Bible in 90 Days
7 Por lo tanto, yo voy a ser para ellos como un león; voy a acecharlos en el camino como un leopardo. 8 Voy a buscarlos como una osa que ha perdido a sus cachorros y, cuando los encuentre, como león les desgarraré las fibras de su corazón y los devoraré; ¡los despedazaré como una fiera salvaje!
9 »Tú, Israel, te has corrompido, a pesar de que contabas con mi ayuda. 10 ¿Dónde está tu rey? ¡Que venga a proteger todas tus ciudades! ¿Y dónde están los jueces, y el rey y los príncipes que me pediste?(A) 11 En mi furor te di rey,(B) y en mi ira te lo quité.(C)
12 »Pero no he olvidado la maldad de Efraín, ni su pecado. 13 Es un hijo poco inteligente, que al momento de nacer no encuentra la salida. ¡Por eso le sobrevendrán dolores como de mujer parturienta!
14 »¿Y habré entonces de librarlos del poder de la muerte? ¿Habré de ponerlos a salvo del sepulcro? ¿Y dónde están las plagas de la muerte? ¿Y dónde está la destrucción del sepulcro?(D) Por mi parte, ¡ya no tengo compasión!»
15 Aun cuando Efraín prospere entre sus hermanos, desde el desierto vendrá, de parte del Señor, el viento solano; y se levantará para secar su manantial y agotar su fuente. ¡El Señor saqueará sus tesoros y todas sus preciosas alhajas! 16 Samaria quedará asolada por haberse rebelado contra su Dios; sus hombres caerán a filo de espada, sus niños serán estrellados contra el suelo, y sus mujeres encintas serán abiertas en canal.
Israel debe volverse al Señor
14 Israel, ¡vuélvete al Señor tu Dios! ¡Por causa de tu pecado has caído! 2 Vuélvete al Señor y, con las mejores palabras suplicantes, dile:
«No te fijes en nuestra maldad; mira lo bueno en nosotros; la ofrenda que te traemos son las palabras de nuestros labios. 3 Los asirios no nos librarán, ni montaremos en caballos, ni jamás volveremos a decir a esos ídolos que nosotros mismos hicimos: “Ustedes son nuestros dioses”, porque sólo en ti encuentra misericordia el huérfano.»
4 «Yo sanaré su rebelión. Los amaré de pura gracia, porque mi ira se ha apartado de ellos. 5 Yo seré para Israel como el rocío, y él florecerá como lirio y extenderá sus raíces como el Líbano. 6 Sus ramos se extenderán, y su esplendor será como el del olivo, y su perfume será como el del Líbano. 7 Volverán, y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como el trigo, florecerán como la vid, y su aroma será como el del vino del Líbano.
8 »Dime, Efraín: ¿Qué tengo yo que ver con los ídolos? ¡Soy yo quien te atiende y te mira! ¡Yo soy para ti como verde ciprés! Sólo en mí encuentras tu fruto!»
9 ¿Hay alguien lo bastante sabio para entender esto? ¿Hay alguien con inteligencia para reconocerlo? Porque los caminos del Señor son rectos, y los justos los seguirán. Pero los rebeldes tropezarán en ellos.
La plaga de langostas
1 La palabra del Señor vino a Joel, hijo de Petuel:
2 «Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes, los habitantes de toda la tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus días, o en los días de sus padres? 3 Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus hijos a sus propios hijos, y ellos a la generación siguiente. 4 Lo que la oruga dejó se lo comió el saltón, y lo que dejó el saltón se lo comió el revoltón, y lo que el revoltón dejó se lo comió la langosta.
5 »Despierten, borrachos, y lloren; y todos ustedes, los que beben vino, giman por causa del mosto, porque se les va a quitar de la boca. 6 Un pueblo fuerte y muy numeroso viene contra mi tierra. Sus dientes y sus muelas parecen de león.(E) 7 Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera; la ha dejado completamente pelada y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado desnudas!
8 »Llora tú, como la joven que guarda luto por el esposo de su juventud. 9 En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto. 10 Los campos están asolados y de luto, porque el trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.
11 »Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas. 12 Las vides están secas; perecieron las higueras y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
13 »Ustedes los sacerdotes, ministros del altar, ¡vístanse de luto y lloren! Vengan y duerman con el cilicio puesto, ministros de mi Dios, porque en la casa de su Dios ya no hay ofrendas ni libaciones. 14 Proclamen ayuno, convoquen a una asamblea; congreguen en la casa del Señor su Dios a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra, e imploren su ayuda.
15 »¡Ay del día del Señor! Cercano está, y viene como un día de destrucción de parte del Todopoderoso.(F) 16 Ante nuestros propios ojos nos ha sido arrebatado el alimento, la alegría y el placer de estar en la casa de nuestro Dios.
17 »El trigo se ha secado, o bien se pudre bajo los terrones; los graneros han sido derribados y los alfolíes han sido destruidos. 18 Gimen las bestias, los hatos de bueyes y los rebaños de ovejas, porque ya no hay pastos.»
19 Clamo a ti, Señor, porque el fuego ha consumido los pastos del desierto; las llamas redujeron a cenizas a todos los árboles del campo. 20 También las bestias del campo braman pidiendo tu ayuda, porque se han secado los arroyos, y el fuego ha consumido las praderas del desierto.
2 Toquen la trompeta en Sión; den la alarma en mi santo monte; tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque el día del Señor viene, y ya se acerca. 2 Será un día de tinieblas y de oscuridad, un día de nubes y sombras. Se aproxima un ejército pueblo grande y poderoso, como nunca antes lo hubo ni lo habrá después durante muchas generaciones. Viene como el alba, cuando se extiende sobre los montes. 3 Lo precede un fuego consumidor, y llamas destructoras cierran su marcha. Antes de que pasen, la tierra es como el huerto de Edén; pero después de que han pasado queda la tierra como un desierto deshabitado. ¡Nadie puede librarse de ellos! 4 Su aspecto y su carrera es semejante al de los caballos y al de los soldados de caballería. 5 Cuando saltan sobre las cumbres de los montes, su estruendo es como el de los carros de guerra, como el crujir de las llama de fuego cuando consumen la hojarasca, ¡como el de un ejército poderoso y dispuesto para la batalla!(G) 6 Ante ellos, los pueblos se llenan de miedo y todos los rostros palidecen. 7 Corren como soldados, trepan por los muros como guerreros; cada uno de ellos mantiene la marcha, sin cambiar el rumbo. 8 Ninguno estorba a su compañero; cada uno mantiene el paso; ¡no hay espada que los detenga! 9 Como ladrones, caen sobre la ciudad, corren por la muralla, trepan por las casas, ¡entran por las ventanas!
10 Ante ellos, tiembla la tierra y se estremecen los cielos; el sol y la luna se oscurecen, y se apaga el resplandor de las estrellas.(H) 11 El Señor mismo da las órdenes al frente de su ejército. Muy grandes son sus batallones, y fuertes son los que cumplen la orden. ¡Grande y terrible es el día del Señor! ¿Quién podrá resistir?(I)
La misericordia del Señor
12 Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos.
—Palabra del Señor.
13 Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar. 14 Tal vez el Señor su Dios cambie de parecer y deje bendiciones tras de sí, es decir, trigo y vino para que le presenten ofrendas y libaciones.
15 ¡Toquen la trompeta en Sión! ¡Proclamen ayuno! ¡Convoquen a una asamblea! 16 ¡Reúnan al pueblo y santifiquen la reunión! ¡Junten a los ancianos y a los niños de pecho! ¡Que salgan de la cámara nupcial el novio y la novia! 17 Y ustedes los sacerdotes, ministros del Señor, lloren entre la entrada y el altar, y digan:
«Señor, ¡perdona a tu pueblo! No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones los dominen! ¡No permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha abandonado!»
18 Entonces el Señor mostrará su amor por su tierra, y perdonará a su pueblo. 19 El Señor responderá y dirá a su pueblo:
«Voy a enviarles pan, y mosto y aceite, para que coman hasta saciarse, y nunca más volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones. 20 Haré que esa gente del norte se aleje de ustedes, y los lanzaré a una tierra seca y desierta; su vanguardia la arrojaré hacia el mar oriental, y su retaguardia la echaré al mar occidental. Su hedor putrefacto se esparcirá por los aires, porque yo hago grandes cosas.»
21 Y tú, tierra, ¡alégrate y llénate de gozo! No temas, que el Señor hará grandes cosas. 22 Y ustedes, animales del campo, no teman, porque los pastos del desierto volverán a reverdecer, y los árboles, las higueras y las vides volverán a dar su fruto. 23 Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al principio. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25 Yo les resarciré por los daños que les causaron la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, ese gran ejército que el Señor envió contra ustedes.
Derramamiento del espíritu de Dios
26 «Ustedes comerán hasta saciarse, y alabarán mi nombre, pues yo, el Señor su Dios, haré maravillas entre ustedes. Y nunca más mi pueblo será avergonzado. 27 Entonces sabrán ustedes que yo estoy en medio de Israel, y que yo soy el Señor su Dios, y nadie más. Y mi pueblo nunca más será avergonzado.
28 »Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones.
29 »En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu. 30 Y haré prodigios en el cielo y en la tierra, con sangre y fuego y columnas de humo.»
31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre,(J) antes de que venga el día grande y terrible del Señor. 32 Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo,(K)(L) y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho.
Juicio del Señor sobre las naciones
3 «En esos días, y llegado el momento, haré que Judá y Jerusalén vuelvan del cautiverio. 2 Entonces reuniré a todas las naciones, y las llevaré al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas, porque ellas esparcieron entre las naciones a mi pueblo Israel, y repartieron mi propia tierra, 3 echaron suertes sobre mi pueblo, entregaron a los niños a cambio de una prostituta, y vendieron a las niñas a cambio de vino para emborracharse.
4 »¿Qué tengo yo que ver con ustedes, Tiro y Sidón,(M) y con todo el territorio de Filistea?(N) ¿Acaso quieren vengarse de mí? Porque, si ustedes se vengan de mí, ¡muy pronto haré que su merecido recaiga sobre su cabeza! 5 Porque ustedes se llevaron mi plata y mi oro, y todas mis cosas bellas y hermosas, y las metieron en sus templos. 6 Además, a los hijos de Judá y de Jerusalén los vendieron a los griegos, para alejarlos de su tierra. 7 Por eso yo los traeré de ese país donde los vendieron, y a ustedes le daré su merecido: 8 venderé sus hijos y sus hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, que son una nación lejana; porque yo, el Señor, lo he dicho.
9 »¡Proclamen la guerra entre las naciones! ¡Despierten a los valientes y acérquense! ¡Vengan todos los hombres de guerra! 10 ¡Tomen sus azadones y sus hoces, y con ese metal hagan espadas y lanzas!(O) ¡Que saque el débil fuerza de flaqueza! 11 Y ustedes todas, naciones vecinas, ¡júntense y vengan! ¡Reúnanse! Yo, el Señor, haré que tus fuertes acudan a este llamado. 12 ¡Que se despierten las naciones y suban al valle de Josafat! Yo voy a sentarme allí para juzgar a todas las naciones de alrededor. 13 ¡Echen mano a la hoz, que la mies ya está madura!(P) ¡Vengan acá, que el lagar está rebosante!(Q) ¡Llenen las cubas, que ya es demasiada la maldad de ellos!»
Liberación de Judá
14 Son muchos los pueblos en el valle de la decisión, porque ya se acerca el día del Señor en el valle de la decisión. 15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas opacarán su resplandor. 16 Desde Sión, el Señor lanzará un rugido; desde Jerusalén, dejará oír su voz.(R) Los cielos y la tierra se estremecerán, pero el Señor será la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel.
17 «Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sión, mi santo monte. Jerusalén será una ciudad santa, y ningún extraños volverá a pasar por ella.»
18 Cuando llegue ese momento, los montes destilarán mosto, por las colinas fluirá leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas. En la casa del Señor brotará un manantial, que regará el valle de Sitín. 19 Por causa de la injuria inferida a los hijos de Judá, Egipto será destruido, y Edom quedará hecho un desierto desolado, pues en su tierra derramaron sangre inocente. 20 Pero Judá será habitada para siempre, lo mismo que Jerusalén por todas las generaciones. 21 Y el Señor limpiará la sangre derramada, la cual no quedará sin castigo. Y el Señor habitará en Sión.
Juicios contra las naciones vecinas
1 Estas son las palabras de Amós, que era un pastor de Tecoa. Tuvo una visión acerca de Israel durante los reinados de Uzías(S) en Judá, y de Jeroboán(T) hijo de Joás en Israel. Esto sucedió dos años antes del terremoto. 2 Amós dijo:
Desde Sión, el Señor lanza un rugido;
desde Jerusalén, deja oír su voz.(U)
Los campos de los pastores se marchitan,
y la cumbre del Carmelo se queda seca.
3 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Damasco,(V)
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haber trillado a Galaad con trillos de hierro,
4 le prenderé fuego a la casa de Jazael,
y éste consumirá los palacios de Ben Adad.
5 Quebraré los cerrojos de Damasco,
destruiré a los habitantes de Bicat Avén
y a los gobernadores de Bet Edén,
y el pueblo de Siria será llevado a Quir.
—Palabra del Señor.
6 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Gaza,
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haberse llevado cautivo a todo un pueblo
para entregárselo a Edom,
7 le prenderé fuego a la muralla de Gaza,
y éste consumirá sus palacios.
8 Destruiré a los habitantes de Asdod
y a los gobernadores de Ascalón.
Descargaré mi mano sobre Ecrón
y el resto de los filisteos(W) perecerá.
—Palabra del Señor.
9 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Tiro,(X)
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haberse llevado cautivo a todo un pueblo
para entregárselo a Edom,
sin acordarse del pacto de hermanos,
10 le prenderé fuego a la muralla de Tiro,
y éste consumirá sus palacios.
11 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Edom,(Y)
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por perseguir espada en mano a su hermano,
violando así todo afecto natural,
y por robarle siempre, y con furor
guardarle rencor todo el tiempo,
12 le prenderé fuego a Temán,
y éste consumirá los palacios de Bosra.
13 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de los hijos de Amón,(Z)
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haber ensanchado su territorio
y abrir en canal a las mujeres de Galaad,
a pesar de que estaban encintas,
14 le prenderé fuego a la muralla de Rabá,
y éste consumirá sus palacios
con el estruendo de un día de batalla,
¡con el estruendo de un día tempestuoso!,
15 y su rey y todos sus príncipes
serán llevados al cautiverio.
—Palabra del Señor.
2 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Moab,(AA)
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haber quemado los huesos del rey de Edom
hasta reducirlos a cenizas,
2 le prenderé fuego a Moab,
y éste consumirá los palacios de Queriot.
Moab morirá en medio de gran tumulto,
con gran estrépito y sonido de trompeta.
3 Y quitaré de en medio al juez,
y con él mataré a todos sus príncipes.
—Palabra del Señor.
4 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Judá,
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Por haber menospreciado mi ley
y por no cumplir con mis ordenanzas;
por haber seguido a falsos ídolos,
tras los cuales se descarriaron sus padres,
5 le prenderé fuego a Judá,
y éste consumirá los palacios de Jerusalén.
Juicio contra Israel
6 Así ha dicho el Señor:
Por tres pecados de Israel,
y por el cuarto, no revocaré su castigo.
Porque han vendido al justo por dinero,
y al pobre por un par de zapatos;
7 han aplastado en el suelo a los desvalidos,
han torcido el camino de los humildes;
¡hijos y padres profanan mi santo nombre
al acostarse con la misma joven!
8 Junto a cualquier altar se acuestan
sobre las ropas que reciben en empeño,
y en la casa de sus dioses se embriagan
con el vino que reciben como multa.
9 Ante sus ojos destruí a los amorreos;(AB)
derribé sus frutos y les arranqué las raíces,
aun cuando eran altos como los cedros
y fuertes como las encinas.
10 A ustedes los saqué de Egipto,
y cuarenta años los guié por el desierto
hasta hacerlos dueños del territorio amorreo.
11 A algunos de sus hijos los hice profetas,
y a otros los aparté para ser nazareos.(AC)
¿Acaso esto no es así, hijos de Israel?
—Palabra del Señor.
12 Pero ustedes dieron vino a los nazareos,
y a los profetas les mandaron no profetizar.
13 Por eso, voy a apretarlos allí donde están,
como se aprieta un carro lleno de gavillas.
14 Ni el ligero de pies podrá escapar,
ni el fuerte podrá recurrir a su fuerza,
ni el valiente podrá ponerse a salvo.
15 Tampoco podrán resistir los arqueros,
ni escaparán los que más veloces corran,
ni se salvarán los que tengan caballos.
16 Cuando llegue ese día,
¡aun los más valientes huirán desnudos!
—Palabra del Señor.
El rugido del león
3 Hijos de Israel, ésta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra ustedes, contra toda la familia que él sacó de la tierra de Egipto. Escuchen bien:
2 «Sólo a ustedes los he elegido[a] de entre todas las familias de la tierra. Por lo tanto, yo los castigaré por todas sus maldades.»
3 ¿Andan dos juntos, si no están de acuerdo?
4 ¿Ruge el león en la selva sin que haya presa?
¿Ruge el cachorro en su guarida, sin apresar nada?
5 ¿Cae el ave en la trampa, sin que haya cazador?
¿Salta del suelo la trampa sin que haya atrapado algo?
6 ¿Se da la alarma en la ciudad, sin que el pueblo se alborote?
¿Pasa algo malo en la ciudad, que el Señor no haya hecho?
7 Lo cierto es que nada hace el Señor
sin antes revelarlo a sus siervos los profetas.
8 Si el león ruge, ¿quién no tiembla?
Si el Señor habla, ¿quién no profetiza?
Destrucción de Samaria
9 Proclamen en los palacios de Asdod, y en los palacios de Egipto, y digan:
«Reúnanse sobre los montes de Samaria, y vean cuánta opresión y violencia se comete en esa ciudad. 10 No saben hacer lo recto. En sus palacios atesoran el fruto de su rapiña.»
—Palabra del Señor.
11 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:
«De todos los rincones de la tierra vendrá un enemigo, y derribará tu fortaleza y saqueará tus palacios.»
12 Así ha dicho el Señor:
«Los hijos de Israel, que en Samaria se entronizan en el borde de una cama o en el costado de un diván, escaparán como cuando un pastor logra rescatar, de las fauces del león, sólo dos piernas de una oveja, o la punta de una oreja.
13 »¡Escuchen esto, y háganlo saber a la casa de Jacob!
—Palabra del Señor, el Dios de los ejércitos.
14 »El día que yo castigue las rebeliones de Israel, derribaré también los altares de Betel.(AD) Los cuernos del altar serán tronchados, y rodarán por tierra. 15 Además, derribaré la casa de invierno y la casa de verano, y pondré fin a las casas de marfil. ¡Muchas casas quedarán en ruinas!»
—Palabra del Señor.
4 Ustedes, vacas de Basán, que están en el monte de Samaria; que oprimen a los pobres y quebrantan a los menesterosos; que ordenan a sus esposos llevarles vino para embriagarse, oigan esta palabra: 2 El Señor ha jurado por su santidad:
«Vienen días en que ustedes serán arrastradas con ganchos, y sus descendientes con anzuelos de pescador. 3 Saldrán en fila por las brechas una tras otra, y serán expulsadas del palacio
—Palabra del Señor.
A pesar del castigo, Israel no aprende
4 »¡Vayan a Betel, y sigan pecando! ¡Aumenten sus rebeldías en Gilgal! ¡Traigan sus sacrificios cada mañana, y sus diezmos cada tres días! 5 Hijos de Israel, ¡ofrezcan sacrificios de alabanza con pan leudado, y háganlo saber! ¡Anuncien sus ofrendas voluntarias, ya que así lo quieren!
—Palabra del Señor.
6 »Yo les hice pasar hambre en todas sus ciudades, y hubo falta de pan en todos sus pueblos, ¡pero ustedes no se volvieron a mí!
—Palabra del Señor.
7 »También les detuve la lluvia tres meses antes de la siega. Sobre una ciudad hacía llover, y sobre otra no; en una parte llovía, y la parte donde no llovía se secó. 8 La gente de dos o tres ciudades venía a una sola ciudad para beber agua, pero no saciaban su sed. A pesar de eso, ¡ustedes no se volvieron a mí!
—Palabra del Señor.
9 »Los herí con viento solano y con oruga. La langosta devoró la multitud de sus huertos y viñas, y sus higueras y olivares, ¡pero ustedes no se volvieron a mí!
—Palabra del Señor.
10 »Envié contra ustedes mortandad, tal y como lo hice en Egipto. Maté a filo de espada a sus jóvenes; dejé que sus caballos fueran capturados, y además hice que el hedor de sus campamentos les llegara hasta las narices, ¡pero ustedes no se volvieron a mí!
—Palabra del Señor.
11 »Los trastorné como cuando trastorné a Sodoma y Gomorra.(AE) Hasta parecían un tizón retirado del fuego. ¡Pero ustedes no se volvieron a mí!
—Palabra del Señor.
12 »Por lo tanto, Israel, voy a darte el trato que mereces; y puesto que así te voy a tratar, ¡prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!»
13 ¡Aquí está el que forma los montes!
¡Aquí está el creador del viento!
El que nos da a conocer sus planes,
el que convierte en luz las tinieblas,
el que recorre las alturas de la tierra!
¡Su nombre es el Señor, Dios de los ejércitos!
Llamado al arrepentimiento
5 Ustedes, pueblo de Israel, oigan este canto fúnebre que elevo por ustedes.
2 La virginal Israel ha caído,
y no volverá a levantarse.
Se halla postrada, en el suelo,
y no hay quien la levante.
3 Porque así ha dicho el Señor:
«La ciudad que salga con mil soldados
volverá con sólo cien,
y la que salga con cien
volverá con sólo diez.
Así será en todo Israel.»
4 Pero también así ha dicho el Señor al pueblo de Israel:
«Si ustedes me buscan, vivirán. 5 Pero no me busquen en Betel, ni vayan a Gilgal, ni pasen por Berseba. Porque los de Gilgal serán llevados al cautiverio, y los de Betel serán exterminados. 6 Búsquenme a mí, el Señor, y vivirán. De lo contrario, arremeteré como un fuego contra la tribu de José, y la consumiré y no habrá en Betel quien pueda apagar el fuego.»
7 Ustedes, los que convierten el juicio en amargura y arrojan por el suelo la justicia, 8 busquen al Creador de las Pléyades y el Orión,(AF) al que convierte en luz las tinieblas y hace que el día se oscurezca como la noche; al que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Su nombre es el Señor! 9 El Señor despoja de su fuerza al violento, y trae la ruina sobre sus baluartes.
10 Pero ustedes aborrecen a quienes los reprenden en las puertas de la ciudad; detestan a los que hablan con rectitud. 11 Por lo tanto, y puesto que ustedes ultrajan a los pobres y le cobran impuestos por su trigo, jamás habitarán las casas de piedra labrada que han construido, ni beberán jamás el vino de las hermosas viñas que plantaron. 12 Yo sé muy bien que ustedes son muy rebeldes, y que cometen grandes pecados; sé también que oprimen a la gente honrada, que reciben soborno, y que en los tribunales impiden que los pobres ganen su pleito. 13 ¡Vivimos en tiempos tan corruptos, que la gente prudente prefiere callar!
14 Busquen lo bueno, y no lo malo, y vivirán. Así el Señor, el Dios de los ejércitos, estará con ustedes, como dicen que está. 15 Aborrezcan el mal; amen el bien. En los tribunales, impartan justicia. Tal vez entonces el Señor y Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.
16 Por lo tanto, así ha dicho el Señor y Dios de los ejércitos:
«En todas las plazas habrá llanto, y en todas las calles se quejarán. Al labrador lo llamarán a guardar luto, y a los que sepan cantar endechas, a endechar. 17 Cuando yo pase en medio de ustedes, en todas las viñas habrá llanto.»
—Palabra del Señor.
18 ¡Ay de los que anhelan que llegue el día del Señor! ¿Para qué quieren que llegue el día del Señor? Será un día de tinieblas, y no de luz. 19 Será como cuando alguien huye de un león, y se topa con un oso. O como cuando alguien entra en su casa y, al apoyarse en la pared, una culebra le muerde la mano. 20 El día del Señor no será de luz, sino de tinieblas. ¡Será un día sombrío, sin resplandor alguno!
21 «Yo aborrezco sus fiestas solemnes. ¡No las soporto, ni me complacen sus reuniones! 22 Cuando me ofrezcan sus ofrendas y holocaustos, no los recibiré, ni miraré los animales engordados que me presenten como ofrendas de paz.(AG) 23 Alejen de mí la multitud de sus cantos. No quiero escuchar las melodías de sus liras. 24 Prefiero que fluya la justicia como un río, y que el derecho mane como un impetuoso arroyo.
25 »¿Acaso en los cuarenta años en el desierto, ustedes los israelitas me ofrecieron sacrificios y ofrendas? 26 Al contrario, ¡llevaban en andas el tabernáculo de sus ídolos Moloc y Quiún, cuya estrella ustedes mismos se hicieron! 27 Por eso haré que a ustedes se los lleven más allá de Damasco.»(AH)
—Palabra del Señor, cuyo nombre es el Dios de los ejércitos.
Destrucción de Israel
6 ¡Ay de ustedes, los que viven tranquilos en Sión! ¡Ay de ustedes, los que viven confiados en el monte de Samaria! ¡Ustedes, que son la gente notable e importante entre las naciones, y a quienes acude la casa de Israel! 2 Pasen a Calne, y miren. De allí, vayan a la gran ciudad de Jamat, y prosigan luego a Gat de los filisteos. Vean si aquellos reinos son mejores que estos reinos, y si su territorio es más extenso que el de ustedes.
3 ¡Ay de ustedes, que creen posponer el día de la calamidad, pero hacen que se acerque el reino de la violencia! 4 Ustedes duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus divanes; se alimentan con los corderos del rebaño y con los novillos que sacan del engordadero; 5 gorjean al son de la flauta y, como si fueran David, inventan instrumentos musicales; 6 beben vino en grandes copas y se perfuman con las mejores fragancias, ¡pero nada les importa que José se halle en el desastre! 7 Por eso, van a encabezar a los que marchan al exilio. ¡Ha llegado el fin de tantos festines!
8 Nuestro Señor y Dios ha jurado por sí mismo. El Señor y Dios de los ejércitos ha dicho:
«No soporto la soberbia de Jacob. Aborrezco sus palacios. Por eso voy a entregar al enemigo la ciudad y todo lo que hay en ella.»
9 Va a suceder que, si en una casa quedan con vida diez hombres, esos diez morirán. 10 Y si el pariente de algún difunto quiere sacar de la casa los huesos para quemarlos, dirá a quien esté en el fondo de la casa: «¿Hay todavía alguien contigo?» Y si aquél contesta que no, éste dirá: «Calla, no vaya a suceder que mencionemos el nombre del Señor.»
11 En efecto, el Señor ha dado la orden de reducir a escombros la casa mayor, y de abrir brechas en la casa menor. 12 ¿Acaso corren los caballos por las peñas? ¿O se ara en ellas con bueyes? Entonces, ¿por qué ustedes han convertido la justicia en veneno, y el fruto del derecho en amargura?
13 «¿Ustedes se alegran por Lodebar,[b] y se jactan de haber conquistado Carnayin[c] con sus propias fuerzas? 14 Pues tomen en cuenta, israelitas, que yo voy a lanzar contra ustedes una nación que los oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el arroyo del Arabá.»
—Palabra del Señor y Dios de los ejércitos.
Tres visiones de destrucción
7 Esto es lo que el Señor me hizo ver: Estaba él criando langostas en el tiempo en que empieza a crecer el heno tardío, es decir, el heno tardío que sale después de las cosechas del rey. 2 Y cuando las langostas acabaron de comerse toda la hierba de la tierra, yo le dije:
«Señor, Señor, ¡por favor, perdona a Jacob! ¿Quién podrá levantarlo, si aún es tan pequeño?»
3 Y el Señor cambió de parecer, y dijo:
«No lo voy a hacer.»
4 El Señor también me hizo ver esto: Estaba el Señor convocando a juicio por medio del fuego. Y el fuego consumió el gran abismo, y consumió también parte de la tierra. 5 Yo le dije:
«Señor, Señor, ¡deténte por favor! ¿Quién podrá levantar a Jacob, si aún es tan pequeño?»
6 Y el Señor cambió de parecer, y dijo:
«Esto tampoco lo voy a hacer.»
7 El Señor también me hizo ver esto: Estaba el Señor junto a un muro construido a plomo, y tenía en la mano una plomada de albañil. 8 Y el Señor me dijo:
«¿Qué es lo que ves, Amós?»
Y yo le dije:
«Veo una plomada de albañil.»
Entonces el Señor me dijo:
«Voy a medir a mi pueblo Israel con una plomada de albañil. ¡No voy a pasarle una más! 9 Voy a destruir los lugares altos de Isaac, y a dejar en ruinas los santuarios de Israel. Además, voy a levantar la espada contra la casa de Jeroboán.»
Amós y Amasías
10 Amasías, el sacerdote de Betel, mandó a decir a Jeroboán, rey de Israel:
«Amós anda entre los de la casa de Israel conspirando contra ti. El país no puede seguir soportando todas sus palabras. 11 A decir verdad, esto es lo que ha dicho Amós: “Jeroboán morirá a filo de espada, y los israelitas serán llevados de su tierra al cautiverio.”»
12 Además, Amasías le dijo a Amós:
«Tú, vidente, ¡largo de aquí! ¡Vete a la tierra de Judá! ¡Allá puedes comer, y allá puedes profetizar! 13 No profetices más aquí en Betel, porque aquí está el santuario del rey, y ésta es la capital del reino.»
14 Amós le respondió a Amasías:
«Yo no soy profeta, ni hijo de profeta. Soy boyero, y recojo higos silvestres. 15 Pero el Señor me quitó de andar tras el ganado, y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo Israel.” 16 Así que, oye ahora la palabra del Señor: Tú me dices que no profetice yo contra Israel, ni hable en contra de la casa de Isaac; 17 por eso, el Señor te dice: “Tu mujer se prostituirá en plena ciudad; tus hijos y tus hijas caerán a filo de espada, y tu tierra será fraccionada y repartida; tú morirás en un país impuro, e Israel será llevado al cautiverio, lejos de su tierra.”»
El cesto con fruta de verano
8 El Señor también me hizo ver esto: Me mostró un cesto lleno con fruta de verano,[d] 2 y me dijo:
«¿Qué ves, Amós?»
Yo respondí:
«Veo un cesto con fruta de verano.»
Entonces el Señor me dijo:
«Ha llegado el fin[e] de mi pueblo Israel. No voy a pasarle una más. 3 Cuando llegue el día, en el palacio habrá llanto y no cantos. Por todas partes abundarán los cadáveres, los cuales serán arrojados en silencio.»
—Palabra del Señor.
Se acerca el juicio contra Israel
4 Oigan esto, ustedes, los que explotan a los menesterosos y dejan en la ruina a los pobres de la tierra. 5 Ustedes dicen:
«¿Cuándo pasará la fiesta de luna nueva? ¡Entonces podremos vender el trigo! ¿Y cuándo pasará el día de reposo, para que abramos los graneros? ¡Achicaremos la medida, subiremos el precio, y adulteraremos la balanza! 6 ¡Así podremos comprar a los pobres por dinero, y a los necesitados a cambio de un par de zapatos! ¡Hasta los desechos del trigo podremos vender!»
7 Pero el Señor ha jurado por la gloria de Jacob:
«¡No voy a olvidar ninguna de sus malas acciones!»
8 ¿Y no habrá de estremecerse la tierra por todo esto? ¿Y no habrán de llorar todos sus habitantes? ¡Toda ella subirá como un río! ¡Se encrespará y se hundirá como el río de Egipto!
9 «Cuando llegue ese día, haré que el sol se ponga a mediodía. El día estará claro, pero yo cubriré de tinieblas la tierra.
—Palabra del Señor.
10 »Convertiré sus fiestas en velorios, y sus cantos de alegría en cantos fúnebres. Haré que todos se vistan de luto, que se rapen la cabeza, y que lloren como si se hubiera muerto su único hijo. El final será un día de amargura.
11 »Vienen días en que habrá en la tierra una gran hambre, pero no de pan ni de agua, sino hambre de oír mi palabra.
—Palabra del Señor.
12 »Andarán errantes de mar a mar, y del norte hasta el oriente, en busca de mi palabra, pero no la hallarán.
13 »Cuando llegue ese día, la sed hará desfallecer a las doncellas más hermosas y a los jóvenes más fornidos. 14 Esos que juran por el pecado de Samaria, y dicen: “¡Va por tu Dios, Dan!”, y: “¡Va por el camino de Berseba!”, caerán para no volver a levantarse.»
Los ineludibles juicios del Señor
9 El Señor estaba de pie, junto el altar. Yo lo vi, y le oí decir:
«¡Derriba el capitel! ¡Que se estremezcan los umbrales! ¡Que se hagan pedazos sobre la cabeza de todos! A los que sobrevivan, los mataré a filo de espada. ¡Ninguno de ellos podrá huir ni escapar! 2 Aunque se escondan en el fondo del sepulcro, de allá los sacaré con mi mano. Aunque trepen hasta el cielo, de allí los bajaré. 3 Aunque se escondan en la cumbre del Carmelo, hasta allá iré a buscarlos y a traerlos; aunque traten de esconderse de mi vista, y bajen a lo profundo del mar, hasta allá mandaré a la serpiente para que los muerda. 4 Aunque marchen al cautiverio delante de sus enemigos, hasta allá mandaré la espada para que los mate. Para su mal, y no para su bien, no les voy a quitar la vista de encima.»
5 Cuando el Señor de los ejércitos
toca la tierra, ésta se derrite
y todos sus habitantes lloran.
Y se hincha la tierra como un río,
y luego decrece como el río de Egipto.
6 El Señor extendió el cielo sobre la tierra,
y en el cielo edificó sus cámaras.
El Señor llama a las aguas del mar
para derramarlas sobre la faz de la tierra.
Su nombre es el Señor.
7 «¿Acaso ustedes, israelitas, son ante mí diferentes a los etíopes? ¿No fui yo quien sacó de Egipto a Israel? ¿Y quien trajo de Caftor a los filisteos, y de Quir a los arameos?
—Palabra del Señor.
8 »Mis ojos están atentos y en contra de este reino pecador. ¡Voy a borrarlo de la faz de la tierra! Pero no destruiré del todo la casa de Jacob.
—Palabra del Señor.
9 »Voy a ordenar que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en la criba, sin que caiga a tierra un solo grano. 10 A filo de espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, esos que dicen que el mal no se les acercará ni los alcanzará.
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