Bible in 90 Days
22 Pusieron veneno en mi comida
y apagaron mi sed con vinagre.
23 Que su mesa se convierta en su red,
en una trampa para sus amigos;
24 que se queden ciegos y no vean,
que sin cesar tiemble su espalda.
25 Derrama sobre ellos tu furor,
que los alcance tu cólera ardiente;
26 que su campamento sea arrasado,
que no quede nadie en sus tiendas.
27 Porque persiguen al que tú hieres,
pregonan el sufrimiento de tus víctimas.
28 Impútales todas sus culpas
y que no les alcance tu perdón;
29 que sean borrados del libro de los vivos,
que no sean inscritos con los justos.
30 Pero a mí, humilde y sufriente,
que tu poder salvador, oh Dios, me proteja.
31 Alabaré con canciones el nombre de Dios,
con himnos de gratitud lo ensalzaré.
32 Y esto complacerá a Dios más que un toro,
más que un novillo astado con pezuñas.
33 Que se alegren los humildes cuando lo vean,
que se reanime el corazón de los que a Dios buscan.
34 Porque el Señor escucha a los oprimidos,
no desprecia a los cautivos.
35 Que lo alaben los cielos y la tierra,
los mares y cuanto se mueve en ellos,
36 pues Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
habitarán allí y la heredarán;
37 la poseerá la estirpe de sus siervos,
los que aman su nombre vivirán en ella.
Salmo 70 (69)
Señor, no tardes
70 Al maestro del coro. De David. En conmemoración.
2 Oh Dios, ven a librarme,
Señor, date prisa en ayudarme.
3 Queden defraudados y humillados
los que desean mi muerte,
que retrocedan y se avergüencen
los que pretenden dañarme;
4 queden desolados por su infamia
los que se burlan de mí.
5 Que en ti se alegren y se gocen
todos cuantos te buscan;
que los que anhelan tu salvación
digan en todo momento:
“¡Sea alabado el Señor!”.
6 Soy humilde y desvalido,
oh Dios, acude a mí;
tú eres mi ayuda y mi salvación,
Señor, no tardes.
Salmo 71 (70)
No me rechaces en mi vejez
71 Señor, en ti confío,
que no quede jamás defraudado.
2 Por tu fuerza salvadora líbrame, libérame;
acerca hacia mí tu oído y ponme a salvo.
3 Sé para mí fortaleza protectora
donde siempre pueda entrar;
tú has decidido salvarme,
mi baluarte y mi bastión eres tú.
4 Dios mío, líbrame de la mano del malvado,
de la garra del criminal y el opresor.
5 Porque tú, Señor, eres mi esperanza,
mi refugio, Señor, desde mi juventud.
6 Desde el vientre materno en ti me apoyaba,
del seno de mi madre me hiciste salir;
tuya ha sido siempre mi alabanza.
7 He sido para muchos un prodigio,
y tú, para mí refugio seguro.
8 Mi boca se llena de tu alabanza,
de tu gloria durante todo el día.
9 No me rechaces en mi vejez,
no me dejes cuando mi fuerza se pierde.
10 Porque mis enemigos hablan de mí,
quienes me asedian conspiran juntos
11 diciendo: “Dios lo ha abandonado;
persíganlo y denle alcance,
que no hay quien lo salve”.
12 Oh Dios, no te alejes de mí;
Dios mío, date prisa en ayudarme.
13 Queden defraudados y humillados
quienes me tienen odio,
cubran la confusión y la vergüenza
a los que quieren dañarme.
14 Y yo seguiré confiando,
alabándote sin cesar.
15 Pregonará mi boca tu justicia
y tus actos salvadores todo el día,
aunque no puedo contarlos.
16 Recitaré las hazañas de Dios mi Señor,
recordaré tu triunfo, sólo el tuyo.
17 Dios me instruyó desde mi juventud
y hasta ahora anuncio tus prodigios.
18 A pesar de mi vejez y mi pelo encanecido,
tú, oh Dios, no me abandones,
hasta que anuncie tu poder a esta generación,
tu fuerza a todos sus descendientes.
19 Tu justicia, oh Dios, llega hasta el cielo,
tú has hecho grandes prodigios,
¿quién puede igualarse a ti?
20 Me mostraste desgracias y males,
pero volverás a darme la vida
y a sacarme de los abismos de la tierra;
21 tú acrecentarás mi dignidad,
tú volverás a confortarme.
22 Y yo alabaré con el arpa
tu verdad, Dios mío;
te cantaré con la cítara,
oh santo de Israel.
23 Te cantarán jubilosos mis labios,
se alegrará mi vida que tú rescataste.
24 Mi boca todo el día
proclamará tu justicia,
pues están avergonzados y humillados
los que pretenden dañarme.
Salmo 72 (71)
Confía tus juicios al rey
72 De Salomón.
Oh Dios, confía tus juicios al rey,
tu justicia al hijo del monarca.
2 Él juzgará a tu pueblo con justicia,
a los humildes con rectitud.
3 De los montes llegará al pueblo la paz,
de las colinas la justicia.
4 Hará justicia a los humildes,
salvará a los oprimidos,
aplastará al explotador.
5 Que dure tanto como el sol,
tanto como la luna,
generación tras generación.
6 Que descienda como la lluvia sobre la hierba,
como aguacero que empapa la tierra.
7 Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz mientras dure la luna.
8 Que domine de mar a mar,
desde el gran río al confín de la tierra.
9 Que se postren ante él las tribus del desierto,
que muerdan el polvo sus enemigos.
10 Que los reyes de Tarsis y las islas
le traigan obsequios,
que los reyes de Sabá y de Sebá
le ofrezcan presentes.
11 ¡Que todos los reyes se inclinen ante él,
que todas las naciones lo sirvan!
12 Pues él salvará al desvalido que clama,
al humilde a quien nadie ayuda;
13 se apiadará del oprimido y del pobre,
a los desvalidos salvará la vida;
14 los librará del engaño y la violencia
porque estima mucho sus vidas.
15 Que viva y reciba el oro de Sabá,
que oren siempre por él,
que sin cesar se le bendiga.
16 Que haya grano abundante en la tierra,
que la mies ondee en la cima de los montes,
que sus frutos florezcan como el Líbano,
sus gavillas como la hierba del campo.
17 Que su fama dure por siempre,
que perdure por siempre bajo el sol;
que en su nombre se bendiga,
que todas las naciones lo elogien.
18 Bendito sea Dios, el Señor, el Dios de Israel,
el único que hace prodigios;
19 bendito sea su glorioso nombre por siempre,
que llene su gloria la tierra entera.
¡Amén, amén!
20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Jesé.
Salmo 73 (72)
Ahora estoy siempre contigo
73 Salmo de Asaf.
En verdad es bondadoso Dios con Israel,
con los que tienen limpio el corazón.
2 Pero mis pasos casi se tuercen,
mis pies por poco resbalan,
3 pues envidié a los soberbios
al ver la dicha de los malos.
4 No se angustian por su muerte,
todo su cuerpo está sano;
5 ignoran las fatigas humanas,
no sufren su azote como los demás.
6 Por eso, el orgullo ciñe su cuello,
un manto de violencia los cubre.
7 La maldad surge de sus entrañas,
la ambición desborda su corazón.
8 Se burlan y hablan con malicia,
se expresan con arrogante tiranía.
9 Ofenden al cielo con su boca,
con su lengua a los que habitan la tierra.
10 Por eso el pueblo los sigue
y bebe con deleite su enseñanza.
11 Dicen: “¡Qué puede saber Dios!
¿Está el saber junto al Altísimo?”.
12 Mira, estos son los malvados:
viven en paz y atesoran riqueza.
13 ¿De qué me vale purificar mi corazón,
lavar mis manos en señal de inocencia,
14 si cada día soy golpeado,
castigado cada mañana?
15 Si dijese: “Hablaré como ellos”,
traicionaría al linaje de tus hijos.
16 Yo medité tratando de entenderlo
y fue para mí una dura tarea,
17 hasta que llegué al santuario de Dios
y comprendí entonces su destino.
18 Porque en verdad tú los colocas
sobre una pendiente resbaladiza,
los empujas a la ruina.
19 ¡Qué pronto son destruidos,
perecen muertos de miedo!
20 Son, Señor, como un sueño al despertar,
imágenes que olvidas al levantarte.
21 Cuando mi corazón se enfurecía
y sentía envidia en mi interior,
22 yo, necio, no comprendía nada,
era como un animal ante ti.
23 Pero ahora estoy siempre contigo,
tú me agarras de la mano,
24 con tus consejos me conduces
y después me colmas de gloria.
25 ¿A quién sino a ti tengo en el cielo?
A tu lado no me agrada ya la tierra.
26 Aunque mi corazón y mi cuerpo desfallezcan,
mi refugio y mi heredad por siempre es Dios.
27 Quienes de ti se alejan, mueren;
tú destruyes a quien de ti se aparta.
28 Pero yo junto a Dios soy feliz,
en Dios mi Señor me refugio
para proclamar todas sus obras.
Salmo 74 (73)
Defiende tu causa, Señor
74 Poema de Asaf.
¿Por qué, Dios, nos has abandonado para siempre
y tu ira se ha encendido contra tu rebaño?
2 Recuerda a la comunidad que antaño adquiriste,
a la tribu que rescataste como heredad tuya,
a este monte Sión donde tú habitas.
3 Encamina tus pasos hacia las ruinas eternas:
el enemigo ha devastado todo en el santuario.
4 Tus rivales rugían en medio de tu asamblea,
levantaban como señal de victoria sus estandartes.
5 Aparecieron como quien blande
un hacha en un bosque espeso;
6 con hachas y martillos
destrozaron los bajorrelieves;
7 prendieron fuego a tu santuario,
profanaron la morada de tu nombre.
8 Pensaron: “¡Destruyámoslos de una vez!”.
Y quemaron las moradas de Dios en la tierra.
9 No tenemos bandera, no queda un profeta
y nadie entre nosotros sabe cuánto durará.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el rival?
¿Difamará siempre tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué está inactiva tu mano
y tu diestra reposa en tu regazo?
12 Dios es mi rey desde antiguo,
mi salvador en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con poder,
rompiste la cabeza de los monstruos marinos;
14 destrozaste las cabezas de Leviatán,
lo diste como pasto a una jauría de alimañas.
15 Tú hiciste fluir manantiales y arroyos,
secaste los ríos de corrientes sin fin.
16 Tuyo es el día, tuya la noche;
tú creaste la luna y el sol,
17 fijaste los límites de la tierra,
verano e invierno tú formaste.
18 Recuerda, Señor, que el enemigo te ha injuriado,
que un pueblo miserable difama tu nombre.
19 ¡No arrojes a las fieras la vida de tu tórtola,
no olvides jamás la vida de tus humildes!
20 Dirige tu mirada a la alianza,
pues hasta los últimos rincones del país
están repletos de violencia.
21 Que el oprimido no regrese avergonzado,
que el humilde y el pobre alaben tu nombre.
22 Oh Dios, ponte en acción, defiende tu causa,
recuerda que sin cesar te ofende el insensato.
23 No olvides el clamor de tu adversario,
el grito de tus rivales que no para de crecer.
Salmo 75 (74)
Es Dios quien juzga
75 Al maestro del coro. Según la melodía “No destruyas”. Salmo de Asaf. Canto.
2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
invocando tu nombre, proclamando tus maravillas.
3 “Cuando yo lo decida, juzgaré con rectitud;
4 aunque tiemble la tierra y quienes la habitan,
soy yo quien sostiene sus columnas. [ Pausa]
5 Dije a los insolentes: ¡no se insolenten!
Y a los malvados: ¡no alcen la frente!
6 No alcen tanto su frente,
no hablen con el cuello erguido”.
7 No vendrá del este ni del oeste,
ni del desierto ni de las montañas;
8 es Dios quien juzga:
a este humilla, a aquel exalta.
9 Una copa hay en la mano del Señor,
un vino espumoso mezclado con especias;
de él escancia y los malvados de la tierra
lo beben, lo apuran hasta el fondo.
10 Pero yo siempre proclamaré
y cantaré al Dios de Jacob:
11 combatiré a los malvados,
el justo saldrá victorioso.
Salmo 76 (75)
Dios habita en Sión
76 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Canto.
2 En Judá Dios se da a conocer,
en Israel es grande su nombre;
3 en Salén tiene su tienda,
en Sión está su morada.
4 Allí rompió las flechas del arco,
el escudo, la espada y las armas. [ Pausa]
5 Esplendoroso, majestuoso eres tú,
más que los montes llenos de caza.
6 Los valientes, despojados, cayeron dormidos;
quedaron sin fuerza los hombres valerosos.
7 Oh Dios de Jacob, a tu grito
se aturdieron caballos y carros.
8 Tú eres temible, ¿quién resistirá
ante ti cuando tu cólera estalle?
9 Desde el cielo proclamas la sentencia;
la tierra se atemoriza y guarda silencio
10 cuando Dios se levanta para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra. [ Pausa]
11 Hasta el furor de los humanos te engrandece,
los que escapan a tu cólera te sirven de corona.
12 Hagan promesas a Dios su Señor y cúmplanlas;
que cuantos lo rodean traigan ofrendas al Temible,
13 pues él deja sin aliento a los príncipes
e infunde respeto a los reyes de la tierra.
Salmo 77 (76)
Mi voz alzo a Dios y pido auxilio
77 Al maestro del coro. De Yedutún. Salmo de Asaf.
2 Mi voz alzo a Dios y pido auxilio,
mi voz alzo a Dios y él me escucha.
3 Cuando estoy angustiado busco a mi Señor,
de noche alzo mis manos sin descanso
y no acepto recibir consuelo alguno.
4 Recuerdo a Dios y me estremezco,
reflexiono y quedo abatido. [ Pausa]
5 Tú me impides cerrar los ojos,
estoy inquieto y no puedo hablar.
6 Pienso en los días de antaño,
en los años del pasado;
7 de noche recuerdo mi canto,
reflexiono y me pregunto:
8 “¿Nos abandona para siempre el Señor
y no vuelve nunca a aceptarnos?
9 ¿Se acabó para siempre su bondad?
¿Ha cesado eternamente su palabra?
10 ¿Acaso olvidó Dios ser compasivo?
¿Ha cerrado con ira sus entrañas?”. [ Pausa]
11 Y yo digo: “Esto es lo que me aflige,
que el favor del Altísimo ha cambiado”.
12 Recuerdo las proezas de Dios,
recuerdo tus prodigios de antaño;
13 sobre todos tus actos medito,
sobre tus hechos reflexiono.
14 Oh Dios, santo es tu camino,
¿qué dios es tan grande como Dios?
15 Tú eres el Dios que haces prodigios,
tú muestras tu poder entre los pueblos;
16 con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y José. [ Pausa]
17 Te vieron, oh Dios, las aguas,
te vieron las aguas y temblaron,
los abismos del mar se estremecieron;
18 las nubes vertieron lluvias,
tronaron los cielos, zigzaguearon tus rayos.
19 Tu voz tronaba en el torbellino,
los rayos iluminaron el mundo,
se estremeció y tembló la tierra.
20 En el mar trazaste tu camino,
en las aguas caudalosas tu sendero,
y nadie descubrió tu rastro.
21 Cual rebaño guiaste a tu pueblo
por medio de Moisés y Aarón.
Salmo 78 (77)
Contaremos las proezas del Señor
78 Salmo de Asaf.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
atiendan a las palabras de mi boca.
2 Con sentencias sabias hablaré,
proclamaré enigmas de antaño.
3 Lo que nosotros oímos y sabemos,
lo que nuestros padres nos contaron,
4 no lo ocultaremos a sus hijos;
a la nueva generación le contaremos
las proezas del Señor y su poder,
las maravillas que él hizo.
5 Él estableció una norma en Jacob,
una ley instituyó en Israel;
él ordenó a nuestros padres
enseñarlas a sus hijos,
6 para que la generación venidera lo sepa
y los hijos que habrán de nacer
se dispongan a contarlo a sus hijos.
7 Así estos confiarán en Dios,
no olvidarán sus proezas
y respetarán sus mandatos;
8 no serán como sus padres,
generación terca y rebelde
que no fue fiel a Dios.
9 Los hijos de Efraín, diestros arqueros,
huyeron el día de la batalla.
10 No respetaron la alianza,
no quisieron seguir su ley;
11 olvidaron sus proezas,
los portentos que les mostró.
12 Ante sus padres hizo prodigios
en el país de Egipto, en los campos de Soán.
13 Abrió el mar y los hizo pasar,
como un dique detuvo las aguas;
14 con una nube los guiaba de día,
con luz de fuego durante la noche;
15 en el desierto hendió las rocas,
calmó su sed en caudalosos manantiales;
16 hizo brotar arroyos de las peñas
y como ríos descendieron las aguas.
17 Pero de nuevo pecaron contra él,
se rebelaron contra el Altísimo en el desierto.
18 En su interior retaron a Dios,
reclamaron comida con ansia.
19 Hablaron contra Dios, dijeron:
“¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto?
20 Es verdad que golpeó la roca
y el agua manó, los arroyos fluyeron;
pero ¿podrá también dar pan,
proporcionar carne a su pueblo?”.
21 Lo oyó el Señor y se llenó de furia,
su ira se encendió contra Jacob,
se alzó en cólera contra Israel,
22 porque no habían creído en Dios,
no confiaban en su salvación.
23 Entonces dio la orden a las nubes
y las puertas del cielo se abrieron.
24 Les hizo llover maná para comer,
les ofreció trigo del cielo.
25 Pan de ángeles comió el ser humano,
víveres mandó para saciarlos.
26 En el cielo hizo soplar viento del este,
viento del sur levantó con su poder.
27 Les llovió carne abundante como el polvo,
aves numerosas como la arena del mar;
28 en medio del campamento las hizo caer,
alrededor de sus tiendas.
29 Ellos comieron hasta hartarse
y él cumplió así sus deseos.
30 Pero no estaban aún satisfechos,
aún tenían la comida en la boca
31 cuando Dios se enfureció con ellos
y acabó con los más vigorosos,
abatió a los mejores de Israel.
32 A pesar de ello siguieron pecando,
no confiaron en sus maravillas.
33 Entonces en un soplo consumió sus días,
sus años en un súbito terror.
34 Si los hacía morir lo buscaban,
se arrepentían dirigiéndose a él;
35 recordaban que Dios era su refugio,
el Dios Altísimo su redentor.
36 Pero con su boca lo engañaban,
con su lengua le mentían;
37 su corazón no era sincero,
eran infieles a su alianza.
38 Él, misericordioso, perdonaba
su pecado y no los destruía;
su ira contenía una y otra vez,
no desplegaba todo su furor.
39 Recordaba que eran humanos,
un soplo que pasa y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron en el desierto
y en el yermo lo llenaron de tristeza!
41 Una y otra vez provocaban a Dios,
enojaban al Santo de Israel.
42 No se acordaban de su poder,
del día que los salvó del enemigo,
43 cuando en Egipto hizo prodigios
y portentos en los campos de Soán.
44 Él convirtió en sangre sus ríos,
sus arroyos para que no bebieran.
45 Les envió plagas que los devoraron,
ranas que los destruyeron,
46 entregó a los saltamontes sus cosechas,
a las langostas sus tareas campesinas;
47 destruyó con el granizo sus viñedos,
con la helada sus higueras;
48 abandonó su ganado al pedrisco,
a los rayos sus rebaños.
49 Lanzó contra ellos el furor de su ira,
cólera, furia y calamidades,
una hueste de aciagos mensajeros.
50 Dio rienda suelta a su ira
y no los salvó de la muerte,
sino que entregó sus vidas a la peste;
51 a todo primogénito abatió en Egipto,
a todo primer nacido en las tiendas de Cam.
52 Como a un rebaño sacó a su pueblo,
por el desierto lo condujo como a ovejas;
53 en sosiego los guiaba y no temían,
pero a sus enemigos los cubría el mar.
54 Y los llevó hasta su tierra sagrada,
al monte que su mano conquistó.
55 Ante ellos expulsó naciones,
repartió en lotes su heredad
y en sus tiendas alojó a las tribus de Israel.
56 Pero ellos lo pusieron a prueba,
se rebelaron contra el Dios Altísimo,
no respetaron sus mandamientos.
57 Lo abandonaron, lo traicionaron como sus padres,
se desviaron como un arco mal tensado.
58 Lo enfurecieron con sus altares,
con sus ídolos le dieron celos.
59 Dios lo oyó y se llenó de furia,
detestó intensamente a Israel.
60 Abandonó su morada en Siló,
la Tienda que tenía en medio de ellos.
61 Al cautiverio entregó su poder,
a manos del enemigo su gloria;
62 abandonó su pueblo a la espada,
se enfureció contra su heredad;
63 a sus jóvenes consumió el fuego,
no hubo cantos de boda para sus doncellas;
64 sus sacerdotes murieron a espada,
sus viudas no los lloraron.
65 Pero el Señor despertó como quien duerme,
cual guerrero aturdido por el vino,
66 y atacó a sus enemigos por la espalda,
los cubrió de una vergüenza eterna.
67 Rechazó a la casa de José,
no eligió a la tribu de Efraín;
68 eligió a la tribu de Judá,
al monte Sión que él ama.
69 Erigió su santuario como el cielo,
como la tierra que asentó para siempre.
70 Eligió a David su siervo,
del redil de las ovejas lo tomó;
71 lo sacó de detrás de las corderas
para pastorear a Jacob, su pueblo,
y a Israel su heredad.
72 Y los pastoreó con corazón íntegro,
los condujo con mano diestra.
Salmo 79 (78)
Que el grito del cautivo llegue a ti
79 Salmo de Asaf.
Oh Dios, los paganos han invadido tu heredad,
han profanado tu santo Templo,
han reducido Jerusalén a escombros;
2 han arrojado el cadáver de tus siervos
como alimento a los pájaros del cielo,
el cuerpo de tus fieles a las fieras de la tierra;
3 han derramado su sangre como agua
por toda Jerusalén y nadie los sepulta.
4 Somos la burla de nuestros vecinos,
la mofa, la risa de los que están cerca.
5 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Estarás siempre airado?
¿Estallará como el fuego tu celo?
6 Descarga tu ira sobre los pueblos que te ignoran,
sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7 Porque ellos devoraron a Jacob,
convirtieron en ruinas su morada.
8 No esgrimas contra nosotros los pecados de antaño;
que nos llegue pronto tu misericordia
porque estamos exhaustos.
9 Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre;
líbranos, perdona nuestros pecados
haciendo honor a tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las naciones:
“Dónde está su Dios”?
Que ante nosotros conozcan las naciones
el castigo por la muerte de tus siervos.
11 Que el grito del cautivo llegue a ti,
salva con tu poder la vida a los condenados;
12 pero a los vecinos devuélveles con creces
la ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron.
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados,
te daremos gracias por siempre,
proclamaremos tu alabanza por generaciones.
Salmo 80 (79)
Oh Dios, restablécenos
80 Al maestro del coro. Según “Los lirios del testimonio”. Salmo de Asaf.
2 Escucha, pastor de Israel,
tú que conduces a José como a un rebaño,
tú que te sientas sobre querubines, muéstrate;
3 delante de Efraín, Benjamín y Manasés
manifiesta tu poder, ven a salvarnos.
4 ¡Oh Dios, renuévanos,
ilumina tu rostro y estaremos salvados!
5 Oh Señor, Dios del universo, ¿hasta cuándo
te enfurecerá la oración de tu pueblo?
6 Un pan de lágrimas le diste a comer,
un sinfín de lágrimas le diste a beber.
7 Nos has hecho la burla de los vecinos,
se ríen de nosotros nuestros enemigos.
8 ¡Dios del universo, renuévanos,
ilumina tu rostro y estaremos salvados!
9 Tú arrancaste una viña de Egipto,
expulsaste naciones y volviste a plantarla;
10 preparaste el suelo para ella,
echó raíces y llenó la tierra.
11 Su sombra cubrió los montes,
sus ramas los majestuosos cedros;
12 llegaron hasta el mar sus brotes
y hasta el Éufrates sus retoños.
13 ¿Por qué has derribado su valla?
Cuantos pasan la vendimian,
14 el jabalí la destroza con sus dientes,
las alimañas del campo pacen en ella.
15 Dios del universo, vuélvete,
observa desde el cielo, mira;
trata a esta viña con bondad,
16 pues la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú robusteciste,
17 fue quemado, arrancado de raíz.
¡Que mueran ante tu faz amenazante!
18 Protege al que está a tu diestra,
a la persona que tú fortaleciste.
19 No nos alejaremos más de ti,
danos la vida e invocaremos tu nombre.
20 ¡Oh Señor, Dios del universo, renuévanos,
ilumina tu rostro y estaremos salvados!
Salmo 81 (80)
Si Israel me hubiese escuchado
81 Al maestro del coro. Según la melodía de Gat. De Asaf.
2 ¡Canten a Dios, nuestro refugio,
aclamen al Dios de Jacob!
3 Entonen un canto, toquen el pandero,
la melodiosa cítara y el arpa;
4 toquen la trompeta en el novilunio,
en luna llena, el día de nuestra fiesta.
5 Porque esto es una ley para Israel,
es un mandato del Dios de Jacob,
6 una norma que impuso a José
cuando este salió de Egipto.
Oí un lenguaje que no conocía:
7 “Yo quité la carga de sus hombros,
sus manos se libraron de la espuerta.
8 En la angustia gritaste y te salvé,
te contesté oculto en la tormenta,
junto a las aguas de Meribá te probé”. [ Pausa]
9 Escucha, pueblo mío, voy a prevenirte:
¡Israel, ojalá quieras escucharme!
10 No tengas junto a ti a un dios extraño,
no rindas culto a un dios ajeno.
11 Yo soy Dios, tu Señor,
quien te sacó de la tierra de Egipto.
¡Abre tu boca y yo te saciaré!
12 Pero mi pueblo no me escuchó,
Israel no quiso nada conmigo.
13 Y yo los dejé a su antojo,
caminando según sus deseos.
14 Si mi pueblo me hubiera escuchado,
si siguiese Israel mis caminos,
15 vencería en un instante a sus rivales,
volvería mi mano contra sus enemigos.
16 Los que odian al Señor lo adularían,
sería este su destino para siempre;
17 a Israel le haría comer el mejor trigo,
lo saciaría con miel de las peñas.
Salmo 82 (81)
Dios imparte justicia
82 Salmo de Asaf.
Dios se alza en la asamblea divina,
entre los dioses imparte justicia.
2 “¿Hasta cuándo juzgarán injustamente
y serán favorables a los malos? [ Pausa]
3 Hagan justicia al huérfano y al pobre,
defiendan al humilde y al necesitado,
4 pongan a salvo al desvalido y al pobre,
¡líbrenlos de las garras del malvado!”.
5 Pero no entienden, no comprenden,
en medio de la oscuridad deambulan.
¡Que tiemblen los cimientos de la tierra!
6 Y yo dije: “Ustedes son dioses,
hijos del Altísimo son todos,
7 pero van a morir como humanos,
caerán como un príncipe cualquiera”
8 ¡Ponte, oh Dios, en acción y juzga a la tierra
porque todas las naciones son tuyas!
Salmo 83 (82)
Dios, no te quedes callado
83 Canto. Salmo de Asaf.
2 Oh Dios, no te quedes callado,
no enmudezcas ni estés impasible.
3 Mira, tus enemigos se amotinan,
se ensoberbecen quienes te odian.
4 Traman intrigas contra tu pueblo,
conspiran contra tus protegidos.
5 Dicen: “¡Destruyámoslos como nación!
¡Que no vuelva a recordarse el nombre de Israel!”.
6 Se confabulan, se ponen de acuerdo
y sellan un pacto contra ti:
7 las gentes de Edom e Ismael,
Moab y los agarenos,
8 Guebal, Amón y Amalec,
Filistea con los de Tiro;
9 también Asiria se ha unido a ellos
y prestan su apoyo a los hijos de Lot. [ Pausa]
10 Trátalos tú como a Madián,
como a Sísara y Jabín en el torrente Quisón:
11 en Endor ellos fueron arrasados,
sirvieron de abono a la tierra.
12 Trata a sus nobles como a Oreb y Zeb,
a sus príncipes como a Zebaj y Salmaná
13 quienes decían: “¡Hagamos nuestros
los dominios de Dios!”.
14 Dios mío, haz que sean como hojarasca,
como una brizna ante el viento.
15 Como fuego que abrasa el bosque,
como llama que devora las montañas,
16 así tu huracán los ponga en fuga
y los llene de terror tu torbellino.
17 Cubre sus rostros de vergüenza
y que ellos, Señor, busquen tu nombre.
18 Sean avergonzados y turbados para siempre,
que sean deshonrados y perezcan;
19 que sepan que tu nombre es el Señor
y sólo tú eres Altísimo en la tierra entera.
Salmo 84 (83)
Añoro los atrios del Señor
84 Al maestro del coro. Según la melodía de Gat. Salmo de los hijos de Coré.
2 ¡Qué gratas son tus moradas,
oh Señor del universo!
3 Añoro y siento nostalgia
de los atrios del Señor;
mi corazón y mi cuerpo
cantan con gozo al Dios vivo.
4 Hasta el pájaro encuentra casa
y un nido la golondrina
para poner a sus crías
cerca de tus altares,
¡oh Señor del universo,
rey mío y Dios mío!
5 Felices quienes moran en tu casa
y te alaban sin cesar; [ Pausa]
6 feliz quien en ti encuentra su fuerza,
y peregrina de buen grado hacia ti.
7 Pasan por el valle de los Álamos
y hacen de él un manantial;
lo cubre de bendiciones la lluvia.
8 Cada vez caminan con más brío,
se presentan ante Dios en Sión.
9 Señor, Dios del universo,
atiende mi oración,
¡escucha, Dios de Jacob! [ Pausa]
10 Dios, escudo nuestro, mira,
contempla el rostro de tu ungido.
11 Es mejor un día en tus atrios
que mil días fuera de ellos;
prefiero el umbral de la casa de mi Dios
a morar en las tiendas del malvado.
12 Porque Dios, el Señor, es sol y escudo,
el Señor otorga gracia y gloria;
él no niega bien alguno
a quien camina con rectitud.
13 Señor del universo, feliz aquel
que en ti pone su confianza.
Salmo 85 (84)
El Señor habla de paz
85 Al maestro del coro. Salmo de los hijos de Coré.
2 Señor, has sido misericordioso con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
3 has perdonado la falta de tu pueblo,
has ocultado todos sus pecados; [ Pausa]
4 has contenido toda tu furia,
has calmado el ardor de tu ira.
5 Dios, salvador nuestro, renuévanos,
¡aparta tu cólera de nosotros!
6 ¿Seguirás siempre enfadado?
¿Durará tu ira por generaciones?
7 ¿No volverás a darnos la vida
para que tu pueblo en ti se goce?
8 Señor, muéstranos tu amor,
danos tu salvación.
9 Voy a escuchar lo que Dios dice:
el Señor habla de paz
a su pueblo y a sus fieles,
¡que no vuelvan a ser necios!
10 Su salvación está cerca de quien lo venera,
la gloria va a morar en nuestra tierra.
11 El amor y la verdad se han encontrado,
la justicia y la paz se abrazan.
12 La verdad brota de la tierra,
la justicia surge del cielo.
13 El Señor traerá prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14 La justicia caminará ante él,
sus pasos trazarán el camino.
Salmo 86 (85)
Señor, atiende mi ruego
86 Oración de David.
Atiéndeme, Señor, escúchame,
que soy humilde, pobre soy.
2 Protégeme porque soy fiel;
tú, mi Dios, salva a tu siervo
que ha puesto en ti su confianza.
3 Apiádate de mí, Dios mío,
que a ti clamo sin cesar.
4 Inunda de gozo a tu siervo,
que hacia ti yo me dirijo.
5 Tú, mi Dios, eres bueno y clemente,
lleno de amor para quienes te invocan.
6 Señor, atiende mi ruego,
escucha mi voz suplicante.
7 Cuando estoy angustiado te llamo
porque tú me respondes.
8 No hay entre los dioses uno como tú,
Dios mío, no hay obras como las tuyas.
9 Todas las naciones que forjaste
vendrán, mi Dios, a postrarse ante ti
y darán gloria a tu nombre.
10 Pues tú eres grande y haces prodigios;
tú, sólo tú, eres Dios.
11 Señor, muéstrame tu camino
y en tu verdad caminaré;
guía mi corazón para que venere tu nombre.
12 Señor, Dios mío, de todo corazón te alabaré,
por siempre glorificaré tu nombre
13 porque ha sido grande tu amor conmigo,
del reino de los muertos me sacaste.
14 Oh Dios, los arrogantes me atacaban,
gente violenta buscaba mi muerte
sin tenerte a ti presente.
15 Pero tú, mi Dios, Dios clemente y compasivo,
paciente, lleno de amor y de verdad,
16 vuélvete hacia mí y apiádate;
da tu fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava.
17 Haz un signo de bondad conmigo;
que mis enemigos se avergüencen al verlo,
pues tú, Señor, me ayudas y me consuelas.
Salmo 87 (86)
Sión, maravillas se cuentan de ti
87 Salmo de los hijos de Coré. Canto.
Sión está asentada sobre montes santos;
2 el Señor ama sus puertas
más que todas las moradas de Jacob.
3 Maravillas se cuentan de ti, ciudad de Dios: [ Pausa]
4 Citaré a Babilonia y Egipto
entre quienes me conocen;
filisteos, tirios y etíopes,
todos nacieron allí.
5 De Sión pueden decir:
“Todos han nacido en ella,
el Altísimo la ha fundado”.
6 El Señor anota en el libro de los pueblos:
“Este nació allí”.
7 Y ellos danzan y cantan:
“Todas mis fuentes están en ti”.
Salmo 88 (87)
Estoy harto de males
88 Canto. Salmo de los hijos de Coré. Al maestro del coro. Para la enfermedad. Para responder. Poema de Hemán el Ezraíta.
2 Señor, Dios salvador mío,
día y noche ante ti grito.
3 Que mi súplica llegue a ti,
que escuche tu oído mi clamor;
4 porque estoy harto de males
y roza mi vida el reino de los muertos.
5 Me ven ya entre los difuntos,
parezco un ser acabado.
6 Entre los muertos me encuentro,
estoy como los que yacen en su tumba
sin que tú ya los recuerdes,
pues están alejados de ti.
7 En una fosa profunda me has dejado,
en las tinieblas, en las sombras;
8 sobre mí ha caído tu ira,
con tus olas me golpeas. [ Pausa]
9 Has alejado de mí a mis amigos,
me has hecho odioso para ellos;
estoy encerrado y no puedo salir;
10 mis ojos se consumen de pena.
Señor, a ti clamo sin cesar,
hacia ti elevo mis manos.
11 ¿Harás un milagro por los muertos?
¿Se alzarán para alabarte las sombras?
12 ¿Se proclama tu amor en la tumba,
tu fidelidad en el mundo de los muertos?
13 ¿Se conocen tus prodigios en la fosa,
tu justicia en la tierra del olvido?
14 Pero yo, Señor, te imploro,
de mañana mi ruego a ti llega.
15 Señor, ¿por qué me rechazas
y me ocultas tu rostro?
16 Débil, agonizante desde mi juventud,
aguanto tus horrores y estoy desconcertado.
17 Tu ira ha pasado sobre mí,
tus terrores me han destruido.
18 Como agua me rodean todo el día
y me cercan todos juntos.
19 Alejaste de mí al amigo, al compañero,
¡las tinieblas me hacen compañía!
Salmo 89 (88)
Con mi elegido he sellado un pacto
89 Poema de Etán el ezraíta.
2 El amor del Señor cantaré eternamente,
proclamaré tu fidelidad por generaciones.
3 Así dije: “Para siempre se alza el amor,
en el mismo cielo tu fidelidad sustentas”.
4 Con mi elegido he sellado un pacto,
esto he jurado a mi siervo David:
5 “Afianzaré tu linaje eternamente,
mantendré tu trono por generaciones”. [ Pausa]
6 Señor, alaba el cielo tus maravillas,
la asamblea de los santos tu fidelidad.
7 ¿Quién en el cielo al Señor se asemeja?
¿Quién de los dioses iguala al Señor?
8 Dios es venerado en la asamblea de los santos,
él infunde respeto a cuantos le rodean.
9 Señor, Dios del universo, ¿quién como tú?
Poderoso eres tú, la fidelidad te envuelve.
10 Tú dominas las mareas del mar,
tú calmas sus olas cuando se encrespan.
11 Tú aplastaste a Rahab como a un cadáver,
disipaste a tus rivales con tu brazo poderoso.
12 Tuyo es el cielo, tuya es la tierra,
tú fijaste el orbe y cuanto lo llena.
13 Tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España