. Iremos contigo a la guerra.

Además, Josafat dijo al rey de Israel:

—Por favor, consulta hoy la palabra del SEÑOR.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, a cuatrocientos hombres, y les preguntó:

—¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré?

Ellos respondieron:

—Sube, porque Dios la entregará en mano del rey.

Entonces preguntó Josafat:

—¿No hay aquí todavía algún profeta del SEÑOR, para que consultemos por medio de él?

El rey de Israel respondió a Josafat:

—Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar al SEÑOR; pero yo lo aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal, todos sus días. Es Micaías hijo de Imla.

Josafat respondió:

—No hable así el rey.

Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo:

—Trae pronto a Micaías hijo de Imla.

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados, cada uno en su trono, en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos. 10 Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro y decía:

—Así ha dicho el SEÑOR: “¡Con estos embestirás a los sirios, hasta acabar con ellos!”.

11 Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo:

—Sube a Ramot de Galaad y triunfa, porque el SEÑOR la entregará en mano del rey.

12 El mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló diciendo:

—He aquí, las palabras de los profetas unánimemente anuncian el bien al rey. Sea, pues, tu palabra como la de uno de ellos, y anuncia el bien.

13 Pero Micaías respondió:

—¡Vive el SEÑOR, que lo que mi Dios me diga, eso hablaré!

Llegó al rey, 14 y el rey le preguntó:

—Micaías, ¿iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré?

Él respondió:

—Suban y triunfen, porque serán entregados en su mano.

15 El rey le dijo:

—¿Cuántas veces tengo que hacerte jurar que no me digas sino la verdad en el nombre del SEÑOR?

16 Entonces respondió:

—He visto a todo Israel dispersado por los montes como ovejas que no tienen pastor. Y el SEÑOR dijo: “Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz”.

17 Entonces el rey de Israel dijo a Josafat:

—¿No te dije que no profetizaría acerca de mí el bien, sino el mal?

18 Luego dijo Micaías:

—Escuchen, pues, la palabra del SEÑOR: Yo he visto al SEÑOR sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba de pie a su derecha y a su izquierda. 19 Entonces el SEÑOR preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?”. Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera. 20 Entonces salió un espíritu, se puso delante del SEÑOR y dijo: “Yo lo induciré”. El SEÑOR le preguntó: “¿De qué manera?”. 21 Y él respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas”. Y el SEÑOR dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así”. 22 Ahora pues, he aquí que el SEÑOR ha puesto un espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas, porque el SEÑOR ha decretado el mal con respecto a ti.

23 Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciéndole:

—¿Por qué camino se apartó de mí el Espíritu del SEÑOR, para hablarte a ti?

24 Y Micaías respondió:

—¡He aquí, tú lo verás aquel día, cuando te metas de cuarto en cuarto para esconderte!

25 Entonces dijo el rey de Israel:

—Tomen a Micaías y háganlo volver a Amón, alcalde de la ciudad, y a Joás, hijo del rey. 26 Y diles: “El rey ha dicho así: ‘Pongan a este en la cárcel y manténganlo con una escasa ración de pan y de agua, hasta que yo vuelva en paz’”.

27 Y Micaías dijo:

—Si logras volver en paz, el SEÑOR no ha hablado por medio de mí. —Y añadió—: ¡Óiganlo, pueblos todos!

28 El rey de Israel subió con Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad. 29 El rey de Israel dijo a Josafat:

—Yo me disfrazaré y entraré en la batalla; pero tú, vístete con tus vestiduras.

Entonces el rey de Israel se disfrazó, y entraron en la batalla.

Derrota de Israel y muerte de Acab

30 Ahora bien, el rey de Siria había mandado a los jefes de los carros que tenía, diciendo: “No luchen contra chico ni contra grande, sino solo contra el rey de Israel”. 31 Y sucedió que cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron:

—¡Este es el rey de Israel!

Entonces se dirigieron hacia él para atacarlo pero Josafat gritó, y el SEÑOR le ayudó. Dios los desvió de él. 32 Y sucedió que al ver los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él. 33 Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura y la coraza. Y él dijo al que guiaba el carro:

—¡Da la vuelta y sácame de la batalla[m], porque he sido herido!

34 La batalla arreció aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en pie en el carro, frente a los sirios, hasta el atardecer. Y murió al ponerse el sol.

19 Josafat, rey de Judá, volvió en paz a su casa en Jerusalén. Pero el vidente Jehú hijo de Hanani le salió al encuentro y dijo al rey Josafat:

—¿Das ayuda al impío y amas a los que aborrecen al SEÑOR? Por esto, la ira del SEÑOR será contra ti. Sin embargo, se han hallado en ti cosas buenas, porque has eliminado del país los árboles rituales de Asera y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios.

Política judicial de Josafat

Josafat habitaba en Jerusalén, pero volvió a salir entre el pueblo desde Beerseba hasta la región montañosa de Efraín, y los hacía volver al SEÑOR, Dios de sus padres. También estableció jueces en la tierra, de ciudad en ciudad, en todas las ciudades fortificadas de Judá.

Y dijo a los jueces: “Miren lo que hacen, porque no juzgan en lugar del hombre, sino en lugar del SEÑOR, quien estará con ustedes en materia de juicio. Ahora pues, que el temor del SEÑOR esté en ustedes. Actúen cuidadosamente, porque con el SEÑOR nuestro Dios no hay maldad ni distinción de personas ni aceptación de soborno”.

Josafat también estableció en Jerusalén a algunos de los levitas, de los sacerdotes y de los jefes de las casas paternas, para la administración de la justicia del SEÑOR y para los pleitos de los habitantes[n] de Jerusalén. Y les mandó diciendo: “Habrán de proceder con temor del SEÑOR, con fidelidad y con corazón íntegro. 10 En cualquier pleito que traigan a ustedes sus hermanos que habitan en sus ciudades (sean delitos de sangre o cuestiones de instrucción, mandamientos, leyes o decretos), han de advertirles a fin de que no pequen contra el SEÑOR y que no haya ira contra ustedes y contra sus hermanos. Al obrar de este modo, no tendrán culpabilidad. 11 He aquí que el sumo sacerdote Amarías será quien los presida en cualquier asunto del SEÑOR. Zebadías hijo de Ismael, dirigente de la tribu de Judá, los presidirá en cualquier asunto del rey. Los levitas también actuarán delante de ustedes como oficiales. Esfuércense y actúen, y el SEÑOR esté con el bueno”.

Victoria de Josafat sobre Moab y Amón

20 Aconteció después de esto que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos algunos de los amonitas[o], salieron a la guerra contra Josafat. Entonces fueron e informaron a Josafat diciendo: “Una gran multitud viene contra ti de la otra orilla del mar, de Edom[p]. Y he aquí que están en Hazezón-tamar, que es En-guedi”.

Josafat tuvo temor, se propuso consultar al SEÑOR e hizo pregonar ayuno en todo Judá. Se reunieron los de Judá para pedir socorro al SEÑOR, y de todas las ciudades de Judá vinieron para buscar al SEÑOR. Entonces Josafat se puso de pie ante la congregación de Judá y de Jerusalén, en la casa del SEÑOR, delante del atrio nuevo, y dijo: “Oh SEÑOR, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, que gobiernas en todos los reinos de las naciones y que tienes en tu mano fuerza y poder, de modo que nadie te pueda resistir? ¿No fuiste tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra de la presencia de tu pueblo Israel y la diste a la descendencia de tu amigo Abraham para siempre? Ellos han habitado en ella y han edificado allí un santuario a tu nombre, diciendo: ‘Si el mal viniera sobre nosotros (espada de juicio, peste o hambre), nos presentaremos delante de este templo y delante de ti, porque tu nombre está en este templo. A ti clamaremos en nuestra tribulación, y tú nos escucharás y librarás’.

10 “Ahora pues, he aquí que los hijos de Amón, los de Moab y los de la región montañosa de Seír (la tierra de los cuales no quisiste que Israel atravesara cuando venía de la tierra de Egipto, por lo que se apartaron de ellos y no los destruyeron); 11 he aquí que ahora ellos nos pagan viniendo a expulsarnos de la heredad que tú nos has dado en posesión. 12 Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás tú? Porque nosotros no disponemos de fuerzas contra esta multitud tan grande que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer, pero en ti ponemos nuestros ojos”.

13 Todo Judá estaba de pie delante del SEÑOR, con sus pequeños, sus mujeres y sus hijos. 14 También estaba allí Yajaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu del SEÑOR en medio de la congregación, 15 y dijo: “Oigan, todo Judá y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat, así les ha dicho el SEÑOR: ‘No teman ni desmayen delante de esta multitud tan grande, porque la batalla no será suya, sino de Dios. 16 Desciendan mañana contra ellos. He aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los encontrarán en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. 17 En esta ocasión, ustedes no tendrán que luchar. Deténganse, estense quietos y vean la victoria que el SEÑOR logrará para ustedes. ¡Oh Judá y Jerusalén, no teman ni desmayen! ¡Salgan mañana a su encuentro, y el SEÑOR estará con ustedes!’ ”.

18 Entonces Josafat inclinó su rostro a tierra. Del mismo modo, todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del SEÑOR, y adoraron al SEÑOR. 19 Luego se levantaron los levitas de los hijos de Cohat y de los hijos de Coré, para alabar con fuerte y alta voz al SEÑOR Dios de Israel.

20 Se levantaron muy de mañana y salieron hacia el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat se puso de pie y dijo: “Óiganme, Judá y habitantes de Jerusalén: ¡Crean en el SEÑOR su Dios, y estarán seguros! ¡Crean a sus profetas y serán prosperados!”.

21 Después de consultar con el pueblo, designó a algunos de ellos para que cantaran al SEÑOR y lo alabaran en la hermosura de la santidad, mientras iban delante del ejército, diciendo: “¡Alaben al SEÑOR, porque para siempre es su misericordia!”.

22 Cuando comenzaron el canto y la alabanza, el SEÑOR puso emboscadas contra los hijos de Amón, los de Moab y los de la región montañosa de Seír que habían venido contra Judá, y fueron derrotados. 23 Los hijos de Amón y de Moab se levantaron contra los de la región montañosa de Seír, para destruirlos por completo y aniquilarlos. Cuando habían acabado con los de la región montañosa de Seír, cada cual contribuyó a la destrucción de su compañero.

24 Cuando los de Judá llegaron a cierta altura que domina el desierto, miraron hacia la multitud; y he aquí que ellos yacían muertos en tierra. Ninguno había escapado. 25 Entonces Josafat y su gente fueron para despojarlos, y entre los cadáveres hallaron muchas riquezas, tanto vestidos como objetos preciosos, los que arrebataron para sí en tal cantidad que les era imposible llevar. Tres días duró el despojo, porque era mucho.

26 Al cuarto día se congregaron en el valle de Berajá. Allí bendijeron al SEÑOR; por eso llamaron el nombre de aquel lugar valle de Berajá[q], hasta hoy.

27 Todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat a la cabeza, partieron gozosos para regresar a Jerusalén; porque el SEÑOR les había dado gozo sobre sus enemigos. 28 Llegaron a Jerusalén, a la casa del SEÑOR, con liras, arpas y trompetas. 29 Y cuando oyeron que el SEÑOR había combatido contra los enemigos de Israel, el temor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquellas tierras. 30 Entonces el reino de Josafat tuvo tranquilidad, porque su Dios le dio reposo por todas partes.

Últimos años y muerte de Josafat

31 Así reinó Josafat sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre era Azuba hija de Silji.

32 Él anduvo en el camino de su padre Asa, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos del SEÑOR. 33 Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo aún no había dispuesto su corazón hacia el Dios de sus padres.

34 Los demás hechos de Josafat, los primeros y los últimos, he aquí que están escritos en las crónicas de Jehú hijo de Hanani, las cuales fueron incluidas en el libro de los reyes de Israel.

35 Pasadas estas cosas Josafat, rey de Judá, se asoció con Ocozías, rey de Israel, quien era dado a la impiedad. 36 Josafat lo hizo su socio para hacer barcos que fueran a Tarsis, y construyeron barcos en Ezión-geber. 37 Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat diciendo: “Porque te has asociado con Ocozías, el SEÑOR destruirá tus obras”. Y los barcos se destrozaron y no pudieron ir a Tarsis.

21 Josafat reposó con sus padres y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Y su hijo Joram reinó en su lugar.

Joram, rey de Judá

Joram tenía estos hermanos, hijos de Josafat: Azarías, Yejiel, Zacarías, Azariahu, Micael y Sefatías. Todos estos eran hijos de Josafat, rey de Judá[r]. Su padre les había dado muchos regalos de plata, oro y cosas preciosas, junto con ciudades fortificadas en Judá; pero a Joram le había dado el reino, porque él era el primogénito. Joram ascendió al trono de su padre, y después que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos y también a algunos de los jefes de Israel. Joram tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén.

Él anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab, porque tenía por mujer a una hija de Acab. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR. Sin embargo, el SEÑOR no quiso destruir la casa de David, a causa del pacto que había hecho con David. Porque había prometido darle una lámpara a él, y a sus hijos, continuamente.

En sus días Edom se rebeló contra el dominio de Judá, y constituyeron un rey sobre ellos. Entonces Joram fue con sus oficiales y todos sus carros con él. Y sucedió que levantándose de noche, atacó a los edomitas que los habían cercado a él y a los jefes de los carros. 10 Así se rebeló Edom contra el dominio de Judá, hasta el día de hoy. Por aquel tiempo, también Libna se rebeló contra su dominio, porque él había abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres.

11 Además, edificó lugares altos en los montes de Judá e hizo que los habitantes de Jerusalén se prostituyeran; y a lo mismo empujó a Judá. 12 Entonces le llegó una carta del profeta Elías que decía:

Así ha dicho el SEÑOR, Dios de tu padre David: “Por cuanto no has andado en los caminos de tu padre Josafat ni en los caminos de Asa, rey de Judá, 13 sino que has andado en los caminos de los reyes de Israel y has hecho que Judá y los habitantes de Jerusalén se prostituyan, como se ha prostituido la casa de Acab, y además has asesinado a tus hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que tú, 14 he aquí que por eso el SEÑOR traerá una gran plaga sobre tu pueblo, sobre tus hijos, sobre tus mujeres y sobre todos tus bienes. 15 Y a ti te herirá con muchas enfermedades. Una enfermedad de los intestinos ocasionará que estos se te salgan a causa de la enfermedad, día tras día”.

16 El SEÑOR despertó contra Joram el espíritu de los filisteos y de los árabes que estaban al lado de los etíopes, 17 y subieron contra Judá y la invadieron. Luego tomaron todos los bienes que hallaron en el palacio real, y también a sus hijos y a sus mujeres. No le quedó más hijo que Ocozías[s], el menor de sus hijos. 18 Después de todo esto el SEÑOR lo hirió con una enfermedad incurable en sus intestinos. 19 Y sucedió que con el transcurso de los días, al final de dos años, se le salieron los intestinos a causa de su enfermedad, y murió con graves dolores. Su pueblo no hizo una hoguera por él, como la habían hecho por sus padres.

20 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén; y se fue sin ser deseado. Lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

Ocozías, rey de Judá

22 Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey en su lugar a Ocozías, su hijo menor, porque una banda armada que había venido con los árabes al campamento había matado a todos los mayores. Por eso asumió el reinado Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. Ocozías tenía veintidós años[t] cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía hija de Omri.

Él anduvo en los caminos de la casa de Acab, porque su madre lo aconsejaba a que actuara impíamente. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como la casa de Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos lo aconsejaban para su perdición. También siguió sus consejos y con Joram hijo de Acab, rey de Israel, fue a la guerra contra Hazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad. Los sirios hirieron a Joram, y este volvió a Jezreel para curarse de las heridas que le habían ocasionado en Ramot cuando combatía contra Hazael, rey de Siria. Entonces Ocozías[u] hijo de Joram, rey de Judá, descendió a Jezreel para ver a Joram hijo de Acab, porque este estaba enfermo.

La caída de Ocozías, al visitar a Joram, ocurrió de parte de Dios, pues cuando llegó, salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual el SEÑOR había ungido para que exterminara a la casa de Acab. Y sucedió que cuando Jehú ejecutaba juicio contra la casa de Acab, encontró a los jefes de Judá y a los hijos de los hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató. Después mandó buscar a Ocozías, y lo capturaron en Samaria, donde se había escondido; lo llevaron a Jehú y lo mataron. Y le dieron sepultura, porque dijeron: “Era hijo de Josafat, quien buscó al SEÑOR con todo su corazón”.

No quedó nadie de la casa de Ocozías para retener el poder del reino.

Atalía usurpa el trono de Judá

10 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, se levantó y exterminó a toda la descendencia real de la casa de Judá. 11 Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, lo sacó a escondidas de entre los hijos del rey a quienes estaban dando muerte, y puso a él y a su nodriza en un dormitorio. Josabet, hija del rey Joram y mujer del sacerdote Joyada (siendo ella hermana de Ocozías), lo escondió de Atalía, para que no lo matara. 12 Y estuvo escondido con ellos en la casa de Dios seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.

Joás asciende al trono de Judá

23 Al séptimo año, Joyada cobró ánimo y trajo, para hacer un convenio con él, a jefes de centenas: Azarías hijo de Jerojam, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maasías hijo de Adaías y Elisafat hijo de Zicri. Ellos recorrieron Judá y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los jefes de las casas paternas de Israel, y fueron a Jerusalén. Entonces toda la congregación hizo un convenio con el rey en la casa de Dios, y Joyada les dijo:

—He aquí el hijo del rey, el cual reinará, como el SEÑOR ha prometido acerca de los hijos de David. Esto es lo que han de hacer: Una tercera parte de ustedes, los sacerdotes y los levitas que entran de turno el sábado, estarán de porteros. Otra tercera parte estará en la casa del rey, y la otra tercera parte estará en la puerta del Cimiento. Todo el pueblo estará en los atrios de la casa del SEÑOR, pero nadie entrará en la casa del SEÑOR, excepto los sacerdotes y los levitas que sirven. Estos podrán entrar, porque están consagrados; y todo el pueblo guardará la ordenanza del SEÑOR. Entonces los levitas formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en su mano. Cualquiera que entre en el templo morirá. Estarán con el rey cuando entre y cuando salga.

Los levitas y todo Judá hicieron conforme a todo lo que había mandado el sacerdote Joyada. Tomaron cada uno a sus hombres, a los que habían de entrar el sábado y a los que habían de salir el sábado, porque el sacerdote Joyada no dio licencia a los grupos. El sacerdote Joyada dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos pequeños y grandes que habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios. 10 Luego puso a toda la gente en su lugar, cada uno con su lanza en la mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.

11 Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le dieron el testimonio y lo proclamaron rey. Joyada y sus hijos lo ungieron diciendo:

—¡Viva el rey!

12 Cuando Atalía oyó el bullicio de la gente que corría y loaba al rey, se acercó a la gente en la casa del SEÑOR. 13 Y cuando miró, he aquí que el rey estaba de pie junto a su columna, a la entrada. Los magistrados y los que tocaban las trompetas estaban junto al rey. Todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas, y los cantores dirigían la alabanza con instrumentos musicales. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó:

—¡Conspiración! ¡Conspiración!

14 Luego el sacerdote Joyada sacó a los jefes de centenas que estaban al mando del ejército, y les dijo:

—¡Sáquenla de entre las filas; y el que la siga sea muerto a espada!

Porque el sacerdote había dicho que no la mataran en la casa del SEÑOR. 15 Entonces le echaron mano, y cuando ella llegó a la entrada de la puerta de los Caballos de la casa del rey, allí la mataron.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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