Bible in 90 Days
7 Seré, pues, para ellos un león,
una pantera acechando en el camino.
8 Los atacaré como una osa
cuando es privada de sus crías;
desgarraré sus entrañas,
los devoraré allí como leona,
y las bestias salvajes los destrozarán.
9 Te destruiré, Israel,
y nadie podrá evitarlo.
10 ¿Dónde está ahora tu rey
para que te salve en tus ciudades?
¿Dónde, tus jueces a los que decías:
“Dame un rey y autoridades”?
11 Bien a mi pesar te di un rey
y en mi furor ahora te lo quito.
12 Anotada está la culpa de Efraín,
puesto a buen recaudo su pecado.
13 Le sobrevendrán dolores de parto,
pero es un hijo torpe que, para nacer,
no sabe colocarse a la puerta del útero.
14 ¿Tendré que librarlos
del reino de los muertos,
rescatarlos del sepulcro?
¿Dónde está, muerte,
tu poder destructor?
¿Dónde tus calamidades,
reino de los muertos?
Ya no volveré a tener compasión.
15 Aunque prospere entre los suyos,
vendrá el viento del este,
el viento que el Señor
hace soplar desde el desierto,
un viento que secará las fuentes,
agotará los manantiales
y arrebatará de su tesoro
todos los objetos preciosos.
14 Pagará su culpa Samaría,
pues contra su Dios se ha rebelado.
Morirán a filo de espada,
sus niños serán estrellados,
las embarazadas abiertas en canal.
Conversión y promesa de salvación
2 ¡Vuelve, Israel, al Señor tu Dios
pues caíste a causa de tu iniquidad!
3 Busquen las palabras oportunas
y vuelvan al Señor diciendo:
“Perdona toda nuestra culpa
y acepta esto que es bueno
y que nosotros te ofrecemos:
las palabras de nuestros labios.
4 Asiria no puede salvarnos;
tampoco escaparemos a caballo
ni llamaremos más ‘Dios nuestro’
a las obras de nuestras manos.
Sólo en ti halla el huérfano piedad”.
5 Yo curaré su apostasía,
los amaré generosamente,
pues mi cólera ya no los afecta.
6 Seré para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio
y sus raíces serán tan firmes
como los árboles del Líbano.
7 Sus retoños se extenderán,
tendrá el esplendor del olivo
y la fragancia del Líbano.
8 Regresarán aquellos
que habitaban a su sombra,
crecerán como el trigo,
florecerán como la vid
y como el vino del Líbano,
será famoso su recuerdo.
9 Entonces Efraín [se dirá]:
“¿Qué me importan los ídolos?”.
Y yo respondo y lo protejo,
pues soy como abeto siempre verde
y de mí procede tu fruto.
Epílogo
10 Que los sabios y prudentes
entiendan este mensaje:
los caminos del Señor son rectos
y por ellos caminan los justos;
los malvados, en cambio, tropiezan.
Título
1 Palabras que el Señor comunicó a Joel, hijo de Petuel.
El día del Señor (1—3)
Relato de plagas y sequía
2 ¡Oigan esto ustedes, los ancianos;
habitantes todos del país, escuchen!
¿Aconteció algo igual en sus días
o en los días de sus antepasados?
3 Cuéntenselo a sus hijos,
sus hijos a los suyos,
y sus hijos a una nueva generación.
4 Lo que dejó la “devastadora”
lo comió la “acaparadora”;
lo que dejó la “acaparadora”
lo comió la “lamedora”,
y lo que dejó la “lamedora”
lo comió la “devoradora”.
5 Despierten, los embriagados, y lloren.
Giman, los bebedores de vino,
por el mosto que se les ha quitado de la boca.
6 Porque un pueblo ha invadido mi tierra;
es poderoso e innumerable;
sus dientes son dientes de león,
y tiene muelas como de leona.
7 Ha asolado mi viñedo,
ha destrozado mis higueras,
las ha descortezado del todo
haciendo blanquear sus ramas;
luego las ha derribado.
8 Llora tú como una joven vestida de luto
por causa del marido de su juventud.
9 Ofrenda y libación han cesado
en el Templo del Señor;
hacen duelo los sacerdotes,
los servidores del Señor.
10 El campo está devastado,
enlutada la tierra;
el trigo se ha perdido,
se echa en falta el mosto,
se ha agotado el aceite.
11 Constérnense, labradores,
giman, viñadores,
pues se ha echado a perder
la cosecha del trigo y la cebada.
12 Está reseco el viñedo
y marchita la higuera,
así como el granado,
el manzano y la palmera:
se han secado por completo
todos los árboles del campo.
Incluso entre la gente
ha desaparecido la alegría.
Convocatoria al ayuno y la oración
13 Vístanse de luto y lloren, sacerdotes;
giman ustedes, servidores del altar;
vengan a dormir sobre esteras,
ustedes, los que sirven a mi Dios,
pues ofrenda y libación han cesado
en el Templo de su Dios.
14 Promulguen un ayuno,
convoquen una asamblea,
reúnan a los ancianos
y a todos los que habitan el país
en el Templo del Señor, su Dios,
y clamen al Señor.
Anuncio del día del Señor
15 ¡Ay, qué terrible aquel día!
Porque el día del Señor está cerca;
la destrucción del Destructor
está a punto de llegar.
16 Ante nuestros propios ojos
nos ha sido arrebatada la comida
junto con la alegría y el gozo
en el Templo de nuestro Dios.
17 Las semillas se han podrido
debajo de los terrones;
están los graneros en ruinas
y los silos derruidos,
porque el trigo se ha perdido.
18 ¡Cómo muge el ganado!
Deambula vacilante la vacada
porque no encuentra pastos;
también las ovejas desfallecen.
19 A ti clamo, Señor,
porque el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa,
y las llamas han abrasado
todos los árboles del campo.
20 Incluso las bestias salvajes
braman dirigiéndose a ti,
porque se han secado los arroyos
y el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa.
2 ¡Toquen la trompeta en Sión,
den la alarma en mi santo monte!
Tiemblen todos los que habitan el país,
porque viene el día del Señor;
está ya a las puertas:
2 día de oscuridad y de tinieblas,
de nubarrones y densa niebla.
Como el amanecer sobre los montes,
así avanza un pueblo fuerte y numeroso;
nunca antes hubo otro como él,
ni volverá a existir después
por muchas generaciones que pasen.
3 Su vanguardia es fuego consumidor,
llama abrasadora su retaguardia.
Antes de su paso, era el país un paraíso;
después, todo es estepa desolada:
nada se escapa ante él.
4 Similar a los caballos es su aspecto,
cabalgan como si fueran jinetes.
5 Retumban como carros de guerra,
saltan por las cimas de los montes;
son igual que el crepitar del fuego
cuando consume el rastrojo;
igual que un pueblo poderoso
dispuesto para el combate.
6 Ante él tiemblan los pueblos,
palidecen todos los semblantes.
7 Avanzan como valientes,
cual guerreros escalan la muralla;
cada uno marcha en su fila,
sin desviarse de su trayectoria;
8 ninguno estorba al compañero,
avanza cada cual por su camino;
aunque caigan flechas a su alrededor,
no rompen la formación.
9 Invaden la ciudad,
escalan la muralla;
asaltan las casas
irrumpiendo como ladrones
a través de las ventanas.
10 En su presencia tiembla la tierra,
los cielos se estremecen,
el sol y la luna se oscurecen
y dejan de brillar las estrellas.
11 El Señor alza la voz
al frente de su ejército;
son innumerables sus tropas
y fuerte el que ejecuta su palabra.
El día del Señor es grandioso y temible:
¿quién podrá resistirlo?
Llamada al arrepentimiento
12 Ahora, pues, —oráculo del Señor—
vuélvanse hacia mí de todo corazón,
con ayuno, lágrimas y lamento.
13 Rasguen su corazón
en lugar de sus vestidos;
vuélvanse al Señor, su Dios,
que es misericordioso y compasivo,
lento para airarse y lleno de amor,
siempre dispuesto a no hacer mal.
14 Quizá se decida a no hacer daño
y a sembrar bendiciones a su paso:
ofrendas y libaciones
para el Señor, su Dios.
15 ¡Toquen la trompeta en Sión!
Decreten un ayuno,
convoquen una asamblea;
16 congreguen al pueblo,
santifiquen la asamblea,
reúnan a los ancianos,
junten a los niños,
incluso a los que aún maman;
salga de la alcoba el esposo
y la esposa de su lecho nupcial.
17 Lloren los sacerdotes
entre el atrio y el altar;
digan los servidores del Señor:
“Perdona, Señor, a tu pueblo;
no expongas tu heredad al oprobio
ni a la burla de los paganos.
Que no se diga entre los pueblos:
¿dónde está su Dios?”.
Respuesta del Señor
18 Lleno de amor por su tierra,
el Señor se compadeció de su pueblo
19 y le respondió diciendo:
Voy a enviarles trigo, vino y aceite
hasta que estén saciados;
nunca más los expondré
al oprobio de los paganos.
20 Alejaré de ustedes
al enemigo del norte
haré que se disperse
por terrenos áridos y desolados:
su vanguardia hacia el mar Oriental,
hacia el Occidental su retaguardia;
despedirá hedor y pestilencia,
porque ha hecho cosas tremendas.
21 No teman, campos de cultivo,
regocíjense y alégrense:
el Señor hará cosas grandiosas.
22 No teman, bestias del campo;
reverdecerán los matorrales de la estepa,
los árboles producirán su fruto,
darán su riqueza la vid y la higuera.
23 También ustedes, habitantes de Sión,
regocíjense y alégrense
en el Señor, su Dios,
pues les ha dado la lluvia oportuna en otoño
y derramará sobre ustedes como antaño
las lluvias de otoño y primavera.
24 Las eras se llenarán de trigo,
los lagares rebosarán de vino y aceite.
25 Los compensaré por aquellos años
en que todo lo arrasaron
la “recolectora”, la “lamedora”,
la “devoradora” y la “devastadora”,
aquel inmenso ejército
que envié contra ustedes.
26 Comerán hasta quedar saciados
y alabarán el nombre
del Señor, su Dios,
que hizo portentos con ustedes.
Y nunca jamás mi pueblo
volverá a quedar cubierto de oprobio.
27 Tendrán que reconocer así
que estoy en medio de Israel
y que yo, y ningún otro,
soy el Señor, su Dios.
Y nunca jamás mi pueblo
volverá a quedar cubierto de oprobio.
Acontecimientos anunciadores del día del Señor
3 Después de estos sucesos,
derramaré mi espíritu sobre todo ser humano:
los hijos e hijas de ustedes profetizarán,
soñarán sueños sus ancianos,
y sus jóvenes verán visiones.
2 También sobre los siervos y las siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días.
3 Haré prodigios en el cielo y en la tierra:
habrá sangre, fuego y columnas de humo;
4 el sol se convertirá en tinieblas
y la luna se volverá roja como sangre
ante la llegada del día del Señor,
día grandioso y temible.
5 Pero todo el que invoque al Señor
alcanzará la salvación,
porque habrá un resto de liberados
en la montaña de Sión y en Jerusalén
según lo ha dicho el Señor:
serán los supervivientes
a quienes ha escogido el Señor.
Juicio a las naciones (4,1-21)
Anuncio del juicio contra las naciones
4 Precisamente en aquel tiempo,
cuando yo cambie la suerte
de Judá y de Jerusalén,
2 reuniré a todas las naciones
y las haré bajar al valle de Josafat.
Allí pleitearé contra ellas
en favor de Israel, mi pueblo y mi heredad,
pues lo dispersaron entre los paganos,
mientras se repartían mi tierra;
3 echaron mi pueblo a suertes,
cambiaron a muchachos por rameras,
vendieron a muchachas por vino
bebiendo sin control.
4 ¿Qué pretenden de mí ustedes,
Tiro, Sidón y comarcas todas de Filistea?
¿Quieren vengarse de mí?
Si contra mí planean venganza,
haré que recaiga repentinamente
la venganza sobre su cabeza,
5 pues me robaron la plata y el oro,
llevaron a sus templos
mis mejores tesoros,
6 vendieron a los griegos
los habitantes de Judá y de Jerusalén,
alejándolos así de su tierra.
7 Pero yo los sacaré de allí,
del país al que los vendieron,
y haré que ustedes tengan que pagar
con la misma moneda:
8 venderé sus hijos e hijas
a los habitantes de Judá,
y ellos los venderán a los sabeos,
a una nación lejana.
Así lo ha dispuesto el Señor.
Convocatoria a la batalla
9 Pregonen esto a las naciones,
declaren la guerra santa,
convoquen a los valientes,
que acudan todos los guerreros.
10 Forjen espadas de sus arados
y lanzas de sus podaderas.
Diga el débil: ¡Soy un valiente!
11 Pueblos todos de alrededor,
vengan juntos y congréguense allí.
¡Pon, Señor, en marcha a tus valientes!
12 Que se preparen y suban los pueblos,
que acudan al valle de Josafat,
pues allí me he de sentar
a juzgar a todos los pueblos vecinos.
13 Empuñen la hoz,
pues la mies está madura;
vengan, pisen la uva,
pues está lleno el lagar;
rebosan ya las cubas,
es inmensa su maldad.
14 Grandes multitudes están presentes
en el valle del Veredicto,
porque se acerca el día del Señor
en el valle del Veredicto.
15 El sol y la luna se oscurecerán,
las estrellas perderán su brillo.
16 Desde Sión el Señor rugirá,
desde Jerusalén alzará su voz,
el cielo y la tierra temblarán;
el Señor será el refugio de su pueblo,
la fortaleza de los hijos de Israel.
17 Reconocerán así que yo,
el Señor su Dios,
habito en Sión, mi santo monte.
Jerusalén será lugar santo,
y nunca más la atravesarán los extranjeros.
Restauración de Judá
18 Aquel día los montes destilarán mosto,
las colinas manarán leche,
correrá el agua por todos los arroyos de Judá,
y del Templo del Señor brotará una fuente
que regará el valle de Sitín.
19 Egipto será un lugar desolado
y Edom una estepa desértica,
porque violentaron a las gentes de Judá,
y derramaron sangre inocente en su tierra.
20 Pero Judá será habitada para siempre,
y Jerusalén por innumerables generaciones.
21 Vengaré su sangre,
no la dejaré impune.
Y el Señor habitará en Sión.
Título y prólogo
1 Palabras que Amós, uno de los pastores de Tecoa, recibió sobre Israel en visión profética en tiempos de Ozías, rey de Judá, y de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. 2 Decía:
Ruge el Señor desde Sión,
desde Jerusalén levanta su voz;
las praderas de los pastores se agostan,
está reseca la cumbre del Carmelo.
I.— LIBRO DE LOS ORÁCULOS (1,3—6,14)
Oráculos contra las naciones (1,3—2,16)
Contra Damasco
3 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Damasco
que no los dejaré sin castigo.
Por haber triturado a Galaad
empleando trillos de hierro,
4 mandaré fuego a la casa de Jazael
y devorará los palacios de Benadad;
5 haré saltar el cerrojo de Damasco,
aniquilaré al que habita en Bicat Avén
y al que empuña el cetro en Bet Edén.
El pueblo de Siria irá cautivo a Quir
—dice el Señor—.
Contra Gaza y los filisteos
6 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Gaza,
que no los dejaré sin castigo.
Por haber deportado
a poblaciones enteras
entregándoselas a Edom,
7 mandaré contra las murallas de Gaza
un fuego que devorará sus palacios;
8 aniquilaré al que habita en Asdod
y al que empuña el cetro en Ascalón.
Lanzaré mi mano contra Ecrón
y no quedará ni un filisteo,
—dice el Señor Dios—.
Contra Tiro y los fenicios
9 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Tiro
que no los dejaré sin castigo.
Por haber deportado
a poblaciones enteras
para entregárselas a Edom
sin acordarse del pacto fraterno,
10 mandaré contra las murallas de Tiro
un fuego que devorará sus palacios,
—dice el Señor—.
Contra Edom
11 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Edom
que no los dejaré sin castigo.
Por perseguir a su hermano
a punta de espada
y no haber tenido compasión,
manteniendo un odio
implacable y perpetuo,
12 mandaré contra Temán un fuego
que devorará los palacios de Bosrá.
Contra Amón
13 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Amón
que no los dejaré sin castigo.
Por haber abierto en canal
a las embarazadas de Galaad
para ensanchar su territorio,
14 mandaré contra las murallas de Rabá
un fuego que devore sus palacios
entre el griterío de un día de guerra
y el huracán de un día de tormenta.
15 Y su rey será deportado
junto con todos sus príncipes,
—dice el Señor—.
Contra Moab
2 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Moab
que no los dejaré sin castigo.
Por haber quemado y calcinado
los huesos del rey de Edom,
2 mandaré contra Moab un fuego
que devorará los palacios de Queriyot.
Y perecerá Moab entre estruendos,
gritos de guerra y toques de trompeta.
3 Extirparé de en medio al que gobierna
y aniquilaré a todos sus magistrados,
—dice el Señor—.
Contra Judá
4 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Judá
que no los dejaré sin castigo.
Por haber rechazado la ley del Señor
y no haber cumplido sus mandamientos,
por haberse dejado extraviar por ídolos
a quienes ya sus antepasados adoraron,
5 enviaré contra Judá un fuego
que devorará los palacios de Jerusalén.
Contra Israel
6 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Israel
que no los dejaré sin castigo.
Venden al inocente por dinero,
al pobre por un par de sandalias;
7 aplastan contra el polvo al desvalido
y no imparten justicia al indefenso;
padre e hijo acuden a la misma joven,
profanando así mi santo nombre.
8 Se tienden junto a cualquier altar
sobre ropas tomadas en prenda,
y beben en el templo de su dios
vino comprado con multas injustas.
9 Yo exterminé ante ellos al amorreo,
alto como los cedros y fuerte como las encinas;
extirpé sus raíces y malogré sus frutos.
10 A ustedes, en cambio, los saqué de Egipto
y los conduje cuarenta años por el desierto
hasta conquistar el país de los amorreos.
11 Suscité profetas entre sus hijos
y nazareos entre sus jóvenes.
¿No es así, israelitas? —oráculo del Señor—.
12 Pero ustedes obligaron a beber vino a los nazareos
y no dejaron profetizar a los profetas.
13 Pues bien, yo haré que el suelo se les hunda
como se hunde bajo un carro cargado de mies.
14 Ni el más ligero podrá huir,
ni al más fuerte le valdrán sus fuerzas,
ni el más valiente salvará su vida;
15 el arquero no conseguirá resistir,
el ágil de piernas no escapará;
el que monta a caballo no se salvará;
16 y hasta el valiente más intrépido
tendrá que huir desnudo aquel día,
—oráculo del Señor—.
Oráculos contra Israel (3—6)
Elección y castigo
3 Escuchen, israelitas, esta palabra que el Señor pronuncia contra ustedes, contra toda la familia que hice salir de Egipto:
2 Solamente a ustedes elegí
entre todas las familias de la tierra;
por eso les pediré cuentas
de todas sus iniquidades.
Misión del profeta
3 ¿Caminarán dos juntos
si no se han puesto de acuerdo?
4 ¿Rugirá un león en la selva
a no ser que encuentre presa?
¿Gruñirá el cachorro en su guarida
a no ser que haya cazado algo?
5 ¿Caerá un pájaro a tierra
si no se le tiende una trampa?
¿Saltará la red desde el suelo
a no ser que haya atrapado una pieza?
6 ¿Sonará la trompeta en la ciudad
sin que la población se alarme?
¿Sucederá una desgracia en la ciudad
si no es el Señor quien la envía?
7 Ciertamente nada hace el Señor Dios,
sin revelárselo a sus siervos, los profetas.
8 Si ruge el león, ¿quién no temblará?
Si el Señor Dios lo manda,
¿quién no hablará en su nombre?
Contra Samaría
9 Proclámenlo en los palacios de Asur,
pregónenlo en los de Egipto, y digan:
“Reúnanse en los montes de Samaría,
miren cómo rebosa de desórdenes,
cómo abunda la violencia dentro de ella”.
10 No saben obrar con rectitud,
—oráculo del Señor—;
sus palacios están repletos
del fruto de su violencia y su rapiña.
11 Por eso, así dice el Señor Dios:
El enemigo pondrá cerco al país,
te despojará de tu fuerza
y serán saqueados tus palacios.
12 Esto es lo que dice el Señor:
Como rescata el pastor de la boca del león
dos patas o la punta de una oreja,
eso es lo que se rescatará
de los israelitas que moran en Samaría
y se recuestan en divanes
y en lechos confortables.
13 Escuchen, pues, y testifiquen contra Jacob,
—oráculo del Señor, Dios del universo—.
14 Porque el día en que pida cuentas
a Israel de todos sus delitos
destruiré también los altares de Betel,
serán arrancados los salientes del altar
y caerán por tierra.
15 Derribaré la mansión de invierno
y también la de verano;
desaparecerán los palacios de marfil
y se desplomarán muchas mansiones,
—oráculo del Señor—.
Contra las mujeres de Samaría
4 Escuchen esto, vacas de Basán
que [moran] en la montaña de Samaría,
ustedes que oprimen a los pobres,
maltratan a los necesitados
y dicen a sus maridos:
“Tráigannos algo de beber”.
2 El Señor Dios lo jura por su santidad:
Vendrán sobre ustedes días
en que las sacarán con garfios
y a sus hijos con arpones de pesca;
3 una tras otra saldrán por las brechas
y serán arrojadas al Harmón,
—oráculo del Señor—.
Contra el culto formalista
4 Encamínense a Betel y pequen,
a Guilgal y multipliquen sus pecados;
traigan cada mañana sus sacrificios
y cada tres días sus diezmos.
5 Quemen panes sin levadura en acción de gracias
y anuncien a bombo y platillo
sus ofrendas voluntarias,
porque eso es, israelitas, lo que les gusta,
—oráculo del Señor Dios—.
Obstinación y castigo
6 Yo los he hecho pasar hambre
en todas sus ciudades,
he condenado a la carestía
a todas sus poblaciones;
pero siguen sin convertirse a mí,
—oráculo del Señor—.
7 Soy yo quien les negué la lluvia
faltando tres meses para la siega,
yo el que hice caer la lluvia
en una ciudad sí y en otra no;
y mientras la lluvia empapaba un campo,
otro, al carecer de agua, se secaba.
8 Iban de ciudad en ciudad buscando agua
sin que lograran apagar la sed;
pero siguen sin convertirse a mí,
—oráculo del Señor—.
9 Los golpeé con tizón y con añublo,
agosté sus huertos y viñedos;
devoró la langosta higueras y olivares;
pero siguen sin convertirse a mí,
—oráculo del Señor—.
10 Desencadené sobre ustedes una peste
como la que desencadené sobre Egipto;
pasé a filo de espada a sus jóvenes;
me llevé como botín sus caballos
y el hedor de los cadáveres
inundó sus campamentos;
pero siguen sin convertirse a mí,
—oráculo del Señor—.
11 Los destruí como a Sodoma y Gomorra,
y quedaron como tizón arrancado del fuego;
pero siguen sin convertirse a mí,
—oráculo del Señor—.
12 Pues bien, mira cómo te voy a tratar,
Israel; y porque voy a tratarte así,
disponte a encontrarte con tu Dios.
13 Porque él es quien formó los montes
y dio existencia a los vientos;
él es quien revela al ser humano sus proyectos,
quien cambia las tinieblas en aurora
y camina sobre las cumbres de la tierra.
Su nombre es el Señor, Dios del universo.
Lamentación por Israel
5 Escuchen, israelitas, esta palabra,
esta lamentación que entono por ustedes:
2 Ha caído Israel, la doncella,
y ya no se levantará más;
yace por tierra y nadie la levanta.
3 Porque así habla a Israel, el Señor Dios:
De la ciudad que reclute mil soldados,
no quedarán más que cien;
y de la que se recluten cien en Israel,
no quedarán más que diez.
4 Pues esto dice el Señor a Israel:
Búsquenme si quieren vivir.
5 No busquen nada en Betel,
no se dirijan a Guilgal,
no se encaminen a Berseba;
Guilgal será deportada sin remedio
y Betel quedará reducida a la nada.
6 Busquen al Señor y tendrán vida;
no sea que prenda fuego a la casa de José
sin que haya en Betel quien lo apague.
7 ¡Ay de los que cambian
el derecho en amargura
y arrastran por tierra la justicia!
8 Él es quien ha creado el Orión y las Pléyades,
el que cambia en amanecer la oscuridad
y hace que el día dé paso a la noche;
él es quien convoca las aguas del mar
y las derrama sobre la superficie de la tierra:
su nombre es el Señor.
9 Él es quien acarrea la ruina a los fuertes
y hace que la fortaleza se desplome.
10 Mas ellos odian a quien pide un juicio justo
y detestan al que testifica con verdad.
11 Y porque pisotean al indigente
exigiéndole el impuesto del grano,
no habitarán esas casas construidas
sirviéndose de piedras talladas,
ni tampoco beberán el vino
de los selectos viñedos que plantaron.
12 Conozco sus muchas rebeldías
y sus innumerables pecados:
aplastan al inocente, aceptan sobornos,
atropellan al desvalido en el tribunal.
13 Por eso, guarde silencio el prudente,
porque estamos en tiempo de desgracia.
14 Busquen el bien y no el mal;
así vivirán y el Señor, Dios del universo,
estará con ustedes, según dicen.
15 Detesten el mal y amen el bien;
implanten el derecho en el tribunal
y quizá el Señor, Dios del universo,
tenga compasión del resto de José.
16 Así habla el Señor, Dios del universo:
En todas las plazas habrá lamentos,
en todas las calles, gritos de dolor;
será convocado a duelo el campesino,
y las plañideras para que se lamenten.
17 En todas las viñas habrá llanto
cuando yo pase entre ustedes,
—dice el Señor—.
El día del Señor
18 ¡Ay de los que añoran el día del Señor!
¿De qué les servirá el día del Señor
si será para ustedes tinieblas y no luz?
19 Les pasará como a quien huye de un león
y se topa de pronto con un oso;
o como al que entra en su casa,
apoya la mano en la pared
y lo muerde una serpiente.
20 Será tinieblas y no luz el día del Señor,
densa oscuridad sin claridad alguna.
Contra el culto vacío
21 Detesto y aborrezco las fiestas de ustedes,
me disgustan sus asambleas.
22 Me presentan sus holocaustos,
sus ofrendas que no acepto;
me sacrifican novillos cebados,
pero yo los aparto de mi vista.
23 Alejen de mí el ruido de los cánticos;
me molesta la melodía de sus arpas.
24 Que fluya el derecho como agua
y la justicia como un río inagotable.
25 ¿Me presentaron acaso, israelitas,
ofrendas y sacrificios en el desierto,
los cuarenta años que estuvieron en él?
26 Cargarán con Sacut y Keván,
las imágenes de esos dioses astrales
que ustedes se han fabricado,
27 cuando yo los deporte
más allá de Damasco,
—dice el Señor, cuyo nombre
es Dios del universo—.
Contra el lujo y la euforia
6 ¡Ay de quienes se sienten seguros en Sión
y viven tranquilos en la montaña de Samaría!
¡Los que presumen de jefes
de la nación más importante
y a los que acude el pueblo de Israel!
2 Pasen por Calné y observen;
vayan desde allí a Jamat, la grande,
y luego bajen a Gat de los filisteos.
¿Son ustedes mejores que esos reinos?
¿Es su territorio más extenso?
3 Pretenden alejar la desgracia,
pero hacen que reine la violencia.
4 Se acuestan en camas de marfil,
se recuestan en cómodos divanes,
comen los corderos del rebaño
y los terneros que sacan del establo.
5 Canturrean al son del arpa
y, siguiendo el ejemplo de David,
inventan instrumentos musicales.
6 Beben vino en grandes copas
y se ungen con olorosos aceites,
sin que les duela el desastre de José.
7 Por eso ahora irán al destierro
encabezando la fila de cautivos;
así acabará la orgía de tanto disoluto.
Ruina de la ciudad
8 El Señor Dios lo jura por sí mismo,
—oráculo del Señor, Dios del universo—:
Yo detesto la soberbia de Jacob
y aborrezco todos sus palacios;
por eso entregaré la ciudad al enemigo
con todo cuanto hay en ella.
9 Si en una casa quedan diez hombres,
morirán sin remedio los diez.
10 Y cuando el pariente saque de la casa
los cadáveres para quemarlos
y diga al que está en el fondo de la casa:
“¿Queda todavía alguien contigo?”,
el otro responderá: “no queda ninguno”.
Y añadirá: “Guarden silencio”,
pues no hay que mencionar el nombre del Señor.
11 Es el Señor quien da la orden
para que se resquebraje la casa grande
y se desplome la pequeña.
12 ¿Galopan los caballos sobre las rocas?
¿se ara con bueyes el mar?
¡Pues ustedes han convertido
el derecho en veneno
y la justicia en fruto amargo!
13 Se alegran por Lodebar y dicen:
¿No conquistamos Carnáin con nuestras fuerzas?
14 Pues bien, israelitas, suscitaré contra ustedes
—oráculo del Señor, Dios del universo—
una nación que los oprimirá
desde el paso de Jamat
hasta el torrente del Arabá.
II.— LIBRO DE LAS VISIONES (7—9)
Primera visión: las langostas
7 Esto me mostró el Señor Dios:
comenzaba a crecer la hierba,
la que brota a continuación
de la que se corta para el rey,
cuando [Dios] preparó una plaga de langostas.
2 Al verlas dispuestas a devorar
toda la hierba del país, dije:
“Perdona, te lo ruego, Señor mi Dios,
pues, ¿cómo podrá resistir Jacob,
siendo como es tan pequeño?”.
3 Se arrepintió de ello el Señor y dijo:
“Eso no sucederá” —aseguró el Señor—.
Segunda visión: el fuego
4 El Señor Dios me mostró otra visión:
convocaba el Señor Dios a un juicio por fuego;
[el fuego] había devorado al gran abismo
y amenazaba con devorar al territorio.
5 Entonces dije: “Señor Dios,
detente, te lo pido por favor;
pues, ¿cómo podrá resistir Jacob,
siendo como es tan pequeño?”.
6 Se arrepintió de ello el Señor y dijo:
“Tampoco eso sucederá”
—aseguró el Señor Dios—.
Tercera visión: la plomada
7 [El Señor] me mostró otra visión:
estaba mi Dios sobre una muralla,
sosteniendo con la mano una plomada.
8 El Señor preguntó: “¿Qué ves Amós?”.
Yo respondí: “Veo una plomada”.
Entonces mi Dios replicó:
“Pues yo aplicaré una plomada a Israel
y no le toleraré [un pecado] más.
9 Serán devastados los altozanos de Isaac,
arrasados los santuarios de Israel;
entonces pelearé espada en mano
contra la dinastía de Jeroboán”.
Amós y Amasías
10 Amasías, sacerdote de Betel, envió a decir a Jeroboán, rey de Israel: “Amós anda conspirando contra ti en medio de Israel y el país no puede tolerar más sus palabras, pues anda diciendo que 11 Jeroboán morirá a espada y todo Israel será deportado lejos de su tierra”.
12 Así que Amasías dijo a Amós:
— Vete, vidente, y ponte a salvo en el país de Judá donde puedes ganarte el pan profetizando allí. 13 Pero no vuelvas a profetizar en Betel porque aquí está el santuario del rey, el templo real.
14 Amós respondió a Amasías:
— Yo no soy un profeta de profesión. Yo estaba al cuidado del ganado y cultivaba higueras. 15 Pero el Señor me hizo dejar el rebaño y me dijo: Vete a hablar de mi parte a mi pueblo Israel. 16 Ahora pues, escucha la palabra del Señor: Tú dices: “¡No hables de parte de Dios contra Israel, no pronuncies oráculos contra la estirpe de Isaac!”. 17 Pues así habla el Señor: Tu mujer ejercerá de prostituta en plena ciudad; tus hijos e hijas sucumbirán a filo de espada; echarán a suertes tus tierras y tú morirás en un territorio impuro. Israel será deportado sin remedio lejos de su tierra.
Cuarta visión: la fruta madura
8 El Señor Dios me mostró una canasta de frutas maduras 2 y me dijo:
— ¿Qué ves, Amós?
Yo respondí:
“Una canasta con fruta madura”.
El Señor me dijo:
“Mi pueblo Israel está maduro”,
no le toleraré [un pecado] más.
3 Ese día —oráculo del Señor Dios—
los cantos de palacio se volverán lamentos,
y serán innumerables los cadáveres
que serán desparramados en silencio.
Contra los explotadores
4 Escuchen esto, los que aplastan al pobre y quieren eliminar a la gente humilde del país 5 diciendo: “¿Cuándo pasará la fiesta del novilunio para que podamos vender el cereal, y el sábado para dar salida al trigo? Usaremos medidas trucadas, aumentaremos el peso del siclo y falsearemos las balanzas. 6 Compraremos al indigente por dinero y al pobre a cambio de un par de sandalias; incluso haremos negocio con el salvado del trigo”. 7 Pues bien, el Señor ha jurado por el honor de Jacob que nunca se olvidará de esas acciones.
8 ¿No se va a estremecer la tierra
a la vista de todo esto?
¿No harán sus habitantes duelo?
Toda ella crecerá como el Nilo,
crecerá y decrecerá como el río de Egipto.
Un terrible castigo
9 Aquel día —oráculo del Señor Dios—
haré que el sol se ponga a mediodía
y que, a pleno sol, se oscurezca la tierra.
10 Convertiré en duelo las fiestas de ustedes,
en lamentaciones sus cánticos.
Haré que todos se vistan de sayal
y tengan que raparse la cabeza.
Será como llanto por el hijo único
con un final preñado de amargura.
11 Vendrán días —oráculo del Señor Dios—
en que enviaré el hambre a este país;
no será hambre de pan ni sed de agua,
sino de oír la palabra del Señor.
12 Andarán errantes de mar a mar,
desde el septentrión hasta el oriente;
buscarán la palabra del Señor,
pero no lograrán encontrarla.
13 Aquel día desfallecerán de sed
las hermosas muchachas y los jóvenes;
14 y también los que juran
por el ídolo de Samaría, diciendo:
“Lo juro, Dan, por quien adoras como dios;
y lo juro también, Berseba, por tu dios”.
Caerán a tierra y no se levantarán.
Quinta visión: nadie escapará
9 De pie, junto al altar,
vi a mi Señor que decía:
Golpea los capiteles
hasta que se desplomen los dinteles;
destroza a los que van en cabeza,
que al resto les daré muerte a espada.
Ni uno entre ellos podrá escapar,
nadie logrará ponerse a salvo.
2 Si se esconden en el reino de los muertos
de allí los sacará mi mano;
si suben a lo más alto del cielo,
haré que desciendan de allí;
3 si se esconden en la cima del Carmelo,
los buscaré hasta sacarlos de allí;
si se esconden de mí en el fondo del mar,
mandaré a la Serpiente que los muerda;
4 si sus enemigos los llevan cautivos,
haré que la espada los degüelle.
¡Para mal y no para bien
los tendré siempre ante mi vista!
El Señor es Dios del universo
5 Soy Dios, el Señor del universo;
toco la tierra y la hago estremecer,
mientras todos sus habitantes hacen duelo.
Crece toda ella como el Nilo
y decrece como el río de Egipto.
6 Soy el que pone en el cielo su trono
y asienta sobre la tierra su bóveda;
el que convoca a las aguas del mar
y las derrama sobre la faz de la tierra.
Mi nombre es el Señor.
No habrá privilegios para Israel
7 Ustedes, israelitas, son para mí
como si fueran oriundos de Cus
—oráculo del Señor—
si yo saqué a Israel de Egipto,
también saqué a los filisteos de Creta
y a los arameos de la tierra de Quir.
Castigo de los culpables
8 Tengo clavados mis ojos
—[dice] el Señor Dios—
sobre este reino pecador:
lo borraré de la faz de la tierra,
aunque no destruiré totalmente
la descendencia de Jacob,
—oráculo del Señor—.
9 Voy a ordenar que la casa de Israel
sea zarandeada entre las naciones
como se zarandea [el grano] en la criba,
sin que ni un guijarro caiga al suelo.
10 A filo de espada morirán
todos los pecadores de mi pueblo,
los que dicen: “No se acercará,
no nos alcanzará la desgracia”.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España