Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Éxodo 15:19-28:43

19 Cuando la caballería del faraón, con sus carros y jinetes, entró en el mar, el Señor hizo que las aguas se volviesen contra ellos; en cambio, los israelitas cruzaron el mar caminando sobre tierra seca. 20 Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en sus manos, y todas las mujeres salieron detrás de ella danzando y tocando panderos, 21 mientras ella les cantaba:

“Cantad al Señor,
porque sublime ha sido su victoria;
caballos y jinetes hundió en el mar”.

II.— LA MARCHA A TRAVÉS DEL DESIERTO (15,22—18,27)

Quejas del pueblo (15,22—17,16)

El agua amarga de Mará

22 Moisés hizo partir a los israelitas desde el mar de las Cañas en dirección al desierto de Sur. Caminaron por el desierto tres días sin encontrar agua; 23 llegaron a Mará donde no pudieron beber de sus aguas, porque eran amargas. Por eso se llama ese lugar Mará, —es decir, amargura—.

24 El pueblo comenzó a quejarse de Moisés, diciendo:

— ¿Qué vamos a beber?

25 Entonces Moisés invocó al Señor, y el Señor le mostró un arbusto. Moisés lo arrojó al agua y las aguas se volvieron dulces.

Allí el Señor dio al pueblo leyes y normas, y lo puso a prueba 26 diciéndole:

— Si obedeces al Señor, tu Dios, haciendo lo que él aprueba, cumpliendo sus mandatos y observando todas sus leyes, no te enviaré las enfermedades que he enviado a los egipcios, porque yo soy el Señor, quien cuida de tu salud.

27 Después llegaron a Elín, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí, junto a los manantiales.

El maná y las codornices

16 Toda la comunidad de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin, que está entre Elín y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto. Allí, en el desierto, toda la comunidad de los Israelitas comenzó a protestar contra Moisés y Aarón, diciendo:

— ¡Más nos valdría que el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Pero ustedes nos han traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta muchedumbre.

Entonces el Señor dijo a Moisés:

— Yo haré caer pan del cielo y el pueblo saldrá diariamente a recoger únicamente la ración de cada día; así lo pondré a prueba, para ver si se comportan o no según mis instrucciones. El sexto día recogerán y prepararán doble ración.

Moisés y Aarón dijeron entonces a los israelitas:

— Esta tarde se darán cuenta de que ha sido el Señor quien los ha sacado de Egipto; y por la mañana verán la gloria del Señor, pues los ha oído murmurar contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que nos critiquen?

Y Moisés añadió:

— Esta tarde el Señor les dará carne para comer, y por la mañana pan hasta que se sacien, pues los ha oído murmurar contra él. Porque ¿quiénes somos nosotros? En realidad, no han murmurado ustedes contra nosotros, sino contra el Señor.

Luego Moisés dijo a Aarón:

— Di a toda la comunidad de los israelitas que se acerquen a la presencia del Señor, porque él ha oído sus murmuraciones.

10 Mientras Aarón les estaba hablando, todos los israelitas miraron hacia el desierto y vieron cómo la gloria del Señor se aparecía en la nube. 11 El Señor habló así a Moisés:

12 — He oído las murmuraciones de los israelitas. Ahora diles: “Al caer la tarde comerán carne, y por la mañana se saciarán de pan”. Así reconocerán que yo soy el Señor su Dios.

13 Efectivamente, al llegar la tarde descendieron codornices en tal cantidad, que cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Cuando se disipó el rocío, había sobre el suelo del desierto una cosa menuda y granulada, algo parecido a la escarcha. 15 Al verlo, los israelitas se preguntaban unos a otros:

— ¿Manhu? —es decir, ¿qué es esto?— pues no sabían lo que era.

Y Moisés les dijo:

— Este es el pan que el Señor les da como alimento. 16 El Señor ha ordenado que cada uno recoja lo que necesite para comer según el número de personas que vivan con él, aproximadamente dos litros por persona.

17 Los israelitas lo hicieron así, y unos recogieron más y otros menos. 18 Luego, al medirlo, vieron que al que había recogido más no le sobraba, ni al que había recogido menos le faltaba, porque cada uno había recogido lo preciso para comer.

19 Además, Moisés les advirtió:

— Que nadie guarde nada para el día siguiente.

20 Sin embargo, algunos no le obedecieron y guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se echó a perder. Y Moisés se enojó con ellos.

Informaciones sobre el maná

21 Por la mañana, cada uno recogía la cantidad que iba a comer; lo que quedaba se derretía con el calor del sol. 22 Pero el día sexto recogieron doble porción de alimento: cuatro litros por persona. Los principales de la comunidad fueron a informar de ello a Moisés, 23 y este les contestó:

— Esto es lo que ha ordenado el Señor: mañana es sábado, día de descanso, consagrado al Señor. Todo lo que tengan que cocer y hervir, cuézanlo y hiérvanlo hoy, y guarden para mañana lo que les sobre.

24 Conforme a lo ordenado por Moisés, guardaron para el día siguiente lo que les había sobrado, sin que criara gusanos ni se pudriera. 25 Moisés les dijo:

— Cómanlo hoy, porque hoy es día de descanso dedicado al Señor, y hoy no lo encontrarán en el campo. 26 Lo recogerán durante seis días a la semana, pero el séptimo, que es sábado, no lo habrá.

27 Algunos, sin embargo, salieron a recogerlo el séptimo día, pero no encontraron nada. 28 Entonces Moisés les dijo por encargo del Señor:

— ¿Hasta cuándo van a seguir desobedeciendo los mandatos y las leyes del Señor? 29 Piensen que si el Señor les ha dado el sábado, el sexto día les proporciona también alimento para dos días. Así que nadie salga de su tienda el séptimo día, sino que permanezca cada uno en su lugar.

30 Así pues, el séptimo día, el pueblo descansó.

31 Los israelitas llamaron a este alimento maná. Era blanco, semejante a la semilla del cilantro, y sabía a torta de miel.

32 Después dijo Moisés:

— Esto es lo que ha mandado el Señor: “Llenen de maná un recipiente de dos litros, y consérvenlo para que las generaciones venideras puedan ver el pan con que los alimenté en el desierto, cuando los saqué de Egipto”.

33 Moisés dijo a Aarón:

— Toma una vasija, echa en ella una ración de maná y deposítala ante el Señor, como muestra para las generaciones venideras.

34 Y Aarón, obrando conforme al mandato del Señor a Moisés, depositó la ración de maná ante el Arca del testimonio, para que se conservase.

35 Los israelitas comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras de cultivo, es decir, hasta que cruzaron la frontera de la tierra de Canaán.

36 Una ración equivalía a poco más de dos litros.

El agua del peñasco (Nm 20,1-13)

17 Toda la comunidad de Israel partió del desierto de Sin y siguió avanzando por jornadas, de acuerdo con las órdenes del Señor, hasta llegar a Refidín, donde acamparon. El pueblo no tenía allí agua para beber, y se enfrentó a Moisés, diciéndole:

— ¡Danos agua para beber!

Respondió Moisés:

— ¿Por qué se enfrentan a mí y ponen a prueba al Señor?

Pero el pueblo, sediento, siguió murmurando contra Moisés:

— ¿Para esto nos has sacado de Egipto, para que muramos de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?

Moisés suplicó entonces al Señor:

— ¿Qué puedo hacer con esta gente? ¡Están a punto de apedrearme!

Y el Señor le respondió:

— Ponte al frente del pueblo acompañado de algunos ancianos de Israel, empuña la vara con la que golpeaste el Nilo y ponte en marcha. Yo estaré contigo allí, junto a la peña de Horeb; golpearás la peña y de ella manará agua para que el pueblo beba.

Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar Masá (es decir, prueba) y Meribá (es decir, querella), porque los israelitas pusieron a prueba al Señor y se querellaron contra él, diciendo:

— ¿Está o no está el Señor con nosotros?

Guerra contra los amalecitas

Aconteció que los amalecitas atacaron a los israelitas en Refidín. Y Moisés dijo a Josué:

— Elige unos cuantos hombres y sal a luchar contra los amalecitas. Yo estaré mañana en lo alto del monte, empuñando la vara de Dios. 10 Josué, obedeció a Moisés, y salió a combatir a los amalecitas. Entre tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a lo alto del monte. 11 Y cuando Moisés tenía los brazos levantados, los israelitas dominaban en la batalla; pero cuando los bajaba, dominaban los amalecitas. 12 Y como a Moisés se le cansaban los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo; Moisés se sentó en ella, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. De esta manera los brazos de Moisés permanecieron levantados hasta la puesta del sol, 13 y Josué derrotó al ejército de los amalecitas a filo de espada.

14 El Señor dijo a Moisés:

— Narra en un libro de memorias lo que ha sucedido hoy y dile a Josué que yo borraré el recuerdo de Amalec de debajo del cielo.

15 Moisés levantó un altar, al que llamó “el Señor es mi bandera”, 16 diciendo:

— Puesto que Amalec se levantó contra la bandera del Señor, también el Señor estará en guerra contra él de generación en generación.

Institución de los Jueces (18,1-27)

Encuentro de Moisés y Jetró

18 Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que había hecho Dios en favor de Moisés y de su pueblo Israel, y de cómo lo había sacado de Egipto. Jetró, suegro de Moisés, había acogido a Séfora, mujer de Moisés, cuando este la hizo regresar a su país junto con sus dos hijos: Guersón (por aquello que dijo Moisés: “soy inmigrante en una tierra extraña”), y Eliezer, (por lo que también dijo: “el Dios de mi padre me ayudó librándome de la espada del faraón”).

Estando Moisés acampado en el desierto, cerca del monte de Dios, le salió al encuentro su suegro Jetró acompañado de la mujer y los hijos de Moisés. Jetró se hizo anunciar con estas palabras:

— Aquí está Jetró, tu suegro, que viene a verte acompañado de tu mujer y de tus dos hijos.

Moisés salió a su encuentro, se postró ante él y lo besó; y tras interesarse mutuamente por su salud, entraron en la tienda. Moisés contó a su suegro lo que Dios, por amor a Israel, había hecho al faraón y a los egipcios, las dificultades que habían encontrado en el camino, y la forma en que el Señor los había librado de ellas.

Jetró se alegró al conocer todo el bien que Dios había hecho a los israelitas, librándolos del poder de los egipcios, 10 y exclamó:

— ¡Bendito sea el Señor que los ha librado de los egipcios y del faraón! Él ha salvado a los israelitas del yugo egipcio, 11 y de la arrogancia con que los trataron; ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses.

12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios al Señor; Aarón y todos los ancianos de Israel, por su parte, compartieron un banquete con el suegro de Moisés, en presencia del Señor.

Institución de los Jueces (18,13-27)

13 Al día siguiente Moisés se sentó a dirimir los pleitos del pueblo, y los israelitas acudieron a él desde la mañana hasta la tarde. 14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía este por el pueblo, le dijo:

— ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar al pueblo mientras son multitud los que acuden a ti desde la mañana hasta la noche?

15 Moisés le respondió:

— Porque el pueblo acude a mí para conocer la voluntad de Dios. 16 Vienen a mí con sus querellas, yo se las dirimo y también los instruyo en las leyes y mandamientos del Señor.

17 Entonces el suegro de Moisés le dio este consejo:

— Tu procedimiento no es el correcto, 18 pues se agotarán tú y toda esa gente. La tarea sobrepasa tus posibilidades y no puedes realizarla tú solo. 19 Escucha mi consejo, y que Dios te asista. Tú eres el representante del pueblo ante Dios y a ti te corresponde presentarle sus asuntos. 20 Debes también instruirlos sobre las leyes y preceptos, enseñándoles cómo deben comportarse. 21 Pero tienes que escoger entre el pueblo a hombres capacitados, temerosos de Dios, hombres en quienes puedas confiar, insobornables, y nombrarlos responsables de grupos de mil, de cien, de cincuenta y diez personas. 22 Ellos administrarán la justicia ordinaria; a ti llegarán los asuntos graves mientras ellos se ocuparán de las cosas menos importantes. De este modo, aliviarás tu carga al compartirla con ellos. 23 Si pones esto en práctica, Dios te asistirá, tú podrás aguantar el esfuerzo y la gente quedará satisfecha.

24 Moisés atendió el consejo de su suegro, y lo llevó a la práctica. 25 Escogió de entre todo Israel a hombres capacitados y los responsabilizó de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. 26 Ellos eran los jueces ordinarios del pueblo; acudían a Moisés en los asuntos graves, y el resto lo resolvían ellos. 27 Después Moisés se despidió de su suegro, y este regresó a su tierra.

III.— LOS ACONTECIMIENTOS DEL SINAÍ (19—40)

La Alianza del Sinaí (19,1—20,21)

El Señor propone una alianza

19 Justo tres meses después de haber salido de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí. Habían partido de Refidín, y al llegar al desierto de Sinaí, acamparon allí, frente al monte. Moisés subió a encontrarse con Dios y el Señor lo llamó desde el monte diciéndole:

— Anuncia esto a los descendientes de Jacob; dáselo a conocer a los israelitas: Ustedes han sido testigos de lo que hice con los egipcios y de cómo a ustedes los he guiado hasta mí, trayéndolos como en alas de águila; por tanto, si a partir de ahora me obedecen y guardan mi alianza, ustedes serán mi pueblo predilecto entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece; serán para mí un reino de sacerdotes, una nación consagrada. Esto es lo que has de decir a los israelitas.

Moisés regresó, convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había ordenado. El pueblo contestó unánimemente:

— Haremos todo lo que el Señor ha ordenado.

Moisés comunicó al Señor la respuesta del pueblo, y el Señor le dijo:

— Yo me acercaré a ti en una nube espesa para que el pueblo pueda escucharme cuando hable contigo; de esta manera no volverán a dudar de ti.

Moisés transmitió al Señor la respuesta del pueblo. 10 Y el Señor le dijo:

— Vuelve con el pueblo, purifícalos hoy y mañana; que laven sus ropas 11 y estén preparados para pasado mañana porque, de aquí a tres días, el Señor descenderá sobre el monte Sinaí a la vista de todo el pueblo. 12 Señala un límite al pueblo alrededor del monte y adviérteles que no deben subir al monte ni acercarse a su ladera, porque el que ponga los pies en el monte morirá sin remedio. 13 Nadie lo tocará; quien lo haga será lapidado o asaeteado. Da igual que sea persona o animal; no quedará con vida. Únicamente podrán subir al monte cuando suene el cuerno.

14 Descendió Moisés del monte y purificó al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas. 15 Después les dijo:

— Estén preparados para pasado mañana y absténganse de tener relaciones sexuales.

16 El tercer día amaneció con relámpagos y truenos; una densa nube cubrió el monte, se oyó un clamoroso sonido de trompeta, y el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. 17 Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí estaba envuelto en humo porque el Señor descendió sobre él en medio del fuego. El monte se estremecía violentamente y subía de él una humareda como la humareda de un horno. 19 El resonar de las trompetas fue haciéndose cada vez más atronador. Moisés hablaba y Dios le respondía con la voz del trueno.

20 El Señor descendió sobre el monte Sinaí y pidió a Moisés que subiera a la cima del monte. Moisés subió, 21 y el Señor le dijo:

— Baja y advierte al pueblo que no traspasen los límites en su afán de verme; si lo hacen, serán muchos los que perderán la vida. 22 Incluso a los sacerdotes que se han de acercar a mí, purifícalos, para que yo, el Señor, no los fulmine.

23 Moisés contestó al Señor:

— El pueblo no puede subir al monte Sinaí porque has sido tú quien nos mandó ponerle un límite alrededor, declarándolo sagrado.

24 El Señor le dijo:

— Ahora desciende y regresa después acompañado de Aarón; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites para venir adonde yo estoy, no sea que los haga morir.

25 Entonces Moisés descendió y advirtió de esto al pueblo.

Los Diez Mandamientos (Dt 5,1-21)

20 Dios pronunció todas estas palabras:

— Yo soy el Señor, tu Dios, el que te libró de la esclavitud de Egipto.

No tendrás otros dioses aparte de mí.

No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.

No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto; porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso que castiga en sus hijos, nietos y biznietos la maldad de los padres que me aborrecen; pero con los que me aman y guardan mis mandamientos, soy misericordioso por mil generaciones.

No pronunciarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no dejará sin castigo al que tal haga.

Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Durante seis días trabajarás y harás en ellos todas tus tareas; 10 pero el séptimo es día de descanso consagrado al Señor, tu Dios. En ese día no realizarás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el inmigrante que viva en tus ciudades. 11 Porque el Señor hizo en seis días el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso mismo bendijo el Señor el sábado y lo declaró día sagrado.

12 Honra a tu padre y a tu madre para que vivas muchos años en la tierra que el Señor tu Dios te da.

13 No matarás.

14 No cometerás adulterio.

15 No robarás.

16 No darás testimonio falso en perjuicio de tu prójimo.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo suyo.

Los israelitas sienten temor de Dios

18 El pueblo entero fue testigo de los truenos y relámpagos, del estruendo como de trompeta y del monte envuelto en humo; los israelitas estaban aterrorizados y se mantenían a distancia. 19 Entonces dijeron a Moisés:

— Háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, porque moriremos.

20 Moisés les respondió:

— No teman. Dios ha venido para ponerlos a prueba, para que le tengan respeto y no pequen.

21 Y mientras Moisés se aproximaba a la nube oscura en la que estaba Dios, el pueblo se mantuvo a distancia.

El Código de la Alianza (20,22—23,33)

Ley del Altar

22 El Señor dijo a Moisés:

— Di a los israelitas: Ustedes han visto que les he hablado desde el cielo. 23 No se fabriquen, pues, dioses de oro o plata, ni los pongan junto a mí. 24 Hazme un altar de tierra en el que me ofrecerás tus ovejas y vacas, como holocaustos y sacrificios de comunión. Vendré y te bendeciré en cualquier lugar donde yo quiera que se recuerde mi nombre. 25 Y si me construyes un altar de piedras, estas no deben estar labradas, porque si las tocas con tus herramientas, las profanarás. 26 Tampoco subirás a mi altar por escalones, para que no se te vean tus partes cuando estés arriba.

Leyes acerca de la esclavitud

21 Estas son las normas que darás a los israelitas:

Si compras un esclavo hebreo, trabajará para ti durante seis años, y al séptimo quedará en libertad, sin pagar nada. Si llegó solo, marchará solo; si llegó casado, su mujer marchará con él; si fue su amo quien le proporcionó esposa, de la que ha tenido hijos e hijas, la esposa y los hijos serán para el amo, y sólo el esclavo quedará en libertad. Pero si el esclavo renuncia formalmente a quedar libre, porque ama a su mujer y a sus hijos y a su amo, el amo lo llevará ante los jueces y, acercándolo a la puerta o a la jamba, le perforará el lóbulo de la oreja con un punzón, con lo que se convertirá en su esclavo para siempre.

Si uno vende a su hija como esclava, esta no quedará en libertad como los esclavos varones. Si el amo, al que había sido destinada, decide no tomarla por esposa porque le desagrada la muchacha, permitirá que paguen su rescate; pero no podrá rechazarla vendiéndola a ningún extranjero. Si la destina para su hijo, tendrá que tratarla como a una hija. 10 Quien toma otra esposa, no privará a la primera de comida, ropa y relaciones conyugales; 11 y si no cumple con alguna de estas tres cosas, ella podrá marcharse sin tener que pagar su rescate.

Legislación criminal

12 El que hiere a alguien y le causa la muerte, deberá morir también él. 13 Pero si fue por accidente y Dios lo permitió, yo te indicaré un lugar en donde puede encontrar refugio.

14 Si alguien está reñido con su prójimo y lo asesina con premeditación, hasta de mi altar lo arrancarás y harás que muera.

15 El que pegue a su padre o a su madre, deberá morir.

16 El que secuestre a una persona, tanto si la vende como si la retiene, deberá morir.

17 El que maldiga a su padre o a su madre, deberá morir.

Casuística criminal

18 Puede suceder que en el transcurso de una pelea, un hombre hiera a otro a puñetazos o a pedradas, sin causarle la muerte, pero obligándole a guardar cama; 19 si el herido puede levantarse y salir a la calle con ayuda de un bastón, se absolverá al que lo hirió, pero tendrá que pagarle los gastos de la cura y de la convalecencia.

20 Si alguien apalea a su esclavo o a su esclava y alguno de ellos muere en el acto, el muerto deberá ser vengado; 21 pero si sobreviven un día o más, ya no serán vengados, porque eran propiedad del amo.

22 Si en el transcurso de una pelea entre dos hombres, uno lastima a una mujer embarazada, haciéndola abortar, pero sin causarle ningún otro daño, el agresor deberá pagar la multa que el marido de la mujer solicite y los jueces ratifiquen. 23 Pero si hay otras lesiones, entonces se exigirá vida por vida, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

26 Si uno deja tuerto de un golpe a su esclavo o a su esclava, les dará la libertad en compensación por el ojo. 27 Si le rompe un diente, también le concederá la libertad en compensación por su diente.

28 Si un toro acornea y mata a un hombre o a una mujer, se matará a pedradas al toro y no se comerá su carne; su dueño quedará libre de culpa. 29 Puede suceder que el toro ya había embestido en otras ocasiones y el dueño del animal, estando avisado, no tomó precauciones; en tal supuesto, si el toro mata a un hombre o una mujer, al toro se le matará a pedradas y el dueño deberá morir. 30 Si se le permite rescatar su vida a cambio de una multa, pagará la cantidad impuesta. 31 Se aplicará esta misma ley en el caso de que el acorneado sea un muchacho o una muchacha. 32 Si el toro acornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del toro pagará treinta monedas de plata al amo del esclavo o de la esclava, y el animal morirá apedreado.

33 Si alguien tiene un pozo abierto, o abre una fosa y no la tapa, y un toro o un asno caen dentro, 34 el dueño del pozo tendrá que indemnizar por los daños: pagará el precio del animal a su dueño y él se quedará con el animal muerto.

35 Si el toro de uno acornea al toro de otro y lo mata, venderán el toro vivo y se repartirán el importe; también se repartirán la carne del toro muerto. 36 Pero si el toro ya había embestido en otras ocasiones y el dueño del animal, estando ya avisado, no tomó precauciones, entonces pagará al dueño del animal muerto un toro vivo, y él se quedará con el toro muerto.

Leyes acerca de la propiedad

37 Si alguien roba un toro o una oveja y los mata o los vende, restituirá cinco toros por cada toro y cuatro ovejas por cada oveja.

22 Si un ladrón es sorprendido en el momento del robo y lo hieren de muerte, no se considerará un homicidio; pero si esto sucede a la luz del día, sí se considerará un homicidio. El ladrón tendrá que restituir lo robado y, si no dispone de medios, él mismo será vendido para pagar lo que robó; pero si se encuentran en su poder vivos aún el buey, el asno o la oveja que robó, pagará el doble.

Si alguien permite que su ganado paste en el campo o en el viñedo ajeno causando algún daño, resarcirá el daño con los mejores frutos de su propio campo o viñedo.

Si alguien prende fuego y este se propaga por los matorrales quemando las gavillas o las mieses sin segar, o incluso el campo entero, el causante del incendio pagará los daños.

Si alguien le confía a otra persona su dinero u objetos de valor, y a esa persona se los roban de su propia casa, si se encuentra al ladrón, este restituirá el doble. Pero si no se logra descubrir al ladrón, el dueño de la casa será llevado ante los jueces para atestiguar que no se ha apropiado de los bienes del otro.

En caso de duda sobre la propiedad, cuando dos reclaman como suyo un buey, un asno, una oveja, un vestido o cualquier otro objeto perdido, la causa de ambos será presentada ante los jueces; y aquel a quien los jueces condenen, pagará al otro el doble.

Si alguien le confía a otra persona un asno, un toro, una oveja u otro animal cualquiera, y se le muere, o se lastima o se lo roban en ausencia de testigos, 10 el pleito se decidirá jurando ante el Señor que no se apropió de los bienes a él confiados. El dueño del animal aceptará el juramento, y el otro no tendrá que pagar nada. 11 Pero si el animal fue robado estando él presente, tendrá que pagárselo al dueño. 12 Si el animal hubiera sido despedazado por alguna alimaña, presentará los despojos como prueba y no tendrá que pagar.

13 Si alguien pide prestado un animal a otro y, sin estar presente su dueño, el animal muere o se lastima, el que lo pidió prestado deberá pagarlo. 14 Pero si el dueño está presente, no tendrá que pagarlo. Si era un animal alquilado, deberá pagar el alquiler.

Leyes morales y religiosas

15 Si uno seduce a una muchacha soltera y se acuesta con ella, pagará su dote y se casará con ella. 16 Pero si el padre de ella no quiere dársela, deberá pagar la dote que suele darse por las vírgenes.

17 No dejarás con vida a ninguna hechicera.

18 Quien tenga trato sexual con un animal, deberá morir.

19 El que ofrezca sacrificios a otros dioses distintos del Señor, será exterminado.

20 No maltrates al inmigrante ni abuses de él, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto.

21 No hagas daño al huérfano ni a la viuda 22 porque, si se lo haces, ellos clamarán a mí y yo los atenderé. 23 Mi ira se encenderá contra ustedes y haré que mueran a espada. Entonces serán sus mujeres y sus hijos quienes se quedarán viudas y huérfanos.

24 Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, al necesitado que vive contigo, no te comportes con él como un usurero; no le exijas intereses. 25 Si te da su manto como garantía del préstamo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, 26 porque es lo único que tiene para cubrirse. ¿Con qué si no se tapará para dormir? Yo soy compasivo y, si clama a mí, lo escucharé.

27 No injuries a los jueces ni maldigas al jefe de tu pueblo.

28 No te retrases en presentarme las primicias de tus mieses y de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos 29 y lo mismo harás con las primeras crías de tus vacas y ovejas: durante siete días dejarás a la cría con su madre, y al octavo me la entregarás.

30 Ustedes serán un pueblo consagrado a mí. No coman carne de animal despedazado en el campo; échensela a los perros.

Legislación judicial

23 No divulgues rumores falsos, ni apoyes al malvado dando un falso testimonio.

Tampoco te inclines a hacer el mal, aunque la mayoría lo haga; ni declares en un juicio del lado de la mayoría, si con ello cometes injusticia. Tampoco favorezcas indebidamente al pobre en sus pleitos.

Si encuentras perdido el buey o el asno de tu enemigo, llévaselo. Si ves caído bajo el peso de su carga el burro de alguien que te odia, no te desentiendas y ayúdale a levantarlo.

No conculques el derecho de tu compatriota indigente cuando esté involucrado en un juicio.

No intervengas en causas fraudulentas. No condenes a muerte al inocente ni al justo, porque yo no absolveré al culpable.

No te dejes sobornar con regalos, porque el regalo ciega incluso al honesto y corrompe las causas de los justos.

No te aproveches del inmigrante: ustedes también fueron inmigrantes en Egipto y saben lo que es vivir en un país extraño.

Descanso obligatorio

10 Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás su cosecha. 11 Pero el séptimo la dejarás en barbecho, sin cultivar, para que encuentren allí comida los pobres de tu pueblo, y lo restante lo coman las bestias del campo. Esto mismo harás con tus viñas y tus olivares.

12 Durante seis días trabajarás y el séptimo descansarás, a fin de que descansen tu buey y tu asno, y recobren sus fuerzas el hijo de tu esclava y el inmigrante.

13 Presten atención a todo lo que les he dicho. No invoquen el nombre de otros dioses; que nadie lo oiga de sus labios.

Prescripciones cúlticas

14 Tres veces al año celebrarás fiesta en mi honor. 15 Celebrarás la fiesta de los Panes sin levadura. Durante siete días comerás panes sin levadura, como te lo mandé, en el tiempo señalado del mes de Abib, porque en ese mes saliste de Egipto. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. 16 Celebrarás la fiesta de la Siega, o sea, de las primicias de tus labores, de todo lo que hayas sembrado en el campo. Y celebrarás también la fiesta de la Recolección, a finales del año, cuando recojas de los campos el producto de tu trabajo. 17 Todos los varones se presentarán ante el Señor, tu Dios, tres veces al año.

18 Cuando me sacrifiques un animal, no acompañarás con pan fermentado su sangre, ni dejarás para el día siguiente la grasa de la víctima ofrecida en sacrificio. 19 Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de los frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

El ángel del Señor

20 Yo enviaré un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino, y te introduzca en el lugar que te he preparado. 21 Hazle caso y escucha su voz; no te rebeles contra él, porque mi autoridad reside en él, y no perdonará sus actos de rebeldía. 22 Si le haces caso y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios, 23 porque mi ángel irá delante de ti y te conducirá a la tierra de los amorreos, hititas, fereceos, cananeos, jeveos y jebuseos, y yo los aniquilaré.

24 No te postrarás ante sus dioses ni les rendirás culto; no imitarás las costumbres de esos pueblos, sino que derribarás y harás trizas sus piedras votivas. 25 Darán culto al Señor su, y él bendecirá tu alimento y tu bebida. Yo mantendré alejadas de ti las enfermedades, 26 y en tu país ninguna mujer abortará o será estéril; te concederé vivir largos años.

27 Haré que a tu llegada se extienda el pánico y que huyan los pueblos que encuentres a tu paso. 28 Haré que el pánico cunda delante de ti, poniendo en fuga ante ti a jeveos, cananeos e hititas. 29 Pero no los expulsaré en un solo año, no sea que el país se convierta en un desierto y las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. 30 Los iré expulsando poco a poco, a medida que vayas haciéndote más numeroso y adueñándote del país.

31 Fijaré tus fronteras desde el mar de las Cañas hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Yo he puesto en tus manos a los habitantes del país para que puedas expulsarlos. 32 Guárdate de hacer alianzas con ellos o con sus dioses. 33 Tampoco les permitas vivir en el país, para que no te inciten a pecar contra mí, dando culto a sus dioses; eso sería tu perdición.

Confirmación de la alianza (24)

24 Dios dijo a Moisés:

— Sube a encontrarte conmigo acompañado de Aarón, Nadab y Abihú y de setenta ancianos de Israel. Cuando estén a una cierta distancia se postrarán. Sólo tú podrás aproximarte a mí; los demás no deberán acercarse, ni el pueblo subirá contigo.

Moisés comunicó al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y ordenado, y el pueblo unánimemente contestó:

— ¡Haremos todo lo que ha dicho el Señor!

Entonces Moisés puso por escrito todas las cosas dichas por el Señor. Al día siguiente se levantó muy temprano, construyó un altar al pie del monte y colocó doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer holocaustos e inmolar los novillos como sacrificios de comunión en honor del Señor. Moisés recogió la mitad de la sangre en una vasija, y con la otra mitad roció el altar. Seguidamente, tomó el libro de la alianza y lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:

— Nosotros obedeceremos al Señor y seguiremos sus órdenes.

Entonces Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo diciendo:

— Esta es la sangre que confirma la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, de acuerdo con todas las cláusulas leídas.

Moisés, en compañía de Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, subió al monte, 10 y allí vieron al Dios de Israel: bajo sus pies tenía una especie de escabel de zafiro, tan resplandeciente como el mismo cielo. 11 Y aunque contemplaron a Dios, él no hizo perecer a aquellos privilegiados de Israel. Después comieron y bebieron.

Moisés en el monte Sinaí

12 El Señor dijo a Moisés:

— Sube a encontrarte conmigo en la montaña y quédate allí, pues te daré unas losas de piedra con la ley y los mandatos que he escrito para instruir a los israelitas.

13 Moisés, junto con su ayudante Josué, subió al monte de Dios, 14 después de decir a los ancianos:

— Esperen aquí, hasta que regresemos. Si surge algún problema, acudan a Aarón y Jur, ellos se quedan aquí.

15 Cuando Moisés subió al monte, una nube lo envolvió: 16 era la gloria del Señor que descansaba sobre el monte Sinaí. Durante seis días lo envolvió la nube. Al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube. 17 La gloria del Señor era a los ojos de los israelitas como un fuego voraz sobre la cumbre del monte. 18 Moisés se adentró en la nube, subió al monte, y permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches.

Instrucciones sobre el santuario y el culto (25,1—31,17)

La ofrenda para el santuario (Ex 35,4-9)

25 El Señor dijo a Moisés:

— Di a los israelitas que destinen un tributo para mí. Únicamente aceptaréis el tributo de aquellos que lo ofrezcan de corazón. Y estas son las cosas que aceptarás como tributo: oro, plata, cobre, púrpura violeta, escarlata y carmesí, lino fino y pelo de cabra, pieles de carnero curtidas, pieles de marsopa, madera de acacia, aceite para la lámpara, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos. El santuario y todos sus utensilios los realizaréis según el modelo que yo te mostraré.

El Arca del testimonio (Ex 37,1-9)

10 Harás un Arca de madera de acacia, de ciento veinticinco centímetros de largo, por setenta y cinco de ancho y setenta y cinco de alto. 11 La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y le pondrás alrededor una moldura también de oro. 12 Fundirás oro para hacer cuatro argollas que colocarás en las cuatro esquinas del Arca; dos a cada lado. 13 Harás también unos varales de madera de acacia, los recubrirás de oro 14 y los meterás por las argollas laterales del Arca, para poder transportarla. 15 Los varales permanecerán metidos dentro de las argollas del Arca y no se sacarán. 16 En el interior del Arca depositarás las losas del testimonio que yo te entregaré.

La cubierta del Arca

17 Harás una cubierta de oro puro de ciento veinticinco centímetros de largo, por setenta y cinco de ancho. 18 También harás dos querubines cincelados en oro, para colocarlos en los extremos de la cubierta. 19 Pondrás un querubín en cada extremo, y ambos querubines formarán una sola pieza con ella; 20 los querubines la cubrirán con sus alas extendidas hacia arriba y estarán situados uno frente al otro, mirando al centro de la cubierta. 21 Cerrarás el Arca con la cubierta, no sin antes depositar en su interior las losas del testimonio que yo te entregaré. 22 Allí, sobre la cubierta, entre los dos querubines que están sobre el Arca del testimonio, me manifestaré a ti y te iré dando normas de conducta para los israelitas.

La mesa de los panes de la ofrenda (Ex 37,10-16)

23 Harás una mesa de madera de acacia, de un metro de largo, medio de ancho, y setenta y cinco centímetros de alto. 24 La recubrirás de oro puro y le pondrás alrededor una moldura también de oro. 25 Pondrás alrededor de ella un reborde, como de un palmo de ancho, y en torno a él colocarás una moldura de oro. 26 Después harás cuatro argollas de oro, y se las colocarás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. 27 Las argollas estarán sujetas a la moldura, y por ellas se pasarán los varales para transportar la mesa. 28 Los varales los harás de madera de acacia, los recubrirás de oro y con ellos transportarás la mesa. 29 Harás también platos, copas, jarras y tazones para la libación: todo ello de oro puro. 30 Sobre esta mesa pondrás los panes de la ofrenda, de modo que siempre estén delante de mí.

El candelabro (Ex 37,17-24)

31 Harás, asimismo, un candelabro de oro puro; todo labrado a cincel. Tanto su basa y fuste, como los cubiletes en forma de flor de almendro, con sus cálices y sus corolas formarán una sola pieza. 32 De sus lados arrancarán seis brazos, tres a cada lado. 33 Cada brazo tendrá tres cubiletes en forma de flor de almendro con cáliz y corola. Así han de ser cada uno de los seis brazos que salen del candelabro; 34 y el fuste del candelabro tendrá también cuatro cubiletes en forma de flor de almendro, cada uno con su cáliz y su corola. 35 Debajo de cada pareja de brazos que salen del candelabro habrá un cáliz. Así quedarán cada uno de los tres pares de brazos que salen del candelabro. 36 Sus cálices y sus brazos formarán una sola pieza, toda ella cincelada en oro puro. 37 Después harás siete lámparas y las pondrás en lo alto del candelabro, dispuestas de manera que alumbren hacia delante. 38 De oro puro serán también sus despabiladeras y sus platillos. 39 Para hacer el candelabro y todos sus accesorios emplea treinta y tres kilos de oro. 40 Hazlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.

La Morada (Ex 36,8-38)

26 Harás la Morada con diez cortinas de lino trenzado con púrpura violeta, escarlata y carmesí, y con querubines esmeradamente bordados. Cada cortina medirá catorce metros de largo por dos de ancho; todas las cortinas tendrán las mismas medidas. Cinco cortinas estarán unidas una con otra, y las otras cinco irán empalmadas de igual modo. En cada uno de los bordes de las dos series de cortinas harás unas presillas de púrpura violeta; igualmente harás en el borde de la última cortina del otro grupo. Pon cincuenta presillas en la primera cortina, y otras cincuenta en la última del segundo grupo. Las presillas se corresponderán entre sí. Enlaza un cuerpo de cortinas con el otro mediante cincuenta corchetes de oro, de modo que la Morada forme un todo.

Después tejerás con pelo de cabra once cortinas que sirvan de cubierta para la Morada. Todas las cortinas deben medir lo mismo: quince metros de largo por dos de ancho. Empalma cinco cortinas por una parte y las seis restantes por la otra; une la sexta cortina de tal manera que pueda plegarse delante de la entrada de la Morada. 10 Remata los bordes de cada serie de cortinas con cincuenta presillas. 11 Y luego harás cincuenta pasadores de bronce, los meterás por las presillas y así cerrarás la Tienda, formando un todo. 12 Como de las cortinas de la Tienda sobra una parte, la mitad de lo que sobra colgará por la parte posterior de la Morada; 13 y el medio metro de cortina que sobra a ambos lados de la Tienda colgará sobre los costados de la Morada, cubriéndola. 14 También harás para la Tienda una cubierta de pieles de carnero curtidas, y una sobrecubierta de pieles de marsopa.

Las vigas de madera

15 Harás unos tableros de madera de acacia, y los colocarás verticalmente para formar la Morada. 16 Cada tablero tendrá cinco metros de largo, por setenta y cinco centímetros de ancho; 17 y tendrán dos espigas, para ensamblarlos uno con otro. Así deberás hacer con todos los tableros de la Morada. 18 Para el lado de la Morada que mira al sur, harás veinte tableros, 19 y debajo de ellos, colocarás cuarenta basas de plata, dos por cada tablero, para sus dos espigas. 20 Para el otro lado de la Morada, el que mira al norte, prepararás otros veinte tableros 21 con sus cuarenta basas, dos por cada tablero. 22 Y para la parte de la Morada que mira a poniente harás seis tableros, 23 más otros dos tableros para las esquinas posteriores de la Morada. 24 Estarán unidos de abajo a arriba hasta la primera argolla. Así quedarán conformadas las dos esquinas de la Morada.

25 En total habrá ocho tableros con sus correspondientes dieciséis basas de plata, dos por tablero.

26 Prepararás también cinco travesaños de madera de acacia para los tableros de un lado de la Morada, 27 y cinco para los del otro lado y cinco más para los tableros de la parte posterior, la que mira al poniente. 28 El travesaño central pasará por entre los tableros, de una punta a otra. 29 Revestirás de oro los tableros; forjarás, también de oro, las argollas para pasar por ellas los travesaños, que estarán igualmente revestidos de oro.

30 Construye la Morada conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.

Velos de separación

31 Harás, asimismo, un velo de lino trenzado y púrpura violeta, escarlata y carmesí; todo ello esmeradamente realizado, y bordarás en él querubines. 32 Después colgarás el velo sujetándolo con ganchos de oro sobre cuatro columnas de madera de acacia, revestidas de oro, sostenidas por cuatro basas de plata. 33 Colgarás el velo en los ganchos, y allí, detrás del velo, colocarás el Arca del testimonio. El velo les servirá de separación entre el lugar santo y el lugar santísimo. 34 Y colocarás la cubierta sobre el Arca del testimonio en el lugar santísimo. 35 Fuera del velo, situarás la mesa, en el lado norte de la Morada, y el candelabro en el lado sur, frente a la mesa.

36 Para la entrada de la Tienda harás una cortina de lino fino trenzado y púrpura violeta, escarlata y carmesí; esmeradamente recamada. 37 Y para colgar esta cortina prepararás cinco columnas de madera de acacia revestidas de oro lo mismo que sus ganchos, y fundirás en bronce cinco basas para las columnas.

El altar de los holocaustos (Ex 38,1-7)

27 Harás el altar de madera de acacia; será cuadrado y medirá dos metros y medio por cada lado, y metro y medio de alto. En sus esquinas y formando una sola pieza con él, colocarás cuatro salientes en forma de cuernos que recubrirás de bronce. De este metal también harás todos los utensilios del altar: recipientes para la ceniza, badiles, acetres, garfios y braseros. Le harás un enrejado de bronce, en forma de red, que tendrá en cada esquina una argolla, igualmente de bronce. Luego colocarás el enrejado debajo del friso inferior, de manera que la red baje hasta la mitad del altar. Harás también para el altar unos varales de madera de acacia, que revestirás de bronce. Y cuando haya que transportar el altar, los varales se pasarán por las argollas que tiene a ambos lados. El altar lo harás con tablas y será hueco, conforme al que viste en el monte.

El atrio del santuario (Ex 38,9-20)

Harás de este modo el atrio de la Morada: por el lado sur, el que mira al Négueb, el atrio tendrá cortinas de lino trenzado que medirán cincuenta metros de longitud. 10 Las veinte columnas con sus correspondientes basas serán de bronce, y de plata los ganchos y las molduras de las columnas. 11 Por el lado norte harás lo mismo: las cortinas tendrán una longitud de cincuenta metros, las veinte columnas con sus basas serán de bronce, y de plata los ganchos y las molduras de las columnas. 12 A lo ancho del atrio, por el lado occidental, tendrá cortinas de veinticinco metros de longitud, con diez columnas y diez basas. 13 Por el lado que mira al oriente, el ancho del atrio será de veinticinco metros. 14 A un lado de la entrada habrá tres columnas con sus basas y cortinas de siete metros y medio de longitud. 15 Al otro lado, asimismo, habrá tres columnas con sus correspondientes basas y las cortinas medirán también siete metros y medio. 16 Una cortina de diez metros de longitud, hecha de lino trenzado con púrpura violeta, escarlata y carmesí, recamada artísticamente, hará las veces de puerta del atrio. Esta cortina colgará de cuatro columnas apoyadas sobre sus correspondientes basas. 17 Todas las columnas que rodean el atrio estarán adornadas con basas de bronce, y molduras y ganchos de plata. 18 El atrio tendrá cincuenta metros de longitud, por veinticinco de ancho y dos y medio de alto. Todas sus cortinas serán de lino trenzado y sus basas de bronce. 19 Todos los utensilios del servicio de la Morada, todos sus clavos, y todas las columnas del atrio, serán de bronce.

Aceite de las lámparas (Lv 24,1-4)

20 Mandarás a los israelitas que te traigan aceite de oliva puro y refinado para mantener la lámpara continuamente encendida. 21 Aarón y sus hijos se encargarán de su mantenimiento; lo harán dentro de la Tienda del encuentro, al otro lado del velo que oculta el Arca del testimonio. La lámpara debe arder ante el Señor desde la tarde hasta el amanecer. Esta es una norma perpetua para todas las generaciones de israelitas.

Ornamentos sacerdotales (Ex 39,1-31)

28 De entre todos los israelitas, elige a tu hermano Aarón y a sus hijos Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar para que sean mis sacerdotes. Harás vestiduras sagradas para Aarón, tu hermano, que muestren el honor y la dignidad de su función sacerdotal. Recurre a los artesanos más competentes, a los que yo he dotado de especial habilidad, para que confeccionen las vestiduras que Aarón llevará cuando sea consagrado como sacerdote mío. Confeccionarán las siguientes vestiduras: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, un turbante y una faja. Estas vestiduras sagradas se confeccionarán para cuando tu hermano Aarón y sus hijos oficien como sacerdotes míos; para elaborarlas usarán oro, púrpura violeta, escarlata y carmesí, y lino trenzado.

El efod

El efod será realizado por manos expertas que usarán oro, púrpura violeta, escarlata y carmesí, y lino fino trenzado. Llevará dos tirantes, quedando unido por sus dos extremos. El fajín para ajustar el efod formará una sola pieza con él y estará confeccionado de la misma forma y con los mismos materiales: oro, púrpura violeta, escarlata y carmesí, y lino fino trenzado.

Sobre dos piedras de ónice grabarás los nombres de las tribus israelitas, 10 en el orden en que nacieron: seis nombres en una piedra y los seis restantes en la otra. 11 El grabado de los nombres de las tribus israelitas sobre las dos piedras se hará como se graban los sellos. Después las engastarás en oro. 12 Y las pondrás sobre los tirantes del efod, como piedras que recuerden a los israelitas. Así, cada vez que Aarón se presente ante el Señor, llevará sus nombres sobre los tirantes como un recordatorio. 13 Harás, asimismo, unos engarces de oro 14 y también dos cadenas de oro puro, trenzadas como cordones, y las sujetarás a los engarces.

El pectoral (Ex 39,8-21)

15 El pectoral del dictamen será también realizado por manos expertas; será confeccionado con los mismos materiales que el efod: oro, púrpura violeta, escarlata y carmesí, y lino fino trenzado. 16 Será cuadrado y de paño doble, de veintidós centímetros por cada lado. 17 Le engastarás una guarnición de piedras dispuestas en cuatro hileras: en la primera fila colocarás un rubí, un topacio y una esmeralda; 18 en la segunda, una turquesa, un zafiro y un diamante; 19 en la tercera, un jacinto, una ágata y una amatista; 20 y en la cuarta, un crisólito, un ónice y un jaspe. Las piedras irán engastadas en oro; 21 en total serán doce, como el número de las tribus israelitas. En cada piedra se grabará, a la manera en que se hace en un sello, el nombre de una de las doce tribus.

22 Harás también para el pectoral unas cadenas de oro puro, trenzadas como cordones, 23 y dos argollas de oro que sujetarás en sus dos extremos. 24 Pasarás los extremos de los dos cordones de oro por las dos argollas superiores del pectoral, 25 y los otros dos extremos de los cordones los engancharás en los dos engarces que fijarás en la parte delantera de los tirantes del efod. 26 Harás, asimismo, dos argollas de oro y las sujetarás en los dos extremos inferiores del pectoral, sobre el borde interior, el que queda junto al efod. 27 Y harás otras dos argollas de oro, que fijarás en los tirantes del efod, por la parte inferior y delantera, o sea, cerca de la costura y encima del fajín del efod. 28 Así el pectoral se podrá sujetar haciendo pasar, entre sus argollas y las argollas del efod, un cordón de púrpura violeta para que el pectoral quede fijo sobre el fajín del efod y no se desprenda de él. 29 Cada vez que Aarón entre en el santuario, llevará sobre su pecho, en el pectoral del dictamen, los nombres de las tribus israelitas para mantener siempre vivo su recuerdo en presencia del Señor. 30 En el pectoral del dictamen pondrás también los Urín y los Tumín, para que estén sobre el pecho de Aarón cuando se presente delante del Señor. Así Aarón llevará constantemente sobre su pecho, en presencia del Señor, el dictamen de Dios acerca de los israelitas.

El manto (Ex 39,22-26)

31 Tejerás el manto del efod todo de púrpura violeta. 32 En el centro tendrá una abertura, como el cuello de un coselete, para que pueda pasar la cabeza; y alrededor de esa abertura tendrá un dobladillo para que no se rasgue. 33 El borde inferior del manto irá adornado con granadas de púrpura violeta, escarlata y carmesí, y alternando con ellas, cascabeles de oro: 34 un cascabel de oro y una granada; otro cascabel de oro y otra granada; así todo el borde inferior del manto. 35 Aarón vestirá el manto cuando oficie como sacerdote, y el tintineo de los cascabeles se escuchará cuando entre en el santuario ante el Señor, y cuando salga; de no llevarlo, moriría.

El turbante (Ex 39,30-31)

36 Además harás una placa de oro puro y, como se hace en los sellos, grabarás en ella las palabras: “Consagrado al Señor”. 37 La sujetarás con un cordón de púrpura violeta a la parte delantera del turbante. 38 Así estará sobre la frente de Aarón, y este se responsabilizará de cualquier falta que cometan los israelitas contra las cosas santas, al presentar sus ofrendas sagradas. La placa estará siempre sobre su frente para que sus ofrendas sean aceptadas por el Señor. 39 La túnica y el turbante serán tejidos de lino fino, y la faja estará artísticamente bordada.

El resto de las vestiduras (Ex 29,27)

40 Harás a los hijos de Aarón túnicas, fajas y turbantes que muestren el honor y la dignidad de su función sacerdotal.

41 Una vez revestidos, ungirás a tu hermano Aarón y a sus hijos, les conferirás autoridad y los consagrarás para que ejerzan mi sacerdocio. 42 Les harás también unos calzones de lino que los cubran de la cintura a los muslos, tapando así sus partes. 43 Aarón y sus hijos deberán usarlos cuando entren en la Tienda del encuentro o se acerquen al altar para oficiar como sacerdotes en el santuario. De no hacerlo incurrirán en culpa y morirán. Esta es una norma perpetua para Aarón y sus descendientes.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España