Bible in 90 Days
Las setenta semanas de años
9 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de ascendencia meda y rey del imperio caldeo, 2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, estuve investigando en las Escrituras sobre los setenta años que tenía que permanecer Jerusalén en ruinas, según la palabra dirigida por el Señor al profeta Jeremías. 3 Me dirigí al Señor, mi Dios, implorándole con oraciones y súplicas, ayunando, vestido de sayal y cubierto de ceniza. 4 Supliqué al Señor, mi Dios, con la siguiente confesión:
— Señor, Dios grande y terrible, que conservas la alianza y la fidelidad con todos los que te aman y guardan tus mandamientos. 5 Hemos pecado y cometido maldades. Somos culpables, pues nos hemos rebelado y hemos abandonado tus mandamientos y tu ley. 6 No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros antepasados y a toda la gente del país. 7 Tú, Señor, eres justo, mientras que nosotros, la gente de Judá, los habitantes de Jerusalén y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todos los países por donde nos dispersaste a causa de nuestra infidelidad hacia ti, nos encontramos ahora cubiertos de vergüenza. 8 Señor, tanto nosotros como nuestros reyes, nuestros príncipes y nuestros antepasados estamos cubiertos de vergüenza, pues sabemos que hemos pecado contra ti. 9 El Señor, nuestro Dios, es compasivo y clemente, aunque nos hayamos rebelado contra él 10 al no obedecer al Señor, nuestro Dios, ni seguir las leyes que nos dio a través de sus siervos los profetas. 11 Israel en masa ha transgredido tu ley, te ha dado la espalda y no te ha obedecido.
Por haber pecado contra ti, han caído sobre nosotros las maldiciones y amenazas escritas en la ley de Moisés, siervo de Dios. 12 Cumpliste las palabras pronunciadas contra nosotros y contra nuestros gobernantes, desencadenando contra nosotros una calamidad de tales dimensiones que lo que le ocurrió a Jerusalén nunca antes había ocurrido bajo el cielo. 13 Nos ha alcanzado esta calamidad conforme a lo escrito en la ley de Moisés, pues no hemos aplacado al Señor, nuestro Dios, abandonando nuestras iniquidades y reconociendo tu fidelidad. 14 El Señor no dudó en desencadenar contra nosotros esta calamidad, ya que el Señor, nuestro Dios, actúa siempre con justicia, pero nosotros no le hemos obedecido.
15 Ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de Egipto con gran poder, ganándote así una fama que todavía perdura, confesamos que hemos pecado y actuado injustamente. 16 Señor, en vista de la justicia que manifiestas en tus acciones, aparta tu ira y tu cólera de Jerusalén, que es tu ciudad, tu monte santo. Nuestros pecados y las iniquidades de nuestros antepasados han convertido a Jerusalén y a tu pueblo en objeto de escarnio entre nuestros vecinos. 17 Escucha, Dios nuestro, la plegaria y las súplicas de tu siervo. Por tu honor, Señor, mira con buenos ojos tu santuario desolado. 18 Señor, presta atención y escucha; abre los ojos y contempla la desolación de la ciudad en la que se invoca tu nombre. No te presentamos nuestras súplicas porque seamos justos, sino confiados en la grandeza de tu misericordia.
19 ¡Escúchanos, Señor! ¡Perdónanos, Señor! ¡Atiende y actúa sin tardanza, Señor! Hazlo por tu honor, Dios mío, pues tu ciudad y tu pueblo invocan tu nombre.
Interpretación de la profecía
20 Estaba yo hablando y orando, confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel, pidiendo al Señor, mi Dios, que actuase a favor de su monte santo; 21 todavía estaba yo orando, cuando Gabriel, aquel a quien había visto antes en una visión, se me acercó volando ágilmente a la hora de la ofrenda vespertina. 22 Al llegar, me dijo:
— Daniel, acabo de salir para ayudarte a discernir las cosas. 23 Tan pronto como empezaste a orar, se produjo la respuesta, y he venido a comunicártela, pues eres una persona muy apreciada. Así pues, atiende al mensaje y entiende la visión: 24 Han sido fijadas setenta semanas para que tu pueblo y tu ciudad santa pongan fin al delito, acaben con los pecados, expíen su culpa, establezcan una justicia eterna, sellen la visión y la profecía y consagren el lugar santísimo.
25 Entérate y entiende bien esto: desde que se promulgó el decreto de restaurar y reconstruir Jerusalén hasta la llegada de un príncipe ungido, pasarán siete semanas y sesenta y dos semanas. Será reconstruida con sus calles y fosos, pero en momentos difíciles. 26 Después de las sesenta y dos semanas, el ungido será eliminado. Las tropas de un príncipe que llegará después destruirán la ciudad y el santuario. Su fin será una catástrofe, pero hasta entonces habrá guerras, pues han sido decretadas devastaciones. 27 Pactará con muchos una alianza firme durante una semana; y a la mitad de la semana pondrá fin al sacrificio y a la ofrenda. En un ala [del Templo] implantará la abominación devastadora hasta que el final decretado se abata sobre el devastador.
La gran visión final
10 El año tercero de Ciro, rey de Persia, Daniel (apodado Baltasar) tuvo una revelación. El mensaje, que era digno de crédito, se refería a una gran guerra. Él entendió el mensaje, pues la visión le proporcionó perspicacia.
2 Por entonces, yo, Daniel, estuve tres semanas haciendo penitencia. 3 No comí alimentos apetitosos; no probé carne ni bebí vino; ni me perfumé hasta que pasaron las tres semanas. 4 El día vigésimo cuarto del primer mes estaba yo a orillas del Tigris cuando, 5 al alzar la vista, vi ante mí a un hombre vestido de lino, con un cinturón de oro puro. 6 Su cuerpo parecía de crisólito, su cara destellaba como el relámpago, sus ojos semejaban antorchas encendidas, sus brazos y piernas brillaban como el bronce bruñido, y su voz resonaba como si hablara una multitud. 7 Yo, Daniel, fui el único testigo de la visión; ninguno de los que estaban conmigo la vio, pues, sobrecogidos por el terror, huyeron a esconderse. 8 Así que me quedé solo contemplando aquella gran visión. Me quedé sin fuerzas, mi semblante se cubrió de una palidez mortal y me abandonó el vigor. 9 En aquel momento oí el sonido de su voz y caí de bruces, en trance. 10 Sentí entonces que una mano me tocaba y me levantaba tembloroso sobre mis manos y mis rodillas. 11 Luego me dijo:
— Daniel, tú que eres una persona tan apreciada, presta mucha atención al mensaje que voy a transmitirte y ponte en pie, pues acabo de ser enviado a ti.
Cuando oí estas palabras, me incorporé tembloroso. 12 El [hombre vestido de lino] continuó:
— No temas, Daniel. Tus palabras fueron escuchadas desde el primer día en que te propusiste comprender y te humillaste ante tu Dios. Yo he venido a responder a esas palabras. 13 Pero el príncipe del reino de Persia me ha opuesto resistencia durante veintiún días. Menos mal que Miguel, uno de los primeros príncipes, acudió en mi ayuda, pues yo estaba retenido junto a los reyes de Persia. 14 Pero ahora he podido venir a explicarte lo que sucederá a tu pueblo en los últimos días, pues la visión se refiere a un tiempo todavía por llegar.
15 Mientras me dirigía estas palabras, di con mi rostro en tierra y enmudecí. 16 Pero alguien que parecía un hombre tocó mis labios; entonces abrí la boca y comencé a hablar. Dije al que estaba frente a mí:
— Señor, me siento invadido por la angustia a causa de la visión, y me he quedado sin fuerzas. 17 ¿Cómo podrá tu siervo hablar contigo, Señor? Las fuerzas me han abandonado y casi no puedo respirar.
18 El que parecía un hombre me tocó y me devolvió las fuerzas. Después me dijo:
19 — No temas, pues eres muy apreciado. La paz sea contigo. Ahora sé fuerte y ten ánimo.
Mientras me hablaba, sentí que recuperaba las fuerzas y dije:
— Puedes hablar, Señor, pues me has devuelto las fuerzas.
20 Entonces me preguntó:
— ¿Sabes por qué he venido hasta ti? Pronto volveré a luchar contra el príncipe de Persia; cuando me vaya, llegará el príncipe de Grecia. 21 Pero antes te revelaré lo que está escrito en el Libro de la Verdad. No hay nadie que me ayude a luchar contra esos príncipes, salvo Miguel, el Príncipe de ustedes. 11 1 Por mi parte, el año primero de Darío el medo estuve a su lado para darle fuerzas y apoyo. 2 Y ahora voy a revelarte la verdad.
Interpretación de las visiones
Tres reyes más aparecerán en Persia, y el cuarto será mucho más rico que los otros. Cuando haya crecido en poder gracias a su riqueza, incitará a todos contra el reino de Grecia. 3 Después surgirá un rey batallador, que desplegará un poder inmenso y actuará a su capricho. 4 Pero estando aún en el poder, su reino será destruido y repartido hacia los cuatro puntos cardinales. Mas no será para sus descendientes que no tendrán el poder que él había ejercido, pues su reino será arrancado de raíz y entregado a otros.
5 Crecerá la fuerza del rey del sur, pero uno de sus generales llegará a ser más fuerte que él y gobernará sus propios dominios con un poder inmenso. 6 Pasados algunos años, concertarán una alianza. La hija del rey del sur acudirá al rey del norte a ratificar la alianza; pero no conservará su poder ni su descendencia subsistirá, pues será entregada junto con su séquito, su hijo y quien la había servido de apoyo.
7 Un retoño de sus raíces ocupará su lugar. Atacará al ejército del rey del norte y penetrará en sus fortalezas; luchará contra ellos y saldrá victorioso. 8 Incluso se llevará consigo a Egipto, como botín, a sus dioses, sus ídolos de metal y otros valiosos utensilios de plata y oro. Durante algunos años dejará tranquilo al rey del norte. 9 Después el rey del norte invadirá el país del rey del sur, pero acabará retirándose a su propio territorio. 10 Sus hijos, sin embargo, romperán las hostilidades y congregarán un ejército inmenso, que barrerá todo como una impetuosa inundación; después uno de ellos regresará y seguirá combatiendo hasta la fortaleza. 11 Entonces, el rey del sur se pondrá en marcha encolerizado y luchará contra el rey del norte, que movilizará un ejército enorme, pero acabará derrotado. 12 La derrota del ejército enemigo llenará de orgullo al rey del sur, que mandará matar a miles de personas, aunque no conseguirá imponerse, 13 pues el rey del norte movilizará una multitud mayor que la primera y, después de varios años, avanzará con un colosal ejército perfectamente pertrechado.
14 En aquel tiempo se alzarán muchos contra el rey del sur. Gente violenta de tu propio pueblo se rebelará en cumplimiento de la visión, pero sin éxito. 15 Entonces el rey del norte llegará, mandará construir terraplenes y acabará conquistando una ciudad fortificada. Las tropas del rey del sur serán demasiado débiles como para resistir; incluso lo mejor de su ejército carecerá de fuerzas para mantenerse. 16 El invasor actuará a su capricho; nadie podrá hacerle frente. Se establecerá en la Tierra del Esplendor, que caerá por entero en su poder. 17 Decidirá venir con la fuerza de todo su reino para establecer una alianza con el rey del sur; le dará una hija en matrimonio con el propósito de destruir el reino, pero sus planes no tendrán éxito ni le servirán de nada. 18 Entonces dirigirá su mirada a las ciudades de las zonas costeras y se apoderará de algunas de ellas, pero un general acabará poniendo fin a su insolencia haciendo que esta recaiga sobre él. 19 Después de esto, regresará a las fortalezas de su país, pero tropezará y caerá para no reaparecer.
20 Su sucesor enviará a un cobrador de tributos para expoliar el esplendor del reino. Sin embargo, será destruido en pocos años, sin enfados ni luchas. 21 Ocupará su lugar en el trono una persona despreciable, a quien nadie le ha concedido el honor de la realeza. Invadirá el reino cuando sus habitantes estén confiados y se hará con él mediante intrigas. 22 Los ejércitos enemigos se desmoronarán ante él, y acabarán siendo aniquilados junto con el príncipe de la alianza. 23 Usará la traición contra sus propios aliados y obtendrá el poder con unos pocos efectivos. 24 Cuando las provincias más ricas se sientan confiadas, las invadirá y llevará a cabo lo que no habían hecho ni sus padres ni sus abuelos: repartir el botín, los despojos y las riquezas entre sus seguidores. Planeará el ataque de las ciudades fortificadas, aunque por breve tiempo.
25 Desplegará todo su poder y su coraje para atacar al rey del sur con un gran ejército. El rey del sur le hará frente con un ejército enorme y muy poderoso, pero no podrá resistir a causa de las conspiraciones urdidas contra él, 26 pues hasta sus propios comensales intentarán destruirlo. Su ejército será aniquilado y muchos caerán en el campo de batalla. 27 Los dos reyes, urdiendo planes funestos, se sentarán a la misma mesa y se intercambiarán mentiras, pero nada de lo que planeen tendrá éxito, pues el fin sólo llegará en el tiempo fijado. 28 El rey del norte volverá a su país con grandes riquezas, pero planeando hacer frente a la santa alianza, proyecto que llevará a cabo antes de regresar.
29 Volverá e invadirá el sur en el tiempo fijado, pero esta vez las cosas no serán como la vez anterior, 30 pues lo atacarán naves de Quitín. Él se acobardará y huirá, pero desfogará su cólera contra la santa alianza. Y volverá a ponerse de acuerdo con los dispuestos a abandonar la santa alianza.
31 Enviará tropas que ocuparán y profanarán el Templo y la ciudadela, y suprimirán el sacrificio permanente. Después instalarán la abominación devastadora. 32 Corromperá con halagos a los que han violado la alianza, pero la gente que es leal a su Dios le hará frente con firmeza. 33 La gente sabia del pueblo instruirá a muchos, aunque durante algún tiempo caerán víctimas de la espada, serán quemados o soportarán cautiverios y saqueos. 34 Cuando caigan, recibirán poca ayuda; incluso algunos se unirán a ellos con falsedad. 35 Algunos sabios caerán, pero eso les valdrá para ser probados, purificados y quedar sin mancha hasta que llegue el momento final, pues hay todavía un intervalo hasta el tiempo fijado.
36 El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse. 37 No mostrará respeto alguno por los dioses de sus antepasados ni por el favorito de las mujeres, ni respetará a dios alguno; antes bien, se exaltará a sí mismo por encima de todos. 38 En su lugar rendirá honores al dios de las fortalezas, un dios desconocido de sus antepasados; lo honrará con oro y plata, piedras preciosas y objetos valiosos. 39 Con la ayuda de un dios extranjero atacará las más sólidas fortalezas. Colmará de honores a quienes lo reconozcan, los nombrará gobernadores de una inmensa ciudadanía y les repartirá tierras en recompensa.
40 En el tiempo final el rey del sur le declarará la guerra. Pero el rey del norte se lanzará contra él con carros de combate, caballería y numerosas naves. Invadirá numerosos países y barrerá todo como una inundación. 41 Invadirá también la Tierra del Esplendor y caerán numerosos países, aunque Edom, Moab y una parte principal de los amonitas podrán librarse de su mano. 42 Ampliará su poder a numerosos países; Egipto no escapará: 43 se adueñará de los tesoros de oro y plata y de todas las riquezas de Egipto. Libios y nubios seguirán el mismo camino. 44 Pero llegarán informes de oriente y del norte que lo alarmarán; partirá enfurecido con ánimo de destruir y aniquilar a cuantos sea necesario. 45 Montará el campamento real entre los mares, en el monte santo del Esplendor. Sin embargo, le llegará el fin sin nadie que lo ayude.
Tribulación y resurrección
12 En aquel tiempo aparecerá Miguel, el gran Príncipe protector de tu pueblo. Habrá un tiempo de angustia como no la ha habido desde que existen las naciones. Pero en ese tiempo será salvado tu pueblo, todos los que tengan el nombre escrito en el libro. 2 Despertarán muchos que duermen en el polvo de la tierra: unos a una vida eterna, otros a la vergüenza y al desprecio eternos. 3 Los sabios brillarán como el resplandor del cielo, y los que convirtieron a otros a la justicia lucirán como las estrellas para siempre. 4 Por tu parte, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo final. Muchos lo consultarán y aumentará su saber.
El secreto sellado
5 Yo, Daniel, me fijé y vi en pie ante mí a otros dos, uno a cada orilla del río. 6 Uno de ellos dijo al hombre vestido de lino, que estaba sobre el agua del río:
— ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se cumplan estas cosas tan sorprendentes?
7 El hombre vestido de lino, que estaba sobre el agua del río, levantó sus manos al cielo y lo oí jurar por el que vive eternamente:
— Durará un tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Todas estas cosas se cumplirán cuando la fuerza del pueblo santo quede totalmente quebrantada.
8 Lo oí, pero no pude entenderlo. Así que pregunté:
— Señor, ¿cuál será el resultado de todo esto?
9 Él me respondió:
— Sigue tu camino, Daniel, pues estas palabras deben guardarse en secreto y el libro está sellado hasta el tiempo final. 10 Muchos serán purificados, probados y quedarán sin mancha, pero los malvados seguirán haciendo el mal. Ningún malvado lo entenderá, pero los sabios lo entenderán. 11 Desde el día en que sea abolido el sacrificio permanente y entronizada la profanación devastadora pasarán mil doscientos noventa días. 12 Dichoso el que sea capaz de esperar y llegue a los mil trescientos treinta y cinco días. 13 En cuanto a ti, vete y descansa. Después, al final de los días, te levantarás para recibir tu recompensa.
Título
1 Palabra que el Señor dirigió a Oseas, hijo de Beerí, en tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y en tiempo de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel.
La familia del profeta, símbolo de las relaciones entre Dios y el pueblo (1,2—3,5)
La experiencia del profeta
2 Comienzo de la palabra del Señor por medio de Oseas. El Señor dijo a Oseas:
— Anda, cásate con una prostituta y engendra hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido, apartándose del Señor.
3 Él fue y se casó con Gómer, hija de Dibláin, la cual concibió y le dio a luz un hijo. 4 Entonces el Señor le dijo:
— Ponle de nombre Jezrael porque dentro de poco pediré cuentas a la familia de Jehú por los crímenes de Jezrael y pondré fin al Reino de Israel. 5 En ese día romperé el arco de Israel en el valle de Jezrael.
6 Concibió de nuevo Gómer y dio a luz una hija. El Señor dijo a Oseas:
— Ponle de nombre Lo-Rujama —es decir, No-Amada—, porque no amaré a Israel en adelante, ni lo soportaré más. 7 Sin embargo a la casa de Judá la amaré y los salvaré por el honor del Señor su Dios. No los salvaré por medio de arco, espada o guerra, ni por medio de caballos o jinetes.
8 Apenas había destetado a Lo-Rujama cuando concibió y dio a luz otro hijo. 9 El Señor dijo:
— Ponle por nombre Lo-Ammí —No-Mi pueblo— porque ustedes no son mi pueblo, ni yo existo para ustedes.
Promesa de felicidad
2 Los israelitas serán tantos como la arena del mar que no se cuenta ni se mide. Y en aquel lugar no se los llamará más No-Mi-Pueblo, sino Hijos del Dios vivo. 2 Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, tendrán un solo jefe y desbordarán de la tierra porque será grande el día de Jezrael. 3 Llamen a sus hermanos: “Ammí” —pueblo mío—, y a sus hermanas: “Rujama” —amada mía—.
El pueblo rompe la alianza
4 Acusen, juzguen a su madre,
porque ella no es mi mujer
y yo no soy su marido;
que aparte de su persona
los signos de su prostitución
y, de entre sus senos,
las marcas de su adulterio.
5 Si no lo hace así,
la despojaré y la dejaré desnuda,
como en el día de su nacimiento;
la dejaré como un desierto,
la convertiré en tierra reseca
y la haré morir de sed.
6 Y no amaré a sus hijos,
porque son hijos de prostitución.
7 Se ha prostituido su madre,
está cubierta de vergüenza
la que los concibió. Decía:
“Me iré detrás de mis amantes,
los que me dan pan y agua,
lana y lino, aceite y bebidas”.
8 Pues bien, voy a cerrar
con espinos su camino
y a ponerle una valla
para que no encuentre el sendero.
9 Perseguirá a sus amantes,
pero no los encontrará;
los buscará y no los hallará.
Entonces dirá:
“Volveré a mi primer marido,
pues me iba mejor antes que ahora”.
10 Ella no comprendía que era yo
quien le daba el trigo,
el vino nuevo y el aceite;
y quien le facilitaba la plata y el oro
que utilizaba para hacer baales.
11 Por eso, volveré a recoger
mi trigo a su tiempo,
mi vino nuevo en su sazón,
y le quitaré mi lana y mi lino
que le di para cubrir su desnudez.
12 Entonces descubriré su infamia
delante de sus amantes
y nadie la librará de mi mano.
13 Haré cesar toda su alegría,
sus fiestas, novilunios y sábados,
y todas sus solemnidades.
14 Devastaré su viña y su higuera
de las que decía: “Son la paga
que me dieron mis amantes”.
Las convertiré en matorral
y las devorarán las bestias del campo.
15 Le pediré cuentas por los días
dedicados a los baales,
a los que quemaba incienso.
Luego se adornaba de sortijas y collares,
corría detrás de sus amantes
y se olvidaba de mí —oráculo del Señor—.
Inicio de un cambio: hacia la restauración de la unión
16 Pero he aquí que voy a seducirla:
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
17 Le devolveré sus viñas
y haré del valle de Acor
una puerta de esperanza;
y ella me responderá allí
como en los días de su juventud,
como el día en que salió de Egipto.
18 Y ese día —oráculo del Señor—
me llamarás “marido mío”
y nunca más “baal mío”.
19 Quitaré de su boca
los nombres de los baales
y no los recordará más.
20 En aquel día estableceré
a favor de ellos un pacto
con las bestias del campo,
con las aves que surcan el cielo
y los reptiles que se arrastran por la tierra;
en el país quebraré el arco,
la espada y la guerra
para que puedan descansar seguros.
21 Te desposaré para siempre;
te desposaré en justicia y en derecho,
con amor y con ternura.
22 Te desposaré en fidelidad
y me reconocerás como Señor.
23 Aquel día —oráculo del Señor—
me dirigiré a los cielos
que darán su respuesta a la tierra;
24 y la tierra dará el trigo,
el vino nuevo y el aceite
que serán para Jezrael.
25 Estableceré a mi pueblo en la tierra.
Amaré a Lo-Rujama —la-no-amada—,
y a Lo-Ammí —no-mi-pueblo—
le diré: “Tú eres mi pueblo”
y él responderá: “Y tú mi Dios”.
Nuevo comienzo
3 El Señor me dijo:
— Vete de nuevo y ama a una mujer amada por otro y adúltera, porque así también el Señor ama a los israelitas, aunque ellos se vuelven a otros dioses y saborean los pasteles de pasas.
2 La compré, en efecto, por quince siclos de plata y una medida y media de cebada. 3 Y le dije:
— Durante mucho tiempo permanecerás conmigo sin prostituirte ni entregarte a otro hombre, y yo me portaré de la misma manera contigo. 4 Porque durante mucho tiempo los israelitas estarán sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni estelas, sin efod ni terafim. 5 Luego, buscarán de nuevo al Señor Dios y a David, su rey, y acudirán respetuosos al Señor y a sus bienes por siempre.
Oráculos contra Israel (4,1—9,9)
Dios acusa a Israel y a sus sacerdotes
4 Escuchen, israelitas,
la palabra del Señor,
porque el Señor está en pleito
con los habitantes del país,
pues no hay fidelidad ni amor
ni conocimiento de Dios en el país.
2 Proliferan perjurios y mentiras,
asesinatos y robos,
adulterios y violencias;
los crímenes se multiplican.
3 Por eso el país está de luto
y todos sus habitantes languidecen;
desaparecen las aves del cielo,
las bestias del campo
e incluso los peces del mar.
4 Pero que no se acuse
ni se censure a nadie,
pues contra ti, sacerdote,
va dirigida mi querella.
5 Tú tropezarás en pleno día,
y también el profeta
tropezará contigo de noche;
perecerás junto con tu estirpe.
6 Mi pueblo perece
por falta de conocimiento;
y como tú rechazaste el conocimiento,
yo te rechazaré a ti de mi sacerdocio;
por haber olvidado la ley de tu Dios,
también yo me olvidaré de tus hijos.
7 Cuantos más eran [los sacerdotes]
más pecaban contra mí;
por eso cambiaré su gloria en infamia.
8 Se alimentan del pecado de mi pueblo,
están ávidos de sus delitos.
9 Pero pueblo y sacerdotes
correrán la misma suerte:
les pediré cuentas de su conducta
y les haré pagar sus acciones.
10 Comerán sin saciarse,
se prostituirán sin procrear,
porque han dejado de respetar al Señor.
11 La prostitución, el mosto y el vino
le han hecho perder el seso:
12 mi pueblo consulta a un madero
y se deja instruir por un leño;
un espíritu de prostitución los extravía
y se prostituyen apartándose de su Dios.
13 En la cima de las montañas
ofrecen sacrificios,
en las colinas queman incienso;
bajo la encina, el álamo y el terebinto,
—¡es tan agradable su sombra!—
se prostituyen las hijas de ustedes
y sus nueras cometen adulterio.
14 Pero no castigaré a sus hijas
a causa de sus prostituciones,
ni a sus nueras por sus adulterios;
son ellos los que se van con rameras
y ofrecen sacrificios con prostitutas sagradas;
y así es como va a la ruina
un pueblo que no entiende.
15 Si tú, Israel, te prostituyes,
que Judá no se haga culpable.
No vayan a Guilgal,
no suban a Bet-Avén
y no juren diciendo: “Vive el Señor”.
16 Israel se ha vuelto obstinado
como una vaca embravecida:
¿va el Señor a pastorearlos ahora
como a corderos en la pradera?
17 Efraín se alía con los ídolos. ¡Déjalo!
18 Borrachos se entregan a la prostitución
y sus jefes se apasionan por la ignominia.
19 Un huracán los arrebatará con sus alas
y se avergonzarán de sus sacrificios.
Contra los sacerdotes y la casa real
5 Escuchen esto, sacerdotes;
atención, casa de Israel;
presta oído, casa real.
Contra ustedes es el juicio
pues han sido trampa en Mispá
y una red tendida en el Tabor.
2 En Sitín han cavado una fosa,
pero yo los castigaré a todos.
3 Conozco a fondo a Efraín
y de Israel nada se me oculta.
Tú, Efraín, te has prostituido
e Israel se ha manchado.
4 Sus acciones no les permiten
convertirse a su Dios
porque dentro de ellos
hay un espíritu de prostitución
y no conocen al Señor.
5 La arrogancia de Israel
testifica contra él mismo.
Israel y Efraín tropiezan en sus faltas,
y con ellos tropieza también Judá.
6 Vienen en busca del Señor
con sus ovejas y sus vacas,
pero no lo encontrarán.
¡Se ha apartado de ellos!
7 Han traicionado al Señor,
han engendrado bastardos;
cuando llegue la luna nueva,
van a ser devorados
junto con toda su herencia.
Contra la guerra entre Israel y Judá
8 Toquen el cuerno en Guibeá,
la trompeta en Ramá,
den el grito de guerra en Bet-Avén.
¡Te atacan por la espalda, Benjamín!
9 En el día del castigo
Efraín se convertirá en ruina;
lo anuncio como algo seguro
a las tribus de Israel.
10 Los jefes de Judá
desplazan los linderos,
pero yo derramaré sobre ellos
como avalancha de agua mi furor.
11 Efraín es un opresor,
conculca el derecho
se empeña en ir tras los ídolos.
12 Seré, pues, tiña para Efraín,
carcoma para la casa de Judá.
13 Ha visto Efraín su enfermedad
y Judá es consciente de su herida.
Por eso Efraín ha acudido a Asiria
y ha enviado mensajeros al gran rey;
pero este no podrá sanarlos
ni curar su herida.
14 Pues yo seré león para Efraín,
un cachorro de león para Judá.
Yo mismo desgarraré la presa,
la llevaré y nadie me la quitará.
15 Me iré, volveré a mi morada,
hasta que ellos me busquen,
reconociendo su culpa.
En su angustia me buscarán.
Conversión aparente
6 “Vengan, volvamos al Señor,
porque él nos ha desgarrado
y él será quien nos cure;
él nos ha hecho la herida
y él nos la vendará.
2 Al cabo de dos días
nos devolverá la vida;
al tercero nos levantará
y viviremos en su presencia.
3 Esforcémonos en conocer al Señor;
segura como la aurora es su venida:
vendrá a nosotros como la lluvia,
como lluvia de primavera
que empapa la tierra”.
4 ¿Qué haré contigo Efraín?
¿Qué haré contigo Judá?
El amor de ustedes es como nube matutina,
como rocío que pronto se disipa.
5 Por eso los he golpeado
por medio de los profetas,
con mis palabras los he quebrantado
y mi juicio resplandece como luz.
6 Porque quiero amor y no sacrificio,
conocer a Dios y no holocaustos.
Infidelidades y traiciones
7 Pero ellos, como Adán,
han quebrantado la alianza
y allí me han sido infieles.
8 Ciudad de malvados es Galaad,
toda empapada de sangre.
9 Cual banda de ladrones al acecho,
así los sacerdotes en grupo
asesinan y cometen abusos
en el camino de Siquén.
10 He visto cosas horribles
en la casa de Israel;
allí se prostituye Efraín
e Israel queda manchado.
11 También para ti, Judá,
tengo preparado un castigo
cuando me decida a cambiar
la suerte de mi pueblo.
7 Cada vez que quiero curar a Israel,
se manifiesta el pecado de Efraín
y las maldades de Samaría.
Y es que practican la mentira;
el ladrón entra en las casas
y, fuera, hacen estragos los bandidos.
2 No acaban de tener en cuenta
que yo recuerdo todas sus maldades;
ahora sus acciones los envuelven
y están presentes ante mí.
Conspiraciones en palacio
3 Divierten al rey con su malicia,
a los funcionarios con sus mentiras.
4 Todos ellos son adúlteros;
son como un horno ardiendo,
aunque no lo atice el panadero,
desde que la masa está preparada
hasta que llega a fermentar.
5 En la fiesta de nuestro rey
los funcionarios quedan aturdidos
por los vapores del vino,
mientras el rey no tiene reparo
en mezclarse con los agitadores.
6 Cuando estos se acercan
son como un fuego de horno,
su corazón está lleno de intrigas;
por la noche su cólera duerme,
pero al clarear el alba
se enciende como fuego ardiente.
7 Todos arden como un horno,
devoran a sus magistrados,
sucumben todos sus reyes
y ninguno de ellos clama hacia mí.
Pactos con extranjeros
8 Efraín se alía con otros pueblos,
es un bizcocho mal cocido.
9 Extranjeros devoran su vigor,
pero él ni siquiera se entera;
las canas cubren su cabeza,
pero tampoco se entera.
10 La soberbia de Israel
testifica contra Efraín,
pero no vuelven al Señor, su Dios,
ni lo buscan a pesar de todo esto.
11 Efraín es como una paloma,
ingenua y atolondrada:
llaman a Egipto y acuden a Asiria.
12 Y mientras ellos van allí,
yo los envuelvo en mi red,
los atrapo como pájaros del cielo
y los barreré por su maldad.
Infidelidad y castigo
13 ¡Ay de ellos, pues huyeron de mí!
¡Ruina para ellos porque
se han rebelado contra mí!
¡Cómo los podré liberar
si sólo dicen mentiras contra mí!
14 No es a mí a quien invocan
cuando se lamentan en sus lechos,
cuando se hacen incisiones
y se rebelan contra mí,
en busca del trigo y el mosto.
15 Yo los había adiestrado
y había fortalecido sus brazos,
pero ellos maquinaban contra mí.
16 Se vuelven, pero no hacia lo alto;
son como un arco que falla;
sus autoridades caerán a espada
por la insolencia de su lengua.
¡Serán irrisión en el país de Egipto!
Idolatría de Israel
8 ¡Haz sonar la trompeta
pues un águila se cierne
sobre la casa del Señor!
Porque han transgredido mi alianza
y se rebelaron contra mi instrucción.
2 Ellos vienen a mí gritando:
“¡Los de Israel te reconocemos como Dios!”.
3 Pero Israel ha rechazado el bien
y el enemigo lo perseguirá.
4 Han creado reyes sin contar conmigo,
han nombrado príncipes sin saberlo yo.
Con su plata y con su oro
se han fabricado ídolos
que causaron su ruina.
5 Me repugna tu becerro, Samaría;
por eso mi cólera ha estallado contra ellos.
¿Hasta cuándo permanecerán impuros?
6 Ese becerro de Samaría
es obra de un artesano israelita;
no es, por consiguiente, Dios
y terminará hecho pedazos.
7 Puesto que siembran viento,
cosecharán tempestad.
Tampoco tendrán mies
ni dará harina la espiga;
y si la da, extranjeros la devorarán.
8 Israel ha sido devorado;
ahora está entre la naciones
como un cacharro inútil.
9 Cuando acudieron a Asiria,
Efraín se compró amantes,
como asno salvaje desbocado.
10 Han sobornado a las naciones,
pero ahora yo los reuniré
y muy pronto temblarán
bajo la opresión del rey soberano.
11 Efraín pecó en muchos altares,
que sólo para pecar le sirvieron.
12 Aunque les haya prescrito mil leyes,
consideran que vienen de un extraño.
13 No cesan de ofrecer sacrificios,
de sacrificar y comer la carne;
pero el Señor no los acepta,
sino que recuerda sus pecados
y castigará sus iniquidades;
tendrán, pues, que volver a Egipto.
14 Olvidó Israel a su Creador
y se ha construido palacios.
También Judá ha multiplicado
sus ciudades fortificadas,
pero yo enviaré a esas ciudades
un fuego que devorará sus baluartes.
El castigo del destierro
9 No te alegres Israel,
no saltes de júbilo
como hacen otros pueblos;
porque te has prostituido
abandonando a tu Dios,
has recibido paga de prostituta
en todas las eras
donde se trilla el trigo.
2 Ni la era ni el lagar
los podrán sustentar;
hasta el mosto les fallará.
3 No habitarán ya más
en la tierra del Señor;
Efraín volverá a Egipto,
y un manjar impuro
tendrán que comer en Asiria.
4 No harán ofrendas de vino al Señor
y no le agradarán sus sacrificios.
Serán para ellos como pan de duelo
que hará impuro a quien lo coma;
será un pan sólo para ellos
y no se ofrecerá en el Templo del Señor.
5 ¿Qué harán el día de la solemnidad,
el día de la fiesta del Señor?
6 La devastación los ha hecho huir;
se reunirán en Egipto,
Menfis será su sepultura.
Las ortigas heredarán sus tesoros
y las zarzas invadirán sus tiendas.
7 Han llegado los días del castigo,
ha llegado el tiempo de la paga.
¡Que lo sepa Israel!
Está trastornado el profeta,
desvaría el hombre del espíritu
a causa de tu gran iniquidad,
de la enormidad de tu odio.
8 El profeta es centinela de Efraín
y está junto a mi Dios,
pero se le tienden trampas
en todos los caminos,
es odiado en el Templo de su Dios.
9 Ha llegado al colmo su corrupción,
como en los días de Guibeá;
pero Dios se acordará de su maldad
y castigará sus pecados.
Relectura de la historia de Israel (9,10—14,9)
Pecado en el desierto
10 Como uvas en el desierto,
así fue mi encuentro con Israel.
Como brevas en la higuera
así elegí a los antepasados de ustedes;
pero cuando llegaron a Baal Peor
se consagraron a la ignominia
y se hicieron tan abominables
como los ídolos que amaban.
11 Como pájaro que vuela
se disipa la gloria de Efraín.
No habrá nacimientos,
ni gestaciones, ni concepciones.
12 Aunque lleguen a criar hijos,
yo se los arrebataré
antes que se conviertan en hombres.
¡Ay de ellos cuando yo los abandone!
13 He visto a Efraín como palmera
en verdes prados plantada,
pero ahora tendrá que sacar a sus hijos
y entregarlos al verdugo.
14 Dales, Señor… ¿Qué les darás?
Dales un vientre que aborte
y unos pechos que no den leche.
Pecado en Guilgal
15 Toda su perversidad
se manifestó en Guilgal;
allí llegué a odiarlos.
Por sus perversas acciones
los arrojaré de mi casa
y no los volveré a amar.
Todos sus jefes son rebeldes.
16 Efraín ha sido golpeado,
sus raíces están secas,
no producirá ya fruto.
Aunque engendren hijos,
haré que muera su fruto querido.
17 Porque no escucharon a mi Dios,
él los rechazará; entre las naciones
tendrán que andar errantes.
Pecado de Israel y cautividad
10 Israel era una viña frondosa,
que daba fruto abundante.
Cuantos más eran sus frutos,
más se multiplicaban sus altares.
Cuanto más rica era su tierra,
más embellecía sus estelas.
2 Tienen el corazón dividido
y ahora lo van a pagar.
El Señor romperá sus altares
y destruirá sus estelas.
3 Ahora andan diciendo:
“Nos hemos quedado sin rey
por no haber respetado al Señor;
pero, ¿qué haría por nosotros el rey?”.
4 Pronuncian discursos,
juran en falso, hacen pactos;
pero el derecho es planta venenosa
que crece en los surcos del campo.
5 Los habitantes de Samaría
tiemblan por el becerro de Bet-Avén;
el pueblo y sus sacerdotes
hacen duelo por él, por su gloria,
ahora que ha sido deportado.
6 También a él lo llevan a Asiria,
como ofrenda para el gran rey.
Efraín cargará con su vergüenza
e Israel se avergonzará de su acción.
7 Desaparecerá el rey de Samaría
como astilla que arrastra el agua.
8 Los altozanos de la iniquidad,
lugar del pecado de Israel,
serán completamente destruidos;
cardos y espinas crecerán en sus altares.
Dirán a las montañas: “Cúbrannos”,
y a las colinas: “Caigan sobre nosotros”.
9 Desde los días de Guibeá
has seguido pecando, Israel.
¡Han persistido en su pecado!
¿No será entonces en Guibeá
donde la guerra alcance a los inicuos?
10 Se han hecho reos de doble culpa
y seré yo quien los castigue
reuniendo pueblos contra ellos.
11 Efraín era novilla bien domada
a quien le gustaba trillar.
Pues bien, yo pondré el yugo
sobre su hermosa cerviz;
unciré a Efraín para que are
y, mientras Judá abre los surcos,
a Jacob le tocará rastrillar.
12 Siembren justicia y cosecharán amor;
preparen el barbecho para el cultivo,
porque es tiempo de buscar al Señor;
[esperen] hasta que él venga
y derrame sobre ustedes salvación.
13 Pero como sembraron maldad,
cosecharon iniquidad
y comieron el fruto de la mentira.
Porque confiaste en tu poder,
en la multitud de tus guerreros,
14 un clamor de guerra
se alza contra tu pueblo;
todas tus fortalezas serán asoladas,
como Salmán asoló a Bet-Arbel
aquel día de la batalla,
cuando, junto con sus hijos
fue estrellada la madre [contra el suelo].
15 Es lo que les acarreará Betel
a causa de la extrema maldad de ustedes.
Y al nacer el día, morirá el rey de Israel.
Dios: un padre para Israel
11 Cuando Israel era niño, yo lo amé
y de Egipto llamé a mi hijo.
2 Pero cuanto más los llamaba,
más se apartaban de mí:
ofrecían sacrificios a los Baales
y quemaban ofrendas a los ídolos.
3 Fui yo quien enseñó a andar a Efraín
sosteniéndolo por los brazos;
sin embargo no comprendieron
que era yo quien los cuidaba.
4 Con lazos humanos
y vínculos de amor los atraía.
Fui para ellos como quien alza
a un niño hasta sus mejillas;
me inclinaba hacia ellos
para darles de comer.
5 Pero rehusaron convertirse,
por lo que tendrán que volver a Egipto
y un asirio será su rey.
6 La espada arrasará sus ciudades,
socavará sus defensas
y todos serán destruidos
a causa de sus maquinaciones.
7 Mi pueblo persiste en su infidelidad;
gritan a lo alto, pero nadie los ayuda.
8 ¿Cómo te trataré, Efraín?
¿Acaso te abandonaré, Israel?
¿Te trataré como traté a Adamá
o haré contigo como con Seboín?
Mi corazón está conturbado
y mis entrañas se conmueven.
9 No actuaré según mi ardiente ira,
no volveré a destruir a Efraín
porque yo soy Dios y no hombre;
soy el Santo en medio de ti
y no me voy a enfurecer.
10 Ellos seguirán al Señor
que rugirá como un león;
rugirá y sus hijos vendrán
temblando desde Occidente.
11 Como aves vendrán temblando
desde el país de Egipto,
y como palomas desde Asiria;
y yo haré que habiten en sus casas
—oráculo del Señor—.
Mentiras de Efraín
12 Efraín me ha rodeado de mentiras
y el pueblo de Israel de engaños,
pero Judá aún camina con Dios
y se mantiene fiel al muy Santo.
2 Efraín se alimenta de aire
y corre todo el día tras el viento;
multiplica sus mentiras y violencias,
hace pactos con Asiria
y regala aceite a Egipto.
Una larga historia de rebeldía
3 El Señor entabla pleito a Israel,
va a castigar la conducta de Jacob,
le va a retribuir según sus acciones.
4 Ya en el seno materno
suplantó a su hermano
y en su edad viril luchó con Dios,
5 luchó con un ángel y lo venció.
Luego lloró y pidió compasión;
Dios lo encontró en Betel
y allí habló con nosotros.
6 El Señor es Dios del universo;
su nombre es el Señor.
7 En cuanto a ti, conviértete a tu Dios,
practica el amor y el derecho
y confía siempre en tu Dios.
8 Canaán maneja pesas falsas,
pues le agrada estafar.
9 Y Efraín dice: “Me he hecho rico,
he conseguido una fortuna;
en todas mis ganancias
nadie podrá acusarme de pecado”.
10 Pero yo que soy el Señor, tu Dios,
desde que estabas en Egipto,
haré que vivas de nuevo
en tiendas de campaña
como en los días del encuentro.
11 Hablaré a los profetas,
multiplicaré sus visiones
y me expresaré en parábolas
por medio de esos profetas.
12 En Galaad se da culto a ídolos
que no son más que dioses falsos;
en Guilgal se inmolan toros
en altares que sólo son majanos
en medio de los surcos del campo.
13 Huyó Jacob a la campiña de Aram;
allí Israel sirvió por una mujer
y por ella se hizo pastor de rebaños.
14 Más tarde el Señor
sacó a Israel de Egipto
por medio de un profeta,
y por medio de un profeta lo cuidó.
15 Pero Efraín ha irritado [al Señor]
cometiendo una amarga ofensa;
así que su Señor le devolverá los agravios
y le hará pagar por sus crímenes.
Juicio implacable sobre Israel
13 Cuando Efraín hablaba,
imponía respeto en Israel.
Pero se hizo culpable
al adorar a Baal, y pereció.
2 Con todo, aún siguen pecando:
con su plata se fabrican estatuas,
ídolos fundidos con destreza,
obra de expertos artesanos.
Luego dicen: “Ofrézcanles sacrificios”;
y rinden homenaje a los becerros.
3 Por eso serán como nube mañanera,
como el rocío de madrugada
que al instante se disipa;
como paja que el viento
arrebata de la era,
o humo que sale por chimenea.
4 Pero yo que soy el Señor, tu Dios,
desde el país de Egipto
—tú no conoces a otro Dios
ni tienes otro salvador fuera de mí—,
5 te he conocido en el desierto,
en una tierra abrasadora.
6 Pero cuando hallaron alimento
y tuvieron ocasión de saciarse,
se les llenó de orgullo el corazón
y terminaron olvidándose de mí.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España