Bible in 90 Days
Plegaria en medio de la aflicción
25 [a] Salmo de David.
A ti, oh SEÑOR,
levantaré mi alma.
2 ¡Dios mío, en ti confío!
No sea yo avergonzado.
No triunfen sobre mí mis enemigos.
3 Ciertamente ninguno de los que confían en ti será avergonzado.
Serán avergonzados los que se
rebelan sin causa.
4 Muéstrame, oh SEÑOR, tus caminos; enséñame tus sendas.
5 Encamíname en tu verdad
y enséñame
porque tú eres el Dios de
mi salvación.
En ti he esperado todo el día.
6 Acuérdate, oh SEÑOR,
de tu compasión y de tu misericordia que son perpetuas.
7 No te acuerdes de los pecados de
mi juventud ni de mis rebeliones. Conforme a tu misericordia
acuérdate de mí, por tu bondad,
oh SEÑOR.
8 Bueno y recto es el SEÑOR;
por eso él enseñará a los pecadores
el camino.
9 Encaminará a los humildes
en la justicia
y enseñará a los humildes su camino.
10 Todas las sendas del SEÑOR son misericordia y verdad
para con los que guardan su pacto
y sus testimonios.
11 Por amor de tu nombre, oh SEÑOR, perdona también mi iniquidad porque es grande.
12 ¿Qué hombre es el que teme
al SEÑOR?
Él le enseñará el camino que ha
de escoger.
13 Su alma reposará en bienestar,
y sus descendientes heredarán
la tierra.
14 El secreto del SEÑOR es para los que le temen;
a ellos hará conocer su pacto.
15 Mis ojos están siempre puestos en
el SEÑOR
porque él sacará mis pies de la red.
16 Mírame y ten misericordia de mí porque estoy solitario y afligido.
17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;
sácame de mis congojas.
18 Mira mi aflicción y mis afanes; perdona todos mis pecados.
19 Mira cómo se han multiplicado mis enemigos,
y con odio violento me aborrecen.
20 Guarda mi alma y líbrame;
no sea yo avergonzado
porque en ti me he refugiado.
21 La integridad y la rectitud me guarden porque en ti he esperado.
22 Redime, oh Dios, a Israel
de todas sus angustias.
Oración del que anda en integridad
26 Salmo de David.
Hazme justicia, oh SEÑOR,
porque yo en mi integridad he andado. Asimismo, he confiado en el SEÑOR;
no vacilaré.
2 Examíname, oh SEÑOR, y pruébame. Purifica mi conciencia y mi corazón;
3 porque tu misericordia está delante
de mis ojos,
y camino en tu verdad.
4 No me he sentado con los hombres falsos
ni tengo tratos con los hipócritas.
5 Aborrezco la reunión de los
malhechores;
nunca me he sentado con los impíos.
6 Lavaré mis manos en inocencia
e iré alrededor de tu altar, oh SEÑOR,
7 para proclamar con voz de
agradecimiento
y contar todas tus maravillas.
8 Oh SEÑOR, he amado la habitación
de tu casa,
el lugar de la morada de tu gloria.
9 No recojas mi alma junto con los pecadores
ni mi vida con los hombres
sanguinarios,
10 en cuyas manos hay infamia
y cuya mano derecha está llena
de soborno.
11 Pero yo andaré en mi integridad;
redímeme y ten misericordia de mí.
12 Mis pies se han afirmado en
suelo llano;
en las congregaciones te[b] bendeciré, oh SEÑOR.
La confianza del que busca al SEÑOR
27 Salmo de David.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?
2 Cuando se acercaron a mí
los malhechores,
mis adversarios y mis enemigos para devorar mis carnes,
tropezaron y cayeron.
3 Aunque acampe un ejército contra mí,
mi corazón no temerá.
Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
4 Una cosa he pedido al SEÑOR; esta buscaré:
que more yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del SEÑOR
y para inquirir en su templo.
5 Porque en su enramada me esconderá en el día del mal;
me ocultará en lo reservado de
su tabernáculo;
me pondrá en alto sobre una roca.
6 Ahora levantará mi cabeza
sobre mis enemigos que me rodean,
y en su tabernáculo ofreceré
sacrificios de júbilo.
Cantaré y entonaré salmos al SEÑOR.
7 Escucha, oh SEÑOR,
mi voz con que clamo a ti.
Ten misericordia de mí y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho:
“Busquen su[c] rostro”.
¡Tu rostro buscaré, oh SEÑOR!
9 No escondas de mí tu rostro;
no apartes con ira a tu siervo. Tú has sido mi ayuda;
no me dejes ni me desampares,
oh Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me dejen,
con todo, el SEÑOR me recogerá.
11 Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; guíame por sendas de rectitud
a causa de los que me son contrarios.
12 No me entregues a la voluntad de mis adversarios,
porque contra mí se han levantado testigos falsos que respiran violencia.
13 ¡Oh, si yo no creyese que he de ver
la bondad del SEÑOR
en la tierra de los vivientes!
14 Espera en el SEÑOR.
Esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el SEÑOR!
El SEÑOR escucha la oración
28 Salmo de David.
A ti clamaré, oh SEÑOR;
Roca mía, no te hagas el sordo para conmigo.
No suceda que, por quedarte en
silencio ante mí,
yo llegue a ser semejante a los que descienden a la fosa.
2 Escucha la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,
cuando alzo mis manos hacia tu lugar santísimo.
3 No me arrastres junto con los impíos, con los que hacen iniquidad, los cuales hablan de paz a su prójimo pero la maldad está en su corazón.
4 Dales conforme a sus hechos
y conforme a la maldad de sus actos. Dales conforme a la obra de sus manos. ¡Dales su recompensa!
5 Porque no atendieron a los hechos del SEÑOR
ni a la obra de sus manos,
él los derribará y no los volverá a edificar.
6 Bendito sea el SEÑOR,
que oyó la voz de mis ruegos.
7 El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo;
en él esperó mi corazón.
Fui ayudado, y se gozó mi corazón; con mi canción le alabaré.
8 El SEÑOR es la fuerza de su pueblo,
la fortaleza de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; pastoréalos y enaltécelos para siempre.
La voz del SEÑOR en la tormenta
29 Salmo de David.
Den al SEÑOR, oh hijos
de los fuertes;
den al SEÑOR la gloria y el poder.
2 Den al SEÑOR la gloria debida
a su nombre.
Adoren al SEÑOR en la hermosura de la santidad.
3 Voz del SEÑOR sobre las aguas: ¡Truena el Dios de gloria!
¡Es SEÑOR sobre las caudalosas aguas!
4 Voz del SEÑOR con poder;
voz del SEÑOR con gloria.
5 Voz del SEÑOR que quiebra los cedros;
el SEÑOR despedaza los cedros del Líbano.
6 Los hace saltar como terneros;
al Líbano y al Sirión hizo saltar como crías de toros salvajes.
7 Voz del SEÑOR que aviva
las llamas de fuego.
8 Voz del SEÑOR que estremece
al desierto.
El SEÑOR estremece al desierto
de Cades.
9 La voz del SEÑOR estremece
las encinas
y desnuda los bosques.
Y en su templo todos los suyos proclaman su gloria.
10 El SEÑOR se sentó ante el diluvio;
el SEÑOR se sentó como rey para siempre.
11 El SEÑOR dará fortaleza a su pueblo;
el SEÑOR bendecirá a su pueblo con paz.
Alabanza al Dador de la vida
30 Cántico para la dedicación del templo. Salmo de David.
Te glorificaré, oh SEÑOR,
porque me has levantado
y no has dejado que mis enemigos
se alegren de mí.
2 Oh SEÑOR, Dios mío, a ti clamé
y me sanaste.
3 Oh SEÑOR, tú has hecho subir
mi alma del Seol;
desde la fosa me has vuelto a la vida.
4 Canten al SEÑOR, ustedes sus fieles; celebren la memoria de su santidad.
5 Porque su ira dura solo un momento pero su favor dura toda la vida.
Por la noche dura el llanto
pero al amanecer vendrá la alegría.
6 Yo dije en medio de mi tranquilidad: “No seré movido jamás”.
7 Tú, oh SEÑOR, por tu buena voluntad estableciste mi monte con poder. Pero escondiste tu rostro,
y quedé turbado.
8 A ti, oh SEÑOR, invocaré;
al Señor suplicaré:
9 “¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo?
¿Anunciará tu verdad?”.
10 Escucha, oh SEÑOR, y ten
misericordia de mí.
SEÑOR, sé tú mi ayudador.
11 Has convertido mi lamento en una danza;
quitaste mi vestido de luto y me ceñiste de alegría.
12 Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré para siempre.
Declaración de confianza en el SEÑOR
31 Al músico principal. Salmo de David.
En ti, oh SEÑOR, me he refugiado;
no sea yo avergonzado jamás. Líbrame en tu justicia.
2 Inclina a mí tu oído; líbrame pronto.
Sé tú mi roca fuerte,
mi fortaleza para salvarme.
3 Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, por amor de tu nombre me guiarás
y me encaminarás.
4 Sácame de la red que han
escondido para mí
porque tú eres mi fortaleza.
5 En tus manos encomiendo mi espíritu;
tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
6 Aborrezco a los que esperan
en los ídolos vanos,
pero yo en el SEÑOR he confiado.
7 Me gozaré y alegraré en tu misericordia porque has visto mi aflicción. Has conocido mi alma en las angustias
8 y no me entregaste en mano
del enemigo.
Hiciste que mis pies se posasen
en lugar espacioso.
9 Ten misericordia de mí, oh SEÑOR, porque estoy en angustia.
Mis ojos, mi alma y mis entrañas
se han debilitado por el pesar.
10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar.
Mi fuerza me falla a causa
de mi iniquidad,
y mis huesos se han debilitado.
11 Para todos mis enemigos he sido objeto de oprobio.
He sido objeto de horror
para mis vecinos,
y de miedo para mis conocidos. Los que me veían huían de mí.
12 He sido olvidado en sus corazones como un muerto;
he venido a ser como un objeto inútil.
13 Porque he oído la calumnia de muchos; el terror está por todas partes, mientras traman unidos contra mí
y planean quitarme la vida.
14 Pero yo he confiado en ti, oh SEÑOR. He dicho: “Tú eres mi Dios;
15 en tus manos están mis tiempos”. Líbrame de la mano de mis enemigos
y de mis perseguidores.
16 Haz resplandecer tu rostro
sobre tu siervo;
sálvame por tu misericordia.
17 Oh SEÑOR, no sea yo avergonzado
ya que te he invocado.
Sean avergonzados los impíos; desciendan en silencio al Seol.
18 Enmudezcan los labios mentirosos que hablan insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.
19 ¡Cuán grande es la bondad
que has guardado para los que
te temen,
que has obrado para los que en ti se refugian contra los hijos del hombre!
20 En el refugio de tu presencia los esconderás de la conspiración[d] del hombre.
En un tabernáculo los guardarás
de las contiendas de la lengua.
21 ¡Bendito sea el SEÑOR!
Porque ha hecho maravillosa su
misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
22 En mi apresuramiento yo dije: “¡Cortado soy de tu presencia!”. Pero cuando clamé a ti
oíste la voz de mis ruegos.
23 Amen al SEÑOR, todos ustedes sus santos.
A los fieles guarda el SEÑOR, pero retribuye en abundancia al que actúa con soberbia.
24 Esfuércense, todos ustedes los que
esperan en el SEÑOR,
y tome aliento su corazón.
Experiencia de la dicha del perdón
32 Salmo de David. Masquil[e].
Bienaventurado aquel
cuya transgresión ha sido perdonada
y ha sido cubierto su pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien
el SEÑOR no atribuye iniquidad,
y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
mi vigor se convirtió en sequedades de verano. Selah[f]
5 Mi pecado te declaré
y no encubrí mi iniquidad.
Dije: “Confesaré mis rebeliones
al SEÑOR”.
Y tú perdonaste la maldad
de mi pecado. Selah[g]
6 Por eso orará a ti todo fiel
en el tiempo en que puedas ser hallado. Ciertamente en la inundación las caudalosas aguas no llegarán a él.
7 Tú eres mi refugio;
me guardarás de la angustia
y con cánticos de liberación
me rodearás. Selah[h]
8 “Te haré entender y te enseñaré
el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos.
9 No sean sin entendimiento
como el caballo o como el mulo, cuya boca ha de ser frenada con rienda y freno;
de otro modo, no se acercan a ti”.
10 Muchos dolores tendrá el impío; pero la misericordia cercará al que
espera en el SEÑOR.
11 Oh justos, alégrense en el SEÑOR
y gócense;
canten con júbilo todos los rectos
de corazón.
Alabanza al Dios creador y providente
33 Alégrense, oh justos, en el SEÑOR; a los rectos es hermosa la alabanza.
2 Den gracias al SEÑOR con lira; cántenle con arpa de diez cuerdas.
3 Cántenle un cántico nuevo;
háganlo bien, tocando con júbilo.
4 Porque recta es la palabra del SEÑOR,
y toda su obra ha sido hecha con verdad.
5 Él ama la justicia y el derecho;
de la misericordia del SEÑOR está llena la tierra.
6 Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos;
todo el ejército de ellos fue hecho por el soplo de su boca.
7 Él junta como un montón las aguas de los mares,
y guarda en depósitos los océanos.
8 Tema al SEÑOR toda la tierra;
témanle todos los habitantes
del mundo.
9 Porque él dijo, y fue hecho;
él mandó, y existió.
10 El SEÑOR hace nulo el consejo
de las naciones
y frustra las maquinaciones
de los pueblos.
11 El consejo del SEÑOR permanecerá para siempre,
y los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.
12 ¡Bienaventurada la nación de la cual el SEÑOR es Dios,
el pueblo al cual escogió como posesión suya!
13 El SEÑOR ve desde los cielos; mira a todos los hijos del hombre.
14 Desde el lugar de su morada observa
a todos los habitantes de la tierra.
15 El que formó el corazón de todos ellos comprende todas sus obras.
16 El rey no es librado por la multitud del ejército;
el valiente no escapa por su
mucha fuerza.
17 Vano es el caballo para la victoria;
a pesar de su gran fuerza no
podrá librar.
18 El ojo del SEÑOR está sobre los que le temen,
sobre los que esperan
en su misericordia,
19 para librar el alma de ellos de la muerte
y para darles vida en tiempos de hambre.
20 Nuestra alma espera en el SEÑOR;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
21 Por eso, nuestro corazón se alegra en él, porque en su santo nombre
hemos confiado.
22 Sea tu misericordia, oh SEÑOR, sobre nosotros
según lo esperamos de ti.
Evidencias de la bondad del SEÑOR[i]
34 Salmo de David, cuando cambió su conducta ante Abimelec[j], y este lo echó, y él se fue.
[k]Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo;
su alabanza estará siempre en mi boca.
2 En el SEÑOR se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
3 Engrandezcan al SEÑOR conmigo; ensalcemos juntos su nombre.
4 Yo busqué al SEÑOR, y él me oyó
y de todos mis temores me libró.
5 Los que a él miran son iluminados; sus rostros no serán avergonzados.
6 Este pobre clamó, y el SEÑOR
le escuchó
y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel del SEÑOR acampa en derredor de los que le temen,
y los libra.
8 Prueben y vean que el SEÑOR
es bueno.
¡Bienaventurado el hombre que se
refugia en él!
9 Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, porque nada falta a los que le temen.
10 Los leones tienen necesidades
y sufren hambre,
pero los que buscan al SEÑOR
no tendrán falta de ningún bien.
11 Vengan, oh hijos, escuchen;
el temor del SEÑOR les enseñaré:
12 ¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
13 Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de hablar engaño.
14 Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.
15 Los ojos del SEÑOR están
sobre los justos;
sus oídos están atentos a su clamor.
16 El rostro del SEÑOR está
contra los que hacen mal
para cortar de la tierra su memoria.
17 Clamaron los justos,
y el SEÑOR los oyó;
los libró de todas sus angustias.
18 Cercano está el SEÑOR
a los quebrantados de corazón;
él salvará a los contritos de espíritu.
19 Muchos son los males del justo,
pero de todos ellos lo librará
el SEÑOR.
20 Él guardará todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrantado.
21 Al impío le matará la maldad,
y los que aborrecen al justo
serán desolados.
22 El SEÑOR redimirá el alma
de sus siervos.
No serán desolados cuantos
confían en él.
Súplica de un justo calumniado
35 Salmo de David.
Contiende, oh SEÑOR, con los que contienden contra mí;
combate a los que me combaten.
2 Echa mano de escudo y defensa;
levántate en mi ayuda.
3 Saca lanza y jabalina al encuentro
de mis perseguidores.
Di a mi alma: “Yo soy tu salvación”.
4 Sean avergonzados y afrentados
los que buscan mi vida;
vuelvan atrás y sean humillados los que planean hacerme daño.
5 Sean como el tamo ante el viento,
y que los acose el ángel del SEÑOR.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y que les persiga el ángel del SEÑOR.
7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
sin causa pusieron trampa
para mi vida.
8 Que le alcance la destrucción que
no imagina,
y que le prenda la red que él mismo escondió.
Caiga él en aquella destrucción.
9 Entonces mi alma se gozará en
el SEÑOR
y se alegrará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán:
“Oh SEÑOR, ¿quién hay como tú? Libras al pobre del más fuerte que él;
al pobre y necesitado del que lo despoja”.
11 Se han levantado testigos falsos,
y me interrogan de lo que no sé.
12 Me han pagado mal por bien. ¡Desolación para mi alma!
13 Sin embargo, cuando se enfermaron
yo me vestí de aflicción.
Me afligí a mí mismo con ayuno,
y mi oración se volvía a mi seno.
14 Como por mi compañero,
como por mi hermano actuaba; como el que hace luto por una madre, enlutado me humillaba.
15 Pero cuando yo tropecé
ellos se alegraron y se reunieron.
Se reunieron contra mí los
calumniadores sin que yo lo supiera. Me despedazaban y no cesaban.
16 Con impiedad se dedicaron al escarnio; crujieron sus dientes contra mí.
17 Oh Señor, ¿hasta cuándo consentirás esto? Rescata de sus destrucciones mi alma; libra mi única vida de los leones.
18 Te confesaré en la gran congregación;
te alabaré en medio de un pueblo numeroso.
19 No se alegren de mí los que sin razón son mis enemigos
ni guiñen el ojo los que me aborrecen sin causa.
20 Porque no hablan paz,
y contra los mansos de la tierra traman engaños.
21 Ensanchan contra mí su boca diciendo: “¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!”.
22 Tú lo has visto.
Oh SEÑOR, no te hagas el sordo;
oh Señor, no te alejes de mí.
23 Despierta y levántate para hacer justicia
a mi causa, Dios mío y Señor mío.
24 Oh SEÑOR, Dios mío,
hazme justicia conforme a tu rectitud. Que no se alegren de mí
25 ni digan en su corazón:
“¡Ajá, esto es lo que queríamos!”.
Ni digan: “¡Lo hemos devorado!”.
26 Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal. Que se vistan de vergüenza y confusión los que se engrandecen contra mí.
27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,
y digan siempre:
“¡Sea ensalzado el SEÑOR, que se complace en el bienestar
de su siervo!”.
28 Mi lengua hablará de tu justicia
y de tu alabanza todo el día.
Maldad del impío y bondad del SEÑOR
36 Al músico principal. Salmo de David, siervo de Dios.
La transgresión habla al impío dentro de su[l] corazón;
no hay temor de Dios delante
de sus ojos.
2 Por eso se lisonjea en sus propios ojos hasta que su iniquidad sea aborrecimiento.
3 Las palabras de su boca son maldad y engaño;
ha dejado de ser sensato y de hacer
el bien.
4 Sobre su cama piensa iniquidad; está en un camino que no es bueno
y no desprecia el mal.
5 Oh SEÑOR, hasta los cielos alcanza tu misericordia;
y hasta las nubes, tu fidelidad.
6 Tu justicia es como las montañas
de Dios;
y tus juicios, como el gran océano. Oh SEÑOR, que conservas al hombre y al animal,
7 ¡cuán preciosa es, oh Dios, tu bondad! Por eso los hijos del hombre
se refugian bajo la sombra de tus alas.
8 Se sacian de la abundancia de tu casa;
les das a beber del torrente
de tus delicias.
9 Ciertamente contigo está el manantial de la vida;
en tu luz veremos la luz.
10 Extiende tu bondad a los
que te conocen,
y tu justicia a los rectos de corazón.
11 Que no venga contra mí el pie de
la soberbia
ni me desplace la mano de los impíos.
12 Entonces caerán los que obran
iniquidad;
serán derribados y no podrán
levantarse.
Dos conductas y dos destinos
37 Salmo de David.
[m] No te impacientes a causa de los malhechores
ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad.
2 Porque, como la hierba, pronto
se secan,
y se marchitan como el pasto verde.
3 Confía en el SEÑOR y haz el bien. Habita en la tierra
y apaciéntate de la fidelidad.
4 Deléitate en el SEÑOR
y él te concederá los anhelos
de tu corazón.
5 Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él hará.
6 Él exhibirá tu justicia como la luz,
y tu derecho como el mediodía.
7 Calla delante del SEÑOR
y espera en él.
No te alteres con motivo de los que prosperan en su camino,
por el hombre que hace maldades.
8 Deja la ira y abandona el enojo;
de ninguna manera te apasiones por hacer lo malo.
9 Porque los malhechores
serán destruidos,
pero los que esperan en el SEÑOR heredarán la tierra.
10 Dentro de poco no quedará el impío. Contemplarás su lugar, y no aparecerá.
11 Pero los mansos heredarán la tierra
y se deleitarán por
la abundancia de paz.
12 El impío maquina contra el justo
y cruje sus dientes contra él.
13 El Señor se reirá de él
porque ve que viene su día.
14 Los impíos desenvainan la espada
y tensan el arco
para derribar al pobre y al necesitado, para matar a los de recto proceder.
15 Pero la espada de ellos entrará en
su propio corazón,
y su arco será roto.
16 Mejor es lo poco del justo
que las riquezas de muchos impíos.
17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados;
pero es el SEÑOR quien sostiene
al justo.
18 El SEÑOR conoce los días
de los íntegros,
y la heredad de ellos será para siempre.
19 No serán avergonzados
en el tiempo malo;
en los días de hambre serán saciados.
20 Pero los impíos perecerán,
y los enemigos del SEÑOR serán consumidos como el sebo
de los carneros;
se disiparán como el humo.
21 El impío toma prestado y no paga,
pero el justo tiene compasión y da.
22 Los que él bendiga heredarán la tierra, y los que él maldiga serán eliminados.
23 Por el SEÑOR son afirmados los pasos del hombre,
y él se complacerá en su camino.
24 Si cae, no quedará postrado
porque el SEÑOR sostiene su mano.
25 Yo he sido joven y he envejecido; pero no he visto a un justo
desamparado
ni a sus descendientes
mendigando pan.
26 En todo tiempo tiene compasión
y presta,
y su descendencia es para bendición.
27 Apártate del mal y haz el bien,
y vivirás para siempre.
28 Porque el SEÑOR ama la rectitud
y no desampara a sus fieles.
Para siempre serán guardados,
pero la descendencia de los impíos será exterminada.
29 Los justos heredarán la tierra
y vivirán para siempre sobre ella.
30 La boca del justo expresará sabiduría,
y su lengua proferirá juicio.
31 La ley de su Dios está en su corazón; por eso sus pasos no vacilarán.
32 El impío acecha al justo
y procura matarlo.
33 El SEÑOR no lo dejará caer
en su mano
ni dejará que lo condenen cuando sea juzgado.
34 Espera en el SEÑOR y guarda
su camino.
Él te exaltará para heredar la tierra;
y cuando los impíos sean destruidos tú lo verás.
35 Yo he visto al impío enaltecido,
que se levantaba como un cedro del Líbano[n].
36 Pero pasó y ya no apareció.
Lo busqué, y no fue hallado.
37 Considera al íntegro y mira al justo; que la posteridad de ese hombre es paz.
38 Pero los transgresores serán todos juntos destruidos;
la posteridad de los impíos
será eliminada.
39 La salvación de los justos proviene del SEÑOR;
él es su fortaleza en el tiempo
de angustia.
40 El SEÑOR los ayudará y los librará; los librará de los impíos y los salvaráporque en él se han refugiado.
Plegaria en el sufrimiento
38 Salmo de David. Para conmemorar.
Oh SEÑOR, no me reprendas
en tu furor
ni me castigues en tu ira.
2 Porque tus flechas han penetrado
en mí,
y sobre mí ha descendido tu mano.
3 No hay parte sana en mi cuerpo
a causa de tu ira;
no hay paz en mis huesos a causa
de mi pecado.
4 Porque mis iniquidades han
sobrepasado mi cabeza;
como carga pesada me agobian.
5 Hieden y supuran mis heridas
a causa de mi locura.
6 Estoy encorvado y abatido en gran manera;
ando enlutado todo el día.
7 Porque mis espaldas están inflamadas,
y no hay parte sana en mi cuerpo.
8 Estoy debilitado y totalmente molido; gimo a causa de la conmoción de
mi corazón.
9 Oh Señor, delante de ti están todos mis deseos,
y mi gemido no te es oculto.
10 Mi corazón palpita fuertemente,
y mi vigor me ha abandonado. Aun la luz de mis ojos ya no está conmigo.
11 Mis amigos y compañeros se han apartado de mi plaga;
mis parientes se han mantenido alejados.
12 Los que buscaban mi vida
armaron trampas,
y los que procuraban mi mal profirieron amenazas.
Maquinaban fraudes todo el día.
13 Pero yo, como si fuera sordo,
no escuchaba,
y era como un mudo que no abre
la boca.
14 Actué como un hombre que no oye,
y en cuya boca no hay amonestación.
15 Pues en ti, oh SEÑOR, he esperado;
tú responderás, oh SEÑOR, Dios mío.
16 Porque dije:
“No sea que se alegren de mí
y, cuando resbale mi pie, se
enaltezcan sobre mí”.
17 Porque yo estoy a punto de caer,
y mi dolor está delante de mí continuamente.
18 Por eso confesaré mi iniquidad; me acongojaré por mi pecado.
19 Porque mis enemigos están vivos
y fuertes;
se han aumentado los que me aborrecen sin motivo.
20 Los que pagan mal por bien
me son hostiles
por seguir yo lo bueno.
21 No me desampares, oh SEÑOR. Dios mío, no te alejes de mí;
22 apresúrate a socorrerme,
oh Señor, salvación mía.
La brevedad de la vida
39 Al músico principal. A Jedutún. Salmo de David.
Yo dije: “Cuidaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno
en tanto que el impío esté frente a mí”.
2 Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó.
3 Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar,
y así hablé con mi lengua:
4 Hazme saber, oh SEÑOR, mi final,
y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán pasajero soy.
5 He aquí, has hecho que mis días sean breves;
mi existencia es como nada delante de ti. De veras, solo vanidad es todo hombre en su gloria. Selah[o]
6 En la oscuridad deambula el hombre; de veras, en vano se inquieta por acumular,
y no sabe quién lo recogerá.
7 Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
8 Líbrame de todas mis rebeliones;
no me pongas por burla del insensato.
9 Enmudecí; no abrí mi boca
porque tú eres quien lo hizo.
10 Aparta de mí tu plaga;
por el movimiento de tu mano soy consumido.
11 Con castigos por el pecado
corriges al hombre
y deshaces como polilla su hermosura. Ciertamente vanidad es todo hombre.
Selah[p]
12 Escucha mi oración, oh SEÑOR; oye mi clamor y no calles
ante mis lágrimas.
Porque forastero soy para ti,
un advenedizo, como todos mis padres.
13 Aparta de mí tu mirada, de modo que me alegre
antes que me vaya y deje de ser.
Testimonio de la salvación divina
40 Al músico principal. Salmo de David.
Pacientemente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mí y oyó mi clamor.
2 Me hizo subir del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso.
Puso mis pies sobre una roca
y afirmó mis pasos.
3 Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto y temerán,
y confiarán en el SEÑOR.
4 Bienaventurado el hombre que pone su confianza en el SEÑOR
y no vuelve la mirada a los soberbios
ni a los que se enredan con la falsedad.
5 Oh SEÑOR, Dios mío,
tú has multiplicado tus maravillas
y tus pensamientos para con nosotros. No hay nadie comparable a ti.
Si intentara referirme y hablar de ellos,
serían demasiados como para
ser contados.
6 El sacrificio y la ofrenda no te agradan; tú has abierto mis oídos.
Holocaustos y sacrificios por el pecado no has pedido.
7 Entonces dije: “He aquí, yo vengo.
En el rollo de pergamino está
escrito acerca de mí:
8 ‘El hacer tu voluntad, oh Dios mío, me ha agradado;
y tu ley está en medio
de mi corazón’ ”.
9 He anunciado justicia en la gran congregación;
he aquí, no he detenido mis labios. Oh SEÑOR, tú lo sabes.
10 No he encubierto tu justicia dentro
de mi corazón;
he proclamado tu fidelidad
y tu salvación.
No he ocultado tu misericordia
ni tu verdad en la gran congregación.
11 Tú, oh SEÑOR, no detengas de mí
tu compasión;
que tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.
12 Porque me han rodeado males
incontables;
me han alcanzado mis iniquidades,
y no puedo levantar la vista.
Son más numerosos que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazón me ha fallado.
13 ¡Ten a bien, oh SEÑOR, librarme! ¡Oh SEÑOR, apresúrate a socorrerme!
14 Sean avergonzados y humillados a una
los que buscan mi vida para cortarla.
15 Vuelvan atrás y sean confundidos los que desean mi mal.
Sean desolados a causa de su vergüenza los que dicen: “¡Ajá, ajá!”.
16 Gócense y alégrense en ti todos
los que te buscan.
Digan siempre los que aman
tu salvación:
“¡El SEÑOR sea engrandecido!”.
17 Aunque yo sea pobre y necesitado
el SEÑOR pensará en mí.
Tú eres mi ayuda y mi libertador; ¡Oh Dios mío, no te tardes!
Oración desde el lecho de dolor
41 Al músico principal. Salmo de David.
¡Bienaventurado el que se preocupa del pobre!
En el día malo lo librará el SEÑOR.
2 El SEÑOR lo guardará y le dará vida para que sea feliz en la tierra.
No lo entregará a la voluntad
de sus enemigos.
3 El SEÑOR lo sustentará en
el lecho de dolor.
En su enfermedad, tú transformarás
su postración.
4 Yo dije: “Oh SEÑOR,
ten misericordia de mí;
sana mi alma
porque contra ti he pecado”.
5 Mis enemigos hablan mal de mí
y preguntan:
“¿Cuándo se morirá y perecerá
su nombre?”.
6 Si alguien viene a verme, habla mentira.
Su corazón acumula iniquidad para sí,
y saliendo afuera, lo divulga.
7 Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
contra mí traman el mal.
8 “Algo abominable se ha derramado sobre él.
El que cayó en la cama
no se volverá a levantar”.
9 Aun mi amigo íntimo,
en quien yo confiaba y quien comía de mi pan,
ha levantado contra mí el talón.
10 Pero tú, oh SEÑOR,
ten misericordia de mí;
haz que me levante,
y les daré su merecido.
11 En esto conoceré que de mí te has agradado:
en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
y me haces estar delante de ti para siempre.
13 ¡Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad! Amén y amén.
Libro II: Salmos 42—72
Anhelo por la presencia de Dios
42 Al músico principal. Masquil[q] de los hijos de Coré.
Como ansía el venado las corrientes de las aguas,
así te ansía a ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo.
¿Cuándo iré para presentarme delante de Dios?
3 Mis lágrimas han sido mi alimento día y noche
mientras me dicen todos los días: “¿Dónde está tu Dios?”.
4 Recuerdo estas cosas y derramo
mi alma dentro de mí:
cuando pasaba con la muchedumbre, guiándolos hasta la casa de Dios, con voz de alegría y de acción de gracias de la multitud en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
y te turbas dentro de mí?
Espera a Dios, porque aún le he
de alabar.
¡Él es la salvación de mi ser, 6 y mi Dios! Mi alma está abatida dentro de mí. Por esto me acordaré de ti
en la tierra del Jordán y del Hermón, en el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro por la voz
de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 De día mandará el SEÑOR
su misericordia;
y de noche su canción estará conmigo,
la oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: “Roca mía,
¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión del enemigo?”.
10 Mientras mis huesos se quebrantan, mis enemigos me afrentan
diciéndome cada día:
“¿Dónde está tu Dios?”.
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he
de alabar.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
Anhelo por la casa de Dios
43 Júzgame, oh Dios, y defiende
mi causa.
Líbrame de una nación impía, del hombre de engaño e iniquidad.
2 Siendo tú el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué he de andar enlutado por
la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad;
estas me guiarán.
Ellas me conducirán a tu monte santo y a tus moradas.
4 Llegaré hasta el altar de Dios;
a Dios, mi alegría y mi gozo.
Te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún
le he de alabar.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
Plegaria por la liberación nacional
44 Al músico pripncipal. De los hijos de Coré. Masquil.[r]
Oh Dios, con nuestros oídos
hemos oído;
nuestros padres nos han contado de la obra que hiciste en sus días,
en tiempos antiguos.
2 Con tu mano echaste a las naciones para plantarlos a ellos;
abatiste a los pueblos y los arrojaste.
3 No se apoderaron de la tierra por su espada ni su brazo los libró; sino tu diestra, tu brazo,
y la luz de tu rostro;
porque tú los favorecías.
4 Tú, oh Dios, eres mi Rey;
manda liberación a Jacob.
5 Por medio de ti embestiremos
a nuestros enemigos;
en tu nombre pisotearemos a los que se nos oponen.
6 No confiaré en mi arco,
ni mi espada me librará;
7 pues tú nos libras de nuestros enemigos y avergüenzas a los que nos aborrecen.
8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo
y alabaremos su nombre para siempre.
Selah[s]
9 Sin embargo, nos has desechado
y nos has confundido;
ya no sales con nuestros ejércitos.
10 Nos has hecho retroceder ante
el enemigo,
y los que nos aborrecen nos
han saqueado.
11 Nos has puesto como ovejas para
el consumo,
y nos has esparcido entre las naciones.
12 Has vendido de balde a tu pueblo,
y ningún provecho has ganado
con su precio.
13 Nos has puesto como afrenta
ante nuestros vecinos;
por burla y ridículo ante los que están a nuestro alrededor.
14 Nos has puesto como refrán
en medio de las naciones
y como objeto de burla en medio
de los pueblos.
15 Cada día mi confusión está
delante de mí,
y mi cara se cubre de vergüenza
16 por la voz del que injuria y deshonra, por causa del enemigo y del vengativo.
17 Todo esto nos ha venido,
pero no nos hemos olvidado de ti
ni hemos faltado a tu pacto.
18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón
ni tampoco nuestros pasos se han apartado de tu camino,
19 para que nos abatas en el lugar
de los chacales
y nos cubras con densa oscuridad.
20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios
o alzado nuestras manos
a un dios extraño,
21 ¿no averiguaría esto Dios,
quien conoce los secretos del corazón?
22 Más bien, por tu causa nos matan cada día;
somos tratados como ovejas para
el matadero.
23 Despierta; ¿por qué duermes, oh Señor? Despierta; no nos abandones para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestra aflicción
y opresión?
25 Nuestra alma está postrada hasta
el polvo;
nuestro vientre está pegado a la tierra.
26 Levántate, socórrenos
y redímenos por tu misericordia.
Canción para las bodas del rey
45 Al músico principal. Sobre Sosanima. Para los hijos de Coré. Masquilb. Canción de amor.Mi corazón rebosa de palabras buenas;
dedico al rey mi canto.
Mi lengua es como pluma de un veloz escriba.
2 Tú eres el más hermoso de los hijos del hombre;
la gracia se ha derramado en tus labios.
Por eso Dios te ha bendecido para siempre.
3 Ciñe tu espada sobre tu muslo,
oh valiente, en tu gloria y majestad.
4 En tu majestad cabalga y triunfa por causa de la verdad, de
la humildad y de la justicia. Tu mano derecha te mostrará cosas asombrosas.
5 Pueblos caerán debajo de ti; tus flechas agudas penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno
y para siempre;
cetro de justicia es el cetro de tu reino.
7 Has amado la justicia y aborrecido
la injusticia;
por eso te ha ungido Dios,
el Dios tuyo,
con aceite de gozo, más que a tus compañeros.
8 Mirra, áloe y casia exhalan todas tus vestiduras;
en palacios de marfil te han recreado los instrumentos de cuerda.
9 Hijas de reyes hay en tu corte de honor; la reina está de pie a tu derecha con oro de Ofir.
10 Oye, hija, y mira; inclina tu oído: Olvida tu pueblo y la casa de tu padre.
11 El rey desea tu hermosura;
inclínate hacia él porque él es
tu señor.
12 Las hijas de Tiro vienen con
presentes,
y los ricos del pueblo imploran
tu favor.
13 Toda gloriosa está la hija del rey;
de perlas engastadas[t] en oro es su vestido.
14 Con vestido bordado será llevada ante el rey.
Vírgenes irán detrás de ella;
sus compañeras serán traídas a ti.
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