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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Eclesiastés 3 - Cantares 8

Un tiempo para todo

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:

Tiempo de nacer y tiempo de morir;

tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de destruir y tiempo de construir;

tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de estar de duelo y tiempo

de bailar;

tiempo de esparcir piedras y tiempo

de juntar piedras;
tiempo de abrazar y tiempo de dejar
de abrazar;

tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de arrojar;

tiempo de romper y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar;

tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz.

¿Qué provecho saca el que hace algo de aquello en que se afana? 10 He considerado la tarea que Dios ha dado a los hijos del hombre para que se ocupen en ella. 11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; también ha puesto eternidad en el corazón de ellos, de modo que el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.

12 Yo sé que no hay cosa mejor para el hombre[a] que alegrarse y pasarlo bien en su vida. 13 Y también, que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo. 14 Sé que todo lo que Dios hace permanecerá para siempre. Sobre ello no hay que añadir ni de ello hay que disminuir. Así lo ha hecho Dios para que los hombres teman delante de él. 15 Aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue. Dios recupera lo que ya pasó.

Las injusticias de la vida

16 Además, he visto debajo del sol que en el lugar del derecho allí está la impiedad, y que en el lugar de la justicia allí está la impiedad. 17 Y yo dije en mi corazón: “Tanto al justo como al impío los juzgará Dios, porque hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”.

18 Yo dije en mi corazón, con respecto a los hijos del hombre, que Dios los ha probado para que vean que ellos de por sí son animales. 19 Porque lo que ocurre con los hijos del hombre y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte de estos, así es la muerte de aquellos. Todos tienen un mismo aliento; el hombre no tiene ventaja sobre los animales porque todo es vanidad. 20 Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo y todo volverá al mismo polvo. 21 ¿Quién sabe si el espíritu del hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?

22 Así que he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en sus obras, porque esa es su porción. Pues, ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

Yo me volví y vi todos los actos de opresión que se cometen debajo del sol: He allí las lágrimas de los oprimidos que no tienen quien los consuele. El poder está de parte de sus opresores y no tienen quien los consuele. Entonces yo elogié a los difuntos, los que ya habían muerto, más que a los vivos, los que hasta ahora viven. Pero consideré que mejor que ambos es el que aún no ha nacido, que no ha visto las malas obras que se hacen debajo del sol.

Asimismo, yo he visto que todo trabajo y toda obra excelente son resultado de la rivalidad del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

El necio se cruza de brazos y come su misma carne.

Ventajas de una vida sabia

Mejor es una mano llena de sosiego que ambos puños llenos de duro trabajo y de aflicción de espíritu. Otra vez me volví y vi esta vanidad debajo del sol: Se da el caso de un hombre solo y sin sucesor que no tiene ni hijo ni hermano; pero no cesa de todo su duro trabajo ni sus ojos se sacian de riquezas ni se pregunta: “¿Para quién me afano yo privando a mi alma del bienestar?”. También esto es vanidad y penosa tarea.

Mejor dos que uno solo, pues tienen mejor recompensa por su trabajo. 10 Porque si caen, el uno levantará a su compañero. Pero, ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante! 11 También si dos duermen juntos se abrigarán mutuamente. Pero, ¿cómo se abrigará uno solo? 12 Y si uno es atacado por alguien, si son dos, prevalecerán contra él. Y un cordel triple no se rompe tan pronto.

13 Mejor es un muchacho pobre y sabio que un rey viejo e insensato que ya no sabe ser precavido; 14 aunque aquel para reinar haya salido de la cárcel, o aunque en su reino haya nacido pobre. 15 Vi a todos los vivientes debajo del sol caminando con el muchacho sucesor que estará en lugar del otro. 16 Era sin fin todo el pueblo que estaba delante de él[b]. Sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos con él. También esto es vanidad y conflicto de espíritu.

El comportamiento ante Dios

Cuando vayas a la casa de Dios guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, que no saben que hacen mal.

No te precipites con tu boca ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios. Porque Dios está en el cielo y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Pues de la mucha preocupación viene el soñar; y de las muchas palabras, el dicho del necio.

Cuando hagas un voto a Dios no tardes en cumplirlo; porque él no se complace en los necios. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, a que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar ni digas delante del mensajero que fue un error[c]. ¿Por qué habrá de airarse Dios a causa de tu voz y destruir la obra de tus manos? Porque cuando hay muchos sueños, también hay vanidades y muchas palabras. Pero tú, teme a Dios.

Paradojas de la vida

Si observas en una provincia la opresión de los pobres y la privación del derecho y la justicia, no te asombres por ello. Porque al alto lo vigila uno más alto, y hay alguien aun más alto que ellos. Pero en todo es provechoso para un país que el rey esté al servicio del campo.

10 El que ama el dinero no quedará satisfecho con dinero, y el que ama las riquezas no tendrá beneficio. También esto es vanidad.

11 Cuando los bienes aumentan, también aumentan los que los consumen. ¿Qué provecho, pues, tendrán sus dueños aparte de verlos con sus ojos?

12 Dulce es el sueño del trabajador, haya comido poco o haya comido mucho; pero al rico no lo deja dormir la abundancia.

13 Hay un grave mal que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por su dueño, para su propio mal; 14 o aquellas riquezas que se pierden en un mal negocio. Y al engendrar un hijo nada le queda en la mano. 15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así volverá; tal como vino se irá. Nada de su duro trabajo llevará en su mano cuando se vaya. 16 Este también es un grave mal: que de la misma manera que vino, así vuelva. ¿Y de qué le aprovecha afanarse para el viento? 17 Además, consume todos los días de su vida en tinieblas con mucha frustración, enfermedad y resentimiento.

18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo agradable es comer y beber, y tomar satisfacción en todo el duro trabajo con que se afana debajo del sol, durante los contados días de la vida que Dios le ha dado; porque esta es su porción. 19 Asimismo, el que Dios le dé a un hombre riquezas y posesiones, permitiéndole también comer de ellas, tomar su porción y gozarse de su duro trabajo, esto es un don de Dios. 20 Ciertamente no se acordará mucho de los días de su vida, ya que Dios lo mantiene ocupado con la alegría de su corazón.

Hay un mal que he visto debajo del sol y que es muy gravoso sobre el hombre. Se da el caso de un hombre a quien Dios ha dado riquezas, posesiones y honra, y nada le falta de todo lo que desea. Pero Dios no le ha permitido comer de ello; más bien, los extraños se lo comen. Esto es vanidad y penosa enfermedad.

Si un hombre engendra cien hijos y vive muchos años, de modo que los días de sus años son numerosos, pero su alma no se sacia de sus bienes y ni aun recibe sepultura, digo yo que un abortivo es mejor que él. Porque vino en vano y a las tinieblas se fue, y su nombre quedará cubierto con tinieblas. Aunque no vio el sol ni nada conoció, más sosiego tiene este que aquel. Aunque aquel viva mil años dos veces sin gozar del bien, ¿no van todos a un mismo lugar?

Todo el duro trabajo del hombre es para su boca; y con todo eso, su alma no se sacia. ¿Qué ventaja tiene el sabio sobre el necio? ¿Qué gana el pobre que sabe conducirse ante los demás seres vivientes?

Lo que es mejor para el hombre

Mejor es lo que los ojos ven que el divagar del deseo. Sin embargo, esto también es vanidad y aflicción de espíritu. 10 El que existe ya ha recibido un nombre, y se sabe que es solo hombre y que no puede contender con quien es más fuerte que él. 11 Cuando hay muchas palabras, estas aumentan la vanidad. ¿Qué ventaja, pues, tiene el hombre? 12 Porque, ¿quién sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de su vana vida, los cuales él pasa como sombra? ¿Quién, pues, declarará al hombre qué habrá después de él debajo del sol?

Mejor es el buen nombre que el perfume fino, y el día de la muerte que el día del nacimiento.

Mejor es ir a la casa de duelo que a la casa del banquete. Porque eso es el fin de todos los hombres, y el que vive lo tomará en serio.

Mejor es el pesar que la risa, porque con la tristeza del rostro se enmienda el corazón. El corazón de los sabios está en la casa del duelo, pero el corazón de los necios está en la casa del placer.

Mejor es oír la reprensión del sabio que oír la canción de los necios. Porque la risa del necio es como el crepitar de las espinas debajo de la olla. Esto también es vanidad. Ciertamente la opresión entontece al sabio, y el soborno corrompe el corazón.

Mejor es el fin del asunto que el comienzo.

Mejor es el de espíritu paciente que el de espíritu altivo. No te apresures en tu corazón a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios. 10 No digas: “¿A qué se deberá que los tiempos pasados fueron mejores que estos?”. Pues no es la sabiduría la que te hace preguntar sobre esto.

11 Mejor es la sabiduría con posesiones, y es una ventaja para los que ven el sol. 12 Porque la protección de la sabiduría es como la protección del dinero, pero la ventaja de conocer la sabiduría es que da vida a los que la poseen.

La mesura y la prudencia

13 Considera la obra de Dios. Porque, ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido? 14 En el día del bien, goza del bien; y en el día del mal, considera que Dios hizo tanto lo uno como lo otro, de modo que el hombre no puede descubrir nada de lo que sucederá después de él.

15 Todo esto he observado en los días de mi vanidad. Hay justos que perecen en su justicia, y hay pecadores que en su maldad alargan sus días. 16 No seas demasiado justo ni seas sabio en exceso. ¿Por qué habrás de destruirte? 17 No seas demasiado malo ni seas insensato. ¿Por qué morirás antes de tu tiempo? 18 Bueno es que te prendas de esto y que tampoco apartes tu mano de lo otro, porque el que teme a Dios saldrá bien en todo.

19 La sabiduría ayudará[d] al sabio más que diez gobernantes que haya en la ciudad.

20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga lo bueno y no peque.

21 No prestes atención a todas las cosas que se dicen, no sea que oigas a tu siervo que habla mal de ti. 22 Pues tu corazón sabe que muchas veces tú también has hablado mal de otros.

Afanosa búsqueda de la sabiduría

23 Todas estas cosas he probado con la sabiduría y dije: “Me he de hacer sabio”. Pero ella estaba lejos de mí. 24 Lo que está lejos y muy profundo, ¿quién lo podrá hallar? 25 Pero yo volví en mi corazón a conocer, a explorar y a buscar la sabiduría y la razón, para conocer lo malo de la necedad y la insensatez de la locura. 26 Y yo he hallado más amarga que la muerte a la mujer que es una trampa, cuyo corazón es una red y cuyas manos son ataduras. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador quedará atrapado por ella.

27 “Mira”, dice el Predicador[e], “habiendo considerado las cosas una por una, para dar con la razón, he hallado esto 28 —mi alma aún busca pero no halla—: Un hombre he hallado entre mil, pero una mujer no he hallado entre todos estos. 29 Mira, he hallado solo esto: que Dios hizo al hombre recto, pero los hombres se han buscado muchas otras razones”.

¿Quién como el sabio? ¿Quién conoce la interpretación de las cosas? La sabiduría del hombre iluminará su rostro y transformará la dureza de su semblante.

La autoridad y la justicia

Digo yo[f]: Guarda el mandamiento del rey, y a causa del juramento hecho a Dios, no te apresures a irte de su presencia ni te detengas en cosa mala, porque él hará todo lo que le plazca. Ya que la palabra del rey tiene poder, ¿quién le preguntará lo que hace? El que guarda el mandamiento no conocerá el mal. El corazón del sabio conoce el tiempo y el proceder. Pues para todo deseo hay un tiempo y un proceder, aunque grande es el mal que le sobreviene al hombre. Porque este no sabe qué ha de suceder; pues lo que ha de ser, ¿quién se lo declarará? No hay hombre que tenga poder sobre el hálito de vida, como para retenerlo, ni hay poder sobre el día de la muerte. No hay tregua en semejante guerra ni la impiedad librará a los que la poseen.

Todo esto he observado, y he dedicado mi corazón a todo lo que se hace debajo del sol. Hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para su propio mal. 10 Asimismo, he observado esto: que los impíos, que antes entraban y salían del lugar santo, son sepultados y reciben elogios[g] en la ciudad donde así hicieron. Esto también es vanidad.

11 Cuando la sentencia contra la mala obra no se ejecuta enseguida, el corazón de los hijos del hombre queda más predispuesto para hacer el mal. 12 Aunque un pecador haga mal cien veces y prolongue sus días, con todo yo sé que a los que temen a Dios, a los que temen ante su presencia, les irá bien. 13 Pero al impío no le irá bien ni le serán alargados sus días como la sombra; porque no teme ante la presencia de Dios.

Vanidad del destino humano

14 Hay una vanidad que se hace sobre la tierra: Hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes sucede como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. 15 Por eso yo elogio la alegría, pues el hombre no tiene debajo del sol mejor bien que comer, beber y alegrarse. Esto lo acompañará en su duro trabajo durante los días de su vida que Dios le ha dado debajo del sol.

16 Al dedicar mi corazón a conocer la sabiduría y a ver la tarea que se realiza sobre la tierra (porque ni de noche ni de día los ojos del hombre disfrutan del sueño), 17 vi todas las obras de Dios. Ciertamente el hombre no logra comprender la obra que se hace debajo del sol. Por más que se esfuerce buscándolo, no lo alcanzará; aunque el sabio diga que lo conoce, no por ello podrá alcanzarlo.

Ciertamente he dedicado mi corazón a todas estas cosas para aclarar todo esto: que los justos y sabios, y sus hechos, están en la mano de Dios. Si se trata del amor o del odio, el hombre no lo sabe. Todo lo que está delante de ellos es vanidada, puesto que a todos les sucede lo mismo: al justo y al impío, al bueno y al malob, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece. Como el bueno, así es el que peca; y el que jura, como el que teme el jurar.

Este es el mal que hay en todo lo que se hace debajo del sol: que a todos les sucede lo mismo; también que el corazón de los hijos del hombre está lleno de mal, que la locura está en su corazón mientras dura su vida, y que después descienden al lugar de los muertos. Pero para todo aquel que está unido a los vivos hay esperanza, pues mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada ni tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el olvido. También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.

Anda, come tu pan con gozo y bebe tu vino con alegre corazón, porque tus obras ya son aceptables a Dios. En todo tiempo sean blancas tus vestiduras, y nunca falte aceite perfumado sobre tu cabeza. Goza de la vida, con la mujer que amas, todos los días de tu vana vida que Dios te ha dado debajo del sol[h]; porque esta es la porción de tu vida y del duro trabajo con que te afanas debajo del sol. 10 Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con empeño. Porque en el Seol, a donde vas, no hay obras, ni cuentas, ni conocimiento, ni sabiduría.

El poder de la sabiduría

11 Entonces volví a observar debajo del sol que no es de los veloces la carrera, ni de los valientes la batalla, ni de los sabios el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los conocedores la gracia; sino que a todos les llegan el tiempo y el contratiempo. 12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo. Como los peces que son atrapados en la mala red y como los pájaros que quedan presos en la trampa, así son atrapados los hijos del hombre en el tiempo malo, cuando este cae de repente sobre ellos.

13 También he visto esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grandiosa: 14 Había una ciudad pequeña con pocos hombres en ella, y contra ella vino un gran rey y la rodeó edificando contra ella grandes torres de asedio. 15 Y se encontraba en ella un hombre pobre, pero sabio, el cual con su sabiduría libró a la ciudad. Pero nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16 Entonces dije: “Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque el conocimiento del pobre sea menospreciado y sus palabras no sean escuchadas”.

17 Las palabras del sabio, oídas con sosiego, son mejores que el grito del que gobierna entre los necios. 18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra, pero un solo pecador destruye mucho bien.

Proverbios sobre causa y efecto

10 Las moscas muertas hacen heder el frasco[i] del fino perfume del perfumista. Así afecta un poco de necedad a la sabiduría y a la honra.

El corazón del sabio se inclina a su derecha; pero el corazón del necio a su izquierda.

Aun cuando el insensato ande en el camino, le falta entendimiento y a todos hace saber que es insensato.

Si el ánimo del gobernante se exalta contra ti, no abandones tu puesto; porque la serenidad apacigua grandes ofensas.

Hay un mal que he observado debajo del sol, como el error que proviene de un gobernante: El insensato[j] es colocado en grandes alturas, y los ricos habitan en posición humilde. He visto siervos a caballo y príncipes andando a pie como siervos.

El que cava un hoyo caerá en él, y al que rompa el cerco lo morderá una serpiente.

El que corta piedras se lastima con ellas, y el que parte leña corre peligro con ella.

10 Si se embota el hacha y no es afilada, hay que añadir más esfuerzo. Pero es más ventajoso aplicar la sabiduría.

11 Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12 Las palabras de la boca del sabio son agradables, pero los labios del necio causan su propia ruina. 13 El comienzo de las palabras de su boca es necedad, y el final de su hablar es locura nociva.

14 El insensato multiplica las palabras, aunque el hombre no sabe lo que ha de suceder. Y lo que habrá de ser después de él, ¿quién se lo declarará?

15 El duro trabajo fatiga al necio, de manera que él ni siquiera sabe cómo ir a la ciudad.

16 ¡Ay de ti, oh tierra, cuando tu rey es un muchacho y tus príncipes se festejan de mañana! 17 Bienaventurada tú, oh tierra, cuando tu rey es un hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora para reponer sus fuerzas y no para embriagarse.

18 Por la pereza se hunde el techo, y por la flojedad de manos tiene goteras la casa.

19 El alimento se prepara para disfrutarlo, el vino alegra la vida, y el dinero preocupa a todos.

20 Ni aun en tu alcoba[k] maldigas al rey ni en tu dormitorio maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz y las criaturas aladas declararán el asunto.

11 Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a encontrar.

Reparte a siete, y también a ocho; porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra.

Si las nubes se recargan de agua, derramarán lluvia sobre la tierra. Y si el árbol cae hacia el sur o hacia el norte, en el lugar donde caiga, allí quedará.

El que observa el viento no sembrará, y el que se queda mirando las nubes no segará.

Como tú no comprendes cómo entra el espíritu a los huesos en el vientre de la mujer encinta, así no comprenderás la obra de Dios quien hace todas las cosas.

En la mañana siembra tu semilla y por la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál será mejor, si esto o lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas.

Agradable es la luz y bueno es a los ojos ver el sol.

Si el hombre vive muchos años, alégrese en todos ellos; pero traiga a la memoria los días de las tinieblas que serán muchos. Todo lo que habrá ocurrido es vanidad.

Exhortación para los jóvenes

Alégrate, joven, en tu adolescencia, y tenga placer tu corazón en los días de tu juventud. Anda según los caminos de tu corazón y según la vista de tus ojos, pero ten presente que por todas estas cosas Dios te traerá a juicio. 10 Quita, pues, de tu corazón la ansiedad y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.

12 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud:

antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”;
antes que se oscurezcan el sol y la luz
de la luna y de las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia;
cuando tiemblen los guardias de la casa y se dobleguen los hombres valerosos; cuando estén inactivas las muelas, por quedar pocas, y se oscurezcan los que miran por las ventanas;
cuando se cierren las puertas de la calle y se debilite el ruido del molino; cuando uno se levante ante el gorjeo de un pajarito y todas las hijas del cantosean abatidas;
cuando también se tenga miedo de la
altura y haya horrores en el camino; cuando florezca el almendro, la langosta se arrastre pesadamente
y se pierda el deseo.
Es que el hombre se va a su morada eterna, y los que hacen duelo rondan
alrededor de la plaza.
Acuérdate de él
antes que se rompa el cordón de plata y se destroce el tazón de oro;
antes que el cántaro se quiebre junto
al manantial, y la rueda se rompa sobre el pozo.
Es que el polvo vuelve a la tierra, como era; y el espíritu vuelve a Dios, quien lo dio.
“Vanidad de vanidades”, dijo el Predicador[l]; “todo es vanidad”.

Conclusión del discurso

Y cuanto más sabio fue el Predicador[m], tanto más enseñó sabiduría al pueblo. También sopesó, investigó y compuso muchos proverbios. 10 El Predicador[n] procuró hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad.

11 Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados son las palabras que forman parte de una colección y que son expuestas por un Pastor.

12 Además de esto, hijo mío, queda advertido: El hacer muchos libros es algo sin fin, y el mucho estudio fatiga el cuerpo.

13 La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.

El cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

La amadaa

¡Oh, que él me besara
con los besos de su boca!
Mejor que el vino es tu amor.
Tu nombre es como perfume derramado; por el olor de tu suave perfume
las jóvenes se enamoran de ti.
Atráeme en pos de ti. ¡Corramos!
El rey me ha llevado a sus habitaciones.

El cortejo nupcial

Nos gozaremos y nos alegraremos contigo.
Nos acordaremos de tu amor más que del vino.
Con razón te aman.

La amada

Soy morena y bella,
oh hijas de Jerusalén.
Soy como las tiendas en Quedar
o como los pabellones de Salomón.
No se fijen en que soy morena,
pues el sol me bronceó.
Los hijos de mi madre se enojaron contra mí
y me pusieron a cuidar viñas.
¡Y mi propia viña no cuidé!
Hazme saber, oh amado de mi alma, dónde pastorearás;
dónde harás recostar el rebaño
al mediodía,
para que yo no ande errante[o]
tras los rebaños de tus compañeros.

El amado

Si no lo sabes,
oh la más hermosa de las mujeres, sigue las huellas del rebaño
y apacienta tus cabritas
cerca de las cabañas de los pastores.
A mi yegua, entre los carros del faraón,
te he comparado, oh amada mía.
10 ¡Qué bellas son tus mejillas entre tus aretes
y tu cuello entre los collares!
11 Te haremos aretes de oro
con engastes de plata.

La amada

12 Cuando el rey estaba en su diván,
mi nardo liberó su fragancia.
13 Mi amado se parece a un manojito
de mirra
que duerme entre mis pechos.
14 Mi amado se parece
a un racimo de flores de alheña
de las viñas de En-guedi.

El amado

15 ¡Qué bella eres, oh amada mía! ¡Qué bella eres!
Tus ojos son como de palomas[p].

La amada

16 ¡Qué bello y dulce eres tú,
oh amado mío!
Nuestra cama es frondosa,
17 las vigas de nuestra casa son los cedros, y nuestros artesonados son los cipreses.

Yo soy la rosa de Sarón

y el lirio de los valles.

El amado

Como un lirio entre los cardos
es mi amada entre las jóvenes.

La amada

Como un manzano entre los árboles del bosque
es mi amado entre los jóvenes. Me agrada sentarme bajo su sombra;
su fruto es dulce a mi paladar.
Él me lleva a la sala del banquete,
y su bandera sobre mí es el amor.
¡Oh, agasájenme con pasas,
refrésquenme con manzanas, porque estoy enferma de amor!
Su brazo izquierdo está debajo
de mi cabeza
y su derecho me abraza.
¡Júrenme, oh hijas de Jerusalén,
por las ciervas
y por las gacelas del campo,
que no despertarán
ni provocarán el amor
hasta que quiera!
¡La voz de mi amado!
Él viene saltando sobre los montes, brincando sobre las colinas.
Mi amado es como un venado
o un cervatillo.
¡Miren! Está detrás de nuestra cerca mirando por las ventanas,
atisbando por las celosías.
10 Mi amado habló y me dijo:
“¡Levántate, oh amada mía!
¡Oh hermosa mía, sal!
11 Ya ha pasado el invierno,
la estación de la lluvia se ha ido.
12 Han brotado las flores en la tierra.
El tiempo de la canción ha llegado,
y de nuevo se escucha la tórtola en nuestra tierra.
13 La higuera ha echado higos
y despiden fragancia las vides en flor. ¡Levántate, oh amada mía!
¡Oh hermosa mía, ven!”.

El amado

14 Palomita mía que te escondes
en las hendijas de la peña
y en los sitios secretos de las terrazas: Déjame ver tu figura;
hazme oír tu voz.
Porque dulce es tu voz
y preciosa tu figura.

La amada

15 Atrápennos las zorras,
las zorras pequeñas
que echan a perder las viñas,
pues nuestras viñas están en flor.
16 ¡Mi amado es mío, y yo soy suya!
Él apacienta entre los lirios
17 hasta que raye el alba
y huyan las sombras.
¡Vuelve, oh amado mío!
Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias[q].

De noche, sobre mi cama

buscaba al que ama mi alma.
Lo busqué, pero no lo hallé.
Pensé: “Me levantaré e iré por la ciudad, por las calles y las plazas,
buscando al que ama mi alma”. Lo busqué, pero no lo hallé.
Me encontré con los guardias que rondan la ciudad y les pregunté: “¿Han visto al que ama mi alma?”.
Tan pronto como pasé de allí, hallé al que ama mi alma.
Me prendí de él y no lo solté
hasta que lo traje a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.
¡Júrenme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas
y por las gacelas del campo,
que no despertarán
ni provocarán el amor
hasta que quiera!

El cortejo nupcial

¿Quién es aquella
que viene del desierto
como columna de humo,
perfumada con mirra, incienso
y todo polvo de mercader?
¡Miren! Es la litera de Salomón. Sesenta valientes la rodean,
de los más fuertes de Israel.
Todos ellos ciñen espadas
y son diestros en la guerra.
Cada uno lleva espada al cinto
por causa de los temores de la noche.
El rey Salomón se hizo una carroza
de madera del Líbano.
10 Sus columnas eran de plata,
su respaldo de oro,
su asiento de púrpura;
y su interior fue decorado con amor por las hijas de Jerusalén.
11 Salgan, oh hijas de Sion,
y vean al rey Salomón con la diadema con que lo ciñó su madre
en el día de sus bodas, el día en que se regocijó su corazón.

El amado

¡Qué bella eres, oh amada mía!¡Qué bella eres!

Tus ojos son como de palomas mirando a través de tu velo.
Tus cabellos son como manada
de cabritos que se deslizan por
las laderas de Galaad.
Tus dientes son como rebaños de ovejas trasquiladas que suben del lavadero: que todas tienen mellizos,
y ninguna hay sin cría.
Tus labios son como hilo de grana
y tu boca es bella.
Tus mejillas parecen mitades de granada a través de tu velo.
Tu cuello es como la torre de David edificada para armería:
Mil escudos están colgados en ella, todos escudos de valientes.
Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de gacela, que se apacientan entre lirios.
Me iré al monte de la mirra
y a la colina del incienso,
hasta que raye el alba y huyan
las sombras.
Eres toda bella, oh amada mía,
y en ti no hay defecto.
¡Ven conmigo del Líbano!
¡Oh novia mía, ven del Líbano! Desciende de las cumbres del Amana, desde las cumbres del Senir
y del Hermón,
desde las guaridas de los leones
y desde los montes de los leopardos.
¡Prendiste mi corazón,
oh hermana y novia mía!
Prendiste mi corazón
con un solo gesto de tus ojos, con una sola cuenta de tus collares.
10 ¡Cuán dulces son tus caricias,
oh hermana y novia mía!
Tus caricias son mejores que el vino.
El olor de tus perfumes es superior
al de las especias aromáticas.
11 Tus labios destilan miel como panal. Oh novia mía, miel y leche hay debajo de tu lengua.
Y la fragancia de tus vestidos
es como la fragancia del Líbano.
12 Un jardín cerrado es mi hermana
y novia,
un jardín cerrado, un manantial
sellado.
13 Tus plantas son un huerto de granados con exquisito fruto.
Hay alheñas y nardos;
14 nardos, azafrán, cálamo, canela, plantas de incienso, mirra, áloe, con todas las mejores variedades
de especias.
15 ¡Es un manantial cercado de jardines,
un pozo de aguas vivas
que corren del Líbano!

La amada

16 ¡Levántate, oh Aquilón!
¡Ven, oh Austro!
Soplen en mi jardín
y despréndanse sus aromas.
Venga mi amado a su huerto
y coma de su exquisito fruto.

El amado

He venido a mi huerto,

oh hermana y novia mía.
He recogido mi mirra y mi perfume. He comido mi panal y mi miel;
he bebido mi vino y mi leche.
¡Coman, oh amigos!
¡Beban, oh amados!
¡Beban en abundancia!

La amada

Yo dormía, pero mi corazón
estaba despierto,
y oí a mi amado que tocaba
a la puerta y llamaba:
“Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía;
porque mi cabeza está llena de rocío
y mis cabellos están mojados con las gotas de la noche”.
Ya me había desvestido;
¿cómo me iba a volver a vestir? Había lavado mis pies;
¿cómo iba a volverlos a ensuciar?
Mi amado metió su mano
por el agujero de la puerta,
y mi corazón se conmovió
a causa de él.
Entonces me levanté
para abrir a mi amado,
y mis manos gotearon
perfume de mirra.
Mis dedos gotearon mirra
sobre la manecilla del cerrojo.
Abrí a mi amado,
pero mi amado se había ido; había desaparecido.
Se me salía el alma
cuando él hablaba.
Lo busqué, pero no lo hallé;
lo llamé, pero no me respondió.
Me encontraron los guardias
que rondan la ciudad;
me golpearon y me hirieron.
Me despojaron de mi manto
los guardias de las murallas.
Júrenme, oh hijas de Jerusalén, que si hallan a mi amado
le dirán que estoy enferma de amor.

El cortejo nupcial

¿Qué tiene tu amado
que no tenga cualquier otro amado,
oh la más hermosa
de todas las mujeres?
¿Qué tiene tu amado
más que cualquier otro amado para que nos hagas jurar así?

La amada

10 Mi amado es blanco y sonrosado; sobresale entre diez mil.
11 Su cabeza es oro fino.
Sus cabellos son ondulados, negros como el cuervo.
12 Sus ojos son como palomas
junto a los arroyos de aguas,
bañados en leche y sentados sobre engastes.
13 Sus mejillas son como almácigos
de especias aromáticas que exhalan perfumes.
Sus labios son como lirios
que despiden penetrante aroma.
14 Sus manos son como barras de oro engastadas con crisólitos.
Su vientre es como una plancha
de marfil,
recubierta con zafiros.
15 Sus piernas son como columnas
de mármol cimentadas
sobre bases de oro.
Su figura es como el Líbano,
escogido como los cedros.
16 Su paladar es dulcísimo;
¡todo él es deseable!
Así es mi amado y así es mi amigo,
oh hijas de Jerusalén.

El cortejo nupcial

Adónde se ha ido tu amado,

oh la más hermosa de todas
las mujeres?
Dinos en qué dirección se fue,
y lo buscaremos contigo.

La amada

Mi amado descendió a su huerto,
al almácigo de las especias,
para apacentar en los jardines
y para recoger los lirios.
¡Yo soy de mi amado
y mi amado es mío!
Él apacienta entre los lirios.

El amado

¡Qué bella eres, oh amada mía! Eres como Tirsa,
atractiva como Jerusalén
e imponente como ejércitos
abanderados.
Aparta de mí tus ojos,
porque ellos me doblegan.
Tu cabello es como manada de cabras que se deslizan por las laderas
de Galaad.
Tus dientes son como rebaños de ovejas que suben del lavadero: que todas tienen mellizos, y ninguna hay sin cría.
Tus mejillas parecen mitades
de granada, a través de tu velo.
Hay sesenta reinas,
ochenta concubinas
y un sinnúmero de jóvenes mujeres.
¡Pero una sola es mi paloma,
mi perfecta!
Ella es la única hija de su madre, quien la considera predilecta.
La ven las mujeres y la llaman: “Bienaventurada”.
Las reinas y las concubinas
la alaban diciendo:
10 “¿Quién es aquella que
raya como el alba
y es bella como la luna,
radiante como el sol e imponente como ejércitos abanderados?”.
11 Al huerto de los nogales descendí, para ver los retoños del valle, para ver si las vides ya han florecido;
si han brotado los granados.
12 Y antes que me diera cuenta,
mi alma me puso sobre los carros
de mi generoso pueblo.

El cortejo nupcial

13 ¡Vuelve, vuelve, oh Sulamita! ¡Vuelve, vuelve; queremos mirarte!

La amada

¿Qué han de observar en la Sulamita, cuando danza en medio de los dos campamentos?

El amado

¡Qué bien lucen tus pies con

las sandalias, oh hija de nobles!
Los contornos de tus muslos son como joyas, obra de las manos
de un artista.
Tu ombligo es como una copa redonda a la que no le falta el vino aromático. Tu vientre es como un montón de trigo rodeado de lirios.
Tus dos pechos son como dos venaditos mellizos de gacela.
Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques en Hesbón, en la puerta de Bat-rabim. Tu nariz es como la torre del Líbano que mira hacia Damasco.
Tu cabeza es como el Carmelo,
y tu cabellera es como púrpura real aprisionada en trenzas.
¡Qué bella y dulce eres,
oh amor deleitoso!
Tu talle es como una palmera,
y tus pechos como racimos de dátiles.
Pensé: “¡Subiré a la palmera
y me prenderé de sus racimos!”.

¡Sean tus pechos como racimos de uvas, y la fragancia de tu boca
como de manzanas!
Tu paladar es como el buen vino que corre suavemente hacia el amado
y fluye por los labios
de los que se duermen.

La amada

10 ¡Yo soy de mi amado,
y él me desea con ardor!
11 Ven, oh amado mío, vayamos
al campo.
Alojémonos en las aldeas;
12 madruguemos para ir a las viñas. Veamos si han florecido las vides,
si se han abierto sus botones,
o si han brotado los granados. ¡Allí te daré mi amor!
13 Las mandrágoras ya despiden
su fragancia,
y a nuestras puertas
hay toda clase de frutas selectas: tanto frescas como secas que
he guardado para ti, oh amado mío.

¡Oh, cómo quisiera que fueras

mi hermano,
que mamó los pechos de mi madre!
Así, al encontrarte afuera,
yo te besaría sin que nadie me menospreciara.
Yo te llevaría y te metería
en la casa de mi madre,
y tú me enseñarías.
Y yo te haría beber vino aromático
y jugo de granadas.
Su brazo izquierdo está debajo
de mi cabeza
y su derecho me abraza.
¡Júrenme, oh hijas de Jerusalén, que no despertarán
ni provocarán el amor
hasta que quiera!

El cortejo nupcial

¿Quién es esta que sube del desierto
recostada sobre su amado?

La amada

Debajo de un manzano te desperté; allí donde tu madre tuvo dolores, allí donde tuvo dolores
la que te dio a luz.
Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo.
Porque fuerte como la muerte
es el amor;
inconmovible como el Seol
es la pasión.
Sus brasas son brasas de fuego;
es como poderosa llama[r].
Las poderosas aguas
no pueden apagar el amor
ni lo pueden anegar los ríos.
Si el hombre diera todas las riquezas
de su casa para comprar el amor,
de cierto lo despreciarían.

El cortejo nupcial

Tenemos una hermana pequeña que todavía no tiene pechos.
¿Qué haremos de nuestra hermana cuando de ella se empiece a hablar?
Si ella es muralla, edificaremos sobre ella torreones de plata.
Si ella es puerta, la recubriremos con paneles de cedro.

La amada

10 Yo soy muralla
y mis pechos son torreones. Entonces llegué a ser a sus ojos como quien encuentra paz.

El amado

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, la cual entregó al cuidado de guardias: Cada uno de ellos debía traer mil piezas de plata por su fruto.
12 ¡Pero mi viña está delante de mí! Las mil piezas sean para ti,
oh Salomón,
y doscientas para los que guardan
su fruto.
13 ¡Oh tú que habitas en los jardines, mis compañeros
desean escuchar tu voz!
¡Déjame oírla!

La amada

14 ¡Escápate, oh amado mío!
Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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