Bible in 90 Days
Jesús sana a un muchacho endemoniado(A)
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que discutían con ellos. 15 En seguida toda la gente, viéndolo, se asombró; y corriendo a él, lo saludaron. 16 Él les preguntó:
—¿Qué discutís con ellos?
17 Respondiendo uno de la multitud, dijo:
—Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que lo toma, lo sacude; echa espumarajos, cruje los dientes y se va secando. Dije a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.
19 Respondiendo él, les dijo:
—¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Se lo trajeron, y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, que cayó al suelo revolcándose y echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre:
—¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Él dijo:
—Desde niño. 22 Y muchas veces lo arroja al fuego o al agua, para matarlo; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23 Jesús le dijo:
—Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo:
—Creo; ayuda mi incredulidad.
25 Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu impuro, diciéndole:
—Espíritu mudo y sordo, yo te mando que salgas de él y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndolo con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: «Está muerto.»
27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo enderezó; y se levantó. 28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte:
—¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
29 Y les dijo:
—Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Jesús anuncia otra vez su muerte(B)
30 Saliendo de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiera, 31 pues enseñaba a sus discípulos, y les decía:
—El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y lo matarán; pero, después de muerto, resucitará al tercer día.
32 Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
¿Quién es el mayor?(C)
33 Llegó a Capernaúm y, cuando estuvo en casa, les preguntó:
—¿Qué discutíais entre vosotros por el camino?
34 Pero ellos callaron, porque por el camino habían discutido entre sí sobre quién había de ser el mayor. 35 Entonces él se sentó, llamó a los doce y les dijo:
—Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos. 36 Y tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, tomándolo en sus brazos, les dijo:
37 —El que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
El que no está contra nosotros, por nosotros está(D)
38 Juan le respondió diciendo:
—Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue, y se lo prohibimos porque no nos seguía.
39 Pero Jesús dijo:
—No se lo prohibáis, porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda hablar mal de mí, 40 pues el que no está contra nosotros, por nosotros está. 41 Y cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Ocasiones de caer(E)
42 A cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que se le atara una piedra de molino al cuello y se le arrojara al mar. 43 Si tu mano te es ocasión de caer, córtala, porque mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, 44 donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga. 45 Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo, porque mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser arrojado al infierno, al fuego que no puede ser apagado, 46 donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga. 47 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo, porque mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser arrojado al infierno, 48 donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga. 49 Todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 50 Buena es la sal; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos, y vivid en paz los unos con los otros.
Jesús enseña sobre el divorcio(F)
10 Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía. 2 Se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarlo, si era lícito al marido repudiar a su mujer. 3 Él, respondiendo, les dijo:
—¿Qué os mandó Moisés?
4 Ellos dijeron:
—Moisés permitió dar carta de divorcio y repudiarla.
5 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; 6 pero al principio de la creación, hombre y mujer los hizo Dios. 7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, 8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. 9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle sobre lo mismo, 11 y les dijo:
—Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; 12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Jesús bendice a los niños(G)
13 Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo:
—Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía.
El joven rico(H)
17 Al salir él para seguir su camino, llegó uno corriendo y, arrodillándose delante de él, le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18 Jesús le dijo:
—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.” 20 Él entonces, respondiendo, le dijo:
—Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo:
—Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
—¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles:
—Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí:
—¿Quién, pues, podrá ser salvo?
27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo:
—Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
28 Entonces Pedro comenzó a decirle:
—Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
29 Respondió Jesús y dijo:
—De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.
Nuevamente Jesús anuncia su muerte(I)
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén. Jesús iba delante, y ellos, asombrados, lo seguían con miedo. Entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
33 —Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. 34 Se burlarán de él, lo azotarán, lo escupirán y lo matarán; pero al tercer día resucitará.
Petición de Santiago y de Juan(J)
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron:
—Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.
36 Él les preguntó:
—¿Qué queréis que os haga?
37 Ellos le contestaron:
—Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo:
—No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
39 Ellos respondieron:
—Podemos.
Jesús les dijo:
—A la verdad, del vaso que yo bebo beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados; 40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.
41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42 Pero Jesús, llamándolos, les dijo:
—Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos, 45 porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
El ciego Bartimeo recibe la vista(K)
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. 47 Al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más:
—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole:
—Ten confianza; levántate, te llama.
50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Jesús le preguntó:
—¿Qué quieres que te haga?
El ciego le dijo:
—Maestro, que recobre la vista.
52 Jesús le dijo:
—Vete, tu fe te ha salvado.
Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.
La entrada triunfal en Jerusalén(L)
11 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 y les dijo:
—Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado. Desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os pregunta: “¿Por qué hacéis eso?”, decid que el Señor lo necesita y que luego lo devolverá.
4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron:
—¿Qué hacéis desatando el pollino?
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había dicho, y los dejaron ir. 7 Trajeron el pollino a Jesús, echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. 8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. 9 Los que iban delante y los que venían detrás gritaban, diciendo:
—¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosana en las alturas!
11 Entró Jesús en Jerusalén y fue al Templo. Después de observarlo todo, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
Jesús maldice la higuera estéril(M)
12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13 Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. 14 Entonces Jesús dijo a la higuera:
—¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti!
Y lo oyeron sus discípulos.
Purificación del Templo(N)
15 Vinieron, pues, a Jerusalén, y entrando Jesús en el Templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que nadie atravesara el Templo llevando utensilio alguno. 17 Y les enseñaba, diciendo:
—¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
18 Lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarlo, porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
La higuera maldecida se seca(O)
20 Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo:
—Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Tened fe en Dios. 23 De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas, 26 porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
La autoridad de Jesús(P)
27 Volvieron entonces a Jerusalén y, andando él por el Templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le preguntaron:
—¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio autoridad para hacer estas cosas?
29 Jesús, respondiendo, les dijo:
—Os haré yo también una pregunta. Respondedme y os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.
31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo:
—Si decimos “del cielo”, dirá: “¿Por qué, pues, no lo creísteis?” 32 ¿Y si decimos “de los hombres”?...
Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús:
—No sabemos.
Entonces, respondiendo Jesús, les dijo:
—Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Los labradores malvados(Q)
12 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos. 2 A su tiempo envió un siervo a los labradores para recibir de estos del fruto de la viña. 3 Pero ellos, tomándolo, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 4 Volvió a enviarles otro siervo; pero, apedreándolo, lo hirieron en la cabeza, y también lo insultaron. 5 Volvió a enviar otro, y a éste lo mataron. Después envió otros muchos: a unos los golpearon y a otros los mataron.
6 »Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo.” 7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Éste es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra.” 8 Y tomándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
9 »¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Irá, destruirá a los labradores y dará su viña a otros.
10 »¿Ni aun esta escritura habéis leído:
“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
11 El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos”?»
12 Procuraban prenderlo, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud y, dejándolo, se fueron.
La cuestión del tributo(R)
13 Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra. 14 Viniendo ellos, le dijeron:
—Maestro, sabemos que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
15 Pero él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo:
—¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.
16 Ellos se lo trajeron; y él entonces preguntó:
—¿De quién es esta imagen y la inscripción?
Ellos le dijeron:
—De César.
17 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Y se maravillaron de él.
La pregunta sobre la resurrección(S)
18 Entonces vinieron a él los saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
19 —Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja esposa, pero no deja hijos, su hermano debe casarse con ella y levantar descendencia a su hermano. 20 Hubo siete hermanos: el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. 21 Entonces el segundo se casó con ella, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, 22 y con los siete: ninguno dejó descendencia. Finalmente, murió también la mujer. 23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
24 Entonces, respondiendo Jesús, les dijo:
—Erráis también en esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios, 25 porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. 26 Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? 27 ¡Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos! Así que vosotros mucho erráis.
El gran mandamiento(T)
28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó:
—¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Jesús le respondió:
—El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento. 31 El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.
32 Entonces el escriba le dijo:
—Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de él; 33 y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo:
—No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevía a preguntarle.
¿De quién es hijo el Cristo?(U)
35 Enseñando Jesús en el Templo, decía:
«¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?, 36 pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo:
»“Dijo el Señor a mi Señor:
‘Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.’”
37 »David mismo lo llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo?»
Y gran multitud del pueblo lo oía de buena gana.
Jesús acusa a los escribas(V)
38 Les decía en su enseñanza:
«Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, 39 las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas, 40 que devoran las casas de las viudas y, para disimularlo, hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.»
La ofrenda de la viuda(W)
41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42 Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, o sea, un cuadrante. 43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo:
—De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca, 44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Jesús predice la destrucción del templo(X)
13 Al salir Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos:
—Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!
2 Jesús, respondiendo, le dijo:
—¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Señales antes del fin(Y)
3 Y se sentó en el Monte de los Olivos, frente al Templo. Entonces Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4 —Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
5 Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir:
—Mirad que nadie os engañe, 6 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”; y engañarán a muchos. 7 Pero cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que así suceda; pero aún no es el fin, 8 pues se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.
9 »Pero cuidad de vosotros mismos, porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. 10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. 11 Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. 13 Y seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
14 »Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. 15 El que esté en la azotea, no descienda a la casa ni entre para tomar algo de su casa; 16 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. 17 ¡Ay de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días! 18 Orad, pues, para que vuestra huida no sea en invierno, 19 porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios hizo, hasta este tiempo, ni la habrá. 20 Y si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos que él eligió, acortó aquellos días.
21 »Entonces, si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo”, o “Mirad, allí está”, no le creáis, 22 porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos. 23 Pero vosotros ¡tened cuidado! Os lo he dicho todo de antemano.
La venida del Hijo del hombre(Z)
24 »Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor. 25 Las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. 26 Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. 27 Entonces enviará a sus ángeles y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 »De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 30 De cierto os digo que no pasará esta generación sin que todo esto acontezca. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 »Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33 Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. 34 Es como el hombre que, yéndose lejos, dejó su casa, dio autoridad a sus siervos, a cada uno le dio un trabajo y al portero mandó que velara. 35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; 36 para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. 37 Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!
El complot para prender a Jesús(AA)
14 Dos días después era la Pascua y la fiesta de los Panes sin levadura. Los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderlo con engaño y matarlo. 2 Y decían:
«No durante la Fiesta, para que no se alborote el pueblo.»
Jesús es ungido en Betania(AB)
3 Pero estando él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho valor; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. 4 Entonces algunos se enojaron dentro de sí, y dijeron:
—¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?, 5 pues podía haberse vendido por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres.
Y murmuraban contra ella.
6 Pero Jesús dijo:
—Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. 7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. 8 Ésta ha hecho lo que podía, porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús(AC)
10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. 11 Ellos, al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para entregarlo.
Institución de la Cena del Señor(AD)
12 El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la Pascua, sus discípulos le preguntaron:
—¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la Pascua? 13 Y envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
—Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14 y donde entre decid al señor de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?’” 15 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos para nosotros.
16 Fueron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
17 Cuando llegó la noche vino él con los doce. 18 Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús:
—De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.
19 Entonces ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro:
—¿Seré yo?
Y el otro:
—¿Seré yo?
20 Él, respondiendo, les dijo:
—Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. 21 A la verdad el Hijo del hombre va, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.
22 Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y les dio, diciendo:
—Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Después tomó la copa y, habiendo dado gracias, les dio y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo:
—Esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada. 25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
Jesús anuncia la negación de Pedro(AE)
26 Después de haber cantado el himno, salieron al Monte de los Olivos. 27 Entonces Jesús les dijo:
—Todos os escandalizaréis de mí esta noche, pues escrito está: “Heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas.” 28 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
29 Entonces Pedro le dijo:
—Aunque todos se escandalicen, yo no.
30 Y le dijo Jesús:
—De cierto te digo que tú hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
31 Pero él con mayor insistencia decía:
—Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
También todos decían lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní(AF)
32 Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
—Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 33 Se llevó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 34 Y les dijo:
—Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.
35 Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que, si fuera posible, pasara de él aquella hora. 36 Y decía: «¡Abba, Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
37 Vino luego y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:
—Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38 Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40 Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. 41 Vino la tercera vez, y les dijo:
—¡Dormid ya y descansad! ¡Basta, la hora ha llegado! He aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.
42 »¡Levantaos! ¡Vamos! Ya se acerca el que me entrega.
Arresto de Jesús(AG)
43 Aún estaba él hablando cuando vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44 El que lo entregaba les había dado señal, diciendo: «Al que yo bese, ése es. Prendedlo y llevadlo con seguridad.» 45 Cuando vino, se acercó luego a él y le dijo:
—¡Maestro! ¡Maestro!
Y lo besó. 46 Entonces ellos le echaron mano y lo prendieron.
47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo sacerdote y le cortó la oreja. 48 Respondiendo Jesús, les dijo:
—¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? 49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo y no me prendisteis; pero así es, para que se cumplan las Escrituras.
50 Entonces todos los discípulos, dejándolo, huyeron.
El joven que huyó
51 Pero cierto joven lo seguía, cubierto el cuerpo con una sábana. Lo prendieron, 52 pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.
Jesús ante el Concilio(AH)
53 Trajeron, pues, a Jesús ante el sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del Sumo sacerdote; y estaba sentado con los guardias, calentándose al fuego. 55 Los principales sacerdotes y todo el Concilio buscaban testimonio contra Jesús para entregarlo a la muerte, pero no lo hallaban, 56 porque muchos daban falso testimonio contra él, pero sus testimonios no concordaban. 57 Entonces, levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
58 —Nosotros lo hemos oído decir: “Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro no hecho a mano.”
59 Pero ni aun así concordaban en el testimonio. 60 Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo:
—¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti?
61 Pero él callaba y nada respondía. El Sumo sacerdote le volvió a preguntar:
—¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Jesús le dijo:
—Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo.
63 Entonces el Sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo:
—¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64 Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece?
Y todos ellos lo condenaron, declarándolo digno de muerte.
65 Entonces algunos comenzaron a escupirlo, a cubrirle el rostro, a darle puñetazos y a decirle: «¡Profetiza!»
También los guardias le daban bofetadas.
Pedro niega a Jesús(AI)
66 Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de las criadas del Sumo sacerdote, 67 y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándolo, le dijo:
—Tú también estabas con Jesús, el nazareno.
68 Pero él negó, diciendo:
—No lo conozco, ni sé lo que dices.
Y salió a la entrada, y cantó el gallo. 69 La criada, viéndolo otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí:
—Éste es uno de ellos.
70 Pero él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro:
—Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres galileo y tu manera de hablar es semejante a la de ellos.
71 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:
—¡No conozco a este hombre de quien habláis!
72 Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.» Y pensando en esto, lloraba.
Jesús ante Pilato(AJ)
15 Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el Concilio, llevaron a Jesús atado y lo entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntó:
—¿Eres tú el Rey de los judíos?
Respondiendo él, le dijo:
—Tú lo dices.
3 Y los principales sacerdotes lo acusaban mucho. 4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo:
—¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Pero Jesús ni aun con eso respondió, de modo que Pilato quedó muy extrañado.
Jesús sentenciado a muerte(AK)
6 En el día de la Fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran. 7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. 8 Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho. 9 Pilato les respondió diciendo:
—¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?, 10 porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes. 11 Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltara más bien a Barrabás. 12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:
—¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
13 Y ellos volvieron a gritar:
—¡Crucifícalo!
14 Pilato dijo:
—¿Pues qué mal ha hecho?
Pero ellos gritaban aun más:
—¡Crucifícalo!
15 Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
16 Entonces los soldados lo llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y reunieron a toda la compañía. 17 Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona tejida de espinas 18 y comenzaron a saludarlo:
—¡Salve, Rey de los judíos!
19 Le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. 20 Después de haberse burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus propios vestidos y lo sacaron para crucificarlo.
Crucifixión y muerte de Jesús(AL)
21 Obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevara la cruz.
22 Y lo llevaron a un lugar llamado Gólgota, (que significa: «Lugar de la Calavera»). 23 Le dieron a beber vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. 24 Cuando lo crucificaron, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando lo crucificaron. 26 El título escrito que señalaba la causa de su condena era: «El Rey de los Judíos». 27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. 28 Así se cumplió la Escritura que dice: «Y fue contado con los pecadores». 29 Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
—¡Bah! tú que derribarías el Templo de Dios y en tres días lo reedificarías, 30 sálvate a ti mismo y desciende de la cruz.
31 De esta manera también los principales sacerdotes, burlándose, se decían unos a otros, con los escribas:
—A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar. 32 ¡El Cristo! ¡Rey de Israel! ¡Que descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos!
También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo:
—¡Eloi, Eloi!, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
35 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo:
—Mirad, llama a Elías.
36 Corrió uno y, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo:
—Dejad, veamos si viene Elías a bajarlo.
37 Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. 38 Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo:
—¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 quienes, cuando él estaba en Galilea, lo seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Jesús es sepultado(AM)
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado, 43 José de Arimatea, miembro noble del Concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, 46 el cual compró una sábana y, bajándolo, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
La resurrección(AN)
16 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. 2 Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol. 3 Pero decían entre sí:
—¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca, y se asustaron. 6 Pero él les dijo:
—No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron. 7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo.
8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
Jesús se aparece a María Magdalena(AO)
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, los cuales estaban tristes y llorando. 11 Ellos, cuando oyeron que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Jesús se aparece a dos de sus discípulos(AP)
12 Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino al campo. 13 Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos les creyeron.
Jesús comisiona a los apóstoles(AQ)
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. 15 Y les dijo:
—Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. 17 Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, 18 tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
La ascensión(AR)
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándolos el Señor y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban. Amén.
1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 2 tal como nos las enseñaron los que desde el principio las vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra, 3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, 4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón y se llamaba Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de Dios y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. 7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Ambos eran ya de edad avanzada.
8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios, según el orden de su clase, 9 le tocó en suerte entrar, conforme a la costumbre del sacerdocio, en el santuario del Señor para ofrecer el incienso. 10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 11 Entonces se le apareció un ángel del Señor puesto de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se turbó y lo sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le dijo:
—Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabet dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre. 16 Hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, su Dios. 17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
18 Zacarías preguntó al ángel:
—¿En qué conoceré esto?, porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada.
19 Respondiendo el ángel, le dijo:
—Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas. 20 Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda.
21 El pueblo, entretanto, estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que se demorara en el santuario. 22 Cuando salió, no les podía hablar; entonces comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo. 23 Cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: 25 «Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.»
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Entrando el ángel a donde ella estaba, dijo:
—¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
29 Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta. 30 Entonces el ángel le dijo:
—María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 32 Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.
34 Entonces María preguntó al ángel:
—¿Cómo será esto?, pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí también tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y éste es el sexto mes para ella, 37 pues nada hay imposible para Dios.
38 Entonces María dijo:
—Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
Y el ángel se fue de su presencia.
María visita a Elisabet
39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó a gran voz:
—Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?, 44 porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
46 Entonces María dijo:
«Engrandece mi alma al Señor
47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
48 porque ha mirado la bajeza de su sierva,
pues desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones,
49 porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso.
¡Santo es su nombre,
50 y su misericordia es de generación en generación
a los que le temen!
51 Hizo proezas con su brazo;
esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos
y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes
y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
55 —de la cual habló a nuestros padres—
para con Abraham y su descendencia para siempre.»
56 Se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Al oír los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; 60 pero su madre dijo:
—¡No! Se llamará Juan.
61 Le dijeron:
—¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
62 Entonces preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar. 63 Él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se maravillaron. 64 En ese momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a bendecir a Dios. 65 Se llenaron de temor todos sus vecinos, y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: «¿Quién, pues, será este niño?» Y la mano del Señor estaba con él.
Profecía de Zacarías
67 Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y profetizó, diciendo:
68 «Bendito el Señor Dios de Israel,
que ha visitado y redimido a su pueblo,
69 y nos levantó un poderoso Salvador
en la casa de David, su siervo
70 —como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio—,
71 salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odiaron,
72 para hacer misericordia con nuestros padres
y acordarse de su santo pacto,
73 del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre,
que nos había de conceder
74 que, librados de nuestros enemigos,
sin temor lo serviríamos
75 en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días.
76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado,
porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos,
77 para dar conocimiento de salvación a su pueblo,
para perdón de sus pecados,
78 por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
con que nos visitó desde lo alto la aurora,
79 para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte,
para encaminar nuestros pies por camino de paz».
80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
Copyright © 1995 by United Bible Societies