Bible in 90 Days
Organización de los sacerdotes
24 Clanes de los aaronitas. Descendientes de Aarón: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar. 2 Como Nadab y Abihú murieron antes que su padre y sin descendencia, Eleazar e Itamar se encargaron del sacerdocio. 3 David, junto con Sadoc, descendiente de Eleazar, y Ajimélec, descendiente de Itamar, los distribuyó por turnos para que ejercieran su ministerio. 4 Y resultó que entre los descendientes de Eleazar había más varones que entre los de Itamar, por lo que a los descendientes de Eleazar correspondieron dieciséis cabezas de familia y a los descendientes de Itamar, ocho. 5 El reparto de unos y otros se hizo por sorteo, ya que tanto entre los descendientes de Eleazar como entre los de Itamar, había ministros del santuario y ministros de Dios. 6 El secretario Semaías, levita hijo de Natanael, los inscribió en presencia del rey, de las autoridades, del sacerdote Sadoc, de Ajimélec, hijo de Abiatar, y de los jefes de las familias sacerdotales y levíticas. Dos turnos correspondían a la familia de Eleazar y uno a la de Itamar. 7 El primer turno tocó a Jeorib, el segundo a Jedaías, 8 el tercero a Jarín, el cuarto a Seorín, 9 el quinto a Malquías, el sexto a Miyamín, 10 el séptimo a Hacós, el octavo a Abías, 11 el noveno a Jesúa, el décimo a Secanías, 12 el undécimo a Eliasib, el duodécimo a Jaquín, 13 el décimo tercero a Jupá, el décimo cuarto a Jesebab, 14 el décimo quinto a Bilgá, el décimo sexto a Imer, 15 el décimo séptimo a Jerib, el décimo octavo a Hapises, 16 el décimo noveno a Petajías, el vigésimo a Ezequiel, 17 el vigésimo primero a Jaquín, el vigésimo segundo a Gamul, 18 el vigésimo tercero a Delaías y el vigésimo cuarto a Maazías.
19 Así quedó su distribución para el servicio del Templo, de acuerdo con las normas que su padre Aarón les había dado por orden del Señor Dios de Israel.
20 Los restantes levitas se distribuían así: de los descendientes de Amrán, Subael; de los descendientes de Subael, Jejdías; 21 de los descendientes de Rejabías el primogénito era Jisías; 22 de los jisaritas, Selomit; de los descendientes de Solomit, Jájat; 23 de los descendientes de Hebrón, el primero Jerías, el segundo Amarías, el tercero Jajciel y el cuarto Jecamán. 24 Micá era descendiente de Uziel; de los descendientes de Micá, Samir; 25 Jisías era hermano de Micá; de los descendientes de Jisías, Zacarías; 26 Majlí y Musí eran descendientes de Merarí; descendientes de Jaazías, su hijo; 27 descendientes de Merarí a través de su hijo Jaazías: Sohán, Zacur e Ibrí; 28 de Mahlí, Eleazar, que no tuvo descendientes; 29 de los descendientes de Quis, Jerajmeel; 30 los descendientes de Musí fueron Majlí, Éder y Jerimot.
Estos eran los levitas por familias paternas. 31 También ellos, como sus parientes aaronitas, se distribuyeron por sorteo en presencia del rey David, de Sadoc y Ajimélec, y de los jefes de las familias sacerdotales y levíticas, compartiendo la misma suerte las familias principales y las más pequeñas.
Organización de los cantores
25 David y los responsables del culto separaron para el servicio del canto a los descendientes de Asaf, Hemán y Jedutún para que cantasen como profetas al son de cítaras, salterios y platillos. He aquí la lista de los hombres adscritos a este servicio:
2 De la familia de Asaf: Zacur, José, Natanael y Asarelá, hijos de Asaf, dirigidos por su padre, profeta cantor a las órdenes de David. 3 De la familia de Jedutún: Guedalías, Serí, Isaías, Simeí, Jasabías y Matatías; los seis dirigidos por su padre Jedutún, que profetizaba al son de la cítara para dar gracias y alabar al Señor. 4 De la familia de Hemán, Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jerimot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidaltí, Romanti Ézer, Josbecasá, Malotí, Hotir y Majaziot; 5 todos ellos eran hijos de Hemán, el vidente del rey, que le transmitía los oráculos divinos para acrecentar su poder, pues Dios había dado a Hemán catorce hijos y tres hijas. 6 Todos ellos, bajo la dirección de su padre, cantaban en el Templo del Señor con platillos, salterios y cítaras al servicio del Templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban a las órdenes del rey. 7 Su número, incluidos sus hermanos instruidos en el canto al Señor, todos ellos expertos, era de doscientos ochenta y ocho.
8 Repartieron a suertes los turnos de servicio, sin distinguir pequeños y grandes, maestros y discípulos. 9 El primer turno correspondió a José, de la familia de Asaf; el segundo a Guedalías, que sumaba doce con hijos y parientes; 10 el tercero a Zacur, 11 el cuarto a Jisrí, 12 el quinto a Natanael, 13 el sexto a Buquías, 14 el séptimo a Jesarelá, 15 el octavo a Isaías, 16 el noveno a Matanías, 17 el décimo a Simeí, 18 el undécimo a Azarel, 19 el duodécimo a Jasabías, 20 el décimo tercero a Subael, 21 el décimo cuarto a Matitías, 22 el décimo quinto a Jeremot, 23 el décimo sexto a Jananías, 24 el décimo séptimo a Josbecasá, 25 el décimo octavo a Jananí, 26 el décimo noveno a Malotí, 27 el vigésimo a Eliatá, 28 el vigésimo primero a Hotir, 29 el vigésimo segundo a Guidaltí, 30 el vigésimo tercero a Majaziot 31 y el vigésimo cuarto a Romanti Ézer.
Levitas porteros
26 Distribución de los porteros coreítas: Por los descendientes de Asaf: Meselemías, descendiente de Coré. 2 Descendientes de Meselemías: el primogénito Zacarías, segundo Jediael, tercero Zebadías, cuarto Jatniel, 3 quinto Elán, sexto Yojanán y séptimo Elioenay. 4 Descendientes de Obededón: el primogénito Semaías, segundo Jozabat, tercero Joaj, cuarto Sacar, quinto Natanael, 5 sexto Amiel, séptimo Isacar y octavo Peuletay, pues Dios había bendecido a Obededón. 6 Su hijo Semaías tuvo descendientes que sobresalieron en sus respectivas familias, pues eran gente valerosa. 7 Descendientes de Semaías: Otní, Rafael, Obed, Elzabad y sus parientes, gente valerosa, Elihú y Semaquías. 8 Todos estos eran los descendientes de Obededón y con sus hijos y parientes, valerosos y competentes en su oficio, sumaban sesenta y dos. 9 Los descendientes y parientes de Meselemías sumaban dieciocho personas valerosas. 10 Descendientes de Josá, de la familia de Merarí: primero Simrí, pues, aunque no era el primogénito, su padre lo puso de jefe; 11 segundo Jilquías, tercero Tebalías, y cuarto Zacarías. En total, los descendientes y parientes de Josá eran trece.
12 A estos grupos de porteros, tanto a los jefes como a sus parientes, se les encomendó el servicio del Templo del Señor. 13 Y se repartieron a suertes por familias, lo mismo pequeños que grandes, cada una de las puertas. 14 La puerta oriental le correspondió a Selemías; a su hijo Zacarías, prudente consejero, le correspondió la puerta del norte tras nuevo sorteo; 15 a Obededón le tocó la puerta del sur y a sus hijos los almacenes; 16 a Supín y a Josá, la occidental, junto con la puerta de Saléquet, en el camino de la cuesta.
Las guardias eran proporcionales: 17 en la puerta oriental había seis levitas al día; en la del norte, cuatro; en la del sur cuatro; y en los almacenes, dos y dos; 18 y en el pórtico occidental, cuatro para la calzada y dos para el pórtico. 19 Estos eran los grupos de porteros descendientes de Coré y de Merarí.
Guardianes del tesoro
20 Sus parientes levitas también se encargaban de los tesoros del Templo y de las ofrendas consagradas. 21 Los descendientes de Ladán, descendientes de Guersón por Ladán, incluían a los jielitas como cabezas de familia del guersonita Ladán. 22 Zetán y su hermano Joel, descendientes de Jiel, custodiaban los tesoros del Templo del Señor. 23 De las familias de Amrán: Jisar, Hebrón y Aziel. 24 El tesorero jefe era Sebuel, descendiente de Guersón, hijo de Moisés. 25 Descendientes de su hermano Eliezer en línea directa: Rejabías, Isaías, Zicrí y Selomit. 26 Este Solomit y sus parientes estaban al cargo de todas las ofrendas sagradas que habían consagrado el rey David, los cabezas de familia, los capitanes de millar y de cien y los jefes del ejército. 27 Pues habían consagrado parte del botín de guerra para el mantenimiento del Templo del Señor. 28 Y todo lo que habían consagrado el profeta Samuel, Saúl, el hijo de Quis, Abner, el hijo de Ner, y Joab, el hijo de Seruyá, todas las ofrendas estaban al cargo de Selomit y sus parientes.
Otros servicios levíticos
29 De los jesharitas, Quenanías y sus descendientes se encargaban de los asuntos externos de Israel como escribanos y jueces. 30 De los hebronitas, Jasabías y sus parientes, mil setecientos hombres valerosos, se encargaban del gobierno de Israel, al oeste de Transjordania, en todos los asuntos concernientes al Señor y al servicio del rey. 31 El jefe de los hebronitas era Jerías. El año cuarenta del reinado de David se hizo una investigación sobre el árbol genealógico de los hebronitas y se descubrió que de su clan quedaba gente de valía en Jaezer de Galaad. 32 Sus parientes eran gente de valía que sumaban dos mil setecientos cabezas de familia. El rey David los puso al frente de los rubenitas, de los gaditas y de la media tribu de Manasés para todos los asuntos religiosos y los negocios del rey.
Organización del reino de David
27 Lista de los israelitas cabezas de familia, de los jefes de mil y de ciento y de los funcionarios que servían al rey en todos los asuntos. Las secciones se turnaban por meses durante todo el año y cada sección estaba formada por veinticuatro mil hombres. 2 Al mando de la primera sección, para el primer mes, estaba Jasobán, hijo de Zabdiel. 3 Pertenecía al clan de Fares y era el jefe de todos los oficiales del ejército a quienes correspondía el turno del primer mes. 4 Al mando de la sección del turno correspondiente al segundo mes estaba Daday el ajojita, ayudado por el jefe Miclot. 5 El jefe de la sección correspondiente al turno del tercer mes era Benaías, hijo del sumo sacerdote Joyadá. 6 El tal Benaías era uno de los treinta héroes y jefe de ellos. Su hijo Amizabad también estaba en su sección. 7 El jefe de la sección correspondiente al turno del cuarto mes era Asael, hermano de Joab. Le sucedió su hijo Zebadías. 8 El jefe de la sección correspondiente al turno del quinto mes era el jefe Samhut de Jizraj. 9 El jefe de la sección correspondiente al turno del sexto mes era Irá, hijo de Iqués, de Tecoa. 10 El jefe de la sección correspondiente al turno del séptimo mes era Jeles, pelonita descendiente de Efraín. 11 El jefe de la sección correspondiente al turno del octavo mes era Sibecay, jusatita del clan de Zéraj. 12 El jefe de la sección correspondiente al turno del noveno mes era Abiezer, benjaminita de Anatot. 13 El jefe de la sección correspondiente al turno del décimo mes era Mahray, netofatita del clan de Zéraj. 14 El jefe de la sección correspondiente al turno del undécimo mes era Benaías, piratonita descendiente de Efraín. 15 Y el jefe de la sección correspondiente al turno del duodécimo mes era Jelday, netofatita de Otniel.
16 Jefes de las tribus de Israel: el jefe de los rubenitas era Eliezer, hijo de Zicrí; el de los simeonitas, Sefatías, hijo de Maacá; 17 el de los levitas, Jasabías, hijo de Quemuel; el de Aarón, Sadoc; 18 el de Judá, Eliú, hermano de David; el de Isacar, Omrí, hijo de Miguel; 19 el de Zabulón, Jismaías, hijo de Abdías; el de Neftalí, Jerimot, hijo de Azriel; 20 el de los efraimitas, Oseas, hijo de Azaías; el de media tribu de Manasés, Joel, hijo de Pedaías; 21 el de la otra mitad de Manasés en Galaad, Jidó, hijo de Zacarías; el de Benjamín, Jasiel, hijo de Abner; 22 y el de Dan, Azarel, hijo de Jeroján. Estos eran los jefes de las tribus de Israel.
23 David no incluyó en el censo a los menores de veinte años, porque el Señor había prometido multiplicar a Israel como las estrellas del cielo. 24 Joab, el hijo de Seruyá, comenzó a hacer el censo, pero no lo concluyó, pues por su causa se desencadenó la cólera del Señor sobre Israel. Por eso, sus resultados no se registraron en los anales del rey David.
25 Azmávet, hijo de Adiel, era el intendente de los almacenes reales; y Jonatán, hijo de Uzías, era el intendente de los almacenes del campo, de las ciudades, las aldeas y las fortalezas. 26 Ezrí, hijo de Quelub, era el encargado de los que cultivaban la tierra. 27 Simeí de Ramá, era el encargado de los viñedos, y Zabdí de Sefán, el de las vendimias y bodegas. 28 Baal Janán de Guéder era el encargado de los olivares y sicómoros de la Sefela; y Joás, el de los almacenes de aceite. 29 Sitray el saronita era el encargado de las vacadas que pastaban en el Sarón; y Safat, hijo de Adlay, el de las vacadas de los valles; 30 el ismaelita Obil, el de los camellos; el meronita Jejdías, el de las asnas; 31 y Jaziz de Agar, el del ganado menor. Todos estos eran los intendentes de la hacienda del rey David.
32 Jonatán, el tío de David, hombre inteligente, era consejero y secretario. Jiel, hijo de Jacmoní, era preceptor de los hijos del rey. 33 Ajitófel era consejero del rey y Jusay el arquita, amigo del rey. 34 A Ajitófel le sucedieron Joyadá, hijo de Benaías, y Abiatar. Joab era el jefe del ejército real.
Instrucciones de David
28 David reunió en Jerusalén a todas las autoridades de Israel: a los jefes de tribus y de las secciones que servían al rey, a los capitanes de compañías y batallones, a los administradores de la hacienda y el ganado del rey y de sus hijos, a los cortesanos, a los héroes de guerra y a toda la gente de valía. 2 Luego el rey David se puso en pie y dijo:
— Hermanos míos y pueblo mío, escúchenme. Yo había proyectado edificar un Templo para descanso del Arca de la alianza del Señor y escabel de los pies de nuestro Dios y había hecho los preparativos para su construcción. 3 Pero Dios me dijo: “Tú no edificarás un Templo en mi honor, pues eres un hombre belicoso y has derramado sangre”. 4 Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me ha elegido entre toda mi familia para convertirme en rey de todo Israel por siempre, pues escogió a Judá como príncipe; y entre la tribu de Judá, a la familia de mi padre; y entre mis hermanos, a mí para hacerme rey de todo Israel. 5 Y entre todos mis hijos (pues el Señor me ha dado numerosos hijos) ha elegido a mi hijo Salomón para sentarse en el trono del reino de Dios sobre Israel. 6 Y me dijo: “Tu hijo Salomón será quien edifique mi Templo y mis atrios, pues lo he elegido como hijo y yo seré su padre. 7 Yo consolidaré su reino para siempre, si se mantiene firme en el cumplimiento de mis mandatos y decretos, como hoy lo hace”.
8 Ahora, pues, ante todo Israel, que es la asamblea del Señor, y ante nuestro Dios, guarden y sigan todos los mandatos del Señor sus Dios, para que sigan poseyendo esta magnífica tierra y la puedan legar después a sus hijos para siempre.
9 Y tú, hijo mío, Salomón, reconoce al Dios de tu padre y sírvelo de forma exclusiva y generosa, pues él sondea todos los corazones y penetra en todas las intenciones. Si lo buscas, se dejará encontrar; pero si lo abandonas, él te abandonará para siempre. 10 Piensa que el Señor te ha escogido para que le edifiques el santuario. ¡Valor y manos a la obra!
11 David entregó a su hijo Salomón el diseño del atrio del Templo y de sus edificaciones anejas: almacenes, cámaras superiores, dependencias interiores y el lugar de la expiación; 12 junto con el diseño que tenía proyectado para los atrios del Templo, para todas las dependencias circundantes; para los tesoros del Templo y las ofrendas consagradas; 13 para los turnos sacerdotales y levíticos, para los diversos servicios del culto y para todos los utensilios del Templo. 14 Además, le indicó las respectivas cantidades de oro y plata que debían contener, según su función, los distintos objetos de culto; 15 así como el peso de los distintos candelabros y lámparas de oro y plata, según la función de cada candelabro; 16 la cantidad de oro para las mesas de oro de los panes de la ofrenda, y la de plata para las mesas de plata; 17 el oro puro de los tenedores, cuencos y jarrones; el peso de oro y plata para las diversas copas; 18 el peso de oro fino para el altar del incienso y el diseño del carro de los querubines de oro que cubren con sus alas extendidas el Arca de la alianza del Señor. 19 Todo de acuerdo con un escrito que el Señor había dado a David, explicando todos los detalles del diseño.
20 Luego David añadió a su hijo Salomón:
— ¡Ten valor y ánimo, y pon manos a la obra! No temas ni te acobardes, porque Dios, el Señor, mi Dios, te acompaña, y no te dejará ni abandonará hasta que culmines toda la obra del servicio del Templo. 21 Tienes a tu disposición a las clases sacerdotales y levíticas para todos los servicios del Templo de Dios, y en los distintos trabajos podrás contar con voluntarios expertos en cada especialidad y con las autoridades y todo el pueblo, que estarán a tus órdenes.
Donativos y colecta para el Templo
29 Luego el rey David se dirigió a toda la asamblea:
— Mi hijo Salomón, el único a quien Dios ha escogido, es joven e inexperto y la empresa es enorme, pues no es este el palacio para un hombre, sino para Dios, el Señor. 2 Con todas mis fuerzas yo he preparado para el Templo de mi Dios el oro, la plata, el bronce, el hierro y la madera necesarios para sus respectivos objetos, así como piedras de ónice y de engaste, piedras multicolores para mosaicos, toda clase de piedras preciosas y mármol en abundancia. 3 Además, por amor al Templo de mi Dios, aparte de todo lo que he preparado para el santuario, he entregado el oro y la plata de mi propiedad personal para el Templo de mi Dios: 4 trescientos talentos de oro de Ofir, setecientos talentos de plata fina para recubrir las paredes de las dependencias, 5 oro y plata para sus objetos respectivos y para toda la obra de los orfebres. ¿Quién está hoy dispuesto a hacer voluntariamente su donativo generoso al Señor?
6 Entonces los cabezas de familia, los jefes de las tribus de Israel, los capitanes de millar y de cien y los encargados de obras del rey hicieron donativos voluntarios 7 y entregaron para el servicio del Templo cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro, diez mil talentos de plata, dieciocho mil de bronce y cien mil de hierro; 8 y los que tenían piedras preciosas las depositaron en manos del guersonita Jiel para el tesoro del Templo. 9 El pueblo se alegraba de los donativos voluntarios que habían hecho al Señor de todo corazón. El rey David también se alegró mucho 10 y bendijo al Señor ante toda la asamblea diciendo:
— ¡Bendito seas Señor, Dios de nuestro padre Israel, por siempre y para siempre! 11 Tuyos son, Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el honor y la majestad, porque todo cuanto hay en cielo y tierra te pertenece, y ejerces el reinado y el dominio sobre todo. 12 Tu presencia irradia riqueza y gloria, Tú eres soberano de todo, en tu mano están la fuerza y la grandeza y con tu mano engrandeces y fortaleces a todos. 13 Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso. 14 Ni yo ni mi pueblo somos nadie para atrevernos a hacerte estos donativos, pues todo procede de ti y sólo te damos lo que de ti hemos recibido. 15 Ante ti no somos más que extranjeros y advenedizos, al igual que todos nuestros antepasados, y nuestra vida terrena es sólo una sombra efímera. 16 Señor Dios nuestro, todo este cúmulo de preparativos que hemos hecho para edificar un Templo en honor de tu santo nombre procede de ti y todo te pertenece. 17 Bien sé, Dios mío, que tú sondeas las conciencias y amas la sinceridad. Por eso, yo te he hecho todos estos donativos voluntaria y sinceramente, y ahora veo con alegría que tu pueblo, aquí presente, también ha contribuido voluntariamente. 18 Señor Dios de nuestros antepasados Abrahán, Isaac e Israel, conserva siempre en el corazón de tu pueblo estas actitudes e intenciones y encamina sus corazones hacia ti. 19 Da a mi hijo Salomón un corazón íntegro para poner en práctica todos tus mandatos, leyes y preceptos y para edificar el Templo que te he preparado.
20 Luego David dijo a toda la asamblea:
— Bendigan al Señor su Dios.
Y toda la asamblea bendijo al Señor Dios de sus antepasados y se inclinó con reverencia ante el Señor y ante el rey.
Fiesta de la coronación
21 Al día siguiente ofrecieron sacrificios y holocaustos al Señor: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus respectivas libaciones, y otros muchos sacrificios por todo Israel. 22 Aquel día comieron y bebieron en presencia del Señor con gran alegría, y por segunda vez proclamaron rey a Salomón, hijo de David, consagrándolo ante el Señor como príncipe, y a Sadoc como sacerdote. 23 Salomón se sentó en el trono del Señor como sucesor de su padre David y tuvo éxito. Todo Israel lo obedeció, 24 y todas las autoridades, los guerreros y los hijos de David rindieron homenaje al rey Salomón. 25 El Señor lo engrandeció extraordinariamente ante todo Israel y le concedió un reinado tan glorioso como no había tenido en Israel ningún rey precedente.
Fin del reinado de David
26 David, hijo de Jesé, había reinado sobre todo Israel 27 durante cuarenta años: siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. 28 Murió en buena vejez, colmado de años, riquezas y gloria. Su hijo Salomón le sucedió como rey. 29 La historia del rey David, de principio a fin, está escrita en los libros de los profetas Samuel, Natán y Gad, 30 incluyendo todo su reinado, sus gestas y cuanto le sucedió a él, a Israel y a los demás países.
III.— REINADO DE SALOMÓN (1—9)
Comienzos del reinado (1,1-17)
Sabiduría de Salomón (1 Re 3,3-15)
1 Salomón, hijo de David, se afianzó en su reino. El Señor su Dios estaba con él y lo engrandeció extraordinariamente. 2 Salomón convocó a todo Israel, a los capitanes de millar y de cien, a los gobernadores y a todos los cabezas de familia que eran jefes en Israel 3 y acompañado de toda la asamblea se dirigió al santuario de Gabaón, donde se encontraba la Tienda del encuentro con Dios que Moisés, el siervo del Señor, había hecho en el desierto. 4 David había trasladado el Arca de Dios desde Quiriat Jearín para colocarla en Jerusalén en la Tienda que le había preparado. 5 Pero el altar de bronce, fabricado por Selalel, hijo de Urí y nieto de Jur, estaba allí, ante el santuario del Señor, adonde habían ido Salomón y la asamblea para consultarlo. 6 Salomón subió allí al altar de bronce que estaba ante el Señor, en la Tienda del encuentro, y ofreció mil holocaustos. 7 Aquella misma noche Dios se apareció a Salomón y le dijo:
— Pídeme lo que quieras.
8 Salomón le respondió:
— Tú trataste a mi padre David con especial favor y a mí me has permitido reinar en su lugar. 9 Ahora, Dios, el Señor, cumple la promesa que hiciste a mi padre David, pues me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10 Concédeme, pues, sabiduría e inteligencia para dirigir a este pueblo, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan grande como el tuyo?
11 Y Dios respondió a Salomón:
— Puesto que ese es tu deseo, y no has pedido riquezas, bienes y fama, ni la muerte de los que te odian, ni larga vida, sino sabiduría e inteligencia para juzgar a mi pueblo, del que te he convertido en rey, 12 se te conceden sabiduría e inteligencia y además te daré riquezas, bienes y fama como no las han tenido los reyes que te precedieron ni las tendrán los que te sucedan.
13 Salomón regresó a Jerusalén desde la Tienda del encuentro del santuario de Gabaón y reinó sobre Israel.
Riquezas de Salomón (1 Re 10,26-29)
14 Salomón reunió carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que guardaba en los establos de las ciudades y en Jerusalén junto a él. 15 El rey hizo que en Jerusalén hubiera tanta plata y oro como piedras y tantos cedros como higueras silvestres en la llanura. 16 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Quevé, donde los compraban los proveedores del rey. 17 El carro importado de Egipto valía seiscientas monedas de plata y el caballo, ciento cincuenta, exactamente igual que los exportados a los reinos hititas y arameos por los mismos proveedores.
Construcción y dedicación del Templo (1,18—8,1)
Preparativos inmediatos
18 Salomón decidió edificar un Templo en honor del Señor y un palacio para su reino. 2 1 Salomón reclutó setenta mil cargadores y ochenta mil canteros, a las órdenes de tres mil seiscientos capataces.
Tratado con Jirán de Tiro
2 Salomón envió a Jirán, el rey de Tiro, esta embajada:
— Mantén conmigo el mismo tratado que hiciste con mi padre David, cuando le mandaste madera de cedro para la construcción de su palacio de residencia. 3 Mira, yo voy a construir un Templo en honor del Señor mi Dios, para consagrarlo a él y quemarle incienso perfumado, colocar los panes de la ofrenda y ofrecerle los holocaustos matutinos y vespertinos, los de los sábados, los de primeros de mes y los de las demás fiestas del Señor nuestro Dios, como es costumbre inmemorial en Israel. 4 El Templo que quiero construir ha de ser grande, porque nuestro Dios es el más grande de todos los dioses. 5 Pero, ¿quién sería capaz de construirle un Templo cuando los cielos y todo el universo son incapaces de contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle un Templo, aunque sólo sea para quemarle incienso en él? 6 Mándame, pues, un especialista en trabajos de oro, plata, bronce y hierro; que domine las tintas púrpura, carmesí y azul, y que sepa grabar, para que se una a los expertos que preparó mi padre David y que están conmigo en Judá y Jerusalén. 7 Envíame también madera de cedro, ciprés y sándalo del Líbano, pues bien sé que tus súbditos son expertos taladores de árboles del Líbano y podrán trabajar con mis súbditos, 8 para prepararme madera en cantidad, pues el Templo que quiero construir ha de ser grandioso y admirable. 9 Yo, por mi parte, aportaré para sustento de tus súbditos, los taladores de árboles, cuatro mil cuatrocientas toneladas de trigo, otras tantas de cebada, cuatro mil cuatrocientos hectólitros de vino y otros tantos de aceite.
10 Jirán, rey de Tiro, respondió a Salomón con una carta en la que le decía: “Por amor a su pueblo, el Señor te ha convertido en su rey. 11 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que ha dado al rey David un hijo sabio, prudente e inteligente, capaz de edificar un Templo al Señor y un palacio real para sí mismo! 12 Te envío a Jirán Abí, hombre experto e inteligente, 13 hijo de madre danita y de padre tirio, especialista en oro, plata, bronce y hierro; en piedra y madera; en tintas color púrpura, azul, carmesí y en lino blanco; especialista también en toda clase de grabados y capaz de ejecutar cualquier proyecto que se le encargue, junto con tus maestros y los de mi señor, tu padre David. 14 Envía, pues, a tus servidores el trigo, la cebada, el aceite y el vino que has prometido, 15 y nosotros cortaremos toda la madera del Líbano que necesites y te la llevaremos en balsas a Jafa por mar, para que tú la transportes a Jerusalén”.
16 Salomón hizo el censo de todos los extranjeros residentes en territorio israelita, después del censo que hizo su padre David; había un total de ciento cincuenta y tres mil seiscientos. 17 De ellos empleó a setenta mil como cargadores, a ochenta mil como canteros y a tres mil seiscientos como capataces encargados del trabajo del personal.
Las obras del Templo (1 Re 7,15-22)
3 Salomón comenzó a edificar el Templo del Señor en Jerusalén, en el monte Moria donde el Señor se había aparecido a su padre David, en el lugar que este había preparado en la era de Ornán, el jebuseo. 2 La construcción comenzó el segundo mes del cuarto año de su reinado.
3 Estas son las dimensiones que Salomón dio a los cimientos del Templo, en medida antigua: treinta metros de largo por diez de ancho. 4 El vestíbulo que había en la parte delantera del edificio tenía diez metros de largo, diez de ancho y diez de alto y su interior estaba recubierto de oro fino. 5 Revistió la sala grande con madera de pino, recubierta de oro fino con grabados de palmas encadenadas. 6 Adornó el Templo con piedras preciosas y con oro de Parváin. 7 Recubrió de oro el Templo, las vigas, las jambas, las paredes y las puertas y esculpió querubines sobre las paredes.
8 Luego hizo la sala del lugar santísimo, que tenía diez metros de largo, en correspondencia con la anchura del Templo, por otros tantos de ancho; y lo revistió todo empleando seiscientos talentos de oro puro. 9 Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. También recubrió de oro las salas superiores. 10 Mandó tallar en la sala del lugar santísimo dos esculturas de querubines que también hizo recubrir de oro. 11 Las alas de los querubines medían diez metros de longitud: un ala del primer querubín medía dos metros y medio y llegaba hasta la pared, mientras que la otra, también de dos metros y medio, llegaba hasta el ala del otro querubín. 12 De igual manera, un ala del segundo querubín, de dos metros y medio, llegaba hasta la pared y la otra, también de dos metros y medio, llegaba hasta el ala del primer querubín. 13 Las alas extendidas de ambos querubines medían un total de diez metros. Estaban de pie, mirando a la sala. 14 Empleó para el velo púrpura violeta, escarlata y carmesí, y lino, y sobre él bordó querubines.
15 Delante de la nave puso dos columnas de diecisiete metros y medio de altas, rematadas por sendos capiteles de dos metros y medio. 16 Hizo cadenas en forma de collar y las puso sobre los capitales de las columnas, y luego puso cien granadas sobre las cadenas. 17 Luego colocó las columnas a la entrada del edificio, una a la derecha y otra a la izquierda. A la de la derecha la llamó Firmeza y a la de la izquierda la llamó Fuerza.
El ajuar del Templo (1 Re 7,23-26.26.38.40-51)
4 Salomón hizo construir un altar de bronce de diez metros de largo, diez de ancho y cinco de alto. 2 E hizo también un gran recipiente de metal fundido, en forma circular, con cinco metros de diámetro, dos metros y medio de altura y quince de circunferencia. 3 Por debajo, alrededor de todo el recipiente, había dos hileras de figuras de toros, a razón de veinte por metro, que habían sido fundidas con el recipiente. 4 Descansaba sobre doce toros, de los que tres miraban al norte, tres al oeste, tres al sur y tres al este. El recipiente descansaba sobre los toros, que tenían los cuartos traseros hacia dentro. 5 Su grosor era de unos veintitrés centímetros y el borde imitaba el cáliz de un lirio. Tenía una capacidad de unos seiscientos sesenta hectólitros. 6 Hizo también diez pilas de bronce y colocó cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para lavar en ellas todo lo que se utilizaba en los holocaustos. En cambio, los sacerdotes se lavaban en el recipiente. 7 Hizo diez candelabros de oro puro, según el diseño prescrito, y colocó cinco a la derecha y cinco a la izquierda del santuario. 8 Hizo también diez mesas que puso en el santuario, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, y cien cuencos de oro. 9 Hizo también el patio de los sacerdotes, el patio mayor con sus puertas, que recubrió de bronce. 10 Y colocó el gran depósito en el lado derecho, hacia el sudeste.
11 Finalmente Jirán hizo los ceniceros, las palas y los acetres y con ello concluyó todas las obras que le había encomendado el rey Salomón para el Templo del Señor: 12 las dos columnas, los capiteles redondos que remataban las columnas, los dos entrelazados que cubrían los capiteles redondos; 13 las cuatrocientas granadas para los dos entrelazados, dos series de granadas para cada uno; 14 las diez bases que servían de soporte a las diez pilas; 15 el gran depósito y los doce toros que iban debajo; 16 los ceniceros, las palas y los acetres. Todos los objetos que Jirán Abihú hizo, por encargo del rey Salomón, para el Templo del Señor eran de bronce bruñido. 17 El rey los mandó fundir en arcilla, en el valle del Jordán, entre Sukot y Seredá. 18 Salomón hizo todos estos objetos; y eran tantos que era imposible calcular el peso del bronce. 19 Salomón también mandó hacer todos los restantes objetos del Templo del Señor: el altar de oro, las mesas sobre las que se ponían los panes de la ofrenda; 20 los candelabros con sus lámparas de oro puro para arder ante el camarín, como está prescrito; 21 las flores, lámparas y despabiladeras de oro purísimo; 22 los cuchillos, acetres, cucharillas e incensarios de oro puro. También eran de oro las puertas de la entrada del Templo, las puertas del lugar santísimo y las que daban acceso a la gran sala del Templo.
5 Cuando concluyeron todas las obras que había encargado hacer para el Templo del Señor, Salomón llevó las ofrendas de oro y plata y otros utensilios consagrados por su padre David, y los depositó en el tesoro del Templo de Dios.
Traslado del Arca (1 Re 8,1-13)
2 Salomón convocó en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los cabezas de familia israelitas para trasladar el Arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David o Sión, 3 y todos los israelitas se reunieron con el rey en la fiesta del mes séptimo. 4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas cargaron el Arca 5 y la trasladaron junto con la Tienda del encuentro y todos los objetos sagrados que había en ella y que fueron llevados por los sacerdotes levitas. 6 El rey Salomón y toda la asamblea de Israel reunida junto a él ante el Arca sacrificaron ovejas y toros en cantidades incalculables. 7 Los sacerdotes llevaron el Arca de la alianza del Señor a su lugar, al camarín del Templo o lugar santísimo, bajo las alas de los querubines. 8 Los querubines tenían sus alas extendidas sobre el lugar que ocupaba el Arca y cubrían por encima el Arca y sus varales. 9 Los varales eran tan largos que sus extremos se podían ver desde el lugar santo que estaba delante del camarín, aunque no se veían desde el exterior. Y allí siguen hasta el presente. 10 El Arca sólo contenía las dos losas que Moisés entregó en el Horeb, cuando el Señor hizo alianza con los israelitas tras la salida del país de Egipto. 11 Cuando los sacerdotes salieron del lugar santo (pues todos los sacerdotes presentes, sin distinción de turnos, se habían purificado), 12 todos los levitas cantores, descendientes y parientes de Asaf, Hemán y Jedutún, vestidos de lino, estaban de pie a la derecha del altar, tocando platillos, salterios y cítaras, acompañados de ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas. 13 Y cuando los que tocaban las trompetas y los cantores entonaron al unísono la alabanza y la acción de gracias al Señor, haciendo sonar las trompetas, los platillos y demás instrumentos musicales y alabando al Señor [con estas palabras]: “porque es bueno y su amor no tiene fin”, el Templo se llenó con la nube de la gloria del Señor, 14 de forma que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio a causa de la nube, pues la gloria del Señor había llenado el Templo de Dios. 6 1 Entonces Salomón exclamó:
— Tú, Señor, habías decidido vivir en la oscuridad, 2 pero yo te he construido un palacio, una morada en la que habites para siempre.
Salomón bendice al pueblo (1 Re 18,14-21)
3 Luego el rey se dio la vuelta y bendijo a toda la asamblea de Israel que estaba en pie, 4 diciendo:
— Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló a mi padre David, y que ha realizado lo que prometió: 5 “Desde el día en que saqué a mi pueblo Israel de Egipto no elegí ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para construir un Templo donde residiera mi nombre, ni escogí a ningún hombre como príncipe de mi pueblo Israel. 6 En cambio he elegido a Jerusalén como morada de mi nombre y a David como jefe de mi pueblo Israel”. 7 Mi padre, David, pensaba construir un Templo en honor del Señor, Dios de Israel; 8 pero el Señor le dijo: “Has pensado construir un Templo en mi honor y lo que piensas está bien. 9 Pero no serás tú quien construya el Templo, sino un hijo tuyo, salido de tus entrañas; él será quien construya el Templo en mi honor”. 10 El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido a mi padre, David, en el trono de Israel, como había prometido el Señor y he construido el Templo en honor del Señor, Dios de Israel. 11 Y, además, he colocado en él el Arca de la alianza del Señor, la alianza que hizo con los israelitas.
Oración de Salomón (1 Re 8,22-50a; Sal 132,8-10)
12 Salomón se puso en pie ante el altar del Señor en presencia de toda la asamblea de Israel y levantó sus manos. 13 Salomón había colocado en medio del atrio un estrado de bronce, de dos metros y medio de largo, por dos y medio de ancho, y uno y medio de alto. Subió al estrado, se arrodilló ante toda la asamblea de Israel, levantó las manos al cielo 14 y dijo:
— Señor, Dios de Israel: no hay un dios como tú ni en el cielo ni en la tierra. Tú mantienes la alianza y la fidelidad con tus siervos cuando proceden sinceramente ante ti. 15 Tú has mantenido cuanto dijiste a tu siervo, mi padre David, y has cumplido hoy con obras lo que prometiste de palabra. 16 Señor, Dios de Israel, mantén también ahora a tu siervo, mi padre David, la promesa que le hiciste: “No te faltará en mi presencia alguien que se siente en el trono de Israel, siempre que tus descendientes mantengan su camino y procedan ante mí como lo has hecho tú”. 17 Ahora, pues, Señor, Dios de Israel, cumple la promesa que hiciste a tu siervo David. 18 Pero, ¿puede Dios habitar realmente en la tierra con los seres humanos? Si ni los cielos, en toda su inmensidad, pueden contenerte, ¿cómo podría hacerlo este Templo que he construido? 19 Atiende, pues, Señor, Dios mío, a la súplica y a la plegaria de tu siervo; escucha el grito y la súplica que tu siervo te dirige. 20 Mantén tus ojos abiertos noche y día sobre este Templo, el lugar donde quisiste que residiera tu nombre, y escucha las súplicas que te dirija tu siervo hacia este lugar. 21 Escucha las plegarias que tu siervo y tu pueblo, Israel, hagan hacia este lugar. Escúchalas desde el cielo, el lugar donde habitas. Escucha y perdona.
22 Cuando alguien ofenda a su prójimo y lo obliguen a prestar juramento, si viene a jurar ante tu altar en este Templo, 23 escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos; castiga al culpable dándole su merecido, y absuelve al inocente reconociendo su inocencia.
24 Cuando tu pueblo, Israel, caiga derrotado ante sus enemigos por haberte ofendido y se arrepienta, invoque tu nombre y te dirija sus plegarias y súplicas desde este Templo, 25 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlo volver a la tierra que les diste a él y a sus antepasados.
26 Cuando se cierren los cielos y no llueva por haberte ofendido, si dirigen su plegaria hacia este lugar, invocan tu nombre y se arrepienten tras tu castigo, 27 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo, Israel; muéstrales el buen camino a seguir y envía la lluvia sobre la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
28 Cuando en el país haya hambre, a causa de la sequía o de plagas de hongos, de saltamontes o de pulgón, o porque el enemigo asedia las ciudades del país, o por cualquier calamidad o enfermedad, 29 si un individuo o todo tu pueblo de Israel, con su pena y su dolor, te dirige cualquier súplica o plegaria con las manos extendidas hacia este lugar, 30 escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, perdona y paga a cada cual según su conducta, pues conoces su corazón. Porque sólo tú conoces el corazón de todos los humanos. 31 Así te respetarán y seguirán tus caminos mientras vivan sobre la tierra que diste a nuestros antepasados.
32 Cuando incluso el extranjero que no pertenece a tu pueblo, Israel, venga de un país lejano, atraído por tu gran fama, tu mano fuerte y tu brazo poderoso, y llegue a orar en este Templo, 33 escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, y concédele lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu fama, te respeten, como lo hace tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este Templo que he construido.
34 Cuando tu pueblo salga a luchar contra el enemigo, siguiendo tus órdenes, y ore al Señor vuelto hacia esta ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor, 35 escucha desde el cielo sus plegarias y súplicas y hazles justicia.
36 Y cuando pequen contra ti, pues nadie está libre de pecado, y tú, enfurecido contra ellos, los entregues al enemigo para que los lleve cautivos a un país lejano o cercano, 37 si en el país donde hayan sido deportados recapacitan y se arrepienten, y desde su destierro te suplican reconociendo su pecado, su delito y su culpa, 38 si se convierten a ti de todo corazón y con toda el alma en el país de destierro adonde los hayan deportado, y te suplican vueltos a la tierra que diste a sus antepasados, a la ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor, 39 escucha desde el cielo, el lugar donde habitas, sus plegarias y súplicas, hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti. 40 Mantén, Dios mío, tus ojos abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.
41 Y ahora ponte en acción, Dios, el Señor
y ven a tu lugar de descanso con tu Arca poderosa.
Que tus sacerdotes, Señor Dios, vistan galas de victoria
y tus fieles disfruten de la felicidad.
42 Dios, el Señor, no te escondas de tu consagrado
y acuérdate de los favores que hiciste a tu siervo David.
Conclusión de la fiesta (1 Re 8,54.62-66)
7 Cuando Salomón terminó su plegaria, bajó fuego del cielo que consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria de Dios llenó el Templo. 2 Los sacerdotes no pudieron entrar en el Templo del Señor porque su gloria lo llenaba. 3 Cuando todos los israelitas vieron que el fuego y la gloria del Señor bajaban al Templo, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y dieron gracias al Señor, “porque es bueno y su amor no tiene fin”.
4 El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios al Señor. 5 El rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil toros y ciento veinte mil corderos. Así dedicaron el rey y todos los israelitas el Templo del Señor. 6 Los sacerdotes cumplían su ministerio y los levitas tocaban los instrumentos de música sagrada que el rey David había fabricado y utilizaba para alabar y dar gracias al Señor, “porque su amor no tiene fin”. Los sacerdotes tocaban las trompetas frente a ellos y todo Israel se mantenía en pie. 7 Salomón consagró el interior del atrio que hay delante del Templo del Señor, ofreciendo allí los holocaustos y la grasa de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que había hecho Salomón era incapaz de contener los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión. 8 En aquella ocasión Salomón y con él todo Israel, una gran asamblea venida desde el paso de Jamat hasta el torrente de Egipto, celebraron la fiesta religiosa durante siete días. 9 Al octavo día celebraron solemne asamblea, pues la dedicación del altar había durado siete días y la fiesta otros siete días. 10 Y el día veintitrés del mes séptimo el rey despidió al pueblo a sus casas, alegres y felices por todos los beneficios que el Señor había concedido a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España